Corte Suprema de Justicia de la Nación

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Corte Suprema de Justicia de la Nación
DERECHOS HUMANOS E INTEGRACIÓN REGIONAL
Los derechos humanos, su protección y promoción son desde largo tiempo objeto de
acuerdos internacionales. En el caso de la República Argentina, algunos de ellos tienen hoy
en día rango constitucional. A modo de introducción resulta pues, pertinente un somero
análisis de la relación entre el derecho internacional y el derecho interno argentino y el
papel desempeñado por la Corte Suprema en este ámbito.
1.- Los tratados internacionales en el derecho interno argentino.
En lo que respecta al ordenamiento jurídico argentino, la Constitución Nacional y la
jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia brindan la solución a los problemas de
integración en el derecho interno de las normas generadas en el ámbito internacional y de
jerarquía entre las normas del derecho internacional y las del derecho interno. En materia
de integración de las normas que obligan al Estado argentino, éstas se incorporan al
ordenamiento interno, sean tratados, costumbres o principios generales del derecho. En lo
que hace a los tratados, el art. 31 de la Ley Fundamental establece que existe un bloque
normativo constituido por la propia Constitución, las leyes que en su consecuencia se dicten
y los tratados celebrados con las potencias extranjeras. Estos tres procesos de creación de
normas jurídicas son la Ley Suprema de la Nación. A su vez, el art. 118, al referirse al
“derecho de gentes”, integra las normas internacionales consuetudinarias oponibles al
Estado argentino en el ordenamiento interno.
Por otra parte, de acuerdo con el art. 27 de la Norma Fundamental, los principios de
derecho público establecidos en la Constitución Nacional tienen una jerarquía superior a los
tratados internacionales desde el momento en que todo acuerdo del que sea parte Argentina
debe estar en “conformidad” con ellos. En forma implícita, esta jerarquía superior también
es aplicable a las normas consuetudinarias, a los principios generales del derecho y al
derecho surgido en el marco del proceso de integración.
La aplicación de un tratado internacional está supeditada a un acto formal complejo
en el que intervienen el Poder Ejecutivo y el Poder Legislativo. Debe señalarse, asimismo,
que la integración de un tratado internacional al derecho interno no significa por sí sola su
aplicabilidad ya que ella se encuentra condicionada a la operatividad de los derechos
consagrados en la norma o dicho de otro modo, a que las cláusulas que los contemplen no
requieran necesariamente una reglamentación.
Antes de la reforma de 1994, las dos normas pertinentes de la parte dogmática eran
los arts. 27 y 31 de la Constitución Nacional, que dejaban a la interpretación jurisprudencial
aspectos de importancia, como la jerarquía entre la Constitución, las leyes y los tratados.
Cabe destacar aquí una doctrina precursora de la Corte Suprema, adoptada en el
fallo “Ekmekdjian c/ Sofovich” 1, en el cual se aplicó una cláusula contenida en un tratado
internacional, al que se consideró de jerarquía superior al derecho interno. En ese
pronunciamiento, ante la invocación por parte del recurrente del derecho a réplica,
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consagrado por el artículo 14.1 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, se
sostuvo la prioridad de rango del derecho internacional convencional sobre el derecho
interno, derivada de la Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados, aprobada
por ley en 1980, cuyo artículo 27 impone al Estado argentino asignar primacía al tratado
ante un eventual conflicto con cualquier norma interna contraria o con la omisión de dictar
disposiciones que, en sus efectos, equivalgan al incumplimiento del tratado internacional.
Agregó el Tribunal que, cuando la Nación ratifica un tratado que firmó con otro
Estado, se obliga internacionalmente a que sus órganos administrativos y jurisdiccionales lo
apliquen a los supuestos que ese tratado contemple, siempre que contenga descripciones lo
suficientemente concretas de tales supuestos de hecho, que hagan posible su aplicación
inmediata. En ese sentido, estimó que la redacción del artículo 14.1 del Pacto de San José
de Costa Rica es clara y terminante en cuanto otorga, en las situaciones que allí se
describen, el derecho de rectificación o respuesta.
Al expedirse al año siguiente en el caso “Fibraca c/ Comisión Técnica Mixta de
Salto Grande”, la Corte vuelve a invocar la Convención de Viena para asignar primacía a
los tratados ante un eventual conflicto con cualquier norma interna contraria y afirma que
esta solución resulta la más acorde a las presentes exigencias de cooperación, armonización
e integración internacionales que la República Argentina ha hecho propias y elimina la
eventual responsabilidad del Estado por los actos de sus órganos internos 2.
Esto nos lleva a considerar el tema de la relación jerárquica entre las normas
internacionales y las normas internas.
A partir de la reforma constitucional de 1994, se introduce una distinción en razón
de la materia de los instrumentos internacionales. El principio general reconoce la
superioridad de los tratados internacionales respecto de las leyes nacionales y de los
ordenamientos provinciales. Sobre el punto, establece el art. 75
-que trata sobre las
facultades del Congreso de la Nación-, en su inciso 22 que podrá: “Aprobar o desechar
tratados concluidos con las demás naciones y con las organizaciones internacionales y los
concordatos con la Santa Sede. Los tratados y concordatos tienen jerarquía superior a las
leyes…”.
Ahora bien, el propio texto constitucional efectúa una distinción entre los acuerdos
internacionales otorgando jerarquía constitucional a determinados instrumentos referidos a
la protección de los derechos humanos. Ellos se encuentran mencionados en el art. 75 inc.
22 que enumera 11 tratados y dos declaraciones internacionales sobre derechos humanos,
otorgándole a éstos -como se ha dicho- jerarquía constitucional, en las condiciones de su
vigencia, y estableciéndose que no derogan artículo alguno de la primera parte de esta
Constitución y deben entenderse complementarios de los derechos y garantías por ella
reconocidos. Estos son: La Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre;
la Declaración Universal de Derechos Humanos; la Convención Americana sobre Derechos
1
2
Sentencia del 7-7-92, Fallos: 315:1492.
Fallos: 316:1669.
2
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Humanos; el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales; el Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos y su Protocolo Facultativo; la Convención
Sobre la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio; la Convención Internacional
sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Racial; la Convención Sobre
la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Contra la Mujer; la Convención
Contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes; la
Convención Sobre los Derechos del Niño. Sólo podrán ser denunciados, en su caso, por el
Poder Ejecutivo Nacional, previa aprobación de las dos terceras partes de la totalidad de los
miembros de cada Cámara.
