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PRÓLOGO
Dr. Rubén Zukerfeld
“Ningún lector de una exposición de astronomía se sentirá
desilusionado ni desdeñará a esa ciencia porque se le
muestren los límites más allá de los cuales nuestro
conocimiento del cosmos se pierde en lo nebuloso. Sólo en la
psicología ocurre de otro modo; aquí sale a la luz en toda su
dimensión la constitucional ineptitud del ser humano para la
investigación científica. Parece que de la psicología no se
piden progresos en el saber, sino satisfacciones de otra índole;
se le reprocha cada problema irresuelto, cada incertidumbre
admitida. Quien ame a la ciencia anímica, deberá aceptar
también tales inclemencias."
Sigmund Freud.(1932)
“Complejo es aquello que no puede resumirse en
una palabra maestra, aquello que no puede retrotraerse a
una ley, aquello que no puede reducirse a una idea simple”
Edgar Morin. (1994)
La pregunta que se hace la Dra. Helena Lunazzi acerca de “ si la Alexitimia
era un nombre nuevo para un problema viejo y conocido o un nombre nuevo que
efectivamente
designaba
un
constructo
multidimensional
previamente
desconocido” , es el típico interrogante que precede a una investigación científica.
Y esto no es poca cosa en el mundo del psicoanálisis. Es de observar que la
reflexión de Helena semeja una paráfrasis de la pregunta que se hace Freud en
1938 acerca de la escisión1 en su artículo póstumo e inconcluso tan sugerente
para la teoría y clínica psicoanalítica. Y ambas nociones –escisión y alexitimia- se
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Freud (1938) en Escisión del Yo y los mecanismos de defensa se pregunta si la escisión era algo “[…]
conocido desde hace mucho tiempo y obvio o si por lo contrario, se trataba de algo nuevo y sorprendente.”
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articulan entre sí en las conceptualizaciones actuales sobre lo traumático, la
condición de vulnerabilidad y la patología. Es evidente entonces que la cuestión de
los afectos y su regulación ha adquirido una importancia clínica y teórica
considerable, que ya planteaba Andre Green a mediados de los 70´ cuando se
distancia de Lacan, y escribe su “discurso viviente”, es decir una teoría
psicoanalítica de los afectos. En nuestra revisión de algunos aspectos de las
teorías psicoanalíticas sobre este tema sugerimos que desde los puntos de vista
tópico y dinámico existen dos grandes modos de funcionamiento psíquicos
coexistentes : uno que implica investiduras y desinvestiduras con distintos niveles
de complejidad y otro que consiste en cargas y descargas. En el primero de ellos
- cuyo eje es el conflicto- los afectos se procesan tanto incluyendo su expresión
adecuada y comprensible (eulexitimia) como sus expresiones distorsionadas por
acción de la represión ( dislexitimia) que incluyen las variantes freudianas de
desplazamiento y conversión propias de los síntomas neuróticos . El segundo
modo está asociado al déficit y a la escisión
de la estructura afectiva
constituyendo las alexitimias que Sifneos denominó secundarias.
Pero las teorías psicoanalíticas -aún en su variedad- no alcanzan para
explicar esta “ausencia de palabras” para nombrar afectos y señales de la
interioridad. Los avances de las neurociencias y de la llamada psiconeuroinmuno
endocrinología implican aportes imprescindibles que se desarrollan en esta obra
con rigurosidad. En este sentido hay que señalar que este importante libro escrito
por Helena Ana Lunazzi con destacados colaboradores como Graeme J. Taylor,
R. Michael Bagby, Roberto Sivak, M.I. Urrutia, S.D’Alessio; S.Tonin, S.Varela y S.
Barandiarán, se titula
Alexitimia: Cruzando el puente entre la teoría, la
investigación y la clínica. Hay aquí una loable intención no solo de describir que
existen puentes –como es admitido en cualquier perspectiva científica modernasino que es posible cruzarlos. No hay más que leer el índice de esta obra para
comprobarlo. Y por ello es útil recordar que el propósito general de cualquier
investigación científica es la producción de conocimiento transmisible y racional, a
través de aplicaciones especificadas, es decir con metodologías que varían de las
ciencias naturales a las ciencias sociales. Pero existen también otras formas de
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producción de conocimiento -como experiencia subjetiva no racional- que suelen
ser las que brindan las artes y las religiones. Freud (1930) cita a Goethe en sus
versos “[...] Quien al arte y las ciencias se consagra, tiene ya religión. Pero quien
nada tenga de ambas cosas, que tenga religión”, y así define cabalmente la
subjetividad humana y las complejas relaciones entre esos tres campos. Es
conocido que el término ‘investigación’ genera controversias en el psicoanálisis
como las clásicas de André Green y Robert Wallerstein y las desarrolladas en
forma exhaustiva en el Open Door publicado por IPA entre Peter Fonagy
representado a la corriente anglosajona y Roger Perron en nombre de la corriente
francesa. Una parte -al menos- de estas controversias podrían resolverse si se
pudiera tolerar que convivan sinérgicamente la investigación psicoanalítica on line
–es decir la propia del método psicoanalítico con sus enormes variantes- junto a
la investigación en psicoanálisis de tipo conceptual, empírica cualitativa y
cuantitativa off line que intentan seguir las reglas sistemáticas del método
científico. Estimo que este libro es parte de esta sinergia que suele estar a veces
amenazada desde fundamentalismos excluyentes que pueden provenir de ambos
sectores. Muchos de estos dogmatismos provienen en realidad de prejuicios
entendidos como:
Juicios que se tienen sobre una cosa antes de conocerla. Generalmente tiene sentido
peyorativo significando ideas preconcebidas que desvían del juicio exacto. Ideas rutinarias
sobre la conveniencia o inconveniencia de las acciones desde el punto de vista social, que
cohíbe el obrar con libertad” (María Moliner, Diccionario de Uso del español, Gredos, 2da.
