ENERO. Un botín de guerra en el Museo Cerralbo: el legado Foronda.

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PIEZA DEL MES
ENERO 2011
UN BOTÍN DE GUERRA EN
EL MUSEO CERRALBO:
EL LEGADO FORONDA
Días 8, 15, 22 y 29 de Enero a las 12:30
por Raúl García Girón
Ventura Rodríguez, 17
28008 Madrid
U N B OT Í N D E G U E R R A E N E L M U S E O
CERRALBO: EL LEGADO FORONDA
LA SALA ÁRABE DEL MARQUÉS DE CERRALBO
Texto: Raúl García Girón
Coordinación: Cecilia Casas Desantes
Maquetación: Gráficas Pedraza
© Museo Cerralbo, 2010
N.I.P.O. 551-10-008-0
Apasionado de la historia y del pasado, la afición por la
cultura y el arte de don Enrique de Aguilera y Gamboa (18451922), XVII marqués de Cerralbo, se manifestó en el
continuo deseo de adquirir cualquier objeto que irradiase
historia. El museo es testimonio vivo de su fascinación por la
pintura, escultura, artes decorativas, numismática y
medallística... y por supuesto, por las armas. En ciertas
estancias del Piso Principal de su palacio-museo, como la
Armería y el Salón Vestuario, se exponen armas occidentales
de diversas tipologías. En la Sala Árabe, un fumoir al estilo
oriental tan de moda en el siglo XIX, se exhiben,
cuidadosamente dispuestas sobre kilims en las paredes, todo
tipo de armas blancas y de fuego procedentes de diferentes
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UN BOTÍN DE GUERRA EN EL MUSEO CERRALBO: EL LEGADO FORONDA
lugares del mundo, como Filipinas, Borneo, Nueva Zelanda,
Polinesia, India, Japón, Marrakesh, Senegal o Turquía.
EL REGALO DE UN AMIGO
El inventario de las colecciones del Museo Cerralbo,
redactado por Juan Cabré en 1924, cita una espingarda con
su polvorera y una gumía de procedencia árabe. En el Archivo
Histórico del Museo se conserva una carta, destacable por su
tono de cordialidad y afecto, que nos revela el origen de estos
objetos, que en 1918 fueron donados al Marqués por Salvador
de Foronda, un familiar lejano (1). En base a esta
documentación y probablemente también a que Cabré
conoció la historia de boca del propio Marqués, las piezas
fueron inventariadas como armas marroquíes tomadas como
botín de guerra en la campaña de Beni Bu Frur, en septiembre
de 1909.
El título de marqueses de Cerralbo, de rancio abolengo,
se remonta al siglo XIII, y puede rastrearse su origen en los
Pacheco, residentes ya en Ciudad Rodrigo desde el siglo XI. A
los Pacheco suceden en el título los Nieto de Silva, los
Moctezuma y los Aguilera. La hidalguía de los Aguilera
permite que Manuel Isidoro de Aguilera y Galarza, bisabuelo
del fundador del museo, contraiga matrimonio en 1780 con
María Josefa Contreras y Vargas. El XVI marqués de Cerralbo,
José de Aguilera y Contreras, casó con Francisca Becerril e
Hinojosa. Su primogénito, Francisco de Aguilera Becerril,
conde de Villalobos, emparentó con María Luisa de Gamboa
y López de León. La pareja tuvo trece hijos, siete varones y seis
féminas. Uno de sus vástagos fue don Enrique de Aguilera
Gamboa.
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RAÚL GARCÍA GIRÓN
Por su parte el linaje Foronda es originario de Álava,
siendo de hecho un topónimo próximo a Vitoria;
posteriormente se extendió a La Rioja y desde aquí los
descendientes se establecieron en suelo castellano y tierras
andaluzas. Martín de Foronda y Sánchez Biedma, madrileño
de nacimiento, fue quien enlazó con María Josefa de Aguilera
y Moyano de Haro, emparentando con los Aguilera, pues era
prima de Francisco de Aguilera Becerril, padre del Marqués.
Una vez celebrados los desposorios, el matrimonio pasó a
residir en Ávila. Manuel de Foronda y Aguilera, su hijo, nació
en la capital abulense. Sólo cinco años mayor que Enrique,
ambos compartieron aficiones eruditas y laureles académicos.
