La totalidad de los síntomas - Academia de Homeopatia de Asturias

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LA TOTALIDAD DE LOS SÍNTOMAS
Cuando los síntomas no concurren a la formación de un caso,
cuando no logran dar la imagen de un conjunto identificable como
unidad, carecen de significado para el homeópata. Falta la noción
sumaria que permita conocer la ecuación personal del enfermo, vale
decir aquello que lo individualiza y separa de los que sufren
síntomas o enfermedades semejantes. No es posible curar con
criterios preconcebidos. Las enfermedades no son subproductos de
la medicina sino por el contrario ésta, como toda ciencia, registra
solamente los hechos y establece analogía de causas. Y dicha
analogía sólo puede ser establecida cuando se llega al concepto de
totalidad, es decir a la suma total de efectos de la misma causa.
Por eso, cuando se dice “no hay enfermedades sino enfermos”,
en realidad es un aforismo, lo correcto es señalar que hay
enfermedades y enfermos. La enfermedad carece de significado
como entidad abstracta cuando no se refiere a un determinado
organismo. La homeopatía pretende curar al paciente y no a una
cosa que sin él, no existe.
La desaparición de un síntoma o grupo de síntomas mediante
el tratamiento, no significa la curación de un enfermo. Es más, toda
medicación que provoque la anulación de los síntomas por los cuales
el paciente consulta, pero que no impide la aparición sucesiva de
otros síntomas nuevos, lejos de ser beneficiosa, conduce a este hacia
una mayor gravedad o incurabilidad de su mal.
La remoción de los síntomas solo puede ser curativa cuando
con ello se logra la restitución completa de la salud, es decir cuando,
como dice Hahnemann, la mejoría es total y duradera.
El médico que no logra captar la imagen de un todo en medio
de la diversidad de síntomas, tanto del paciente como del remedio
que por analogía debe aplicar, no puede conocer la imagen de la
enfermedad y, por ende, tentará a ciegas por un laberinto que no
conoce. Anulará por aquí un síntoma que provocará por ella la
aparición metastático de otro y así seguirá con su enfermo, a pesar
de haber curado los síntomas por los cuales concurrió.
La desaparición de la totalidad de los síntomas solo es real y
efectiva cuando ha desaparecido la raíz común que los origina y ésta
no puede ser, en el momento actual del enfermo más que una sola en
actividad: o Syphillis, o Sycosis, o Psora.
El organismo humano no puede tener dos enfermedades al
mismo tiempo.
Si es atacado por dos a la vez, la más fuerte suspende, durante
su evolución, a la más débil, cuando esta es de distinta naturaleza, y
la rechaza o destruye cuando es similar. Un enfermo con una
enfermedad aguda infecciosa o epidémica no puede contraer en el
curso de ella, ninguna otra enfermedad e incluso suspende la
evolución de su propia afección crónica.
El estudio de cada medicamento debe llegar a captar esa
totalidad, ese todo armónico que le confiere personalidad. Solo
entonces el médico podrá inteligentemente aplicarlo como la
contraparte de un cuadro con similar totalidad de síntomas. El
examen del enfermo debe propender al logro del mismo propósito:
Su individualización.
Aunque no es un fin en si mismo sino un medio, la
repertorización es el recurso más seguro. Pero ésta debe estar
siempre precedida por una fiel comprensión de ese substratum
personal que emerge de la totalidad de los síntomas y que constituye
como la nota o el tono central de una sinfonía o el motivo esencial
de una obra de arte.
La totalidad a que nos referimos, nada tiene que ver, por
consiguiente, con la totalidad numérica de los síntomas. De 15 o 20
síntomas de un paciente a veces solo 4 o 5 de ellos dan la imagen
activa de la enfermedad actual, vale decir, del miasma en actividad.
Captar esa totalidad, tanto en el paciente como en el medicamento,
equivale a percibir su respectiva individualidad”.
El maestro Paschero al referirse al medicamento Calc. Carb.
