Un recorrido posible - Universidad Kennedy

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TEORIZACIONES SOBRE LA NOCIÓN DE OBJETO EN FREUD Y
LACAN: Un recorrido posible.
Mabel Levato
Voy a trabajar en principio el tema del objeto en Freud.
En la obra freudiana se pueden delimitar tres grandes dimensiones del
concepto de objeto. El primero que se puede deslindar es el objeto de
deseo para Freud. Es el objeto perdido de la experiencia de
satisfacción alucinatoria.
Dicha vivencia no es la descripción de un acontecimiento, sino que es
una experiencia de valor fundamental y que establece el modo en que
se constituye el desear, y esto se logra, según Freud, en base a la
articulación entre vivencias en el propio cuerpo y el pensar como
operación constituyente de ligaduras.
No nos olvidemos que para explicar esta experiencia, Freud lo hace
también para denotar como se inscriben esas vivencias y de esta
manera surgen las primeras huellas mnémicas.
Esta huella mnémica o signo perceptivo, como lo llama Freud en la
carta 52, conlleva la idea de marca indeleble por un lado o sea que
nunca se hace conciente, y por otro nos remite a la pérdida de objeto.
Esta es para Freud la estructura del funcionamiento del deseo: la
búsqueda del objeto perdido. Tanto es así, que si no está, se lo
alucina.
Sabemos que el objeto es el oral, pero ajeno a la satisfacción de la
necesidad. Así introduce a nivel del organismo, una nueva forma de
satisfacción, la realización del deseo.
Separa la satisfacción, de la necesidad. La búsqueda de la identidad
de percepción, va delimitando una hiancia entre lo que se busca y lo
que se encuentra. Búsqueda infructuosa, signada por la repetición.
No nos olvidemos además, que para esta vivencia, el niño necesita de
una ayuda externa. El grito o llanto son llamadas al Otro. Este
“desamparo inicial” dice Freud en el Proyecto, “es la fuente primaria de
todos los motivos morales”1.
El deseo entonces, al investir la huella mnémica desiderativa, produce
el olvido del camino de la satisfacción de la necesidad y así condena
al organismo a la desadaptación desde el inicio.
Así, la nostalgia, el anhelo, la búsqueda del encuentro primero con ese
Otro, eso siempre perdido, hace al funcionamiento psíquico freudiano.
Vemos así que la huella es solidaria de una pérdida y constituye una
memoria orientada en sus recorridos, en su búsqueda por el principio
del placer.
Observamos claramente en esta conceptualización del objeto, al
mismo como inalcanzable, perdido, y sostiene una búsqueda
imposible por estructura.
Voy a pasar a describir a la segunda dimensión del concepto de objeto
en Freud. El objeto parcial, para luego pasar a la tercera que es la del
objeto de amor.
1
Freud, S. “Proyecto de psicología” (1950 [1895]) Obras Completas, Volumen 1, Buenos
Aires, Amorrortu Editores, 3° reimpresión, 1992. p.363.
En Tres ensayos2, Freud suma un nuevo objeto, muy cercano al objeto
de deseo, pero no idéntico. Es el objeto de la pulsión parcial.
La sexualidad infantil perversa y polimorfa, depende de la estructura
de la pulsión parcial y es inseparable de la misma.
La pulsión parcial se organiza con el autoerotismo y el placer de
órgano, vinculado con la zona erógena. Freud en El hallazgo del
Objeto dice “Cuando la primerísimo satisfacción sexual estaba todavía
conectada con la nutrición, la pulsión sexual tenía un objeto fuera del
cuerpo propio, el pecho materno. Lo perdió sólo más tarde, quizá justo
en la época en que el niño pudo formarse la representación global de
la persona a quien pertenecía el órgano que le dispensaba
satisfacción.
Después la pulsión sexual pasa a ser regularmente autoerótica y sólo
luego de superado el período de latencia se restablece la relación
originaria. No sin buen fundamento el hecho de mamar el niño el
pecho materno, se vuelve paradigmático para todo vínculo de amor. El
hallazgo (encuentro) de objeto es propiamente un reencuentro”
Siguiendo con la pulsión parcial y su objeto, vemos que Freud hace
una distinción con la pérdida del objeto de deseo alucinatorio.
La experiencia de satisfacción es anterior al autoerotismo y es
condición de las lógicas que siguen.