Según esa disposición, otros tratados y convenciones en esa materia mediante un
procedimiento especial, podrán gozar de jerarquía constitucional luego de ser aprobados
por el voto de las dos terceras partes de la totalidad de los miembros de cada Cámara del
Congreso Nacional. Mediante este procedimiento se ha otorgado jerarquía constitucional a
otras dos convenciones, a saber: la Convención Interamericana sobre la Desaparición
Forzada de Personas, aprobada durante la 24a. Asamblea General de la Organización de
Estados Americanos, el 9 de junio de 1994, en Belém do Pará, República Federativa del
Brasil, aprobada por la República Argentina por ley 24.556 y la jerarquía constitucional
adoptada por ley 24.820 del 30 de abril de 1997; y la Convención sobre la
Imprescriptibilidad de los Crímenes de Guerra y de los Crímenes de Lesa Humanidad,
adoptada por la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas, el 26 de
noviembre de 1968, aprobada por la República Argentina por ley 24584 y la jerarquía
constitucional adoptada por ley 25778 del 20 de agosto de 2003.
La Carta Magna reconoce, pues, una distinción jerárquica entre los instrumentos
internacionales que integran el derecho interno argentino. Así, además de otorgarle
jerarquía constitucional a los tratados de derechos humanos expresamente mencionados o
los que en el futuro se agreguen con tal carácter, instituye la jerarquía supralegal de
aquéllos otros tratados incorporados a nuestro plexo normativo por el procedimiento que la
misma Constitución determina.
Por otro lado, el art. 75 inc. 24, también otorga expresamente jerarquía supralegal a
los tratados constitutivos de una organización supranacional. En este sentido, ese artículo
establece que el Congreso de la Nación Argentina podrá: “Aprobar tratados de integración
que deleguen competencia y jurisdicción a organizaciones supraestatales en condiciones de
reciprocidad e igualdad, y que respeten el orden democrático y los derechos humanos. Las
normas dictadas en su consecuencia tienen jerarquía superior a las leyes. La aprobación de
estos tratados con Estados de Latinoamérica requerirá la mayoría absoluta de la totalidad de
los miembros de cada Cámara. En el caso de tratados con otros Estados, el Congreso de la
Nación, con la mayoría absoluta de los miembros presentes de cada Cámara, declarará la
conveniencia de la aprobación del tratado y sólo podrá ser aprobado con el voto de la
mayoría absoluta de la totalidad de los miembros de cada Cámara, después de ciento veinte
días del acto declarativo. La denuncia de los tratados referidos a este inciso, exigirá la
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previa aprobación de la mayoría absoluta de la totalidad de los miembros de cada Cámara”.
Cabe recordar además la disposición del art. 5° de la Convención de Viena sobre los
Tratados, convención que “se aplicará a todo tratado que sea un instrumento constitutivo de
una organización internacional y a todo tratado adoptado en el ámbito de una organización
internacional”.
El texto del art. 75 inciso 24 antes transcripto resulta de un gran compromiso en
términos de vocación supranacional por cuanto contempla la posibilidad de la transferencia
de competencias y jurisdicción sólo a condición de los términos de “reciprocidad” e
“igualdad”. Y ambos incisos vienen a reforzar y consagrar en forma definitiva la doctrina
que la Corte Suprema de Justicia de la Nación viene desarrollando desde hace más de dos
décadas.
Las normas argentinas parecen ser apropiadas para la proliferación de todos los
flujos implicados en la integración: comerciales, de fuerza de trabajo y de inversiones,
siempre respetando las obligaciones del derecho internacional de los derechos humanos
asumidas por nuestro país.
Los requisitos exigidos por el inciso 24 del art. 75 no se agotan en los alcances de
las respectivas delegaciones -que las competencias cedidas sean idénticas y con el mismo
contenido- sino que será necesario además, que sus efectos en el derecho interno sean
similares.
2.- Los derechos humanos en la jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia
de la Nación
Las decisiones del Alto tribunal en relación con diversos tratados internacionales
relativos a la materia son numerosas.
Así, a partir del distinto tratamiento que el Alto Tribunal dispensa a convenios que
eran calificados como de contenido programático, la Corte se refirió al derecho a la doble
instancia en sede penal previsto en el art. 8 de la Convención Americana sobre Derechos
Humanos y que, en su oportunidad, el Tribunal había considerado que se hallaba
debidamente asegurado en su régimen interno a través del recurso extraordinario ante la
Corte Suprema3.
Esta doctrina fue posteriormente modificada al expedirse en un
asunto en que se trataba sobre la aplicación de una disposición del Código Procesal Penal
de la Nación -art.459.2- que condicionaba la facultad de recurrir el fallo mediante el recurso
de casación a la circunstancia de que en el mismo se hubiera aplicado una pena que fuera
superior al tope mínimo establecido en dicha norma -seis meses de prisión para el juicio
correccional, y tres años de prisión, en juicio criminal- y declaró su inconstitucionalidad,
por considerar que dicha limitación resultaba violatoria del art. 8, inciso 2.h, de la
Convención4, que consagra el “derecho de recurrir del fallo ante juez o tribunal superior”.
Más recientemente, el tema de la doble instancia se profundizó en otro caso5 en que
mediaba condena a la pena de cinco años de prisión, habiéndose denegado el recurso de
3
4
“Luciano Adolfo Jáuregui”, del 15-3-1988 (Fallos: 311:274).
“Giroldi, Horacio David”, del 7-4-1995 (Fallos: 318:514).
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casación, en el entendimiento que el examen de las pruebas está excluido de la inspección
casatoria. Basado en el art. 8.2.h de la Convención Americana y con fundamento en un
precedente de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (causa Herrera Ulloa, donde
se pronunció respecto del recurso de casación establecido en el Código Procesal Penal de
Costa Rica), la CSJN Argentina dejó sin efecto el fallo.
Otro pronunciamiento de suma trascendencia fue el dictado por la Corte Suprema,
en la causa “Simon, Julio Héctor y otros s/ privación ilegítima de la libertad” del 14 de
junio de 20056 en el cual fueron consideradas las leyes 23.521 (conocida como “ley de
obediencia debida”) y 23.492 (llamada “ley de punto final”), derogadas por la ley 24.952
(sancionada el 25 de marzo de 1998 y promulgada el 15 de abril de ese año).
Posteriormente, a través de la ley 25.779, aquellas normas fueron declaradas
“insanablemente nulas”.
Cuando llegaron los autos a esta Corte a los efectos de resolver, el punto vital era
considerar si el Poder Legislativo tenía facultades para concretar un acto de tal naturaleza
dentro del marco de la Constitución Nacional y, en su caso, cuáles serían los alcances y
efectos que se derivaban del mismo.
Para arribar a la respuesta se valoró que la Corte Interamericana sostuvo que una de
las formas a través de las cuales un Estado puede violar un tratado internacional, y de
manera específica la Convención Interamericana, es simplemente omitiendo dictar aquellas
normas a las que se encuentra obligado por el artículo 2 de ella; o bien, la violación podría
provenir de dictar disposiciones que no estén de conformidad con las obligaciones que le
son exigidas por ese instrumento (punto III.37 de la Opinión Consultiva 14/94 del 9 de
diciembre de 1994 citada). Así sostuvo la Corte que “… la promulgación de una ley
manifiestamente contraria a las obligaciones asumidas por un Estado al ratificar o adherir a
la Convención constituye una violación de ésta (punto III.50 idem).
