TEORIZACIONES SOBRE LA NOCIÓN DE OBJETO EN FREUD Y LACAN: Un recorrido posible. Mabel Levato Voy a trabajar en principio el tema del objeto en Freud. En la obra freudiana se pueden delimitar tres grandes dimensiones del concepto de objeto. El primero que se puede deslindar es el objeto de deseo para Freud. Es el objeto perdido de la experiencia de satisfacción alucinatoria. Dicha vivencia no es la descripción de un acontecimiento, sino que es una experiencia de valor fundamental y que establece el modo en que se constituye el desear, y esto se logra, según Freud, en base a la articulación entre vivencias en el propio cuerpo y el pensar como operación constituyente de ligaduras. No nos olvidemos que para explicar esta experiencia, Freud lo hace también para denotar como se inscriben esas vivencias y de esta manera surgen las primeras huellas mnémicas. Esta huella mnémica o signo perceptivo, como lo llama Freud en la carta 52, conlleva la idea de marca indeleble por un lado o sea que nunca se hace conciente, y por otro nos remite a la pérdida de objeto. Esta es para Freud la estructura del funcionamiento del deseo: la búsqueda del objeto perdido. Tanto es así, que si no está, se lo alucina. Sabemos que el objeto es el oral, pero ajeno a la satisfacción de la necesidad. Así introduce a nivel del organismo, una nueva forma de satisfacción, la realización del deseo. Separa la satisfacción, de la necesidad. La búsqueda de la identidad de percepción, va delimitando una hiancia entre lo que se busca y lo que se encuentra. Búsqueda infructuosa, signada por la repetición. No nos olvidemos además, que para esta vivencia, el niño necesita de una ayuda externa. El grito o llanto son llamadas al Otro. Este “desamparo inicial” dice Freud en el Proyecto, “es la fuente primaria de todos los motivos morales”1. El deseo entonces, al investir la huella mnémica desiderativa, produce el olvido del camino de la satisfacción de la necesidad y así condena al organismo a la desadaptación desde el inicio. Así, la nostalgia, el anhelo, la búsqueda del encuentro primero con ese Otro, eso siempre perdido, hace al funcionamiento psíquico freudiano. Vemos así que la huella es solidaria de una pérdida y constituye una memoria orientada en sus recorridos, en su búsqueda por el principio del placer. Observamos claramente en esta conceptualización del objeto, al mismo como inalcanzable, perdido, y sostiene una búsqueda imposible por estructura. Voy a pasar a describir a la segunda dimensión del concepto de objeto en Freud. El objeto parcial, para luego pasar a la tercera que es la del objeto de amor. 1 Freud, S. “Proyecto de psicología” (1950 [1895]) Obras Completas, Volumen 1, Buenos Aires, Amorrortu Editores, 3° reimpresión, 1992. p.363. En Tres ensayos2, Freud suma un nuevo objeto, muy cercano al objeto de deseo, pero no idéntico. Es el objeto de la pulsión parcial. La sexualidad infantil perversa y polimorfa, depende de la estructura de la pulsión parcial y es inseparable de la misma. La pulsión parcial se organiza con el autoerotismo y el placer de órgano, vinculado con la zona erógena. Freud en El hallazgo del Objeto dice “Cuando la primerísimo satisfacción sexual estaba todavía conectada con la nutrición, la pulsión sexual tenía un objeto fuera del cuerpo propio, el pecho materno. Lo perdió sólo más tarde, quizá justo en la época en que el niño pudo formarse la representación global de la persona a quien pertenecía el órgano que le dispensaba satisfacción. Después la pulsión sexual pasa a ser regularmente autoerótica y sólo luego de superado el período de latencia se restablece la relación originaria. No sin buen fundamento el hecho de mamar el niño el pecho materno, se vuelve paradigmático para todo vínculo de amor. El hallazgo (encuentro) de objeto es propiamente un reencuentro” Siguiendo con la pulsión parcial y su objeto, vemos que Freud hace una distinción con la pérdida del objeto de deseo alucinatorio. La experiencia de satisfacción es anterior al autoerotismo y es condición de las lógicas que siguen. En dicha experiencia la pérdida se instala entre necesidad y deseo, entre satisfacción y realización. 