1 El maravilloso mundo vislumbrado en la primera vuelta al mundo1

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El maravilloso mundo vislumbrado en la primera vuelta al mundo
Elsa Otilia Heufemann-Barría
EL MARAVILLOSO MUNDO VISLUMBRADO EN LA PRIMERA VUELTA AL
MUNDO
Elsa Otilia Heufemann-Barría1
Antonio Pigafetta, un navegante florentino que acompañó a Magallanes en el
primer viaje alrededor del mundo, escribió a su paso por nuestra América
meridional una crónica rigurosa que sin embargo parece una aventura de la
imaginación. Contó que había visto cerdos con el ombligo en el lomo, y unos
pájaros sin patas cuyas hembras empollaban en las espaldas del macho, y
otros como alcatraces sin lengua cuyos picos parecían una cuchara...
(Gabriel García Márquez.Trecho del discurso de aceptación del Premio Nobel 1982)
Resumo: Este trabalho analisa a obra Primer viaje alrededor del mundo – escrita por Antonio
Pigafetta - que narra as aventuras vividas por conquistadores que completaram pela primeira
vez uma viagem ao redor da Terra, em 1519. São destacados os aspectos maravilhosos
presentes no relato, produto da mentalidade medieval dos expedicionários; isto analisado sob
os conceitos de mirabilia, miraculosus y magicus trabalhados por Jacques Le Goff. Um forte
espírito cristão, uma mente povoada por um imaginário sobrenatural e a presença diabólica do
mal são elementos utilizados pelo autor para explicar um mundo do qual não havia referências.
Palavras-chave: maravilhoso, expedicionários, gigantes, religiosidade, morte.
THE MARVELOUS WORLD INSIGHT AT THE FIRST
TURN AROUND THE EARTH
Abstract: This work analyses the book Primer viaje alrededor del mundo written by Antonio
Pigafetta, who narrates the adventures of the conquerors at the first trip around the world in
1519. These marvelous aspects have been pointed out in the book, as a result of the medieval
mentality of the expeditionary. It means a conception of /mirabilia/, /miraculosus/and
/magicus/ portrayed by Jacques Le Goff. A strong religious belief, a supernatural conception
mind,besides a badly conception are resources used by the author to explain a world that there
were no references.
Keywords: marvelous, expeditionary, giants, religiosity, death.
Introdução
El epígrafe es un preámbulo de lo que se pretende desarrollar en el presente artículo. La
aguda observación y el imaginario medieval que traían consigo los expedicionarios del siglo
XVI les permitió crear las más increíbles obras de ficción, sin nunca habérselo propuesto. En el
caso de Pigafetta no es diferente. Aunque no era español, el joven italiano también tenía una
herencia medieval que se deja traslucir en su relato, a través de los registros dejados del mundo
maravilloso con el cual le correspondió convivir durante los tres años que duró el viaje de
circunnavegación del globo. Antonio Pigafetta, de buena posición económica, se educó en un
ambiente culto y religioso que le permitió serv’ir en la orden de Rodas, tornándose caballero.
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Doutora em Letras pela USP. Professora Associada do Departamento de Línguas e Literaturas
Estrangeiras. Universidade Federal do Amazonas – UFAM. [email protected] /
[email protected]
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Polifonia, Cuiabá, MT, v.17, n.22, p.5-17, jan./jun., 2010
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Él demostró siempre un deseo profundo de aventurarse en el Nuevo Mundo. Viajó hacia
Sevilla y consiguió incorporarse a la expedición comandada por Hernando de Magallanes, sin
poder imaginar que participaría de una gesta que superaría los viajes que hasta entonces se
habían organizado.
Los elementos maravillosos extraidos de la obra Primer viaje alrededor del mundo(2),
basada en la los relatos de Antonio Pigafetta, serán motivo de análisis bajo los conceptos de
mirabilia, magicus e miraculosus, distinguidos por Jacques Le Goff, como siendo las
categorías existentes en el cotidiano de la Edad Media.
Herencia medieval de las Crónicas
Las crónicas de Indias fueron, sin duda, reflejo de la realidad del Nuevo Mundo durante el
siglo XVI. Herederas de múltiples características de la literatura medieval, aunque ya vivían en
pleno Renacimiento, fueron escritas y vista con los ojos de ese imaginario que los conquistadores
habían alimentado en la realidad de algunos sectores de Europa de la época. La literatura
medieval se caracteriza por las producciones de tipo religioso (hagiográfico) y de caballerías,
lo que permitía que incluso durante la Baja Edad Media permanececieran en España los viejos
ideales de heroísmo y santidad. Las crónicas también daban destaque a los elementos
maravillosos, que en la época provocaban una atracción inmensa y cautivaban la imaginación
de los lectores y oyentes, que creían en todo lo que leían, porque no distinguían claramente la
frontera entre la realidad y lo imaginario.
El caballero quería conquistar el honor y la gloria en el duro ejercicio de la
guerra, y con ellos ganar también riquezas y poder. Sólo la hazaña parecía
digna del caballero, la hazaña heroica, desmedida, inusitada, que hiciera decir
a aquellos a quienes llegaba el rumos de sus hechos que nadie había sido
capaz de hacer lo que él hacía. Porque la gloria necesitaba de la fama,
precisamente porque se satisfacía con ella, dentro del ámbito de los vivos
(ROMERO, 1992, p.53).
