La respiración consciente

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 La respiración consciente Un método hacia la liberación de la respiración natural y hacia el reconocimiento de la Esencia Respiratoria por Maytilli Devi ALGUNAS CONSIDERACIONES PRELIMINARES RESPIRACIÓN NATURAL – RESPIRACIÓN CONSCIENTE El cuerpo sabe mucho más de respiración de lo que nuestra conciencia pueda alcanzar a entender en toda una vida. Tiene de su parte la sabiduría milenaria de la especie, la información innata que hace que nadie tenga que enseñarle a conectarse al aire; eso simplemente ocurre, y de eso depende nada menos que nuestra supervivencia. Es evidente entonces que, para liberar la respiración, hay que apelar a esa sabiduría innata, aprender a captar el núcleo más íntimo del gesto respiratorio espontáneo, y basándose en su verdad ir disolviendo –de manera paciente y progresiva– las capas de tensión muscular que mantienen actualmente una actitud respiratoria pobre e ineficiente. El primer aprendizaje consiste en lograr observar la respiración espontánea. Observar sin intervenir es una de las tareas más difíciles. Las técnicas propuestas en este método tienen justamente carácter de entrenamiento para alcanzar ese umbral, desde una atención despierta y relajada, aprendiendo a observar sin que intervenga el anhelo de control. Gracias a visualizaciones guiadas y movimientos específicos estimularemos patrones respiratorios profundos que están latentes, ante los cuales comúnmente quedamos gratamente sorprendidos; invitaremos a la conciencia a reconocer y asimilar las estrategias musculares que sostienen esos patrones. En función de la tendencia instintiva del organismo a la homeostasis, será siempre más natural que nuestra intención se base en esas estrategias anteriormente ignoradas para promover la respiración consciente. Así, progresivamente podremos deshacernos de las viejas e ineficientes pautas con las que la voluntad intentaba forzar el organismo a ir en contra de su propia verdad. Se abrirá delante nuestro un mundo inmensamente rico. El organismo develará la sabia energía que lo anima, que se ha densificado para hacerse cuerpo. RESPIRACIÓN Y SISTEMA NERVIOSO NEUROVEGETATIVO La respiración es una acción automática, y es la máxima prioridad en nuestro organismo. El movimiento de la respiración automática es tan imperceptible, tan suave, que no nos damos cuenta de él. En realidad tenemos un mínimo control sobre el proceso respiratorio ya que está controlado por el centro de la respiración del sistema nervioso autónomo parasimpático. Pero, cuando voluntariamente interferimos con la respiración, los impulsos nerviosos generados en la corteza cerebral como resultado de nuestra intención pasan por alto el centro de la respiración e imitan el accionar del control muscular voluntario. La voluntad que interfiere con la respiración está disociada de la dinámica respiratoria automática regida por el parasimpático y normalmente basa su estrategia muscular en los mecanismos de “lucha y huida” del sistema simpático. Recurrimos inconscientemente a las memorias de estados de estrés para llevar a cabo una respiración consciente: levantar el diafragma, subir los hombros, desplazar el cuello hacia delante, apretar la mandíbula, etc. Paradójicamente, se utiliza el sistema nervioso simpático para intentar activar el sistema nervioso parasimpático. Cuanto más se intenta respirar naturalmente, más tensión se acumula. La gran mayoría de quienes necesitan interferir con la acción respiratoria por razones profesionales –cantantes, locutores, deportistas, yoguis, artistas marciales etc.