Ritual funerario Cordubense

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EL RITUAL FUNERARIO
1. LA CREMACIÓN
Esta práctica funeraria se utilizó en Roma desde antiguo, alcanzando su mayor desarrollo a fines de la
República y comienzos del Imperio, y desapareciendo muy a finales del siglo II d.C. en beneficio de la
inhumación.
La secuencia de este rito de cremación sería la siguiente: tras el fallecimiento, el cuerpo del difunto era
lavado, perfumado y engalanado con flores; a continuación, se celebraba un velatorio y, por último, el cuerpo
se trasladaba a la necrópolis, donde sería quemado en una pyra de forma rectangular. Los huesos, a veces
triturados, podían depositarse después en una urna o directamente sobre el terreno, contando las sepulturas
con ajuar.. Estas cremaciones pudieron ser primarias −busta− (el enterramiento se realizaba en el mismo lugar
donde se había quemado el cadáver), o secundarias −ustrina− (el enterramiento se realizaba en un lugar
distinto al de la cremación).
Entre los primeros enterramientos, había busta más sencillos (una simple fosa de forma circular, sin elementos
externos que indicaran el lugar de la sepultura) y otros más complejos (los restos se cubrían con fragmentos de
ánforas, bloques de caliza, o tegulae , siendo revestido su interior con tegulae o bloques de caliza
conformando una cista). En cuanto a los ustrina, los restos solían ser depositados en un recipiente que
posteriormente se trasladaba a una estructura funeraria (generalmente, de carácter monumental).
Centrándonos ahora en los precedentes de este ritual funerario, habría que mencionar que a partir de los
conflictos armados que se inician con la conquista del sur peninsular por parte de los Bárcidas, las regiones
ibéricas comienzan a experimentar toda una serie de transformaciones que nos permiten distinguir un nuevo
período designado convencionalmente como Ibérico Final, última etapa de la Cultura Ibérica, que
desaparecerá en favor de la romana.
Desafortunadamente, la información que nos ha llegado sobre las necrópolis cordobesas de época tardía puede
ser calificada cuando menos de desigual, dada la escasa fiabilidad que reviste en muchas ocasiones. Pese a
ello, puede decirse que se trata de enterramientos que siguen empleando la urna cerámica como contenedor de
los restos cremados; que en no pocos casos documentan todavía manifestaciones escultóricas, y que, además,
testimonian de manera paradigmática el proceso de integración del mundo indígena en la cultura romana,
observándose una perduración de diversos elementos autóctonos hasta fechas muy tardías que aparece
también constatada en los yacimientos de la zona que han podido ser excavados.
Finalmente, en cuanto a los comienzos del ritual funerario en Corduba, puede decirse que el arranque del
mundo funerario romano en una ciudad como Córdoba debe ser entendido en un contexto de contactos con
una culta y potente población indígena que poseía connotaciones de idiosincrasia propia. Con todo, se observa
desde el primer momento una imposición clara de los ritos romanos, que sólo conservan reminiscencias
indígenas precisamente en algunas de las urnas cerámicas utilizadas.
Con cierta frecuencia, no se indica en relación con este tipo de enterramientos estructura funeraria alguna, por
lo que hemos de suponerlos en principio como simples deposiciones en un hoyo practicado en el terreno. Sin
embargo, no faltan casos en los que tales enterramientos se practicaron en busta. Cronológicamente, estos
enterramientos de cremación, primarios o secundarios, se llevan por lo general a época tardorrepublicana, si
bien está también comprobado su uso a lo largo de todo el siglo I d.C.
2. LA INHUMACIÓN
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Lo primero a destacar es que cremación e inhumación coexisten en Corduba como ritos funerarios durante
todo el Imperio.
Por lo que se refiere a la cremación, existen pruebas de su pervivencia al menos hasta finales del siglo II o
comienzos del siglo III d.C.; por ejemplo a través de la Tumba VI documentada en el Corte IV de la C/ El
Avellano 12−13: un bustum en cista rectangular de 1,50 por 0,60 m., cubierta mediante tres hileras de cantos
de cuarcita, dotado de un ajuar riquísimo que nos lleva cronológicamente a la fecha antes indicada.
Pero, del mismo modo, en La Constancia, junto a 46 enterramientos de cremación, contamos también con tres
de inhumación, todos en fosa simple, cubiertas con fragmentos de ánforas, tegulae dispuestas en horizontal, o
sin cubierta, respectivamente, que aparecen dispersos por todo el solar, muy próximos a las otras tumbas de
cremación y siempre a las mismas cotas. El ajuar permite atribuirle una cronología centrada en el siglo I d.C.
Ahora bien, el caso más paradigmático de entre todos los conocidos es el hipogeo monumental de C/ La
Bodega, en el que además de un enterramiento de cremación, se reservó un espacio al fondo de la cámara para
una inhumación que probablemente se encuentra todavía in situ.
Son argumentos de peso para aceptar en Córdoba la coexistencia de cremación e inhumación aún en los siglos
de mayor predominio de la primera. Sin duda obedeciendo a criterios de tradición familiar, de gusto personal
o simplemente de economía.
3. ASPECTOS SINGULARES DE L RITUAL FUNERARIO CORDUBENSE: SUPERPOSICIÓN DE
ENTERRAMIENTOS
Las superposiciones de los enterramientos han podido ser documentadas en varios puntos de las necrópolis
cordubenses incluso para las etapas más altas, probablamente favorecidas por el hecho de que las tumbas más
antiguas o bien no habían tenido nunca señalización exterior alguna, o bien la habían ya perdido en el
momento de excavar un nuevo enterramiento sobre ellas. Este es el caso de las cremaciones superpuestas
localizadas en la C/ Santa Rosa, s/n, esquina con Avda. de los Almogávares (Necrópolis Septentrional),
debidas a las fases de desbordamiento del arroyo cercano, cuyos lodos habrían colmatado la zona.
Casos similares documentamos por ejemplo en Avda. de las Ollerías, 14 (Necrópolis Septentrional), o en el
Polígono de Poniente (Necrópolis Occidental).
Por otra parte, es relativamente frecuente la constatación en Córdoba del reaprovechamiento de materiales
arqueológicos de épocas anteriores en tumbas de inhumación tardías. Seguramente la mayor parte de estos
materiales deben entenderse como procedentes del desmonte de monumentos funerarios anteriores, que en
Córdoba debieron ser muy abundantes.
4. ASPECTOS SINGULARES DEL RITUAL FUNERARIO CORDUBENSE: ENTERRAMIENTOS
INFANTILES
Se observa en Córdoba una cierta tendencia a la utilización de la inhumación para algunos enterramientos
infantiles muy antiguos, y como recipientes urnas cerámicas o ánforas depositadas en fosas simples excavadas
de forma directa sobre el terreno de la base. Así se observa, de manera paradigmática, en el Corte 4 de la C/
Avellano 12−13, de donde proceden tres inhumaciones infantiles en urna y una más en ánfora, similares a las
que se documentan en otras muchas necrópolis hispanorromanas.
Este tipo de prácticas no quiere decir que no se constaten en Córdoba otras modalidades de enterramientos
infantiles, sin excluir por supuesto la cremación, caso por ejemplo de un bustum sin cubierta de la primera
mitad del siglo I d.C. documentado en el Polígono de Poniente, correspondiente a una cremación infantil
sobre lecho con uno de los ajuares más completos y significativos de cuantos han sido recuperados hasta la
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fecha en la ciudad.
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