LAS ALAS DE PITUSA

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LAS ALAS DE PITUSA
Capitulo I
Pitusa tenía 10 años cuando su padre le anunció que iban a emprender una
gran aventura: irían a vivir muy lejos de su pueblo, al otro lado del océano y
llegarían volando en un avión. –Hija, le dijo, allí vamos a empezar una nueva
vida.
Pitusa no entendió muy bien lo que su padre había querido decir con lo de
“nueva vida”, a ella le parecía que la que tenían estaba muy bien; Pitusa y su
familia vivían en una isla, un lugar de esos a donde la gente va de vacaciones;
siempre hacía sol y aunque fuera invierno nunca hacía demasiado frío. No
hacía mucho hubo un gran revuelo porque en una publicación importante, no
sabía cual porque era cosa de mayores, habían citado la isla como el “último
paraíso del buceo”, Pitusa no sabía si su isla sería el último paraíso del buceo
como decía la publicación, pero sí estaba de acuerdo en que era un paraíso, su
paraíso.
La isla estaba llena de hoteles donde se hospedaban los numerosos visitantes
y el padre de Pitusa era el director de uno de los más importantes. Ella y sus
amigos estaban acostumbrados a ver turistas aquí y allá y siempre les habían
parecido muy raros, tan pálidos y vestidos de una manera tan rara; siempre le
sacaban fotos a las cosas mas normales del mundo, porque no era
comprensible para ella sacar fotos a una estrella de mar si nada mas pisar el
agua te encontrabas con cuatro o cinco por lo menos; además nunca les
gustaba la comida, papa siempre se lamentaba de que tendría que contratar un
cocinero de fuera porque los clientes se quejaban de la comida y era porque no
les gustaba nuestra manera de cocinar porque el cocinero era el mejor de la
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isla. De este modo Pitusa se imaginaba los países lejanos a la isla como
lugares oscuros y tristes sin estrellas de mar, lo que es peor ¡sin mar! Y donde
además se comía mal. La frase de su padre de la “nueva vida” parecía estar
cargada de esperanzas para él, pero ella se veía convertida en una turista en
país ajeno, a la que los nativos verían como algo raro; nunca había pensado
que pudiesen girarse las tornas, ¡ojala les hubiese dado una oportunidad a los
niños que papá le presentó el verano pasado! Si hubiese hablado un poquito
con ellos quizá ahora sabría algo mas de cómo era la gente fuera de la isla,
pero tenía que hablar en inglés para entenderse y le pareció demasiado
esfuerzo, así que acabaron jugando cada uno por su lado. Ahora tenía miedo
de que allá donde iba hicieran lo mismo con ella.
¡Definitivamente no se quería ir! Quería quedarse en casa haciendo lo de
siempre, lo que le gustaba, incluso ir al colegio. Le encantaba jugar con sus
amigas después de la escuela y correr por la playa y tumbarse boca arriba en
la arena y sentir el sol en la cara…aunque siempre se había preguntado como
sería ir en un avión y recorrer el cielo como los pájaros. Una vez vio a un
hombre haciendo ala delta; eran una especie de alas artificiales unidas por una
barra de hierro, el viento movía la tela de las alas y el hombre se sujetaba a la
barra y así dirigía el aparato; a Pitusa le pareció fascinante aquello de poder
volar exactamente como un pájaro, solo hacía falta encontrar algo con lo que
construirse las alas, así que después de la escuela Lula, su mejor amiga, la
ayudó a buscar el material.
Al principio pensaron utilizar cartulina para las alas, pero después les pareció
muy endeble; pensaron en utilizar una sábana, pero necesitarían aguja e hilo y
ellas no sabían coser, además solo de pensar en la regañina que les iba a caer
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si rompían una de las sabanas de sus madres se les quitaron las ganas de
utilizarlas. Ya se habían rendido y estaban paseando por la playa y
lamentándose de
su falta de ideas cuando vieron flotando en el agua un
plástico muy grande; no era extraño ver de vez en cuando en la playa basura
que los barcos tiraban mar adentro y llegaba a la costa con el oleaje, a Pitusa
le daba mucha pena que la gente fuera tan descuidada porque la playa era su
sitio preferido en el mundo y no le gustaba verla llena de basura, pero aquella
vez le fue de maravilla y decidió reciclar aquel plástico que se convirtió en sus
alas artificiales. Después buscaron por la playa algunos troncos grandes y los
ataron con cuerdas procurando imitar el aparato que habían visto sólo una vez
y ¡listo! Ya tenían el ala delta a punto para volar.
Cuando se preparó para saltar el corazón le latía tan fuerte que podía oír los
latidos repiqueteando cada vez más rápido, se concentró en ellos, intentando
no escuchar los ruegos de Lula, que asustada le gritaba – ¡Déjalo Pitusa,
quizás sea mejor intentarlo mañana que hará mejor tiempo y habremos
revisado el aparato! ¡Vámonos a casa Pitusa, tengo miedo! ¿Y que hago si
sales volando y no se donde vas a ir a parar? ¡Pitusa hazme caso por favor!
Pero ya era demasiado tarde, todavía con los pies en el borde del acantilado
Pitusa se imaginaba ya volando sobre el océano, planeando sobre el pueblo y
saludando a Lula que desde las alturas se veía tan pequeña…. Y en esta
ensoñación estaba cuando uno de sus pies se deslizó y cayó al vacío. La caída
no fue tan brusca, al principio el aparejo planeó o eso le pareció a Pitusa, pero
acto seguido cayó directo al mar.
Cuando Pitusa salió del agua Lula ya la esperaba en la orilla toda alborozada,Pitusa ¿Estas bien? Ha sido un salto muy grande, ni siquiera todos los mayores
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del pueblo se atreven a zambullirse desde aquí, ¿has pasado miedo? ¿Estas
bien?
-¡Que rabia Lula! Estoy bien, no te preocupes, pero yo creo que habría que
intentarlo desde mas arriba, ¡estoy segura que desde mas arriba volaría como
aquel hombre!
-¡Pero tu estas loca! Ahora nos vamos a casa, y ya veremos como le
explicamos a tu madre que vas caladita hasta los huesos, creo que te va a caer
otro castigo….
Pitusa quiso intentarlo al día siguiente, pero Lula le hizo prometer que no lo
intentaría diciéndole que si lo intentaba de nuevo dejaría de ser su amiga para
siempre. Pitusa era muy atrevida y siempre quería emprender nuevas
aventuras, pero a veces reconocía que el sentido común de Lula era la mejor
opción. A pesar de que no llegó a volar como aquel hombre misterioso que
planeó sobre el pueblo, a Pitusa le encantó la experiencia y albergaba en el
corazón la secreta esperanza de volver a volar algún día, quizás cuando fuera
más mayor.
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Capitulo II
Los últimos días estaban siendo muy tristes. Esa semana había empezado a
comprender lo que su padre quería decir cuando hablaba de una nueva vida. El
lunes fueron a visitar a la abuela Concha; se alegró mucho de verla y le dio un
trozo de pastel de chocolate con un gran vaso de batido de plátano como
siempre, pero a medida que fue pasando la tarde se fue poniendo cada vez
mas triste; no dijo nada, pero Pitusa se lo notaba en los ojos.
La abuela Concha siempre estaba alegre, contaba historias graciosas a todas
horas y siempre tenía una sonrisa en la boca, por eso cuando estaba
preocupada o afligida por algo se le notaba enseguida y
aunque quisiera
disimular no lograba ocultar el pesar de su mirada; una tarde Pitusa estaba
muy triste porque se había peleado con Lula, la abuela Concha intentó
averiguar qué le pasaba, pero a Pitusa no
le apetecía hablar de nada; la
abuela Concha no insistió, pero le dijo que a la gente que realmente te quiere
es muy difícil mentirle, porque los ojos nunca mienten.
