La mayoría de horas de nuestra vida la ocupamos en

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Edición N° 8 setiembre 2009
La mayoría de horas de nuestra vida la
ocupamos en nuestro centro laboral, de
allí que se diga que nuestros compañeros
de trabajo son como “UNA SEGUNDA
FAMILIA”. Oficialmente y de acuerdo a ley
trabajamos 8 horas diarias, salvo algunas
situaciones especiales como cuando
hacemos sobretiempo, siempre que sea
necesario, y así cuando nos damos
cuenta, ya hemos permanecido más de 10
horas diarias en la oficina. De la misma
manera lo hacen los “colaboradores” de
PETROPERÚ (practicantes, secigristas,
locadores de servicio, etc.), quienes
aunque no tienen vínculo laboral, prestan
sus servicios varias horas alejados de sus
respectivos hogares.
Es así que el trabajador promedio de décadas anteriores llegaba al trabajo de
lunes a viernes y cumplía sus labores en lapsos de ocho o nueve horas. El lugar
de trabajo y el horario estaban especificados claramente. Ahora esto ya no
ocurre con un gran segmento de la fuerza laboral. Muchos trabajadores al salir
de la oficina siguen coordinando sus actividades, concertando citas,
supervisando acciones, enviando y requiriendo información, es decir siguen
trabajando.
Incluso cuando se trata de organizaciones mundiales, “su mundo nunca
duerme”. La necesidad de consultar a colegas o clientes que están a 8 ó a 10
zonas horarias de diferencia, implica que muchos empleados de las compañías
globales estén “de guardia” las 24 horas del día.
Por otro lado, la tecnología de las comunicaciones permite a los trabajadores
realizar su trabajo en casa, en el auto o en la playa misma. Así, muchas
personas que ocupan puestos técnicos y profesionales hacen su trabajo en
cualquier momento y lugar.
Ante este escenario, es lógico que muchos trabajadores sientan que la línea
entre el tiempo de trabajo y el tiempo libre se ha vuelto delgada, lo que puede
producir en muchos casos conflictos personales y estrés.
Llega un momento en que los trabajadores se dan cuenta de que sus labores les
quita horas para dedicarlas a sus seres queridos, a su desarrollo intelectual, a
sus hobbies, es decir a su vida personal, lo que les produce descontento.
Edición N° 8 setiembre 2009
Aparece el ya conocido “trabajólico”
quien equivocadamente puede ser
visto como un modelo de trabajador
o ejecutivo ideal, puesto que él
siempre está dispuesto a trabajar
más que cualquier otro, siempre está
presente en la oficina y totalmente
dedicado a su trabajo. El trabajólico
considera que es leal a su empresa
cuando es capaz no solo de entregar
toda su carrera profesional a ella,
sino también su vida misma.
Sin
embargo
este
tipo
de
trabajadores desarrollan en algún
momento de su vida, un sentimiento
de vacío e inconformidad, que
muchas
veces
les
produce
depresión o estrés.
Actualmente se han realizado algunos estudios que revelan que los
empleados quieren trabajos con horarios definidos para que manejen mejor
sus conflictos personales. Sin embargo, con la fuerte competitividad que
existe en el mundo laboral, se exige al trabajador una capacidad de
aprendizaje continua y de adaptación a los permanentes cambios
tecnológicos, por lo que éste tiene que luego del horario habitual de
trabajo, considerar unas cuatro horas adicionales a su preparación
intelectual y técnica tanto en academias, universidades, institutos para
asumir mayores retos laborales o mayores exigencias, lo que sumado al
horario de trabajo equivale más de 15 horas alejados de su hogar.
La mayoría de los estudiantes que están a punto de egresar de las
universidades consideran que uno de sus principales objetivos laborales
es conseguir un equilibrio entre su vida personal y laboral. Quieren tener
“una vida” aparte de su trabajo. Las organizaciones que no ayudan a su
personal a establecer este equilibrio tendrán cada vez más dificultades
para atraer y retener a los empleados más capaces y motivados.
Últimamente se conoce que trabajadores y ejecutivos dan prioridad a un
clima laboral favorable, frente a un puesto jerárquicamente más alto pero
más expuesto a conflictos y presiones.
Por ello aparece una variable de suma importancia en el trabajo, la
satisfacción personal; la única manera de tener éxito es haciendo lo que a
uno le gusta hacer y para lo que tenemos facilidad o aptitud natural, esta es
la clave definitiva para poder hacer, con gusto y fuerza durante muchas
horas a la semana, un trabajo que genere valor, resultados y, además,
brinde satisfacción personal.