El título de Marqués de Foronda le fue concedido por Alfonso
XIII principado el mes de mayo de 1916, poco después casó
con María Dolores González Bravo y Vallarino, natural de El
Escorial.
Hijos de Manuel de Foronda Aguilera y María Dolores
González Vallarino fueron Mariano y Salvador de Foronda y
González Bravo. Al primero le tocó en gracia heredar el título
nobiliario, el segundo probó suerte con la carrera militar.
Salvador nació en la capital un doce de junio de 1879. De su
infancia acomodada poco o nada se sabe hasta cumplir la
mayoría de edad, pero debió transcurrir apaciblemente,
cultivando su trato con la familia Aguilera y, por extensión,
también con el Marqués de Cerralbo, a la sazón primo suyo en
segundo grado, aunque debido a la diferencia de edad le
llamaba cariñosamente “tío”.
En la Academia de Infantería desde el 27 de junio de
1897 (2), su carrera militar fue meteórica, pasando hasta por
tres Regimientos distintos (1901-1903) antes de recibir en
Cáceres la orden de trasladarse a Algeciras. Allí precisamente
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UN BOTÍN DE GUERRA EN EL MUSEO CERRALBO: EL LEGADO FORONDA
recibió su primera condecoración al mérito militar,
declarándosele apto para el ascenso (3). Destinado en
Pontevedra, concibió incluso el proyecto de escribir un tratado
sobre disposición de los Batallones que, en su redacción
definitiva (1905), agradó a sus superiores. Tanto, que en
diciembre aceptó una oferta para hacerse cargo de la Academia
de Cabos y de la de Sargentos (4).
De vuelta a Madrid, en mayo de 1908, ha de comparecer
en un juicio de faltas. Su demora le obliga a causar baja en el
Batallón de Cazadores de Talavera acuartelado en Vigo.
Reconocido como buen tirador, nuevamente ha de desplazarse
el 9 de agosto de 1909, esta vez a Melilla, junto al Batallón de
Cazadores de Ciudad Rodrigo número 7 (5). Allí tendría lugar
el episodio de Bu Frur, obteniendo el mencionado botín que,
en prueba de amistad, encontraría acomodo en la colección
del Marqués.
RAÚL GARCÍA GIRÓN
consignaba el territorio montañoso del Rif como zona de
influencia española.
El protectorado, de difícil orografía, quedaba delimitado
por el Mediterráneo, los ríos Muluya y Kert, y las estribaciones
montañosas del Rif en su flanco meridional próximo a Melilla.
La extensión de 24.000 kilómetros incluía las provincias de
Guelaya y Quebdana, con serranías abruptas que se quebraban
en el Gurugú y el Youksen y se ramificaban en el Milón, el
Axara y el Uicsan. El propio macizo del Gurugú, contorneado
por el Río Oro y constreñido por las pendientes de la Mar
Chica, presentaba una estructura bastante irregular con
pequeñas alturas unidas por estrechas mesetas (Jardú, Taxuda,
Atlaten), crestones (Barbel, Kol La), picos (Tagui Griat) y un
sinfín de barranqueras (Frajana, Lobo, Alfer, Sidi Musa,
Ibarraguen).
LA GUERRA EN MARRUECOS: LA TRAGEDIA DE “EL LOBO”
Los asuntos exteriores de España no pintaban bien en
1909. Con el Imperio Ultramarino liquidado tras el desastre
noventayochista, el país se desangraba ahora por recuperar un
prestigio internacional ya irreparablemente perdido ante las
nuevas potencias nacidas de la industrialización. Si las primeras
campañas norteafricanas (1840) tuvieron su razón de ser en el
hostigamiento marroquí a las plazas de Ceuta y Melilla, las
posteriores (1859) se convirtieron en el ansiado casus belli de
una opinión pública unánime y sin fisuras. La firma en octubre
de 1904 de un tratado franco británico a propósito de la
Entente Cordial no ayudó a calmar la tensión enquistada en la
región septentrional del continente africano: dicho acuerdo
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Mapa de Melilla y sus alrededores. Primera mitad del siglo XX.