También tuvo un peso sustancial en la decisión la doctrina sentada en el caso
“Barrios Altos” (sentencia del 14 de marzo de 2001, Cap. VII “Incompatibilidad de leyes
de amnistía con la Convención, pár. 41/45, vinculado con la república de Perú), donde la
Corte Interamericana de Derechos Humanos expresó que “… son inadmisibles las
disposiciones de amnistía, las disposiciones de prescripción y el establecimiento de
excluyentes de responsabilidad que pretendan impedir la investigación y sanción de los
responsables de las violaciones graves de los derechos humanos tales como la tortura, las
ejecuciones sumarias, extralegales o arbitrarias y las desapariciones forzadas, todas ellas
por contravenir derechos inderogables reconocidos por el derecho internacional de los
derechos humanos…”, “…como consecuencia de la manifiesta incompatibilidad entre las
leyes de autoamnistía y la Convención Americana sobre Derechos Humanos, las
mencionadas leyes carecen de efectos jurídicos y no pueden seguir representando un
5
6
“Casal, Matías E.”, del 20-09-2005 (Fallos: 328:3399).
Fallos: 328:2056.
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obstáculo para la investigación de los hechos que constituyen este caso ni para la
identificación y el castigo de los responsables…”.
Cabe recordar además que la Convención Nacional Constituyente de 1994, al
sancionar la actual redacción del artículo 75 inc. 22, consagró en el propio texto de la
Constitución, de manera expresa, la jerarquía constitucional de los tratados internacionales
sobre derechos humanos.
De la conjunción de los principios mencionados, se determinó que toda vez que las
leyes en cuestión apuntaban a procurar la impunidad de los hechos por ellas contemplados,
tenían vicios originarios derivados de su grave infracción tanto respecto del derecho
internacional de los derechos humanos que forma parte de nuestra Constitución Nacional,
cuanto de las normas de nuestro ordenamiento interno.
Consecuentemente, cabía concluir en que el Congreso Nacional no se encontraba
habilitado para dictar tales normas y, al haberlo hecho, había vulnerado no sólo principios
constitucionales sino también los tratados internacionales de derechos humanos, generando
un sistema de impunidad con relación a delitos considerados como crímenes de lesa
humanidad, circunstancia de la que se derivaba la posibilidad cierta y concreta de generar
responsabilidad internacional para el Estado argentino.
De todos modos se estimó que consagrar la validez constitucional de la ley 25.779,
no resultaba suficiente.
En efecto, la clara y terminante doctrina sentada por la Corte Interamericana de
Derechos Humanos en el caso “Barrios Altos”, que había sido recogida en el fallo, tornó
imperativo que, con el fin de satisfacer el estándar en ella establecido e impedir por tanto
que pudiera invocarse la ultraactividad de la ley penal más benigna o, eventualmente, la
cosa juzgada, la Corte declarara además que dichas normas carecían de cualquier efecto y
que lo propio ocurría respecto de cualquier acto que, fundado en las mismas, pretendiera
oponerse como impedimento al progreso de algún proceso judicial en trámite, o a su
iniciación futura, en el ámbito de las respectivas competencias, respecto de hechos
vinculados con crímenes de lesa humanidad ocurridos en el territorio nacional.
Debe recordarse que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos habilita a
que, frente a un crimen internacional de lesa humanidad, si el Estado no quisiera o no
pudiera cumplir con su obligación de sancionar a los responsables, resulte plenamente
aplicable la jurisdicción universal para que cualquier Estado persiga, procese y sancione a
quienes aparezcan como responsables de esos ilícitos, aún cuando los mismos hubieran sido
cometidos fuera de su jurisdicción territorial o no guardaran relación con la nacionalidad
del acusado o de las víctimas, en virtud de que tales hechos afectan a la humanidad entera y
quebrantan el orden público de la comunidad mundial (Informe n° 133/99 caso 11.725
Carmelo Soria Espinoza, Chile, 19 de noviembre de 1999, pár. 136 a 149 y punto 2 de las
recomendaciones). Por lo cual, si no se ejerce la jurisdicción en función del principio
territorial, entra a operar el principio universal y se pone en juego la soberanía de la
República Argentina.
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Finalmente, con relación al agravio vinculado con la supuesta lesión a la garantía de
ley penal más benigna, nullum crimen nulla poena sine lege, así como respecto de la
prohibición de aplicar la ley ex post facto, se siguió la doctrina establecida por nuestra
Corte en la causa A. 533. XXXVIII "Arancibia Clavel, Enrique Lautaro y otros s/
homicidio calificado y asociación ilícita” -causa n° 259, sentencia del 24/08/2004-, acerca
de que "la desaparición forzada de personas constituye una violación múltiple y continuada
de numerosos derechos reconocidos en la Convención [Interamericana sobre Desaparición
Forzada de Personas] y que los estados parte están obligados a respetar y garantizar", sin
perjuicio de lo que surja de la ley positiva del Estado que se trate, ya que aun cuando no
existiera en el derecho interno una previsión expresa al momento de cometerse los hechos,
puede afirmarse que la ratificación en años recientes de la Convención Interamericana
sobre Desaparición Forzada de Personas por parte de nuestro país sólo ha significado la
reafirmación por vía convencional del carácter de lesa humanidad postulado desde antes
para esa práctica estatal, puesto que la evolución del derecho internacional a partir de la
segunda guerra mundial permite afirmar que para la época de los hechos imputados el
derecho internacional de los derechos humanos condenaba ya la desaparición forzada de
personas como crimen de lesa humanidad.
También expresó el Tribunal que “…los delitos como el genocidio, la tortura, la
desaparición forzada de personas, el homicidio y cualquier otro tipo de actos dirigidos a
perseguir y exterminar opositores políticos, pueden ser considerados crímenes contra la
humanidad, porque atentan contra el derecho de gentes tal como lo prescribe el art. 118 de
la Constitución Nacional…”, y que su carácter de “imprescriptibles” se deriva de la
costumbre internacional que el Estado Argentino había contribuído a formar en esa
dirección -con antelación a la ocurrencia de los hechos amparados en las leyes en análisis,
conforme se desprende del Considerando 13°, parcialmente transcripto más arriba-, de
modo que la Convención sobre Imprescriptibilidad de Crímenes de Guerra y Lesa
Humanidad “… ha representado únicamente la cristalización de principios ya vigentes para
nuestro Estado Nacional como parte de la Comunidad Internacional (conf. Considerandos
16, 31 y 32°, del fallo dictado por esta Corte en la causa “Arancibia Clavel”).