En dicha experiencia la pérdida se instala entre necesidad y deseo,
entre satisfacción y realización.
2
Freud, S. “Tres ensayos para una teoría sexual” (1978) Obras Completas, Volumen 7,
Buenos Aires, Amorrortu Editores, 3° reimpresión, 1992. p.203
Esta primera pérdida condiciona los procesos primarios como tales y
no debe ser confundida con la pérdida a la que alude Freud al
presentar al autoerotismo. Este conlleva la pérdida del objeto real. O
sea la vivencia tiene que ver con el deseo y el autoerotismo con la
pulsión.
La tercera pérdida para Freud, tiene que ver con el amor.
Por ende, el deseo es el concepto fundante y esta pérdida de objeto
condiciona la posibilidad de las otras dos, el surgimiento mismo de la
sustitución, ya que el objeto de la pulsión y el del amor, son ya forma
de sustitución del objeto perdido del deseo.
En el mismo texto de Tres ensayos, Freud, a pie de página agrega una
nota en 1915, en donde dice que hay dos caminos para el hallazgo del
objeto. El primero por apuntalamiento en los modelos de la primera
infancia (anaclítico) y en segundo lugar el narcisista que busca al yo
propio como objeto.
Ya en Schreber3 señalaba con respecto a este tema, que el desarrollo
de la libido implica un paso del autoerotismo al amor objetal.
Del autoerotismo dice que es cuando la pulsión no está dirigida a otra
persona y se satisface en el cuerpo propio. La búsqueda es de placer
y el objeto es el instrumento para alcanzarlo.
Entonces así como la pulsión parcial se articula en torno a un objeto
instrumental que de despliega entre la variabilidad y la fijación, la
elección de objeto de amor, se despliega ente la elección narcisista y
la elección anaclítica.
3
Freud, S. “Sobre un caso de paranoia descrito autobiográficamente (caso Schreber)”
(1911) Obras Completas, Volumen 1, Buenos Aires, Amorrortu Editores, 3° reimpresión,
1992.
Las tres formas de la falta de objeto según Lacan
En base a la estructura edípica freudiana Lacan elabora la lógica del
falo. Si nos remitimos al seminario “La relación de objeto” podemos
dar cuenta de las articulaciones que hace Lacan entre el falo y el
objeto.
Dicho seminario lo inaugura con una afirmación: El objeto en
psicoanálisis debe caracterizarse como la falta de objeto4.
Lacan dará el nombre de falta de objeto, al objeto perdido del deseo
freudiano.
Se pueden vislumbrar tres formas de objeto desde Lacan a esta altura
de sus formulaciones: El objeto fóbico, el objeto fetiche y el falo.
Siendo éste último el que adquiere importancia creciente y central en
su teoría5.
A estas tres formas de falta de objeto Lacan lo articula con el orden
imaginario, el simbólico y lo real. A su vez estas formas de falta sufren
un clivaje peculiar, se articulan en función de la relación de los tres
órdenes con tres elementos que inicialmente desconciertan: la acción,
el objeto y el agente.
4
Rabinovich, D. El concepto de objeto en la teoría psicoanalítica I. Ed. Manantial, 1988
BsAs Argentina. p.117
5
Lacan, J. “El seminario, Libro 4, La relación de objeto” Paidós, BsAs, 1998.
Bajo la acción se colocan las tres formas de falta. La acción se dirige
hacia el sujeto quien es un sujeto sujetado a la acción de un agente.
Éste agente según la época será encarnado por distintos rostros del
Otro6. El objeto es producido por la forma de la falta que se introduce
en el sujeto por acción del agente. La posición del agente muestra la
dependencia estructural de las formas de la falta del Otro como tal,
como lugar del significante7.
De las tres formas sólo la castración es de origen freudiano. La
frustración es tomada de la teoría de la relación de objeto de Klein y el
caso de la privación de Ernest Jones.
Voy a tomar en primer lugar a la frustración. En el seminario 4 Lacan
marca una diferencia interna a la frustración misma. La primera de
estas dos vertientes de la frustración ya se la puede encontrar en
términos de frustración del objeto de goce por parte del semejante. La
frustración en relación al objeto real de goce, de satisfacción en cuanto
tal. Real entendido en su uso primero por Lacan. Se está preparando
el lugar que luego tendrán el objeto y el goce en tanto que reales. Es
entonces esta vertiente, frustración de goce8. La segunda vertiente nos
lleva al objeto en su dimensión simbólica. La madre funciona como
agente simbólico y genera esa forma de frustración que Lacan
denomina frustración de amor.