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UN BOTÍN DE GUERRA EN EL MUSEO CERRALBO: EL LEGADO FORONDA
El Rif era beréber y estaba visto que este pueblo no iba a
acatar los acuerdos que el poder central marroquí hubiera
alcanzado con las potencias europeas. Rápidamente los
guerrilleros rifeños comenzaron a frenar la tímida penetración
colonialista española. La privilegiada situación topográfica de
Jardú y Taxuda auguraba la importancia geoestratégica de
tomar la ventajosa posición del monte Gurugú, desde el que se
podrían lanzar ataques rápidos y eficaces. Además, el camino
que enlaza las mesetas limítrofes (Taxuda, Atlaten y Jardú), se
convierte muy tempranamente en enclave prioritario para
alcanzar la costa en la cala de Cazaza, pues el resto de
escabrosidades quedaban intransitables en época de lluvias.
Es cierto que Abu Himara, alias Muley Mohamet y
pretendiente al trono marroquí, había vendido en 1907 las
minas de hierro de Beni Bu Frur a la recién creada Compañía
Española de Minas del Rif; pero los beréberes que habitaban
Sidi Musa hacían caso omiso a tales directrices. El empréstito
se abastecía de capitales hispano-franceses y la vía férrea que
transportaría el mineral hasta la ciudad de Melilla mostraba
síntomas de una amenazante debilidad, ya que discurría por la
provincia de Guelaya, atravesando los territorios de hasta cinco
cabilas (Beni Sicar y Mazuza, fronterizas con Melilla; Beni Bu
Frur y Beni Bugafar, costeras; y Beni Sidel).
En julio de 1909, confidentes musulmanes revelaron a
los españoles planes de ataque sobre Sidi Musa. Con las tropas
desplegadas en el campo circundante, la guarnición
peligrosamente disminuida en la ciudad y la amenaza latente
de una rápida razzia desde los riscos del Gurugú, el General
Marina planea un ataque preventivo sobre el cerro de Ait Aixa,
para al menos poder sofocar la presión beréber sobre la plaza.
Los nativos instan a los trabajadores moros a robar
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RAÚL GARCÍA GIRÓN
herramientas y a sabotear las instalaciones ferroviarias,
inutilizando buena parte de la vía. Aunque se esperan
refuerzos, los peores augurios están a punto de confirmarse. El
martes 27 de julio, un convoy con suministros parte hacia
posiciones adelantadas. La tragedia se consuma: con los raíles
inutilizados, las tropas en Sidi Musa ocupan posiciones
dominantes, allí esperan los moros al convoy.
Emboscada rifeña. Plumilla de Martín Gómez.
Fuerte, ágil y sobrio, la historiografía tradicional retrató
al rifeño con unas condiciones guerreras que le hacían amante
de la libertad y de la independencia. Su manera de combatir
también era especial. Usaba la formación en media luna para
envolver la retaguardia enemiga, y a continuación atemorizaba
y diezmaba a sus adversarios mediante cargas intermitentes de
caballería. Los jinetes minaban la moral de sus opositores
disparando las armas de fuego a poca distancia y retirándose
con la misma intrepidez y velocidad con la que se
aproximaron, pero sin efectuar el choque cuerpo a cuerpo,
practicando el “tornafuye” para atraerlo a una trampa. La
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RAÚL GARCÍA GIRÓN
UN BOTÍN DE GUERRA EN EL MUSEO CERRALBO: EL LEGADO FORONDA
infantería, desperdigada por las alturas más inaccesibles,
presentaba un frente extenso y difícil de envolver. Se trataba de
líneas flexibles que reaccionaban sin romperse ante cada nuevo
envite.
Escena de combate. Colección del Museo de San Telmo (San Sebastián).
Sus ataques por sorpresa calculaban cuáles eran las
posiciones más importantes, sopesaban los pasos obligados a
través de aquella complicada topografía y facilitaban, en caso
de retirarse sin combatir, que el grueso de su tropa quedara
intacto. Los extremos de la media luna táctica, ocultos entre las
barranqueras, caían así fácilmente sobre la retaguardia. En base
a su conocimiento del enemigo, el temor a una emboscada
obliga al general Marina a replantearse la situación: organizará
sus tropas en dos columnas, la primera protegerá la marcha
del convoy y a los trabajadores empleados en la reconstrucción
de la vía saboteada, la segunda cubrirá el flanco derecho del
avance de la primera columna y del convoy.
