Deriva continental - Cienciorama

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 Deriva continental
Luci Cruz Wilson
Aunque desde 1620, el filósofo inglés Francis Bacon se dio cuenta de la
similitud entre las formas de la costa occidental de África y la oriental
de Sudamérica, y en 1858, Antonio Snider propuso por primera vez que
los continentes podían estar en movimiento, fue el meteorólogo alemán
Alfred Wegener, quien reunió la gran cantidad de datos geofísicos,
geológicos, paleontológicos y biológicos que sustentaron la hipótesis de
la deriva continental. En enero de 1912 presentó las conclusiones de sus
investigaciones sobre la deriva continental en la Unión Geológica de
Frankfurt, en un trabajo titulado "La formación de las grandes
estructuras de la corteza terrestre (continentes y océanos) con bases
fisiográficas".
En su trabajo Wegener proponía que al final del Carbonífero, hace
aproximadamente 290 millones de años, sólo existía un continente, la
Pangea
este nombre significa todas las tierras
y que los oceános
estaban unidos en una única masa de agua a la que llamó Panthalassa,
término que significa mar universal. Según él, la masa continental se
debió fragmentar posteriormente en distintas direcciones, de tal manera
que en el Eoceno (hace alrededor de 60 millones de años) ya se podían
distinguir con claridad dos continentes: Laurasia, que incluía lo que
ocupan actualmente América del Norte, Europa y Asia, con excepción de
India, y una serie de bloques continentales hoy separados que
constituían el supercontinente de Gondwana. Éste comprendía a
Sudamérica, la Antártida, Australia y África.
Wegener utilizó como demostración de la deriva continental la
coincidencia fisiográfica de las costas de los continentes del Atlántico.
Demostró que al sobreponer las estructuras profundas de su contorno,
éstas presentan similitudes y se acoplan como si fueran las piezas de un
rompecabezas. Además, en el oeste de África y el este de Sudamérica
hay formaciones rocosas del mismo tipo y edad. Wegener demostró
igualmente que al reconstruirse el supercontinente Pangea, los
depósitos de ciertos minerales están cerca del ecuador de esa época y
otros encontrados en India, Australia, Sudamérica y sur de África están
cercanos al antiguo polo. Entonces pensó que era evidente que la
posición de las masas terrestres cambió no sólo en la relación que
tenían entre sí, sino también en su relación con el polo (muchas rocas
adquieren en el momento de formarse una carga magnética cuya
orientación coincide con la que tenían el campo magnético terrestre en
el momento de su formación). De esta manera, según Wegener, en la
deriva continental los fragmentos de Pangea se alejaron de los polos.
Asimismo, consideró el hecho de que algunas especies de plantas y
animales se encuentran en varios continentes. Por ejemplo, en América
del Sur se encontraron los huesos fósiles de un reptil del Triásico,
llamado Lystrosaurus, y restos de este animal también fueron
encontrados en la Antártida, la India y China.
Es indiscutible que la deriva continental ha estado funcionando desde el
inicio de la historia de la Tierra y ha tenido un papel muy importante en
la historia de la vida. Los cambios en la configuración relativa de los
continentes y de los océanos influyen mucho en el medio ambiente, en
los modelos climáticos y en la composición y distribución de la vida en la
biosfera y, por lo tanto, en el curso de la evolución y en la diversidad de
los organismos. En conclusión, las tendencias evolutivas varían a través
de los tiempos geológicos en respuesta a grandes cambios
medioambientales producidos, entre otras razones, por la deriva
continental. La selección natural, que es el motor de la evolución, actúa
cuando sobreviven los organismos que poseen las características
necesarias para adaptarse a las nuevas condiciones. Por eso es válido
pensar en cómo afectará a la vida la futura configuración de los
continentes. Se prevé, por ejemplo, que dentro de 50 millones de años,
los océanos Atlántico e Índico continuarán su ampliación a expensas del
Pacífico. Australia proseguirá su deriva hacia el norte e iniciará su
rozamiento con la placa euroasiática. La porción oriental de África se
separará del continente, mientras que su deriva hacia el norte cerrará
en parte el golfo de Vizcaya, produciendo grandes deformaciones en el
Mediterráneo.
Dentro de 150 millones de años, el Atlántico norte, más antiguo que el
sur, se cerrará, mientras que el segundo seguiría ensanchándose, con la
consiguiente separación de las dos Américas. La colisión de Australia con
Asia unirá los océanos Índico y Pacífico. África, Asia y Norteamérica se
fragmentará a partir de los rifts (lugares de expansión de los fondos
marinos). El continente africano seguirá empujando contra Eurasia y el
mar Mediterráneo tenderá a desaparecer.
Todo esto hace pensar que cada 500 millones de años se forma una
nueva Pangea que se fragmenta después y que los continentes
derivarán hasta que el motor térmico de la Tierra se apague; y que
también el derrotero de la vida está ligado a estos eventos geológicos.
Después de que los geofísicos fueron los críticos más asiduos de la
hipótesis de la deriva continental, es sorprendente que la evidencia
actual más contundente a favor de ésta sea precisamente de índole
geofísica y que tenga como base las observaciones de los sismos y el
descubrimiento del fondo oceánico a partir de los años 30. A principios
de los años 60, el geofísico H. H. Hess sugirió un mecanismo que podría
explicar la deriva continental, que posteriormente se conoció como
tectónica de placas, es decir, que el movimiento de los continentes se
debe a que continuamente sale material del manto por debajo de la
corteza oceánica y se crea una fuerza que empuja las zonas ocupadas
por los continentes (las placas continentales) que los hace cambiar de
posición. Hoy en día, la idea de que los continentes actuales estuvieron
unidos formando la Pangea, y que empezaron a disgregarse, es
aceptada con pocas reservas.
http://geologia.igeolcu.unam.mx/academia/Temas/Tectonica/Tectonica.htm
http://www.portalciencia.net/geoloder.html
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