Dice: “Calc. Carb. es un medicamento trimiasmático con fondo
constitucional Pseudo-psórico, es decir, con la preexistencia
hereditaria de la pseudo-psora, pudiendo la Sycosis haberse
añadido por herencia o en el curso de la vida del enfermo”.
Durante la descripción de este medicamento, psudopsóricosycósico, Paschero nos habla de un tema que a veces nos enfrenta y
que no debería. Allí habla de los complementarios, que son remedios
que ha veces preceden o siguen a Calc. Carb. Y dice: “ Es
interesante y sugestivo conocer que los dos grandes
complementarios de Calc. Carb. son Sulphur y Nitric Acidum, el
primero antipsórico fundamental y el segundo remedio típico por
ser la transición entre la Syphilis y la Sycosis ( condilomas,
verrugas, etc., de Nitric Acidum) y por tener a Thuja como su gran
aliado.
… “ el conocimiento del movimiento de los miasmas es
necesario indiscutiblemente para conocer la dirección que un
enfermo puede tomar al desanudar a aquellos, con un remedio tan
profundamente actuante como Calc. Carbónica. Los cuadros futuros
en el cuadro sintomático, al ofrecer carácter de permanencia,
podrán establecer el predominio del miasma últimamente adquirido,
de acuerdo con la ley de la desaparición de los síntomas en el orden
inverso al de su aparición.
“ Su identificación hará desde luego más fácil y científica la tarea
de hallar el remedio que corresponda a ese momento del enfermo en
el que éste parece haber llegado a una situación de obstáculo.
“ El cuadro primitivo ha cambiado y estabilizado en una forma que
ya no corresponde al mismo medicamento. Necesario es inquirir
cual es la causa más que de ese cambio, de esa estabilización,
resistente al remedio primeramente eficaz.
“ Siendo los síntomas efectos de una misma causa, mientras ésta no
cambie, el remedio debiera ser el mismo con el solo requisito de
buscar la potencia adecuada. No siendo así, forzoso es convenir que
los síntomas han cambiado de naturaleza, que ya no obedecen a una
causa similar a la del remedio y que por lo tanto, éste deberá ser
distinto.
“Indudablemente que la selección debiera hacerse tomando solo en
consideración los síntomas que correspondan al miasma en
actividad actual, pero, aparte de que eso significa en muchos casos
prejuzgar con criterio de personal apreciación, observamos que en
estos tiempos, la conjunción de los tres miasmas, con el añadido de
un cuarto, el producido por la intensa y repetida medicación con
drogas masivas, han creado una mayor complejidad en la enorme
mayoría de los casos.
“ Discernir la prescripción miasmática en tales condiciones,
constituye un riguroso trabajo de riguroso análisis o de segura
percepción intuitiva, recurso, éste último, que trasunta la máxima
habilidad del médico.
“ Lo más seguro es prescribir por la totalidad de los síntomas
estables últimamente aparecidos, cuando estos concurran a la
formación armónica de una imagen definida, es decir, cuando
dichos síntomas se correlacionen en forma de un cuadro con lógica
trabazón entre sus partes tal como lo ofrecen los grandes
medicamentos de la materia médica. Ambos, paciente y
medicamento, como ya hemos dicho, deben tener personalidad, es
decir, deben poseer esa característica definida que haga de sus
respectivas imágenes una totalidad identificable, tal como ocurre
cuando conocemos la personalidad de un hombre por una suma de
detalles que nos hacen prever su conducta o sus reacciones. Y esto
lo podemos hacer a poco que tratemos de precisar la imagen de
cada uno de los medicamentos y procuremos extraer del enfermo, la
mejor y más completa historia clínica.
…” Sabemos que, el hecho de no sernos posible, por una u otra
causa, identificar un cuadro, no nos autoriza para transgredir la
lógica ni la verdad establecida científicamente de que un paciente
solo puede presentar la imagen de un solo y único medicamento.
“ Y sabemos también que el curso evolutivo de un enfermo debe ser
objeto del control más riguroso, sin lo cual la prescripción
homeopática será siempre ambigua y de precario beneficio, tanto
para el enfermo como para la información del médico”.
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