Capítulo II. Camino de Compostela

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“Camino de Compostela”
Capitulo II
DESDE PAMPLONA A LOGROÑO
No cabía duda de que eran sus sepulturas. Se quedaron horrorizados ante esa visión. Sin embargo,
había una explicación coherente y solo una persona sabría dirigírsela de forma inteligible a aquellos
dos adolescentes horrorizados. Esa persona era el obispo, que los miraba a ambos con la sola
intención de aclarar el motivo de su llamado.
-Vosotros, Carmiña y Pablo, sois descendientes de los protagonistas del misterio de Obano -aclaró el
Obispo.
-¡Lo conozco! Cuenta la leyenda que Felicia de Aquitania jacobea, a su regreso de Compostela,
renuncia a su vida de nobleza y decide quedarse en Amocaín para dedicar su vida a los pobres. Su
hermano, el duque Guillermo, al enterarse de tal decisión va a buscarla y furioso ante la negativa de
su hermana de volver a su patria, la apuñala y muere.
Al final, el duque se arrepiente y lleno de remordimientos, confiesa en Roma su pecado, por lo que le
imponen la pena de peregrinar a Santiago. Tras su regreso de la peregrinación, renuncia también a su
vida anterior y se queda en Obanos como penitente junto a la ermita de la Virgen, en el monte
Arnótegui. Más tarde, se convirtió en San Guillermo y la ermita se dedicó a su nombre. –explicó
Pablo con claro detalle.
-Vaya, Pablo, sabes mucho, pero ¿qué tiene eso de misterioso? Es una simple historia, una leyenda
entre tantas. –se cuestionaba Carmiña exigiendo una explicación.
-Eso tiene su explicación. –dijo una voz aguda tras una de las columnas que decoraban el lugar.
Una chica irrumpió en la escena, su cabello era largo de un tono cobrizo, sus ojos marrón oscuro
como el chocolate negro, sus labios pequeños y rosados, era de estatura baja y parecía ser una
adolescente como Carmiña y Pablo. Vestía ropas extrañas, como si llevase un disfraz, pero destacaba
en ella un tabardo con el símbolo de una cruz, igual a la de los ropajes del obispo, por lo que podría
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ser parte del personal de la iglesia. La chica, echándose el cabello hacia atrás para poder ver mejor a
los jóvenes y observándolos de arriba abajo con todo detalle, se dirigió a ellos con una reverencia.
-¿Quién eres tú? –preguntó Carmiña.
-¿Qué eres? ¿El ama de las preguntas? En fin, escuchad con atención. Yo me llamo Yasmin y, como
dijo el señor Obispo aquí presente, ustedes son descendientes de Felicia y Guillermo, osea que,
técnicamente, sois primos. Ahora que ya sabéis quienes sois, existen dos pruebas que lo muestran, en
vuestras espaldas tenéis una marca de nacimiento con forma de media luna. Vuestro destino está
escrito, habéis vuelto a nacer con un cometido y es resolver el verdadero misterio de esta leyenda. –
explicaba Yasmin caminando de un lado a otro buscando las palabras adecuadas.
-Exacto, yo no lo hubiese explicado mejor, ahora me corresponden a mí daros más detalles. Al
parecer, Felicia tuvo motivos para abandonar sus lujos y vivir como criada, y Guillermo tuvo
motivos para matarla. ¿Qué motivos? No se saben. Para eso están ustedes. Y una vez cumpláis con
vuestra misión, algo pasará, pero tampoco sabemos qué. O sea, a partir de aquí, vosotros dos, junto a
Yasmin, haréis el camino de Santiago. Recordaréis parte de vuestra vida pasada y buscaréis cualquier
pista relacionada con vuestros padres… Sin embargo, es posible que este viaje no sea tan simple.
¡Suerte, hijos míos! -el obispo, tras decir aquello, abandonó el lugar, dejándolos con una única pista:
“continuar el camino”.
Carmiña y Pablo, sin saber qué pensar, asintieron a sus palabras y ahí fue donde acabó su reunión.
Los tres, tras salir de la catedral, paseaban por la plaza de los Burgos charlando y conociéndose.
Como les rugía el estómago, fueron a un restaurante cercano llamado el “El Redín”, y Yasmin
agitando su bebida con la pajita, algo inquieta, se dispuso a hablarles de su secreto a aquellos dos
jóvenes.