La mentalidad medieval estaba poblada por la creencia de la existencia de tesoros
incalculables en lugares remotos, inexplotados o semi-explotados; todo esto producto de las
novedades traídas por los navegantes, por las exageraciones de sus invenciones y por las
idealizaciones de los santos, ya sea por la constatación de un milagro o de la presencia del
demonio. También favorecía esta mentalidad, el cotidiano de las ciudades, donde
Había un mundo próximo y misterioso que era el bosque; y una llanura, las
más de las veces lejana y desconocida, que llevaba al fin del mundo; esa vasta
extensión era el mar. Todo cuanto se relacionaba con ellos se cargaba
espontáneamente de contenido misterioso, con lo cual se respondía al humano
anhelo de romper la monotonía cotidiana jugando con el propio miedo y con
el ajeno (MEDINA, 1992:p. X).
Los libros de caballerías influenciaron sobremanera a los cronistas de Indias, puesto que
era la literatura de más éxito y más leída por los habitantes de la Península Ibérica y del resto
de Europa. Resurgió como un género tardío a comienzos del siglo XVI y obtuvo un éxito
rotundo; las obras y las traducciones se fueron multiplicando, así como también los fieles
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Se utilizó para el presente análisis la edición de Leoncio Cabrero Fernández ( Madrid:Dastin S.L., 2002) de
donde también fueron extraidas las citas.
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lectores y oyentes. Las historias de los caballeros mostraban mundos llenos de fantasía, en que
el héroe se enfrentaba y dominaba todos los males presentes en la sociedad de la época,
transitaba en ambientes poblados de monstruos y peligros de toda especie, situados en tierras
lejanas. Tanto en los textos medievales como en las Crónicas de Indias, se describen hazañas y
peligros vividos por los protagonistas, a través de una voz narrativa llena de sorpresa, espanto y
maravilla. A pesar que la gran mayoría de los cronistas explicitan la veracidad de los hechos
narrados, en el entusiasmo de describir las situaciones por las cuales habían atravesado,
incorporaban elementos ficcionales, que con mucha frecuencia eran realizados de manera
espontánea, sin que obedecieran a la intencionalidad de mentir, como muchas veces fueron
acusados los autores de los algunos relatos. Estas acusaciones eran hechas por los moralistas de
la corte española, que no concebían la incorporación de elementos “mentirosos”en las
narrativas de Indias. Los sucesos leídos en los libros de caballería “eran leídos como siendo
verídicos, produciéndose una enorme identificación con los héroes que mostraban una valentía
a toda prueba, que enfrentaban y vencían a grandes ejércitos en tierras lejanas, provistas de
exuberante vegetación y de exótica geografía” (HEUFEMANN-BARRIA, 2007, p.15).
Las expresiones de asombro son recurrentes en los relatos del Nuevo Mundo, siendo la
palabra “maravilla’ la más utilizada, para demostrar todo aquello que era nuevo, que les
llamaba la atención o que no tenían referentes para expresarlos por su nombre. Según Stephen
Greenblatt “a experiência do maravilhamento, é traço central corrente no primitivo discurso do
Novo Mundo. É a marca que mais decisivamente liga esse discurso, estilisticamente modesto e
conceitualmente anárquico, tanto ao discurso filosófico quanto ao estético”(1996, p.36).
La expedición
El relato de Antonio Pigafetta sobre la expedición del capitán portugués Magallanes es un
verdadero libro de aventuras. Probablemente el joven italiano consiguió mediante
recomendaciones, incorporarse a la expedición y fue nombrado criado personal de Magallanes,
a bordo de la nave Trinidad. El navegante portugués comandó la expedición española que dio
por primera vez la vuelta al mundo. Su proyecto era el de llegar a las riquezas de las islas
Molucas, conocidas por su abundancia de especias. Él suponía que las islas estarían cerca de
los nuevos territorios americanos; esto, basado en la información correcta de que la tierra era
redonda, y en una suposición equivocada sobre el tamaño de ésta. Su desafío era llegar a las
Molucas a través de algún paso existente en el sur del Nuevo Mundo. La corona española,
representada entonces por el monarca Carlos I, apoyó la iniciativa y en el mes de agosto de
1519 zarpó la flota formada por cinco naves y aproximadamente 250 hombres a bordo. Tras
pasar por las Canarias se dirigieron hacia el Nuevo Mundo, bordeando todo el litoral de Brasil
y de la actual Argentina, buscando cuidadosamente un canal que los llevara hacia el otro
extremo del continente. Durante esa navegación, debieron soportar enormes dificultades
debido a las duras condiciones meteorológicas, y sufrieron graves penurias a causa del frío y de
la escasez de víveres, lo que unido a las enfermedades y motines, convirtió a la expedición en
una auténtica hazaña. Finalmente, el 21 de octubre de 1520, se internaron en el estrecho que
actualmente lleva el nombre de su descubridor Magallanes; y lograron cruzarlo para ingresar
en las aguas del Mar del Sur, al que ellos, encontrando condiciones de navegación mucho más
favorables que aquellas que acababan de soportar, lo bautizaron como Océano Pacífico. A
partir de ahí, Magallanes navegará durante tres meses por el Pacífico, el más grande de los
océanos, sin ver tierra y casi sin alimentos. Muchos de sus hombres se enfermaron de
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escorbuto(3) y acabaron muriendo. Magallanes murió en las Islas Filipinas en un enfrentamiento
con los nativos, en el mes de abril de 1521. Al mando de Sebastián Elcano la expedición llegó
a las Islas Molucas, consiguió las ansiadas especias y, después de circunnavegar África,
arribaron a España en septiembre de 1522. De las cinco embarcaciones que partieron en 1519,
solamente completó la vuelta al mundo una, y de los más de doscientos cincuenta
expedicionarios que embarcaron sólo volvieron dieciocho hombres enfermos, agotados y
maltrechos. Esta expedición constituyó una de mas mayores hazañas de la historia de la
navegación, y tuvo importantes consecuencias, tales como: confirmar, de forma empírica, la
esferidad de la Tierra; evidenciar que su tamaño era mucho mayor de lo que se pensaba;
descubrir el paso del sur que posibilitó la comunicación con el océano Pacífico; navegar por
primera vez este océano y poder tener una idea aproximada de su extensión; demostrar que el
Nuevo Mundo era un nuevo continente independiente de Asia, y, también, encontrar otra ruta
hacia las especiarías.
