Toda la vida de bulla

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NACIONAL
MIÉRCOLES
03 DE AGOSTO DE 2011
juventud rebelde
La familia de tecleros se reúne; y entre anécdotas, canciones y poemas se retocan los afectos.
5to. Encuentro Nacional de Tecleros
Toda la vida de bulla
Lectores de Juventud Rebelde de diversas provincias
se encontraron una vez más en el centro
del archipiélago cubano para compartir sus mejores
ocurrencias y desearse, sencillamente, el bien
por JESÚS ARENCIBIA LORENZO
[email protected]
fotos CALIXTO N. LLANES
EL Principito, que sabía de estas cosas, nos
enseñó que nada en el mundo sigue igual
si en algún sitio una oveja se comió una
rosa; que algo de los delicados filamentos
del alma se mueve de su lugar cuando las
malas hierbas —los baobabs— toman
terreno a sus anchas.
Nada, tampoco, permanece invariable si
se retocan los afectos; si la familia se reúne; si el amor —así, con todas sus letras—
crece. Y eso, que parece cosa de cuentos,
es lo que sucede cada vez que la familia
lectora de JR se encuentra en el villaclareño
poblado de Guaracabulla, al centro de
Cuba, al centro del año y al centro del día,
para compartir sus ocurrencias.
Durante esa jornada, el pequeño poblado se «encocuya» de iniciativas: allá un
puesto de artesanos; aquí las competencias infantiles; junto a la Ceiba de los deseos, los amigos, conversando, riendo. Llegan, cada quien por sus medios, como a
una fiesta de lujo en pleno monte. Claro, lo
que no podrían entender los vanidosos es
que aquí el lujo se lleva por dentro.
Y a los que asisten por primera vez les
cuesta un poco entender de golpe a estos
alegres crónicos, pero rápido se sitúan y descubren el ombligo de las humoradas. Si los
tecleros de Matanzas —donde hay Moros en
El encuentro es una fiesta en pleno monte, que esta vez también sorprende con una caldosa.
la costa— alquilan una guagua y madrugan
como batallón al pueblito; si Cary y las arriesgadas holguineras vienen en tren y ómnibus,
y hasta en paloma mensajera, a repartir sus
voces de juventud archivada; si los del Espíritu Santo multiplican las naturalezas vivas
de Ada y el desvelo de Arminda; si Nieves,
Yanet y las demás tuneras asistentes se presentan a ritmo de Kike y Marina; o la más
simpática avileña habla de poner fuego a las
hogueras que se han quedado dormidas... Si
todo esto ocurre y uno está allí para abrazar
y ser abrazado, la felicidad del momento puede rozar los límites de lo increíble.
La Casa de la Cultura lleva el nombre del teclero mayor.
Entonces Marla y Carlos ponen en sus
acordes: «Esto no puede ser no más que
una canción»; y Julito, casi al despedirse hace y dice poesía; y Campa imanta el aire con
su torrente de voz; y Jenny nos trae a su novio Efrén, aunque este ande por tierras bolivarianas junto a Fernando, otro primigenio
de los duendes.
Pero todo sucede en el más estricto orden del caos, en la fraternidad que trasiega
plantas y libros para regalar y se lleva fotos
de ayer y recuerdos de mañana. Todo o casi
todo ya ha sucedido otras veces y seguirá
ocurriendo mientras la lluvia hermane a los La ceiba, en el centro de la localidad, invita a conocer las leyendas que guarda.
hombres en el líquido misterio del universo;
mientras los ángeles de Raúl Ferrer, el poeta; Pedrito Osés, el pintor; y Guillermo
Cabrera, el periodista; sigan alentando en
los presentes un minuto de silencio y la vida
entera de bulla.
Aquí el lujo se lleva por dentro, y hasta el más sencillo obsequio es una valiosa prenda de amor.