-Carmiña, Pablo, yo… No pertenezco a esta época, mis ropajes no son un simple disfraz. Cuando
vosotros cumplisteis edad suficiente para realizar esta misión, fui atraída por una corriente espacio
temporal a esta época con la misión de ayudaros. En verdad echo de menos mi anterior vida.
Pertenecía a los caballeros templarios y, aunque me hacía pasar por varón y vivía como tal, mi vida
era divertida, por lo que quiero cumplir esta misión con el objetivo de volver a mi época. Pienso que
si llevamos a cabo nuestro cometido, encontraré la forma… Aunque, hay algo que ni el obispo ni yo
nos atrevimos a contaros, y es que, esta misión es peligrosa. Tras este misterio se esconde algo muy
valioso, y hay una secta satánica que intervendrá en nuestro camino con el objetivo de secuestraros
para utilizaros. Aun no sabemos qué buscan, y obviamente ni siquiera sabemos si nuestro afán por
resolver el misterio será como aquel famoso refrán “la curiosidad mató al gato”.
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-No te preocupes Yasmin, a pesar de que estamos asustados, y totalmente extrañados, creemos que la
mejor forma de hacer esto es continuar con calma, pareces una persona fuerte, y si tienes la misión
de ayudarnos, te lo agradecemos. Ahora, acabemos de comer y volvamos al hotel. –intentaba Pablo
poner calma a la situación con una amable sonrisa.
-¿Cómo? A ver, Pablo, estamos en un marrón, un misterio que estamos obligados a resolver, del cual
no se sabe ni las consecuencias. Una tía de ropas raras que va por ahí con una pesada espada, un
obispo que cree en la reencarnación ¿qué clase de broma es esta? –decía Carmiña, agobiada por la
situación.
-¡Escúchame Carmiña! Ya no somos críos. Piensa un poco y acepta la realidad. ¿Crees que estamos
bajo una cámara oculta? ¡Esto no es Gran Hermano! Saldremos de esta, volverás a casa y
continuaremos nuestras vidas sea como sea. Pero para eso tenemos que trabajar juntos y, puesto que
tenemos enemigos, no fiarnos de nadie más que de nosotros tres. Ahora, termínate la cena; suficiente
con que nos regalan el viaje, no seamos desagradecidos. –sermoneaba Pablo a Carmiña, buscando
que se relajase y se guiase por la coherencia.
Tras el sermón de Pablo, acabaron la comida en silencio, y volvieron a donde se hospedaban, el
“Hotel Perla”. A la mañana siguiente, recogieron sus cosas y pusieron rumbo a Puente la Reina,
donde siguieron hasta la plaza Consistorial. Vieron la fachada del Ayuntamiento, que poseía una
mezcla barroca y neoclásica. Continuaron por San Saturnino y recorrieron de punta a punta la calle
Mayor. Tras un paso peatonal avanzaron hasta la avenida del Ejército y entraron en la Vuelta del
Castillo, donde vieron un hermoso parque crecido en torno al baluarte defensivo de la Ciudadela.
Todo era impresionante, y de dos a tres días hicieron muchas cosas, pero lo que más les gustó fue ver
la iglesia de “San Saturnino” y su interior.
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-Oh, parece el interior de un castillo. –dijo Yasmin muy asombrada, observando el lugar con
atención.
-Sí, es muy bonito, pero, esta parte me suena mucho. –asentía Pablo algo pensativo.
- Pablo, la losa sobre la que estás se mueve con tu peso. Es raro porque cuando pasó Yasmin no se
movía. Ahí hay algo extraño –decía Carmiña asustada y algo temblorosa, mientras señalaba a los
pies del joven.
- Dejadme a mí. Tapadme, voy a ver que hay. –Yasmin sacó una herramienta con la que picó el
cemento de alrededor levantando así la losa que parecía moverse. Tras observarla con atención, había
un mensaje grabado detrás, aunque escrito en latín. La joven, que conocía bien el idioma, lo tradujo,
y decía así “Querido hijo y querida sobrina, si seguís por este camino, vuestras decisiones forjarán un
comienzo o un final, pasada esta puerta, no perdais la fe…”
- ¿Eso es una pista? Pues la tía no se ha enrollado tanto. –murmuró Carmiña observando la escena
con atención.
