Breve panorama de la novela actual en los.Estados Unidos

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UNIVERSIDAD DE MEXICO
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Breve panorama de la novela actual
en los.Estados Unidos
Por Ricardo LEDESMA
Ben Shahn -
World's C'"eatest Comic.\
"escritores comprometidos, que creen en el artista como un ser vinculado a la comunidad'·
Gertrude Stein lanzó al consumo internacional una etiqueta: lost generation.
Esta generación perdida -que, cronológicamente agrupaba a William Faulkner.
John Dos Passos, F. Scott Fitzgerald, Ernest Hemingway, y de algún modo al
solitario Thomas W olfe- decidió una
transformación de la pttsa, del concepto narrativo en todo el mundo. Tal introducción al Siglo de Oro norteamericano se basaba en una realidad de la
historia: los Estados Unidos, "que habían
conocido su siglo xx en pleno siglo XIX",
se convertían en una gran potencia y
daban a sus escritores, aparte de la certidumbre de ser los primeros habitantes
de la tierra, una vasta difusión en todos
los países. Recién salidos de la Primera
Guerra Mundial, los nuevos novelistas
negaban por principio y veían al artista
como a un ser aislado del resto de la sociedad. Tan sólo en Dos Passos es apreciable el tránsito de la ira contra una
sociedad materializada, a la indignación
legítima contra las injusticias.
Sucede a estos narradores una generación menos valiosa y que se plantea otra
perspectiva. Carecen del aliento poético
de Faulkner, el instinto estilístico de
Woife, la gran construcción que emplean
las novelas colectivas de Dos Passos. Su tigio con la mucha venta; y un factor,
ámbito es la década del treinta, cuando el sexo, hizo su aparición. De allí en adeNorteamérica, que ha sofocado sangrien- lante muchos escritores norteamericanos
tamente a los wobblies, los anarco-sindi- soñarán únicamente con vencer a las ascalistas de la l. W. W., vuelve al proble- pirinas en la difícil carrera de las drugma social alentada por el New Deal, el stores. A los valores ingenuos de la Norasalto al poder que realizan los nazis, la teamérica puritana. de los calvinistas y
guerra de España y los preparativos de 'los discípulos de John Locke, se oponla Segunda Guerra. Tres nombres sig- drán en lo sucesivo la difusión rudimennificativos son John Steinbeck, James T. taria de Freud, la pornocracia y la socioFarrell y Erskine Caldwell. En su prime- logía de las estadísticas suburbanas. Para
ra época son escritores "comprometidos" entonces ya ha surgido la literatura neque creen en el artista como un ser vincu- gra con Langston Hughes. Richard
lado a la comunidad. En sus primeras 'Vright, Countee Cullen. Por desgracia
novelas Steinbeck describe luchas socia- -como dijo Faulkner- su meta primorles (Pastures of heaven, In dubious Batdial era ser negros, y después escritores.
tle, Grapes of wrath); mas su visión de
California es idílica y sentimental en Asimismo, proliferó una literatura que
Toriilla flat y Cannery row. Caldwell, iba a abrir los ojos confiados y castos de
por su parte, da la visión de una tierra metodistas, bautistas y presbiterianos de
sórdida, sin esperanza: la del poor white, la provincia, al enseñarles, por medio
el pobre blanco de Journeyman y Tob- de portadas audaces y páginas escabrosas,
baceo road. Farrel, en su trilogía Studs los más elementales principios de 'genétiLonigan y en su tetralogía Danny O'Neil, ca. El Sur áspero, caliginoso y "linchón",
por medio de una actitud naturalista era el símbolo del pecado, y después de
que resulta exhaustiva, nos informa de Faulkner escritores como Truman Calas furias y penas de la juventud delin- pote y Carson Mac Cullers se encargaron
de comprobarlo con una espléndida licuente del bajo Chicago.
Con ellos, el best-seller conoció su pri- teratura menor. Casos singulares eran
mer gran apogeo al mezclar el buen pres- Henry Miller, Mary MacCarthy, Rober~
,
....C'--;::or-.--,,--.------- 'r
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:-...,.,
Penn Warren, Katherine Anne Porter y totalmente -penetr~a:~''incontrolable, caprichosa, es invulnera;ble. Para esta conJohn Hersey.
