La Cuenca del Río Paraná: núcleo central de la producción mundial de soja Federico Zuberman Instituto del Conurbano – Área de Ecología Universidad Nacional de General Sarmiento J.M. Gutiérrez 1150, Los Polvorines, Pcia. de Buenos Aires - CP 1613 [email protected] 4469-7773 / 15-5656-8660 Código eje temático: 02 Eje temático: Ambiente y producción agropecuaria Introducción: La cuenca del Paraná. Apuntes de su metabolismo social. El Río Paraná tiene una longitud de unos 4.700 km y su cuenca abarca una superficie de avenamiento de unos 2.800.000 km2. Dicha cuenca incluye además a la subcuenca del Río Paraguay y forma parte, junto al Río Uruguay de la Cuenca del Plata, conformando así el segundo sistema hídrico más grande de Sudamérica y el quinto del mundo. El territorio en cuestión abarca territorios de Brasil, Paraguay, Bolivia y Argentina, y de considerarse el sistema hídrico completo, también la R.O. del Uruguay. Es sin dudas la zona más poblada y más industrializada de todo el continente: se calculan unos 75 millones de habitantes en la cuenca del Paraná y unos 90 millones en el complejo hídrico del Plata. En efecto, en su recorrido encontramos el Estado de San Pablo -el más poblado de Brasil, responsable de un tercio del Producto Bruto Interno brasilero y cuya capital homónima es la segunda ciudad más grande del mundo - y el eje fluvial industrial Santa Fe-La plata, el cual también concentra la mayor actividad industrial de la Argentina. La caracterización que suele hacerse del Río Paraná nos permite dividir su tramo en tres o cuatro segmentos: Alto Paraná, Paraná Superior, Paraná Medio y Paraná Inferior. (Bonetto, 1989). De modo similar, la clasificación de la cuenca en el marco de la Hoya hidrográfica del Plata suele hacerse entre Delta Interior Superior, Planicie de inundación y Delta Costero Inferior (Welcomme, 1985). Estas clasificaciones resultan fundamentales pues nos permiten entender qué tipo de modificaciones y aprovechamientos se hacen del río a lo largo de su curso. Fácilmente se podría concluir en que los dos primeros tramos son los más modificados por el hombre. La gran cantidad de represas y embalses que se han hecho en el tramo brasilero (más de 30 en todo el trayecto), además de las de Itapú y Yaciretá, no solamente han modificado el cauce del río, sino que lo han vuelto navegable en zonas donde antiguamente los numerosos saltos que había lo imposiblitaban y han hecho desaparecer el valle de inundación bajo estos embalses. Esto no ha implicado cambios solamente en dichas zonas, sino que las consecuencias de estas intervenciones han aparecido en toda la cuenca, aguas abajo y aguas arriba. A los cambios en la concentración de nutrientes o de oxígeno disuelto en el agua, las modificaciones en la composición florística y en la fauna, se le suman problemas sanitarios como ser eventos de enfermedades no frecuentes o no conocidas anteriormente tanto en la fauna ictícola como en seres humanos (Wais et al, 1997; Wais 2009). Se puede agregar también que hay un serio efecto a nivel social que complementa el drástico cambio de ambientes y de dinámica poblacional con el advenimiento y el crecimiento de nuevos polos industriales. En Brasil, por ejemplo esta problemática social y ambiental desde hace más de dos décadas que ha anclado en un movimiento de resistencia, el Movimento Dos Atingidos por Barragens, organización que lucha por una política energética justa, democrática y que atienda la voz de aquellas poblaciones afectadas por los embalases y su vínculo con el medio ambiente (MAB, 2011). Aún con esta problemática social y ambiental, esta cuestionable combinación de hidrovías y represas hidroeléctricas ha sido de vital importancia para la integración del Mercosur, como se detallará más adelante. Con respecto a la producción energética presente en la cuenca también se puede destacar que a orillas del Paraná se encuentran dos centrales nucleares, a la altura del partido de Zárate. La importancia de la Cuenca sin embargo no radica única y específicamente en lo que hace al curso del Río Paraná, como se detalló anteriormente. La zona alberga y es fuente de muchos recursos y servicios ambientales que tienen un valor fundamental en la región, en el continente y en el mundo. Allí se encuentran diversos biomas o ecorregiones, según el caso, con características muy particulares, algunos ya severamente transformados o degradados y otros en vías de degradación: la Selva Paranaense, El Pantanal, las Yungas, el Altiplano, El Chaco, los Esteros del Iberá, el