- No, no es ese el verdadero significado. Yasmin, colócalo todo tal y como estaba y Carmiña,
sígueme. - Pablo, corrió hasta la entrada de la iglesia, y ahí señaló a uno de los vitrales. –Mirad, se
repiten muchos colores, pero hay solo uno que no se repite, y es el azul. Si observamos que el cielo
también es azul, cuando la luz del sol le da al vitral, como por ejemplo ahora, se ve una letra “E”
algo pequeña y que señala una estrella dibujada en el siguiente cristal, ¿Cómo sigue el camino? –
pensaba en voz alta el joven atendiendo seriamente a aquellas pequeñas indicaciones.
-¡Claro! la E y la estrella, nos indica que debemos ir a “Estella”. –dijo Yasmin dando con la solución.
-Entonces ¿En serio eso era una pista? –preguntaba Carmiña algo desconcertada.
-Que sí… Vamos Carmiña, sigamos nuestro camino. Aún tenemos tiempo de viajar. –respondió
Pablo cogiéndola de la mano.
Cuando, por fin, después de correr tanto llegaron al hotel, empacaron todo y pusieron rumbo a
Estella. Cuando llegaron, se hospedaron en el albergue de “Los arcos”. A la mañana siguiente,
pasearon por las calles la Rúa, San Nicolás y Camino de Logroño, partieron por los rincones que
dieron vida a Estella, poblada por francos gracias al Fuero otorgado por el rey Sancho Ramírez en el
1090. Entre la Rúa y San Nicolás, encontraron a un lado el Palacio de los Reyes de Navarra, del siglo
XII y fachada porticada, y al otro la moderna escalinata que conduce a San Pedro de la Rúa, iglesia
de bella portada y mejor claustro que parece vencer las leyes de la gravedad. Salieron por la calle de
Zalatambor y siguieron de frente tras la rotonda. Después de la gasolinera se desviaron ligeramente a
la derecha y continuaron hasta Ayegui, antiguo señorío eclesiástico que posee su propio
ayuntamiento y que se encuentra físicamente ensamblado con Estella.
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Pero sin duda, lo que más les llamó la atención, fue el Palacio de los Reyes de Navarra y la iglesia
San Pedro de la Rúa.
En el “Palacio de los reyes” encontraron otra pista que decía así, “Hija mía, sobrino Pablo, el agua
riega la iglesia de nuestro San Pedro, sus aguas son el centro y el adorno de un cuidado y hermoso
jardín.” Aquella pista les condujo a la fuente en la que encontraron debajo, enterradas, dos llaves
antiguas con dos letras V y P, más la virgen que decoraba el jardín y apuntaba hacia la fuente, todo
hizo que en la mente de Carmiña se forme un solo título “Virgen del Poyo”.
Así fue cómo tras recorrer Estella, decidieron dirigirse a Torres del Río y, metidos en su cometido,
volvieron a emprender su viaje. Al llegar a la “Ermita de la Virgen del Poyo”, Yasmin se dio cuenta
de que estaba hecha de unos ladrillos muy peculiares, y había dos que eran de un tono diferente a los
demás, así que con la ayuda de Pablo, los picaron y dentro encontraron un medallón con forma de
media luna, igual que la marca de nacimiento de aquellos dos. Pablo abrió el medallón, y en su
interior, había una escritura que reflejada por el espejo del cristal de medallón decía: “Una sombra
se oculta de camino a Logroño, un camino distinto, un escalofrío que os marcará de por vida”.
“Ermita de la Virgen del Poyo”
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Los jóvenes, sin tener siquiera una ligera idea, volvieron al albergue y pasaron ahí la noche
planeando el camino hacia Logroño, y la hora de partida.
A la mañana siguiente, se despertaron con el cacareo de las gallinas, recogieron su equipaje y
emprendieron el camino a Logroño. Carmiña y Pablo estaban algo pensativos mientras Yasmin
miraba a diferentes lados alarmada. De repente, en su camino, quedaron ellos tres completamente
solos y se dieron cuenta de que algo no andaba bien. No había nadie en las calles, no escuchaban ni
un murmullo y, en el momento menos oportuno, apareció una sombra que recitaba algo en un
extraño y desconocido idioma. El aire se notaba pesado, su aura era muy oscura. Sin duda, era uno
de sus enemigos, pero se notaba que aquello no era humano. Yasmin estaba a punto de lanzarse al
combate cuando Carmiña y Pablo la detuvieron y, señalando a aquel señor de túnica negra, dijeron a
la vez.
-¿Obispo?
CONTINUARÁ
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