REFLEXIÓN PASCUAL del diácono Julio Aravena en la Eucaristía de Exequias de + JORGE QUIROGA RIVEROS (1924-2014) Por aquellos días, debido a que aumentaba el número de los discípulos, los creyentes de origen helenista se quejaron contra los de origen judío, porque sus viudas no eran bien atendidas en la distribución diaria de los alimentos. Los Doce convocaron a todos los discípulos y les dijeron: - No está bien que nosotros dejemos de anunciar la palabra de Dios para dedicarnos al servicio de las mesas. Por tanto hermanos, elijan de entre ustedes, siete hombres de buena fama, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, a los cuales encomendaremos este servicio, para que nosotros podamos dedicarnos la oración y al ministerio de la palabra. La proposición agradó a todos, y eligieron a Esteban, hombre lleno de fe y del Espíritu santo, y a Felipe, Prócoro, Nicanor, Timón, Parmenas y Nicolás, prosélito de Antioquía. Los presentaron ante los apóstoles, y ellos, después de orar, les impusieron las manos. Lo que hemos escuchado, es el texto que nos habla del origen del diaconado. Nos habla de 7 hombres elegidos de entre la comunidad para el servicio de las mesas, en otras palabras para el servicio de la caridad: las viudas de origen helenista no eran bien atendidas en la distribución diaria de los alimentos; había allí una necesidad humana. Y los que debían cumplir con ciertos requisitos, debían ser hombres: - De buena fama - Llenos del espíritu Santo - Y llenos de sabiduría Finalmente, los apóstoles confirmaron en estos 7 hombres las cualidades antes descritas, orando por ellos e imponiéndoles las manos. Queridos hermanos y hermanas, en el contexto pascual que vivimos ,hoy, como Iglesia, estamos rezando y dando gracias a Dios por un hermano diácono, hecho y derecho, que como buen servidor humilde y sencillo, de buena fama y lleno de sabiduría supo configurarse a Jesús en el día a día; revestido o no revestido, nos mostró al maestro de los Evangelios en un servicio dispuesto y atento a las necesidades de los demás, pero con el ardor en su corazón de que esas necesidades se pudieran satisfacer. Pero, ¿Quién fue Jorge Quiroga Riveros? Jorge Miguel Quiroga Riveros. Nació el 2 de Abril del año 1924 en Valparaíso. Sus padres fueron: Raquel Riveros y Manuel Quiroga. Fue el 3° de 5 hermanos. Se casó con Margarita Contreras Fuentes en el verano del año 1949 un 26 de Febrero, en el mes de los enamorados. Con su amada Margarita construyeron un hogar cristiano con la bendición y presencia de sus siete hijos, el número perfecto, número que representa lo sagrado, enlazando lo divino y lo humano. Sin duda que: Manuel, Margarita, Jorge, Verónica, Patricio, Rodrigo y Mauricio, fueron para Jorge y Margarita presencia de Dios en su unión conyugal. Parece que tan perfecto fue el número de los hijos que tuvieron que, se multiplicaron el 15 nietos y 2 bisnietos. A Jorge lo llamó Dios para hacer el camino del diaconado en esta experiencia conyugal con Margarita. Con los sacramentos de los primeros hijos, Dios le empezó a “echar el ojo” a Jorgito. Luego, en la comunidad Génesis que formó junto al recordado, presente y querido párroco, P. Jesús Rodriguez, Dios lo seguía seduciendo amorosamente en el amor de su apreciada esposa para el servicio diaconal. Fue fundador y creador de la capilla San Agustín. Fue uno de los primeros ciudadanos en llegar a la población El Carmen. Quiénes presentaron a Jorge al diaconado fueron los sacerdotes José Valdés y Jesús Rodriguez a través de un informe presentado al obispo. Finalmente, en el año 1984, un 9 de Agosto, día antes de San Lorenzo, diácono mártir, Jorge Quiroga Riveros fue ordenado diácono permanente para orgullo de Dios, de su familia y de su comunidad. Sus inicios en el ministerio diaconal, lo practicó celebrando el matrimonio de su hijo menor