LA INDEMNIZACION POR DAÑOS DERIVADOS DE LA RUPTURA DEL CONTRATO DE TRABAJO EN FORMA PREVIA A LA FINALIZACION DEL PERIODO A PRUEBA.- DISTINTOS SUPUESTOS Roberto Mariano Andriotti Romanin1 Abstract: Existe la posibilidad de perseguir una indemnización en base al derecho común en los casos de aquellos trabajadores que no han cumplido con el requisito mínimo de antigüedad para ser acreedores de la indemnización tarifada establecida en el art. 245 LCT. Dicha indemnización es diferente a la indemnización tarifada del art. 245 LCT, pese a tener similar causa: ilicitud del acto rescisorio de un contrato de trabajo, y se sustentaría en las normas de derecho común. La necesidad de reparar no nace de la prolongación del contrato en el tiempo y/o su finalización en sí, sino la existencia de un efectivo daño que se produciría en la persona del trabajador por la decisión empresarial de disponer el cese del mismo. Es la responsabilidad contractual por daño injusto, según la regla del Art. 1.067 C.C. No hay actualmente argumento válido alguno, a la luz de la actual evolución y estado del derecho del trabajo y especialmente ante el 1 Abogado UNLP – Especialista en derecho Social UNLP. carácter de sujeto de tutela preferencial que posee el trabajador en la jurisprudencia de nuestra CSJN, que permita sostener que la rescisión del contrato antes de los tres meses y un día, que produce daño, no sea susceptible de ser reparado. En este breve trabajo problematizaremos acerca de un aspecto más del contrato de trabajo. Particularmente abordaremos el punto referido a lo que sucede al momento de la extinción del mismo, y específicamente la posibilidad de perseguir una indemnización en base al derecho común en los casos de aquellos trabajadores que no han cumplido con el requisito mínimo de antigüedad para ser acreedores de la indemnización tarifada establecida en el art. 245 LCT. No cabe duda que a la luz de la doctrina que emana del fallo Vizzotti2, actualmente el trabajador se ha erguido como centro de imputación del ordenamiento jurídico, en tanto sujeto de preferente tutela constitucional. Se ha dimensionado así, a la luz del avance de los derechos humanos, la manda del art. 14 bis de la Constitución Nacional en su verdadera magnitud, anteponiéndose al hombre frente al mercado. Sin embargo, y pese a ello, vemos como la protección contra el despido arbitrario aun asume caracteres de limitada y en algunos casos hasta inexistente. 2 Vizzoti, Carlos Alberto c/ Amsa S.A. s/ despido, CSJN, 14/9/2004 No es objeto de este trabajo indagar sobre la naturaleza jurídica de la indemnización por despido, ni cuestionar la validez constitucional del sistema tarifado del art. 245 LCT y menos aun entrar en la discusión sobre la validez de la limitación temporal para el acceso al mismo que establece el art. 92 bis LCT, aunque si debemos marcar que esta limitación deja afuera del alcance de la primera de las normas a un amplio espectro de trabajadores, razón por la cual podría ser tildada de inconstitucional3. Nótese que en este amplio espectro hablamos tanto de trabajadores no registrados, deficientemente registrados e incluso de trabajadores correctamente registrados, los cuales quedan directamente excluidos del sistema reparatorio tarifado establecido en la LCT. Cuál es las característica común que los excluye? Que todos ellos ven finalizado su vínculo laboral antes de que se cumplan tres meses desde la celebración del contrato de trabajo por decisión unilateral del empleador contratante. Consideramos que para dichas situaciones y amen de la norma del art. 92 de la LCT, existe en todos los casos la posibilidad de reclamar una reparación por parte del trabajador, al cual se le ha rescindido su contrato sin expresión de causa o que ha optado por considerarse despedido ante la existencia de injurias de gravedad tal que no consientan la prosecución del vínculo laboral, por los daños y perjuicios ocasionados derivados de 3 Otros argumentos que conllevarían a dicha declaración son la falta de