La fraternidad no cree en lejanías, y se llevan plantas y libros para regalar, fotos de ayer y
recuerdos de mañana.
juventud rebelde
MIÉRCOLES
NACIONAL
03 DE AGOSTO DE 2011
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Un jardín para los helados
La puesta en funcionamiento de un nuevo Coppelia amplía los horizontes de disfrute
para los santiagueros en este tórrido verano
texto y fotos ODALIS RIQUENES
CUTIÑO
[email protected]
SANTIAGO DE CUBA.— La posibilidad de disfrutar en familia de diversas combinaciones de exquisitos
helados de fruta y hacerlo, por añadidura, en un especial entorno, ha
quedado abierta para los santiagueros tras la puesta en funcionamiento de un nuevo Coppelia.
En la céntrica calle Enramadas,
entre Gallo y Peralejo, se ubica El
Jardín de las Enramadas, un excelso monumento a la belleza y el
buen gusto, que sus 115 trabajadores desean defender desde la
excelencia en el servicio.
Entre senderos y jardineras
pobladas de begonias, flamboyanes, diez del día… y grandes murales que ofrecen un abanico de colores y alegría, desde las 9 y 45 de la
mañana y hasta las 11 y 45 de la
noche, de martes a domingo, es
posible acceder al salón principal,
denominado Sierra Maestra, con
capacidad para 232 personas en
mesas de cuatro y seis capacidades; así como a la cancha Turquino, en la que se puede atender a
otras 48 personas; y a la barra
Gran Piedra, que puede acoger a
otras diez.
Completan las opciones que
pone a disposición del visitante la
confortable instalación un punto de
venta de helado para llevar —en
potes, cajas o en barquillo, con la
oferta adicional de dulces producidos en el propio centro—, y la novedad de un quiosco para la venta en
moneda nacional de los helados
Nestlé.
«Nuestra especialidad —explica
Ricardo Despaigne, segundo administrador del centro— son los helados de fruta, de los cuales ofertamos una variada gama de combinaciones, usando cuatro o cinco
sabores diariamente; y entre estas
pretendemos que el helado de
zapote, acompañado de bizcochos,
sea la combinación distintiva de
nuestra unidad».
Naturaleza, arte, la notoriedad del mobiliario de parques y áreas, y un
servicio que apunta a la exquisitez sostienen la distinción del nuevo
Coppelia santiaguero.
DEBUTS Y PROMESAS
Sin que su puesta en funcionamiento se haya popularizado entre
los santiagueros, el nuevo Coppelia,
según datos de su administración,
desde el 17 de junio pasado ha vendido diariamente en sus dos turnos
de trabajo, más de 18 000 pesos y
el propósito de su colectivo es aportar más de 25 000, mediante un
servicio de excelencia.
Así lo atestigua Despaigne, con
larga experiencia en el mundo gastronómico. «Nuestra pretensión es
ofertar un servicio como lo exige el
público del helado, que es diverso y
bastante exigente, a la par de cuidar la instalación con todos los
recursos que se han puesto en
esta, que no son pocos».
Por lo pronto, las encuestas
que todos los días aplican sus
directivos entre los usuarios ponderan la belleza del lugar, las facilidades para acceder a los salones de forma ágil y lo agradable
de su entorno, hasta ahora alejado de revendedores y otros vicios,
y la accesibilidad de los máximos
responsables, quienes sin escatimar horarios se mantienen en el
centro, lo mismo organizando la
cola que destrabando cualquier
imprevisto.
En su colectivo, con promedio
de edad de unos 20 años, está la
mayor promesa y el mayor desafío
que enfrentan.
«Nuestros trabajadores —expone Luis Jiménez, administrador—
provienen casi en su totalidad de
otros centros de la gastronomía
popular, de los barrios, de ahí que
su experiencia con el helado como
especialidad sea poca. Esa es la
razón por la cual muchas veces el
servicio no es aún todo lo rápido
que quisiéramos.
«Somos muy rigurosos con
ellos —enfatiza el directivo—, y
trabajamos fuertemente para
lograr que adquieran habilidades,
aun cuando sabemos que velar
por el rendimiento de cada caja y
demás requerimientos de un servicio con calidad y atender a los 290
Unas 290 personas pueden ser atendidas a la vez en esta heladería.
usuarios de una sola vez, es difícil,
más con los solo tres meses de
entrenamiento que tuvieron en el
Coppelia La Arboleda».