Mauricio con Jani, siguiendo con el bautismo de su nieta Paola y así, con los nietos siguientes, terminando con el bautismo de sus 2 bisnietos: Renato y Joaquín. También, Jorge con su cualidad de pastor cercano, fue el asesor de las comunidades e base de la parroquia. Pero un día, el Creador llamó a Margarita, lo que fue un duro golpe para Jorge y sus hijos. Fue tanto el amor de Jorge por su esposa que, aún después de la pascua de Margarita, él seguía celebrando los 26 de Febrero, el día de su unión matrimonial con alguna comida rica o celebración especial. El tomate relleno no podía faltar. Pero uno se podría preguntar, ¿Cuál fue la fama de Jorge? ¿Qué opinión se tenía de él? ¿Cuáles eran sus cualidades? Su fama fue la de ser un hombre sencillo, cercano, de profunda fe en Dios, de amor y servicio a la Iglesia. Enamorado de su esposa, fiel y respetuoso de ella siempre. Acompañante de sus hijos, cariñoso de sus nietos y nietas, de buen sentido del humor, preocupado por los demás, sensible al dolor del otro. Quiero detenerme en este punto, pues, durante largo tiempo participó solidariamente, coordinando la entrega y el armado de las cajas con ayuda fraterna para los diáconos de escasos recursos de todas las zonas de Santiago. Excelente anfitrión, delicado en los detalles, preocupado de que todo estuviese caminando bien. Muchos somos testigos de estas cualidades de Jorge cuando éramos invitados a su casa para celebrar el amor y el servicio a la Iglesia en el día de San Lorenzo y, también en otras circunstancias. Celebrar en todo momento y en todo tiempo era un signo distintivo en Jorge. Y un detalle: rara vez se sentaba de los primeros a la mesa; era el último. Pareciera que en su vida asumió con mucha pasión y fuerza la actitud de Jesús en la Última Cena. Finalmente, la pascua de Jorge acontece en un tiempo pascual muy potente para nuestra Iglesia, y en una semana marcada por la vida y el testimonio de 2 santos diáconos que nos relata el libro de los Hechos de los apóstoles. El día Lunes 5, San Esteban, considerado el protomártir (primer mártir cristiano) de nuestra Iglesia, defensor de los judíos helenistas, aparece haciendo grandes prodigios y signos en el pueblo. El Martes 6, Esteban entrega su vida a Jesús en el martirio. Muere siendo coherente en el discipulado de Jesús. Ayer, 7 de Mayo, aparece la figura de Felipe, primer discípulo predicador del Evangelio más allá de Jerusalén, en Samaría. Ejemplo de la diaconía en las fronteras. Felipe fue uno de los 7 (diáconos) que fue consagrado por los apóstoles para el servicio de las mesas (servicio de la caridad). Hoy, Felipe en la 1ª. Lectura de los Hechos, nos habla de la diaconía de fronteras. Por su palabra, dando testimonio de Jesús, anunciando su Buena Noticia, el etíope que era de otra raza y cultura, se convierte al cristianismo. Y como un regalo venido del cielo, el Evangelio de hoy, habla de Jesús como el Pan que baja del cielo para que cada uno de nosotros pueda tener vida abundante el Él. Y Jorge, sí que fue un hombre y un servidor de Dios; nunca dejó de recibir a Jesús, aún estando en la clínica. Con certeza el diaconado permanente de nuestra Iglesia Católica puede estar orgullosa de haber tenido un servidor tan entregado a la causa de Jesús. Hoy, los diáconos permanentes de la Zona Norte “sacamos pecho” de haber compartido con un servidor alegre que nos deja una vara muy alta: vivir nuestro ser diaconal en comunidad y celebrar la Buena Vida que nos regala Dios, y estar siempre cerca y atento a los más débiles y sufrientes de nuestras comunidades. Por lo tanto hay una tarea y misión: juntarnos todos los diáconos el 15 de Agosto para celebrar al Señor como una verdadera comunidad de hermanos. Hoy, Jorge le ha dicho a Dios como lo dijo Santa Teresa de Ávila: Señor, mi Dios y mi todo, ¡”Ya es tiempo que nos veamos”! Amén.