Con esto entramos en lo que conocemos como demanda o llamada al
Otro. La función del llamado es inseparable del carácter simbólico del
6
Rabinovich,D. Ob. Cit. p.119.
Rabinovich,D. Ob.Cit. p.120.
8
Rabinovich,D. Ob.Cit. p.122.
7
agente de la frustración, o sea la madre como aquel que en lo real
puede responder o no al llamado.
La necesidad es transformada por el paso a través del Otro. El
responder o no al llamado nos vincula con el par presencia-ausencia.
Y es justamente la presencia-ausencia del Otro simbólico lo que
constituye el agente de la frustración como tal9. La problemática no es
la presencia-ausencia del objeto real sino del Otro simbólico.
La demanda no es de la satisfacción de la necesidad sino de la
presencia o ausencia del Otro como agente. Éste Otro conlleva el
privilegio de poder responderle o no y lo dota de un don.
Cuando la madre accede a ese poder pasa a ser según Lacan real y el
objeto que era real, deviene un objeto simbólico: el don10.
En esta vertiente lo que se produce es frustración del objeto de amor y
esto abre el acceso a la realidad simbólica.
La frustración de goce en cambio remite al sujeto a la posesión del
objeto como tal, que lo introduce en la dialéctica de la agresividad.
Las otras dos formas de falta de objeto, la privación y la castración
están directamente relacionadas a la castración materna y modifica la
articulación del objeto en la enseñanza de Lacan11.
Freud encontró para esa falta, al falo como su objeto. El falo es
aquello que podría colmar la falta en el Otro y el camino es como
identificarse con él. Si bien su prevalencia se impone en lo imaginario
comienza a sí mismo a esbozarse en lo simbólico. Por el falo el sujeto
9
Rabinovich,D. Ob.Cit. p.127.
Rabinovich,D. Ob.Cit. p.131.
11
Rabinovich,D. Ob.Cit. p.132.
10
se introduce en la dialéctica del don y del intercambio simbólico, más
allá de la frustración de amor.
La falta en lo real de la madre es un punto clave en relación a la
acción de castración. En Lacan dicha falta se vuelve la meta del deseo
como deseo del Otro12.
En relación a la privación materna se plantea la dialéctica de ser o no
el objeto que obtura dicha falta, o sea el falo simbólico.
El falo se vincula primeramente con el ser del sujeto en su relación con
el deseo del Otro, ya que el sujeto debe competir con el falo para
llegar a situarse como objeto de deseo del Otro.
Con esto introducimos el objeto fóbico “como el objeto en cuanto
significante para todo uso, para suplir la falta del Otro…”13.
El objeto fóbico es un objeto sintomático, o sea metafórico. Lacan en
el seminario 4 al hacer el análisis del caso Juanito nos muestra la falta
de Falo en la madre como nexo en la relación de sujeto con el deseo
del Otro. Habla aquí de la madre como insaciable, devorante e
insatisfecha. Este objeto más allá de la significación que se le puede
dar es fundamentalmente un significante comodín que suple la falta
del Otro. Este significante se debe a la operación insuficiente del
nombre del padre en la metáfora paterna. Este objeto sintomático no
puede confundirse con el objeto en juego en el fantasma y se presenta
como pasible de ser reabsorbido por el significante14.
El objeto fetiche en cambio lo podemos ubicar como más cercano al
objeto del deseo como tal, al funcionar como el sostén mismo del
12
Rabinovich,D. Ob.Cit. p.133.
Lacan, J. Escritos 2 . 1977, Ed. Siglo XXI, Bs.As. p.217.
14
Rabinovich,D. Ob.Cit. p.138.
13
deseo sexual y se resiste a ser absorbido totalmente en el Otro del
significante15.
Aquí Lacan16 ubica siguiendo a Freud un velo delante del objeto y dice
que ahí es el lugar donde se produce la proyección imaginaria. Aquí
surge lo que convierte a la falta en una figura, el fetiche, que es el
soporte ofrecido al deseo, pero el deseo como perverso.
Sobre el velo es donde el fetiche dibuja lo que falta más allá del objeto.
