Descarga - Descubriendo nuestra historia

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El método socrático.
Sócrates (469-399 a. C) es considerado el padre de la filosofía.
Frente a los sofistas, quienes se consideraban como maestros
sabios, y que se preocupaban fundamentalmente por los temas
científicos, Sócrates reivindicó la búsqueda de la verdad, pero ya no
tanto sobre la realidad externa, el mundo, sino más bien sobre los
valores humanos: lo que era o no justo, lo bueno y lo malo, etc.
A Sócrates le preocupa el ser humano desde todas sus perspectivas;
en especial como sujeto moral. Y esta moral, para él, implica:
- Conocerse a uno/a mismo/a.
- Saber qué es bueno y qué es malo.
- Dirigir las acciones humanas al bien.
Es decir, hay que tratar de alcanzar la perfección.
Por ende, para él, el ser humano es un ser imperfecto que necesita aprender, mejorar,
buscar la perfección. No es, a diferencia de cómo se consideraban los sofistas, un ser
sabio que todo lo conoce. Sócrates decía "Sólo sé que no sé nada".
Y con base a la renovación y a la búsqueda de la verdad, Sócrates constituye un método
basado principalmente en la dialéctica, el diálogo, la interactuación entre el maestro o la
maestra y su discípulo/a; lo que trae consigo la comunicación docente (no necesariamente
institucionalizada), la apertura del maestro o la maestra a sus educandos, las preguntas y
respuestas como partes del diálogo, la suscitación de nuevos temas...
Las fases principales del método socrático, en el siguiente orden, son:
-La exhortación: Consiste en persuadir al interlocutor o la interlocutora para buscar la
verdad. Por tanto, consiste en motivar al alumnado y hacer que se interese por el tema.
Recuerdo que una vez tuve un profesor de física y química que siempre comenzaba las
clases con un experimento. Una vez cogió un cubo de agua y una cucharilla que llenó de
sodio puro. Antes de introducir el sodio en el agua, nos preguntó "¿Qué pensáis que
sucederá? ¿Se disolverá? ¿Saldrán burbujas?". Luego echó el sodio en el agua y salió una
pequeña llama de él. "Oh. ¿Qué ha sucedido? -nos preguntó-. ¿Alguien lo sabe? ¿No?
¿Queréis que os lo explique y luego hacemos más experimentos?".
Este profesor era alucinante (y además este experimento lo hizo bien. Me acuerdo que
hubo un día en que le salió mal y acabó echando tanta cantidad de sodio que quemó el
techo y tuvo que coger un extintor).
- Después tenemos la indagación: Se refiere a la investigación, a la búsqueda de la verdad.
La indagación se divide en dos fases:
-- La ironía, o acción de interrogar para salir de la ignorancia. Ésta fase me encanta.
Siempre que explico unos ejercicios u otra cosa, hago preguntas que van guiando al niño o
la niña. No me gusta eso de dar las respuestas y que éste/a lo va. Prefiero orientarle y que
él/ella dé con la solución. Con esto, no solamente aprende, bajo mi punto de vista, mejor,
sino que, además, al ser él o ella quien ha encontrado la respuesta por su propia cuenta,
he notado que se siente más motivado/a. He tenido ocasiones en las que el niño o la niña,
al encontrar la respuesta al ejercicio, dice: "Me ha salido", y se alegra. Sin embargo,
cuando me encuentro en una situación en la que no soy capaz de hacer esto y me veo
obligado a explicarlo de forma normal y a hacer yo el ejercicio, los/as niños/as suelen
exclamar "Ah, ya lo entiendo. Gracias". La verdad, me gusta más cuando se sienten
ellos/as dueños/as de su propio aprendizaje (Nota: Esto es lo que me ha sucedido a mí. No
tiene por qué ser algo genérico).
Un ejemplo sería el siguiente:
Si mis niños/as ven un elefante en un dibujo y me preguntan por él, en vez de responder
directamente, les pregunto yo:
-¿Eso es un animal o qué es?
-Un animal, responden.
-¿Y dónde podemos buscar información de los animales?
-Me señalan un libro de animales que hay en la estantería.
-Vamos a buscar.
Sacamos el libro, buscamos y accedemos a la información; entonces empezamos a leer y
les explico. Y de paso, mientras van buscando, se topan en el libro con animales nuevos
que también les llaman la atención, y con una pregunta sobre los animales, acabamos
viendo jirafas, monos, los elefantes, etc.
También se podría emplear un juego que me enseñó Euphorbia, del blog Euphorbia
splendens, que empecé a poner en práctica los últimos días antes de irme del centro de
prácticas, y que es muy divertido. Se trata de hacer definiciones por turnos. Se preguntan
mutuamente "¿Qué es tal cosa?", y cuando le toca al niño o la niña responder, tiene que
organizar su respuesta, para lo cual ha de pensar y buscar la información.
-- Por último, la mayéutica. Es la acción de "dar a luz"; "hacer nacer una verdad". Sócrates
opinaba que tenemos un alma que proviene del mundo de las ideas. Allí el alma lo conoce
todo, pero al venir a la Tierra lo olvida. La mayéutica consiste en hacer aflorar esos
recuerdos olvidados. Consiste dar a luz el conocimiento que el alma almacena en su
interior. Yo no tengo esas creencias del mundo de las ideas que tenía Sócrates, pero sí
opino que, tal y como decía Plutarco, "la mente no es un vaso para llenar, sino una
lámpara para encender". Hacer nacer una idea, en vez de introducirla en la mente, me
parece lo óptimo, pues con ello se permite un pensamiento crítico, razonado, flexible,
nacido del niño o la niña; y no una idea proveniente de la memorización y el
adoctrinamiento.
http://educacion-enrique.blogspot.com/
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