Se supone que el cronista haya escrito su Relación hacia 1525. De forma directa, sin
intención literaria y sin el compromiso de agradar a la corona española, Pigafetta describe las
innumerables penurias, hambre, enfermedades y dificultades que tuvieron que soportar para
poder sobrevivir en un mundo desconocido, peligroso y distante de todo referencial. Describe
minuciosamente a los hombres, la flora y fauna, las guerras, los peligros, las traiciones, el
hambre y los sucesos maravillosos experimentados en los años que duró la navegación. Narra
detalles valiosísimos de la experiencia vivida los años que duró la travesía y demostró tener un
agudo sentido de observación; con riqueza de detalles describe las tierras y hombres que
encontraron en los diferentes lugares, desde el extremo sur del Nuevo Mundo hasta las Islas
Molucas, bajo un punto de vista muy personal. Según Leoncio Cabrero Fernández, a partir de
la lectura de la Relación escrita por Pigafetta, es posible resaltar las siguientes características
del autor:
a) captó hasta los detalles más insignificantes; b) afán de preguntar, de
averiguar, a través de los nativos; recogió informaciones etnográficas y
lingüísticas, y, como muestra, la aportación de sus vocabularios, referentes a
las costas brasileñas, patagónicas y de los archipiélagos de Insulindia; c)
conocimientos literarios, artísticos y científicos, dignos de un hombre del
humanismo; d) un gran espíritu religioso; e) pero al mismo tiempo que refleja
con su pluma, su espiritualidad se recrea con todo género de aclaraciones, en
pasajes cargados de sexualidad, y que pueden ser recogidos, por su rareza, en
cualquier tratado especializado en sexología (1992, p.16-17).
Esta cita es una clara muestra de la profusión de aspectos que desarrolla el autor y que
es coherente con el análisis histórico que realiza Cabrero; sin embargo, deja de lado la riqueza
literaria del texto, que es nuestra propuesta, y que se refiere al aspecto imaginario presente en
el relato a través del registro de mitos, leyendas, seres y acontecimientos sorprendentes y
maravillosos, y que serán analizados a seguir.
Lo maravilloso
El término ya se muestra muy amplio y, a veces, difícil de aprehender, por las
diferentes acepciones que se la dado con el pasar del tiempo. Se intentará delimitar adecuada y
conceptualmente lo Maravilloso. Las definiciones del término no son numerosas, pero
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Enfermedad producida por la falta de ingestión de alimentos frescos, sobre todo frutas ricas en vitamina C. El
síntoma más notorio es la inflamación de las encías.
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concuerdan en mostrarlo como un concepto que se refiere a aquello que está fuera de lo
normal, lo increíble, a todo lo que se presenta en una esfera de irracionalidad; a esto debe su
carácter asombroso y sorprendente que causa admiración. El medievalista Jacques Le Goff
registra que lo más sorprendente de lo maravilloso medieval es que nadie se cuestiona su
presencia y que se encuentra totalmente amalgamado con la vida cotidiana (1990:26), de tal
manera que su poder no altera ninguna regularidad y se incorpora naturalmente. En las
sociedades medievales esto era común y posible, porque sus habitantes convivían entre la
realidad y la fantasía, entre las leyenda y el cotidiano. El mismo autor dejó un importante
estudio sobre la significación que tuvo lo maravilloso en la mente del hombre medieval, así
com o también los diferentes ámbitos donde es posible constatar lo sobrenatural occidental
reinantes en los siglos XII y XIII: Lo magicus correspondía a los sobrenatural maléfico o
satánico, y también formaba parte del cotidiano de los pueblos medievales. Lo miraculosus,
que correspondería a lo sobrenatural propiamente cristiano, manifestado entre otras maneras,
por el milagro. La literatura hagiográfica, como fue registrado precedentemente, era abundante
en la época en los países donde se cultivaba el catolicismo. Finalmente, Le Goff destaca lo
sobrenatural mirabilis (mirabilia en plural) que correspondería a nuestro maravilloso actual,
refiriéndose a lo insólito y diferente.
El concepto de maravilloso es conocido desde la Antigüedad griega; posteriormente
aparece en los registros dejados por viajeros del siglo XIII, entre ellos Plancarpin y Rubruck. A
pedido del papa Inocencio IV, el primero, el fraile italiano Jean de Plancarpin (Giovanni di
Pian Carpino), discípulo de San Francisco de Asís, inició en 1246 un viaje de exploración por
Asia, con el fin de descubrir quiénes eran los tártaros, que tanto preocupaban y asustaban a los
europeos. Su viaje demoró en total dieciséis meses. Años más tarde, en 1253, otro fraile
franciscano, Guillaume Rubruck, de origen flamenco, emprende también un viaje de
exploración por Asia Central, con la misma misión que le cupo a Plancarpin, pero de esta vez a
pedido de Luis IX, San Luis, rey de Francia. El viaje duró veinticinco meses. Ambos arribaron
a Mongolia, pasando por China y padeciendo grandes sufrimientos, a causa del frío, del
hambre, del calor y del cansancio; realizando prácticamente el mismo itinerario. De regreso a
Europa, los dos religiosos dejan constancia de sus viajes en relatos precisos de lo ocurrido, lo
que despertó en Occidente un clima de enorme curiosidad, donde el gusto por la lectura ya
comenzaba a manifestarse entre la nobleza. Menos de diez años después, los hermanos Maffeo
y Nicolo Polo deciden explorar a su vez los mercados asiáticos. Realizaron dos viajes, siendo
que el segundo duró veinticuatro años y de él formaba parte, además, el joven Marco Polo, hijo
del segundo, todos venecianos. Diferente de los franciscanos, las noticias de los Polo fueron
mantenidas en sigilo, a causa de secretos de negocios. Solamente tuvieron una difusión escrita,
aproximadamente treinta años después (MOLLAT, 1990). Los tres relatos presentan como
característica común el asombro experimentado por los exploradores ante la nueva realidad,
por lo insólito de los paisajes, las condiciones naturales de los hombres y culturas diferentes.