En la década de los cincuentas N orte- cepción son ihelevantes' el optimismo,
américa reconoció amargamente que el la desesperaro:a, la iridi.gnación; las ideomundo no era indivisible. El colonialis- logí;¡s y las -ca!Jsas -s()n tempestades en
mo se desplomaba; un senador llevaba un yaso de agua." Hih perdido toda poel fascismo a convertirse en show de tele- sibili'dad -de'solúCióiF el- hombre -puede
visión; había una guerra en Corea; el 4 luchar contra el sistema o puede acomode octubre de 1957 se inauguraba la era darse en el estado de·.~osas: no importa,
del espacio; tres años después un presi- de cualquier .I?:<?~O\será.d~strutdo. Ellos
dente católico ocupaba la Casa Blanca. plantean uria tercera opción, que los
Como siempre, se presentó un problema: críticos califican como desatiliación (diel inconformismo artístico, el menor de saffilation). Nada de incorporarse a la
sociedad, nada tampoco de combatir
los males norteamericanos.
Las fórmulas para escribir best-sellers contra "la explotación del hombre por
no tienen término. Se toma una buena el hombre". Ingenuamente, suponen hadosis de sexo y se mezcla con lo que se ber trascendido el materialismo' y se pienquiera: la corrupción política en Wash- sa que han reducido todo a una paradoington (Advise and consent de AlIen 'ja última: la sociedad es determinista, .
Drury) , los excesos de Hollywood (The pero el individuo es libre para ignorarproduce,' de Richard Br00ks), o el in- la, aunque sea impotente para sustraerse
fierno de Suburbia (The Chaptman re- a su influencia. Así, por libre elección,
port de Irving Wallace) o la maldad de todos los héroes de la nueva novela noralcoba en las aldeas (Peyton Place de teamericana se mantienen fuera de la
Grace Metalius) o la epopeya judía sociedad: los personajes de Saul Bellow
(Éxodo de Lean Uris) o la inversión
(Augie 'March y Henderson), de Nor,sexual (The city and the pillar de Gore man Mailer (Sergius O'Shaughness)' y
¡Vidal) o la guerra (The young lions de Mikey Lovett) , de Nelson Algren (Fran:Irving Shaw, From here to eternity de Ja- kie Machine y Dove Linkhorn), de Bermes Jones) o las pandillas juveniles nard Malamud (Frank Alpine), de J.
:subgénero específico con cultivadores de D. Salinger (Holden Caulfield), de Wi,la triste talla de Evan Hunter, Hal ElI- lliam Styron (Cass Kinsolving y Peyton
;son y Vince Packard. Para todo hay gus- y Milton Loftins), de Jack Kerouac
tos y hay recetas de todo. Las nuevas
(Jack Kerouac), de James Purdy (Mal.
versiones de Vicki Baum, Pearl S. Buck colm). Pero el estudio de esta posición
o Daphne du Maurier se podrían llamar en vivo rebasa notoriamente los límites
By love possesed de James Gould Coz- apenas informativos de estas notas inzens, o Marjorie Morningstm' de Hermann Wouk. Incluso se dd una fórmula troductorias a la nueva novela de Estainfalible para el thriller: "Pégale al de- dos Unidos. El intento se aproxima a la
tective pues la heroína es la culpable." idea de un catálogo, que no pretende
Esto vale lo mismo para el abominable sino dar noticia de quiénes son los suMike Hammer de Spillane, los horrores puestos herederos de Faulkner y Dos
de Cartel' Brown o las iniquidades del Ja- Passos y de cuáles son sus obras iniciales.
Empecemos con una figura singularímes Bond del inglés Ian Fleming. Ningún lector podrá quedar descontento: pa- sima: J. D. Salinger. Hasta ahora es aura los afiliados de la J ohn Birch Society tor de tres libros: la novela The catcher
y las Hijas de la Revolución Americana in the rye, un tomo que reúne Nine
había toda suerte de utopías negativas, st01'ies y otro formado por dos relatos
que mostraban un porvenir siniestro sin interdependientes que en cierto modo
pobres ni ricos, sin negros limpiabotas ni constituyen una novela:, Franny and
inversiones en América Latina. Para esos
fanáticos del orden una escritora trabajaba: la rusa blanca Ayn Rand, filósofa
del egoísmo y del fascismo en su trivial
parábola sobre el artista y su solipsismo
(el Howard Roark de El manantial) o
en sus profecías ramplonas y medrosas
(Los que vivimos, Vivir, Atlas shrugged).
Pero no importa nada de esto: hay una
nueva generación que ha emprendido'
~esponsablemente la tarea literaria y que
mtenta de alguna manera situarse y situar al hombre en la sociedad. No son
en sentido estricto críticos sociales, y su
concepción se aproxima a la del naturalismo. No tienen que ver en lo absoluto
con el marxismo epidérmico de los treintas. En su obra no intervienen los villanos sociales que hacen las delicias del
realismo socialista (cuyas expresiones
norteamericanas más logradas son Howard Fast y Albert Maltz) . Los ingredientes del stock characte,' de la literatura
izquierdizante quedan como aspectos o
síntomas de un mal más profundo.