Eso es lo que le pasaba ahora a la abuela, estaba muy triste porque ahora
Pitusa se iba y ya no se verían tan a menudo, y pensando esto Pitusa también
se empezó a poner triste.
_ ¿Qué te pasa Pitusa?- le preguntó la abuela mientras le pasaba la mano por
el pelo y le colocaba el mechón del flequillo detrás de la oreja.
_Nada abuela, es que me pone triste pensar que cuando me vaya no te podré
ver todas las tardes como ahora y creo que te voy a echar mucho de menos.
_Sí, yo también te voy a echar mucho de menos Pitusa, pero hablaremos
mucho por teléfono y me contarás todas las aventuras que has corrido y me
hablarás de todos los nuevos amigos que harás y además yo iré a verte en
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navidades y vosotros también volveréis para pasar el verano aquí. Tu sólo
debes preocuparte de pasarlo lo mejor que puedas y de hacer muchos amigos,
porque cuando me cuentes lo feliz que eres, yo seré tan feliz como tu.
_Si abuela, pero, ¿Y si no es tan fácil hacer amigos? ¿Y si son raros o no les
caigo bien? Papa me ha dicho que hablan en otro idioma, así que al principio
tendré que dar clases y no les voy a entender, ¡tengo mucho miedo, abuelita!
_No digas tonterías Pitusa!!! ¿Cómo no les vas a caer bien si eres una niña
encantadora? Además son niños como tu y como Lula, es verdad que hablan
otra lengua, pero no te preocupes porque con lo lista que eres seguro que la
aprenderás muy rápido.
A Pitusa le animaban las palabras de la abuela Concha, pero no estaba segura
de si las decía de verdad o sólo para que se sintiera mejor. A la mañana
siguiente comentó esos mismos miedos con Lula y su amiga también la animó
mucho:
- no te preocupes Pitusa, te escribiré cada semana contándote todas las
novedades del pueblo, cuando vengas en verano te parecerá que nunca te
fuiste gracias a lo detallado de mis cartas, además, ¡así practico caligrafía!
Jajaja.
_ ¡ay Lula! No bromees, estoy muy nerviosa, si al menos alguien me pudiera
asegurar sin lugar a dudas que todo va a ir bien….
_Bueno… ahora que lo dices…. ¿quieres venir a comer a casa de mi tía?
Quizás ella pueda ayudarte.
_ ¿De verdad? ¿Cómo?- a Pitusa le latía tan fuerte el corazón que pensó que
se le iba a salir del cuerpo, de pronto empezó a imaginar cientos de
posibilidades distintas, quizás la tía de Lula fuera una bruja que adivinaba el
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futuro o quizás conocía a una, o tal vez tenía algún secreto sortilegio para
conseguir que los deseos se hicieran realidad….¡Tenía tantas ganas de
conocer como le iría en aquella nueva vida de la que hablaba su padre!
La mañana se le hizo eterna, la tía de Lula no llegaría al pueblo hasta
mediodía, así que no había mas remedio que esperar, pero nada le entretenía
el tiempo suficiente como para dejar de pensar en su cita con la presunta
adivina; además Lula se había empeñado en no adelantarle nada porque
según ella la única persona que podía explicarle las cosas como era debido era
su tía Laki.
Pasaron mucho tiempo recogiendo conchas en la playa, pensaron que
guardarían las mas bonitas en una botella de cristal y así Pitusa podría llevarse
un pedacito de la isla allá donde fuera; cuando ya tenían casi toda la botella
llena se encontraron con Coki, ese niño que siempre les estaba jugando malas
pasadas y en un descuido les robo la botella y la escondió entre las rocas
cercanas a la playa, estuvieron buscando su tesoro un buen rato y cuando por
fin lo encontraron ya era hora de comer; en el fondo Pitusa agradeció la
travesura de Coki porque hizo que se olvidara por un buen rato de la cita que
tenía pendiente.
La casa de la tía Laki era bastante extraña; estaba llena de cajas y había
figuras raras por todas partes; sin embargo estaba todo muy limpio y se
advertía un cierto orden en medio de aquel tumulto de trastos y maletas. Al
entrar en la cocina todo cambiaba, la ventana estaba abierta y se oía el rumor
de las olas, había unas cortinas blancas que revoloteaban con la brisa y todo
estaba muy bien colocado sobre la encimera y los muebles de madera. En el
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centro había una mesa redonda con un mantel blanco bordado con cerecitas
por todas partes y estaba preparada para tres personas;
_ ¡Bueno, ya estáis aquí!- dijo Laki, que entraba por la puerta secándose el
pelo con una toalla- muy bien, espero que tengáis hambre porque no tengo
mucho ojo para las medidas de la pasta y ¡creo que he hecho macarrones para
una docena!
_Tranquila tita, ¡tratándose de macarrones tenemos buen apetito!
_ ¡Sí!
Los macarrones estaban riquísimos, aunque la verdad es que Pitusa solo
pensaba en la manera de encontrar un hueco para hablar sobre su problema,
pero no se atrevía; estuvieron hablando de Coki y de todas las travesuras que
solía hacer y Laki les contó las travesuras que ella y la madre de Lula hacían
cuando eran pequeñas.
Al final de la comida se sirvieron un te y entonces Lula tomó las riendas de la
conversación:
_Tita, me gustaría que le contaras a Pitusa la leyenda sobre el oráculo.
_Verás Pitusa, mi tía es Antropotoga
_No Lula, se dice antropóloga
_Bueno, eso, y se dedica a estudiar como vive la gente de todas partes del
mundo y a explicarlo para que todos nos podamos comprender aunque
tengamos costumbres muy diferentes, ¿es así verdad?
_Sí, Lula, lo has explicado bastante bien.
_Bueno, y el otro día me explicó una leyenda que contaban nuestros tatara
tatara abuelos sobre un oráculo, ¡cuéntaselo tita!
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_Veréis, hace mucho mucho tiempo, en la isla ya vivía gente; eran una tribu, la
tribu de los caculayatas; ellos creían que si los hombres cuidaban la naturaleza
y respetaban a todos los seres vivos, la naturaleza les daba siempre algo a
cambio y los protegía; creían que el bosque, el cielo y el mar estaban llenos de
espíritus de la naturaleza y que solo había que saber escuchar pera elegir el
camino correcto.
_¡Algo así como los indios de las películas!
_Sí, algo parecido. Pues bien, cuando un niño o una niña ya tenían edad para
ser adultos dentro de la tribu, tenían que aventurarse solos en el bosque y
seguir un mapa y unas instrucciones en clave hasta llegar a un lugar secreto; si
su corazón era puro y conseguían llegar, entonces recibían un regalo, podían
hacer un pregunta al oráculo sagrado; si a la mañana siguiente la enredadera
que cubría el oráculo había florecido, la respuesta era si, pero si no había
flores, la respuesta era no. De esta manera podían conocer algo más sobre su
futuro o sobre algún problema que los atormentase.
_Pitusa estaba confundida, ¿Qué tenía que ver aquella historia de tribus
lejanas con lo que ella necesitaba?
_Lula pareció leer la cara de su amiga, ¿no lo entiendes tonta? Podemos
pedirle a mi tía que nos lleve de excursión al oráculo, ella conoce el camino, así
podrás preguntarle lo que quieras sobre el sitio donde vas a ir.
_Con que eso os traíais entre manos ¡eh! Yo no tengo ningún problema en
llevaros pero antes tenemos que hablar con vuestros padres ¿eh? Además hay
que prepararlo todo bien, es una excursión bastante larga y habrá que
acampar.
_ ¡Siiiii! ¡Que bien Pitusa! ¡Bieeeeeeen!
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Lula parecía tan emocionada como si el oráculo fuera a responderle a ella,
Pitusa se quedó mirando el entusiasmo de su amiga y se alegró por contar con
una persona tan buena a su lado.
