“Aunque pueda parecer que los microbios cuidan de nosotros, en

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Elaine Hsiao
2015-7-83-IX-126
Los fármacos psicobióticos ya no son ciencia ficción
Elaine Hsiao estudia la relación entre la flora intestinal y el autismo.
No ha cumplido treinta años y ya tiene su propio laboratorio en el Instituto de Tecnología de
California. Elaine Hsiao estudia cómo las bacterias del intestino interaccionan con el
cerebro y qué papel desempeñan en el desarrollo del autismo.
La joven neurobióloga Elaine Hsiao (Orange, California, 1985) ha recibido
un premio de los Institutos Nacionales de Salud (NIH) de EE UU y está en la
lista de la revista ‘Forbes’ de los menores de 30 años más brillantes. En
2013, su experimento más aplaudido consiguió mejorar la conducta autista
de ratones de laboratorio alimentándolos con bacterias que viven en
nuestros intestinos. Los resultados fueron espectaculares, pero ella es cauta
a la hora de especular sobre su aplicación en humanos. Ha visitado
Barcelona para participar en la 4ª Cumbre Mundial de microbiota intestinal
para la salud.
Numerosos estudios científicos sugieren que las bacterias del
microbioma, que habitan en el interior del cuerpo en general, y del
intestino en particular, influyen en los pensamientos, los estados de
ánimo y la conducta. ¿Es así?
Sí, pero no debemos olvidar que toda esta información proviene de modelos
animales. En estos trabajos los investigadores comparan ratones
completamente libres de microbios con otros que han sido inoculados con
bacterias concretas. Si observan diferencias en su conducta, pueden afirmar
que son debidas al microbioma.
¿Cuál es el poder de este microbioma sobre los humanos?
Aún es demasiado pronto para saber qué papel desempeña en nuestras
vidas y enfermedades. De momento, se han empezado estudios con
cohortes de muchos individuos diagnosticados de depresión o ansiedad
para comparar su microbioma con el de la población sana. Una vez
sepamos si es o no diferente, deberemos volver hacia atrás para investigar
si los microbios son la causa de la enfermedad o si son un efecto colateral.
“Aunque pueda parecer que los microbios cuidan de nosotros, en
realidad solo se preocupan de sí mismos”
¿Cómo es posible que millones de bacterias diferentes actúen de
manera tan coordinada que las consideremos un único órgano, el
microbioma?
Todavía no lo sabemos, pero es algo que nos interesa mucho, ya que la
microbiota del intestino está compuesta por unas 10.000 especies. Apenas
ahora empiezan a publicarse estudios sobre la ecología de esta comunidad.
De momento, sabemos que para interaccionar con el cerebro, algunas
especies pueden actuar conjuntamente con otras como si fueran un único
equipo.
¿Qué beneficio obtienen las bacterias de esta interacción con el
cerebro humano?
Aunque pueda parecer que los microbios cuidan de nosotros, en realidad
solo se preocupan de sí mismos, de su propia supervivencia y reproducción.
Esta influencia que tienen sobre el cerebro tiene sentido exclusivamente si
así logran mejorar sus propios intereses.
¿Por ejemplo?
Tiene sentido que el microbioma sea capaz de regular nuestro apetito,
porque sus microbios sobreviven gracias a los nutrientes que ingerimos.
Otros aspectos, como la influencia en el comportamiento social, podrían
tener como beneficio –y ahora estoy especulando– potenciar su propia
propagación.
¿Cómo investigan en su laboratorio la conexión entre cerebro e
intestino?
Trabajamos con un modelo de autismo en ratón. A partir de evidencias
epidemiológicas en humanos sabemos que una respuesta inmune
importante de la madre durante etapas concretas del embarazo aumenta el
riesgo de autismo en el bebé. Aplicando este conocimiento a hembras de
ratón, podemos obtener una descendencia con síntomas típicos del
trastorno del espectro autista.
¿Cómo es un ratón con este trastorno?
Estos animales presentan alteraciones en el cerebro y en la conducta que
son muy parecidas a las de los humanos con autismo. Por ejemplo, hacen
movimientos repetitivos e interaccionan y se comunican menos entre ellos.