Una porción estimable de esta literatura no es objetivamente conservadora,
puesto que ataca y vulnera los cimientos
de !a .sociedad que la produce, si bien
subjetivamente no encuentra salida. "Como los nuevos novelistas la ven -afirma
Joseph Waldmeir- la sociedad amorfa, Hemingway - "el artista como un ser aislado"
Zuey.'" Para muchos, The catchel' in
the 'ye es la mejor novela publicada en
Estados Unidos durante los últimos diez
años, y ha colocado a Salinger en un
sitio de clásico moderno dentro de su
país y le ha valido la fama en todas partes. The catcher in the rye es una historia en apariencia simple, la de un joven
de dieciséis años, Holden Caulfield, que
abandona el colegio en que estaba internado y pasa algunas horas en Nueva
York antes de volver a su casa. Examinada por encima, esta obra de Salinger
presenta muchas de las constantes y las
proclividades de la novela-- contemporánea: la narración en primera persona, el
empleo de formas dialectales (en este
caso el lenguaje de cierto tipo de estudiante norteamericano), la advertencia
del mal a través de una mirada inocente
y la contaminación de esa inocencia. Salinger logra dar al idioma literario la
vitalidad .del relato oral, y así todo llega
hasta el lector con una certidumbre de
verdad y auténtica emoción.
Franny and Zooey, dos historias, dos
relatos o novelas breves que hasta 1961
fueron unidas en volumen, se publicaron respectivamente en 1955 y en 1957
dentro de las páginas de The New Yorker. Nuevamente, el entusiasmo saludó
un libro de Salinger y, más allá del rencor que suele despertar el novelista de
buen éxito, sus mismos compafíeros de
oficio, como J ohn U pdike, dieron el testimonio de su admiración. H. A. Grunwald ha congregado en un tomo (Salingel': A cátical and personal pOl'trait) los
mejores juicios sobre la obra de este
excelente narrador. En breves palabras,
Salinger explora otra vez el medio de
una típica familia fantástica de su país
y el laberinto de las relaciones que existen en la aparente opacidad de todo ha·
gar. Franny y Zooey son hermano y hermana, hijos de la familia Glass. En cerca
de sesenta páginas Salinger relata una
comida a la que Franny es invitada por
su novio, Lane, y que concluye con el
desvanecimiento de la muchacha. Nada
más. Salinger no es lo que podría llamarse anecdótico y su valor y' su originalidad residen en gran parte en saber
llenm' de significación eso que los teóri·
cos de alguna hoy decrépita vanguardia
llamaron "los tiempos muertos" de la
novela.
Zooey aclara y continúa la historia
de Franny. Zooey es un muchacho que
actúa en la televisión y, como buen personaje de Sal' gel', habita un orbe de
imaginación y de melancolía. Prácticamente el relato se puede localizar en
dos conversaciones: una entre Mrs. Glass
y su hijo en el baño, y otra en que Zooey
logra devolver la serenidad a su hermana
Franny. Vistas por su armázón, las novelas de Salinger no parecen mayormente atractivas; además, no resulta demasiado fácil intentar uno de los usuales
juicios literarios sobre estas intraducibles novelas. Lo que en cambio sí puede
decirse es que en sus libros Salinger n0
sólo ha dado la exacta imagen de la
vida familiar en los Estados Unidos y de
las crisis que abarcan a todas las relaciones, sino que alcanza la validez completa
del escritor que l'e-aea el mundo, y da
a sus textos la vida perdurable de esos
• Salinger acaba de publicar un nuevo libro
que no altera la c1irecciói1 de su obra: SeY/llolll':
An introrlu.c/.iol'l.
I
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libros que, en el mejor sentido de este
término, podemos considerar como obras
de arte.
Paralelamente a la generación de Salinger, en los cincuentas otra influencia
literaria se trasladó al plano de lo vital:
los beatniks, los existencialistas. El público sólo atendió al aspecto externo de
su folklore; su uniforme off Bradway:
mocasines o huaraches, L. B. S., barbas,
melenas o cabelleras a la Greco y pantalones negros. Los beatniks eran algo
más o algo menos que su presentación
de minstrel show. Su confusa mitología
apiñaba en desorden a los hermano;'}
Marx, a Charlie Parker que se parece a
Buda, a King Kong, a los surrealistas, a
Antonin Artaud, a la vida on the road,
"de aventón", al budismo zen, a Billie
Holiday, al cool jazz, a las drog-as, a las
temporadas en San Miguel Allende, a
la bebida, alodio· al square (que es el
hombre medio, que usa corbata y está
casado). El movimiento vivió y murió
como una respuesta desesperada, angustiosa e idiota a los problemas de un
país al borde de la guerra y en plena
histeria bélica. Su bautista, sumo profeta y mediocre portavoz literario, .T ack
Kerouac declaró con cándida cursilería
después de querer dotar de un sentido
místico a su literatura, al identificar lo
beat con lo beatífico, con la beatitud:
"Ruina sobre aquellos que piensan que
la Beat Generation significa crimen, delincuencia, inmoralidad, amoralidad ...