Edición, Madrid, 1998, la cursiva es mía).
Obsérvese que la definición académica de ´prejuicio’ se refiere a dos tipos de
cuestiones: las tradicionales que aluden a lo que se formula antes de ser
conocido, y por otro lado a las “ideas rutinarias” que traen consecuencias en limitar
la libertad de acción. En este sentido pensamos que en ciertos ámbitos existe una
suerte de “prejuicio de hermetismo”, es decir ciertas ideas rutinarias en la mente
de psicoanalistas acerca de que lo que sucede dentro de un tratamiento es
inobservable e inevaluable por un observador externo. Por lo general la idea –
justificada- de que cada caso es único, cuando se convierte en una idea rutinaria
genera un obstáculo para la producción de conocimiento.
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Pienso que justamente en este libro hay ciencia, arte, experiencia clínica y
metodología de investigación científica,
y por ello está alejado de cualquier
dogmatismo. La prueba de esto es la fuerte impronta interdisciplinaria de los
diversos capítulos donde conviven naturalmente entre otros Marty, Damasio y
Winnicott, los avances de la psiconeuroinunoendocrinología y los factores
culturales, los rigurosos procedimientos de evaluación de escalas y las distintas
teorías sobre la regulación afectiva y lo traumático.
Un aspecto importante de esta obra está en el capítulo 2, escrito por Helena
Lunazzi, que se refiere al déficit de integración mente-cuerpo y donde se plantea
el problema de la psicosomática y en particular se desarrolla el constructo
alexitimia en relación a los mecanismos de defensa, como factor de riesgo, en
relación con el contexto cultural y la tradicional controversia entre pensarla como
estado o como rasgo. Aquí es donde es interesante incluir el pensamiento de
Ricardo Bernardi (1993) cuando escribe:
Aceptemos, pues, como punto de partida, la distinción entre el cuerpo y la psiquis; pero al
mismo tiempo cuestionemos esta distinción postulando un cuerpo viviente y un psiquismo
encarnado y reconozcamos en las fronteras entre ambos zonas de superposición y tierras
de nadie. Este cuerpo complejo es objeto de estudio de distintas disciplinas
Un aporte significativo a esta obra lo constituyen los trabajos del Dr Roberto Sivak
estudiando la relación entre alexitimia y estrés postraumático. Las vicisitudes de lo
traumático ocupan hoy en día un lugar relevante en la teoría y la clínica
psicoanalítica. Prueba de ello es que “trauma” fue el tema central del 44°
Congreso Internacional de Psicoanálisis, IPA, Río de Janeiro,2005, donde
confluyeron diversas perspectivas de conceptualización, investigación y abordaje
de esta problemática. Por otra parte en diversos ámbitos institucionales se habla
en los últimos años de la “psicotraumatología” y en ellos convergen experiencias
de diversa índole que incluyen a psicoanalistas. Roberto Sivak, - creador de un
prestigioso servicio de psicosomática en el Hospital Teodoro Alvarez-
es un
notable trabajador en salud mental a partir del abordaje institucional e
interdisciplinario de pacientes que han padecido vivencias de estrés y vivencias
traumáticas.
Pero es aquí donde conviene señalar las diferencias entre los
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aportes al tema de psicoanalistas “de consultorio”, y psicoanalistas con
experiencia hospitalaria que además trabajan en la investigación psicoanalítica e
interdisciplinaria. Por otra parte
Sivak
es pionero en la investigación del
constructo alexitimia a mediados de los 90’ y en este libro desarrolla junto a
Helena un capítulo –que creo que es muy novedoso- sobre los diversos abordajes
psicoterapéuticos en alexitimia.
