Año 2006, Volumen 22 nº 6 Redacción: CADIME Escuela Andaluza de Salud Pública. Cuesta del Observatorio, n.º 4 Aptdo. 2070. 18080 Granada. España. Tfno. 958 027 400, Fax 958 027 505 www.easp.es e-mail: [email protected] EN ESTE NÚMERO … 1 • Utilización de medicamentos Tratamiento de la pubertad precoz Existe un aumento del número de casos de pubertad precoz que, sin tratamiento adecuado, pueden ocasionar consecuencias graves para los afectados. El Boletín Terapéutico Andaluz (BTA) es una publicación bimestral, que de forma gratuita se destina a los sanitarios de Andalucía con el fin de informar y contribuir a promover el uso racional de los medicamentos. Este boletín es miembro de la Sociedad Internacional de Boletines Independientes de Medicamentos (I.S.D.B.). Utilización de medicamentos Tratamiento de la pubertad precoz RESUMEN ANDALUZ Boletín Terapéutico Depósito Legal: GR–356–1984. ISSN 0212–9450. Año XXI, n.º 158 Noviembre-Diciembre 2006, Franqueo Concertado 18/30 1 Se ha observado un aumento del número de casos de pubertad precoz en los últimos años y se ha sugerido que puede deberse a múltiples causas: mejor calidad de vida, factores medioambientales (exposición a sustancias químicas), o aporte exógeno de hormonas sexuales. Se entiende que existe pubertad precoz cuando el desarrollo sexual se inicia antes de los 8 años (en niñas) o antes de los 9 años (en niños). Junto a las consecuencias negativas que puede comportar sobre el crecimiento, ocasiona importantes implicaciones psicológicas y sociológicas para el paciente y su entorno. Resulta diez veces más frecuente en niñas que en niños y mayoritariamente se debe a una activación prematura de los precursores hormonales del SNC, que en un pequeño porcentaje de los casos es consecuencia de lesiones neurológicas. El diagnóstico se orienta a establecer su etiología para instaurar un tratamiento adecuado (farmacológico o quirúrgico). Entre los medicamentos más empleados se encuentran los agonistas de la gonadorelina, administrados a intervalos mensuales; si bien, en determinadas ocasiones pueden estar indicados otros fármacos. INTRODUCCIÓN Desde hace un siglo, el desarrollo sexual se inicia a una edad cada vez más temprana. Así, en los EE.UU., la edad de la primera menstruación se ha ido adelantando dos meses cada 10 años hasta 1950. Estos cambios parecen deberse a las mejores condiciones de vida, especialmente en cuanto a nutrición y salud (1); si bien, existen variaciones en cuanto a la etnia, localización geográfica y factores medioambientales. Incluso se ha sugerido que la exposición a sustancias químicas derivadas de los estrógenos (productos para el pelo) o que imitan los efectos fisiológicos de éstos (disruptores estrogénicos) presentes en ciertos plásticos e insecticidas, podrían estar implicados como causantes del desarrollo sexual prematuro (2). La pubertad precoz (PP) se define como la aparición de signos puberales antes de los 8 años en niñas y previa a los 9 años en varones. En ocasiones es un fenómeno de presentación familiar, estimándose que existen antecedentes en un 1% de las niñas y en un 5% de los niños (3). En nuestro país, los casos de PP se han elevado, estimándose que su incidencia es de 1/5.000-1/10.000 neonatos vivos, siendo más frecuente en las niñas que en los niños (en proporción 10:1 ó 20:1) (3-5). En el 95% de las niñas se presenta la forma idiopática, mientras que el 40-50% de los niños presentan pubertad precoz de causa orgánica (3,5). Como posibles causas se citan la mayor presencia de población inmigrante iberoamericana (en los que la pubertad precoz es más frecuente) y mayor número de adopciones; y, además, el exceso de peso en la población infantil española puede influir para que el inicio sea más temprano (4). Recientemente un estudio realizado en Dinamarca ha puesto de