La manifestación de la pulsión
De la teoría de las pulsiones se puede decir que Lacan elaboró la
lógica del objeto pequeño a. El comienzo de esta tematización puede
ubicarse a partir del Seminario “Los cuatro conceptos fundamentales
del psicoanálisis”.17
La noción de objeto es infinitamente compleja y en todo momento
tenemos que saber de qué objeto estamos hablando. En el capítulo el
Sujeto y el Otro: la alienación, del Seminario antes referido, Lacan
dice: “El Otro es el lugar donde se sitúa la cadena del significante que
rige todo lo que, del sujeto, podría hacerse presente, es en el campo
de ese ser viviente donde el sujeto tiene que aparecer. Y he dicho que
15
Rabinovich,D. Ob.Cit. p.145.
Lacan, J. “El seminario, Libro 4, La relación de objeto” Paidós, BsAs, 1998. p. 167.
17
Lacan, J. El seminario, Libro 11. Los Cuatro Conceptos Fundamentales del
Psicoanálisis. Ed. Paidós, Buenos Aires. 2001.
16
es por el lado de ese ser viviente, llamado a la subjetividad, donde se
manifiesta esencialmente la pulsión.”18
En este mismo capítulo aclara que la pulsión es siempre parcial y que
ninguna representa a la función de la reproducción. En el psiquismo no
hay representación de esta función; o sea, no hay nada en el sujeto
que le permita situarse como ser macho o como ser hembra.
Siguiendo a Freud19, Lacan dice que el sujeto sólo sitúa en el
psiquismo sus equivalentes: actividad y pasividad. Las vías de lo que
hay que hacer como hombre o como mujer pertenecen por entero al
drama edípico, no a la pulsión. Para Lacan la sexualidad se instaura
en el campo del sujeto por vía de la falta.20
Las faltas a las que se refiere son dos. Una se vincula al advenimiento
del sujeto con relación al Otro, dado que el mismo nace alienado a los
significantes del Otro. El sujeto, pues, depende del significante y éste
se halla primero en el campo del Otro. Podríamos llamar simbólica a
esta falta, que a su vez nos remite a otra anterior, real, relacionada
con el advenimiento del ser viviente, fundado en la reproducción
sexuada. Esta falta real, entonces, es lo que pierde el ser viviente por
su reproducción sexuada y, por ello mismo, queda remitido a la propia
muerte; nace, se reproduce y muere. Esta parte perdida de sí mismo
constituye la búsqueda permanente del sujeto, o sea, no se busca el
complemento sexual, sino eso perdido que lo lleva a la mortalidad.
18
Ibíd., pág. 212.
Freud, S. Pulsiones y destinos de pulsión en Obras Completas. Volumen XIV. Amorrortu
Editores. Buenos Aires, 1979.
20
Lacan, J. El seminario, Libro 11. Los Cuatro Conceptos Fundamentales del
Psicoanálisis. Ed. Paidós, Buenos Aires. 2001.
19
A la luz de lo anteriormente dicho la pulsión es siempre pulsión de
muerte. El mito de la laminilla, como lo llama Lacan, es el mito que
encarna la parte perdida.
Lacan considera a la libido como un órgano y no como un campo de
fuerzas que se atraen en sus formas macho y hembra. Y agrega que
la libido es el órgano esencial para comprender la naturaleza de la
pulsión. Este órgano es irreal, se articula con lo real y se encarna.
Como ejemplo de esto sitúa al tatuaje.
La dialéctica de la pulsión es circular pero no recíproca, es
asimétrica21. Se trata de un movimiento de reversión que partiendo del
sujeto regresa a él. Es una dialéctica que nada tiene que ver con lo
que pertenece al registro del amor, como tampoco al bien del sujeto.
El sujeto, el Otro: la alienación y la separación
En este apartado me propongo explicar las operaciones de alienación
y separación a través de esquemas de la teoría de los conjuntos. Para
dar cuenta de la operación de alienación recurro al esquema de la
reunión22. Tenemos dos conjuntos que se reúnen. El primer círculo es
el conjunto vacío. Para ubicar ahí un lugar significante es necesario el
Otro. Cuando el conjunto vacío se llena de inscripciones significantes,
ya es el conjunto del Otro.
Figura 1
21
22
Ibíd., Cap. 16.
Miller, J-A. Los signos del goce Cap. 11. Pág. 179. Ed. Paidós, Buenos Aires,1998.