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Capitulo III
Pitusa estaba muy emocionada, ¡por fin partían rumbo al oráculo! La tía de Lula
lo había arreglado todo, había hablado con los padres de las dos y los había
convencido y además había preparado todo lo necesario, ellas sólo tenían que
encargarse de llevar el saco de dormir y dos cantimploras cada una. Solo había
una pega, Coki se había enterado de lo de la excursión y como sus padres
eran amigos de los padres de Lula, él también venía. A las dos amigas no les
hizo ninguna gracia esta nueva incorporación y advirtieron a Laki de que ese
niño era muy malo y no hacía mas que travesuras, por eso Laki le hizo firmar
un contrato conforme en esa excursión se iba a portar bien e iba a hacer caso
de todo lo que le mandasen bajo pena de castigo perpetuo. Coki estuvo de
acuerdo y firmó sin ninguna duda, pero las dos niñas no se acababan de fiar.
Pitusa nunca había hecho una excursión tan larga, claro que había salido de
excursión con el colegio y también con sus padres, pero nunca había
acampado en el bosque; a la tía de Lula le costó un poco convencer a sus
padres, pero la vieron tan entusiasmada con la idea de su última excursión con
Lula que al final la dejaron ir.
La excursión empezaba a los pies del monte Tocuye, muy cerca del pueblo; la
madre de pitusa las acompañó allí a las tres y quedaron en verse allí mismo al
cabo de tres días.
_Bueno, tened mucho cuidado niños, haced caso a Laki en todo lo que os diga
¡eh!
_ Si mama, no te preocupes, estaremos bien!
_Laki, si tenéis cualquier problema mi marido te dio su número de móvil
¿verdad?
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_Sí Nubica, no te preocupes, de todas maneras no desesperéis si no
conseguís contactar con nosotras porque en muchos puntos del camino no hay
cobertura; os iremos llamando cuando encontremos.
_Bueno, un beso hija, pórtate bien. La madre de Pitusa le estampó un beso en
la cara; uno de esos que hacen un ruido terrible que casi te deja sorda, y luego
le acarició la mejilla. Pitusa no podía creerlo, le estaba haciendo pasar
vergüenza, ¡Que solo se iba tres días no un año!
Finalmente el coche arrancó y en unos minutos desapareció tras una nube de
polvo; _ bueno, ya estamos solos, dijo Laki, en marcha chicos, ¡comienza la
aventura!
Se adentraron en el bosque por un sendero estrecho; se habían levantado muy
pronto para evitar andar en las horas de más calor y las hojas de las plantas
todavía estaban húmedas del rocío de la noche, así que a medida que
avanzaban el roce de las plantas las iba refrescando.
El azul de la playa se transformó en una colección de distintos verdes; había
plantas de muchas clases; la tía Laki les iba explicando,- mirad, estas mas
bajitas de aquí tienen las hojas muy grandes para captar toda la luz que
pueden y también para recoger agua cuando llueve…. Pitusa iba escuchando
pero pronto se perdió en sus propios pensamientos y empezó a imaginar cómo
debían vivir aquellas gentes que hablaban con la naturaleza y se comunicaban
con los animales y las plantas; observaba toda la vegetación a su alrededor e
imaginaba cómo serían aquellas plantas y árboles si pudieran hablar; las mas
bajas y de hojas grandes seguro que tendrían voz de mujer, una voz profunda y
grave y serían las mas chismosas, seguro que querrían enterarse de todo
porque al ser tan bajitas no podían ver mucho mas allá de ellas mismas; los
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árboles mas altos serían ancianos sabios y tranquilos, las palmeritas que
crecían desperdigadas aquí y allá, serían niños y niñas como ella con ganas de
jugar y de investigar cosas…
_ ¡Cuidado Pitusa! ¿En que ibas pensando?- Laki, Coki y Lula se habían
parado y como pitusa iba distraída se chocó contra la espalda de Lula.
_ ¡Ups! Lo siento, es que estaba imaginando….nada, es que iba distraída,
jajajajaj ¡ya me conoces!
_Hemos llegado al primer punto del recorrido-dijo Laki. Había una especie de
columna de piedra tallada con distintos símbolos, se tendrían que fiar de lo que
les contara Laki porque por mucho que lo intentaron ninguno de los otros tres
entendió nada.
_Bueno, ¿ya os dais por vencidos?
_ Sí, definitivamente sí, explícanos que dice- exclamó Pitusa llena de
curiosidad.
_ Pues literalmente dice: “dirígete hacia el lugar donde el cielo baja a la tierra y
la tierra se eleva hacia el cielo” ¿Donde diríais que es eso?
_Pues no puede estar muy lejos, porque es como una gincana ¿no? Hay que
encontrar un punto detrás de otro, pero no tengo ni idea. Lula se rascaba la
cabeza y daba vueltas sobre sí misma como si se le escapase algo que era
evidente pero no conseguía encontrar.
_Yo creo que la parte que dice que la tierra se eleva hacia el cielo se refiere a
una montaña o algo parecido, pero lo otro no lo entiendo muy bien.
_Pitusa ha estado muy acertada, seguidme, cuando lleguemos lo entenderéis
todo. Laki empezó a andar más deprisa, ansiosa por
enseñarles a sus
compañeros de viaje la respuesta al primer acertijo. Tuvieron que salir del
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camino marcado y ahora resultaba más difícil avanzar, no solo por las plantas,
sino también por las numerosas rocas y raíces que cubrían el suelo; Laki les
avisó de que fueran con cuidado y se fijaran bien por donde pisaban. Coki se
limitaba a escuchar a todo el mundo con los ojos muy abiertos; en lo que
llevaban de recorrido todavía no había abierto la boca ni había hecho ninguna
travesura y Pitusa empezó a pensar que aquel niño no era tan malo como
quería aparentar, ahora que lo pensaba, cada vez que ella había estado triste
en el cole por algún motivo u otro, Coki siempre estaba allí haciendo tonterías
para hacerla reír; se sonrió y se volvió para ver que hacía, estaba caminando
muy concentrado a escasos pasos de ella, con la mirada perdida y las manos
sujetando la mochila; de pronto Pitusa se puso nerviosa.
Después de unos minutos de caminata campo a través, treparon por una
cuesta muy empinada y llegaron a una explanada; Pitusa iba la última, se
asomó entre los hombros de Lula y laki y allí estaba, un lago enorme, de agua
cristalina donde se reflejaban las nubes.
_ ¡Que bonito!, exclamó Lula
_ ¡Es precioso
Laki! ¿Podemos parar a comer aquí? ¡Porfa porfa!, Pitusa
corría con los brazos extendidos por la orilla del lago, no podía creer que
teniéndolo tan cerca de su casa nunca hubiera oído hablar de aquella
maravilla.
A Laki le pareció estupenda la idea de Pitusa y montaron un picnic improvisado
junto al lago; Laki sacó de la mochila un mantel de plástico y lo extendió en el
suelo; era verde así que parecía que estaban sentados sobre la hierba, aunque
sin mojarse por la humedad de la tierra. El menú no era nada exquisito,
bocadillo de calamares y agua fresquita, pero a Lula y a Pitusa y les pareció
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riquísimo, como cuando sus madres les ponían la comida en un taper y les
dejaban ir a comer juntas a la playa, era la misma comida que hubieran comido
en casa, pero al aire libre parecía más rica. Coki no dijo nada pero a juzgar por
como comía, también le pareció exquisito.
Pasaron las horas del mediodía, que eran las más calurosas, a la sombra de un
gran árbol. Pitusa, Lula y Coki estaban agotados, y se estaba tan fresquito a la
sombra, oyendo el ruido del bosque... que acabaron dormidos sobre el mantel,
utilizando las mochilas como almohada. Laki los vio tan a gusto que le dio pena
despertarlos y aprovechó para repasar el mapa y recoger los papeles de la
comida; llevaba mucho tiempo fuera y tenía que repasar bien la ruta porque no
estaba segura de lo que podía haber cambiado en el camino, las lluvias de la
época de verano hacían estragos en el paisaje.