Ruina sobre aquellos que no se dan cuenta de que Norteamérica cambia para
mejorar. Ruina sobre quienes creen en
la bomba atómica, quienes creen en el
odio a los padres y a las madres, quienes
niegan el más importante de los Diez
Mandamientos, ruina sobre los descreídos en la increíble dulzura del amor sexual, ruina sobre quienes creen en el
conflicto y el horror y la violencia y
llenan nuestros libros y pantallas y salones con toda esa miseria." Y así prosigue con el tono de un profeta bíblico
que ha leído a M. Delly y a Raymond
Chandler. Kerouac, además de vagabundo, es poeta (México Gity blues) y novelista. Según él mismo confiesa, escribió
On the road, la biblia beatnik, en tres
semanas de mayo de 1941. Pero su retórica y su verborrea antiintelectualista
no encuentran editor sino hasta 1950
cuando publica The town and the city.
En 1951 publica On the road y en 1958
se lanza en firme con The subte1Taneans
y Dhm-ma bums. Desp1.!:és, las novelas
rosas beatniks: Maggie Cassidy, T1'istessa, Dr. Sax y, "last but not best", Big
Sur. El tema de este último libro es ejemplar y vale como muestra inequívoca: un
escritor, Jack De1cioz, escapa del público
neoyorkino que lo adora para refugiarse
en una cabaña de la costa californiana.
No se siente bien allí y se va a San Francisco, pero se empieza a sentir mal y
decide ir a Nueva York donde están las
gentes que estima. Yeso es todo.
Los beatniks, aparte de la excelente
poesía de Allen Ginsberg (Howl, Death
lo Van Gogh's em', Kaddish) dieron sobre todo demostraciones de prosa comercial ("Las drogas son un paraíso"), de
mística exaltación ("¡Aleluya, soy u?,
Buda!") y de sabiduría ("Hay que VIvir de prisa"). Novelistas interesantes
son John Clellon Holmes, autor d~ 60
Y The Rom; Gregory Corso: Amencan
Expresso; Lawrence Ferlinghetti: I-!er;
WilIiam Lee, que describe su expenen-
~l
Andrew \'\Trelh - A Crow Flew
"la contradictoria vida illteTna del lIegro en la sociedad de hoy"
cia de drogadicto en ]unlúe, y sobre
todos 'tVilliam Burroughs, que ha publicado cuatro novelas: The naked
lunch, The ticket that exploded, Tite
soft machine y Novia express. "Estoy delineando -declara- un universo imaginario, un oscuro universo de galaxias
heridas y conspiraciones donde la obscenidad se utiliza fríamente como un arma
total." Conviene citar el delirante párrafo con que termina The naked lunch:
"Los adolescentes de. barrios bajos y
rock'n roll atormentan las calles de todos los países. Se precipitan en el Louvre y arrojan <ícido al rostro de Mona
Lisa. Abren los zoológicos, los manicomios, las prisiones. Defecan en el piso
de las Naciones Unidas y se limpian el
trasero con tratados, pactos, alianzas."
Se ha discutido mucho The naked
lunch. Mary McCarthy y Norman Mailer declararon a Burroughs "el escritor
de 'este siglo que más profundamente
ha afectado a los conocedores literarios".
La consideración es hiperbólica: Burroughs es un terrorista profesional que,
en nombre del espíritu verdadero, se
lanza contra la mediocridad y la estulticia de los que no pueden comprender
su genio por ser agentes vende~ores. de
seguros. Burroughs nos da la mm~clOsa
revelación del mundo del drogadIcto y
mediante la "pornografía artística" intenta establecer el nuevo decálogo del
hombre rebelde. Por lo demás, ha declarado solemnemente que lo que .eso·ibe le ha sido dictado por Hasan-I-Sabbah, fundador en el siglo XI del culto
ismaelita de los Assasins, los tomadores
de hashish.
Quizá, entre los que han surgido del
movimiento beatnik, el único con grandes posibilidades sea un escritor de una
sola novela: John Rechy, que ha realizado un sorprendente viaje al corazón
de Nueva York en Gity of ni{!,ht, recuento de todos los vicios escrito con
gran rigor artístico. Pero los beats son
buen ejemplo de algunas vanguardias.
