Huellas del pasado

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Huellas del pasado
Los Orígenes
No se conoce con exactitud el origen de los primeros pobladores del Danubio Medio. En la antigüedad, Bohemia se
encontraba en una de las rutas comerciales seguidas por los pueblos del este hacia Occidente según se ha podido
deducir de los restos neolíticos encontrados en la zona. Los Boios son el primer pueblo del que se tiene una referencia
clara, eran una tribu celta que se estableció en la región entre el siglo V a. C. y el siglo I d.C. y a ellos debe su nombre
Bohemia. A partir de esta época se suceden las invasiones de distintas tribus, primero los Cuados y los Marcomanos,
más tarde los Eslavos Occidentales, los Moravos y los Checos y a principios del siglo VII, los Avaros, que se agrupan con
otras tribus eslavas formando un principado en las tierras de Bohemia y Moravia que algo más tarde caerán bajo el
dominio de Carlomagno. La decadencia del Imperio Carolingio supondrá el inicio de la independencia ya en el siglo IX,
comenzando a denominarse a los habitantes de la zona como checos que hablan la lengua eslava en la variante dialectal
de Bohemia y la escriben con alfabeto latino. En el siglo X, el Estado Checo se consolida bajo la dinastía de los
Premyslitas, siendo Praga su capital. La fundación de Praga tiene su propia leyenda. Se cree que fue fundada en el siglo
IX como materialización de la visión que tuvo Libuse, una princesa de la tribu Cech, en el monte Vysehrad. Libuse vio
una ciudad tan maravillosa que se dice que su esplendor superaba al de las estrellas. La joven se casó con el labrador
Premysl, que hizo realidad su sueño y fundó la dinastía real checa de los Premyslitas. El primer rey checo fue Premysl
Okatar I, su hijo Premysl Otakar II fue conocido en su época como el "rey de hierro y de oro". Dicho monarca fundó
algunas de las ciudades más importantes del territorio checo como České Budejovie o Plzen. Durante el reinado de
Venceslao II, hijo del anterior monarca, los reinos de Bohemia florecieron en la arquitectura, cultura y economía, en
parte gracias al descubrimiento de yacimientos de plata en la localidad de Kutná Hora. Este hecho provocó una reforma
monetaria que concluiría con la fundación de la Casa Real de la Moneda y la acuñación del “gros praguense”, un ochavo
que circularía en Bohemia y en la Gran Polonia. Por último hay que mencionar a Venceslao III, el último rey de dicha
dinastía, que gobernó tan sólo durante un año, pues fue asesinado en Olomouc, capital del ducado de Moravia, que a
principios del siglo XIV formaba parte del Reino Checo.
Carlos IV y la Consolidación del Reino Checo
El monarca más importante para la ciudad durante la Edad Media fue Carlos IV, rey de Bohemia desde 1346 y,
posteriormente, soberano del Sacro Imperio Romano. Este rey se había formado en la prestigiosa Universidad de París y
deseaba convertir a Praga en un importante centro cultural y artístico, y al Reino Checo en uno de los más importantes
de la Europa Central. El monarca checo era el votante más importante a la hora de elegir al Emperador del Sacro Imperio
Romano. En 1348 fundó una universidad, la primera del país, que atrajo estudiosos de toda Europa. En 1356 la
universidad se trasladó al Carolinum, su sede actual. Durante el reinado de Carlos IV se construyeron numerosas obras
arquitectónicas en la Ciudad Vieja y se remodelaron otros como la iglesia de Tyn. En Hradcany, el monarca encargó a
Matyas d`Arras y al renombrado Petr Parlér la reconstrucción en estilo gótico de la Catedral de San Vito. También mandó
edificar la catedral en Kutna Hora, la segunda ciudad en importancia después de Praga en aquella época. Carlos IV
decidió también limitar la Parte Pequeña con un sistema de fortificaciones que incluía la "Muralla del Hambre", proyecto
de obras públicas destinado a ayudar a los más pobres de la ciudad y del que todavía se conserva en parte. Con la
construcción de la Ciudad Nueva (Nove mesto). Praga se transformó en la mayor ciudad de la Europa medieval. Resulta
admirable también por haber sido construida siguiendo un proyecto previo en el que se planificaron estrictamente desde
la anchura de las calles y la altura de las casas, hasta los materiales de construcción utilizados.