“Alimentamos a ratones recién destetados con un probiótico y
demostramos que podíamos mejorar las alteraciones de su
conducta autista”
¿Qué relación tiene el autismo, un trastorno en el neurodesarrollo, con
la microbiota intestinal?
Hasta el momento, la mayoría de investigaciones demuestran que el
microbioma de las personas con autismo es diferente al de las demás. Pero
si comparamos los estudios entre sí, los resultados no concuerdan. Todavía
no existe un consenso sobre qué especies cambian, o están o no presentes
en este trastorno neurológico. El autismo es un trastorno muy heterogéneo
al que se le suman dietas y fármacos variados que también afectan al
microbioma.
En su famoso estudio de 2013, publicado en la revista Cell, lograron
cambiar la microbiota intestinal de estos roedores. ¿Cómo lo hicieron?
Alimentamos a ratones recién destetados, de tres semanas de edad, con un
probiótico que contenía la bacteria Bacterioides fragillis, y demostramos que
cambiando su microbiota intestinal podíamos mejorar las alteraciones de su
conducta autista. Pese a eso, seguimos sin saber qué es causa y qué es
efecto.
Según sus resultados, los ratones autistas tratados con B.
fragillis mejoraron de manera sustancial su capacidad de
comunicación. ¿Estos cambios fueron definitivos?
No estamos seguro de cuánto tiempo pueden llegar a durar estos efectos
beneficiosos. En nuestro estudio testamos a los animales al cabo de doce
semanas, así que sabemos que como mínimo dura este tiempo, pero aún
no hemos evaluado intervalos más largos.
¿Podemos acercarnos a la farmacia más cercana y comprar un
probiótico que contenga B. fragillis?
No. Esta bacteria no está disponible comercialmente. Se trata de una
especie comensal del ser humano, forma parte de nuestra flora intestinal
normal.
Los resultados que relacionan cambios en el microbioma con mejoras
en el autismo en animales son numerosos y muy espectaculares. ¿Por
qué no hay un montón de ensayos clínicos en humanos ya
funcionando?
Aunque los efectos que hemos obtenido, nosotros y otros investigadores,
son muy prometedores, no debemos olvidar que son en ratones y que no
demuestran ninguna relación causal. Antes de plantearnos cualquier salto a
humanos debemos identificar todos los tipos de bacteria implicados, validar
su aplicación clínica y evaluar su seguridad.
“Aunque los efectos que hemos obtenido son muy prometedores, no
debemos olvidar que son en ratones”
Un estudio publicado en el año 2000 demostraba efectos beneficiosos
del tratamiento con un antibiótico en niños con autismo. ¿Podría ser
esta una opción de futuro?
La idea del uso de antibióticos es interesante, pero necesitamos muchas
más evidencias, ya que este estudio era muy pequeño (once niños) y los
beneficios desaparecieron tan pronto como se detuvo el tratamiento. De
todos modos, ahora sabemos que estos fármacos afectan de una manera
muy importante a la microbiota y que tienen efectos secundarios en nuestra
salud, así que, al margen de su uso en infecciones, debemos pensar en
otras alternativas.
Además del autismo, otros trastornos neurológicos e inmunológicos
también están asociados a alteraciones de la flora intestinal. ¿En el
futuro dispondremos de terapias basadas en microbios?
Espero que sí, y no solo tratamientos basados en bacterias aisladas,
sino también mediados por las sustancias que producen, y hasta con
microorganismos sintéticos. De todos modos, estos seres llevan a cabo
muchísimas funciones diferentes y pueden estar asociados a numerosos
efectos secundarios, por lo que primero debemos desentrañar los
mecanismos más básicos de su biología.
De momento, ya tenemos comercializados productos con prebióticos y
probióticos. ¿Llegaremos a poder comprar psicobióticos?
Estamos aprendiendo tanto sobre cómo las bacterias afectan al cerebro y la
conducta, que los psicobióticos no son ciencia ficción.
Fuente: http://www.agenciasinc.es/Entrevistas/Los-farmacos-psicobioticosya-no-son-ciencia-ficcion
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