Ofrecen fantásticas descripciones de la India, como era llamada Asia, testimoniando la
existencia de animales, de monstruos, de pájaros gigantes, de islas pobladas de mujeres y de
palacios cubiertos de tejas de oro. Se trataba de un mundo casi desconocido e inaccesible para
los habitantes del mundo cristiano (MAGASICH-AIROLA, 2000). Otros mercaderes y
religiosos realizaron viajes exploratorios, no sólo a Asia, sino también a África y a las islas de
las proximidades. A fines del siglo XV todas estas exploraciones eran conocidas por los
hombres cultos de la época, lo que los mantenía actualizados con respecto a los hallazgos y a
los conocimientos geográficos que cada uno de los viajeros aportaba. Así, los europeos
continuaron admirándose con las noticias referentes al descubrimiento de otras tierras, otros
océanos y nuevas civilizaciones.
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Por lo anterior se comprende que lo maravilloso se afirmó en la mente europea por la
representación que se tenía durante la Edad Media del Oriente, específicamente Asia,
considerada como el terreno de lo maravilloso, poblada de monstruos, imperios y riquezas. Era
un mundo tan prodigioso como inaccesible que encendía la imaginación de un pueblo
sumergido en una fe a toda prueba que les hacía creer en la existencia de mundos extravagantes
(Idem).
Los pueblos de la Edad Media occidental recibieron una herencia de lo maravilloso de
civilizaciones anteriores, especialmente cuando las lenguas vulgares emergen, tanto las
románicas como el inglés, y se tornan literarias. También se recurría con frecuencia a
elementos precristianos, que ejercían verdadera fascinación entre los hombres de la Edad
Media, tales como la idea del paraíso terrestre o de la edad de oro, que estaban ubicados en un
pasado lejano en relación a ellos. Esto ratificado por Umberto Eco:
O homem medieval vivia, efetivamente, em um mundo povoado de
significados, referências, suprasentidos, manifestações de Deus nas coisas, em
uma natureza que falava continuamente uma linguagem heráldica, na qual um
leão não era só um leão, uma noz não era só uma noz, um hipogrifo era real
como um leão porque, como este, era signo, irrelevante existencialmente, de
uma verdade superior (2010, p.104-105).
Cuando partió la flota de Magallanes, ningún integrante de la tripulación podría suponer
la odisea que sería navegar por regiones desconocidas y las experiencias que vivirían, en
lugares remotos donde verían materializadas experiencias fantásticas. Pigafetta nació en una
época en que la magia, lo inexplicable y lo sobrenatural formaban parte del cotidiano, y con
esa mentalidad poblada de un rico mundo imaginario, el intrépido expedicionario enfrentó la
aventura que el vasto y desconocido océano le depararía. A continuación se analizará la
presencia de los tres ámbitos de lo maravilloso reconocidos por Jacques Le Goff, presentes en
la obra de Antonio Pigafetta.
Magicus. En el periodo medieval este término representó el aspecto del mal, lo diabólico. Por
lo tanto, se referia a lo sobrenatural maléfico y satánico, asociado a la magia negra. Este ámbito
de lo maravilloso reconocido por Le Goff es el menos frecuente en el texto de Pigafetta y
cuando surge es en oposición al cristianismo. Algunos pueblos que vivían en el extremo sur del
Nuevo Mundo, tenían la siguiente experiencia ante la muerte de uno de sus habitantes:
se le aparecen diez o doce demonios bailando alegres alrededor del cuerpo,
muy pintarreajados. Por encima de ellos surge otro, mucho más grande,
gritando y con más algazara aún. El que el demonio se les aparezca pintado es
la razón de que se pinten ellos. Llaman al demonio mayor “Setebos”; a los
otros “Cheleulle”. También nuestro prisionero me informó con ademanes, de
haber visto al demonio con dos cuernos en la cabeza y pelos largos que le
cubrían las piernas, y lanzar fuego por la boca y por el culo (PIGAFETTA,
p.64).
Probablemente en la primera parte de la cita se refiere al chamán de los aborígenes, que
normalmente acompañaban a los enfermos y muertos. La descripción del demonio corresponde
a aquella comunmente utilizada por la iglesia para representar el mal, con la presencia de
cuernos, pelos y el fuego del infierno. En su paso por Asia también tienen informaciones sobre
la presencia del demonio. Esto ocurre en el momento que la población va a cortar el sándalo, el
demonio se les aparece bajo diversas formas y les ofrece su ayuda, y se dispone a hacer lo que
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le pidan o lo que necesiten. Aquellos trabajadores que lo ven, se enferman por unos días. Este
tipo de contacto o interferencia del demonio también es constante en los relatos religiosos del
cristianismo: Satanás se disfraza para atraer a las personas y encaminarlas hacia el mal.
