orquesta sinfónica húngara

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AUDITORIO
PALACIO DE CONGRESOS ZARAGOZA
X I V T E M P O R A D A DE
GRANDESCONCIERTOSDE
SALA MOZART
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FEBRERO/MAYO 2008
lunes 19 de mayo • 20,15 horas
ORQUESTA SINFÓNICA HÚNGARA
ANDRÁS LIGETI DIRECTOR
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ORQUESTA SINFÓNICA
HÚNGARA
La expresividad y energía juvenil son la característica principal de la
Orquesta Sinfónica de Hungría, que celebró su centenario en el año
2007.
El conjunto está patrocinado por Hungarian Telecom en forma de fundación sin ánimo de lucro, lo que garantiza el elevado nivel artístico de
la orquesta, que además de financiarla le proporciona desde el año 1995
una nueva sede con modernas instalaciones de estudio de grabación, la
Matav House of Music. Como resultado del trabajo de su director artístico y musical András Ligeti el conjunto se ha convertido en una de las
principales orquestas europeas.
La Hungarian Symphony Orchestra tiene un ciclo de abono en Budapest, donde ofrece un variado repertorio con más de 60 conciertos anuales en la renovada Sala de la Academia Franz Liszt y en la Grand
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Assembly Hall de la Academia de Ciencias. Sus programas comprenden
obras contemporáneas, oratorios y conciertos para la juventud, con prestigiosos artistas invitados. Realiza con frecuencia grabaciones para la
Radio y de CDs, de los cuales destacamos las sinfonías 3.ª y la 6.ª de
Mahler, la 3.ª de Brahms y la «Heróica» de Beethoven y obras de Wagner, Shostakovich, Bartók, etc.
En el 2000 la orquesta realizó una gira por Italia con Mstislav Rostropovich. Entre los invitados de la orquesta encontramos a José Cura, con el
que quien grabaron un CD en 2003. Algunos de los solistas que han
actuado con la orquesta han sido, entre otros, Vadim Repin, Sarah
Chang, György Pauk y Barbara Hendricks. En 2004 la Orquesta ofreció
un concierto en Budapest con Bobby McFerrin que tuvo un gran éxito
y en 2005 con Branford Marsalis.
En 2005 organizó en Budapest el Festival Rachmaninov, junto con Alexander Rachmaninov, nieto del compositor. La solista de los conciertos
fue Olga Kern. Desde el año 2006 Ken-Ichiro Kobayashi es el director
invitado permanente de la Orquesta Sinfónica de Hungría.
En febrero de 2007 la orquesta realizó su primera gira por EE. UU., donde obtuvo una magnífica acogida tanto del público como de la prensa;
y su agenda incluye próximas giras en 2008 por Francia, Israel, Bélgica,
Alemania y países balcánicos.
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ANDRÁS LIGETI DIRECTOR
Precisión, imperturbable batuta técnica al servicio de una interpretación
musical apasionada. Una memoria fenomenal para cualquier detalle de
línea de increíble complejidad. Este es el sello del director húngaro
András Ligeti.
Nacido en 1953 en la ciudad de Pécs, Ligeti apenas puede recordar un
espacio de tiempo en que la música no ocupara el centro de su vida. Su
padre, también músico, inició a András en el violín a la edad de 5 años.
En 1970 continuó sus estudios de violín en la Academia de Música
Ferenç Liszt de Budapest, donde recibió un diploma como violinista en
1977. Allí empezó su gran interés por la música contemporánea. En 1974
fue admitido en el departamento de dirección de orquesta, donde fue
alumno de András Kórodi. Obtuvo el diploma de director en 1979. La
carrera de Ligeti empezó en 1977 como concertino en la Ópera Estatal
de Budapest y muy pronto se convirtió en su director, manteniendo este
puesto desde 1981 a 1985. Durante este período ganó diversos primeros
premios en concursos por su forma de tocar el violín, como la Weiner
Competition in Budapest (1975) y la Sonata Competition de la Universidad de Indiana, EE. UU. (1980). Sus estudios posteriores lo llevaron al
Conservatorio de Viena como alumno de Karl Österreicher (1980).
En 1986 fue asistente de Claudio Abbado, en la Joven Orquesta Mahler.