Toda la segunda parte de esta obra está dedicada a los aspectos
estrictamente metodológicos que revelan muchos años de meduloso trabajo de la
Dra Lunazzi y su equipo, que comienza –como ella señala- con un proyecto para
estudiar la autoestima en adultos con sobrepeso crónico desde su infancia,
utilizando el Roscharch y la TAS-26, en la Universidad de la Plata. Es interesante
este punto de partida teniendo en cuenta que la obesidad hoy en día es
considerada una enfermedad crónica con importantes comorbilidades, un intenso
atravesamiento sociocultural, y una prevalencia que ha sido descripta como
pandemia. Es importante recordar que en el abordaje clínico y en el pronóstico no
es lo mismo un obeso, un bulímico, un diabético o un hipertenso alexitímico que
los pacientes con las mismas patologías pero con la posibilidad de percibir,
identificar y expresar con palabras sus estados afectivos y señales de la
interioridad. Y en este libro se puede apreciar el notable desarrollo que ha hecho
Helena Lunazzi y colaboradores a partir de una base de datos de 1200 casos, que
incluyen población no clínica y pacientes psicosomáticos que -hasta donde
conozco- es única en nuestro país. Por otra parte el posterior uso de la TAS-20, el
intercambio con G.Taylor -quien junto a Watson y Bagby escribe un capítulo con la
propuesta de incluir la alexitimia en el DSM-V- , el desarrollo de la TAS-20 UNLP y
la LAC TAS-20 con un grupo español, ubican a Helena Lunazzi como una
referente fundamental cuando se quiera estudiar los problemas de la regulación
afectiva y en especial el problema de “la falta de palabras para expresar los
afectos”.
Este libro tiene claramente un sesgo interdisciplinario que le otorga un gran
valor para el campo psi y el campo médico. Pero el
problema es la
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contextualización de todo lo dicho dentro de las condiciones reales del campo de
la salud en la Argentina.
En este último sentido la interdisciplina debe
diferenciarse en cuanto a su viabilidad y eficacia entre la que puede darse en el
ámbito privado, de la que se da en la medicina prepaga y en especial de la
posible en el campo de las prácticas hospitalarias. Además debe tenerse en
cuenta las transformaciones de la subjetividad en relación a la demanda de
asistencia: hoy en día un paciente tiende mucho más a ser un cliente que solicita
un servicio de mayor o menor eficiencia que a ser un protagonista de un proceso
compartido. Y tanto el psicoanalista como el médico se han transformado en
prestadores de salud que deben cumplir determinadas condiciones para serlo.
Este no es un hecho menor para comprender como se articula la medicina con el
psicoanálisis en especial para llevar a la práctica concepciones teóricas
interdisciplinarias. La pregunta entonces es: ¿qué grado de intercambio pueden
realizar profesionales mal pagos, que a veces pagan para trabajar, que
encuentran abismos entre la teoría y la práctica, que están presionados por
demandas de pacientes que padecen muchas veces lo que ellos mismos
padecen? No por casualidad en los últimos años ha habido muchas
investigaciones y publicaciones sobre el burn-out que constituye una suerte de
cristalización del padecimiento de los profesionales de la salud que tal vez no
puedan expresar con palabras una cantidad de estados afectivos que a su vez
deben tratar en sus pacientes. . Por eso la pregunta es si es posible mejorar la
formación profesional, desarrollar una actitud interdisciplinaria y trabajar en la
realidad socioeconómica sin realizar iatrogenias y sin morir en el intento.
Sin caer en optimismos ingenuos creo que sí, gracias a este tipo de
publicaciones. Este libro es un aporte muy importante
para que aquello sea
posible, porque uno de sus méritos es el de presentar una pluralidad propia del
pensamiento
crítico
sustentado
en
la
combinación
entre
experiencia
y
metodología. Se trata en definitiva de un trabajo coherente con el título de la obra,
es decir con la idea de establecer puentes que vinculen la teoría
con la
investigación y la práctica clínica. No es casual que el último Congreso
Internacional de la WPA realizado en Buenos Aires se haya basado en la
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construcción
de
puentes
entre
diversas
corrientes
psicológicas
y
psicoterapéuticas, el psicoanálisis en sus diversas variantes, las neurociencias
cognitivas, la psiconeuroinmunoendocrinología y la disciplinas de la subjetividad.
Pero como señalamos al principio el libro de Helena Lunazzi y colaboradores
cruza los puentes ya existentes planteando problema de ida y vuelta entre las
disciplinas alrededor del constructo alexitimia que es en sí mismo un puente.
Se trata finalmente de un libro complejo en el sentido que planteaba Morin
en el epígrafe del principio, como una obra “que no puede resumirse en una
palabra maestra, que no puede reducirse a una idea simple”. Y también un libro
que posee -como señala Freud- “incertidumbres admitidas” que constituyen la
única manera que progrese la ciencia alejándose de las certezas doctrinarias.
Ahora solo falta que los lectores interesados se animen a cruzar los puentes,
darse un baño interdisciplinario y llevar a sus prácticas la experiencia y las
enseñanzas de la obra dirigida brillantemente por la Dra Helena Lunazzi.
Rubén Zukerfeld, Junio 2012
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