manifiesto que los niños adoptados, con excepción de los procedentes de Corea, presentan un riesgo entre 15 y 20 veces mayor de desarrollar pubertad precoz que los niños daneses. El riesgo afecta tanto a niños como a niñas y especialmente a los mayores de 2 años. La adop- ción a edad avanzada aumenta el riesgo de inicio prematuro de pubertad, lo que sugiere una marcada influencia de factores ambientales (6). En estos pacientes, la PP puede inducir problemas físicos (precocidad en la maduración sexual y ósea, aumento de la velocidad de crecimiento, disminución de la talla adulta), y también trastornos psicológicos. La adolescencia es una etapa de transición psicosocial, pero cuando la pubertad se instaura a edades tempranas (antes de los 8-9 años) es más difícil de afrontar, siendo las consecuencias más importantes para el paciente la conciencia de su diferencia física y psíquica, la tendencia a la inseguridad, la introversión, la falta de concentración y las alteraciones de conducta (1,4). FISIOPATOLOGÍA Durante la pubertad aparecen los caracteres sexuales secundarios, aumenta la velocidad de crecimiento hasta alcanzarse la talla final y la capacidad de fertilidad y reproducción (ver figura 1). Estos cambios son consecuencia de la activación del eje hipotálamo-hipofisario-gonadal, que origina la secreción de la hormona hipotalámica liberadora de las gonadotropinas o gonadorelina (LHRH o GnRH) que a su vez induce un aumento en la síntesis y secreción de gonadotropinas adenohipofisarias (luteinizante o LH y foliculoestimulante o FSH), con la consiguiente estimulación de la secreción de esteroides sexuales gonadales, en el ovario o en el testículo. Además, se produce un aumento de la talla lineal, debido a un incremento de los pulsos fisiológicos de la hormona del crecimiento, y una aceleración de la maduración ósea (por acción de las hormonas gonadales) que condiciona la calcificación y cierre de las epífisis distales de los huesos largos a los 17-18 años (3,7). En el 95% de las niñas, la edad de aparición de los caracteres sexuales es entre los 8,5 y los 13 años, y entre los 9,5 y los 14 años en los niños (3). Básicamente, se distinguen 2 tipos de PP, aunque en ocasiones ambos pueden coexistir (3,5,7-9): – Central o completa, también llamada PP verdadera, es siempre isosexual (coincidentes con el sexo genético), depende de la activación de la gonadorelina y, consecuentemente, de todo el eje hipotálamo-hifosario-gonadal. Resulta diez veces más frecuente en niñas que en varones, apareciendo usualmente con carácter esporádico. Puede ser secundaria a tumores, malformaciones y otras lesiones del SNC o debida a factores no identificables (idiopática). Se estima que en el 70-90% de los casos es idiopática, siendo más frecuente en niñas; mientras que en niños, las lesiones del SNC (especialmente tumores) resulta la causa más frecuente. 22 Bol Ter ANDAL 2006; 22 (6) – Periférica o pseudopubertad precoz, no depende de las gonadotropinas ya que el aumento en la secreción de esteroides no está mediado por el SNC, sino que se producen de forma autónoma. El desarrollo de los caracteres sexuales puede ser isosexual o heterosexual. Entre sus causas se encuentran: tumores (secretores de gonadotropina, suprarrenales, hepatomas, quistes o tumores ováricos, testiculares, etc.), enfermedades de origen genético (hiperplasia adrenal congénita), o yatrogenia, por administración de hormonas sexuales: estrógenos, andrógenos o anabolizantes. Además se dan otras situaciones consideradas como variantes normales del desarrollo puberal. En la adrenarquia o pubarquia precoz se produce el desarrollo aislado de vello pubiano, axilar u olor apocrino sin otra evidencia de maduración. La telarquia precoz, con el crecimiento del tejido mamario, especialmente en niñas, requiere controles periódicos