Documento descargado de http://www.elsevier.es el 24/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. Med Clin (Barc). 2013;140(9):403–405 www.elsevier.es/medicinaclinica Editorial ? El sı́ndrome del intestino irritable, ya no debe ser considerado un trastorno funcional? ? The irritable bowel syndrome, should not be considered a functional disorder? Juan J. Sebastián Domingo Unidad de Gestión Clı´nica de Digestivo, Consulta de Trastornos Funcionales Digestivos, Hospital Royo Villanova, Zaragoza, España Los trastornos funcionales digestivos (TFD) se definen como la presencia de una combinación variable de sı́ntomas gastrointestinales que aparecen de forma crónica o recurrente y que no pueden explicarse por la presencia de alteraciones estructurales o bioquı́micas1. Por tanto, para hablar de TFD es imprescindible haber descartado previamente la existencia de lesiones orgánicas o bioquı́micas. Pero, qué pasa cuando en un trastorno digestivo en realidad subyacen alteraciones bioquı́micas y/o estructurales sutiles, que no son fácilmente detectables con los procedimientos habituales, o que han pasado desapercibidas, o a las que no se les ha dado importancia? En estos casos, se sigue hablando de trastorno funcional, aunque, sensu stricto, no lo es. Esto es lo que puede estar pasando con alguno/s de los TFD, como el sı́ndrome del intestino irritable (SII), como se verá más adelante. No todo lo que parece funcional lo es. Conforme seamos más capaces de detectar alteraciones orgánicas sutiles, muchas de ellas a nivel celular (siendo necesario el uso del microscopio electrónico), bioquı́mico (neurotransmisores, mediadores inmunitarios, citoquinas) o microbiológico (microorganismos difı́ciles de descubrir o cultivar o, incluso, desconocidos o no bien tipificados), algunos, o bastantes, de los trastornos hasta ahora etiquetados de funcionales pasarán a engrosar el grupo de los procesos orgánicos. En este orden de cosas, no debemos olvidar el papel del sistema inmunitario en algunos de estos procesos, que, poco a poco, empieza a vislumbrarse. Recuérdese, sin ir más lejos, lo que pasó con la úlcera péptica gastroduodenal: no fue hasta 1984 cuando Marshall y Warren2 descubrieron que la bacteria Campylobacter pylori, actualmente Helicobacter pylori, era la verdadera responsable del proceso, lo que les llevó a ganar el Premio Nobel de Medicina en 20053, «por su descubrimiento de la bacteria Helicobacter pylori y su papel en la gastritis y la úlcera péptica». Helicobacter pylori siempre estuvo en la mucosa gástrica, pero no se le dio la importancia que tenı́a hasta que dichos investigadores depararon en él. El SII es un TFD del intestino delgado y grueso que se caracteriza por dolor/malestar abdominal, meteorismo con distensión abdo? Correo electrónico: [email protected] minal y alteración en las evacuaciones intestinales, con predominio de diarrea, estreñimiento o alternancia de estos signos, los cuales no pueden ser explicados por una anormalidad estructural o bioquı́mica4. El SII es el trastorno funcional más frecuente en la consulta médica5 y la dolencia crónica más común del tracto digestivo5,6. Se estima que alrededor de un 3% de las consultas de Atención Primaria y de un 16 a un 25% de las de gastroenterologı́a son debidas a esta afección7. A pesar de la prevalencia en aumento y de la importancia del SII, no hay un solo marcador biológico distintivo para el mismo, y el diagnóstico se basa en criterios clı́nicos y en la exclusión de otros trastornos gastrointestinales8. Actualmente, para poder obtener un diagnóstico clı́nico preciso de SII se utilizan los llamados criterios de Roma III9: Dolor abdominal o malestar recurrente, como mı́nimo 3 dı́as al mes en los últimos 3 meses, asociado con 2 o más de los criterios siguientes: - Mejora con la defecación. - Su inicio está asociado con cambios en la frecuencia de las deposiciones. - Su inicio está asociado con cambios en la forma de las heces. Estos criterios se deben cumplir, como se ha indicado, en los últimos 3 meses, con inicio de las molestias al menos 6 meses antes del diagnóstico. Se desconocen su etiopatogenia y mecanismo fisiopatológico. Se han propuesto varios factores patogénicos responsables del SII, como factores genéticos y ambientales10, alteraciones de la motilidad digestiva11, hipersensibilidad visceral12, mecanismos inflamatorios y postinfecciosos13,14, morbilidad psicológica, abuso fı́sico, emocional y sexual15, y sobrecrecimiento bacteriano16, entre otros. Sin embargo, ninguno de ellos parece que explique de forma clara los verdaderos mecanismos que desencadenan el sı́ndrome. Las teorı́as más recientes apuntan que las posibles interacciones entre todos los factores implicados en el SII (psicologı́a, hipersensibilidad visceral, inmunologı́a, sistema inmunológico intestinal, microbiota y probióticos) podrı́an entenderse y explicarse desde el ámbito de la psiconeuroinmunologı́a17.En los últimos años, la visión convencional del SII como un trastorno funcional ha sido 0025-7753/$ – see front matter ß 2012 Elsevier España, S.L. Todos los derechos reservados. http://dx.doi.org/10.1016/j.medcli.2012.11.007 Documento descargado de http://www.elsevier.es el 24/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. 404 J.J. Sebastián Domingo / Med Clin (Barc). 