razonabilidad en la reglamentación del derecho que el mismo supone, en cuanto colisiona con el art 19 de la CN y en cuanto se tornaría discriminatoria a la luz del art 16 CN. dicha rescisión. La misma, entenderá el lector, es diferente a la indemnización tarifada del art. 245 LCT, pese a tener similar causa: ilicitud del acto rescisorio de un contrato de trabajo, y se sustentaría en las normas de derecho común. No desconoce esta parte que la norma del art 245 LCT (o mejor dicho el quantum tarifado allí establecido) es solo aplicable a priori a quienes poseen una antigüedad mayor a tres meses y un día. Sin embargo entendemos que esta circunstancia no implica que la protección contra el despido arbitrario no pueda existir por fuera del amparo del art. 245 LCT, en base a las normas del derecho común, para los casos no contemplados allí y teniendo como presupuesto uno solo: que los trabajadores hubieren sufrido efectivos daños con motivo del acto rescisorio del contrato. Es el caso específico de a) los trabajadores deficientemente registrados o no registrados que posean una antigüedad menor a tres meses; o b) el genérico de aquellos que aun hallándose debidamente registrados son despedidos o se ven obligados a colocarse en situación de despido por culpa de la patronal, sufriendo un daño por ello, sin haber cumplido el tiempo mínimo establecido en la norma. Abordando el enfoque de las situaciones fácticas mencionadas, creemos que la clave a la hora de analizar la posibilidad de reparación o no, consiste en modificar el punto de partida desde donde se aborda inicialmente la situación. Para ello sostenemos que hay que romper con la lógica establecida por la propia norma del Art 92 LCT, en cuanto parte primeramente del punto de vista del empresario y subordina la posibilidad de indemnización /reparación al tiempo de efectiva duración del contrato y en cuanto establece la expresión “con motivo de la extinción”, a fin de desresponsabilizar al empleador de las consecuencias de su decisión unilateral de cese establecidas por la LCT. Se nos impone así hacer un estudio más pormenorizado y sistémico del orden jurídico desde la óptica del trabajador, el cual nos va a llevar necesariamente a visualizar esta situación considerando al sujeto de tutela preferencial, como tal, y a su protección como tal. Como primera cuestión o salvedad, vemos como la norma del art. 92 bis. en realidad nos habla de una opción que no es real. La potestad rescisoria aparente de la que gozarían ambas partes, sin consecuencias indemnizatorias, que la norma establece, en realidad es una opción exclusiva y excluyente del empleador. Es un beneficio dado exclusivamente al empleador. Como segunda cuestión vemos como la norma se torna inaplicable para los trabajadores mal registrados o que se hallan en la clandestinidad. Ello, como dijimos por la propia norma mencionada, que establece la obligación de registrar y dispone que “caso contrario, sin perjuicio de las consecuencias que se deriven de ese incumplimiento, se entenderá de pleno derecho que ha renunciado a dicho período”. Registrar en el alcance de la norma debe ser entendido en los términos del Art. 7 ley 24.013 como correcta e integra registración y la consecuencia es la exclusión del empleador de hacer uso del periodo a prueba. Coincidimos con Seco y Piaza4, en que de si el empleador no registra la relación laboral, o lo hace de forma defectuosa, pierde el beneficio del período de prueba, y en que por tanto de esta manera se eliminaría el obstáculo que dicha norma supondría para el trabajador a acceder a una reparación en base al derecho laboral y/o derecho común. Como tercera cuestión, y ya saliendo de la lógica de la citada norma, entendemos que lo que nos marca la necesidad de reparar, en los distintos supuestos mencionados, no es la duración del contrato y/o su finalización en sí, sino la existencia de un efectivo daño que se produciría en la persona del trabajador por la decisión empresarial de disponer el cese del contrato. Es la