para detectar su posible evolución a PP central, aunque en general es de origen benigno y tiende a desaparecer espontáneamente, sobre todo si ocurre en niñas por debajo de los 2 años. La menarquia prematura resulta mucho menos frecuente, apareciendo episodios de sangrado vaginal con ausencia del desarrollo de otras características sexuales secundarias (3,5,8). DIAGNÓSTICO El diagnóstico de la PP está destinado a establecer su origen (central o periférico) o si se trata de una variante normal. Ha de determinar su causa exacta, valorar la maduración esquelética (edad ósea) y los efectos psicosociales que puede comportar (3). – Diagnóstico clínico. En los niños, tanto en la PP verdadera como en la periférica, aparece el vello facial, axilar y púbico, junto al aumento del tamaño del pene. La palpación y calibración del volumen de ambos testículos puede ayudar a establecer si es de origen central (> 4 mm) o periférico (< 4 mm). En niñas se considera precoz la formación del botón mamario o vello pubiano antes de los 8-8,5 años, o la menarquia antes de los 9,5 años (1,3). El patrón de crecimiento de estos pacientes se caracteriza por una aceleración precoz (desde los 2 años), que puede ser una clave adicional para el diagnóstico (10). – Datos de laboratorio. La medición de los valores hormonales en sangre (testosterona en niños o estradiol en niñas) puede ayudar a determinar el estadío de la pubertad (8,9,11). Aunque para ayudar a establecer el origen de la PP, la prueba más útil es medir los niveles basales de FSH y LH, tras realizar el denominado test de estimulación de la gonadorelina (LHRH), administrando esta hormona vía IV o un agonista (leuprorelina). Un incremento de los niveles de FSH muy superior a los de LH sugiere un estado prepuberal. Cuando predomina la respuesta de la LH con respecto a la FSH, es indicativo de un origen central. Cuando las concentraciones de gonadotropinas están suprimidas y los esteroides sexuales (estradiol o testosterona) aumentados, podría tratarse de una PP periférica (3,7-9,11,12). Dependiendo de la etiología sospechada, o para excluir otras causas, se pueden determinar: prolactina, hormonas tiroideas (TSH, T4), hormona del crecimiento (GH), somatomedina C (IGFI); realizándose estudios genéticos y familiares en casos seleccionados (hiperplasia adrenal congénita, testotoxicosis, síndrome de McCune-Albright); y otros marcadores tumorales en determinados tumores secretores (3,9,11). La medición de los valores aislados de LH, FSH o estradiol por sí solas, no establece la existencia de PP, por lo que el diagnóstico también depende de la presencia de los signos clínicos (ver tabla 1). En los casos en que el diagnóstico es incierto, se aconseja realizar un seguimiento durante un periodo de 36 meses (9). – Técnicas de imagen. La radiografía de la mano permite determinar la edad ósea, y la eficacia de los posibles tratamientos. Las radiografías del cráneo pueden ayudar a detectar lesiones del SNC; mientras que la resonancia magnética nuclear permite diagnosticar lesiones silentes del SNC (tumores o hamartoma). La ecografía abdominal y pélvica puede poner de manifiesto la existencia de tumores abdominales y masas o quistes ováricos; además, también posibilita medir el útero, volumen de los ovarios, y diferenciar la existencia de epitelio proliferativo (3,11). TRATAMIENTO CON ANÁLOGOS DE LA GONADORELINA El tratamiento de la PP deberá ser etiológico, y tiene como objetivos: suprimir la función gonadal (de forma selectiva y efectiva), detener el desarrollo de los caracteres sexuales secundarios, evitar las menstruaciones (si existen), frenar la maduración ósea acelerada y alcanzar una talla final normal y, proporcionar al paciente y a su familia el apoyo psicológico adecuado (3,8,9,12). Un aspecto de especial importancia radica en que