Como el escritor ya no tiene acceso a la
sociedad, a su orden racional, histórico
o moral, presenta en una forma que llega a convocar al absurdo a un héroe nuevo, víctima y rebelde, dueño de una
ética existencial; héroe que es expresado
por medio de una técnica literaria que
en la mayoría de los casos lo oculta y
lo deforma. La vanguardia supone una
profunda relación entre estilo y sociedad, entre lenguaje y realidad; y esta
relación se ve impedida por una técnica
que no trasciende el afán de deslumbrar
o de regodearse con sus mismas audacias.
En el fondo tal vanguardia es una hi pócrita manifestación de la academia, que
desplaza la atención del buen uso del
gerundio a la supresión del punto o
las mayúsculas. Esta antiforma no se
fundamenta sino en el slalom gramatical.
Aparte de los beatniks dos promociones literarias han ocupado la escena norteamericana: La primera es la de Salinger, Mailer (considerado por muchos
como beatnik) , Saul Bellow, Nelson Algren, James Baltwin, Ralph Ellson, James Purdy )' Shirley Ann Grau. Para
continuar con este sumarísimo cat<Ílogo,
vamos a ocuparnos sólo de los títulos
que por una u otra razón resultan verdaderamente
significativos.
Norma n
Mailer escribe la mejor novela sobre la
Segunda Guerra Mundial, The naked
and the dead, que reconoce un antecedente fecundo en la obra de Dos Passos.
Después de su gran éxito, Mailer descubre los tópicos del sexo y la bohemia
en Barbar)' Shm'e y continúa con The
Deer Park. Poco antes de ser recluido
en una clínica psiquiátrica, publica en
] 959 una especie de antología autobiográfica: Advertisements for myself. Los
personajes de su segunda época se distinguen por su perversión inaudita )' el
tedio que despiertan. Después de Los
desnudos y los muertos, El Parque de
los CieTVOS quiere ser una pintura escandalosa de Hollywood, con toda la
fauna y la mitología de rigor en este
tipo de obras. "Si en Barbary Shore
-afirma Ihab Hassan- se explora oscuramente la política del sexo, en The
Deer Park se explora la sexología del
poder."
James Baldwin es un novelista negro
que ha vivido en París y crea un ámbito distinto al de Langston Hughes y
a la protesta antidiseriminatoria. Baldwin practica la desafiliación y aunque
odia el prejuicio racial lo inscribe dentro de un mal inevitable: la vida en
sociedad. Su primera novela, Ga tell it
on the mountain, describe la contradictoria vida interna del nep;ro en la sociedad de hoy. Su segundo libro, Giovanni's
1"00m, trata un tema homosexual: la re-
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lación de un norteamericano blanco con
un italiano. A pesar del valor del tratamiento, el resultado no es satisfactorio.
La tercera novela, Another country, es
la historia de algunas vidas intensamente mezclados con dos negros: Rufus
Scott, famoso baterista, y su hermana
lda - y tres, blancos, Vivaldo Moore,
un escritor inédito, Cass Silenski, una
mujer €Uyo matrimonio ha frac31sado y
Eric Jones, un actor homosexual. Entre
los cinco se establece un entrevenimiento que no respeta razas ni sexos. Muchas de las ideas apuntadas en su libro
de ensayos The tire next time están
recogidas e int~rpretadas con acierto en
esta novela eficazmente estructurada. El
otro novelista negro significativo es
Ralph Ellison, que sólo lui publicado
The invisible man, la historia de un
negro que huye del Deep south para ir
a Harlem y entrar en el partido comunista. La literatura de Ellison es un registro obsesivo del tema racial expresado en un tono joyciano. Sin embargo,
el poder de esa actitud de desafiliación
se manifiesta en el hecho de que, a pesar de que el héroe se encuentra ligado
a las controversias de izquierda y derecha, permanece a la postre como un
soli tario radical.
En 1953, Saul Bellow publica Adventures of Augie March, en 1959 Henderson, the Rain King. Como es casi obligatorio, sus personajes se niegan a arraigar en la conformidad, por un lado, y
a incorporarse a la protesta social acti·
va, por otro. A, diferencia de- Holden
Caulfiel por ejemplo, rara vez se en·
frentan a una situación que implique
un cambio en su conciencia social. Augie March, tramposo y ratero, se compromete con los comunistas y mantiene,
no obstante, una total apatía. Para él
sólo cuenta lo que le puede afectar di·
rectamente. De su creencia implícita en
que la sociedad procede con métodos
naturalistas, deriva su desafiliación moral. Para Augie March la moral es 1111
problema social que se vuelve relativo
en su mejor momento e ilógico en su
peor instancia. Bellow no condena ni
. perdona: retrata y su explicación proviene de un afán por entender. En Hendel'son, the Rain King, el protagonista
manifiesta su inclinación por la violencia y el exceso. Esto lo retrae hasta estados primitivos, hasta el grito "¡yo
quierol" - del que no se separa. Como
todo personáje desafiliado está ansioso
de discusiones filosóficas donde se muestre sin caminos y rebelde. En África,
después de conversaciones un tanto tediosas, llega a entender el sentido del
amor y la responsabilidad.