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Al comenzar el fuego enemigo, el avance se detiene y hay
muchos heridos. Las tropas rifeñas de Mazuza y Beni Sicar,
comandadas por Abd el Krim, desplazan la contienda hacia el
sur oeste de Melilla. Soldados españoles superan el barranco
del Infierno, son parte de la Segunda Agrupación, obcecada
en marchar hacia el barranco del Lobo, donde su vanguardia,
el Batallón de Las Navas, es emboscado y masacrado desde las
alturas. Un error logístico conduce al Comandante Fresneda a
otra trampa mortal, pues los rifeños han maniobrado con tal
habilidad que han envuelto a dos batallones. El resultado de la
matanza es de 154 muertos y más de 600 heridos.
El General Marina en persona ha de hacerse cargo de las
operaciones: la artillería se emplea con decisión y se ordenan
ataques de infantería parciales, todo para conseguir reorganizar
la situación y replegar las tropas hasta posiciones más seguras.
El suministro llegó hasta la vanguardia y la vía férrea quedó
asegurada, pero la jornada sangrienta evidenció la
inexperiencia de los combatientes españoles. Ante la
sorprendente capacidad combativa de las cabilas rifeñas, la
táctica europea hubo de someterse a revisión.
LA ACCIÓN DE SEPTIEMBRE DE 1909
Ante la necesidad urgente de refuerzos, a principios de
agosto nuevos batallones llegan a Melilla; a mediados de mes
se incorporan también los reservistas. Desgraciadamente, la
noche del 11 al 12 de dicho mes, al revisar el servicio de
avanzada, Salvador de Foronda cae por un barranco
produciéndose heridas varias, algunas de ellas calificadas de
pronóstico reservado por el médico del cuerpo (6).
Seguramente, en los más de veinte días que ha de permanecer
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UN BOTÍN DE GUERRA EN EL MUSEO CERRALBO: EL LEGADO FORONDA
convaleciente en el Hospital Militar de la Plaza, reactivaría su
correspondencia con el Marqués, remitiéndole noticias y
detalles de la sonada derrota. A su compañía se le encargan
arriesgadas misiones en la conducción de convoyes, pero para
entonces ya se habían logrado dos importantes objetivos:
coronar el Gurugú y llegar hasta el barranco del Lobo. El 9 de
septiembre Salvador ha de asistir a la conducción de otro
convoy de víveres, el 21 hace lo propio con el avituallamiento
de municiones artilleras con destino a Tafegra, y un día
después, su Batallón recibe la orden de ocupar las lomas
próximas al poblado de Beni Sicar. Descansa en Nador y a
finales de septiembre pisa Zeluán. Las operaciones que siguen
son exitosas. Combate junto a sus compañeros en Jemis de
Beni Bu Frur el 30 de septiembre.
La ocupación del territorio es costosa y requiere un gran
esfuerzo. Pacificada la península de las Tres Forcas, reforzado
el cabo de Agua y controladas las Chafarinas, la campaña del
Zoco de Jemis es otra complicación añadida. Será en el lance
de la campaña donde Foronda tomará las piezas hoy expuestas
en el Museo. El 1 de octubre su unidad es la elegida para
conducir un convoy de heridos hasta Melilla, pero ha de
regresar a toda prisa a Zeluán para volver sus pasos de nuevo
hacia Nador. Allí Salvador fue ascendido a Capitán de
Infantería y destinado a la posición de Ben Guen Zeni. Hasta
1910 permanece en África participando en operaciones de
campaña y conducción de convoyes. A mediados de mayo
recibe la Cruz Roja de Primera Clase al Mérito Militar por su
comportamiento en el episodio de Beni Bu Frur y la de
distintivo rojo y pensionada por su valentía en la conducción
de convoyes (7), pues a últimos de mes se reincorpora a su
Batallón para trasladarse a Alcalá de Henares.
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RAÚL GARCÍA GIRÓN
Apurada la estancia en Alcalá, su siguiente destino es
Pontevedra, en el Batallón de Segunda Reserva. Sabemos de él
que participa en diversos concursos de tiro, sufre un mes de
arresto en el castillo coruñés de San Felipe en septiembre y
realiza esporádicos viajes a Pontevedra, Astorga y Ferrol
(1911). Incumplimientos del arresto, otras faltas disciplinarias
y reclamaciones poco respetuosas motivan su sanción y es
recluido, de febrero a junio de 1912, en el castillo de Castro,
en Vigo.