los efectos del trata- DIAGNÓSTICO DE LA PUBERTAD PRECOZ CENTRAL Datos clínicos Datos bioquímicos – Signos de activación del EHHG en niñas < 8 años y en niños < 9 años de edad Aumento de la secreción de LH, basal o estimulada – Estado de la mama ≥ 2 y volumen uterino aumentado en niñas (diámetro longitudinal ≥ 3,6 cm) – Volumen testicular ≥ 4 ml, en niños – Velocidad de crecimiento aumentada – Edad ósea > 2 DE sobre la edad cronológica – Síntomas adicionales (hemorragia menstrual y/o descargas vaginales, en niñas; acné, piel grasa, erecciones y eyaculaciones nocturnas) (#) (#): Son síntomas indicativos, pero no diagnostican específicamente PP; EHHG: eje hipotálamo-hipofisario-gonadal; LH: hormona luteinizante; DE: desviación estándar Tabla 1. Tomada de 9. miento sean reversibles tras su interrupción, y que estén exentos de toxicidad durante largos periodos de tiempo. El tratamiento se mantendrá hasta que se considere que la edad ósea, la edad cronológica y la madurez psicológica son adecuadas para reinstaurar la pubertad. Los fármacos empleados varían según la etiología de la PP (3). La utilización de medicamentos constituye una parte fundamental del tratamiento de la PP central (ver tabla 2). De hecho, el tratamiento quirúrgico de las causas orgánicas (tumores, quistes, etc.) no siempre se acompaña de una completa regresión del desarrollo puberal (9). Desde inicios de los 80, los agonistas de la gonadorelina (GnRH o LHRH) constituyen el tratamiento de elección de la PP central. Su administración continuada induce una fase inicial de estimulación y luego origina una insensibilización pituitaria deteniendo la secreción de LH y FSH, lo que produce una marcada inhibición de la actividad gonadal y la regresión de los síntomas clínicos. La eficacia del tratamiento radica en mantener constantes los niveles de medicamento, por lo que se emplean presentaciones depot, lo cual además podría mejorar el cumplimiento. Los fármacos más empleados en nuestro medio son leuprorelina y triptorelina, que se administran por vía IM y SC cada 28 días o de forma trimestral. En nuestro medio, su prescripción requiere receta médica y visado de la inspección (9,13). Se desaconseja su administración por vía intranasal, ya que su absorción errática podría inducir una estimulación, en lugar de una supresión, del eje hipotálamohipofisario-gonadal (3). Reacciones adversas Los efectos adversos descritos asociados al uso de agonistas de la gonadorelina en el tratamiento de la PP INSTAURACIÓN DE TRATAMIENTO CON AGONISTAS DE LA GONADORELINA EN PUBERTAD PRECOZ CENTRAL A) Situaciones indicativas para instaurar tratamiento con agonistas de la GnRH PP clínica completa con niveles puberales de LH después del test de estimulación de la GnRH Y Edad cronológica < 7 años en niñas y < 8 años en niños Edad ósea avanzada > 2 DE por encima de la edad cronológica Talla prevista (por la edad ósea y la talla actual): 2 DE (10 cm) o más por debajo de la talla genética diana o < 150 cm Deterioro acelerado del crecimiento potencial y avance rápido de los síntomas puberales (predicción de menarquía en niñas < 9 años basada en datos ecográficos) O Alteración psicológica grave o razones debidas al comportamiento (decisión individualizada en casos de retraso mental, inmadurez emocional y trastornos del comportamiento) B) Situaciones indicativas para implantar un seguimiento, retrasando la decisión de instaurar un tratamiento con agonistas de la GnRH PP clínica completa con niveles intermedios de LH después del test de estimulación de la GnRH Y Edad cronológica: 7-8 años en niñas y 8-9 años en niños Edad ósea avanzada < 2 DE por encima de la edad cronológica Talla prevista (por la edad ósea y la talla actual) próxima a la talla genética diana o dentro del rango de la normalidad Crecimiento potencial bueno y progresión