William Styron edita en 1951 Lie
down in darkness, en 1953 un re'portaje
sobre la guerra, The long march, y en
1959, Set this house on fire. Es el pintor
por excelencia de la depravación humana, de los individuos que adquieren una
lúcida conciencia del tocar a fondo existencial. Pero hay talento literario detrás
de esa avalancha de violaciones, críme·
nes, suicidios. Su héroe, Cass Kinsolving,
es un asesino borracho, y los protagonistas de la primera novela son un dipsómano y una ninfómana. Ante la vista
de Dios, que invocá un epígrafe de J ohn
Donne, los personajes de Set this hOt/sc
Burroughs -
"he1'idas y conspimciones"
on fi7'e desarrollan tortuosas relaciones
expresadas por expiaciones de culpa, borracheras y bufonerías. Cass Kinsolving
encarna una corrupción última y definitiva -para la cual la violencia no es
forma de lo maligno- y al final niega
el haber hallado gracia o creencia como
resultado de su búsqueda. Sólo encuentra una capacidad para sobrevivir "para
ser lo que ,pudo ser por un tiempo ...
Y lo que puede ser un momento, eso
basta".
Como un paréntesis, se debe anotar a
los cultivadores de la science fiction.
Aunque la mayoría, acatando las leyes
del género, ha insistido en la ima¡?;ina.
ción y en resolver las reducciones al absurdo de los problemas actuales con in¡?;enio, hay autores que aúnan el ejercicio
imaginativo y la brillantez literaria, como Ray Bradbury, que ha publicado
varios volúmenes de relatos: Dark carnival, Crónicas manianas, El hombTe
ilustrado, Las doradas manzanas del sol,
Tite OctobeT countr)', A medicin for
rnelancholy, un libro para niños Switch
on the night, y tres novelas: Farenheit
45, una utopía negativa sobre una época en que la lectura estará prohibida y
el pensamiento libre considerado un crimen. El afán poético se logra, su imagi·
nación es siempre certera y su estilo
puede calificarse de extraordinario. Dandelion wine es una especie de autobiografía: la niñez en un pueblo de Illinois, y hay una última novela, Something wicked this way cornes. Bradbury,
en su intento de ternura, puede incurrir
en la cursilería, pero en sus mejores
páginas la suya es una gran literatura
y su imaginación es quizá la más rica
y fecunda de toda la nueva narrativa
norteamericana. Por su intención, Bradbury participa de la "inocencia radical"
que Ihab Hassan atribuye a las generaciones recientes. El trasfondo de sus relatos es in¡?;enuo: la vieja fábula spen¡?;leriana del hombre que se negaba a ser
un tornilo en la odiosa maquinal"ia estatal; el espíritu contra el materialismo
oprobioso; la libertad del individuo, suprema e intocable. Pero trasciende esa
retórica liberal gracias a su talento y
a su capacidad para conmovernos con la
soledad final del hombre en los desiertos marcianos o bajo la implacable lluvia de Venus.
Aparte de Bradbury se pueden citar a
Theodore Sturgeon (Más que hu ma no,
Los c1'Ístales soiiadores, Caviar), J udith
Merrill, Clifford D. Simak (Ciudad) y
a Richard Matheson, autor de Soy( leyenda, la implacable parábola del único
hombre normal en un mundo poblado
por vampiros.
A continuación viene una lista que
incluye a diversos autores, significativos
pero cuyo valor y situación están muy
lejos de ser precisados: Paul Bowles,
The shelte7'ing sky; en Let it come
down analiza la condición lamentable
de los norteamericanos expatriados en
África del Norte. Bowles, el más naturalista de esta generación, nos habla
de Kit Moresby, la mujer que se castiga
por la muerte de su esposo y por su culpa al no estar presente en su agonía
(mientras tanto ella tuvo un affaire con
Turner, un amigo del marido). La mujer, en expiación, legitima su ninfomanía latente y se incorpora al harem de
un sheik. Kit termina completamente
loca. Para un lector avesado, esto no es
el castigo para el mal, como se intenta
indicar, sino una deplorable manera de
terminar una trama sin sentido. En el
fondo, Bowles como Mailer trae un mensaje moral. Eso, a pesar de su negativa
a aceptar el juego axiológico en vigor,
las nociones aceptadas del bien y del
mal. Pero al profundizar en la degradación y en la derrota, no lo hacen para
dejarnos allí o por la noción de la experiencia en sí; al contrario: extraen
conclusiones y formulan un juicio que
quizá se corresponda con las sentencias
que hubiera pronunciado Cotton Mather. Este mensaje dista mucho de ser
optimista; pregona una esperanza cautelosa, nada propicia a la exaltación y
aferrada a un sistema implacable de
valores que el individuo puede poseer,
si sufre mucho y se esfuerza y es muy
afortunado en su búsqueda. Este nuevo
Pilgrirn's progTess tiene un fuerte sustrato calvinista.