2 Freud, S. “Tres ensayos para una teoría sexual” (1978) Obras Completas, Volumen 7, Buenos Aires, Amorrortu Editores, 3° reimpresión, 1992. p.203 Esta primera pérdida condiciona los procesos primarios como tales y no debe ser confundida con la pérdida a la que alude Freud al presentar al autoerotismo. Este conlleva la pérdida del objeto real. O sea la vivencia tiene que ver con el deseo y el autoerotismo con la pulsión. La tercera pérdida para Freud, tiene que ver con el amor. Por ende, el deseo es el concepto fundante y esta pérdida de objeto condiciona la posibilidad de las otras dos, el surgimiento mismo de la sustitución, ya que el objeto de la pulsión y el del amor, son ya forma de sustitución del objeto perdido del deseo. En el mismo texto de Tres ensayos, Freud, a pie de página agrega una nota en 1915, en donde dice que hay dos caminos para el hallazgo del objeto. El primero por apuntalamiento en los modelos de la primera infancia (anaclítico) y en segundo lugar el narcisista que busca al yo propio como objeto. Ya en Schreber3 señalaba con respecto a este tema, que el desarrollo de la libido implica un paso del autoerotismo al amor objetal. Del autoerotismo dice que es cuando la pulsión no está dirigida a otra persona y se satisface en el cuerpo propio. La búsqueda es de placer y el objeto es el instrumento para alcanzarlo. Entonces así como la pulsión parcial se articula en torno a un objeto instrumental que de despliega entre la variabilidad y la fijación, la elección de objeto de amor, se despliega ente la elección narcisista y la elección anaclítica. 3 Freud, S. “Sobre un caso de paranoia descrito autobiográficamente (caso Schreber)” (1911) Obras Completas, Volumen 1, Buenos Aires, Amorrortu Editores, 3° reimpresión, 1992. Las tres formas de la falta de objeto según Lacan En base a la estructura edípica freudiana Lacan elabora la lógica del falo. Si nos remitimos al seminario “La relación de objeto” podemos dar cuenta de las articulaciones que hace Lacan entre el falo y el objeto. Dicho seminario lo inaugura con una afirmación: El objeto en psicoanálisis debe caracterizarse como la falta de objeto4. Lacan dará el nombre de falta de objeto, al objeto perdido del deseo freudiano. Se pueden vislumbrar tres formas de objeto desde Lacan a esta altura de sus formulaciones: El objeto fóbico, el objeto fetiche y el falo. Siendo éste último el que adquiere importancia creciente y central en su teoría5. A estas tres formas de falta de objeto Lacan lo articula con el orden imaginario, el simbólico y lo real. A su vez estas formas de falta sufren un clivaje peculiar, se articulan en función de la relación de los tres órdenes con tres elementos que inicialmente desconciertan: la acción, el objeto y el agente. 4 Rabinovich, D. El concepto de objeto en la teoría psicoanalítica I. Ed. Manantial, 1988 BsAs Argentina. p.117 5 Lacan, J. “El seminario, Libro 4, La relación de objeto” Paidós, BsAs, 1998. Bajo la acción se colocan las tres formas de falta. La acción se dirige hacia el sujeto quien es un sujeto sujetado a la acción de un agente. Éste agente según la época será encarnado por distintos rostros del Otro6. El objeto es producido por la forma de la falta que se introduce en el sujeto por acción del agente. La posición del agente muestra la dependencia estructural de las formas de la falta del Otro como tal, como lugar del significante7. De las tres formas sólo la castración es de origen freudiano. La frustración es tomada de la teoría de la relación de objeto de Klein y el caso de la privación de Ernest Jones. Voy a tomar en primer lugar a la frustración. En el seminario 4 Lacan marca una diferencia interna a la frustración misma. La primera de estas dos vertientes de la frustración ya se la puede encontrar en términos de frustración del objeto de goce por parte del semejante. La frustración en relación al objeto real de goce, de satisfacción en cuanto tal. Real entendido en su uso primero por Lacan. Se está preparando el lugar que luego tendrán el objeto y el goce en tanto que reales. Es entonces esta vertiente, frustración de goce8. La segunda vertiente nos lleva al objeto en su dimensión simbólica. La madre funciona como agente simbólico y genera esa forma de frustración que Lacan denomina frustración de amor. Con esto entramos en lo que conocemos como demanda o llamada al Otro. La función del llamado es inseparable del carácter simbólico del 6 Rabinovich,D. Ob. Cit. p.119. Rabinovich,D. Ob.Cit. p.120. 