Para jóvenes trabajadores como
Yusmila Castillo, jefa de turno, y
Oscar Quiala, jefe de almacén, de
solo 26 años, el reto está planteado y lo asumen con el alto sentido
de pertenencia que tienen por su
entidad, nacido de los días en que
junto a los obreros y técnicos de la
Oficina del Conservador de la Ciudad y de la ECOA 58, se insertaron
en la construcción del centro y vieron crecer el Jardín también con su
sudor y esfuerzo.
«Alcanzar la profesionalidad
necesaria es para nosotros un alto
propósito —sostiene Oscar Quiala—. En ello ponemos el mismo
cuidado con el que ideamos y diseñamos nuestro uniforme y preservamos las áreas verdes del Jardín».
Como necesidad impostergable
se presenta asimismo aprovechar
ese espíritu de compromiso e iniciativas que hoy impregna al
colectivo para evitar que entre tanta belleza se instalen viejos vicios
de otros centros de este tipo, como
la pobreza de sabores y combinaciones, el agua caliente y el helado
derretido, a pesar del inclemente
calor santiaguero.
Luis Jiménez es enfático: «Hoy
contamos con todo lo necesario
para ofrecer un buen servicio. Tenemos una dulcería anexa que
produce para nosotros; hemos hecho las coordinaciones con Frutas
Selectas para mantener la variedad que demandan las combinaciones y el suministro de helado
es hasta ahora estable y en tiempo. Lo que queda entonces es trabajar».
La promesa de agradar los sentidos y el paladar desde un jardín de
helados se concreta. Aprovechar
más las potencialidades para la promoción de ofertas artísticas, en un
entorno donde naturaleza y arquitectura parecen abrazarse para cobijar
el placer, pudiera sumar opciones,
en pos del disfrute.
Por las rutas del patrimonio cienfueguero
Una propuesta veraniega busca acercar y enseñar a proteger
los sitios del lugar donde habitamos
por YOELVIS LÁZARO MORENO
CIENFUEGOS.— La aproximación detenida
a exponentes patrimoniales que tributan a
la identidad regional y distinguen por sus
aspectos singulares el lugar donde se vive,
constituye el propósito fundamental de una
propuesta veraniega organizada en varios
municipios de este territorio sureño.
Con la visita cada semana a sitios de un
alto interés sociocultural, como la zona residencial de Punta Gorda,el emblemático parque
José Martí y el moderno bulevar con sus reminiscencias francesas, estos dos últimos ubicados en el centro histórico urbano de la ciudad, reconocido como Monumento Nacional y
declarado por la UNESCO Patrimonio Cultural
de la Humanidad, la familia cienfueguera puede adentrarse en la Historia, la arquitectura y
el arte, asociados a espacios que no por cotidianos resultan siempre completamente conocidos y bien apreciados.
Alina Russó Reyes, especialista en Programación y Comunicación del Centro Provincial
de Patrimonio Cultural, explicó que esta opción dirigida especialmente a los moradores de cada localidad, con la intención de
acercarlos y enseñarles a conservar mejor
los sitios del lugar donde habitan, incluye
paseos por la otrora Fortaleza Nuestra Señora de los Ángeles de Jagua, fundada con
estilo renacentista en el siglo XVIII y única
de su tipo en la región central del país, así
como a la zona de interés natural El Brazo,
enclavada en las proximidades del macizo
montañoso de Guamuhaya.
Señaló que en el municipio de Palmira
se organizan recorridos por los cabildos, en
los que se atesora una buena parte del patrimonio de los cultos religiosos afrocubanos
identificativos de esta región. Asimismo, en
Lajas se desarrolla la ruta Tras la huella del
sonero, que comprende excursiones a lugares asociados a la vida y obra del popular
cantante Benny Moré, como el Museo Municipal, el casino de los congos y la tumba
donde reposan sus restos en el cementerio
local.
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