Los Movimientos Religiosos
La muerte de Carlos IV, en 1378, coincide con el inicio del gran cisma de Occidente, en el que tres papas se disputan el
control de la cristiandad y aumentan las tensiones entre los poderes secular y eclesiástico. La hija de Carlos IV, Ana de
Bohemia, casada con Ricardo II de Inglaterra en 1382, fomenta en Praga las ideas reformistas del teólogo inglés John
Wycliffe, a quien apoyaba también Jan Hus, profesor de la Universidad de Praga que será nombrado en 1402 predicador
de la recién fundada Capilla de Belén. En este edificio con aspecto de granero, diseñado así para poner de manifiesto el
lujo de las iglesias góticas, Hus predicaba a favor de la vuelta a los preceptos y valores cristianos básicos, la
redistribución de los bienes de la Iglesia y un mayor respeto por las Escrituras. Bajo el reinado de Wenceslao IV se
agudizan las tensiones nacionalistas entre checos y alemanes. Por otro lado, Jan Hus redobla sus condenas a la Iglesia lo
que provoca su excomunión. En 1415, tras obtener un salvoconducto del Emperador Segismundo, abandona la ciudad
viajando a Constanza, Suiza, donde el Concilio de la Iglesia había prometido recibirle, pero al llegar allí es detenido y
condenado a la hoguera en la que perece el 6 de julio de ese mismo año. En Bohemia esta traición exacerbó los ánimos.
En 1419, Jan Zelivsky, otro predicador fiel seguidor de Hus, capitaneó la Primera Defenestración de Praga en la que los
habitantes pobres de la Ciudad Nueva asaltaron el Ayuntamiento y arrojaron a varios concejales por la ventana. En 1420
el Papa Martín V proclamó una sangrienta cruzada contra los herejes. Los Husitas, con Jan Zizka al frente, se hicieron
fuertes al este de Praga, donde derrotaron al ejército de Segismundo en la batalla de Vítkov. La guerra duró veinte
largos años que afectaron, tanto a la economía del país como a la estructura de la sociedad checa. En 1458, con la
subida al trono de Jorge de Podebrady, partidario de los reformadores, se acordó una tregua de irregular seguimiento. El
conflicto dinástico, iniciado al morir este rey en 1471, se resolvió con la llegada de Fernando I, hermano de Carlos V (rey
de España y emperador alemán), iniciándose el reinado de los Habsburgo que se mantendrá durante cuatro siglos.
Los Jesuitas y la Guerra de los Treinta Años
Fernando I decide, en 1556, valerse de los jesuitas, las fuerzas de choque de la Contrarreforma, para convertir a los
herejes del Reino. Durante el siglo y medio siguiente esta Orden compra numerosas propiedades en la Ciudad Vieja que
serán en su mayor parte destruidas para levantar el Clementinum, construcción severa con aspecto de fortaleza,
símbolo de la moral del catolicismo. En esta época la influencia española en el Reino Checo es notoria, en parte debido a
las relaciones familiares de los Habsburgo con España. En mayo de 1618 la nobleza protestante, desesperada ante la
conducta de los jesuitas, encabeza una manifestación por Hradcany, que finaliza con graves disturbios durante los que
se arrojan a tres destacados cortesanos por una ventana del castillo. Esta manifestación será conocida como la Segunda
Defenestración de Praga y a partir de este momento se inicia uno de los períodos más duros de la historia de la Europa
moderna, la Guerra de los Treinta Años. En 1620 las fuerzas católicas del emperador derrotan a sus oponentes en la
batalla de la Montaña Blanca y ocupan la ciudad ejecutando a los disidentes, entre ellos, a los 27 nobles protestantes
que habían dirigido la revuelta. Con el fin de la guerra en 1648 los Habsburgo recuperan el poder. El gobierno austriaco
convierte a Bohemia en una provincia más, se confiscan los bienes de la nobleza protestante y se emprende una política
de germanización que reprime duramente cualquier muestra de cultura nacional. Los jesuitas consiguen una total
supremacía pero en 1773, con la llegada de la Ilustración y su tolerancia religiosa, finaliza el poder de los jesuitas y se
confiscan sus propiedades.