8 Rabinovich,D. Ob.Cit. p.122. 7 agente de la frustración, o sea la madre como aquel que en lo real puede responder o no al llamado. La necesidad es transformada por el paso a través del Otro. El responder o no al llamado nos vincula con el par presencia-ausencia. Y es justamente la presencia-ausencia del Otro simbólico lo que constituye el agente de la frustración como tal9. La problemática no es la presencia-ausencia del objeto real sino del Otro simbólico. La demanda no es de la satisfacción de la necesidad sino de la presencia o ausencia del Otro como agente. Éste Otro conlleva el privilegio de poder responderle o no y lo dota de un don. Cuando la madre accede a ese poder pasa a ser según Lacan real y el objeto que era real, deviene un objeto simbólico: el don10. En esta vertiente lo que se produce es frustración del objeto de amor y esto abre el acceso a la realidad simbólica. La frustración de goce en cambio remite al sujeto a la posesión del objeto como tal, que lo introduce en la dialéctica de la agresividad. Las otras dos formas de falta de objeto, la privación y la castración están directamente relacionadas a la castración materna y modifica la articulación del objeto en la enseñanza de Lacan11. Freud encontró para esa falta, al falo como su objeto. El falo es aquello que podría colmar la falta en el Otro y el camino es como identificarse con él. Si bien su prevalencia se impone en lo imaginario comienza a sí mismo a esbozarse en lo simbólico. Por el falo el sujeto 9 Rabinovich,D. Ob.Cit. p.127. Rabinovich,D. Ob.Cit. p.131. 11 Rabinovich,D. Ob.Cit. p.132. 10 se introduce en la dialéctica del don y del intercambio simbólico, más allá de la frustración de amor. La falta en lo real de la madre es un punto clave en relación a la acción de castración. En Lacan dicha falta se vuelve la meta del deseo como deseo del Otro12. En relación a la privación materna se plantea la dialéctica de ser o no el objeto que obtura dicha falta, o sea el falo simbólico. El falo se vincula primeramente con el ser del sujeto en su relación con el deseo del Otro, ya que el sujeto debe competir con el falo para llegar a situarse como objeto de deseo del Otro. Con esto introducimos el objeto fóbico “como el objeto en cuanto significante para todo uso, para suplir la falta del Otro…”13. El objeto fóbico es un objeto sintomático, o sea metafórico. Lacan en el seminario 4 al hacer el análisis del caso Juanito nos muestra la falta de Falo en la madre como nexo en la relación de sujeto con el deseo del Otro. Habla aquí de la madre como insaciable, devorante e insatisfecha. Este objeto más allá de la significación que se le puede dar es fundamentalmente un significante comodín que suple la falta del Otro. Este significante se debe a la operación insuficiente del nombre del padre en la metáfora paterna. Este objeto sintomático no puede confundirse con el objeto en juego en el fantasma y se presenta como pasible de ser reabsorbido por el significante14. El objeto fetiche en cambio lo podemos ubicar como más cercano al objeto del deseo como tal, al funcionar como el sostén mismo del 12 Rabinovich,D. Ob.Cit. p.133. Lacan, J. Escritos 2 . 1977, Ed. Siglo XXI, Bs.As. p.217. 14 Rabinovich,D. Ob.Cit. p.138. 