Sábana Santa de Turín

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La Sábana Santa de Turín
La Sábana Santa de Turín es el hallazgo arqueológico más estudiado de todos los tiempos. La ciencia intenta
demostrar que es verdadera, aunque la iglesia no se pronuncie al respecto y mucha gente opine que es una
falsificación medieval.
Se trata de un lienzo, que mide 4,37 metros de largo y 1,11 metros de ancho, en el que se puede ver
claramente las marcas de un cuerpo que ha sido envuelto en dicho lienzo.
En el año 944 reunieron todas las reliquias de Jesús y se las llevaron a Constantinopla. Pero en el 1304
saquean Constantinopla, y lo trasladan a Turín. Hay certeza, gracias a un grabado del siglo VI, de que estuvo
expuesto en un altar, viéndose solo la cara de Cristo, ya que los dobleces de la tela así lo indican. También
tiene unas quemaduras que se hicieron al incendiarse la iglesia de Turín en 1532 y que acabaron con una
pequeña parte de la tela.
En 1898, el italiano Secondo Pía pide permiso para fotografiar dicho lienzo, por primera vez. Su contribución
fue muy simple desde el punto de vista material, pero resultó revolucionaria. Al examinar la placa que
contenía el negativo fotográfico vio la inversión del claroscuro, que se produce en la placa fotográfica y que
servía en este caso para mostrar el verdadero carácter de la figura, que aparecía extraña y borrosa cuando se
contemplaba la sábana al natural. Se podían apreciar ahora todos los detalles.
Así se desmiente que la sábana fuera una falsificación, porque ¿qué sentido tendría en el siglo XIII realizar
algo así, teniendo en cuenta que los contemporáneos no lo entenderían? y ¿quién sería capaz de hacer algo
semejante, dado el nulo desarrollo del realismo anatómico en la iconografía medieval?
Más tarde se investigó la tela. Se averiguó que era lino, de origen vegetal, tejido de manera raspa de pescado,
lo cual se dejó de hacer después del siglo I. Limpiando una fotografía de la cara del cuerpo grabado, se haya
en las cuencas de los ojos sendas monedas grabadas en la tela. Se averigua que es un Leptón, moneda de la
época en que murió Jesús, y es que antiguamente a los muertos se les ponían monedas sobre los ojos.
Algunos aspectos de la imagen describen a Jesús con peculiaridades en clara contradicción con las
representaciones de Cristo corrientes en la Edad Media. La ciencia moderna reconoce hoy que tales
características son un signo de autenticidad porque muestran detalles perfectamente ajustados a la realidad de
su muerte: corona de espinas en forma de casco, clavos de las manos en la muñeca (único punto en el que se
podría sostener el crucificado en la cruz) y no en las palmas, lanzada en el costado derecho y no en el
izquierdo. Son muchas las lesiones que aparecen reflejadas con plena exactitud:
−El cartílago de la nariz aparece roto y desviado a la derecha. Podría deberse a una caída, pues se han
encontrado restos microscópicos de tierra de las mismas características físicas que la de Jerusalén en este
lugar, en la rodilla izquierda y las plantas de los pies.
−Las marcas sangrantes de la corona de espinas muestran más de 50 orificios. Los más importantes se
corresponden exactamente con venas y arterias reales.
−A lo largo de todo el cuerpo pueden verse marcas idénticas a las que dejaría el instrumento que utilizaban los
romanos para flagelar a un reo, un objeto que no se usaba en la edad media y que se conoce en nuestros días
por haber sido encontrado en excavaciones arqueológicas. Se han podido contar más de 600 contusiones y
heridas en todo el cuerpo y se cuentan las marcas de los azotes en unos 120.
−La herida del costado tiene una forma elíptica del mismo diámetro que una lanza romana: 4.4 cm x 1.4 cm y
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el hecho de estar en el costado derecho se explicaría por la práctica romana de dar este golpe a un enemigo
mientras protege su corazón con el escudo que lleva en la mano izquierda.
Se ha demostrado que todas las heridas fueron producidas en vida del sujeto excepto la del costado que se
infirió post mortem.
Sobre el grupo étnico al que podría pertenecer el hombre de la sábana, se afirma que los rasgos faciales son
los propios del grupo racial judío.
En 1973 se produjo un nuevo descubrimiento: un tal Max Frei, experto en botánica, autentificando unas fotos
que tomaron, notó la presencia de esporas de polen en la superficie del lienzo y obtuvo permiso para recoger
unas cuantas muestras. Logró identificar en esta ocasión 49 especies diferentes de esporas, que fotografió,
catalogó y conservó. Resultaron ser procedentes de plantas exclusivas de Palestina o Turquí, en su mayoría,
que, además, sólo florecían en la época de la Pascua Judía, es decir, en la que murió Jesús.
En 1978 se le concede un permiso a la NASA para analizar el lienzo de 120 horas ininterrumpidas.
Descubrieron que la imagen del lienzo contiene información tridimensional. Esto supone descartar la
posibilidad de un artífice humano, ya que nadie seria capaz de establecer tal cantidad de grados de
"luminosidad" que se ajustaran matemáticamente a la relación distancia tela−cuerpo. Con todo, concluyeron
que:
−Había sangre humana, del grupo sanguíneo AB, casualmente el más frecuente entre los hebreos y muy poco
frecuente en los demás pueblos.
−Las características de la sábana parecen corresponder con la huella que dejaría una radiación desconocida, y
no explicable desde el punto de vista físico, que hubiera emanado del cuerpo con una intensidad altísima pero
prácticamente instantánea en el tiempo, y que hubiera producido una especie de "chamuscadura" proporcional
en cada punto con la distancia de éste al lienzo.
Mediante la prueba del Carbono 14 se dedujo que la tela databa del 1260−1390.
Pero más tarde se hizo una reproducción del incendio que sufrió el lienzo en 1532 con otra tela del siglo I y en
cuestión de días la tela rejuveneció 13 siglos, ya que la analizaron y la dataron del siglo XIV.
Dicho todo esto, hay que resaltar que en ningún momento la Iglesia se pronunció sobre el tema, y que las
pruebas las hicieron científicos de todas las religiones, incluso ateos.
Así que los contenidos de fe en la investigación son nulos.
Pero sí queda demostrado que todas estas investigaciones quedan relacionadas estrechamente con lo que se lee
en la Biblia concerniente a la muerte y resurrección de Jesús.
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