Pastizal Pampeano, el Delta, etc. son ecosistemas únicos en el mundo y de importante valor ecológico. Allí se encuentra el sistema de humedales tal vez más grande del mundo, comprendiendo también las zonas de carga y descarga del acuífero Guaraní. Gran parte de estas condiciones permiten que la región sea el sustrato edáfico de un sector de la producción agropecuaria con mayor importancia mundial. Al igual que las actividades industriales y de producción de energía la actividad agropecuaria viene generando hace varias décadas una serie de impactos que se agravan día a día. Tal como se describe, la región resulta de una importancia fundamental en términos productivos, habitacionales y ambientales a la vez queda expuesta a la combinación de problemáticas que son la expresión de ese crecimiento industrial, poblacional, y agropecuario. He aquí dos cuestiones cruciales. Por un lado, son estos conflictos ambientales los que nos colocan en la encrucijada de poder discernir la oportunidad que representa el crecimiento de la región y la gravedad que conlleva el riesgo de degradar esos ecosistemas cancelando los servicios ambientales presentes. Por el otro, teniendo en cuenta que los ríos que forman parte de la cuenca, los ecosistemas que alberga, los servicios ambientales que genera y las oportunidades productivas que posee son en todos los casos transfronterizos, resulta, no aconsejable, sino evidentemente necesario pensar en soluciones integradas entre los países de la región. El presente trabajo apuntará a estas dos cuestiones tomando como eje de estudio el problema que representa el modelo productivo agropecuario actual. En primer lugar se describirá la importancia mundial que tiene el complejo sojero-oleaginoso de la región. En segundo lugar se pretenderá demostrar que los países de la región, si bien con algunas diferencias particulares, han llegado al mismo punto en cuanto al modelo establecido de producción, con idénticas problemáticas ambientales, económicas, sociales generadas por ese mismo modelo. Por último se plantearán algunos interrogantes que permitan idear un modelo de salida. La producción de soja en el Paraná y en el mundo. Expresión de conflictos ambientales y sociales El crecimiento, tanto en importancia económica como en expansión territorial, que ha tenido el cultivo de soja en los últimos años ha anclado fuertemente en la región y ha transformado en gran medida su economía, su ambiente, sus actividades agropecuarias y el perfil de sus productores. Desde su aparición en el mercado mundial, a mediados de los años 60, el cultivo de soja ha venido expendiéndose en el mundo de manera pareja casi a un nivel exponencial (Gráfico 1). En ese momento eran China y Estados Unidos los dos países productores destacados. Sin embargo, es recién a mediados de los 70 cuando los países de Sudamérica comienzan a aparecer como grandes productores y exportadores de esta oleaginosa (Gráfico 2) No fue un hecho aislado el posicionamiento de estos países como grandes productores de soja. La revolución verde, originada algunos años antes en los laboratorios y ya difundida en varias partes del mundo agrícola con los nuevos cultivares de trigo y arroz, estaba dispuesta a anclar en una de las zonas más productivas del globo. El proceso de libre movilidad de capitales que se inició en los 70 con la caída de Bretton Woods y la liberación de las barreras al comercio internacional y a los movimientos financieros (Teubal, 2001), potenció la difusión de esta nueva forma de agricultura que pretendía lapidar la tradicional agricultura de tracción a sangre donde el agricultor era quien seleccionaba y mejoraba la dotación genética de sus cultivos para dar paso a una agricultura totalmente mecanizada y de altos rendimientos donde las semillas fueran proveídas año tras año por compañías privadas y donde para obtener los rendimientos esperados se debería aplicar masivamente un paquete de fertilizantes, pesticidas y herbicidas (Pengue, 2005). De esta manera grandes empresas de capitales trasnacionales, desde laboratorios químicos, semilleras, industrias motrices hasta comercializadoras exportadoras se adueñaron de la mayor parte de este nuevo mercado internacional. Este proceso originado en los 70 sería la base del actual, que todavía tendría un nuevo empujón en la última etapa neoliberal de los países de América del Sur. Gráfico 1 SOJA: Evolución de la Superficie Cosechada y la Producción Mundial Superficie (has) Producción (Tn) 250.000.000,00 200.000.000,00 150.000.000,00 100.000.000,00 