13 deseo sexual y se resiste a ser absorbido totalmente en el Otro del significante15. Aquí Lacan16 ubica siguiendo a Freud un velo delante del objeto y dice que ahí es el lugar donde se produce la proyección imaginaria. Aquí surge lo que convierte a la falta en una figura, el fetiche, que es el soporte ofrecido al deseo, pero el deseo como perverso. Sobre el velo es donde el fetiche dibuja lo que falta más allá del objeto. La manifestación de la pulsión De la teoría de las pulsiones se puede decir que Lacan elaboró la lógica del objeto pequeño a. El comienzo de esta tematización puede ubicarse a partir del Seminario “Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis”.17 La noción de objeto es infinitamente compleja y en todo momento tenemos que saber de qué objeto estamos hablando. En el capítulo el Sujeto y el Otro: la alienación, del Seminario antes referido, Lacan dice: “El Otro es el lugar donde se sitúa la cadena del significante que rige todo lo que, del sujeto, podría hacerse presente, es en el campo de ese ser viviente donde el sujeto tiene que aparecer. Y he dicho que 15 Rabinovich,D. Ob.Cit. p.145. Lacan, J. “El seminario, Libro 4, La relación de objeto” Paidós, BsAs, 1998. p. 167. 17 Lacan, J. El seminario, Libro 11. Los Cuatro Conceptos Fundamentales del Psicoanálisis. Ed. Paidós, Buenos Aires. 2001. 16 es por el lado de ese ser viviente, llamado a la subjetividad, donde se manifiesta esencialmente la pulsión.”18 En este mismo capítulo aclara que la pulsión es siempre parcial y que ninguna representa a la función de la reproducción. En el psiquismo no hay representación de esta función; o sea, no hay nada en el sujeto que le permita situarse como ser macho o como ser hembra. Siguiendo a Freud19, Lacan dice que el sujeto sólo sitúa en el psiquismo sus equivalentes: actividad y pasividad. Las vías de lo que hay que hacer como hombre o como mujer pertenecen por entero al drama edípico, no a la pulsión. Para Lacan la sexualidad se instaura en el campo del sujeto por vía de la falta.20 Las faltas a las que se refiere son dos. Una se vincula al advenimiento del sujeto con relación al Otro, dado que el mismo nace alienado a los significantes del Otro. El sujeto, pues, depende del significante y éste se halla primero en el campo del Otro. Podríamos llamar simbólica a esta falta, que a su vez nos remite a otra anterior, real, relacionada con el advenimiento del ser viviente, fundado en la reproducción sexuada. Esta falta real, entonces, es lo que pierde el ser viviente por su reproducción sexuada y, por ello mismo, queda remitido a la propia muerte; nace, se reproduce y muere. Esta parte perdida de sí mismo constituye la búsqueda permanente del sujeto, o sea, no se busca el complemento sexual, sino eso perdido que lo lleva a la mortalidad. 18 Ibíd., pág. 212. Freud, S. Pulsiones y destinos de pulsión en Obras Completas. Volumen XIV. Amorrortu Editores. Buenos Aires, 1979. 20 Lacan, J. El seminario, Libro 11. Los Cuatro Conceptos Fundamentales del Psicoanálisis. Ed. Paidós, Buenos Aires. 2001. 19 A la luz de lo anteriormente dicho la pulsión es siempre pulsión de muerte. El mito de la laminilla, como lo llama Lacan, es el mito que encarna la parte perdida. Lacan considera a la libido como un órgano y no como un campo de fuerzas que se atraen en sus formas macho y hembra. Y agrega que la libido es el órgano esencial para comprender la naturaleza de la pulsión. Este órgano es irreal, se articula con lo real y se encarna. Como ejemplo de esto sitúa al tatuaje. La dialéctica de la pulsión es circular pero no recíproca, es asimétrica21. Se trata de un movimiento de reversión que partiendo del sujeto regresa a él. Es una dialéctica que nada tiene que ver con lo que pertenece al registro del amor, como tampoco al bien del sujeto. El sujeto, el Otro: la alienación y la separación En este apartado me propongo explicar las operaciones de alienación y separación a través de esquemas de la teoría de los conjuntos. Para dar cuenta de la operación de alienación recurro al esquema de la reunión22. Tenemos dos conjuntos que se reúnen. El primer círculo es el conjunto vacío. Para ubicar ahí un lugar significante es necesario el Otro. Cuando el conjunto vacío se llena de inscripciones significantes, ya