Pitusa se había dormido profundamente y de pronto se vió atrapada en una
cueva bajo el lago, unos peces enormes de colores pasaban por delante de la
cueva, la miraban y pasaban de largo, eran preciosos, sus escamas doradas,
rosadas y azules tenían un brillo mágico cuando los rayos de luz que se
filtraban por el agua cristalina se reflejaban en ellos, pero no atendían a sus
suplicas y por mas que lo intentaba no conseguía salir de la cueva; de pronto
un pez enorme, casi doblaba en tamaño al resto, movió uno de sus ojos en su
dirección; era un ojo redondo, enorme, en concordancia con el tamaño de su
dueño y muy frío, que la miraba como si pudiera ver a través de ella; Pitusa se
quedó paralizada, después de analizarla durante un rato se dirigió directamente
a ella. Pitusa no sabía qué iba a pasar, la iba a ayudar o a devorarla, en esa
boca debía haber muchos dientes... no, no, de pronto no quería quedarse para
descubrirlo, quería huir, ¡quería irse! empezó a agitar los brazos y las piernas
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para intentar nadar hacia la superficie y escapar de la cueva y en ese momento
despertó.
Cuando abrió los ojos todavía tenía el miedo en el cuerpo, pero cuando se los
frotó y acabó de despertarse vio a Lula y a Coki riéndose a carcajadas; Coki se
sujetaba el estómago con las manos y se revolcaba por el suelo de un lado a
otro dando grandes risotadas, y Lula la miraba y la señalaba con el dedo y
mientras reía solo repetía:
_Jajá jajá, ¡Pitusa tendrías que haberte visto! ¡Estabas muy graciosa
pataleando como un bebe! Jajá jajá.
_ ¡Tu también!¡ Con esos ojos casi parecías el pez gigante de mi pesadilla!
_ ¿Tenías una pesadilla con un pez gigante? mira que eres rara Pitusa, las
pesadillas se tienen con monstruos o perros asesinos o algo así, pero no con
pececitos, Jajá jajá.
_Bueno, tu ríete, pero si los hubieras visto también hubieras pasado mucho
miedo.
-Caramba si hubiera sabido que sois tan divertidas hubiera venido antes a
vuestras excursiones-interrumpió Coki.
-¡Que dices tonto! Si es la primera que hacemos.
A Coki se le quedó tal cara de estupefacción que los ánimos exaltados como
los tenían, los tres amigos continuaron riéndose unos de otros durante un buen
rato más; realmente aquello estaba resultando muy divertido.
_Bueno chicos, intervino Laki, ¿preparados para seguir la excursión? El sol ya
ha bajado un poquito así que nos conviene empezar a caminar ya.
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_ ¡Siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii! ¡Adelante! Quiero llegar lo antes posible, ya se me había
olvidado lo preocupada que me tiene esta nueva vida que me han buscado mis
padres, aish!
_Jajajaja Pitusa, hablas como una viejita. Pues la verdad es que yo ya estoy un
poco cansada tía, ¿tú crees que falta mucho?
_Pero bueno Lula, ¡si te acabas de despertar! Además ni siquiera hemos
acabado la primera etapa de la excursión, todavía queda mucho camino por
delante, ¡fuerza de voluntad sobrina! ¡Hemos empezado el camino y lo
terminaremos juntos! Por cierto, recordadme que esta noche os cuente una
historia sobre esta ruta, me acabo de acordar y creo que os gustará. ¿Estáis
listos? Lula, Pitusa y Coki ya habían recogido todo y se habían puesto las
mochilas; Lula hubiera preferido volver a casa y tumbarse en el sofá a ver los
dibujos de la tarde, pero sabía que aquella excursión era muy importante para
su amiga y por otro lado también le hacía ilusión el poder compartir unos días
juntas antes de que se fuera, así que puso la mochila a la espalda, suspiró y se
cargó de energías para seguir adelante.
_Bueno, si tuviéramos mas tiempo os dejaría que buscarais vosotros solos
como lo hacían en la antigüedad, la pista que debe estar en el lago, pero como
no tenemos mucho tiempo os lo voy a decir yo. ¿Veis aquel tronco de allí?Laki señaló hacia un tronco muy ancho que había justo a la orilla del lago, y se
dirigió hacia allí; alguien lo había talado y se veían los anillos, Pitusa se acordó
de que en el colegio les habían enseñado que si se contaban los anillos se
podía saber cuantos años tenía el árbol antes de ser talado y se puso a
contarlos, pero cuando iba por cuarenta se cansó;
_ ¡Buf! Pobre árbol era muy viejito.
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_Sí, era el mas anciano del lago, pero hace unos años en una tormenta se
cayó y tuvieron que talarlo. Pero dejaron este trocito aquí para recordarlo,
porque justo aquí (Laki retiró unas plantas que habían crecido junto al tronco)
esta la segunda indicación.- Esta vez era una piedrecita bastante pequeña,
llegaba por la rodilla de Pitusa, y solo ponía una palabra que no pudieron
descifrar.
_Esta palabra en la lengua de los antiguos indígenas significaba Valiente.
Cuando un joven indígena llegaba a este punto tenía que tomar una decisión,
dirigirse al valle de los valientes, que es por allí (un camino verde como el que
habían recorrido hasta el momento, lleno de plantas y flores, rebosante de vida)
o ser valiente y adentrarse en aquel camino(a la derecha y entre unas enormes
rocas se abría un sendero estrecho y serpenteante que no dejaba ver mucho
mas allá de unos pasos). ¿Cual creéis que es el camino acertado?
_Tía, ¡espero que sea el del valle de los valientes!
_Sí, es eso ¿verdad?
_ ¡No! ¡Hay que ser valiente ante todo reto! Gritó Coki, al menos eso dice mi
padre.
_Pues mucho me temo que tendremos que ser valientes chicas, pensad que ¡si
muchísimos antes que nosotras lo consiguieron, nosotras también podemos
conseguirlo! ¡A la derecha!
Los excursionistas dejaron atrás el hermoso lago y se adentraron entre las
rocas. El sendero era tan estrecho que Pitusa y Lula, que llevaban las mochilas
colgadas de un solo hombro, tuvieron que colocárselas bien a la espalda
porque se les enganchaba en los salientes de las rocas; Pitusa solo veía por
delante las espaldas de sus compañeros y de vez en cuando levantaba la
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cabeza para mirar aquella pequeña franja de cielo entre las montañas, que le
daba la sensación de poder respirar mejor.
El sendero era interminable y no se ensanchaba en ningún tramo; fueron la
mayor parte del tiempo callados aunque de vez en cuando Coki empezaba a
cantar alguna canción de la radio y la verdad es que no se le daba nada mal;
Mientras tanto Laki pensaba y organizaba lo que habría que hacer si
no
conseguían salir de la gruta antes de que anocheciera, porque ya había
empezado a oscurecer; Lula pensaba lo que estaría haciendo su madre, en
esos momentos se comería una de esas gelatinas de limón tan ricas que solía
prepararle, y Pitusa, ella realmente no pensaba en nada, se dedicaba a
observar el recorrido palmo a palmo, no quería que se le escapase nada; le
parecía todo tan salvaje, tan duro para que un niño él sólo pudiera recorrerlo,
que no dejaba de pensar en lo que les había contado Laki sobre los indígenas
y el oráculo, y se imaginaba qué haría ella si tuviera que buscarlo sola; de vez
en cuando veía algún animal extraño y avisaba corriendo a Lula para que lo
viera, cuando empezó a oscurecer vieron algunos búhos saliendo de sus
escondites, y también unos animalillos que nunca habían visto y que eran una
mezcla entre un ratón, una ardilla y un conejo, eran muy graciosos, pero
corrían mucho y había que estar atentos para poder verlos bien.