– no son conscientes de esta realidad. En general, el aprendizaje del control de la respiración no toma en cuenta la sabiduría del gesto espontáneo o bien no sabe cómo respetarlo, como ampliar el caudal de aire sin forzar músculos, vértebras y articulaciones. Al recurrir inconscientemente a los parámetros de la “lucha o huida” se va en contra de la lógica corporal, entorpeciendo el movimiento y a la larga creando tensiones musculares, desviaciones vertebrales e incluso lesiones. En algunos casos, el automatismo puede haber tomado tanto el control de la acción que parece imposible corregirla. Es común buscar la causa en las limitaciones de la genética o de la edad; una vez más, en el cuerpo. Esta actitud persiste aún en la práctica Yoga, porque nace del arraigado paradigma disociativo entre mente y cuerpo, al cual queremos domar y corregir desde afuera, en lugar de aprender de su sabiduría y aprender a moverlo desde adentro, en sintonía con su realidad más profunda. La clave para activar intencionalmente el sistema nervioso parasimpático es recuperar la capacidad de atención y aumentar la autopercepción. Para percibirnos claramente necesitamos ser capaces de experimentar aquella parte o dimensión de nosotros que se caracteriza por su sosiego y bienestar y que está libre de toda tensión innecesaria, a partir de ese momento aumenta la libertad perceptual. Las energías otrora bloqueadas en viejos patrones recuperan la libertad de responder a las necesidades y posibilidades reales del momento presente. Entonces descubriremos la extraordinaria capacidad conque cuenta el organismo humano para percibirse desde su interior; de allí en más iniciará un aprendizaje hacia nuevas y mejores formas de funcionar. RESPIRACIÓN Y MOVIMIENTO Si logramos reconocer la actitud respiratoria dictada por el sistema nervioso parasimpático –y consecuentes actitudes musculares– y ponerla en el centro de las acciones posturales que se están llevado a cabo durante un movimiento, con el tiempo nos daremos cuenta de que esa elección es, en realidad, la conditio sine qua non para que la acción se ejecute de manera óptima. Esta evidencia es muy válida en la práctica del Yoga, los artes marciales, el canto, la danza, y toda actividad que implique intervención consciente de la respiración y un despliegue energético mayor que la mera supervivencia. La correcta ejecución del movimiento o el correcto despliegue de una postura depende en gran parte de la elección respiratoria, es decir de la orden que le damos al cuerpo desde el impulso respiratorio. No olvidemos que este impulso, aunque sea minúsculo e imperceptible para la conciencia, siempre va a implicar concatenaciones entre decenas de músculos, vértebras y articulaciones. Además el impulso determina el flujo de la energía en diferentes direcciones. Por ejemplo, en la práctica del Yoga: si al ejecutar una postura de equilibrio nos tensionamos, bloqueamos la respiración y subimos el diafragma, estamos dirigiendo la energía hacia arriba, lo cual es antitético con la necesidad de enraizarnos que exige tal postura. Es importante entender que la sabiduría del sistema autónomo puede volver a imponerse en la elección del gesto muscular de nuestras inhalaciones y exhalaciones, aun cuando éstas tengan que seguir la exigencia de la acción que queremos llevar a cabo. Es entonces cuando nuestra voluntad, o mejor dicho nuestra intención, se alía con el cuerpo, comprende su dinámica y la sigue para llevar a cabo la acción de manera eficiente. RESPIRACIÓN Y EMOCIONES Es fácil observar que la respiración es inmediatamente modificada por los estados emocionales y que cada emoción está acompañada por un patrón respiratorio: pensemos en la acción del miedo que paraliza, la alegría que expande el tórax, la ansiedad que eleva las clavículas tensando el cuello… Es muy común además que, en cada individuo, un determinado patrón emocional de fondo haya tomado el control de la propia autoimagen, infiltrándose en todo lo que piensa y siente, en sus patrones posturales y respiratorios. Cada acción respiratoria consciente e inconsciente partirá de la energía de esta emoción. Sin darse cuenta, estará utilizando los patrones musculares relacionados con esa emoción, perpetuándola. Para permitir que la respiración esté libre, debemos liberarla de las motivaciones y restricciones inconscientes de nuestra autoimagen. Cuando permanecemos en la respiración sosegada del sistema parasimpático, tenemos la oportunidad de captar las tensiones ocultas y de reconocer las emociones que las alimentan. Este reconocimiento, y la posibilidad de percibir otras opciones respiratorias que nos