lenta de los síntomas puberales, y signos ecocardiográficos en niñas Y Ausencia de alteraciones psicológicas graves o problemas de comportamiento LH: hormona luteinizante; GnRH: gonadorelina; DE: desviación estándar Tabla 2. Tomada de (C). Bol Ter ANDAL 2006; 22 (6) 22/I suelen ser aceptables, infrecuentes y de escasa gravedad. Puede aparecer una hemorragia vaginal transitoria o aumento de las erecciones, en los días siguientes a la administración de la primera inyección del análogo; esto es debido a la fase de estimulación inicial durante la cual –como ya se ha comentado- aumentan los niveles de LH y los esteroides sexuales. Aunque esta reacción suele desaparecer espontáneamente, y no requiere tratamiento adicional, es preciso advertir sobre su posible aparición. De forma más infrecuente pueden manifestarse insomnio, náuseas, sofocos, etc. También se ha notificado la aparición de fenómenos de intolerancia cutánea (eritema, induración) y la formación de abscesos estériles en el lugar de inyección (3,9). Algunos estudios recientes han mostrado que este tratamiento podría inducir una disminución del factor 1 de crecimiento tipo insulina; si bien, no se han establecido las consecuencias a largo plazo de estas observaciones (9). Seguimiento del tratamiento Durante el tratamiento deberá realizarse un seguimiento para valorar la evolución de los parámetros clínicos (peso, talla, crecimiento, características sexuales secundarios y maduración ósea) y asegurar una adecuada inhibición hormonal, mediante la realización regular del test de estimulación de la gonadorelina (ver tabla 3) (3,9). Adicionalmente, puede determinarse la secreción pulsátil nocturna de LH, más sensible que el ensayo anterior (3). Si no se alcanza la supresión prevista, puede aumentarse la dosis o reducir el intervalo entre las administraciones (9). El momento de interrumpir el tratamiento constituye un aspecto controvertido y sujeto a debate. En principio, debería suspenderse cuando el pronóstico de la talla final y la edad del paciente recomienden la reinstauración de la pubertad. Los mejores resultados en cuanto a la talla final alcanzada se obtienen cuando el tratamiento se interrumpe en niñas a la edad cronológica de 11 años, o a la edad ósea de 12-12,5 años; y, en torno a los 13 años en niños, para conservar la fase de crecimiento rápido. La acción de los agonistas es reversible, de manera que a los 3 meses de suspender el tratamiento suelen normalizarse los niveles de LH y FSH. La menarquía aparece a los 1,2 años de media desarrollándose una menstruación de forma semejante a otras adolescentes (3,5,7,9,12). Efectos a largo plazo Se dispone de diversos estudios destinados a evaluar los efectos a largo plazo (hormonales, psicológicos y sobre el crecimiento) del tratamiento con agonistas de la GnRH. En algunos de éstos se ha puesto de manifiesto un aumento en la prevalencia de quistes en los ovarios entre las niñas que recibieron tratamiento, relacionándose con algunos aspectos del mismo (uso junto a hormona del crecimiento o el grado de hiperactividad adrenal); si bien, por el momento, no existen evidencias que indiquen la existencia de una asociación entre el empleo de agonistas de la gonadorelina con la aparición de hiperandrogenismo y síndrome de ovario poliquístico. La fertilidad y la posibilidad de embarazo parecen normales incluso después de tratamientos prolongados, si bien se precisa de una mayor experiencia a este respecto (9). Durante el tratamiento, la disminución en la progresión de la maduración ósea induce un retraso en el cierre de las epífisis, mejorando el pronóstico de talla final adulta. La mayoría de los estudios muestran un aumento en la talla final de las niñas con PP central, en comparación con las que no recibieron tratamiento (9). Los niños tratados alcanzan una