Los búhos comenzaron a ulular, la caída de la noche era inminente y Laki
decidió montar el campamento en la gruta y continuar el camino a la mañana
siguiente; como no podían montar la tienda porque el ancho de la gruta no lo
permitía, utilizaron un recodo del camino para colocar el mantel del mediodía a
modo de lona para hacer un techo y pusieron debajo los sacos de dormir. A un
lado Laki hizo un fuego; primero hizo un hoyo en la tierra y cuando el carbón,
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que ya había traído preparado, prendió y salieron las llamas, entonces lo rodeó
de piedras para evitar sustos.
_Bueno chicos, esto es toda una aventura ¡eh! ¡Ahora veréis que cena mas
rica!
Lula ya se había estirado en el saco y tan solo con saber que ya no tenía que
caminar mas, las energías se le renovaron y estaba tan alegre como de
costumbre.- ¡Si tía haz algo bueno que me muero de hambre!-exclamó.
Laki saco de la mochila una sartén y un taper, colocó la sartén al fuego y
añadió un poco de bacon cortado a tiras que llevaba en un papel de plata;
cuando el bacon había perfumado todo el campamento y había despertado el
apetito de todos los excursionistas y de algún que otro gato salvaje de los
alrededores, le añadió salsa de tomate y por último el contenido del taper; ¡Espaguetis! Mi especialidad
_ ¡Tía! ¿Es que solo sabes cocinar pasta?
_Se supone que a los niños os encanta ¿no?
_Laki, yo estoy encantada con tus artes culinarias interrumpió Pitusa.
_Sí, dijo Coki los espaguetis son mi plato preferido, yo comería pasta y pizza a
todas horas. Las dos niñas miraron la cara regordeta de Coki y se dedicaron
una sonrisilla cómplice; si Coki se hubiera dado cuenta seguro que se hubiera
enfadado, porque no le gustaba nada que le llamaran regordete, pero estaba
demasiado ocupado observando la suculenta cena como para darse cuenta de
las sutiles sonrisillas de sus amigas.
_ ¡Muchas gracias!-Laki soltó una carcajada de las suyas y acabó de servir los
platos; mientras comían empezó a contarles la historia de la que les había
hablado por la tarde:
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_Bueno, yo os tenía que contar una historia, ¿verdad?
_ ¡Ah sí! Cuenta, cuenta, será como en los campamentos, ¡historias alrededor
del fuego!
_Bueno, esta es una historia real; hace unos años se perdió una niña en esta
zona; una turista que se alejó de sus padres y después no supo volver; se
perdió por la zona del lago. Sus padres estaban estudiando las especies
marinas de la isla. Ella tendría más o menos vuestra edad y se fue a explorar
por su cuenta. Pues imaginaos, ¡estuvo perdida cinco días!
_ ¡Que miedo! Aquí sola por la noche y sin fuego ni saco de dormir ni nada- dijo
Lula.
_Pues sucedió una cosa muy extraña; al otro lado del valle, cerca del oráculo
hay un poblado indígena. El jefe del poblado asegura que una mujer les habló
por la radio dándoles las coordenadas exactas de la niña, pero no se ha podido
identificar a la mujer; por otro lado la niña asegura que no estuvo sola en el
bosque, que la primera noche paso mucho miedo, pero encontró unos troncos
caídos, se acurrucó entre ellos y consiguió dormir.
Por la mañana, cuando empezaba a amanecer se despertó y encontró a una
chica joven a su lado, le acariciaba el pelo y le cantaba una canción. La niña
recordaba la canción, pero nadie ha podido tampoco reconocerla. Pues bien, la
chica misteriosa estuvo todo el tiempo con la niña, le indicó lo que podía comer
y lo que debía evitar y también donde podía encontrar agua; el último día le dijo
que tenía que irse, pero que recordara todo lo que habían hablado aquellos
días, que eran enseñanzas que le servirían cuando fuera mayor y que si algún
día la necesitaba, cantara la canción que le enseñó, con la garganta y con el
corazón.
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Por supuesto, pocos adultos creen en la veracidad de las palabras de la niña,
pero la tribu caculayate asegura que debió tratarse de un espíritu de
la
naturaleza que tomó forma humana para reconfortar a la niña y poder guiarla.
_ ¡Tía yo creo que era un hada!
_Yo también creo la historia de la niña, dijo Pitusa, pero no se quien debía ser
esa mujer misteriosa.
_Brujas, hadas, espíritus de la naturaleza, yo creo que les llamen como les
llamen, el mundo esta lleno de magia; nosotros normalmente no nos damos
cuenta, pero en situaciones especiales esa magia se manifiesta ante nosotros y
si tenemos el corazón puro, somos capaces de verla y de dejarnos guiar por
ella.
_ ¿Así que tu crees en los cuentos de hadas Laki?- preguntó Coki.
_ ¡Por supuesto que creo! No a pies juntillas, pero creo que mucho de lo que
cuentan es verdad y que siempre hay seres mágicos cuidando de las buenas
personas.
Aquella noche Lula, Pitusa y Coki se durmieron pensando en hadas de alas
doradas y preciosos vestidos de gasa y en brujas resplandecientes vestidas de
blanco, que hacían realidad todos sus deseos, y cuando oyeron ulular a los
búhos en la oscuridad de la noche, ya no tuvieron miedo, pensando que eran
espíritus mágicos que velaban sus sueños.
La mañana llegó pronto y los excursionistas se levantaron con los primeros
rayos de sol; el ambiente estaba húmedo pero fresco y las hojas de las plantas
de nuevo, estaban cubiertas por pequeñas gotitas de rocío centelleantes que
les hacían pensar en la conversación de la noche anterior, como si aquellas
gotitas fueran pequeños destellos mágicos
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de un mundo que ellos no
alcanzaban a ver pero que les acompañaba a cada paso recordándoles que no
estaban solos.
Después de recoger el campamento siguieron el camino a través de la gruta y
cuando por fin consiguieron salir se encontraron con otro “punto de
información”; esta vez era una roca redonda y muy pulida que por la erosión de
la lluvia en la parte de arriba se había convertido en una fuente natural para
decenas de pajarillos; al acercarse ellos, todos alzaron el vuelo llenando el
cielo de plumas de colores. En la roca ponía:” no mires al cielo y presta
atención a tus pies o nunca podrás conocer el camino que les queda por
recorrer”.
Ni Pitusa ni Lula ni Coki pudieron explicar el significado de esta frase, así que
la tía Laki se lo explicó; la nota advertía al consultante del oráculo que estuviera
atento a sus pies, es decir, al suelo, porque en aquella zona tan elevada, las
intensas lluvias que solían caer durante todo el año hacían que las tierras
fueran muy inestables.
_Así que hay que andar con ojo, ¿entendéis?-les dijo- yo iré la primera y
vosotros procurad pasar por donde pise yo.
Laki les explicó que antiguamente en ese punto empezaba un sendero de
adoquines
que llevaba al siguiente punto, pero
el paso del tiempo había
dañado mucho el sendero que ahora estaba enterrado casi en su totalidad. Aún
así, algunos investigadores habían logrado reconstruir el trayecto que se debía
seguir.
El camino estaba muy lleno de maleza por todas partes y casi no se veía; la tía
Laki caminaba muy despacio entre árboles y arbustos, asegurándose primero
con la punta del pie de que el terreno era seguro porque las últimas lluvias
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habían creado multitud de zanjas que ahora estaban camufladas por la maleza.
Avanzaron así un buen rato hasta que la tía Laki se detuvo; tanteaba de nuevo
y esta vez más concienzudamente el terreno que tenía delante:
_No estoy muy convencida de que el camino sea seguro; quizás tendremos
que dar media vuelta…
-¡No!-gritaron todos acompasados.
-Bueno, ya estamos llegando al final de la zona peligrosa, tal vez si consigo
agarrarme…-Laki estaba intentando colgarse de una de las ramas que
pasaban por encima de aquel tramo para pasar saltando y así evitar pisar el
suelo, pero en un segundo perdió el equilibrio y la tierra pareció desaparecer
bajo sus pies.