Miraculosus. Es el elemento sobrenatural cristiano que se caracteriza por la interferencia de
seres milagrosos (santos, virgen) ligados al cristianismo, y está asociado al Miraculum
(milagro). En el maravilloso cristiano existe sólo una autoría, un solo actor: Dios. Pigafetta
demuestra a lo largo del relato su profundo fervor religioso, una inabalable fe y una honda
espiritualidad, atribuyéndole a Dios sus logros “dando gracias a Dios y a la Virgen María,
avanzamos en busca del más allá” “Por la gracia de Dios yo no sufrí ninguna enfermedad”. La
evangelización es recurrente en los viajes del siglo XVI hacia tierras remotas, y no es diferente
entre los tripulantes de Magallanes. A seguir se registran algunos trechos sobre el asunto,
ocurridos en diferentes lugares por donde tocaron tierra: “Estos pueblos fácilmente se
convertirían a la fe de Jesucristo”; “Ahincada la Cruz, rezamos cada uno un padrenuestro y un
avemaría”; “el capitán empezó a tocar asuntos que los indujeran a nuestra fe”; “El capitán
llorando, los abrazó y estrechando una mano del príncipe y una del rey entre las suyas, juroles
por su fe en Dios...”; “Mostrámosle una imagen de Nuestra Señora, un precioso Niño Jesús de
talla y un crucifijo, ante lo cual le vino gran contrición y pidió el bautismo con lágrimas.” En
los momentos de aflicción, la presencia divina los tranquiliza y los salva, como cuando en las
noches oscuras se les manifiesta Santo Elmo, como señal de buenos presagios, aparecía con
tal esplendor cual antorcha ardiendo en la punta de la gabia; y permanecía
dos horas, y aún más, con nosotros, para consuelo de los que nos quejábamos.
Cuando esa bendita luz determinaba irse, permanecíamos medio cuarto de
hora todos ciegos, implorando misericordia y realmente creyéndonos muertos
ya. El mar aminó, se súbito (PIGAFETTA, p.52-53).
Pero no fue la única aparición del santo; narra que estando en un archipiélago de Asia,
los sorprendió una “tempestad pavorosa” y sólo les restó invocar a Dios. “De súbito, nuestros
tres santos se aparecieron, rompiendo la oscuridad. Santo Elmo coronó la gavia más de dos
horas, como un hachón; San Nicolás, sobre la mesana; Santa Clara, sobre el trinquete” (p.122).
Dios intercede a favor de los expedicionarios, tranquilizándolos y salvándolos de un inminente
naufragio. Sin embargo, el milagro surge con el propio Pigafetta, cuando, el día de la
Anunciación, él se resbaló y se cayó al mar sin ser visto y estaba casi completamente inmerso
cuando llegó a sus manos una cuerda de la vela mayor, y de esta manera pudo sujetarse, gritar
y ser auxiliado, “no creo que me salvasen mis merecimiento, sino la misericordia de aquella
Fuente de Piedad” (p.79). Otro personaje que fue agraciado con un milagro fue un enfermo
grave, hermano de un monarca asiático que se había convertido al cristianismo junto con su
pueblo. El capitán Magallanes insiste que si el enfermo era bautizado, se sanaría
inmediatamente. Escribe el cronista:
Marchamos en procesión desde la plaza al hogar del enfermo, como mejor
pudimos y allí lo encontramos, que no podía ni moverse ni hablar.
Bautizámosle, así como a sus dos esposas y a diez doncellas. Luego el
capitán le preguntó cómo se encontraba. Habló de repente y dijo que, por la
gracia de Dios, bastante bien. Ese fue un manifiestísimo milagro en nuestros
tiempos. Oyéndole hablar, el capitán dio conmovidas gracias al Señor (p.99).
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La compañía de Dios en el cotidiano de los conquistadores era constante, ya que para el
hombre de mentalidad medieval era natural la intervención de Dios en el curso de los
acontecimientos. Se le atribuía a Su voluntad los principales hechos ocurridos en el viaje.
Mirabilia. Según Le Goff sería el término que más se aproximaría a nuestra visión de lo
maravilloso, cuyos orígenes se transportan al período precristiano, presentándose en un estado
puro y sin manipulación. Resalta también el autor que el término no existía como un tipo de
categoría mental, literaria o intelectual, sino que constituía un universo de objetos, de cosas y
elementos que aluden a un mundo sobrenatural (1990). Así, una de las características de lo
maravilloso es ser representado por seres sobrenaturales que son innumerables: terras e
lugares, seres humanos, monstruos, animales y objetos, ya sean percibidos por experiencias
vividas o por leyendas, la maravilla se manifiesta a através de varios actores, de forma
imprevisible y no tiene reglas. Se puede suponer que la función de este maravilloso sería crear
una compensación a las reglas do cotidiano, o dicho de otra manera, de aquello que la sociedad
reprime (comida, cuerpo, pensamiento), tornándolo en un mundo al revés, similar a lo que
ocurre durante la celebración de la fiesta de carnaval. Es importante recordar que este
maravilloso es visto por alguien, es producto de una visión.
Com o termo mirabilia estamos perante uma raiz mir (miror, mirari) que
comporta algo de visivo. Trata-se de um olhar. Os mirabilia não são
naturalmente apenas coisas que o homem pode admirar com os olhos; coisas
perante as quais se arregalam os olhos; originariamente há, porém, esta
referência ao olho que me parece importante, porquanto todo um imaginário
pode organizar-se à volta desta ligação a um sentido, o da vista, e em torno de
uma série de imagens e metáforas que são metáforas visivas (LE GOFF,
p.18).