50.000.000,00 09 06 20 03 20 00 20 97 20 94 19 91 19 88 19 85 19 82 19 79 19 76 19 73 19 70 19 67 19 64 19 19 19 61 0,00 Elaboración propia en base a datos de FAO (Faostat, 2011) Gráfico 2 SOJA Evolución de la superficie cosechada por paises 45.000.000,00 40.000.000,00 35.000.000,00 30.000.000,00 25.000.000,00 20.000.000,00 15.000.000,00 10.000.000,00 5.000.000,00 Canadá China EUA Rusia India 09 20 06 20 03 20 00 20 97 19 94 19 91 19 88 19 85 19 82 19 79 19 76 19 73 19 70 19 67 19 64 19 19 61 0,00 Paises Paraná Fuente: Elaboración propia en base a datos de FAO (Faostat 2011) Actualmente el mayor productor de granos de soja sigue siendo Estados, secundado por Brasil, mientras que la Argentina se encuentra en tercer lugar. Sin embargo, tal como se intenta ilustrar en el Gráfico 2, los países pertenecientes a la Cuenca del Paraná, es decir Brasil, Argentina, Paraguay y Bolivia en forma conjunta, conforman el aglomerado mayor de producción de soja a nivel mundial desde hace casi una década1. Según estimaciones del Departamento de Agricultura de Estados Unidos la campaña de soja 2010/11 producirá cerca de 263 millones de toneladas en todo el mundo. Poco más de la mitad de esta cifra será aportada solamente por Brasil, Argentina y Paraguay (USDA, 2011). En cuanto a productos derivados o industrializados como ser el aceite o harinas de soja la situación no difiere demasiado. Si bien China y Estados Unidos encabezan la lista por países de productores mundiales de aceite de soja con un 22% de la producción cada uno, no se tiene en cuenta que la integración de los países del Cono Sur la supera ampliamente con más de un tercio de la producción mundial. (Gráfico 3) Gráfico 3 Fuente: Elaboración propia en base a USDA 2011 y FAOSTAT 2011 Además de estos datos que muestran la importancia productiva de la región a nivel mundial, el gráfico 2 nos ofrece otro dato relevante: Los otros grandes productores, China y Estados Unidos, parecen haber estabilizado la superficie productiva destinada a la soja. Por el contrario, en nuestros países la tendencia no parece tener freno alguno y más allá de las diferencias en la regulación y en la legislación ambiental de cada país los datos para sendos casos son notables: En 10 años Brasil tuvo un incremento de superficie destinada a soja del 70%, Argentina del 120%, Bolivia de un 66% y Paraguay del 125%. Estos incrementos pueden explicarse por reemplazo de otros cultivos y de ganadería pero fundamentalmente por anexión de tierras que anteriormente no eran de 1 Hay que hacer algunas aclaraciones importantes al respecto: Tanto en Bolivia como en Paraguay la totalidad de la soja producida se da en terrenos pertenecientes a la cuenca del Paraná. No ocurre lo mismo en Brasil y en Argentina. En Brasil, los Cerrados constituyen una importante zona de expansión actual de la agricultura así como también lo es un sector de la Amazonía, los cuales no pertenecen a la Cuenca. En la Argentina queda excluido un sector de la Pampa Arenosa y el Sudeste Bonaerense. De todas maneras, las principales zonas sojeras sí quedan comprendidas. Si ampliáramos la mirada regional y tomásemos el sistema hídrico que integra el Paraná, es decir la Cuenca del Plata, las zonas de la Argentina quedarían enteramente comprendidas, así como también las de Uruguay y una porción del estado brasilero de Rio Grande do Sul que no estaba quedando dentro de la Cuenca. uso agropecuario. No resulta sorprendente entonces que las problemáticas ambientales y sociales sean similares a ambos lado de la frontera. En el Gran Chaco Americano entre Paraguay, Bolivia, Argentina y Brasil se vienen deforestando cerca de 250 mil por año. (Guayra, 2010). Sin embargo si se amplía el análisis los números resultan más drásticos. Según los datos por países que emite la FAO, entre 1990 y el 2005 Argentina ha perdido 150 mil Ha/ año, Bolivia 270 mil, Paraguay 179 mil y Brasil cerca de 3 millones de hectáreas por año. (FRA 2005). En Paraguay, de las 8.000.000 de hectáreas que tenía el Bosque Atlántico del Alto Paraná en su región Oriental antes de la llegada de la agricultura industrial hoy solo quedan 700.00 has (Base IS, 2010). En Argentina, por citar otro ejemplo, de las 800 mil Has cuña boscosa santafesina que había a fines de los años 70, hoy queda menos de la mitad (Carnevale et al, 2009). Estos procesos de deforestación están ocurriendo en ecosistemas de gran importancia para la región y para el mundo y con ellos se pierden valiosísimos servicios ambientales. Los problemas de erosión hídrica y