LECTURA Y COMPRENSIÓN n día el rey ordenó, como de

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LECTURA Y COMPRENSIÓN
U
n día el rey ordenó, como de costumbre, a su visir que le trajera una
muchacha para aquella noche, mas el pobre hombre por más que buscó no
logró encontrar ninguna. Triste y angustiado se fue a su casa temiendo la
reacción del rey.
Ahora bien, este visir tenía dos hijas jóvenes y hermosas; la mayor se llamaba
Sahrazade y la menor Dunyazad. La mayor había leído las historias y hazañas de los
reyes antiguos y conocía las leyendas de los pueblos lejanos. Sahrazade, al ver el
rostro preocupado de su padre, dijo:
-¿Cómo es que te ves triste y angustiado, padre mío?
Al oír estas palabras, el visir contó de
cabo a rabo cuanto había sucedido.
Sahrazade
escuchó
atentamente
el
relato de su padre y luego con voz firme
dijo:
-Por Alá, padre, haz que me case con el
rey; si Dios me ayuda y sobrevivo habré con mi astucia librado a todas las hijas de
los musulmanes.
El anciano le rogó una y otra vez que no arriesgara su vida, mas no logró
convencerla.
Y así, tras preparar lo necesario, p adre e hija se presentaron ante el rey Sahriyar.
El visir presentó su hija al rey y éste, cuando la vio, se alegró. El rey y Sahrazade
se quedaron solos y ésta empezó a llorar desconsoladamente explicando entre
sollozos que tenía una hermana de quien quería despedirse. El rey la mandó llamar;
la muchacha llegó y abrazó a su hermana. Se sentaron a conversar, y la más
pequeña dijo:
-Hermana, explícanos un cuento para que podamos pasar alegremente la velada.
-Lo haré encantada --contestó Sahrazadc-, si el rey me lo permite.
Y el rey consintió en ello ya que no podía conciliar el sueño.
1
Sahrazade dio comienzo así a su relato de la primera noche: La historia del
mercader y el genio.
-¡Oh rey dichoso!, he oído contar la historia de un mercader muy rico que un día
montó sobre su caballo y emprendió viaje hacia otro país. Al cabo de unas horas, se
sentó bajo un árbol, tomó del zurrón pan y dátiles y empezó a comer, tirando al
suelo los huesos. Cuando acabó de comer apareció un genio con la espada en la mano
que le dijo: "Levántate, voy a matarte como tú has matado a mi hijo". El mercader
respondió asombrado: "¿Que yo he matado a tu hijo?". El genio contestó: "Cuando
tirabas los huesos de los dátiles en el suelo; con ellos has alcanzado el pecho de mi
hijo, que ha muerto al instante". Entonces el mercader dijo: "Has de saber que soy
muy rico, además tengo mujer e hijos. Te ruego que me dejes volver a mi casa para
poder arreglar mis asuntos; yo te prometo que luego volveré aquí para que tú hagas
lo que quieras conmigo".
El genio confió en sus palabras y le dejó partir. El mercader volvió a su pueblo,
arregló todos sus negocios, dio a cada uno lo que le pertenecía y explicó lo ocurrido
a su esposa y a sus hijos. Después se despidió de su familia, de sus amigos y vecinos
y se alejó muy apenado mientras todos lloraban y se quejaban como es costumbre
hacer por los muertos.
El mercader caminó hasta llegar al lugar donde encontraría al genio. Estaba allí
sentado, cuando se le acercó un hombre que llevaba una gacela atada a una cadena,
le saludó y le preguntó qué hacía sentado en aquel lugar. El mercader le explicó lo
ocurrido. El viejo de la gacela se sentó a su lado diciendo que no se movería hasta
conocer el desenlace de la historia. Poco después, se les acercó otro viejo que
llevaba tres galgos de color negro, les saludó y les preguntó qué hacían sentados en
aquel lugar. El mercader le contó toda la historia y el recién llegado apenas tuvo
tiempo de sentarse cuando llegó un tercer viejo con una mula torda. Les saludó y
les preguntó por qué se hallaban sentados en aquel lugar, los otros explicaron otra
vez la historia, pero es inútil que nosotros volvamos a contarla.
A todo esto, se levantó un gran torbellino; cuancio el polvo se disipó, apareció el
genio. Se dirigió hacia ellos y cogiendo al mercader dijo: "Levántate para que pueda
2
matarte como tú mataste a mi hijo". El mercader empezó a llorar, hasta que el
primer viejo, el de la gacela, reaccionó, fue a besar la mano del genio y le dijo."¡Oh genio!, si yo te cuento la historia de esta gacela y tú la encuentras
maravillosa, ¿me regalarás la tercera parte de la vida de este hombre?". El genio
aceptó la proposición.[...]
En ese momento empezó a apuntar el día y Sahrazade cesó su relato. Entonces su
hermana le dijo:
-¡Qué bonita, dulce y agradable es tu narración!
A lo cual Sahrazade contestó:
-Esto no es nada en comparación con lo que os contaré la próxima noche, si vivo
todavía y el rey, mi señor, me lo permite.
Al oír esto el rey pensó para sí: "juro que no la mataré hasta no haber oído el final
de su relato". Permanecieron abrazados el resto de la noche hasta la mañana, luego
el rey marchó a ocuparse de los asuntos del Estado y del gobierno. Y vio al visir que
llegaba al palacio con un sudario bajo el brazo, seguro de encontrar a su hija
muerta. Pero el rey permaneció todo el día ordenando, decidiendo y juzgando, sin
hablar con su visir de lo ocurrido la noche anterior. Al acabar, el rey levantó las
sesiones y regresó a su palacio. Entonces, empezó la segunda noche. Dunyazad dijo
a su hermana Sahrazade:
-Hermana, acábanos el cuento, es decir, la historia del mercader y el genio.
-Con mucho gusto -contestó Sahrazade- si el rey me lo permite.
El rey dijo que podía hablar y ella empezó...
Las mil y una noches, Editorial Sopena. (Adaptación)
COMPRENSIÓN LECTORA
1. Busca las siguientes palabras en el diccionario y construye una frase con cada
una de ellas.
•
Visir:
•
Zurrón:
3
•
Genio:
•
Gacela:
•
Torda:
•
Sudario:
2. ¿Quién es Sahrazade?
3. ¿Qué le pide Dunyazad a su hermana?
4. ¿Qué le sucede al mercader que protagoniza el primer relato de Sahrazade?
5. ¿Cuántos viejos encuentra el mercader en el lugar frecuentado por los genios?
6. ¿Van acompañados? Especifícalo.
7. ¿Cuándo interrumpe Sahrazade su relato?
8. ¿Por qué piensas que lo hace?
9. ¿Por qué permite el rey que Sahrazade continúe con vida?
10. ¿Cuántas noches crees que estuvo Sahrazade contándole historias al rey?
4
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