En la solicitud del certificado de soltería el 6 de julio,
antes de reincorporarse a la Caja de Recluta de Astorga, parece
ser que el Marqués medió para paliar el dictamen militar de su
pariente y amigo. La Real Licencia para contraer matrimonio
con María del Carmen Fariña Cores fue concedida el 27 de
julio, y acto seguido consigue un permiso de dos meses por
asuntos propios que se suma a la convalecencia de una
supuesta enfermedad que comunica vía telegrama. Ni siquiera
la prórroga de su Licencia matrimonial en enero de 1913
consigue librarle de un nuevo arresto, en Astorga, por
escándalo público en una fonda.
En 1914, de guarnición en Vizcaya tras otro arresto
militar, viaja a Burgos, Madrid y Vigo. El 20 de febrero de
1915, al salvar a dos ancianos de un incendio con riesgo de su
vida, es premiado con la Cruz de Primera Clase con distintivo
negro y blanco de la Orden Civil de la Beneficencia (8). En
junio se le declara apto para el ascenso a Comandante,
mientras, sigue en Burgos. Su residencia en Madrid durante
1918 y 1919, propiciaría nuevos encuentros entre Salvador y
el Marqués, de hecho la donación de las piezas se realizó en
1918.
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UN BOTÍN DE GUERRA EN EL MUSEO CERRALBO: EL LEGADO FORONDA
DE LAS MÁS ANTIGUAS Y AUTÉNTICAS
Las armas de las que hemos hablado, que Salvador
denomina en su carta “de las más antiguas” y “auténticas” son
piezas de gran interés, que merecen un análisis en profundidad.
En el caso de la espingarda, se trata de un arma de fuego
portátil, a la postre, cañón de artillería algo mayor que el
falconete, en el sentido de escopeta muy larga usada por moros.
En su origen, formó parte de la artillería de marina y, a
posteriori, evolucionó desde la culebrina de mano transportada
por dos hombres hasta el arma de fuego precursora del arcabuz
de mecha y de rueda. La modificación de su culata permitía
apoyarla sobre el hombro para apuntar y disparar con mayor
eficacia, aligerando su peso y favoreciendo tanto la reducción
de calibre como la adopción de la llave de chispa.
Espingarda, vista general. Museo Cerralbo, Inv. Nº 00558.
La pieza aportada por Foronda mide 125 centímetros de
longitud y presenta tres partes bien diferenciadas: la culata, la
caja de chispa y el cañón. Éste, de ánima lisa, es la parte más
característica debido a su evidente desproporción. En él la
varilla o caña inferior aparece unida al eje por medio de siete
abrazaderas con decoración de soles repujados y grabados
adamasquinados en cobre en forma de medias lunas.
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RAÚL GARCÍA GIRÓN
La caja se alinea en torno a la tapa de cierre o pletina. La
llave de chispa es la típica norteafricana, denominada
snaphance o “gallo que pica”. En ella se distinguen el pie de
gato con su pedernal, la cazoleta y el rastrillo. En la parte
inferior, el muelle del rastrillo, su oído y el guardamonte
preservan el gatillo o disparador. Toda la recámara está
tachonada de clavos y chapas de cobre. La culata no tiene
carrillera pero curva su lomo para alinear el hombro con el
retroceso y facilitar el tiro. Conserva el correaje primitivo de
rango de cordones encarnados con borlas revestidas de hilos
de oro.
Con un peso de aproximadamente 4,5 kilogramos, la
secuencia de carga y disparo era compleja y requería de la
repetición de una serie de movimientos. La tensión y
confusión en la lid hacían al rifeño un tirador instintivo y
certero: primero descubría la cazoleta de la llave de chispa,
mantenía la espingarda en horizontal, depositaba una pequeña
cantidad de pólvora en la cazoleta, la cubría luego con la cobija
para evitar que se derramara, y disparaba. Al apretar el gatillo,
el pie de gato bajaba y el pedernal golpeaba sobre el rastrillo,
esta acción provocaba la chispa que acababa por prender la
pólvora de la cazoleta, disparando el arma. Su fabricación era
artesanal, y la inexistencia de una industria armamentística
propició que fuera en los talleres donde se cincelaban a mano
y pulían con lima. Por lo tanto, los calibres, calidades y diseños
eran muy variados.