talla final muy próxima a la talla diana. En las niñas, SEGUIMIENTO DEL TRATAMIENTO CON AGONISTAS DE LA GONADORELINA A) Durante el tratamiento Parámetro Frecuencia Indicadores de un buen control Talla, peso y estadío puberal Cada 3 meses durante el primer año, después cada 6 meses Interrupción o regresión de los síntomas puberales Ecografía pélvica, en niñas Cada 6-12 meses Interrupción o reducción del crecimiento del tamaño ovárico y uterino Test de estimulación de la GnRH Cada 6 meses, o cuando se sospeche poco cumplimiento LH y FSH a niveles prepuberales Esteroides sexuales Cada 6 meses, o cuando se sospeche poco cumplimiento Testosterona (en niños) y estradiol (en niñas) a niveles prepuberales Edad ósea Cada 12 meses Avance no superior al de la edad cronológica B) Después del tratamiento Parámetro Frecuencia Talla, peso, estadío puberal, registro de la menarquía y problemas menstruales, en niñas Cada 6 meses hasta alcanzar la talla adulta final Ecografía pélvica, en niñas Cada 6 meses hasta el desarrollo puberal Test de estimulación de la GnRH Cada 6 meses hasta alcanzar la respuesta puberal GnRH: gonadorelina; FSH: hormona foliculoestimulante; LH: hormona luteinizante Tabla 3. Modificada de 9. 22/II Bol Ter ANDAL 2006; 22 (6) el tratamiento sólo se muestra eficaz cuando la terapia se inicia antes de los 6 años de edad; no observándose efecto sobre la talla final cuando la pubertad comienza a los 7,5 años de edad o después, aunque se retrasen la maduración sexual y ósea y el crecimiento (7,9,12). Los valores de densidad mineral ósea suelen estar aumentados cuando se diagnostica PP central. Algunos estudios han mostrado una reducción en ésta durante el tratamiento con agonistas de la GnRH, mientras que en otros no se observan cambios. La reducción de la densidad mineral ósea, en estas edades críticas del desarrollo, podría disminuir el pico de masa ósea alcanzado, con el riesgo de desarrollo de osteoporosis postmenopáusica; no obstante, esta reducción parece reversible y puede prevenirse con la administración de suplementos de calcio. No afecta al índice de masa corporal, usualmente mayor en niñas con PP central, ni parecen inducir ni agravar la obesidad. En cuanto a los efectos psicológicos, los agonistas de la gonadorelina pueden mejorar la calidad de vida de los pacientes al normalizar la aparición de la pubertad (9). TRATAMIENTOS ADICIONALES Hormona del crecimiento Como ya se ha mencionado, los agonistas de la gonadorelina detienen el desarrollo puberal, retrasando la velocidad de crecimiento y la maduración ósea, mejorando así la talla adulta en pacientes con PP central. Sin embargo, en algunos casos la velocidad de crecimiento y el pronóstico de talla no mejoran (3,9). Existen diversas evidencias (incluyendo un escaso número de pacientes) que muestran que la administración conjunta con somatropina podría ser útil en estos pacientes (9,12), aunque tan sólo un estudio aporta datos sobre la talla adulta alcanzada tras el tratamiento (14). Estos resultados han fomentado el empleo de esta asociación; sin embargo algunos autores advierten que –por el momentoesta práctica sigue siendo experimental hasta que se disponga de ensayos formales sobre la eficacia y seguridad de esta asociación (12,15). Ciproterona Actúa inhibiendo la producción de esteroides adrenales y ováricos, y sólo parcialmente la de las gonadotropinas, al mantenerse la secreción pulsátil nocturna de LH y FSH (3). Como tratamiento de la PP central, su utilización se considera obsoleta, al producir una supresión hormonal insuficiente con escasos resultados sobre el crecimiento junto a la existencia de potenciales efectos adversos asociados a su uso. Algunos autores proponen su uso durante los 15 días previos y pos- teriores a la primera administración del agonista para evitar los síntomas