Se recuerda que la Edad Media fue un periodo histórico en el cual las ciudades
fortificadas ofrecían espacios reducidos y los habitantes vivían en un ambiente cerrado donde
todo lo que extrapolaba las murallas era peligroso y asustador, y dentro de ellas nunca pasaba
nada. Siendo así, todo lo que se relacionaba con el exterior
se cargaba espontáneamente de contenido misterioso, con lo cual se
respondía al humano anhelo de romper la monotonía cotidiana jugando con el
propio miedo y con el ajeno. Además toda ciudad que se respetara tenía su
loco, su charlatán y su heraldo y su “correo de las brujas”, que ponían a la
chatura de la vida el estremecimiento de lo maravilloso, o la consoladora
compañía del milagro (MEDINA, 1992, p.X).
Pigafetta presenta este perfil medieval en su escritura, que se caracteriza por la
profusión de elementos sobrenaturales presentes en ella. Sus registros se han dividido,
de acuerdo a su origen, en aquellos basados en la mitología, en la naturaleza y en el
hombre monstruo.
Uno de los mitos más repetidos por los cronistas del Nuevo Mundo y que ha sido
localizado en los más remotos lugares, no solamente del continente, sino del mundo, es
el de las míticas guerreras amazonas. La leyenda sobre su poder bélico, su estilo de vida
y su poderoso imperio se extendió por todos los extremos del mundo y las épocas.
Pigafetta también se refiere a ellas, por noticias de terceros, que le informan que existe
una isla llamada Occoloro, bajo Java Mayor, donde viven solo mujeres. “Las fecunda el
viento, y después, al parir, si lo que nace es macho, lo matan” (p. 149). Cada registro
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sobre las guerreras tiene algún elemento diferencial, pero en general respetan las
características del mito clásico. En el caso de Pigafetta, lo diferente es que no tienen
contacto con hombres y son fecundadas por el viento, característica que lleva al extremo
la leyenda de las independientes figuras míticas. Desde la Antiguedad Clásica se las ha
buscado por todos los rincones del mundo y no se las encuentra, hasta que en el Nuevo
Mundo, en 1542, fueron vistas por los expedicionarios españoles que iban a mando de
Francisco de Orellana, consiguiendo de esta manera que se perpetuaran, al recibir su
nombre una de las regiones más importantes del mundo.
Otra experiencia sobrenatural registrada, corresponde a su arribo a las islas de Gran
Canaria, momento en que los expedicionarios sintieron sed y no encontraron nascientes de
agua para beber, pero para su sorpresa,
al mediodía, se ve abajarse una nube del cielo, y circunda un enorme árbol
que en aquella isla hay; destilando entonces sus hojas y ramas a placer. Y al
pie del árbol se dispuso como una cavidad a modo de fuente, donde el agua
se alberga; con lo cual, los hombres que allá habitan y los animales – así
domésticos como selváticos – todos los días, de esta agua, y no de otra,
abundantísima se saturan (p. 51).
Este hecho descrito correspondería a la repetición del mito clásico relacionado con las
islas Pluviola, citadas por Plinio, que son lugares en los que no llueve nunca y los habitantes se
ven obligados a beber el agua de lluvia que destilan de las ramas de un árbol. (AMORETTI
apud CABRERO, 2002:51). Posteriormente el cronista demuestra su asombro por el inmenso
tamaño de Brasil, “es abundantísimo mayor que España, Francia e Italia juntas, pertenece al
Rey de Portugal” (p.54), y en el momento de describir las costumbres de los aborígenes
registra que son “tan negros y afeitados, parecen los remeros de la Laguna Estigia”(p. 55). Esta
laguna, según la mitología, se formaba por las aguas estancadas, negras y putrefactas del río
Extix. Alrededor de la laguna vagaban errantes las almas de los muertos que no habían recibido
sepultura. Según Cabrero, Pigafetta utiliza la Laguna Estigia como metáfora de la fealdad de
los nativos.
Las aves extrañas también formaban parte de los relatos maravillosos y en el de
Pigafetta no es diferente. El autor reconoce que entre los muchos pájaros que vio, le llamó la
atención “uno que no tenía culo” otro que, “cuando la hembra quiere poner un huevo, lo pone
sobre la espalda del macho, y allí se incuban. No tienen pies, y viven siempre en el mar. Los de
otra especie viven del estiércol de los demás pájaros, y les basta: así, vi tantas veces a los
tales...”(p. 53). Estas descripciones que parecen sacadas de un cuento de hadas o de un libro de
caballerías, tienen su explicación en la creencia del paraíso, donde existía un ave sin patas, que
no tenía nido y que la hembra empollaba sus huevos en la espalda del macho (AMORETTI
apud CABRERO, 2002, p.53). Estando en las Islas Filipinas, Pigafetta registra que “más o
menos a la medianoche – pero todas - aparecía un pájaro negrísimo, grande como un cuervo,
y no empezaba aún a volar sobre las casas, que graznaba ya. Con lo que ladraban todos los
perros. Sus graznidos oíanse cuatro o cinco horas, y jamás quisieron explicarnos la razón. ” (p.
103). En algunas islas de Hispanoasia creían que el ánima de los muertos se convertía en pájaro
(CABRERO, p. 103), y es posible que por temor a esta creencia que se remitía a la muerte, los
nativos no tocaran en ese tema con los expedicionarios. También de origen mitológico es el
relato contado por los moros de Burne sobre un árbol inmenso encontrado en un lugar que los
antiguos llamaban de Signo Magno, situado cerca del Golfo de China. Este árbol era tan grande
que en él “se anidan pájaros por nombre garuda, tan grandes, que cargan con un búfalo y un
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elefante hasta él” (p. 149). Algunos estudiosos estiman que este relato podría vincularse a las
leyendas de Hércules, cuando para explicitar el enorme tamaño del ave, el cronista incorpora la
historia vivida por un niño, que es el único sobreviviente de un naufragio y que se salva gracias
a que se acomodó bajo el ala de uno de esos pájaros. No fueron solo pájaros los que le
llamaron la atención al cronista. Los peces también merecen un espacio en su narración; se
trata de los llamados “colondrinos’, que para defenderse de sus pares predadores, “saltan fuera
del agua y vuelan – pese a tener empapadas las alas – por trecho mayor que un tiro de ballesta.