responsabilidad contractual por daño injusto, según la regla del Art. 1.067 C.C. Recordamos que dicha norma establece que “No habrá acto ilícito punible para los efectos de este código, si no hubiese daño causado, u otro acto exterior que lo pueda causar, y sin que a sus agentes se les pueda imputar dolo, culpa o negligencia”. No es ocioso destacar que esta norma, no es la que impone reparación, sino que es esencialmente nuestra carta magna en su Art. 19, y el principio “alterum non laedere” en ella contenido, quien la impone. No 4 Ricardo Francisco Seco y Otro, La indemnización por antigüedad, ¿corresponde al trabajador con menos de tres meses de servicio que no se encuentra debidamente registrado? Revista Derecho del Trabajo. Año II, N° 7. Ediciones Infojus, p. 121,2013. obsta a ello que se haya establecido un sistema tarifado para determinadas situaciones, sino por el contrario. El sistema debe resarcir bajo pautas objetivas cuando estas concurran, mas no puede por ello dejar de lado situaciones que avalen daños injustos cuando estos se producen. En tal caso coincidimos con Machado5 en cuanto sostiene que “si la reparación no esta incluida en el sistema tarifado especial, pues entonces lo esta en el derecho de daños y perjuicios del derecho común, porque el art. 19 de la Constitución Nacional no admite la posibilidad de que haya daños sin su posible reparación”. Notamos además que, complementando la manda constitucional, la propia LCT contiene diversas normas que permitirían fundar un reclamo de reparación por daños surgidos de la extinción de un contrato de trabajo de antigüedad inferior a los tres meses. Ello en tanto su art. 76 establece que: “El empleador deberá reintegrar al trabajador los gastos suplidos por éste para el cumplimiento adecuado del trabajo, y resarcirlo de los daños sufridos en sus bienes por el hecho y en ocasión del mismo.” Es claro que dentro de los bienes establecidos en dicha norma, entre otros, se hallan la salud, la tranquilidad y la vida6 También encontramos que el propio art. 24 de la LCT nos da una pauta de remisión al sistema de derecho común en casos en los cuales siquiera existió un solo día de trabajo, en cuanto dispone expresamente: 5 Machado Jose Daniel, “Las indemnizaciones debidas por extinción de la relación de trabajo, en Mario Ackerman (dir), Diego Tosca (Coord), Tratado de derecho del trabajo, T V. 6 Cornaglia Ricardo, LA VIGENCIA PLENA DEL DERECHO DE DAÑOS LABORALES. La Ley, Año 6, Nro. 1379 - Martes 28 de Septiembre de 2010. “Los efectos del incumplimiento de un contrato de trabajo, antes de iniciarse la efectiva prestación de los servicios, se juzgarán por las disposiciones del derecho común, salvo lo que expresamente se dispusiera en esta ley…” Por último el art 95 LCT, nos dice que “En los contratos a plazo fijo, el despido injustificado dispuesto antes del vencimiento del plazo, dará derecho al trabajador, además de las indemnizaciones que correspondan por extinción del contrato en tales condiciones, a la de daños y perjuicios provenientes del derecho común, la que se fijará en función directa de los que justifique haber sufrido quien los alegue o los que, a falta de demostración, fije el juez o tribunal prudencialmente, por la sola ruptura anticipada del contrato” Es en estas normas y en su juego armónico donde entendemos radica, por aplicación analógica, el fundamento de la posibilidad de reparación mencionado. De ellos surge clara la diferencia entre los alcances de la reparación pretendida para las situaciones mencionadas y la tarifada del 245 LCT. Es Machado quien a su vez nos especifica la diferencia de alcances de dicha reparación, en cuanto señala “según la doctrina de los arts. 520, 901 y siguientes del C.C. el responsable debe indemnizar íntegramente las consecuencias inmediatas del hecho atribuido como así también las mediatas previsibles. No importa si ellas constituyen daños intrínsecos (los que resultan de la inejecución misma del contrato) o extrínsecos (afectación de otros bienes del