_Tía! Gritó Lula al ver que Laki se precipitaba rápidamente hacia abajo; se
lanzó hacia ella y consiguió agarrarle la mano, Coki se la agarró también, pero
como Laki pesaba más y la tierra corría hacia abajo con mucha fuerza, solo
consiguieron ser engullidos por la fuerza del derrumbamiento.
Pitusa, que era la última de la fila, se disponía a bajar a ayudar a sus amigos
cuando oyó la voz de Laki:
_ ¡No Pitusa! ¡No lo hagas! Si intentas bajar acabaremos todos atrapados aquí
abajo, mejor intenta buscar algo que te sirva de cuerda para poder lanzárnoslo,
¡corre!
Pitusa miró alrededor, el corazón le latía más fuerte que nunca, ¿Qué podía
utilizar para subir a sus amigos? Intentó buscar una liana como en las películas
y la encontró, pero no pudo arrancarla del árbol para utilizarla como cuerda;
siguió buscando alrededor, pero no encontraba nada, así que corrió de nuevo a
asomarse al hueco para que Laki le diese instrucciones. Lula estaba llorando y
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Laki le examinaba la pierna mientras Coki intentaba escalar la enorme pared
del hueco en el que habían quedado atrapados.
_ ¡Estamos bien! Gritó Lula con la voz entrecortada y todavía llorosa
_ ¿Que te ha pasado en la pierna? Preguntó Pitusa
_ ¿Has encontrado algo?- Laki no le contestó, se limitó a preguntarle, se le
notaba muy nerviosa y no dejaba de abrazar a Lula.
_ ¡Nada! No se que puedo utilizar
_ Bueno, tenemos que mantener la calma, tranquilas, repetía, mientras sacaba
el teléfono móvil de la funda e intentaba llamar.- Nada, no hay cobertura,
tendremos que intentar otra cosa. Pitusa, ¿recuerdas la historia que os conté
sobre la niña perdida? Creo que vas a tener que ser valiente y ser tu quien
baya a buscar la ayuda de los caculayates. Cuando vuestros padres se dieran
cuenta de que tardábamos en llegar, vendrían a buscarnos, pero tendríamos
que esperar al menos dos o tres días y Lula necesita asistencia médica. El
campamento caculayate está a menos de un día de aquí, te daré las
instrucciones necesarias y el mapa, llegarás enseguida y todo esto quedará
como una aventura, ya verás.
_ ¿Seguro que podré llegar yo sola?
_Sí. No tengo ninguna duda Pitusa, confiamos en ti.
_Sí Pitusa, tu eres la niña mas aventura y mas fuerte del colegio, grito de
pronto Coki, lo puedes conseguir.
_ Esta bien, ¡lo haré!
_ ¡Gracias Pitusa!- gritó Lula llorando de nuevo.
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Capítulo IV
_Laki, como de costumbre, tardó muy poco en organizarlo todo de nuevo. Sólo
quedaban dos puntos antes de llegar al oráculo y el campamento Caculayate
se encontraba justo entre esos dos puntos. Metió los mapas y la información en
una mochila y se los lanzó a Pitusa.
_ Bien Pitusa, lo que tienes que hacer es continuar recto por este sendero, no
te preocupes, el peligro de derrumbe acaba en esta zona de aquí; conforme
vayas avanzando, verás que llegas a una gran meseta llena de árboles,
Flamboyanes, ¿sabes cuales son verdad?
_ Si
_Pues justo en el centro, en el que tiene el tronco más gordo encontrarás una
inscripción; parece un dibujo, una especie de flecha que apunta hacia un lado y
junto a la punta de la flecha una flor. Bien, dirígete hacia el lado a donde apunta
la flecha, intenta caminar siempre en línea recta y llegarás a una zona rocosa;
busca una entrada, una especie de cueva; no tengas miedo pero ves con
cuidado por si hubiera algún animal cobijado allí, intenta hacer ruido antes de
entrar. De todas maneras no es una cueva, es un túnel, al otro lado
encontrarás una explanada desde la que tendrías que ver la carretera; si ves
algún coche páralo y pide ayuda, si no pasa nadie, unos metros en dirección
norte encontrarás el poblado. No te preocupes si no te acuerdas de todo, te lo
he escrito todo con letra clara en una hoja. ¿Lo has entendido todo?
_Si, mas o menos, aunque ¡seguramente tendré que consultar la chuleta!
_Bueno, de todas maneras mejor que pases la noche aquí, te vas en cuanto
amanezca y llegaras al campamento a primera hora de la tarde.
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_No Laki, prefiero, irme ya, todavía es medio día y a Lula le duele la pierna, no
me pasará nada, tu misma lo dijiste, hay seres mágicos que cuidan de nosotros
¿no?
_Sí, pero lo primero que debemos hacer es cuidar de nosotros mismos, si
cometemos imprudencias poco puede hacer la magia por nosotros ¿entiendes
lo que te digo?
_ Sí, no te preocupes, seré responsable y aplicaré todo lo que nos has
enseñado estos días.
_Esta bien, ¡ten mucho cuidado!
Laki le lanzó también la mitad de la comida y la tienda para que pudiera
resguardarse por la noche y después de darle unos veinte consejos mas y de
repasar la trayectoria a seguir, Lula, Laki y Coki se despidieron de Pitusa, le
desearon toda la suerte del mundo y la dejaron marchar con sus esperanzas de
salir de allí enganchadas a la mochila.
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Capítulo V
Era una sensación muy rara la de caminar sola por la selva. De pronto todo le
parecía mas grande y misterioso y solo le venía a la mente la cara de su madre
en la despedida, repitiéndoles que tuvieran cuidado.
Pronto perdió la noción del tiempo, caminaba y caminaba y los pensamientos
acudían a su cabeza bailando entre la cara de su madre y la de Lula llorando
en el suelo, y cuando se acordaba de su amiga aceleraba el paso porque la
imagen de Lula sufriendo le dolía como si fuera ella misma.
Cuando había caminado lo que a ella le pareció una eternidad llegó por fin al
bosque de flamboyanes. ¡Por fin!, pensó, y se sentó, mas bien cayó extasiada
ante aquel bosque de árboles que parecían en llamas. Se estiró en el suelo
observando el baile de las hojas al viento y mientras recobraba el aliento
recordó una excursión que hizo de pequeña con su abuela; recordaba un
bosque de flamboyanes como aquel y aquella sensación de hacerse pequeñita
al estar rodeada de aquellos enormes árboles, tan altos y con tantas ramas;
recordaba aquella sensación de calma a la sombra de sus copas, que la hizo
quedarse dormida en el regazo de su abuela; su abuela le contó una historia
sobre los flamboyanes, sí, lo recordaba ahora, era algo sobre una pareja de
enamorados, sí, ya se acordaba; mientras sentía el olor de la tierra bajo su
cuerpo y la caricia del aire puro en su cara, mientras el vaivén de las hojas de
fuego la adormecía con su danza, recordó la historia de la abuela:
“Érase una vez una pareja de novios que vivían en una tribu hace mucho
mucho tiempo; llevaban su noviazgo en secreto porque los padres de ella
habían concertado ya un matrimonio con el hijo de un poderoso jefe de otra
tribu, así que los dos enamorados se refugiaban cada atardecer al abrigo de un
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viejo flamboyán y allí se hacían promesas de amor eterno; en aquel tiempo los
flamboyanes eran todo el año de hoja verde, pero un día la chica no acudió a
su cita diaria, el chico fue a buscarla al pueblo y allí descubrió que la familia del
poderoso jefe había llegado y se la había llevado por la fuerza; ella había
explicado todo a sus padres, que habían intentado deshacer el trato, pero el
jefe de la otra tribu se negó y les arrebató a su hija. El chico desconsolado salió
en su busca y de pronto cayó en la cuenta de que algunos flamboyanes se
habían vuelto completamente rojos como si fueran antorchas encendidas que
le marcaban el camino a seguir; él así lo entendió y siguió la señal a toda prisa
hasta que encontró al grupo en mitad del bosque; su amada estaba tratando de
hacer entender a su forzado prometido que el amor que le unía al chico que
había dejado atrás era tan fuerte que hasta los árboles sangraba de dolor
ahora que la apartaban de él. El chico se unió a los ruegos de su novia y al
cogerla de la mano todos los flamboyanes del bosque se volvieron rojos, que
es el color del dolor y de la guerra, pero también del amor y el calor del
corazón. El jefe dejó marchar a los enamorados y desde entonces, por la
misma época los flamboyanes se vuelven rojos y dicen que los espíritus de la
pareja sobrevuelan los bosques ayudando a los corazones que sufren por
amor.”