El conjunto vacío (sujeto) también está en el Otro, pero no a título de
elemento, sino de parte. Esa falta representada por el conjunto vacío
es inherente al Otro. Del lado del Otro tenemos los significantes (S1S2) y la falta. A esto último, Lacan lo denomina significante de una
falta en el Otro S(A). Esto implica que no hay ningún significante que
ocupe este lugar. Él es distinto a todos los otros significantes, no tiene
equivalente. Con S(A) se indica, entonces, que hay una falta en el
Otro, que el Otro no es completo.
Esa falta se inscribe mediante un significante, y este S(A) no es un
significante cualquiera. Al ser distinto no puede nunca taponar la falta
que inscribe. Este significante sería equivalente a raíz cuadrada de
menos 1, ya que no hay ningún número que elevado al cuadrado dé
ese resultado. No existe ningún número que pueda ser la respuesta a
tal ecuación.
Sin embargo, en la operación de reunión hay un significante que se
puede distinguir del resto, es el S1. Ese significante es el apropiado
para inscribirse en el conjunto vacío del sujeto. Esta articulación entre
el Sujeto y el Otro, entre el conjunto vacío y el conjunto de los
significantes, es una necesidad lógica, pues para lograr esta
articulación hace falta que al menos un significante se inscriba en el
conjunto sujeto.
Figura 2
A falta de su lugar original el sujeto encuentra primero las marcas de la
respuesta del Otro, pero cuando inviste lo que está de su lado, lo que
encuentra es S123. Así se ve conducido a hacerse significante.
Si el conjunto vacío encierra un elemento significante ya no está vacío.
El sujeto, entonces, al encontrar ese significante se hace él mismo
significante; esto es, se identifica, dice: “Soy ese significante”. Por lo
tanto, en la operación de alienación el sujeto encuentra su insignia.
Pero no debemos olvidar que luego tendrá que maniobrar con su
vacío, y ahí ya nos encontramos con la segunda operación que es la
de separación.
Pero ¿Cómo maniobra a partir de su vacío? Encontrando la falta en el
Otro. Ya no se trata de hacerse significante, sino de hacerse objeto.
Es decir que el sujeto no sólo se constituye por medio de un elemento
significante del Otro, sino también mediante la parte vacía del Otro. Se
orienta mediante un elemento (S1) o por la parte24. El esquema de
intersección explica la operación de separación. En éste se reúnen la
23
24
Ibíd. Pág. 183.
Ibíd. Pág185.
parte no significante del Otro y el vacío del sujeto, que opera
apoyándose en su propio vacío.
Figura 3
Aquí se le plantea al sujeto un problema pues ahí ya no se reconoce,
no hay identificación, ya no hay orientación desde el espejo del Otro.
La orientación de la dirección de la cura analítica, será lograr que el
sujeto se reconozca en esa separación. La elección forzada a la que
Lacan hace alusión en el Seminario 1125 estaría planteada entre la
parte vacía del conjunto y la parte llena donde está S1. El sujeto
primero elige S1, o sea, elige al Otro, que equivale a decir que elige el
sentido, S1 llama a S2. Pero si bien elige el sentido no tiene respuesta
al “chez vuoi”11, al qué quiere el Otro de mí. “Soy esto (S1)”, pero no
sabe qué quiere decir. Es en este sentido que el sujeto es escindido.
Es claro que esta elección conlleva una pérdida y, como dirá Lacan:
“no hay sujeto sin que haya, en alguna parte, afanisis del sujeto, y esa
alienación, en esa división fundamental se instituye la dialéctica del
sujeto”26.
25
Lacan, J. El seminario, Libro 11. Los Cuatro Conceptos Fundamentales del
Psicoanálisis. Capítulo XVII, Pág. 229. Ed. Paidós, Buenos Aires. 2001.
11
26
Lacan, J. El seminario, Libro 10. La angustia. Ed. Paidós. Buenos Aires, 1998.
“El surgimiento del sujeto a nivel del sentido sólo se da por su afanisis
en el Otro lugar, el del inconsciente”.
Cuando nombramos fading constituyente, estamos indicando que
antes del sujeto no hay nada, salvo el lenguaje.
A este S1 producto de la alienación, Lacan le dio el nombre especial de
significante Amo. Es el Uno sin el Otro. Esto plantea una dificultad, ya
que según Lacan, un significante representa al sujeto para otro
significante. Pero justamente a la identificación no se la puede
considerar como una representación del sujeto. Fue por eso que
Lacan le puso otros nombres; lo llamó rasgo unario o significante Amo.