La época barroca y el mecenazgo de Los Habsburgo
El gobierno Habsburgo acabó con las aspiraciones nacionalistas del pueblo checo, sin embargo sirvió para que Praga
junto con muchas otras ciudades checas y moravas se convirtieran en las joyas barrocas de la Corona austriaca.
Contribuyeron a ello artistas italianos, alemanes y nativos como los grandes arquitectos bávaros Christoph y Kilian
Dientzenhofer que ejecutaron numerosos proyectos y desempeñaron un importante papel en la ampliación del
Clementinum, la edificación de Nuestra Señora de Loreto y la reconstrucción del Castillo. Giovanni Alliprandi diseñó los
palacios Hartig y Kaiserstein de la Parte Pequeña y el Palacio Sternberg de Hradcany, mientras Frantisek Kanka fue
responsable del Palacio Cernín, en Hradcany, así como de algunas partes del Clementinum y del proyecto de las
Terrazas Vrtaba de Karmelitská. Fuera de Praga también se construyeron hermosas iglesias y palacios barrocos como el
palacio de Kuks, el de Kromeriz, la Columna de la Santísima Trinidad, en Olomouc, el Monasterio de Tepla o la iglesia de
San Juan Nepomuceno, en Zadar nad Sazavou, obra de Giovanni Blasco Santini, fascinante por su técnica de combinar
con maestría los elementos barrocos y góticos para unirlos en el magnífico gótico barroco de Bohemia. También los
escultores dejaron su impronta, Ferdinand Brockoff y Bernhardt Braun ejecutaron muchas de las mejores estatuas del
Puente de Carlos, mientras que Johann Bendl añadió varias esculturas a la fachada de San Salvador en Krízovnié námestí.
Como pintores destacan Karel Skréta, F. Q. Voget, V. V. Reiner y J. L. Kracker, cuyas obras adornan los muros y techos de
las iglesias barrocas más suntuosas del país. Algunas de las mejores obras de Skréta se encuentran en la galería del
Convento de San Jorge, en Praga. El mecenazgo Habsburgo potenció también la música en Praga. Haydn dio en ella
conciertos de órgano, Beethoven la visitó en 1796 y Mozart estrenó en Praga en 1787 "Don Giovanni" en el teatro Nostitz
(Stavovské) y 1791 supervisa la producción de una nueva ópera, la Clemenza di Tito, encargada por Leopoldo II para su
coronación como rey de Bohemia. La coronación de Leopoldo fue un intento de aplacar a la nobleza bohemia que
soportaba cada vez peor el gobierno austriaco.
El Nacionalismo Checo
La impuesta influencia alemana en el Reino Checo a principios del siglo XIX, dominando la administración, bautizando las
calles con nombres alemanes y considerando el alemán como idioma de la buena sociedad, consigue comiencen los
movimientos independentistas una vez que la industrialización crea una clase trabajadora checa y esta se une a los
estudiantes y a los intelectuales liberales. La situación alcanzó el punto álgido durante las revoluciones de 1848 que
fueron sofocadas violentamente por el ejército. El gobierno Habsburgo se mantuvo permitiendo que los checos y las
demás minorías étnicas del extenso Imperio recuperaran su lengua y sus instituciones. En 1881 se inauguró en Praga un
teatro checo y, en 1890, un museo nacional. No obstante, en lo que a la autonomía política se refiere, apenas hubo
progreso antes de la Primera Guerra Mundial.