Complemento de la espingarda es la polvorera, de forma
circular y realizada en metal amarillento. Apenas tiene 10 cm
de diámetro, pero está primorosamente decorada con motivos
vegetales grabados al aguafuerte y adamasquinados de plata.
Aún pueden apreciarse sus cordones de hilo de plata. El
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UN BOTÍN DE GUERRA EN EL MUSEO CERRALBO: EL LEGADO FORONDA
soldado debía tener la suficiente destreza para, con la pólvora
contenida en este recipiente, cargar el arma con rapidez y
disparar con precisión, solventando las dificultades técnicas
que pudieran presentarse en el fragor de la refriega, que no
eran pocas.
Polvorera. Museo Cerralbo, Inv. Nº 00556.
Buenos conocedores de sus armas, los hombres del
Magreb las amaban con un fanatismo similar al religioso,
teniéndolas por símbolos de masculinidad. Se les habituaba a
su contacto desde pequeños, estimándolas como propiedad del
sultán y heredad familiar. De espíritu vivo y aprendizaje
precoz, estos consumados guerreros formaban tropas
irregulares y de carácter temporal. El vínculo era el tribal y la
unidad la pautaban las leyes coránicas. Tampoco necesitaban
las cabilas rifeñas demasiadas razones para acudir a la pelea.
Ni siquiera existía uniformidad armamentística, cada uno
hacía acopio del arsenal que podía (9).
RAÚL GARCÍA GIRÓN
La última pieza del terno expuesto en el museo es una
gumía, puñal curvo de 43 cm de longitud. La empuñadura es
de madera estriada y su pomo, al igual que la vaina, es de latón
de cobre decorado a base de geometrías cinceladas de rombos
y crucetas. En la hoja, cercana al enmangue, presenta una
marca grabada en forma de aspa o cruz, probablemente marca
del fabricante, lo que vuelve a hablarnos de una manufactura
eminentemente artesanal. Conserva aún los cordones de
algodón azul con hilo de oro que pendían de sus anillos de
sujeción. Parte de esta guarnición se anuda a modo de tahalí,
para facilitar su suspensión, por ejemplo, de un cinturón. Sin
embargo, era habitual que el cabileño del Rif, que vestía
chilaba blanca con capucha y una capa parda y tosca para
protegerse hombros y espalda del frío, llevara dos cordones
cruzados sobre el pecho, uno para la skara o bolsa de vituallas
y otro para la gumía, que junto a nimchas, flises o mijes,
constituían las armas blancas más demandadas. Hay que
destacar que el Museo Lázaro Galdiano, cuyo fundador tenía
muchas cosas en común con Cerralbo, conserva una gumía
similar, con inventario 7347.
Marca de artesano en la hoja de la gumía. Museo Cerralbo, Inv. Nº 00555.
Gumía. Museo Cerralbo, Inv. Nº 00555.
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RAÚL GARCÍA GIRÓN
UN BOTÍN DE GUERRA EN EL MUSEO CERRALBO: EL LEGADO FORONDA
Estas fueron las piezas que Salvador aportó al museo de
su primo don Enrique de Aguilera y Gamboa, de enorme
interés por su relación con la historia contemporánea de
España, y por constituir ya entonces piezas raras entre los
combatientes rifeños. Ideales para ser integradas en la
exposición de la Sala Árabe, la forma en que fueron adquiridas
las haría especiales para su nuevo propietario.
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NOTAS
(1)
Archivo Museo Cerralbo. C Argensola 2. “Excelentísimo Señor Marqués
de Cerralbo, mi respetable y querido tío: según le indiqué, adjunto le envío
la espingarda, gumía y bolsa de pólvora, que yo mismo tomé en la acción
de septiembre de 1909 en el zoco del Jemis en Beni Bu Ifrur. Como verá
la espingarda es de las más antiguas que existen y las otras cosas, son
auténticas. Le ruego que las conserve en su portentoso museo, como una
muestra del verdadero afecto y gratitud que le guarda su deudo y leal amigo
que le besa la mano. Salvador de Foronda. Hoy 9 de mayo de 1918”.