2013;140(9):403–405 cuestionada por diferentes estudios que demuestran inflamación de bajo grado de la mucosa como sustrato patológico relevante en algunos pacientes con SII18, en particular, el creciente número de células inflamatorias y mediadores quı́micos identificados en especı́menes de biopsias del ı́leon y colon en pacientes con SII-D (predominio de diarrea) que, aparentemente, no se observan en biopsias rutinarias19. Nuestro grupo de investigación (Grupo de Investigación en Trastornos Funcionales Digestivos y Psicoinmunologı́a, dentro del Mapa de Investigación Biomédica de Aragón) ha publicado recientemente una revisión sistemática en 2 partes20,21 sobre la hipótesis inmune del SII, en las que se han estudiado de forma exhaustiva las alteraciones en los niveles de células inmunes –linfocitos T y mastocitos– y en el perfil de liberación de citoquinas que presentan los pacientes con SII. En suma, las últimas evidencias apuntan claramente a una activación del sistema inmune en este sı́ndrome. Especial importancia parece tener la activación de los mastocitos, como expresión de una inflamación de la mucosa intestinal, aunque sea de bajo grado, particularmente en el subgrupo de pacientes con SII con predominio de diarrea22. Los mastocitos, o células cebadas, participan en la regulación de la motilidad intestinal, sensibilidad visceral, función inmune de la mucosa y en otras funciones de la barrera epitelial y mucosa intestinales23. Además, un incremento del número de mastocitos y productos de los mismos se han descrito tanto en el yeyuno como en el ı́leon terminal y en el colon proximal y distal de pacientes con SII23. En este orden de cosas, Barbara et al.24 demostraron que la gravedad y frecuencia del dolor abdominal percibido por los pacientes con SII se correlacionaba con la presencia y el número de mastocitos activados en la proximidad de las terminaciones nerviosas de la pared del intestino. A dicho nivel se observa un aumento de la liberación de histamina, serotonina y triptasa, procedentes de la degranulación de los mastocitos, que inducen la hipersensibilidad visceral o nocicepción en estos pacientes. En esta lı́nea de investigación, se ha valorado el empleo de ketotifeno, un estabilizador de los mastocitos con propiedades antagonistas de los receptores H1, indicado en la profilaxis del asma bronquial, en el control de los sı́ntomas de pacientes con SII25: el tratamiento con ketotifeno, 6 mg 2 veces al dı́a, aumentó el umbral de las molestias en pacientes con SII con hipersensibilidad visceral y dolor abdominal, y mejoró otros sı́ntomas del SII, como la distensión abdominal, la flatulencia, la diarrea y la evacuación incompleta, lo que se acompañó de una mejora general del estado de salud y de la calidad de vida de los pacientes tratados. En base a esos resultados, los autores concluyen que los estabilizadores de los mastocitos y/o antagonistas de los receptores H1 deben ser analizados como un nuevo tratamiento potencial en el SII. El referido estudio demostró que el ketotifeno no tiene propiedades analgésicas viscerales per se, ya que solo produce mejorı́a de los sı́ntomas en pacientes con SII con hipersensibilidad visceral y no en pacientes o voluntarios sanos con un umbral normal para el dolor. Hallazgos similares se han informado con el uso de L-NMMA, un inhibidor de la óxido nı́trico sintasa26, que también puede ser una nueva opción terapéutica. La inflamación –de bajo grado– de la mucosa intestinal, manifiesta en forma de un aumento de los niveles de linfocitos T en la mucosa rectal en pacientes con SII, se ha asociado con un aumento de la permeabilidad de la mucosa colónica y del intestino delgado, o barrera intestinal epitelial (BIE)27. Cada vez más evidencias sugieren que los trastornos de la función de la BIE, en particular un aumento de la permeabilidad intestinal, puede desempeñar un papel importante en la disfunción intestinal que genera los sı́ntomas del SII28. Además, en un modelo animal se ha descrito una relación de causa-efecto entre tales alteraciones de la BIE –que no parecen estar mediadas por la histamina28– y la hipersensibilidad visceral en los sujetos con SII29. Una revisión sistemática reciente confirma la activación del sistema inmune en pacientes con SII, con un aumento del número de mastocitos y linfocitos, en la lı́nea de nuestra revisión sistemática previa20,21, ası́ como de la permeabilidad intestinal30. Las causas de dicho aumento de la permeabilidad de la mucosa intestinal no son bien conocidas, si bien se ha implicado a algunos patógenos microbianos y componentes bacterianos presentes en la luz intestinal –particularmente en el SII postinfeccioso–, o a ciertos antı́genos alimentarios, los cuales podrı́an interactuar con las células inmunes, tales como mastocitos y linfocitos T, localizados en la submucosa intestinal27,28. Atendiendo a todo esto, se están empezando a investigar nuevos tratamientos en pacientes con SII basados en diferentes probióticos, antibióticos no absorbibles o agentes antiinflamatorios, como la mesalazina31, en pacientes con evidencia de activación inmune o aumento de la permeabilidad de la mucosa intestinal27, aparte del mencionado ketotifeno25. Si bien no puede descartarse que todos estos cambios referidos sean secundarios a la propia disfunción intestinal que acompaña al SII, es decir, que sean la consecuencia y no la causa del trastorno, no serı́a de extrañar que los comités y equipos de trabajo de la Rome Foundation (http://www.romecriteria.org), reunidos por última vez en 2006, en los nuevos criterios Roma IV dejaran de incluir al SII dentro de los TFD. Bibliografı́a 1. Mearin Manrique F, Balboa Rodrı́guez A, Perelló Juan A. Trastornos funcionales del tracto digestivo superior. Medicine. 2004;9:84–92. 2. Marshall BJ, Warren JR. 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