PARASITOLOGÍA Filariasis Nuevas indicaciones

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PARASITOLOGÍA
Filariasis
Nuevas indicaciones para antibacterianos
Los fármacos de que disponemos para el tratamiento de la filariasis pueden dar lugar a serios
efectos secundarios además de limitaciones para la erradicación de los parásitos, ya que en
su mayoría no afectan a los gusanos adultos. La actuación sobre microorganismos
endosimbióticos con estas especies abre una nueva vía terapéutica, capaz de provocar la
degeneración y la muerte del parásito de forma indirecta.
Las filarias son distintas especies de gusanos nematodos que viven su etapa adulta en los tejidos y
las cavidades del cuerpo de hospedadores vertebrados. Las hembras ponen huevos parcialmente
embrionados, que poco después van a dar lugar a microfilarias que pueden permanecer dentro de la
membrana del huevo (envainadas) o liberarse de la misma (sin vaina). La microfilarias pueden llegar
a la circulación o mantenerse en otros tejidos cutáneos y allí ser captadas por artrópodos, en los
que se transforman en larvas, que migran dentro del insecto transformándose en elementos
infectantes. El cuadro patológico a que dan lugar estos parásitos se debe tanto a la respuesta inmune
que inducen (manifestaciones alérgicas, congestión vascular y linfática e infiltrado perivascular), que
se asocian a las provocadas por los metabolitos liberados por las larvas y alteraciones vasculares
tendentes a englobar y destruir el parásito, que conducen a la hipertrofia de los vasos linfáticos,
hiperplasia endotelial, varices linfáticas y elefantiasis en los genitales o miembros inferiores) como a
las infecciones secundarias por bacterias u hongos. Algunas filarias, como Onchocerca volvulus se
asocian con la aparición de ceguera, debida a las lesiones provocadas por la migración de las
microfilarias al globo ocular y la liberación de sustancias tóxicas que lesionan el nervio óptico.
Onchocerca volvulus induce la formación de nódulos subcutáneos en los que el gusano permanece
vivo y puede liberar embriones. Las microfilarias migran en el tejido subcutáneo y pueden dar lugar
a nuevos nódulos o, como ya se ha mencionado provocar ceguera si llegan al globo ocular. La
extirpación de estos nódulos parece ser una de las medidas profilácticas más eficaces para prevenir
tanto la ceguera, como la transmisión del parásito.
Los fármacos empleados en el tratamiento de la filariasis son la ivermectina (que se considera el
fármaco de elección), la dietilcarbamacina y el albendazol, pero todos ellos presentan serios
inconvenientes. No consiguen eliminar a los gusanos adultos y si el nivel de microfilarias en sangre es
elevado, la destrucción masiva de los parásitos y la liberación de sustancias tóxicas puede dar lugar
a reacciones inmunológicas serias. Este es el motivo de que se asocien en el tratamiento
antihistamínicos, antipiréticos e incluso corticoides. Por otra parte, el tratamiento farmacológico
actual debe mantenerse durante mucho tiempo si quiere interrumpirse la transmisión (un adulto de
filaria puede llegar a vivir 15 años). Por lo que se hace necesaria la obtención de fármacos
antimicrofilaricidas eficaces y que eliminen la producción de formas embrionarias de forma total y
definitiva.
Para mantener su homeostasis, algunos de estos gusanos y también algunos plasmodios necesitan de
la cooperación de ciertas endobacterias que mantiene una relación simbiótica con los mismos. La
supresión de los microorganismos conlleva la muerte de parásito, por lo que se ha estudiado la
posibilidad de abordar el tratamiento de estas parasitosis de forma indirecta, afectando a estos seres
imprescindibles para su vida. En estudios animales se ha observado que algunas endobacterias del
género Wolbachia (orden Rikettsiales) en las filarias podrían constituir una diana farmacológica
adecuada para limitar estas infecciones, ya que su erradicación con tetraciclina conduce a la
degeneración y muerte del gusano.
Un grupo de investigadores ha confirmado esta hipótesis en humanos, mediante un estudio llevado a
cabo en una zona de Ghana, fuera de los programas de control de la oncocercosis, sobre pacientes
que no habían sido tratados con ivermectina a los que se trató con doxiciclina durante 6 semanas. A
los 4 meses de terminar el tratamiento se extrajeron los nódulos y fueron codificados para su
observación ciega por dos expertos independientes. Una parte de cada nódulo se analizó mediante
inmunohistología para detectar la presencia de Wolbachia y la existencia de alteraciones
morfológicas (degeneración del gusano adulto o alteración de la embriogénesis). Mediante la técnica
de PCR se detectó la proporción de ADN bacteriano frente al ADN del parásito en cada nódulo,
lo que permitió verificar el grado de erradicación de la bacteria en el gusano.
La erradicación de las endobacterias como diana terapéutica no sólo resultaría útil en el caso de la
oncocercosis, sino también en casos de filariasis linfática. Se están realizando estudios para
determinar si un tratamiento más corto con dosis más altas de doxiciclina presentaría una eficacia
similar.
Puesto que la doxiciclina afecta rutas metabólicas específicas de endosimbiontes, afectando
mínimamente al hospedador, podría estudiarse su utilización podría emplearse en otros casos, como
el Plasmodium falciparum. Este microorganismo presenta una organela denominada apicoplasto,
que contiene material genético similar al bacteriano. Se cree que se trata de un alga endosimbiótica.
Esta organela ha sido descrita en otros muchos parásitos. Un antibacteriano capaz de interrumpir la
copia de estos genes causaría la muerte del parásito sin afectar al hospedados cuyas células carecen
de esta estructura. Esto podría suponer una nueva vía de actuación para la obtención de
antimaláricos.
Hoerauf A, Volkmann L, Hamelmann C, et al. Endosymbiotic bacteria in worms as targets for a novel
chaemotherapy in filariasis. Lancet 2000; 355: 1242-3.
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