Que en consecuencia, los hechos contemplados en las leyes 23.492 y 23.521 eran
considerados crímenes contra la humanidad por el derecho internacional de los derechos
humanos vinculante para la Argentina, con antelación a su comisión, de lo que se deriva
como lógica consecuencia la inexorabilidad de su juzgamiento y su consiguiente
imprescriptibilidad.
En otra sentencia, el Tribunal declaró la inconstitucionalidad del Decreto del Poder
Ejecutivo 1002/89 que dispuso el indulto del recurrente; para así decidir se evaluó que los
hechos investigados encuadraban en la categoría de crímenes de lesa humanidad -con cita
de las definiciones al respecto dadas por esta Corte en los precedentes “Arancibia Clavel” y
“Simón”-, y que como consecuencia de ello surgía la obligación, por parte de toda la
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comunidad internacional, de "perseguir", "investigar" y "sancionar adecuadamente a los
responsables" de cometer delitos que constituyen graves violaciones a los derechos
humanos, en virtud de que el derecho internacional humanitario y de los derechos humanos,
así lo establecía a través de diversos tratados (Sentencia recaída en los autos “Mazzeo, Julio
y otros s/ rec. de casación e inconstitucionalidad” del 13 de julio de 2007)7. También se
hizo mención de los pronunciamientos de esta Corte respecto del tema crímenes de lesa
humanidad, recordándose que se reconoció carácter imprescriptible a los delitos de lesa
humanidad ("Arancibia Clavel", Fallos: 327:3312); que se declaró la inconstitucionalidad
de las leyes de obediencia debida y punto final ("Simón", Fallos: 328:2056) y el derecho a
reconocer a la verdad sobre los hechos que implicaron graves violaciones de los derechos
humanos ("Urteaga", Fallos: 321: 2767); se otorgó un rol protagónico a la víctima en este
tipo de procesos ("Hagelin", Fallos: 326:3268); y también se replanteó y delimitó el
alcance de la garantía de cosa juzgada, de manera compatible con la clase de los delitos
investigados ("Videla" Fallos: 326:2805). Asimismo, y en relación con la jurisprudencia de
la Corte Interamericana de Derechos Humanos, se desarrolló la doctrina emergente de los
siguientes casos: con relación al agravio vinculado con la supuesta violación de la garantía
del juez natural, por haberse tramitado el juicio en la jurisdicción civil, se citó "Palamara
Iribarne" sentencia del 22 de noviembre de 2005. CIDH, Serie C N° 135, párr. 124;
"Masacre de Mapiripán", CIDH, Serie C N° 134, 15 de septiembre de 2005, parr. 202; y
caso "19 Comerciantes", Serie C N° 109, 5 de julio de 2004, párr. 165.). En ellos se sostuvo
"que en un Estado democrático de derecho la jurisdicción penal militar ha de tener un
alcance restrictivo y excepcional y estar encaminada a la protección de intereses jurídicos
especiales, vinculados con las funciones que la ley asigna a las fuerzas militares. Por ello,
sólo se debe juzgar a militares por la comisión de delitos o faltas que por su propia
naturaleza atenten contra bienes jurídicos propios del orden militar".
También, a lo largo del fallo se puso de resalto de qué manera, a juicio del tribunal,
la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha precisado las obligaciones de los estados
respecto de los deberes de investigación.
Se recogió diversa jurisprudencia acuñada al respecto, la que podría sintetizarse del
siguiente modo:
1° El principio general que recae sobre los estados de esclarecer los hechos y
responsabilidades correspondientes, que debe entenderse concretamente como un deber
estatal que asegure recursos eficaces a tal efecto (CIDH - "Velásquez Rodríguez", Serie C
N° 4, 29 de julio de 1988, considerandos 50 a 81);
2° Deber de los estados de garantizar los derechos de acceso a la justicia y de
protección judicial (CIDH - "Loayza Tamayo", Serie C N° 33, del 17 de septiembre de
1997, considerando 57; y CIDH - "Castillo Páez", Serie C N° 43, del 27 de noviembre de
1988, considerando 106);
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Fallos: 330:3248.
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3° La obligación de identificar y sancionar a los autores intelectuales de las
violaciones a los derechos humanos (CIDH - "Blake", Serie C N° 48, del 22 de enero de
1999, considerando 61);
4° La adopción de las disposiciones de derecho interno que sean necesarias para
asegurar el cumplimiento de la obligación incluida en el art. 2 de la Convención Americana
sobre Derechos Humanos en orden a garantizar su efectividad ("Loayza Tamayo", CIDH Serie C N° 42, del 27 de noviembre de 1998, considerando 171; "Blake", considerando 65;
"Suárez Rosero", CIDH - Serie C N° 35, del 12 de noviembre de 1997, considerando 80;
"Durand y Ugarte", Serie C N° 68, del 16 de agosto de 2000, considerando 143);
5° La imposición de los deberes de investigación y sanción a los responsables de
serias violaciones a los derechos humanos no se encuentra sujeta a excepciones ("Villagrán
Morales", CIDH - Serie C N° 63, del 19 de noviembre de 1999, considerandos 225 y 226;
"Velásquez Rodríguez", Serie C N° 1, 29 de julio de 1988, párr. 176);
6° La obligación de los estados miembros de atender a los derechos de las víctimas
y de sus familiares y que los delitos de desaparición y muerte sean debidamente
investigados y castigados por las autoridades ("Blake", Serie C N° 36, 24 de enero de 1998
párr. 97; "Suárez Rosero", considerandos 107 y 108, 12 de noviembre de 1997; "Durand y
Ugarte", Serie C N° 68, 16 de agosto de 2000, considerando 130; "Paniagua Morales",
CIDH, Serie C N° 37, del 8 de marzo de 1998, considerando 173; "Barrios Altos", párr. 42,
43, y 48).
También se recogió la doctrina de "Barrios Altos" (CIDH - Serie C 75, del 14 de
marzo de 2001), donde la Corte Interamericana consideró "inadmisibles las disposiciones
de amnistía, las disposiciones de prescripción y el establecimiento de excluyentes de
responsabilidad que pretendan impedir la investigación y sanción de los responsables de las
violaciones graves de los derechos humanos tales como la tortura, las ejecuciones sumarias,
extralegales o arbitrarias y las desapariciones forzadas, todas ellas prohibidas por
contravenir derechos inderogables reconocidos por el Derecho Internacional de los
Derechos Humanos" ; y la de "Almonacid Arellano y otros” (CIDH - Serie C N° 154,
sentencia del 26 de septiembre del 2006), donde se ratificó ese criterio y se señaló que los
Estados no adoptarán medidas legislativas ni tomarán medidas de otra índole que puedan
menoscabar las obligaciones internacionales que hayan contraído con respecto a la
identificación, la detención, la extradición y el castigo de los culpables de crímenes de
guerra o de crímenes de lesa humanidad.