En 1985 Ligeti pasó a ser director de una de las más importantes orquestas sinfónicas de Hungría, la Hungarian Radio Orchestra y fue su director titular de 1990 a 1993. Su éxito no se limitó solamente a su país natal.
Ligeti también ha estado con las Orquestas Filarmónicas de Dresde,
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Dortmund, Stuttgart, Orquesta de la Radio de Berlín y la Orquesta Sinfónica de Berlín. Ha dirigido orquestas en Bergen, Oslo, Madrid, Taipei,
Sapporo, Nagoya e Israel. También ha tenido otros compromisos con la
Suisse Romande, Orquesta del Festival de Toronto, Nouvelle Orchestre
de París, Santa Cecilia de Roma, el Conjunto Webern de Viena y las Filarmónicas de Seul y Malasia, así como las orquestas de la BBC de Londres, Escocia, Belfast y Dublín. Desde 1998 a 1999 fue el director permanente de la Opera North en Leeds, y desde enero de 2001 ha sido el
Principal Director Invitado de la West Australian Shymphony Orchestra.
Ha realizado numerosas grabaciones para la Radio de Hungría y las
casas discográficas Hungaroton, Naxos y Confer, así como para otros
sellos. Ha sido galardonado en varias ocasiones con las más prestigiosas
formas de reconocimiento en el campo de la Música de Hungría. Obtuvo en dos ocasiones el premio «Bartók-Pásztory» y también más recientemente, en marzo de 2002, recibió el título de «Artista Emérito».
Actualmente András Ligeti es director musical de la Matáv Hungarian
Symphony Orchestra de Budapest, un puesto que ocupa desde febrero
de 1997. En este período ha transformado la orquesta en un grupo
vibrante, emocionante, que sobresale en el repertorio romántico y
moderno. Con los músicos tiene una forma de colaboración para «hacermúsica», minimizando su importancia como director. Ligeti suele decir
que «sin los demás, él sería como una batuta muda».
Mantiene la exteriorización de sus emociones bajo un estricto control
cuando está dirigiendo. Ligeti se ha descrito a si mismo como «el director que no sonríe» aunque detrás de su porte serio está un gran comunicador.
Su repertorio se extiende desde el Barroco hasta las obras húngaras contemporáneas. Se siente muy próximo a la música de Mahler y Brahms,
Stravinski y Bartók, ya sea «La Consagración de la Primavera», la «7.ª» de
Mahler o «Música para cuerdas, percusión y celesta». Ligeti dirige cada
pieza de memoria, sin partitura. Nada se interpone entre él y la orquesta al hacer su música.
Desde agosto de 2005 es el Principal Director Musical de la Orquesta
Sinfónica de Taipei (TSO).
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COMPONENTES
PRIMEROS VIOLINES
Zsófia Környei
Satoko Fukuma
Antal Tabányi
Borbála Bárdos
Judit Ágnes Tessényi
Krisztina Zsuzsanna Sztankay
Gabriella Boglárka Devecsai
Hajnalka Tóta
Éva Mária Soós
Gábor Berán
Zsuzsa Mártha
SEGUNDOS VIOLINES
Andrea Hoós
Ibolya Igaz
Krisztina Kunkuti
Éva Mühlrádné somogyi
Zsuzsanna Dr. Ruscsákné Gy_ri
Gyuláné Szentmihályi
Ágota Koós
Ursula Tö_s-stipanits
Dóra Nagymengyi
Barbara Lajhó
VIOLAS
Attila Nagy
Csaba Gálfi
Barbara Beb_k
Orsolya Kovácsné medek
Attila Kovács
Zília Jekkel
Emil Csonka
Dávid Tóth
VIOLONCELLOS
Dávid Pechan
Erika Kádi
Edina Balogné dobovits
László Attiláné Nagy
Bernadette Dobos
András Kaszanyitzky
Orsolya Mód
CONTRABAJOS
László Illés
Balázs Károly Dénes
Imre Lajos Huszár
Zoltán Pet_
Dezs_ Csoport
FLAUTAS
Orsolya Kellerné kaczander
Katalin Kovács
Eleonóra Krusic
Zsuzsa Madai
OBOES
Gábor Dienes
Fruzsina Káli-fonyódi
Dániel Ella
CLARINETES
György József Reé
Ákos Pápai
Endre László Gyulai
BASOON
György Olajos
Janka Szöll_sy vágó
Tamás Kubassy
József Vajda
HORN
László Szabó
Tamás Gáspár
Attila Zsolt Kocsis
Zoltán Nagy
TROMPETAS
Gábor Devecsai
Ákos Béla Székely
Zoltán Gábor Szalóki
Kálmán Kovács
TROMBONES