es el conjunto del Otro. Figura 1 21 22 Ibíd., Cap. 16. Miller, J-A. Los signos del goce Cap. 11. Pág. 179. Ed. Paidós, Buenos Aires,1998. El conjunto vacío (sujeto) también está en el Otro, pero no a título de elemento, sino de parte. Esa falta representada por el conjunto vacío es inherente al Otro. Del lado del Otro tenemos los significantes (S1S2) y la falta. A esto último, Lacan lo denomina significante de una falta en el Otro S(A). Esto implica que no hay ningún significante que ocupe este lugar. Él es distinto a todos los otros significantes, no tiene equivalente. Con S(A) se indica, entonces, que hay una falta en el Otro, que el Otro no es completo. Esa falta se inscribe mediante un significante, y este S(A) no es un significante cualquiera. Al ser distinto no puede nunca taponar la falta que inscribe. Este significante sería equivalente a raíz cuadrada de menos 1, ya que no hay ningún número que elevado al cuadrado dé ese resultado. No existe ningún número que pueda ser la respuesta a tal ecuación. Sin embargo, en la operación de reunión hay un significante que se puede distinguir del resto, es el S1. Ese significante es el apropiado para inscribirse en el conjunto vacío del sujeto. Esta articulación entre el Sujeto y el Otro, entre el conjunto vacío y el conjunto de los significantes, es una necesidad lógica, pues para lograr esta articulación hace falta que al menos un significante se inscriba en el conjunto sujeto. Figura 2 A falta de su lugar original el sujeto encuentra primero las marcas de la respuesta del Otro, pero cuando inviste lo que está de su lado, lo que encuentra es S123. Así se ve conducido a hacerse significante. Si el conjunto vacío encierra un elemento significante ya no está vacío. El sujeto, entonces, al encontrar ese significante se hace él mismo significante; esto es, se identifica, dice: “Soy ese significante”. Por lo tanto, en la operación de alienación el sujeto encuentra su insignia. Pero no debemos olvidar que luego tendrá que maniobrar con su vacío, y ahí ya nos encontramos con la segunda operación que es la de separación. Pero ¿Cómo maniobra a partir de su vacío? Encontrando la falta en el Otro. Ya no se trata de hacerse significante, sino de hacerse objeto. Es decir que el sujeto no sólo se constituye por medio de un elemento significante del Otro, sino también mediante la parte vacía del Otro. Se orienta mediante un elemento (S1) o por la parte24. El esquema de intersección explica la operación de separación. En éste se reúnen la 23 24 Ibíd. Pág. 183. Ibíd. Pág185. parte no significante del Otro y el vacío del sujeto, que opera apoyándose en su propio vacío. Figura 3 Aquí se le plantea al sujeto un problema pues ahí ya no se reconoce, no hay identificación, ya no hay orientación desde el espejo del Otro. La orientación de la dirección de la cura analítica, será lograr que el sujeto se reconozca en esa separación. La elección forzada a la que Lacan hace alusión en el Seminario 1125 estaría planteada entre la parte vacía del conjunto y la parte llena donde está S1. El sujeto primero elige S1, o sea, elige al Otro, que equivale a decir que elige el sentido, S1 llama a S2. Pero si bien elige el sentido no tiene respuesta al “chez vuoi”11, al qué quiere el Otro de mí. “Soy esto (S1)”, pero no sabe qué quiere decir. Es en este sentido que el sujeto es escindido. Es claro que esta elección conlleva una pérdida y, como dirá Lacan: “no hay sujeto sin que haya, en alguna parte, afanisis del sujeto, y esa alienación, en esa división fundamental se instituye la dialéctica del sujeto”26. 25 Lacan, J. El seminario, Libro 11. Los Cuatro Conceptos Fundamentales del Psicoanálisis. Capítulo XVII, Pág. 229. Ed. Paidós, Buenos Aires. 2001. 