Finalmente el esquema de la separación quedaría así.
Figura 4
Aquí vemos cómo el a, ubicado en la intersección se encuentra fuera
de los efectos de sentido de S1 S2.
La pregunta acerca de qué quiere el Otro, ese intervalo que corta los
significantes, permite ver en esas fallas del discurso, el deseo del Otro.
Ese enigma que no tiene respuesta.
El proceso de separación utiliza lo que la alienación despejó, o sea, el
conjunto vacío, lo que quedó por fuera de la reunión.
La operación de separación surge de la confrontación del conjunto
vacío del sujeto con la parte vacía del conjunto del Otro. La separación
es el resultado de la intersección de la falta del sujeto, más la falta del
conjunto del Otro (S1S2).
Figura 5
El resultado de la intersección entre el S y el A es el a27. Con Lacan,
sabemos que el Otro es el cuerpo en tanto conjunto vacío donde se
inscriben los significantes (S1S2).
Pero hay una parte del organismo que no se transforma en cuerpo,
tiene el estatuto de fuera de cuerpo, ya que el sujeto puede hacerse
representar por S1, en cambio, no puede hacerse representar por a.
Sabemos que el S1 llama al S2, y así opera el sujeto en su intento de
subjetivación. Por ejemplo, el niño grita y es el Otro el que transforma
27
Miller, J-A. Los signos del goce. Cap. XI, El tiempo del análisis. Ed. Paidós. Buenos
Aires, 1998
ese grito en llamado. Así tenemos una subjetivación mediante la
representación.
La subjetivación del a requiere, en cambio, del fantasma28.
S1
S2
identificación
S
a
pulsión
Tanto la identificación constituyente como el fantasma están
relacionadas y vinculadas íntimamente. Por ejemplo, si el sujeto está
abrochado a la insignia (S1) se mantiene a distancia del a; entonces, el
atravesamiento del fantasma es correlativo a una desubjetivación del
significante. Si renuncia a su representación significante, el sujeto es
susceptible de convertirse en a.
Figura 6
28
Ibíd.
En estos esquemas vemos que tanto a como S1 están ubicados en la
intersección, y lo que tienen en común es que ambos están fuera del
sentido y no están articulados. Los dos obtienen su posición por estar
fuera del sentido29.
El sentido gozado
Para comenzar este punto es necesario recordar algunas cuestiones
relativas al estadio del espejo. Se trata de un dispositivo que muestra
claramente su articulación al Otro30
El sujeto está delante de su imagen frente al espejo, sin medios para
reconocerla e invadido por un júbilo que no llega a otorgarle un yo. El
niño busca alguna cosa que falta pasando su mano entre sí mismo y
su imagen, y se vuelve hacia quien lo sostiene. Es en la mirada de ese
Otro que el niño identifica la imagen como siendo él mismo. Este punto
exterior necesario fija la relación imaginaria31.
Pero el sujeto en el eje simbólico, es decir, por la relación con el Otro,
termina fijando la relación imaginaria entre el cuerpo y su imagen. El
yo aparece en esta tensión entre le sujeto y su cuerpo. No hay relación
inmediata entre el cuerpo y la imagen. El cuerpo permanece
escondido y lo que aparece es su imagen. Lo que conoce de su
cuerpo es el júbilo por el reconocimiento de su imagen, pero no lo que
29
Miller, J-A. Introducción al método psicoanalítico. Cap. V. Ed. Paidós, Buenos Aires,
2003.
30
Laurent, E. Los objetos de la pasión. 3ª Conferencia. Tres Haches. Buenos Aires, 2004.
31
Ibíd.
sucede en su cuerpo. El sujeto no tiene acceso directo a su cuerpo
como viviente, eso es lo escondido.
La pulsión, entonces, no está en el cuerpo ni es imagen, está siempre
articulada sobre el cuerpo a través de agujeros: la boca y el resto.
Lacan hace valer justamente el objeto pequeño a, como aquello que
realiza un trayecto en torno al agujero32,33.
Figura 7
A partir de 1970 Lacan va a deducir la relación con el cuerpo en base
a la certeza de goce que el agujero da al cuerpo. El objeto a es
también el vacío que corre bajo la cadena significante.