(2)
Archivo General Militar de Segovia, en adelante A.G.M., Arma de
Infantería. Batallón de Cazadores de Ciudad Rodrigo número 7.
Primera Subdivisión. LGA F-1666. Hoja matriz de servicios de Don
Salvador de Foronda González.
(3)
A.G.M., Arma de Infantería. Batallón de Cazadores de Ciudad
Rodrigo número 7. Décima Subdivisión. LGA F-1666. Licencias
temporales que ha disfrutado, 1901-1903 y Séptima Subdivisión. LGA
F-1666. Servicios, vicisitudes, guarniciones, campañas y acciones en las
que se ha hallado, 1897-1903.
(4)
A. G. M., Registro 987/1904. Junta Consultiva de Guerra. Expediente
F-1666. Recompensa por su obra “Ligeras consideraciones sobre los
batallones de Infantería de Montaña”.
(5)
A.G.M., Arma de Infantería. Batallón de Cazadores de Ciudad
Rodrigo número 7. Séptima Subdivisión. LGA F-1666. Servicios,
vicisitudes..., 1903-1909.
(6)
Íbid, 1909: “Prestando sus servicios en el Hipódromo de la plaza de
Melilla, la noche del 11 al 12 de dicho mes y al ir á revisar las parejas que
prestaban servicio de avanzada, tuvo la desgracia de caer por un barranco,
produciéndose diferentes heridas, algunas de pronóstico reservado”.
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RAÚL GARCÍA GIRÓN
UN BOTÍN DE GUERRA EN EL MUSEO CERRALBO: EL LEGADO FORONDA
GLOSARIO
(7)
A.G.M., Arma de Infantería. Batallón de Cazadores de Ciudad Rodrigo
número 7. Novena Subdivisión. LGA F-1666. Órdenes militares y
civiles, títulos, cruces, medallas y otras condecoraciones que ha obtenido,
1910: “La cruz de primera clase con distintivo rojo por su comportamiento
en el combate de Beni Bu Frur de fecha de 30 de septiembre de 1909, según
Real Orden de 20 de mayo”.
(8)
Íbid, 1915: “La cruz de primera clase con distintivo negro y blanco de la
Orden Civil de Beneficencia en virtud de Real Orden de 17 de noviembre
de 1914 del Ministerio de la Gobernación”.
(9)
El armamento rifeño varió mucho a principios del pasado siglo; la
pistola de chispa se sustituyó por el revólver, y la espingarda dejó paso
al fusil (Maüser, Remingthon, Lebel o Chassepot). Véase GALLEGO
RAMOS, Eduardo: La Campaña del Rif de 1909. Algazara . Málaga,
2005; p. 84: “La espingarda no reporta ya más utilidad que la que por
ella le pague algún extranjero caprichoso”.
Beréber o berebere
Persona perteneciente a un conjunto de etnias autóctonas del
Magreb que se distribuyen desde Siwa, al oeste del Nilo, hasta la
costa atlántica y desde el litoral mediterráneo hasta el río Níger.
Conocidos en lengua beréber o tamazight como imazighen,
etimológicamente hombres libres, se concentran especialmente en
Argelia y Marruecos. Mashauash para los egipcios, libios para los
griegos y numidios o mauritanos para los romanos, los europeos
medievales se refirieron a estas tribus nómadas norteafricanas con
el término genérico de moros.
Cabila
Se entiende por cabila, del árabe marroquí qbila y del árabe clásico
qabilah, la tribu de beduinos o beréberes y, por extensión, la
organización tribal en primitivas jurisdicciones que, en la región
rifeña (Beni Sicar, Mazuza, Beni Bu Frur, Beni Bugafar y Beni
Sidel) se subdividían en fracciones (en cinco la de Beni Sicar, en
cuatro la de Beni Bu Frur y en diez la de Beni Sidel). Especialmente
importantes eran las fracciones de At Laten Uicsan y Segangan, en
Beni Bu Frur, por albergar en su demarcación un importante
yacimiento metalífero.
Cincelado
Artesanía que consiste en labrar o grabar a golpe de martillo con
una herramienta de boca acerada y recta de doble bisel sobre piedras
o planchas de metal para convertirlas en alto o bajorrelieve de una
figura. El metal ha de cortarse en láminas del tamaño deseado,
tratarse con resinas o lacre y golpearse sobre planchas dúctiles. El
artesano trabaja sobre la superficie que quedará a la vista.