11 26 Lacan, J. El seminario, Libro 10. La angustia. Ed. Paidós. Buenos Aires, 1998. “El surgimiento del sujeto a nivel del sentido sólo se da por su afanisis en el Otro lugar, el del inconsciente”. Cuando nombramos fading constituyente, estamos indicando que antes del sujeto no hay nada, salvo el lenguaje. A este S1 producto de la alienación, Lacan le dio el nombre especial de significante Amo. Es el Uno sin el Otro. Esto plantea una dificultad, ya que según Lacan, un significante representa al sujeto para otro significante. Pero justamente a la identificación no se la puede considerar como una representación del sujeto. Fue por eso que Lacan le puso otros nombres; lo llamó rasgo unario o significante Amo. Finalmente el esquema de la separación quedaría así. Figura 4 Aquí vemos cómo el a, ubicado en la intersección se encuentra fuera de los efectos de sentido de S1 S2. La pregunta acerca de qué quiere el Otro, ese intervalo que corta los significantes, permite ver en esas fallas del discurso, el deseo del Otro. Ese enigma que no tiene respuesta. El proceso de separación utiliza lo que la alienación despejó, o sea, el conjunto vacío, lo que quedó por fuera de la reunión. La operación de separación surge de la confrontación del conjunto vacío del sujeto con la parte vacía del conjunto del Otro. La separación es el resultado de la intersección de la falta del sujeto, más la falta del conjunto del Otro (S1S2). Figura 5 El resultado de la intersección entre el S y el A es el a27. Con Lacan, sabemos que el Otro es el cuerpo en tanto conjunto vacío donde se inscriben los significantes (S1S2). Pero hay una parte del organismo que no se transforma en cuerpo, tiene el estatuto de fuera de cuerpo, ya que el sujeto puede hacerse representar por S1, en cambio, no puede hacerse representar por a. Sabemos que el S1 llama al S2, y así opera el sujeto en su intento de subjetivación. Por ejemplo, el niño grita y es el Otro el que transforma 27 Miller, J-A. Los signos del goce. Cap. XI, El tiempo del análisis. Ed. Paidós. Buenos Aires, 1998 ese grito en llamado. Así tenemos una subjetivación mediante la representación. La subjetivación del a requiere, en cambio, del fantasma28. S1 S2 identificación S a pulsión Tanto la identificación constituyente como el fantasma están relacionadas y vinculadas íntimamente. Por ejemplo, si el sujeto está abrochado a la insignia (S1) se mantiene a distancia del a; entonces, el atravesamiento del fantasma es correlativo a una desubjetivación del significante. Si renuncia a su representación significante, el sujeto es susceptible de convertirse en a. Figura 6 28 Ibíd. En estos esquemas vemos que tanto a como S1 están ubicados en la intersección, y lo que tienen en común es que ambos están fuera del sentido y no están articulados. Los dos obtienen su posición por estar fuera del sentido29. El sentido gozado Para comenzar este punto es necesario recordar algunas cuestiones relativas al estadio del espejo. Se trata de un dispositivo que muestra claramente su articulación al Otro30 El sujeto está delante de su imagen frente al espejo, sin medios para reconocerla e invadido por un júbilo que no llega a otorgarle un yo. El niño busca alguna cosa que falta pasando su mano entre sí mismo y su imagen, y se vuelve hacia quien lo sostiene. Es en la mirada de ese Otro que el niño identifica la imagen como siendo él mismo. Este punto exterior necesario fija la relación imaginaria31. Pero el sujeto en el eje simbólico, es decir, por la relación con el Otro, termina fijando la relación imaginaria entre el cuerpo y su imagen. El yo aparece en esta tensión entre le sujeto y su cuerpo. No hay relación inmediata entre el cuerpo y la imagen. El cuerpo permanece escondido y lo que aparece es su imagen. Lo que conoce de su cuerpo es el júbilo por el reconocimiento de su imagen, pero no lo que 29 Miller, J-A. Introducción al método psicoanalítico. Cap. V. Ed. Paidós, Buenos Aires, 2003. 30 Laurent, E. Los objetos de la pasión. 3ª Conferencia. Tres Haches. Buenos Aires, 2004. 