János Dégi
Lajos Kelemen
Viktor Dániel Nagy
Ákos Galla
TUBA
Tibor Takács
ARPA
Melinda Krisztina Felletár
PERCUSIÓN
Gábor Iván
Tibor Éles
Péter András Konrád
Boglárka Fábry
Péter Cser
Iván Éder
PIANO, CELESTA, ÓRGANO
Géza Köteles
Szilvia Mikó
DIRECTOR
András Ligeti
ADMINISTRACIÓN
Gábor Dr. Bolvári-Takács
Károly István Pirkhoffer
Krisztina Zöld
Julianna Bukta
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COMENTARIOS AL PROGRAMA
ROSSINI: OBERTURA DE «SEMIRAMIDE»
Última ópera compuesta para Italia por Rossini antes de su exilio parisino, la monumental Semiramide (melodrama trágico
en dos actos estrenado en el Teatro La Fenice de Venecia el 3
de febrero de 1823) adapta, con palabras de Gaetano Rossi, la
tragedia de Voltaire Sémiramis. Un argumento que, como en
tantos otros ejemplos de la época, no era nuevo. Ocho años
antes, en Nápoles, Isabel Colbrán había representado La Morte di Semiramide de Sebastiano Nasolini, estrenada en Padua
en 1790, con libreto de Sografi sobre la misma obra de Voltaire. Después de tres meses de trabajo -si bien Rossini afirmaba
haberla redactado en treinta y tres días- la obra fue presentada ante un público entusiasta que acudirá a otras veintiocho
funciones antes de que concluya la temporada.
En los años siguientes, la ópera será representada en Viena,
Milán, Múnich, Londres y San Petersburgo. Como recuerda
Piotr Kaminski «Semiramide disfrutará de una de las más largas
carreras entre todas las óperas serias de Rossini», conociendo
apenas medio siglo de eclipse entre las representaciones neoyorquinas de Patti y Melba a finales del XIX y la recuperación
en 1940 por el Maggio Musicale Fiorentino, hasta la resurrección en la década de los sesenta gracias a divas como Sutherland o Horne y la definitiva -y muy reciente- edición crítica
acometida por Alberto Zedda, con las aportaciones de Philip
Gossett, escuchada por vez primera en el Festival de Pésaro de
2003.
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Con Semiramide, resumen y coronación del período italiano
del compositor, Rossini cierra el círculo iniciado diez años
antes con el estreno de la magistral Tancredi: mismo teatro,
mismo autor original y mismo libretista. La obertura es la primera pieza independiente y enteramente original de este género compuesta por Rossini desde La Gazza ladra. Según Zedda, «no se trata en ningún modo de la enésima brillante página
instrumental preparada para cambiar el título y el género
según las conveniencias: los temas principales de esta sinfonía
retornarán en el curso de la ópera y marcarán su significado».
Al Allegro vivace inicial, un febril crescendo en el que ya parece intuirse el dramatismo de la partitura, sucede un célebre
Andantino confiado a la trompa -y más tarde al oboe- que
volverá a escucharse en el final del primer acto acompañando
al juramento de fidelidad a Semiramide. Pasajes en fortissimo
interrumpen esta sección y reintroducen algunos compases del
comienzo tras los que se sucede un nuevo Allegro al que sigue
el tema asignado por Rossini para describir el cortejo de sacerdotes, una página no exenta de pompa e ironía en la que destacan las intervenciones de fagot, clarinete y piccolo. La obsesiva intensificación del ritmo de marcha conduce al Allegro de
apertura y, más tarde, a una triunfal conclusión.
BARTÓK: SUITE DE «EL MANDARÍN MARAVILLOSO», OP. 19
«Pantomima en un acto» compuesta en Budapest, entre 1918 y
1919, y revisada en 1924, El mandarín maravilloso clausura la
trilogía escénica de Béla Bartók iniciada en 1911 con El castillo de Barbazul (ópera en un acto y un prólogo, no estrenada
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hasta 1918) y seguida en 1914-17 por el ballet en un acto El
príncipe de madera.
