Todos tenemos dentro un agujero blanco. Guiados por el estallido

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Todos tenemos dentro un agujero blanco.
Guiados por el estallido del cielo, fuimos hasta el borde y estaba iluminado. Ese
misterio latía dentro y fuera; y no tenía fin ni principio. Fuimos hasta el centro.
Trajimos regiones de nosotros, sustancias de otros cuerpos; lava viva del
volcán negro para perpetuarla en las manos. Pero nada es perpetuo.
Permanentes como la obsidiana fuimos lábiles, fuimos estertor, fragilidad.
A mi lado te quedaste dormido. Miré el cielo, más allá del cielo todavía, en el
pozo que se abre entre dos que no se tienen.
Alguien dijo sed, yo dije agua. Alguien fue comienzo y dije fuego.
Froté las piedras hasta volverlas dóciles, hasta volverlas magma. Lo negro es
el recorte, la forma del recorte, lo que no es blanco; en cada forma hay una
forma creciendo hacia el adentro.
Viniste a contarme el vacío, lo rodeaba un círculo de piedras apiladas. Eran
antiguas y sólidas, pero efímeras, como todo lo sólido a la luz de un universo.
Basta mirar más lejos que a lo lejos para saber la hondura de la noche.
En cada forma hay un pasaje donde lo detenido la antecede y la procrea.
Hago un rito donde tallo huesos y en los huesos dejo escondido otro vacío.
Voy a parir rinocerontes, libélulas, serpientes. Voy a parir memoria de las
hembras y cazadores sagrados. Estoy a la orilla del río más antiguo. Primitivo
como un arpón, como dos ramas secas. Después encuentro el filo del hacha,
su materia es perecedera y filosa como mis huesos.
El volcán soñó que crecía junto a nosotros. En el primer momento del mundo
se hizo un silencio largo como la oscuridad. Dentro de la noche estaba el cielo
y en el cielo había un agujero negro. Todo agujero negro se recorta por un
horizonte de sucesos. Todo lo que entra no puede salir y todo lo que salió
también estuvo y no. Dentro del agujero negro hay luz, sólo que su masa es
quieta, sólida y oscura, como la tierra misma.
Deseé que tu sueño no te deje sin sombra, no te deje sin la más profunda y
reveladora oscuridad. Todos tenemos dentro un agujero blanco.
Florencia Walfisch, Junio 2010
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