Durante cuyo vuelo córrenle los otros detrás por debajo del agua a su sombra (...) Cosa, en
verdad, bellísima de ver” (p.69).
Pero, sin duda, el registro que marca el relato es el relacionado a los seres humanos que
encontraron o de los cuales oyeron hablar los expedicionarios. Son interesantes registros acerca
de enanos y gigantes, habitantes de diferentes regiones por las que pasaron. La monstruosidad,
en sus diversas formas, es una temática muy antigua y recurrentemente representada en la
literatura. Según el autor, en la isla de Caphi nacen hombres muy pequeños “nacen
homúnculos, como los enanos, los cuales son los pigmeos y están sometidos por la fuerza a
nuestro rey de Tadore” (p.143). No hace más alusiones a estos enanos; sin embargo, relata que
según el viejo piloto de la nave, en la isla de Arucheto “Los hombre y las mujeres de la cual no
son más altos que un cubo, y tienen las orejas tan grandes como ellos mismos, pues en la una
hacen su lecho, y con la otra se cubren. Van afeitados y desnudos del todo; corren mucho,
tienen la voz muy fina, habitan en cavernas subterráneas...”(p.146). Es posible percibir que
existe una mezcla de fantasía con realidad, puesto que hay antecedentes fidedignos de la
existencia de poblaciones primitivas de pigmeos en esa región. Sin embargo, Pigafetta le da el
toque literario con la incorporación de elementos sobrenaturales, especialmente el dato sobre el
tamaño de las orejas. Tales prodigios fueron contados al autor por terceros, y él recoge esta
información como verdadera, puesto que no existía forma, en ese momento, de comprobarla o
no; esta postura del autor podría representar también un rasgo típico del hombre medieval: la
credulidad.
En el extremo opuesto de los enanos se encuentran los gigantes, seres monstruosos por
su descomunal tamaño, cuya existencia en tiempos remotos, en la mitología clásica y en la
literatura ha sido presencia constante. Cuando ya al parecer los gigantes se habían esfumado en
el pasado, nuevos relatos y encuentros con estos seres, protagonizados por los componentes de
la expedición de Magallanes, en el continente americano, nuevamente los pondrían en
evidencia, dando cuenta de la realidad de su existencia. En el viaje de circunnavegación del
mundo, fueron encontrados en la región meridional del Nuevo Mundo. Son interesantes
testimonios acerca de gigantes vivos en la región actualmente compartida entre la República
Argentina y Chile.
Escribe el autor, que estando en la Bahía de San Julián, después de permanecer durante
dos meses sin ver a nadie, de pronto, se les acercaron indígenas, siendo que uno era de
“estatura casi como de gigante (...) Tenía vozarrón de toro. (...) Huían, huían con tan largos
pasos, que ni con todo nuestro correr podíamos alcanzarlos” (p.58). En el mismo territorio, mas
hacia el sur, nuevamente
descubrimos a un hombre de gigantesca estatura, el cual, desnudo sobre la
ribera del puerto, bailaba, cantaba y vertía polvo sobre su cabeza (...) Era tan
alto él, que no le pasábamos de la cintura, y bien conforme; tenía las facciones
grandes, pintadas de rojo, y alrededor de los ojos, de amarillo, con un corazón
trazado en el centro de cada mejilla. Los pocos cabellos que tenía aparecían
tintos en blanco; vestía piel de animal, cosida sutilmente en las juntas. Cuyo
animal, tiene la cabeza y orejas grandes, como una mula, el cuello y el cuerpo
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como un camello, de ciervo las patas y la cola de caballo – como éste
relincha. Abunda por las partes aquellas. Calzaban sus pies abarcas del mismo
bicho, que nos los cubrían peor que zapatos... (p. 59-60)
Pigafetta destaca la fortaleza física de los habitantes, sin embargo, a pesar de sus
dimensiones desmedidas y su voz asustadora, demuestran ser personas alegres e incluso un
tanto ingenuas. Las ropas usadas también son destacadas. Es menestar destacar la capacidad de
observación de Pigafetta en la caracterización hecha precedentemente, donde hace una
detallada descripción no sólo de las ropas usadas por el gigante, sino principalmente del
animal, refiriéndose en este caso al guanaco, hasta entonces se trataba de un animal no
conocido en Europa, y que el autor, usando los referentes de animales conocidos por los
lectores, lo describe certeramente. La grandeza física queda manifiesta también en el momento
que el capitán coloca ante el gigante un espejo grande, que al reflejar su figura, “se asustó
sobre manera y saltó atrás, derribando por el suelo a tres o cuatro de nuestro hombres” (p.60).
La presencia de los gigantes aún no se agota en el relato, y, días despúes fue visto otro
que
Éste era más alto aún y mejor construido que los demás, y tan tratable y
simpático. Frecuentemente bailaba, y al hacerlo, más de una vez hundía los
pies en tierra hasta un palmo. Permaneció con nosotros muchos días; tantos,
que lo bautizamos, llamándolo Juan. Pronunciaba tan claro como nosotros,
sino que con resonantísima voz, “Jesús”. “Padre nuestro”, “Ave María” y
“Juan” . Después, el capitán general le dio una camisa, un jubón de paño,
calzas de paño, una barretina, un espejo, un peine, campanillas y otras cosas,
despidiéndolo. Fuese muy contento y feliz. (p.61).