Se llegó así a la conclusión de que esta Corte debía declarar que existía la
imposibilidad constitucional de indultar a autores y partícipes de esa clase de delitos, pues
dicho acto de gobierno conlleva de modo inescindible la renuncia a la verdad, a la
investigación, a la comprobación de los hechos, a la identificación de sus autores y a la
desarticulación de los medios y recursos eficaces para evitar la impunidad.
Se sostuvo, en síntesis, que por recepción del ius cogens, del contenido de todos
aquellos tratados firmados por el Estado Argentino y conforme la doctrina acuñada por la
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Corte Interamericana de Derechos Humanos, no pueden quedar impunes actos aberrantes y
tampoco resulta posible dictar normas internas que consagren dicha impunidad o que
siquiera estorben o impidan el esclarecimiento de los hechos y el castigo de sus
responsables.
3.- El proceso de integración y los derechos humanos.
La incorporación de los tratados internacionales en el derecho interno argentino, la
jerarquía constitucional de los tratados de derechos humanos enumerados en la norma
fundamental y los reconocidos posteriormente a la reforma de 1994 por el Congreso de la
Nación, constituyen una piedra angular en el reconocimiento por parte de la República
Argentina del respeto por los derechos fundamentales. La cuestión será examinada desde la
óptica regional y la nacional.
3.1.- En el ámbito regional
En el caso del MERCOSUR, sus principios y objetivos, surgen claramente del
Tratado de Asunción8 y del Protocolo de Ouro Preto9, entre sus normas primarias, que
consisten en acelerar los procesos de desarrollo económico con justicia social a través de la
integración de los Estados miembro, entre otros.
Si bien su principal finalidad no consiste en la tutela de los derechos humanos, sí
tendrá la obligación de respetarlos. Los objetivos económicos del MERCOSUR se
encuentran estrechamente relacionados con ciertos derechos fundamentales, a modo de
ejemplo, con los derechos económicos, sociales y culturales, con la protección al medio
ambiente, con el derecho a los consumidores y a los usuarios de bienes y servicios.
A su vez, la normativa del MERCOSUR hace referencia a la protección de los
derechos fundamentales del individuo, a saber: en el Tratado de Asunción (preámbulo,
párrafo sexto), Protocolo de Olivos (art. 34, el Protocolo Constitutivo del Parlamento del
MERCOSUR (arts. 3, inc. 3 y 4 y 4 inc. 3), en el Protocolo de Asunción sobre Promoción y
Protección de los Derechos Humanos, la Decisión CMC N° 40/04, sobre creación de la
Reunión de Altas Autoridades sobre Derechos Humanos, como así también varios
comunicados de los Presidentes de los Estados Partes y de los Estados Partes y Asociados;
por lo que algunos autores consideraron que esta protección de los derechos fundamentales
debía ser considerada como un principio general del derecho del MERCOSUR10.
Por este motivo, el respeto del derecho internacional de los derechos humanos por
la normativa del MERCOSUR, de modo que esta no los transgreda o vulnere, resulta ser de
fundamental importancia para la construcción del proceso de integración de América del
Sur.
8
“Tratado para la Constitución de un Mercado Común entre la Republica Argentina, la Republica Federativa
del Brasil, la Republica del Paraguay y la Republica Oriental del Uruguay”, firmado en Asunción el 26 de
marzo de 1991 y entró en vigor el 29 de noviembre de 1991.
9
Protocolo Adicional al Tratado de Asunción sobre la Estructura Institucional del MERCOSUR (Protocolo de
Ouro Preto), firmado en Ouro Preto, el 17 de diciembre de 1994, en vigor para la República Argentina, la
Republica del Paraguay y la Republica Oriental del Uruguay a partir del 15 de diciembre de 1995, y para
Republica Federativa del Brasil el 16 de febrero de 1996.
10
Perotti, Alejandro, Tribunal Permanente de Revisión y Estado de Derecho en el MERCOSUR, Marcial Pons
y Konrad Adenauer Stiftung, Buenos Aires, 2008, pág. 109.
10
Corte Suprema de Justicia de la Nación
De acuerdo a nuestro ordenamiento jurídico, y tal como lo describe Bidart
Campos11, el eje de la obligación de respetar los derechos humanos y su recíproca
responsabilidad internacional radica en el Pacto de San José de Costa Rica, de forma que
los principios reconocidos en la primer parte de la Constitución Nacional y los tratados de
Derechos Humanos incorporados con jerarquía constitucional prevalecen sobre el tratado
de integración y el derecho derivado de ellas.
Por su parte, en el ámbito del MERCOSUR se adoptó el Protocolo de Asunción
sobre Compromiso con la Promoción y Protección de los Derechos Humanos del
MERCOSUR el 20 de junio de 200512, el que entrará en vigor 30 días después de
presentado el cuarto instrumento de ratificación13.
Al adoptar este protocolo, los Estados Parte tuvieron presente los principios
democráticos establecidos en el Protocolo de Ushuaia sobre Compromiso Democrático en
el MERCOSUR, la República de Bolivia y la República de Chile14, así como también los
principios y normas de derechos humanos contenidas en la Declaración Americana de
Derechos y Deberes del Hombre, en la Convención Americana sobre Derechos Humanos y
otros instrumentos regionales de derechos humanos, y en la Carta Democrática
Interamericana.
Aquí se reconocen como características de los derechos humanos, la universalidad,
indivisibilidad, interdependencia e interrelación entre ellos, estableciendo así, que el
respeto de los derechos humanos y de las libertades fundamentales como la plena vigencia
de las instituciones democráticas son esenciales para la evolución del proceso de
integración entre las Partes.
Por este motivo, los Estados Parte, para contribuir a la promoción y protección
efectiva de los derechos humanos y libertades fundamentales, se comprometen a cooperar
mutuamente a través de los mecanismos institucionales establecidos en el MERCOSUR.
Su ámbito de aplicación se limita a las violaciones graves y sistemáticas de
derechos humanos que sean perpetrados por un Estado Miembro durante una situación de
crisis institucional o en un estado de excepción previsto por los ordenamientos
constitucionales internos. En estos casos, el protocolo prevé un sistema de consultas entre
los Estados Parte y con la Parte afectada, y si estas resultaren infructuosas también se
11
Bidart Campos, Germán J, “La relación entre el derecho comunitario, los derechos humanos, el derecho
interno y el MERCOSUR”, en Ciuro Caldani, Miguel Angel (coord.), La filosofía del derecho en el
MERCOSUR. Homenaje al Werner Goldshmidt y Carlos Cossio.”, Editorial Ciudad Argentina, Buenos Aires,
1997.
12
Adoptado por CMC/Dec. N°17/05, en Asunción, República del Paraguay, el 19 de junio de 2005.