Si consideramos al síntoma como mensaje que tiene un sentido,
estamos describiendo al síntoma sólo en la primera enseñanza de
Lacan. A la luz de todo lo expuesto, se puede decir que Lacan a lo
largo de su enseñanza, y con la incorporación de la tematización del
objeto petit a, le dio otra función al síntoma. Se trata de otro tipo de
sentido que el sentido que hay que escuchar. Se tarta de un sentido
32
Lacan, J. El seminario, Libro 11. Los Cuatro Conceptos Fundamentales del
Psicoanálisis. Capítulo XIV, La pulsión y su circuito. Ed. Paidós, Buenos Aires. 2001.
33
Laurent, E. Los objetos de la pasión. 3ª Conferencia. Tres Haches. Buenos Aires, 2004.
gozado, un sentido que tiene relación con el goce. Este sentido no
viene del Otro. El significante no sólo tiene efectos de sentido, sino
también efectos de sentido gozado34.
Ya en “Televisión”35 Lacan habla del signo y no del significante. Hace
retornar la categoría de signo como superior a la de significante. Este
signo tiene efectos de sentido gozado, y efectúa una producción de
goce. El nombre que le da Lacan a esto es el de Letra. La Letra
denomina al signo en tanto tiene producción de goce.
No alcanza entonces con tomar al síntoma como mensaje, ya que al
haber goce en el síntoma hay que tomarlo como letra.
El síntoma ya no se articula con la función de la palabra, sino con el
proceso de escritura.
A la definición de síntoma que teníamos, hay que agregarle la
dimensión del goce fantasmático.
Lo que cambia en la enseñanza de Lacan es la posición del Otro.
Desde el punto de vista del sentido, el Otro es el que lo da (S2). Pero
con el goce no sucede lo mismo, el goce es autista. No busca al Otro.
El acento hay que ponerlo en que el inconciente repite el Uno. El
inconciente cuenta y cifra. La cifra está del lado de la Letra y no del
signficante.
En R.S.I.36 Lacan define al síntoma como un modo de gozar del
inconsciente. La pareja lógica (S1, a)37, es la insignia en su conexión
34
Miller, J-A. Introducción al método psicoanalítico. Cap. V. Ed. Paidós, Buenos Aires,
2003.
35
Lacan, J. Televisión. En Psicoanálisis, radiofonía y televisión, Buenos Aires, Anagrama,
1989.
36
Lacan, J. Seminario RSI. Inédito.
37
Miller, J-A. Introducción al método psicoanalítico. Cap. V. Ed. Paidós, Buenos Aires,
2003
con el goce. Entonces, más que “gozar del cuerpo”, habría que decir
“gozar de la carne”38.
De todas estas elaboraciones surge la nueva tematización de Lacan
acerca de la “identificación con el síntoma”; o sea, en su goce
implicado allí, saber hacer con él.
Luego del recorrido hecho, podemos decir que el significante es
aquello común, es decir, que viene con el Otro; en cambio el petit a es
propio del sujeto. Hay un seminario de Lacan que da cuenta de esta
orientación en la clínica. Hacia el final de su enseñanza lo tituló “De un
Otro a otro”39. Puede decirse, de lo universal a lo singular.
El deseo se sostiene del Otro, mientras que el goce se sostiene del
Uno. El goce está sujeto al cuerpo propio, al cuerpo del Uno. Goce
que Lacan señala como opaco40, opaco de sentido, opaco en el
sentido del Ello freudiano41, dado que es el Ello el que interfiere con lo
que sería el puro efecto de sentido. “Allí donde ello habla, ello goza”42.
38
Ibíd.
Lacan, J. El Seminario, Libro 16. De un Otro a otro. Inédito.
40
Lacan, J.Seminario 23. Joyce, el synthome. Inédito.
41
Imbriano, A. Donde ello era. Centro Editor Argentino. Buenos Aires, 2000.
42
Lacan, J. Seminario 20. Aun. Inédito.
39
Currículum Vitae
Prof. Mag. Mabel Levato. Profesora titular del Departamento de
Psicoanálisis
Universidad
Kennedy.
Magister
en
Psicoanálisis.
Miembro de la EOL. Miembro de la Asociación Mundial de
Psicoanálisis. Co-directora del Departamento de Toxicomanía y
Alcoholismo (ICBA-EOL). [email protected]
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