acreedor) en tanto guarden una relación causal adecuada con el incumplimiento basada en la regla de previsibilidad7. Resulta indudable entonces que el cese de un contrato de trabajo unilateralmente dispuesto por el empleador siempre producirá, en mayor o menor medida, un daño al trabajador, en cuanto le veda la posibilidad (aun cuando solo sea temporalmente) de ganarse el sustento para él y su familia. Todo aquel que ha sido objeto de despido alguna vez, lo sabe. También, en la mayoría de los casos, la adopción de una medida rescisoria por parte del empleador implicara un daño en la esfera de sentimientos del trabajador, quien no comprenderá (salvo casos particulares) el porqué de la decisión empresarial de cesar el contrato. Ello es así cuando de la práctica diaria podemos extraer que la gran mayoría de los despidos producidos durante el periodo a prueba se realizan con la mera invocación “a secas” de dicha norma si explicitar los porque de la falta de capacidad o diligencia en la prestación que impiden superar la prueba de referencia. Dicho daño estaría dado por la afectación en la salud y tranquilidad del trabajador y es presumible su existencia. Es claro que actualmente la doctrina y la jurisprudencia Civil receptan el daño moral por incumplimiento contractual, en base a la alteración disvaliosa que sufre el sujeto dañado, y que situaciones como las expresadas no cuadran en la doctrina limitativa del mismo en cuanto 7 Jose Daniel Machado, La naturaleza jurídica de la indemnización por extinción. aulavirtual.derecho.proed.unc.edu.ar los trabajadores a los que nos referimos están excluidos de la tarifa del art 245 LCT. Consideramos, por ello, que no hay actualmente argumento válido alguno, a la luz de la actual evolución y estado del derecho del trabajo y especialmente ante el carácter de sujeto de tutela preferencial que posee el trabajador en la jurisprudencia de nuestra CSJN, que permita sostener que la rescisión del contrato antes de los tres meses y un día, que produce daño, no sea susceptible de ser reparado. Sostener lo contrario, aun en base al art 92 de la LCT, seria lisa y llanamente violar la manda constitucional y dejar abierta de manera arbitraria la posibilidad que ciertos daños no deban ser reparados por quien los ocasionare. En consecuencia, y en el entendimiento que la manda constitucional obliga a la protección contra el despido arbitrario en cualquier caso, y a la reparación del daño injusto sufrido en cualquier caso, que ante la no contemplación de este supuesto en la ley, deberá ser el juzgador quien fije la procedencia y el quantum que deberá pagar el empleador para reparar el eventual daño que se derive de la extinción de un contrato de trabajo que, como regla general, se entiende celebrado por tiempo indeterminado. Ante ello los abogados solamente tendremos que abocarnos a la difícil tarea de probarlo. Conclusión: Consideramos que en el marco de la actual legislación existe la posibilidad de perseguir una indemnización en base al derecho común en los casos de aquellos trabajadores que no han cumplido con el requisito mínimo de antigüedad para ser acreedores de la indemnización tarifada establecida en el art. 245 LCT. Dicha indemnización es diferente a la indemnización tarifada del art. 245 LCT, pese a tener similar causa: ilicitud del acto rescisorio de un contrato de trabajo, y se sustentaría en las normas de derecho común. Es notorio que para pensar en esta posibilidad hay que romper con la lógica establecida por la propia norma del Art 92 LCT, y cambiar la visión actual por una que permita evitar la des responsabilidad del empleador de las consecuencias de su decisión unilateral de cese, en cuanto la misma provoque daño. Reiteramos que lo que nos marca la necesidad de reparar no es la duración del contrato y/o su finalización en sí, sino la existencia de un efectivo daño que se produciría en la persona del trabajador por la decisión empresarial de disponer el cese del contrato. Dicho daño no puede quedar sin reparación.