31 Ibíd. sucede en su cuerpo. El sujeto no tiene acceso directo a su cuerpo como viviente, eso es lo escondido. La pulsión, entonces, no está en el cuerpo ni es imagen, está siempre articulada sobre el cuerpo a través de agujeros: la boca y el resto. Lacan hace valer justamente el objeto pequeño a, como aquello que realiza un trayecto en torno al agujero32,33. Figura 7 A partir de 1970 Lacan va a deducir la relación con el cuerpo en base a la certeza de goce que el agujero da al cuerpo. El objeto a es también el vacío que corre bajo la cadena significante. Si consideramos al síntoma como mensaje que tiene un sentido, estamos describiendo al síntoma sólo en la primera enseñanza de Lacan. A la luz de todo lo expuesto, se puede decir que Lacan a lo largo de su enseñanza, y con la incorporación de la tematización del objeto petit a, le dio otra función al síntoma. Se trata de otro tipo de sentido que el sentido que hay que escuchar. Se tarta de un sentido 32 Lacan, J. El seminario, Libro 11. Los Cuatro Conceptos Fundamentales del Psicoanálisis. Capítulo XIV, La pulsión y su circuito. Ed. Paidós, Buenos Aires. 2001. 33 Laurent, E. Los objetos de la pasión. 3ª Conferencia. Tres Haches. Buenos Aires, 2004. gozado, un sentido que tiene relación con el goce. Este sentido no viene del Otro. El significante no sólo tiene efectos de sentido, sino también efectos de sentido gozado34. Ya en “Televisión”35 Lacan habla del signo y no del significante. Hace retornar la categoría de signo como superior a la de significante. Este signo tiene efectos de sentido gozado, y efectúa una producción de goce. El nombre que le da Lacan a esto es el de Letra. La Letra denomina al signo en tanto tiene producción de goce. No alcanza entonces con tomar al síntoma como mensaje, ya que al haber goce en el síntoma hay que tomarlo como letra. El síntoma ya no se articula con la función de la palabra, sino con el proceso de escritura. A la definición de síntoma que teníamos, hay que agregarle la dimensión del goce fantasmático. Lo que cambia en la enseñanza de Lacan es la posición del Otro. Desde el punto de vista del sentido, el Otro es el que lo da (S2). Pero con el goce no sucede lo mismo, el goce es autista. No busca al Otro. El acento hay que ponerlo en que el inconciente repite el Uno. El inconciente cuenta y cifra. La cifra está del lado de la Letra y no del signficante. En R.S.I.36 Lacan define al síntoma como un modo de gozar del inconsciente. La pareja lógica (S1, a)37, es la insignia en su conexión 34 Miller, J-A. Introducción al método psicoanalítico. Cap. V. Ed. Paidós, Buenos Aires, 2003. 35 Lacan, J. Televisión. En Psicoanálisis, radiofonía y televisión, Buenos Aires, Anagrama, 1989. 36 Lacan, J. Seminario RSI. Inédito. 37 Miller, J-A. Introducción al método psicoanalítico. Cap. V. Ed. Paidós, Buenos Aires, 2003 con el goce. Entonces, más que “gozar del cuerpo”, habría que decir “gozar de la carne”38. De todas estas elaboraciones surge la nueva tematización de Lacan acerca de la “identificación con el síntoma”; o sea, en su goce implicado allí, saber hacer con él. Luego del recorrido hecho, podemos decir que el significante es aquello común, es decir, que viene con el Otro; en cambio el petit a es propio del sujeto. Hay un seminario de Lacan que da cuenta de esta orientación en la clínica. Hacia el final de su enseñanza lo tituló “De un Otro a otro”39. Puede decirse, de lo universal a lo singular. El deseo se sostiene del Otro, mientras que el goce se sostiene del Uno. El goce está sujeto al cuerpo propio, al cuerpo del Uno. Goce que Lacan señala como opaco40, opaco de sentido, opaco en el sentido del Ello freudiano41, dado que es el Ello el que interfiere con lo que sería el puro efecto de sentido. “Allí donde ello habla, ello goza”42. 38 Ibíd. Lacan, J. El Seminario, Libro 16. De un Otro a otro. Inédito. 40 Lacan, J.Seminario 23. Joyce, el synthome. Inédito. 41 Imbriano, A. Donde ello era. Centro Editor Argentino. Buenos Aires, 2000. 42 Lacan, J. Seminario 20. Aun. Inédito. 39 Currículum Vitae Prof. Mag. Mabel Levato. Profesora titular del Departamento de Psicoanálisis Universidad Kennedy. Magister en Psicoanálisis. Miembro de la EOL. Miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis. Co-directora del Departamento de Toxicomanía y Alcoholismo (ICBA-EOL). [email protected]