eólica no tardan en llegar. Se altera el ciclo hídrico en estas zonas de extensos humedales haciendo peligrar su conservación así como también la del Acuífero Guaraní. En materia de biodiversidad se está generando un proceso de defaunación, el cual no solo altera a la diversidad biológica y procesos ecológicos importantes (dispersión y prelación de semillas, herbivoría y prelación en general) sino que también se alteran los procesos evolutivos a partir de los cuales se genera dicha diversidad y sus consecuencias pueden abracar periodos evolutivos de varios millones de años. Solamente en el Chaco argentino se contabilizaron 97 vertebrados tetrápodos que han declinado o desaparecido, casi todos por pérdida de su hábitat (Giraudo, 2009). Cuando nos referimos al modelo del agronegocio y de la agricultura industrial como modelo productivo agropecuario predominante, estamos hablando de un modelo de producción a gran escala, con alto componente de insumos energéticos y químicos, centrado en la exportación de commodities y de baja generación de empleo. Esto implica que en estas áreas por donde se extiende el desmonte y la agricultura aumenta la utilización de todo tipo de biocidas. En Paraguay, un estudio de RAPAL estimó en 24 millones de litros el uso de agrotóxicos en el país. En la Argentina el uso tan solo de glifosato ronda los 200 millones de litros. Por su parte, Brasil según estudios de la Fundación Oswaldo Cruz (fundación que depende del ministerio de salud), se ubica como el país que más utiliza agro tóxicos en todo el mundo. En efecto los casos por intoxicaciones crónicas o agudas en seres humanos, aumentan sin distinción a ambos lados de la frontera. La única distinción que suele aparecer es que la mayor parte de los casos se da en zonas rurales, territorios de comunidades campesinas o comunidades indígenas, donde la exoderiva proviene de la gran escala que manejan aviones fumigadores o de mosquitos (Domínguez y Sabatino, 2010). Éste puede considerarse un motivo más, a la par del desempleo que genera este tipo de agricultura, que explique la migración y el despoblamiento de las zonas rurales. No debe dejar de mencionarse que la utilización sin control de los herbicidas puede traer problemas estrictamente ligados a lo productivo. En varios lugaraes de la Argentina, han comenzado a notificarse casos de aparición de nuevas malezas resistentes a los herbicidas utilizados (Pengue, 2009) Los beneficiarios y los dueños del Agronegocio Es sabido que aun siendo los mayores productores mundiales, ni los granos de soja, ni el aceite y sus derivados son consumidos por las economías locales. Los granos de soja son importados sobretodo por China que acapara el 50% del mercado mundial y viene creciendo año tras año y a la Unión Europea que se ha estabilizado en un 15% de la demanda mundial. A ellos le siguen una heterogénea cantidad de países importadores entre los que se encuentran México, Japón, Tailandia y Taiwan como los más destacados. Aproximadamente un 40% del volumen producido es exportado sin pasar por ningún proceso de industrialización ni generación de valor agregado. En el caso de los aceites de soja la región contribuye con más del 70% de las exportaciones globales de aceite de soja (siendo Argentina el principal). Casi todo el aceite de soja producido por nuestros países es exportado siendo los principales destinos China, India, la Unión Europea y algunos países asiáticos que se han incorporado a la demanda recientemente2 (Gráficos 3 y 4). Aun con el grado de industrialización que han adquirido Argentina y Brasil, el complejo oleaginoso no genera hasta el momento una demanda de mano de obra que absorba aquella que el modelo de agricultura industrial hoy está dejando desocupada (Rodríguez, 2010) Gráfico 4 Fuente: elaboración propia en base a USDA 2011 y Faostat 2011 En gran medida el impulso que tuvo la demanda China y también la de India, hizo que los precios internacionales de la soja se eleven, traccionando de esta manera las economías locales. Pero esto no hubiese sido posible si las economías nacionales no hubiesen tenido un proceso de desregulación y apertura económica de tipo neoliberal. Con algunas diferencias en políticas internas, en el grado y en la velocidad de estas medidas neoliberales, este proceso fue bastante generalizado en la región durante la década de los 90. En 2 En los últimos años el proceso de consolidación de la industria oleaginosa viene tomando mucha velocidad en Argentina. De hecho la relación producción/consumo mejoró en casi