Pitusa se imaginó por un momento los espíritus de la pareja flotando entre ella
y los árboles e insuflando esperanza y fuerza en su corazón, acto seguido, y no
supo explicar muy bien porqué, le vino a la mente la imagen de Coki; quizás
aquel niño regordete y travieso había calado mas hondo en ella de lo que se
había imaginado, desde luego sus últimas palabras la habían sorprendido
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mucho porque ella pensaba que no le caía nada bien y que por eso se pasaba
el día haciéndoles trastadas a su amiga y a ella.
_Bueno, manos a la obra, pensó, y se levantó de un salto. Había que buscar el
árbol mas viejo, que por lo tanto será el que tenga el tronco más grueso…
¡Vale!¡esto será pan comido!
Pero Pitusa había calculado mal las posibilidades; caminó y caminó entre los
flamboyanes y encontró algún que otro árbol que a ella le pareció bastante
viejo, pero ninguno con las grabaciones que le había descrito Laki.
Bueno, aprovecharé hasta el último rayo de sol, pensó, y cuando anochezca
acamparé bajo el primer flamboyán que encuentre. Así que Pitusa siguió
caminando aunque sin resultado alguno; justo después del atardecer decidió
empezar a montar la tienda.
De nuevo el bosque iniciaba su metamorfosis; el
silencio reinaba en el
atardecer y al caer la noche se iniciaba una orquesta totalmente diferente; el
compás lo llevaban los búhos y la melodía la ponían los grillos y de vez en
cuando algún alarmante sonido no identificado y algún movimiento de la
vegetación de los alrededores hacían que Pitusa se encogiera de miedo.
¡Tranquila!, pensaba Pitusa, no pasa nada, recuerda los espíritus protectores
de la historia de Laki y así no tendrás miedo, se repetía a sí misma, pero no
podía evitar que el corazón le latiera a mil por hora.
_ ¡Chch, chch!- de pronto escuchó un ruido, como si alguien la estuviera
llamando.
_ ¡Chch, chch!-otra vez, la mano le temblaba, pero consiguió bajar la
cremallera de la tienda, tenía que averiguar quien era, puede que Coki hubiera
conseguido salir y le estuviera gastando una broma. Asomó la cabeza por la
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puerta apuntando con la linterna hacia el frente, no vió nada; volvió a mirar
hacia los lados y nada, solo bosque y mas bosque.
_ Seré tonta, pensó, ¿Cómo va a ser Coki? Es imposible que haya podido salir
de allí sin ayuda, será algún animal.
_Chch, ¡aquí arriba niña!
Vale, ¡definitivamente aquello no era un animal! Durante unos segundos que a
Pitusa se le hicieron eternos, se debatió entre salir corriendo o hacerle caso a
aquella voz; finalmente levantó como pudo la cabeza, apuntando con la linterna
en dirección al sonido.
_ ¡Agrr! ¡Niña, que me vas a dejar ciega!
Pitusa no podía creer lo que estaba viendo, pero sin duda era real; se tomó un
momento para examinar más detalladamente a la persona que le hablaba; era
una ancianita, bastante fea, pensó, con el pelo blanco recogido en un moño
muy alto, la cara llena de arrugas y pelos que le salían de los lugares mas
insospechados, ¿cómo podía una mujer tener tres pelos enormes en la punta
de la nariz?- era tan fea esa mujer que sólo podía ser una cosa…
_ ¿Eres una bruja?-preguntó Pitusa, cerrando los ojos como sí ya supiera la
respuesta.
_ ¡Será posible niña! No insultes a quien te está protegiendo, ¿de donde te has
sacado tu eso?
_ Bueno, pues… A Pitusa le dio reparo decirle a aquella señora la verdadera
razón por la que creía que era una bruja, así que rápidamente buscó otra
respuesta: _ bueno, si no eres una bruja, entonces ¿Qué eres y qué haces aquí
en medio del bosque flotando en la oscuridad?
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_ ¡Cuanto trabajo me das! ¿No estabas hablando hace unos días con tus
amigos de hadas que protegían a la gente?
_ Sí, ¿Cómo lo sabes? ¿Nos has estado siguiendo?
_Bueno, esto es perder el tiempo, que pasa, que si fuera bonita, dulce y joven y
te cantara cancioncitas ñoñas, entonces sí creerías que soy tu hada madrina
¿no?
_ ¡Tú mi hada madrina! ¿Cómo en los cuentos?-ahora sí definitivamente debía
estar soñando.
_Bueno, algo así niña, no hay tiempo para más explicaciones.
_Pero…nunca te hubiera imaginado así la verdad
_Pues mira, te he tocado en suerte, la parte buena es que tengo muchos años
de experiencia, protegí a tu abuela y a tu madre y tú no vas a ser una mancha
en mi excelente carrera como hada madrina, así que espabila y hazme caso en
todo lo que te diga ¿estamos?
_Estamos.
Pitusa no acababa de creerse todo aquello; pensó que todo debía ser efecto
del miedo de estar sola en el bosque por la noche y que su mente había creado
aquel personajillo reconcentrado y gruñón, que flotaba en el aire y que le
recordaba a un personaje cómico del último manga que había leído; pero aún
así le gustaba la sensación de estar acompañada y prefirió no darle mas
vueltas al asunto, al menos hasta que se hiciera de día.
_Bueno, me llamo Wom, ahora que están hechas las presentaciones duérmete,
mañana te espera un día muy largo; yo esperaré aquí fuera.
Pitusa se metió en la tienda y cuando estaba acomodando la cabeza en el
saco, la oyó cantar; era una melodía sin letra, de esas que parecen muy
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antiguas y que se pegan enseguida al oído y que en aquella voz aguda pero
gastada a la vez, la trasladaba a épocas y países lejanos en los que todo era
posible. No tardó mucho en quedarse dormida.
Asomaban los primeros rayos de sol y Wom ya estaba gruñendo:
_ ¡Pitusa! ¡Niña! ¡Abre ya los ojos y recoge todo esto, tenemos mucho que
hacer!
_ ¡Por favor!, pensó Pitusa, la voz ancestral y cargada de secretos de la noche
anterior se había transformado en algo parecido al chillido de un gato. ¿Es que
no le podía tocar a ella un hada dulce y suave en el trato como Dios manda?
En unos minutos Pitusa había recogido el campamento y estaba lista para
escuchar las indicaciones de Wom; el hada se sentó en la rama de un
flamboyán y Pitusa la escuchaba sentada en una de las raíces que sobresalían.
_Escúchame bien, sólo te puedo acompañar hasta el flamboyán más antiguo;
una vez allí te daré una serie de indicaciones que necesitas conocer, pero ya
no podré acompañarte, al menos comunicarme contigo como ahora.
_ ¿Cómo que no podrás? ¿Quién te lo impide si tú eres un hada?
_ ¡Ay chiquilla! ¿Qué te crees, que las hadas no tenemos normas que debemos
seguir? El universo tiene un equilibrio muy delicado y todos los seres, mágicos
o no, debemos seguir ciertas normas; en fin basta de rodeos y pongámonos en
marcha, seguiremos hablando por el camino.
