Los castigos por inacción Es importante comprender que Dios no está enviándonos los castigos profetizados en el Mensaje de Fátima caprichosamente o irracionalmente; esos son los castigos que nosotros, con justicia, merecemos por nuestros innumerables pecados y ofensas contra El. Incluso en Fátima, por la intercesión de la Santísima Virgen María se nos ofreció una oportunidad para que, por nuestra obediencia, evitarámos los castigos que merecemos, y obtuviéramos la paz para todo el mundo y la salvación de muchas almas. Durante la aparición del 13 de julio, después que los niños vieron el infierno, Nuestra Señora dijo: “Habéis visto el infierno, a donde van las almas de los pobres pecadores; para salvarlas, Dios quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón. Si hicieran lo que os voy a decir, se salvarán muchas almas y tendrán paz. La guerra va a acabar. Pero si no dejan de ofender a Dios, en el reinado de Pío XI comenzará otra peor. Cuando veáis una noche alumbrada por una luz desconocida, sabed que es la grande señal que Dios os da de que va a castigar al mundo por sus crímenes por medio de la guerra, del hambre y de persecuciones a la Iglesia y al Santo Padre. Para impedirla, vendré a pedir la consagración de Rusia a mi Inmaculado Corazón, y la Comunión de Reparación de los Primeros Sábados. Si atendieran mis peticiones, Rusia se convertirá y habrá paz ...” Los castigos profetizados por Nuestra Señora de Fátima pueden ser evitados si atendemos Sus pedidos. Sin embargo, como Ella nos lo advirtió, hay claros castigos esperándonos si rechazamos atenderlos. El 15 de julio de 1946, la Hermana Lucía dijo al Profesor William Thomas Walsh que todo el mundo, incluídos los EE.UU., serían esclavizados por la Rusia Comunista si la debida Consagración de Rusia no se hace en tiempo. Nuestra Señora nos aseguró que “al fin” Su Inmaculado Corazón triunfará, y que Rusia será consagrada y habrá paz en el mundo. Sin embargo, en el interín, estamos viendo que los pedidos de Nuestra Señora de Fátima están siendo continuamente demorados y/o activamente obstaculizados por miembros de la Jerarquía de la Iglesia. Incluso aún más serios son los castigos reservados para aquellos que demoran y obstruyen la ejecución de los pedidos de Dios. En 1931 Nuestro Señor se quejó a la Hermana Lucía: “Haz saber a Mis ministros que como ellos siguen el ejemplo del Rey de Francia demorando la ejecución de mis pedidos, ellos lo seguirán en el infortunio.” Nuestro Señor se estaba refiriendo al pedido que El hizo el 17 de junio de 1689 – a través de Santa Margarita María de Alacoque – al Rey de Francia, pidiéndole que consagrara su país al Sagrado Corazón de Jesús. Sin embargo, el Rey y sus sucesores lo demoraron, hasta que finalmente, el 17 de junio de 1789, 100 años más tarde de ese día, el Tercer Estado usurpó los poderes legislativos del Rey, quien poco más tarde fué enviado a la guillotina a morir como un criminal. En la comparación entre esos que demoran la ejecución de los pedidos de Dios dados por Nuestra Señora de Fátima y la muerte del Rey de Francia, se nos dió una clara indicación de lo que aguarda a aquellos que no atienden el Mensaje de Fátima, y, además, lo demoran por indolencia. Y aquellos que procuran obstruir activamente la ejecución de los pedidos, sufrirán castigos aún más grandes. Artículos Relacionados: • La Crisis en nuestros tiempos http://www.fatima.org/span/essentials/whatucando/sp_chastiseinaction.pdf