Publicado en enero de 1917 en la revista literaria Nyugat, el
texto de la obra se debe al dramaturgo húngaro Menyhért
Lengyel que la escribió sin tener en cuenta, aparentemente, su
posible traducción musical. El encuentro entre compositor y
escritor se produjo en 1918 y la idea de elaborar la partitura
fue inmediata. De una parte, la temática de la obra se inscribe
por derecho propio en el contexto de una época especialmente turbulenta, presa de graves acontecimientos políticos y
sociales que forzosamente preocupaban a un compositor de la
categoría ética y moral de Bartók. Por otra, el músico húngaro
parece querer continuar con su nueva obra la divisa estética de
Ferruccio Busoni, partidario de un teatro musical ligado esencialmente a argumentos legendarios o sobrenaturales.
Con El mandarín maravilloso, como apunta Petersen, el tema
de las relaciones sexuales, determinante en sus tres obras escénicas, es abordado por Bartók de forma totalmente nueva. La
composición aparece igualmente marcada por «la miseria y la
desdicha de los hombres» pero existe una gran diferencia: al
final, es el hombre el que muere, no la mujer.
Enmarcado en un decorado abiertamente expresionista -la
abrumadora ciudad moderna, el hombre convertido en rehén
de una sociedad violenta y deshumanizada que ignora al individuo, el trasfondo apocalíptico de la guerra- el argumento de
la pantomima describe una sórdida escena callejera: en un
lupanar, tres delincuentes obligan a una joven a que haga subir
hombres desde la calle para así poder robarles. El motivo febril
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de las cuerdas y el martilleo de las maderas, a modo de insistentes cláxones, evocan el incesante y bullicioso torbellino
urbano. Mediante un tema ondulante y seductor a cargo del
clarinete, la joven intenta seducir a los paseantes. Un viejo verde, encarnado en los sarcásticos glissandos del trombón, se
acerca; violas, violonchelos y corno inglés subrayan sus movimientos. Pero no tiene dinero y es expulsado por los proxenetas. De nuevo en la voz del clarinete, pero ahora mediante
unos arabescos más adornados, la joven comienza otra vez su
ritual de seducción. Aparece un tímido joven pero tampoco
puede pagarle y es arrojado de allí.
Finalmente hace irrupción en la escena un misterioso mandarín, suntuosamente ataviado, simbolizado por un tema pentatónico, con glissandos en trompetas y trombones con sordina,
y estridentes estallidos de viento y cuerdas. La muchacha inicia una lasciva danza a modo de lánguido vals, pero el mandarín permanece impasible. La danza -y con ella la textura
orquestal- se intensifica (piano, celesta, triángulo, arpa). El
mandarían persigue a la joven, pretendiendo agarrarla mientras
suena un agitado tema fugado de resonancias populares. Los
proxenetas se lanzan sobre el mandarín para acabar con su
vida: primero, ahogándolo con almohadones, después apuñalándolo, más tarde colgándolo. Todo es en vano; los ojos del
mandarín permanecen fijos en la muchacha. Sólo cuando los
bandidos cortan la cuerda y la joven coge a la víctima en sus
brazos comienzan a sangrar sus heridas: el deseo se apaga y el
hombre muere.
Tras su tardío estreno en Colonia, el 27 de noviembre de 1926,
el alcalde de la ciudad (el más tarde célebre canciller alemán
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Konrad Adenauer) prohibió cualquier nueva representación
por considerar la obra inmoral. Para poder dar a conocer su
magistral partitura Bartók elaboró una suite de concierto que,
eliminando la intervención del coro, reproduce sensiblemente
los dos primeros tercios de la obra original sacrificando para
ello las tentativas de asesinato del protagonista e incorporando un enfebrecido clímax final.