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La satisfacción personal que tendrá un trabajador consistirá en que será
capaz de conjugar su pasión por el trabajo y mantener aún una vida personal
equilibrada y saludable.
Generalmente la satisfacción laboral conlleva a una satisfacción personal.
Una persona muy satisfecha, en términos laborales, adopta actitudes
positivas en su trabajo, tiene una mayor predisposición de hacer bien las
cosas, mientras que una persona insatisfecha con su trabajo adopta
actitudes negativas respecto a éste.
En una encuesta denominada “Etica y el Lugar de Trabajo”, llevada a cabo
en EE.UU., por la empresa Deloitte, en el año 2007, el 91% de los adultos que
trabajan manifestaron que era más probable que los empleados se
comporten de una manera ética en el trabajo cuando tienen un buen
equilibrio trabajo-vida, que no va siempre con un tema de nivel
remunerativo. Por otro lado, el 65% de empleados encuestados manifestó
que la insatisfacción en el trabajo es una de las razones principales por las
que las personas toman atajos inmorales o decisiones poco éticas.
En el caso de los jefes, las empresas requieren no solo personas
involucradas en cumplir las metas, sino líderes capaces de guiar al equipo,
inspirar sueños y facilitar a otros a cumplir los suyos. Líder es aquel capaz
de influir en un grupo para que consiga sus metas.
Para lograr cumplir estos roles, los jefes y gerentes necesitan
fundamentalmente del equilibrio y la paz interna que trae una vida completa
y enriquecida por valores éticos. Sin ellos, es decir con solo la ambición o la
remuneración como factores de motivación, nos encontramos frente a los
llamados “jefes o gerentes – cáscara”, trabajadores vacíos por dentro y,
sobre todo, sumamente vulnerables ante el estrés, las crisis o los
“fracasos”.
La relación entre estrés y desempeño
puede compararse con las cuerdas de un
violín. Cuando la tensión de las cuerdas
es muy poca o excesiva, no producirán
buena música. Igual que con las cuerdas
de un violín, si la tensión de un empelado
es muy poca o demasiada, su desempeño
tenderá a deteriorarse.
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Disyuntiva ética: ¿Cuál es el equilibrio correcto entre trabajo y vida personal?
Cuando consideramos los conflictos de familia y trabajo, en general
pensamos en los empleados de los niveles inferiores de la organización.
Pero una encuesta reciente entre 179 directores ejecutivos reveló que
muchos de ellos tienen problemas con este asunto.
Casi todos estos directores ejecutivos aceptaron que habían cedido mucho
y seguían cediendo para llegar a la cima de sus organizaciones. En general
están cansados de los viajes continuos y extenuantes a que los obliga su
trabajo, para no hablar de las 60 horas hábiles semanales. Sin embargo, casi
todos pensaban que llegar a su puesto en la dirección ejecutiva había valido
todos los sacrificios que tuvieron que hacer.
Jean Stone es directora ejecutiva y presidente de Dukane Corp., fabricante
de equipo de comunicaciones electrónicas con sede en Illinois. Stone se
define como una persona muy orientada a los logros, está muy dedicada a
su trabajo y admite que perdió de vista su vida personal. Hace poco se
divorció después de 10 años de matrimonio y acepta que “algunos de los
factores fueron las presiones del trabajo y la carrera”.
¿Cuánto énfasis en el trabajo es demasiado? ¿Cuál es el equilibrio correcto
entre el trabajo y la vida personal? ¿Cuánto estaría dispuesto a ceder para
ser el director ejecutivo de una compañía importante? Si ya ocupara ese
puesto, ¿Qué responsabilidades éticas, si las hubiera, cree que tendría para
ayudar a sus empleados a equilibrar sus obligaciones laborales y familiares?
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♦ Incluir los asuntos del trabajo y la
familia como fundamentales dentro de las políticas de la
empresa y comunicar esa importancia a los trabajadores.
♦ Conocer las exigencias familiares de los trabajadores y
estudiar con cada persona la mejor manera de afrontar esas
situaciones.
♦ Hacer ver a las personas la necesidad de
alcanzar este equilibrio y escuchar sus
inquietudes.
♦ Ser flexibles.
♦ Proponerse metas concretas.
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ESTRUCTURA DE LA CETI
Presidente
Teófilo Casas Rivas
Representante del Colegio de Ingenieros del Perú
Miembro
Germán Grajeda Reyes
Representante de la Universidad Nacional de Ingeniería
Miembro
Alberto Martínez Llanos
Representante del Colegio de Abogados de Lima
Secretaria Ejecutiva y Asesora
Elizabeth Katherine Cavagneri Otiniano
Practicante Profesional
Patricia Medina Cerrón
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