un 70%. Sin embargo se sigue exportando casi un 70% de lo producido en el país. Para el caso de Brasil el porcentaje es favorable, se exporta casi un 25%. Bolivia y Paraguay exportan casi la totalidad de su producción. la Argentina, por ejemplo, se disolvió la Junta Nacional de Granos, que era quien centralizaba la venta de granos al exterior regulando los volúmenes y controlando la fluctuación de precios. En Paraguay, si bien ya regía una economía abierta para la exportación de commodities, se redujeron drásticamente los aranceles, a niveles casi nulos. En Brasil, con un proceso y una herencia algo diferentes, las exportaciones también aumentaron de manera explosiva. Por supuesto, más allá de los problemas sociales y ambientales mencionados que genera el agronoegocio y la agricultura industrial este modelo no deja de otorgarle importantes beneficios económicos a las economías nacionales, en la generación de divisas y en sostener positivas sus balanzas de pagos. Sin embargo, no son las economías nacionales quienes obtienen los mayores réditos. En la Argentina las cinco mayores exportadoras de granos, Cargill, Toepfer, Dreyfus, ADM y Nidera exportan casi el 80% de los volúmenes de granos. En el rubro aceites y pellets las que lideran las exportaciones son Bunge, Cargill, AGD, Vicentin y Louis Dreyfus, manejando el 82% de las exportaciones. En Paraguay, las principales exportadoras de soja y derivados fueron en 2008 por orden de importancia Cargil, ADM, Bunge, Noble, Louis Dreyfus y Vicentin. En Brasil las empresas del agronegocio que encabezan las exportaciones son Bunge y Cargill y unos lugares abajo ADM y Louis Dreyfus. (Ver Tabla 1) Como se advierte, los grandes beneficiarios se repiten en los países de más exportación de la zona. Vale aclarar que todas estas empresas acopiadoras y comercializadoras se ubican entre las empresas que mayor facturación tienen en cada país aun siendo firmas multinacionales con sede matriz en Estados Unidos y en algunos países de Europa. Tabla 1. Facturación de las más importantes comercializadoras agrícolas en cada país3 Argentina Cargill Bunge Argentina Louis Dreyfus Nidera ADM 2008 Brasil 2008 4.193 Bunge 2.433 Cargill 2.123 ADM 1.169 Louis Dreyfus 1.113 Paraguay 4.300 Cargill 3.020 ADM 2.630 Bunge 1.750 LDC Vicentín 2008 1.268 487 262 187 152 Fuente: Elaboración propia en base a CERA 2009, portalbrasil 2009 y Base IS 2010) Así como ya se mencionaron las altas cifras en producción y exportación es interesante en este caso revisar lo que sucede con los stocks disponibles de granos de soja que tienen nuestros países y que son los que están almacenando estas compañías. Casi el 70% del stock disponible (ver Gráfico 5) está en nuestros países pero manejado por estas firmas, las cuales acceden a los mercados con una posición más que privilegiada Gráfico 5 3 Se sabe que muchos de los valores declarados de facturación son significativamente inferiores a los reales. Ha habido numerosas denuncias en la AFIP en los últimos 3 años. Entre las más destacadas figuran Cargil y Bunge, esta última aparentemente con 13mil millones de facturación en 2009. (Beristain, 2010; Dellatorre, 2010; Krakowiak 2009) Fuente: elaboración propia en base a datos de USDA 2011 Por supuesto, no son solo las comercializadoras las que más ganan en este escenario. Las multinacionales Monsanto, Syngenta (fusión de Novartis y Astra Zeneca), Dow Agro Sciences (fusión de Dow Chemicals y Cargill), Du Pont (Pioneer), Bayer Crop Sciences y Basf controlan el 100% del mercado mundial de semillas modificadas genéticamente y el 80% del mercado mundial de agroquímicos (Bisang y Varela, 2006). Todas estas empresas semilleras, productoras de insumos químicos o sanitarios y también productoras agropecuarias son líderes en el agronegocio y se encuentran sin distinción de rubro entre las empresas que más dólares facturan en la región (Pengue 2004) Hacia un modelo de salida conjunta El escenario caracterizado hasta aquí nos ha mostrado que la región abarcada por la Cuenca del Río Paraná se ha transformado en las útlimas décadas con el avance de la frontera agrícola y la creciente producción de la soja como cultivo principal. Este proceso de agriculturización se ha hecho bajo la modalidad de la agricultura industrial y el agronegocio generando severos impactos ambientales y sociales a la vez que enormes beneficios para un conjunto de empresas multinacionales que dominan el sector y un considerable ascenso de las economías de los países que integran la Cuenca. Es llamativo ver cómo