Wom flotaba delante de Pitusa avanzándole la dirección: dentro de un
momento a la izquierda, ahora derecha, ¡cuidado con esas raíces! Pitusa
caminaba muy deprisa, casi no le daba tiempo a ver por donde pisaba, pero
tenía tantas cosas que preguntarle que no se podía quedar callada:
_Oye Wom, y ¿no se supone que las hadas concedéis deseos?
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_Pues mira eso es una leyenda; en realidad sólo os ayudamos y os guiamos,
pero sois vosotros mismos quienes tenéis la fuerza para hacerlos realidad.
Recuerda siempre esto: con pensamientos alegres y el corazón lleno de amor
podrás conseguir cualquier cosa que te propongas.
_Bueno, eso suena muy bonito, pero no creo que el amor me ayude a correr si
me hago daño en el pie.
_No subestimes el poder de la mente niña, en tu mente esta el poder para
superar cualquier obstáculo, tenlo siempre presente. Y nadie mejor que tú
misma para protegerte de los peligros; todos tenemos magia en nuestro
interior, nuestra misión es recordároslo; pero no siempre se nos escucha.
_Bien Pitusa, dijo Wom una vez en el flamboyán, desde aquí no me está
permitido seguir hablando contigo, sin embargo te estaré observando y puedo
enviarte señales para que evites peligros o elijas el camino adecuado, recuerda
esto porque es muy importante. Sigue recto en esta dirección como indica la
señal del tronco del árbol y llegarás hasta las rocas de las que te habló Laki;
ahora bien, desde que Laki hizo esta ruta por última vez, el túnel del que te
habló ha sufrido algunos daños; te encontrarás con obstáculos importantes,
para superarlos debes recordar todo lo que hemos estado hablando.
_vale, no me olvidaré, aunque la verdad es que no he entendido muy bien…
Antes de que Pitusa pudiera acabar la frase Wom ya había desaparecido
dejando en las manos de Pitusa una pequeña esfera de color rosa que brilló
unos instantes en sus manos. Pitusa guardó la esfera en un bolsillo del
pantalón y emprendió el camino, como Wom había dicho, no había tiempo que
perder.
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No le costó mucho llegar hasta las rocas de la base de la montaña; allí tenía
que encontrar la entrada al túnel y se desanimó un poco, porque había mucha
extensión de rocas por donde buscar y además la vegetación era muy densa;
empezó a buscar adentrándose entre la maleza y de pronto la distrajo el
graznido de un pájaro enorme que había salido de la nada; al mirar al cielo en
busca del animal, justo allí, unos metros por encima de su cabeza encontró la
entrada.
_Gracias Wom, pensó.
Ahora tenía que llegar hasta allá arriba. Buscó un árbol cercano y trepó hasta la
rama mas alta, desde allí le fue fácil saltar hasta la entrada de la cueva.
Empezó a recorrer el túnel, era húmedo y oscuro y por las paredes chorreaba
agua; cuando llevaba unos metros recorridos se encontró con un verdadero
obstáculo: ¡Allí había un lago! Tenía que cruzarlo para continuar el camino; en
un principio pensó que no habría problema porque podía cruzar nadando, pero
al meter la mano en el agua se dio cuenta de que ¡estaba hirviendo! Por eso le
costaba respirar, por el vapor que producía el agua a esa temperatura; como
aquella era una zona de volcanes era lógico que hubiera aguas termales tan
calientes.
¿Qué podía hacer ahora? No quería abandonar a esas alturas, sus amigos la
necesitaban. Se sentó a orillas del lago y repasó mentalmente las indicaciones
que Wom le había dado: “en tu mente está el poder de superar cualquier
obstáculo, en tu mente…” Repasó esta frase una y otra vez y mientras la
repetía vino a su mente un pensamiento que le pareció disparatado, pero ¡que
fácil sería cruzar aquel lago si tuviera un barquito! De pronto aquel barquito
invadía toda su mente, hasta podía ver cómo era, era pequeñito, para dos
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personas máximo, mas que barco era un bote, tenía dos remos y estaba
pintado de color rojo por fuera y de blanco por dentro. Pensó y pensó en aquel
barquito, porque no podía hacer otra cosa y porque ¡sería tan fácil si tuviera un
barquito como ese! De pronto oyó un golpe fuerte, como un choque, que la
distrajo de sus pensamientos, giró la cabeza y ¡allí estaba! Era el barquito que
había visto en su mente, ¡igualito! Y ¡era real! Corrió a buscarlo, se subió y
remó sin dudarlo hasta la otra orilla; ahora entendía la frase de Wom, con su
mente y un poco de esfuerzo podía crear todo lo que necesitara y sortear
cualquier obstáculo.
Siguió caminando a paso veloz, ya no podía esperar más, quería encontrar a
alguien lo antes posible para ir a buscar a sus amigos y que aquello acabase
ya; mientras caminaba sintió un temblor y cayeron algunas piedrecillas, Pitusa
no les dio importancia , pero unos metros mas adelante empezaron a caer
piedras mas grandes, caían de todas partes y Pitusa no podía avanzar; una de
ellas le golpeó en el hombro y otra en la cabeza y le hizo una buena herida; la
segunda piedra la tiró al suelo y desde allí pudo ver un rincón en el que estaba
a salvo de la avalancha. Se refugió allí, pero tenía que pensar rápido o corría el
peligro de que las rocas bloquearan el camino. Siguió repasando las palabras
de Wom:” nadie mejor que tu para protegerte de los peligros”, sí, pero ¿Cómo?
Estaba de cuclillas protegiéndose de los impactos y empezó a molestarle algo
en el bolsillo del pantalón, era la esfera que le había dejado el hada; entonces
se le ocurrió una idea ¡sería tan fácil pasar por debajo de las piedras si tuviera
una especie de escudo protector!, algo así como los que tenían las naves
espaciales de las películas. Se concentró y se imaginó que estaba en el interior
de una esfera rosa como la que tenía en la mano; esa esfera la protegía de
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todo peligro; al principio le costaba mucho imaginar una esfera tan grande, pero
pronto le fue mas fácil y hasta podía abrir los ojos y caminar y la esfera
protectora seguía ahí y las piedras no le hacían ningún daño. En algún punto
del camino la esfera se debilitó y le alcanzó alguna piedrecilla, pero Pitusa se
concentró más y de esta manera pronto llegó al final del túnel y salió sana y
salva.
Bien, ya podía ver la carretera, sólo necesitaba un poco de suerte y ¡la tuvo!
pasaba un coche de policía y le hizo señas. ¡Era el jefe de policía de los
caculayatas!
_Aquí estabas pequeña, llevo todo el día buscándote, ha llamado una viejecita
muy preocupada por ti ¿lo sabías?
No podía creerlo. ¡Todo había acabado y dentro de poco sus amigos estarían
sanos y salvos como ella!
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Epílogo
Después de aquella aventura, los padres de Pitusa retrasaron unas semanas el
viaje y en ese tiempo Pitusa, Lula y Coki se hicieron amigos inseparables.
El jefe de policía que la encontró le ofreció a Pitusa la posibilidad de ir a visitar
el oráculo con él, pero pitusa le contestó que no hacía falta, ahora ya sabía que
todo iría bien; si mantenía la mente y el corazón llenos con buenos
sentimientos conseguiría todo lo que se propusiera y no necesitaba ningún
oráculo para confirmarlo.
Una vez en su nuevo hogar Pitusa echó mucho de menos a sus amigos, pero
pronto hizo otros nuevos y consiguió integrarse y cada noche desde su cama,
antes de dormirse, desplegaba unas alas enormes hechas de lucecitas
blancas, sobrevolaba océanos, esquivaba nubes y se reunía con sus amigos
Lula y Coki para contarles las aventuras del día; ¡pero eso es un secreto!
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