13
Hasta el 9 de octubre de 2008, depositaron sus instrumentos de ratificación la República Argentina el 6 de
septiembre de 2006, adoptado mediante ley 26.109; y la República del Paraguay, el 18 de diciembre de 2006,
mediante ley 3034 del 24 de octubre de 2006.
14
El Protocolo de Ushuaia se firmó el 24 de julio de 1998, en Ushuaia, República Argentina y entró en vigor
el 17 de enero de 2002 para los Estados Parte. Para los Estados Asociados: Bolivia desde el 18 de julio de
2002; Chile desde el 27 de diciembre de 2005 y Venezuela desde el 14 de febrero de 2007. El acta de
Adhesión de la República Bolivariana de Venezuela, suscrita en Asunción, el 20 de junio de 2005. El Acta de
Adhesión de la República del Perú, suscrita en Asunción, el 20 de junio de 2005. E Acta de Adhesión de la
República del Ecuador, suscrita en Asunción, el 29 de junio de 2007. Sobre los principios democráticos
surgen como antecedente la Declaración Presidencial de Las Leñas el 27 de junio de 1992 y la Declaración
Presidencial sobre Compromiso Democrático en el MERCOSUR.
11
Corte Suprema de Justicia de la Nación
establecen las medidas aplicables de acuerdo a la gravedad de la situación, tales como la
suspensión de ciertos derechos que derivan de la condición de Estado Miembro.
En este sentido, a los fines de fortalecer la protección y promoción de los derechos
humanos, se creó la Reunión de Altas Autoridades sobre Derechos Humanos del
MERCOSUR15, reunión especializada dependiente del Consejo del Mercado Común cuyo
seguimiento es realizado por el Foro de Consulta y Concertación Política (FCCP)16. Esta
sesiona con la participación de los órganos competentes en Derechos Humanos de los
Estados Partes y de los Estados Asociados, incluyendo representantes de las respectivas
Cancillerías. Entre sus atribuciones, esta Reunión puede: impulsar la coordinación entre las
posiciones de los Estados Partes y Estados Asociados en los foros internacionales, sobre los
temas relacionados con los Derechos Humanos; puede elaborar y promover estrategias,
políticas y acciones comunes en materia de Derechos Humanos; colaborar con el FCCP en
la elaboración de los proyectos de Comunicados Conjuntos de los Presidentes de los
Estados Partes del MERCOSUR y Estados Asociados en materia de Derechos Humanos;
coordinar con el FCCP los temas relacionados con los Derechos Humanos a ser incluidos
en las reuniones de la agenda del Consejo del Mercado Común; formular recomendaciones
al CMC, a través del FCCP; elaborar una recopilación de la legislación nacional, regional e
internacional relacionada a los Derechos Humanos y realizar su seguimiento; constituir
Grupos de Trabajo y convocar Grupos Ad Hoc, cuando fuera necesario, para el
cumplimiento de los mandatos específicos, que deberán presentar sus conclusiones y
propuestas a la RAADDHH, entre otras que podrán ser encomendadas por el Consejo del
Mercado Común o por el FCCP.
Importa señalar que, la conformación de los Grupos de Trabajos en diversas áreas,
como por ejemplo sobre los derechos económicos, sociales y culturales, educación, el
Instituto de Políticas Públicas, discriminación, entre otros, han constituido un valioso
mecanismo de trabajo17.
3.2.- En el ámbito local
Resulta oportuno destacar, que en el ámbito del Ministerio de Justicia, Seguridad y
Derechos Humanos de la República Argentina, se creó recientemente, la Comisión de
Estudios de los Principios Penales del Mercosur18 a los fines de armonizar las legislaciones
penales de los Estados miembros de MERCOSUR, para propiciar la colaboración entre
ellos para combatir al crimen organizado en sus variantes más complejas.
En esta oportunidad, se hizo referencia a la “inminente necesidad de abordar las
legislaciones regionales, adoptando diseños dotados de una apropiada elaboración desde lo
técnico-jurídico y que a su vez se sustenten en un amplio consenso en el ámbito regional
15
Decisión CMC 40/04, creación de la Reunión de Altas Autoridades sobre Derechos Humanos del
MERCOSUR, del 16/12/04.
16
Decisión CMC Nº 40/04, art. 2.
17
MERCOSUR/RAADDHH/FCCP/ACTA/N° 02/08, XII Reunión de Altas Autoridades Competentes en
Derechos humanos y Cancillerías del MERCOSUR y Estados Asociados, que tuvo lugar durante los días 4 y
5 de junio de 2008 en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.
18
Resolución 3122/2008, B.O. N° 31.519, 8-10-2008, pág. 45.
12
Corte Suprema de Justicia de la Nación
que sirva de base de conocimiento para una armonización legislativa, teniendo siempre
presente como marco referencial el respeto de los Derechos Humanos y Garantías
contenidos en los mencionados Instrumentos Internacionales”.
4.- Los derechos fundamentales en el proceso de integración. Su aplicación
por los tribunales de la República Argentina
De acuerdo a lo mencionado, en la normativa del MERCOSUR, aún no está en
vigencia el protocolo específico que regula el compromiso de los Estados Parte para la
protección y respeto de los derechos humanos. Sin embargo, existen en ese ámbito diversas
declaraciones e instrumentos que estarían relacionados estrechamente con la protección de
algunos derechos que también podrían considerarse fundamentales.
Resulta importante mencionar, diversos casos donde la Corte Suprema y otros
tribunales han tenido en cuenta la normativa del MERCOSUR para dictar sus sentencias.
* Declaración Sociolaboral del MERCOSUR: En cuanto al derecho de los
trabajadores, el Alto Tribunal declaró la inconstitucionalidad de un artículo de la Ley de
Riesgos del Trabajo que disponía la eximición de responsabilidad civil del empleador por
los daños derivados de un accidente o enfermedad laboral de su empleado19. Esta norma
resultaba incompatible con las disposiciones constitucionales que protegen los derechos de
los trabajadores y al principio alterum non laedere, por el que no debe ser precisamente el
trabajador, sujeto preferente de tutela constitucional, quien se vea privado de reclamar a su
empleador la justa indemnización por los daños derivados de un accidente o enfermedad
laborales.