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UN BOTÍN DE GUERRA EN EL MUSEO CERRALBO: EL LEGADO FORONDA
Damasquinado
Técnica consistente en la ornamentación mediante autajía o
embutido de finos hilos de oro o plata en acero o hierro pavonado.
Su nombre refiere al topónimo de origen en épocas muy antiguas.
El primitivo picado a punceta derivó en el estriado a cuchilla para
introducir los filamentos mediante punzón y martillo en la pieza a
decorar.
Empréstito
Fuente de financiación ajena, dividida en obligaciones o pequeños
préstamos a repartir entre un gran número de acreedores o
prestamistas, debida a la urgente necesidad de capitales de muy
elevada cuantía por parte de grandes empresas y entes públicos. Los
títulos emitidos y amortizados adquieren un valor triple: nominal,
de importe y de reembolso.
RAÚL GARCÍA GIRÓN
Nimcha
Espada a una sola mano característica del Magreb, muy usada a
partir del siglo XVIII. Este tipo de arma blanca se montaba sobre
hojas más antiguas de origen europeo, y sus diseños, muy variados,
dieron como resultado la existencia de nimchas con empuñaduras
peculiares: las había con un par de gavilanes resaltados y mangos de
madera cuadrados, con empuñaduras protege-nudillos, e incluso
con un tercer gavilán. Se asemejaban, en todo caso, a las saif de
procedencia árabe.
Repujado
Técnica que consiste en trabajar planchas de metal blando (latón,
estaño, oro o plata) para obtener ornatos en relieve. Se elaboraba
con buriles de distintos tamaños y formas desde el envés de la pieza.
Los detalles finales se perfilaban en el derecho de la pieza, con
buriles más finos para apurar la definición del dibujo.
Gumía
Arma blanca similar a la daga pero con una curvatura característica
en su hoja que usan los magrebíes. Deriva etimológicamente del
árabe comí, que significa valiente, considerándose también una
herramienta indispensable.
Llave de chispa
Mecanismo de resorte que sirve para disparar armas de fuego
portátiles, imprimiendo con fuerza un movimiento pivotante al
trozo de pedernal que, al percutir con el depósito, produce chispas
que incendian la pólvora.
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UN BOTÍN DE GUERRA EN EL MUSEO CERRALBO: EL LEGADO FORONDA
RAÚL GARCÍA GIRÓN
BIBLIOGRAFÍA
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de Cultura, Subdirección General de Publicaciones, Información y
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de Viuda e Hijos de J. Peláez, Madrid, 1911.
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UN BOTÍN DE GUERRA EN EL MUSEO CERRALBO: EL LEGADO FORONDA
CRÉDITOS FOTOGRÁFICOS
PORTADA. Llave de chispa de la espingarda Nº Inv. 00558. Archivo
Digital Museo Cerralbo, Fotografía Ángel Martínez Levas.
CONTRAPORTADA. Polvorera y Gumía. Nº Inv. 00556 y 00555.
Archivo Digital Museo Cerralbo, Fotografía Ángel Martínez Levas.
Pág. 7:
Mapa de Melilla.
http://efmiguelfernandez.files.wordpress.com/2009/11/guelayabravo-2002.jpg (22-09-2010).
Pág. 9:
Emboscada rifeña. MARTÍN GÓMEZ, A. L.: Los combates de
Ceuta. Guerra de África, 1859 – 1860. Almena, Madrid, 2009, página 47.
Pág. 10:
Escena de combate. MARTÍN GÓMEZ, A. L.: Los combates de
Ceuta. Guerra de África, 1859 – 1860. Almena, Madrid, 2009, página 79.
Pág. 14:
Espingarda. Nº Inv. 00558. Archivo Digital Museo Cerralbo, Fotografía Ángel Martínez Levas.
Pág. 16:
Polvorera. Nº Inv. 00556. Archivo Digital Museo Cerralbo, Fotografía Ángel Martínez Levas.
Pág. 16:
Gumía. Nº Inv. 00557. Archivo Digital Museo Cerralbo, Fotografía Ángel Martínez Levas.
Pág. 17:
Gumía. Nº Inv. 00557. Archivo Digital Museo Cerralbo, Fotografía Ángel Martínez Levas.
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