La sátira está representada por Joseph
Heller, autor de Catch-22, la historia de
las aventuras de Yossarian, un capitán
de la Fuerza Aérea, hombre cuerdo' en
un mundo desgraciado; y por Richard
Condon, el autor de The ManchuTian
candidate y de An infinity of minon.
Con Salinger, la muerte de la inocencia se convierte en un tema clásico:
es tan válido el descubrimiento del
mundo por ojos juveniles, como la infinita cadena de trasgresiones de la ley
divina que realizan los personajes de
N elson Algren (El hornbTe del bmzo
de oro, A wolk on the wild side) , de
Vance Bourjady (The violated) , de
Chandler Brossard (T he double view,
The bold sabotcun) , de George P. Elliot (Parktilden Village) , de Edward
Loomis (The chanoal horse). Estos novelistas basan la fuerza de sus lihros en
sustituir al arnerican dream por la amel'ican l1ightmm·e. La búsqueda continua
de un indefinible Santo Grial no los
lleva a ninguna parte. Guy Cinturoil,
el personaje de Parktilden Village, está
animado por una meta: "la seducción
documentada de 350 mujeres"; los héroes de Algren son ladrones, prostitu.
tas, borrachos y homosexuales. Esta legión de casos clínicos ejemplifica una
búsqueda fundamentada en una concepción simplista de la sociedad. Se puede decir que son novelas de búsqueda
- su búsqueda y su mensaje es la carencia de todo, no por renunciación sino
'.
r.
UNIVERSIDAD DE MExrto
por pobreza. Sus opuestos son los héroes
nostálgicos, adolescentes, a la manera
del Caulfield de The catcher in the rye,
del Malcolm de Purdy, del Clinton de
Ail fail down de Herlihy, Son los adoles¡:;entes por excelencia, que están situados entre un mundo que agoniza V otro
que aún ~o .reúne la fuerza que requiere
todo naCimiento.
¿En qué se inician? Básicamente en
un ejercicio paraproustiano de la memoria. Este héroe nostálgico, se nos
dice, se afilia a la inocencia cuando la
inocencia debe ser radical.
Con una novela, A death in the family, James Agee dio a conocer una personalidad brillante y fuera de lo común.
Cuando murió, a los cuarenta y cinco
años, se inició un culto a Agee, que
J?wight MacDonald compara al de J ames Dean. Agee además publicó una breve novela, The moming watch; dos libros
de crítica de cine, Agee on film; un libro singular, Let us now pmise famous
men.· Agee fue autor de varios argumentos para cine (entre ellos el de La noche
del cazador de Charles Laughton). Recientemente se ha publicado The lelters
of James Agee to Fathe,' Flye. Su novela
describe autobiográficamente la situa·
ción de su familia, al morir el padre
en ,un accidente automovilístico. Está
escrita con una lucidez y un rigor que se
apoyan en una preparación técnica e
intelectual y en un ejercicio moral inusitados.
Cabe citar de modo especial a tres
novelistas: John Updike, James Punly
y Bernard Malamud. John Updike, de
treinta años, ha publicado The cal'pentered hen, un libro de poemas; un libro
de cuentos, Tite same dom', y tres novelas: The poorlwuse fair, Rabbit, n.m y
The Centauro Esta última es un intento ambicioso: cambiar la infancia de un
niño en un pueblo y la mitología griega. Rabbit, nm narra la hazañas de
Harry Armstrong, una antigua estrella
del basket ball, quien se alimenta con
pasadas glorias. Cuando se casa, su pregunta angustiosa define el sentido de su
actitud: "¿Esto es todo?" La búsqueda
no es verdadera; los valores en que se
apoya son sueños, el único orden para
él es su ingreso en la trampa. En Updike
no existe el mensaje. La vida es tal cual
es y cuando se ha vivido intensamente
uno se encuentra en el punto departida.