derivados de la estimulación inicial (hemorragia vaginal transitoria, aumento de las erecciones). También se ha descrito que la ciproterona podría ser eficaz como tratamiento complementario en casos de adrenarquia muy activa, que induce edad ósea avanzada en pacientes tratados con agonistas de la gonadorelina (9). En caso de emplearse, debe ajustarse la dosis para minimizar la supresión adrenal que puede originar, no empleándose dosis superiores a 2 mg/Kg/día (3). El principal efecto adverso que suele producir es fatiga ocasional (debido a la insuficiencia adrenal parcial), habiéndose observado algunos casos de ginecomastia en los niños (9). Medroxiprogesterona Su empleo se encuentra en desuso, anteriormente se ha utilizado como tratamiento de la PP central al suprimir la secreción de gonadotropinas pituitarias, reduciendo el desarrollo de los caracteres sexuales secundarios en ambos sexos y evitando las menstruaciones en las niñas. No obstante no es eficaz para detener la maduración ósea, con lo que no mejora la talla final. Las reacciones adversas derivan de su similitud estructural con los glucocorticoides, pudiendo inducir supresión adrenal y síntomas tipo Cushing: acumulación de grasa en la cara y nuca, estrías en miembros y tronco y exceso de vello en la cara (3,11). Se ha utilizado en el síndrome de McCune-Albright (caracterizado por manchas cutáneas hiperpigmentadas, displasia fibrosa ósea y PP) al suprimir la síntesis gonadal de esteroides, disminuyendo la recurrencia de quistes ováricos. También se ha empleado como tratamiento de la testotoxicosis familiar (3,16). Testolactona Actúa por inhibición de la aromatasa, enzima que convierte los andrógenos en estrógenos. Se emplea por vía oral, debiendo administrarse en cuatro tomas diarias, asociándose a ciertos efectos adversos como dolor abdominal, diarrea y cefalea. En el síndrome de McCune-Albright la testolactona ha mostrado su eficacia a corto plazo, induciendo una reducción de los niveles de estrógenos y del tamaño de los ovarios, interrumpiendo las menstruaciones y ralentizando la velocidad de crecimiento. Su uso combinado junto a espironolactona, ha mostrado ser eficaz, para el tratamiento de la testotoxicosis familiar, consiguiéndose una tasa de crecimiento y maduración ósea normales y deteniendo la progresión sexual (3,12,16-18). Ketoconazol Este antifúngico es el tratamiento de elección en la testotoxicosis del varón. Actúa bloqueando enzimáticamente la biosíntesis de testosterona y, aunque es también un inhibidor de los glucocorticoides, a las dosis empleadas (200 mg cada 8 horas) no se han detectado reacciones adversas. Con escasa frecuencia puede inducir náuseas, molestias gastrointestinales, cefalea, somnolencia e irritabilidad; y, de forma excepcional, reacciones hepatotóxicas graves (3,12,16). Medicamentos en investigación Entre los fármacos disponibles en el futuro para el tratamiento de la PP, los más prometedores parecen ser los antagonistas de la gonadorelina (cetrorelix). Presentan la ventaja de producir efectos terapéuticos más rápidos evitando la fase de estimulación inicial propia de los agonistas de la gonadorelina. Se han realizado algunos ensayos en animales de experimentación peripuberales; si bien, al no disponerse de preparados depot, la acción de los antagonistas disponibles en la actualidad sólo tiene una duración de 1-3 días (9). Otro posible grupo de medicamentos eficaces podrían ser los antiestrógenos. Los esteroides sexuales aceleran la maduración ósea, por lo que potencialmente podrían ser útiles en pacientes con PP asociada a maduración esquelética prematura (9). A la vista de la eficacia de la testolactona en algunos casos de PP periférica, se ha sugerido la utilidad de otros inhibidores de la aromatasa, basándose en el empleo esporádico realizado con anastrozol. Existe