En su decisión, la Corte, además de mencionar los preceptos constitucionales
consagrados en el art. 14 bis de la C.N., texto que se ha visto fortalecido con los
renovadores impulsos del constitucionalismo social y muy enfáticamente por los
instrumentos internacionales de jerarquía constitucional20, recordó las disposiciones de
diversos tratados internacionales que regulan los derechos fundamentales estudiados en este
caso. De esta manera, se refirió al Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y
Culturales, con jerarquía constitucional de acuerdo al art. 75 inc. 22, en su art. 7 y 12,
dispone el reconocimiento de los Estados Partes del derecho de toda persona “al goce de
condiciones de trabajo equitativas y satisfactorias que le aseguren en especial: [...] a. ii)
Condiciones de existencia dignas para ellos y para sus familias [...]; b) La seguridad y la
higiene en el trabajo", a esto se le suma lo mencionado en el art. 12 donde se reconoce
también “disfrute del más alto nivel posible de salud física y mental", cuando en su inc. 2
dispone: "Entre las medidas que deberán adoptar los Estados Partes en el Pacto a fin de
asegurar este derecho, figurarán las necesarias para [...] b. El mejoramiento en todos sus
19
“Aquino, Isacio c. Cargo Servicios Industriales S.A.”, Fallos: 327:3753. A mayor abundamiento se puede
consultar: PEROTTI, A., “El fallo ‘Aquino’ de la Corte Suprema: una introducción a la aplicación judicial de
la Declaración Sociolaboral del MERCOSUR”, Revista de Derecho Privado y Comunitario Nº 3, Santa Fe,
Argentina, Rubinzal-Culzoni, 2005, pp. 607 a 633.
20
Dreyzin de Klor, Adriana, "Los Tribunales Supremos de los Estados Partes del MERCOSUR ante la
integración regional", Revista de Derecho Privado y Comunitario , Rubinzal Culzoni Editores, 2007-2.
13
Corte Suprema de Justicia de la Nación
aspectos de la higiene del trabajo [...]; c. La prevención y el tratamiento de las
enfermedades [...] profesionales".
En el texto de la sentencia, la Corte manifestó que el hecho de que los menoscabos
a la integridad psíquica, física y moral del trabajador prohibidos por el principio alterum
non laedere deban ser indemnizados sólo en los términos que han sido indicados en la
norma en cuestión de la Ley de Riesgos de Trabajo, la vuelven contraria a la dignidad
humana, fundamento de los derechos humanos y que no deriva de un reconocimiento ni de
una gracia de las autoridades o poderes, toda vez que resulta "intrínseca" o "inherente" a
todas y cada una de las personas humanas y por el solo hecho de serlo (Preámbulo, primer
párrafo, y art. 1; asimismo, PIDESC, Preámbulo, primer párrafo; Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos, ídem y art. 10.1, y Convención Americana sobre Derechos
Humanos, Preámbulo, párrafo segundo y arts. 5.2 y 11.1, entre otros instrumentos de
jerarquía constitucional). Por demás concluyente es este último tratado de raíz continental:
ninguna de sus disposiciones puede ser interpretada en el sentido de "excluir otros derechos
y garantías que son inherentes al ser humano [...]" (art. 29.c), así como también lo es la
Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre. Así, el Tribunal señaló que
la Ley de Riesgos del Trabajo mediante la eximición de la responsabilidad civil del
empleador frente al daño sufrido por el trabajador, no ha tendido a la realización de la
justicia social sino que ha actuado en sentido contrario al agravar la desigualdad de las
partes que regularmente supone la relación de trabajo y, en consecuencia, formula una
“preferencia legal” inválida por contraria a la justicia social.
En este sentido, el Tribunal sostuvo que “La llamada nueva cláusula del progreso,
introducida en la Constitución Nacional para 1994, es prueba manifiesta del renovado
impulso que el constituyente dio en aras de la justicia social, habida cuenta de los términos
en que concibió el art. 75, inc. 19, con arreglo al cual corresponde al Congreso proveer a lo
conducente al "desarrollo humano" y "al progreso económico con justicia social". No es
casual, además, que en el proceso de integración del MERCOSUR, los estados partícipes se
hayan atenido, en la Declaración Sociolaboral, al "desarrollo económico con justicia social"
(Considerandos, párrafo primero)”21.
* Protocolo de Cooperación y Asistencia Jurisdiccional en Materia Civil,
Comercial, Laboral y Administrativa. En otro asunto, donde se entabló una acción de
daños y perjuicios por mala praxis médica, la CSJN rechazó una excepción de arraigo
planteada por una persona que se había establecido en el extranjero con motivo de su
atención médica porque había estado obligada a litigar desde allí y se probó que no existía
conexión entre dicha nación y los hechos de la litis. Así estableció, que lo contrario
supondría rigorismo en la interpretación de las normas procesales, incompatible con un
adecuado servicio de justicia y la garantía de acceso a la jurisdicción. En este sentido, la
Corte sostuvo: “Que si bien lo relativo al arraigo remite al examen de cuestiones de carácter
fáctico y procesal ajenas al recurso extraordinario, cabe hacer excepción a dicho principio
14
Corte Suprema de Justicia de la Nación
cuando lo decidido conlleva la frustración del derecho de la recurrente a obtener una
sentencia que se pronuncie sobre el fondo de su pretensión y afecta irremediablemente su
derecho de defensa en juicio (doctrina de Fallos: 321:1817)”22. También expresó: “Que
fuera del ámbito convencional sigue siendo exigible la caución en concepto de arraigo
conforme a lo regulado en el art. 348 del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación,
institución que no debe sujetarse a un rígido formalismo, tal como corresponde a su
naturaleza de medida cautelar y a la finalidad que persigue en nuestro tiempo. En efecto, si
bien pretende proteger al demandado de los riesgos y dificultades que puede hallar al
pretender cobrar en el extranjero las eventuales costas judiciales que pudieran ser impuestas
en su favor a cargo de la contraparte, su aplicación debe respetar un prudente equilibrio
entre su fundamento racional y su carácter discriminatorio”23.
En este caso, el derecho del MERCOSUR aplicable fue el Protocolo de
Cooperación y Asistencia Jurisdiccional en Materia Civil Comercial, Laboral y
Administrativa, particularmente su artículo 4 que suprime toda obligación de caución o
depósito fundado en la calidad de ciudadano o residente permanente en otro Estado.24
* En cuanto a la aplicación de la normativa del MERCOSUR por otros tribunales
argentinos y los que se relacionarían con la protección de los derechos fundamentales, a
modo de ejemplo, cabe mencionar un caso de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo
Civil que aplicó en forma analógica el Protocolo de Cooperación y Asistencia
Jurisdiccional en Materia Civil, Comercial, Laboral y Administrativa, suscripto y ratificado
por todos los países del MERCOSUR25.
En ese caso, la Cámara ordenó la inmediata restitución al país de los menores, de los
que se desconocía el paradero, ya que se había vencido el plazo por el cual su madre fuera
autorizada a fijar su residencia en San Pablo, Brasil y esto frustró toda vía de comunicación
paterno-filial. Si bien la normativa aplicable en estos casos sería el Convenio de La Haya
de 1980 sobre aspectos civiles del secuestro internacional de menores, la República
Federativa de Brasil no es parte de este convenio, por lo que se aplicó en forma analógica el
Protocolo de las Leñas. El tribunal expresó que en este último tratado, los Estados partes se
obligaron a adoptar las medidas necesarias para luchar contra los traslados ilícitos de niños
al extranjero y la retención ilícita de niños en el extranjero26. También se mencionó otra
disposición de ese mismo texto, en el que se prevé el derecho del padre a mantener una
21
“Aquino, Isacio c. Cargo Servicios Industriales S.A.”, Fallos: 327:3753. Considerando 12 párrafo 4.