James Purdy se inicia con un libro
de relatos que le vale una declaración
de Dame Edith Sitwell: "Uno de los
más grandes escritores producidos por
los Estados Unidos en los últimos cien
años." Purdy ha publicado tres libros:
63 D"eam Place, Malcolm y The nephew. Malcolm es el descubrimiento
azaroso del mundo que practica un 'adolescente guiado por Mr. Cox, un astré"
lago. El itinerario humano es su método
de introducción y Purdy decide contemplar la realidad con ironía, con sátira
salvaje y con una forma de profunda comprensión. Esta crítica aunada a la
comprensión fracasa en The nephew,
una historia de pueblo: la solterona que
quiere rendirle un homenaje a su sobrino muerto en Corea y que a través
de eso conoce a los personajes de su pueblo. La intericióncomprensiva de Purdy
lo lleva a una sensiblería disfrazada y a
respetar el lugar común, porque detrás
de él sufre un alma norteamericana. Pero
Malcolm sigue siendo una gran novela,
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un brillante fresco de la vida de Norte- Roth (Goodb),e, Columbus y Lelling
américa visto con una distorsión inteli- go) , John Knowles (A sepamte peace y
gente y que implícitamente se formula. M.orning in Antibes) y Shirley Ann
Bernard Malamud en The natural Gr~u (The hard blue sky, The Black
(1952) se decide a permanecer mezclan- Pnnce y T he house on Coliseum Street) .
do el mito v el mundo. Su héroe es un Esta última ejemplifica perfectamente
jugador de beisbol, autor de memorables lo que se llama la escuela soft-focus de
¡lOme runs, soñador que termina en la la ficción; es decir, donde los acontecioscuridad; en The assistant trata la his- mientos se pierden por completo en la
toria de un hombre que anima a vivir bruma.
al empobrecido tendero judío al que
En fin: estas notas dan una idea suha robado. En El barril mágico (1959), maria acerca de qué es lo que se escribe
con el que ganó "The National Book actualmente en un país que cuenta con
Award", Malamud describe el mundo una de las literaturas más vigorosas y
miserable y magnífico del judío neoyor- definitivas del siglo xx. Nada está tan
quino, en trece historias; en A new life sujeto al error como los pronósticos del
narra el exilio de un maestro de 1 ueva tiempo literario, pero puede decirse que
York a una universidad· del noroeste. si alg4nos escritores com~Salinger, StyEn toda su obra, Malamud junta el sen- ron, Below, Purdy y Updike prosiguen
tido del humor con la tristeza; son sue- . como han iniciado su carrera de escritofías sustentados sobre un fondo amargo res, la narrativa norteamericana encony escritos en un estilo sencillo, claro y trará en ellos la continuidad de un Siglo
sin pretensiones.
de Oro que crearon Dos Passos, FaulOtros novelistas de interés para fina- kner, Hemingway, Scott Fitzgerald y
lizar esta información: William Gaddis Thomas Wolfe, pues, como diría T. S.
(The recognition) , H. L. Humes (Un- Eliot: Old stone to new building, old
dergmund city y Men die), Philiph timber to new fi¡·es.
EL
e
1N E
Por Emilio GARCÍA RIERA
Sobre la crítica
Ha aparecido hace poco un inteligente
escrito de Salvador Elizondo titulado
El cine y el Occidente. Me interesa co. mentarlo, en principio porque se refiere
a algunos de los problemas fundamentales de la crítica cinematográfica y, además, porque Elizondo ha partido para
escribirlo de una crítica a mis propias
ideas. He aquí, pues, la rara oportunidad
de iniciar un polémica cordial, desprovista en absoluto de animosidad.
En esencia, Elizondo me reprocha que
mi admiración por el cine norteamericano -admiración que él comparte hasta
cierto punto- me lleve a ignorar sus claras limitaciones de orden cultural. "El cine norteamericano -dice Elizonclo -no
puede ser tenido en cuenta, para cualquier efecto pretendidamente cultuml,
más que dentro de los estrechos límites
del juicio estrictamente cinematográfico,
pero examinado a la luz del juicio trascendental, del juicio que efectivamente
constituye la Cultura, no deja tras de sí
sino una serie de elementos sin signi[icado: una estrella de shcriff, un pasodoble
reiterativo, un soldado que recibe su
ración de chewing-gu1I7 antes de entrar
en combate."
Es una 1<ístima que Elizondo no sea
más explícito respecto a un problema
que, a efectos críticos, consiclero capital:
el de la relación entre arte v cultura.
Porque, en definitiva, ¿qué es' lo que él
llama "el juicio estrictamente cinematográfico"? Cuando admiro un buen wcstan, no estoy sólo admirando su técnica,
ni siquiera su manera. Lo admiro porque, como en el caso concreto de Rio
Bravo, de Howard Hawks, me comunica
una visión del mundo, un estilo y, POIende, una emoción estética. Y, a la vez,
por vía de la estética, me remite a una
noción ética, es decir, a unas determi·
nadas reflexiones sobre el comportamiento humano cuya validez universal
-de existir- confieren a la obra los
valores clásicos que toda crítica que se
Polémica cordial entre Elizolldo " Garda Riera
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