en ambos casos, la mayor parte de la información recopilada, desde bibliografía especializada a bases de datos, se encuentra diferenciada o categorizada por cada país. Tanto en materia ambiental como en materia económica los datos relevados y los diagnósticos elaborados siguen haciéndose a niveles nacionales. Este trabajo pretende darle énfasis al carácter regional que conlleva el problema descripto, evitando delimitar el análisis por fronteras nacionales para conflictos que las trascienden y pensar a su vez en soluciones integradas a nivel cuenca. En primer lugar el monitoreo de las problemáticas ambientales, tales como la deforestación, conservación del recurso hídrico o conservación de la fauna deberían hacerse respetando las fronteras que imponen los ecosistemas afectados. Sus resultados serán mucho más eficientes a la hora de pensar en legislaciones y regulaciones en materia ambiental conjunta. En segundo lugar, debe comenzar a discutirse entre los países la idea de un modelo de salida al actual. El cambio no es posible ni deseable realizarlo de la noche a la mañana, pero a la velocidad que viene expandiéndose el modelo agrícola industrial actual es urgente y necesario al menos ponerle un freno a la destrucción de los ecosistemas y de las poblaciones que lo habitan. Se ha ilustrado cómo la región es el principal productor de granos de soja y de aceites, con un 50% y un 35% de la producción mundial respectivamente. Asimismo es responsable de casi un 75% de las exportaciones mundiales y posee un 70% de los stocks disponibles. Dado este posicionamiento en el mercado global, la pregunta sería cómo sacar provecho de tal situación frente a la demanda China o bien frente a la formación de precios en la bolsa de Chicago. Lógicamente mientras sean un puñado de cinco o seis compañías comercializadoras multinacionales las que manejen el mercado, a nuestros países y a los productores y consumidores de nuestros países solo les quedará aceptar las reglas del juego como son. Desde hace un tiempo en la Argentina se ha reflotado una vieja polémica sobre una virtual y posible intervención del Estado recreando la Junta Nacional de Granos (Colombres, 2011) Algunas organizaciones del agro afines al gobierno nacional y otras nucleadas en la Federación Agraria vienen instalando el debate de esta idea de proyecto que pretende una fuerte intervención Estatal y el otorgamiento de un tercio del negocio a las cooperativas. Como era de esperar, aquellos sectores que defienden el libre mercado, y que suponen en la libre competencia el mayor beneficio del productor se han opuesto radicalmente al proyecto. Desde el punto de vista de los datos expuestos, más allá de la grado de nostalgia del IAPI y la JNC que pueda suponerse y de las lamentables declaraciones de aquellos defensores del libre mercado, sería necesario ampliar la escala de la propuesta. En lugar de formar una Junta Nacional, se podría pensar en un organismo multilateral que nuclee a este gran productor mundial: el conjunto de los países integrados en la Cuenca del Paraná. Es necesario superar el intento del Mercosur como una forma de simple regionalismo abierto para dar paso a un nuevo orden de regionalismo. Regionalismo integrador, que logre una mejora del posicionamiento de nuestros países a la escala del mercado global, que tenga la capacidad de incidir con mayor peso frente a los avatares del mercado mundial. Si esa mejora se translada fronteras adentro, se nos estarán brindando nuevas oportunidades de producción. Así, será más lógico empezar a cambiar el rumbo del modelo de agricultura industrial, brindándole a a productores y consumidores otras alternativas a la hora de producir alimentos, de una manera sana y más sustentable. Al pensar en este proyecto de integración es inevitable la referencia a cierto slogan publicitario utilizado años atrás por el laboratorio Syngenta. (figura 1). Si de visión nostálgica se trata, no habría motivos para pensar a los defensores de la libre competencia y de el accionar de las multinacionales en el mercado interna, lo deban considerar como inadmisible. Figura 1 Mapa con la cuenca hidrografica del plata en el sur de Sudamérica.( arriba) y publicidad emitida por Syngenta en la que se ilustra el proyecto de generar una “República Unida de la Soja” Bibliografía Base IS – Repórter Brasil 2010 Los impactos socioambientales de la soja en Paraguay 2010. www.reporterbrasil.org.br / www.baseis.org.py Bonetto, A. A. and Wais I. R. 1989. 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