“Plenkovich, Liliana E. c. Salvia, Mercedes y otros”, sentencia del 03/04/2001, Fallos: 324:1107,
considerando 4°.
23
“Plenkovich, Liliana E. c. Salvia, Mercedes y otros”, sentencia del 03/04/2001, Fallos: 324:1107,
considerando 6°.
24
Aprobado por decisión 5/92 del Consejo Mercado Común, llamado “Protocolo de Las Leñas”, en vigor
desde el 17 de marzo de 1996, su art. 4° dispone que: “Ninguna caución o depósito, cualquiera sea su
denominación, podrá ser impuesta en razón de la calidad de ciudadano o residente permanente de otro Estado
Parte. El párrafo precedente se aplicará a las personas jurídicas constituidas, autorizadas o registradas de
acuerdo a las leyes de cualquiera de los Estados Partes”. Argentina depositó su instrumento de ratificación el
3 de julio de 1996, y fue adoptado mediante ley 24. 578.
25
Ver nota 21.
26
Art. 11 del Protocolo de Cooperación y Asistencia Jurisdiccional en Materia Civil, Comercial, Laboral y
Administrativa.
22
15
Corte Suprema de Justicia de la Nación
adecuada comunicación con sus hijos, máxime cuando la madre es quien ejerce la tenencia,
para concluir que en la jerarquización de intereses y derechos cabe resolver teniendo en
cuenta el interés superior del niño27 y su derecho a tener un trato frecuente con ambos
progenitores.
A su vez, el Defensor de Menores de Cámara, en su dictamen al que la Cámara se
adhirió y remitió, manifestó la importancia de compatibilizar los regímenes procesales
internos con los derechos y garantías tutelados en la Convención sobre los Derechos del
Niño y en los otros instrumentos de derechos humanos con jerarquía constitucional,
dispuestos en el inc. 22 del art. 75 de la Constitución Nacional.
En consecuencia, el Tribunal ordenó el libramiento de un exhorto diplomático por
medio del Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto, solicitando
la localización del paradero de los causantes y el traslado de la demanda de restitución
incoado28.
Es de señalar asimismo y en relación con los llamados derechos de tercera
generación, aquellos promovidos para incentivar el progreso social y elevar el nivel de vida
de los pueblos, han sido incorporados con la reforma constitucional de 1994 en los arts.
4129 y 4230. Así, estas disposiciones otorgan legitimidad activa a los individuos para que
ciertos derechos de incidencia colectiva, tales como el derecho a un medio ambiente sano,
equilibrado y apto para el desarrollo humano y la protección de los intereses de los
consumidores y usuarios de bienes y servicios, entre otros, sean respetados. En caso de
conflicto, la norma prevé vías rápidas de solución como el amparo o el recurso a medios
alternativos, como la mediación y el arbitraje.
En este sentido, la Corte ha contribuido con sus fallos al desarrollo de estas
disposiciones así como a determinar la legitimidad para interponer acción de amparo a
sujetos diferentes de los afectados directos, entre ellos, las asociaciones, por el acto u
omisión que en forma actual o inminente lesione, restrinja, altere o amenace, con
27
Art. 3 del Protocolo de Cooperación y Asistencia Jurisdiccional en Materia Civil, Comercial, Laboral y
Administrativa.
28
CNCiv., Sala D, 16/07/1999. - P. N., S. E. c. O., P. A. s/reintegro de hijo. - [ED, 185-351].
29
Constitución Nacional, art. 41 “Todos los habitantes gozan del derecho a un ambiente sano, equilibrado,
apto para el desarrollo humano y para que las actividades productivas satisfagan las necesidades presentes sin
comprometer las de las generaciones futuras; y tienen el deber de preservarlo. El daño ambiental generará
prioritariamente la obligación de recomponer, según lo establezca la ley. Las autoridades proveerán a la
protección de este derecho, a la utilización racional de los recursos naturales, a la preservación del patrimonio
natural y cultural y de la diversidad biológica, y a la información y educación ambientales. Corresponde a la
Nación dictar las normas que contengan los presupuestos mínimos de protección, y a las provincias, las
necesarias para complementarlas, sin que aquellas alteren las jurisdicciones locales. Se prohíbe el ingreso al
territorio nacional de residuos actual o potencialmente peligrosos, y de los radiactivos.
30
Constitución Nacional, art. 42 “Los consumidores y usuarios de bienes y servicios tienen derecho, en la
relación de consumo, a la protección de su salud, seguridad e intereses económicos; a una información
adecuada y veraz; a la libertad de elección, y a condiciones de trato equitativo y digno. Las autoridades
proveerán a la protección de esos derechos, a la educación para el consumo, a la defensa de la competencia
contra toda forma de distorsión de los mercados, al control de los monopolios naturales y legales, al de la
calidad y eficiencia de los servicios públicos, y a la constitución de asociaciones de consumidores y de
usuarios. La legislación establecerá procedimientos eficaces para la prevención y solución de conflictos, y los
marcos regulatorios de los servicios públicos de competencia nacional, previendo la necesaria participación
de las asociaciones de consumidores y usuarios y de las provincias interesadas, en los organismos de control.
16
Corte Suprema de Justicia de la Nación
arbitrariedad o ilegalidad manifiesta, derechos reconocidos por la Constitución, un tratado o
una ley31.
En razón de los pronunciamientos sucintamente reseñados en el presente acápite, se
advierte la paulatina sustentación por parte de los órganos jurisdiccionales de las normas
emanadas del MERCOSUR, proceso que sin duda se irá afianzando.
5.- Conclusión
En virtud de lo hasta aquí expuesto, puede sostenerse que el orden jurídico interno
de la República Argentina admite respecto de la garantía de los derechos humanos un
adecuado flujo para la construcción de un ámbito en el cual paulatinamente se vaya
consolidando una normativa regional y más particularizada en orden a la protección de los
ciudadanos que habitan este espacio integrado.
31
Dreyzin de Klor, Adriana, "Los Tribunales Supremos de los Estados Partes del MERCOSUR ante la
integración regional", Revista de Derecho Privado y Comunitario , Rubinzal Culzoni Editores, 2007-2. Entre
esos fallos, se puede mencionar In re “Asociación Benghalensis y otros c/ Ministerio de Salud y Acción
Social - Estado Nacional s/ amparo ley 16.986” del 1/6/2000, en Fallos: 323:1339.
17
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