la posibilidad de que estos agentes, solos o combinados con somatropina, pudieran ser útiles en niños con corta talla constitucional al retrasar el cierre de las epífisis (9), si bien este hecho ha de confirmarse mediante ensayos clínicos controlados (17). CONCLUSIONES – Se entiende por PP la aparición de los caracteres sexuales secundarios antes de los 8 años en niñas, y antes de los 9 años en niños. El desarrollo sexual va acompañado de un aumento de la velocidad de crecimiento y una aceleración en el cierre de las epífisis óseas. – En nuestro medio se observa un aumento del número de casos de PP, afectando a 1/10.000 neonatos, siendo más frecuente entre las niñas. Las causas son desconocidas en la mayoría de las ocasiones, especialmente en niñas, mientras que en casi la mitad de los niños suele deberse a procesos orgánicos. – El diagnóstico, especialmente la exploración clínica y las determinaciones de hormonas sexuales, tiene como objetivo determinar la causa exacta y clasificar el tipo de PP para establecer el tratamiento más adecuado (quirúrgico y/o farmacológico), teniendo también en cuenta el grado Bol Ter ANDAL 2006; 22 (6) 23 ETAPAS DEL DESARROLLO SEXUAL 9 10 11 12 13 14 Niños 15 16 17 Crecimiento de las mamas 18 19 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 años años Niñas Crecimiento del escroto y los testículos Crecimiento del vello púbico Punto máximo del crecimiento Punto máximo del crecimiento Crecimiento del pene Cambio de la forma corporal Crecimiento del vello público Crecimiento del vello de las axilas Crecimiento del vello de las axilas Primera menstruación (Menarquia) Cambio del timbre de voz Tamaño final de las mamas Crecimiento del vello facial Los cuadros del diagrama indican el período de edades durante el cual se manifiesta un determinado carácter sexual secundario. El círculo rojo es el promedio de edad. Figura 1. Tomado de 1. de maduración esquelética y psicológica. – Los tratamientos farmacológicos deben carecer de toxicidad durante largos periodos de tiempo, precisan de seguimiento, y sus efectos han de ser reversibles tras su interrupción. Los análogos de la gonadorelina constituyen el tratamiento de elección de la PP central. En nuestro país están disponibles leuprorelina y triptorelina que se administran vía IM o SC. – La adición de hormona del crecimiento a los agonistas de la gonadorelina, ha de considerarse como un uso experimental, y sólo debería emplearse en pacientes con PP central en los que la velocidad de crecimiento y el pronóstico de talla son insuficientes tras la administración de los agonistas de la gonadorelina solos. BIBLIOGRAFÍA 1- Pubertad y problemas en la adolescencia. En: Manual Merck de Información Médica para el Hogar. Madrid: Merck Sharp & Dohme de España, 2005. 2- Herman-Giddens ME et al. 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CADIME Programa de la Consejería de Salud dirigido por la Escuela Andaluza de Salud Pública CONSEJO DE REDACCION REDACTOR JEFE: José Ma Recalde Manrique. S ECRET . R EDACCION : Antonio Matas Hoces. Redacción CADIME: Victoria Jiménez Espinola, María del Mar Láinez Sánchez, Estrella Martínez Sáez, Antonio Matas Hoces, María Teresa Nieto Rodríguez, José María Recalde Manrique. 24 Bol Ter ANDAL 2006; 22 (6) CONSEJO DE REDACCION: Víctor Bolívar Galiano, Juan R. Castillo Ferrando, José A. Durán Quintana, Javier Galiana Martínez, Rafael Gálvez Mateos, Fernando Gamboa Antiñolo, Pablo García López, Gonzalo García Molina, M.ª Isabel Lucena González, Miguel Marqués de Torres, M.ª Dolores Murillo Fernández, Julio Romero González, José Sánchez Morcillo, Javier Sepúlveda García de la Torre, Juan Tormo Molina, Concepción Verdú Camarasa. DISEÑO GRAFICO: Pablo Gallego. Córdoba. FOTOCOMPOSICION: Portada, S.L. Granada. IMPRESION: Copartgraf, S.Coop And. Granada.