RIMSKI-KORSAKOV: SCHEHERAZADE
De Sadko a El zar Saltán, de El gallo de oro a Katchei el inmortal, el mundo de los cuentos ocupó un lugar privilegiado en la
obra de Rimski-Korsakov. A principios del siglo XVIII y gracias
a la traducción francesa de Galland, Europa descubrió fascinada las delicias del fabuloso universo de la literatura oriental a
través de los más de 300 relatos reunidos bajo el nombre de
las Mil y una noches cuyo punto de partida es bien conocido:
el feroz sultán Shahriar, al que su primera esposa engañó con
un esclavo, convencido de las infidelidades de todas las mujeres decide matar a cada una de sus nuevas cónyuges tras la
noche de bodas. Pero la sultana Scheherazade consigue salvar
su vida al contar, durante mil y una noches, historias maravillosas a su terrible esposo hasta que éste, finalmente, accede a
perdonarla.
Scheherazade, fechada en 1888, constituye el panel central -y
también el más ambicioso- del gran tríptico orquestal que
completan los breves Capricho español y Gran Pascua rusa.
Como el propio autor indicara en Mi vida musical, «sobre la
base de un tratamiento libre del material musical, he querido
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crear una suite orquestal en cuatro movimientos construida
mediante temas y motivos comunes que forman una especie
de caleidoscopio de imágenes de cuentos con perfume oriental». En Scheherazade el singular hilo conductor que confiere
unidad a sus diferentes cuadros está constituido por las breves introducciones a los movimientos primero, segundo y
cuarto y la sección intermedia del tercero, confiadas al violín
solista y que describen a Scheherazade contando sus historias
al severo sultán.
El primer movimiento, «El mar y el barco de Simbad», irrumpe con fuerza en un breve tutti de los metales, poderoso y
amenazador, que ilustra la personalidad del sultán Shahriar y
al que pronto sucede el dulce y orientalizante solo de violín,
apoyado en los arpegios del arpa, con el que Scheherazade
aparece en escena. Los juegos de olas o la tempestad arreciando sobre el navío son imágenes sonoras que Rimski-Korsakov, músico y antes marino (cadete en el Colegio Naval de
San Petersburgo e instructor de orquesta del departamento de
la Marina) colorea con una paleta orquestal verdaderamente
suntuosa.
De nuevo es la voz de Scheherazade la encargada de enunciar
«El relato del príncipe Kalender» que, tras el recitado del violín,
inicia el fagot y repite el oboe -y más tarde cuerdas y maderas- hasta que la llamada de las fanfarrias en los metales nos
conduce a una impetuosa escena de batalla tras la cual asistimos al delicado idilio de «El joven príncipe y la joven princesa»: perfecto ejemplo del lirismo rimskiano servido por unas
melodías ondulantes de refinado orientalismo.
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El largo título del cuarto movimiento («Fiesta en Bagdad; el
mar; el barco se estrella contra una roca coronada por un guerrero de bronce») es suficientemente explícito sobre los episodios descritos. Escuchamos los temas del sultán y la sultana
oídos al comienzo si bien ligeramente modificados. El torbellino ascendente de la fiesta y el progresivo aumento de la
potencia sonora alcanzan su clímax en una nueva estampa
marina de extraordinaria plasticidad. Tras el paroxismo del
naufragio la calma regresa paulatinamente hasta que el tema
de Scheherazade se desvanece en el silencio.
Hoy que conocemos casi por completo el generoso legado de
Rimski-Korsakov sabemos de su enorme talla como colorista y
orquestador inimitable. Mil y una veces escuchada, la inmarchitable belleza de esta mágica y sensual Scheherazade bastaría para asegurar a su autor un puesto de honor en el panteón
de los más grandes músicos.
Juan Manuel Viana
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PROGRAMA
PRIMERA PARTE
G. ROSSINI
Obertura de la ópera «Semiramis»
B. BARTÓK
Suite «El Mandarín Maravilloso», Op. 19
SEGUNDA PARTE
N. RIMSKI-KORSAKOV
«Scheherazade» Suite Sinfónica
de «Las Mil y una Noches»
El Mar y la Nave de Simbad (Largo maestoso)
La Historia del Príncipe Kalender (Lento)
El Príncipe y la Princesa (Andantino quasi Allegretto)
Fiesta en Bagdad - El Mar - El Naufragio (Allegro molto)
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Imprime: Navarro & Navarro Impresores • D. L. Z-4.356/2007 • La organización se reserva el derecho de variaciones de días y sustituciones de orquestas, solistas y programas por causas obligadas de fuerza mayor. http://www.auditoriozaragoza.com
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