sugiere el organismo relajado, nos va liberando de la emoción subyacente. De hecho, no es posible liberarse definitivamente de emociones negativas sin haber aprendido a neutralizar su control sobre la actitud postural respiratoria adoptada por el organismo. La sensopropiocepción es el camino más preciso hacia no sólo la liberación de la respiración profunda, sino además de nuestro mundo interior, nuestra psique. El cuerpo se hace espejo y “densifica” la percepción de la respiración, descodificándola como información de nuestro mundo emocional. Cuando somos capaces de reconocer y disolver esos nudos de informaciones emocionales y a la vez musculares crónicos, podríamos experimentar una liberación psíquica definitiva de patrones perimidos. RESPIRACION Y ESQUEMAS MENTALES El estudio profundizado de la respiración agudiza la percepción del organismo como sistema funcional. El objetivo principal de esta agudización no es meramente la adquisición de habilidades técnicas, más bien es la formación de un nuevo paradigma acerca de la relación del ser con su propio organismo microcósmico –su propio cuerpo– y el organismo macrocósmico –la sociedad, el medioambiente, la vida–. Observado profundamente y respetado en su dinámica, el cuerpo puede educar la conciencia en una percepción multidimensional de la cual, en general, carece. Como en el ejemplo de la respiración, concebimos y comandamos una acción de manera secuencial, sin respetar la inteligencia estratégica del cuerpo: inhalamos yendo hacia el aire sin dejar que el diafragma baje, no logramos entender que para llenar los pulmones debemos al mismo tiempo vaciarlos. De manera similar, estamos erguidos sin buscar una adecuada proyección hacia el piso, caminamos sin advertir la necesaria oscilación entre una pierna y la otra. Empezando a percatarnos de esta realidad, nos educamos en concebir la necesaria coexistencia de dinámicas opuestas: bajar para subir, ir a la derecha para poder avanzar con la izquierda, vaciar para llenar… Estas acciones tan naturales para el cuerpo no son tan fáciles de concebir para la conciencia, por eso más del 80% de las acciones corporales están en mano del instinto, pero en acciones guiadas por la voluntad, esta amnesia somática termina generando estragos: durante el aprendizaje de cualquier técnica, si no está clara la dinámica personal e inconsciente del propio instrumento, se puede arruinar un talento innato, esto se ve a menudo en el inadecuado rendimiento artístico o deportivo. Si se deja educar en un nuevo paradigma, la consciencia estará inducida a valorar la sabiduría multidimensional de las funciones orgánicas y la interconexión entre las partes. Una vez adquirida, esta sensibilidad termina modificando los mismos procedimientos cognoscitivos por una concepción multidimensional de la realidad global, que a su vez modificarán la experiencia del espacio, del tiempo, la relación con los demás seres e incentivarán la búsqueda de un sentido más profundo de la propia existencia. RESPIRACIÓN Y ESPIRITUALIDAD Dado que la respiración es el canal directo de la vida en nuestra existencia, los ritmos de la respiración se encuentran en el centro mismo de nuestra vida física, emocional y espiritual. A través de la experiencia sensorial de estos ritmos podemos despertar nuestra sensibilidad y conciencia interior, para comenzar a abrirnos a nuestros poderes sanadores, reconociendo el poder creativo de la misma naturaleza. Aprender a escuchar el continuo fluir de información que nos suministra nuestro cuerpo nos invita a alejarnos de los espejismos inconscientes mentales y emocionales, que nos impiden fluir en la existencia de manera sana y armoniosa. Fortalecidos por la experiencia orgánica del flujo vital de naturaleza universal que nos atraviesa y nos anima, podemos empezar a desmantelar el paradigma de separación y aislamiento que impera actualmente en la mente de la especie humana. Tendremos la oportunidad de reconocer la gracia e inteligencia del cosmos del que somos parte, vislumbrando el poder que implica estar centrados en lo que ES. 
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