Es posible apreciar aquí el espíritu religioso que comandaba la vida de los
expedicionarios, y su afán de evangelización, presencia constante en el relato, como fue
analizado anteriormente. Finaliza el tema de los gigantes, registrando que el capitán se valió de
un artificio para apresar a algunos de ellos,
les dio muchos cuchillos, tijeras, espejos, esquilones y cuentas de vidrio.
Teniendo las dos manos rebosantes de dichas cosas, hizo el capitán general
que trajeran un par de grilletes, que se depositaron a sus pies como tratándose
de un regalo; y a ellos, por ser hierro, placíales mucho (...) Sólo después, al
comprender el engaño, bufaban como toros, pidiendo a grandes gritos a
“Setebos” que les ayudara...(p.62).
y, a duras penas, lograron inmovilizar a dos de ellos. La intención era llevarlos a España, pero
no sobrevivieron al viaje. Una información valiosa que entrega el cronista es que el capitán
Magallanes llamó por primera vez a estos aborígenes de “Patagones”, Pigafetta no explicita en
qué se basó el capítán para llamar así a los gigantes. Los estudiosos se dividen al establecer el
origen del término utilizado por Magallanes. Algunos lo atribuyen al tamaño de los pies
(“pata”) de los gigantes que habitaban esa región, que ampliados por las pieles que les servían
de calzado, el tamaño de las huellas impresionaron a los expedicionarios. Otros opinan que el
capitán, al depararse con los gigantes americanos, evocó al gigante Pathoagón, personaje del
libro de caballerías Primaleón (Becco, 1992: XLIV), lo que confirmaría la información de la
importancia de esos libros entre los conquistadores, como precedentemente fue analizado. El
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bautismo dado por el capitán Magallanes a los gigantes acabó generando el nombre a una de
las regiones más conocidas del continente: Patagonia(4).
Los gigantes han inspirado una gran fascinación dentro de la especie humana,
que les sirve para establecer y aceptar los límites de la normalidad. En el universo de la
literatura tradicional, la figura del gigante surge, muchas veces, en oposición al héroe y
es representado también como metáfora de la fuerza física, del mal y la violencia, pero
que al final de las diferentes historias es vencido por el héroe, que se utiliza de sus
habilidades para conseguirlo. En el relato de Pigafetta no es muy diferente, ellos
aparecen como poseedor de la fortaleza física y al final son apresados con la utilización
de un ardid creado por el capitán Magallanes. Los rasgos de humanidad de los gigantes
– bailes, cantos, simpatía – superan y minimizan algunos elementos de violencia que el
autor presenta, sin olvidar que se trataba de aborígenes que eran tratados por lo
europeos como seres sin Dios, idólatras, monstruos y bárbaros.
Por todo lo expuesto y analizado, es posible confirmar, uma vez más, la riqueza
del imaginario que poblaba la mente de los expedicionarios del siglo XVI, que dejan
plasmados en sus relatos de experiencias, en este caso en el Primer viaje alrededor del
mundo, todas sus fantasías que afloraban cuando se encontraban en lugares remotos.
Los relatos de los viajeros de los siglos XII y XIII, la lectura de los libros de caballerías
y el carácter medieval que aún subsistían en algunas regiones europeas durante el siglo
XVI, son las influencias recibidas por los cronistas de Indias, quienes aún hoy
consiguen deleitar a los lectores con la construcción de mundos fabulosos, donde es
posible revivir mitos, leyendas y ficciones. También la noción de maravilloso está en
estrecha relación con la noción de viaje, especialmente en el siglo XVI, cuando el
hombre de mentalidad medieval aún no distinguía claramente su entorno, no tenía una
real conciencia del mundo, y se explicaba lo que veía y no entendía con imágenes
maravillosas. El viaje le permitirá a este hombre europeo conocer realidades nunca
antes vistas, que quizás haya imaginado, ya sea en el ámbito de lo inaudito, lo milagroso
o lo diabólico. El conquistador intentaba recrear y construir un mundo que no era el
suyo, y para eso echaba mano a la presencia de lo maravilloso. Este maravilloso
presente en las Relaciones del siglo XVI, y específicamente en la aquí analizada, no se
cuestiona, porque se trataba de una situación vivenciada, que había que darle forma para
que fuera entendida por los lectores de la época.
Así como comenzamos este artículo, con el epígrafe del ganador del Premio
Nobel de Literatura de 1982, Gabriel García Márquez, sobre la Literatura Colonial
Hispanoamericana, también lo terminaremos con una reflexiõn sobre la misma, hecha
por el reciente ganador del Premio Nobel de Literatura de 2010, Mario Vargas Llosa, un
admirador declarado de esta expresión literaria
Historia y literatura – verdad y mentira, realidad y ficción – se mezclan en
estos textos de una manera a menudo inextricable. La delgada línea de
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No es la única vez que un suceso de raíz maravilloso da nombre geográfico a un lugar importante de América,
producto de la fantasía de los cronistas. Entre ellos podemos citar California, nombre geográfico que
correspondía, en la literatura, a una isla habitada por las amazonas africanas, registrado en el libro de caballerías
Sergas de Esplandián, cuya primera edición es de julio de 1510. La región amazónica también le debe su nombre
a los registros dejados por Fray Gaspar de Carvajal, testigo presencial de las guerreras míticas que enfrentaron en
una reñida batalla a un grupo de expedicionarios españoles, en 1542.
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demarcación que las separa está continuamente evaporándose para que ambos
mundos se confundan en una totalidad que es tanto más seductora cuanto más
ambigua, porque en ella lo verosímil y lo inverosímil parecen una misma
substancia. En medio a la más cruenta y objetiva de las batallas aparece la
Virgen y carga, del lado de los creyentes, contra los infortunados paganos o
las amazonas de la mitología griega se corporizan a las orillas del río,
bautizado con su nombre...(1986,p. 14).
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