La Primera Guerra Mundial
El Imperio Austro-Húngaro participó en el conflicto bélico del lado de Alemania y los checos se vieron obligados a hacer
lo mismo. En 1915, un profesor de filosofía exiliado, Tomás Garigue Masaryk, instó a los checos y eslovacos a
organizarse contra el poder central a la vez que, en el frente, miles de soldados checos se pasaban al bando ruso. Se
creó una legión especial checa que empezó a combatir del lado de los aliados, lo que bastó para que Gran Bretaña,
Francia y Estados Unidos prometieran a Masaryk la independencia de su país. La promesa se cumplió y el 28 de octubre
de 1918 se proclamó en el Obecní dum, sede del ayuntamiento de Praga, la República de Checoslovaquia. Sin embargo,
desde los años 30 el nuevo Estado sufrió el conflicto entre checos y eslovacos, y entre los primeros y las demás minorías
del país, alemanes, húngaros y polacos. La tensión contenida de los sudetes, zonas fronterizas con Alemania y Austria,
con la población de tres millones de alemanes a quienes las grandes potencias habían frustrado la esperanza de unirse a
Austria, se convirtió en oposición cuando la crisis económica golpeó la región altamente industrializada que habitaban.
Hitler potenciaba su acercamiento al Reich y el gobierno checoslovaco, presidido por Benes, hizo algunas concesiones, si
bien siguió manteniéndose firme. Sin embargo, la retirada del apoyo francés e inglés, que junto con Hitler y Mussolini
firmaron el Dictado de Munich en septiembre de 1938, supuso la cesión de los sudetes a Alemania y seis meses después
la separación de Eslovaquia y la ocupación de Bohemia y Moravia con el ejército alemán. Esta ocupación nazi fue nefasta
sobre todo para los judíos, el noventa por ciento de los habitantes del gueto de Praga, más de 60.000 personas,
perecieron en campos de concentración durante la Segunda Guerra Mundial. Aunque el Ejército Rojo cruzó los Cárpatos
en octubre de 1944, Praga fue la última capital europea liberada y los últimos combates de la Segunda Guerra Mundial
se produjeron en el territorio checo. Su inestimable patrimonio artístico quedó milagrosamente intacto a pesar de los
combates. Una parte de la República Checa fue liberada por el ejército de los Estados Unidos.
La Época Comunista
El Partido Comunista Checoslovaco aprovechó la corriente pro-soviética, que recorrió el país después de la guerra, para
obtener casi el 40 por ciento de los votos en las elecciones libres celebradas en 1946. En mayo de 1948 los comunistas
asumen el poder presentando una constitución tan burda que provoca la dimisión del anterior presidente, Benes.
Klement Gottwald es nombrado nuevo presidente, y el ministro de asuntos exteriores, Jan Masaryk (hijo del primer
presidente checoslovaco Tomás Garigue Mararyk) aparece muerto en el patio del Palacio Cernín de Praga. Gottwald y
sus sucesores transformaron Checoslovaquia en un estado totalitario y satélite de la Unión Soviética. Se nacionalizó la
industria, se colectivizó la agricultura y se obligó a los checos a votar en favor de la entrada en el Pacto de Varsovia. En
los años sesenta se empezaron a exigir pequeños cambios políticos y económicos desde el propio Partido Comunista. En
enero de 1968, Antonín Novotny, partidario de la línea dura, fue sustituido en el cargo de secretario del partido por el
reformista Alexander Dubcek, cuyo lema era: "socialismo de rostro humano". Durante la Primavera de Praga los checos
disfrutaron de una libertad que no conocían desde hacia más de treinta años, pero los soviéticos al ver cambios tan
audaces como la supresión de la censura, la rehabilitación de antiguos disidentes y la puesta en duda de la ortodoxia
económica y el papel dirigente del Partido acabaron con esta breve apertura entrando con sus tanques en Praga el 21 de
agosto de 1968.
La Revolución de Terciopelo
Durante los veinte años siguientes, Checoslovaquia fue gobernada duramente por Gustáv Husák que expulsó del Partido
Comunista a una tercera parte de sus miembros, despidió a más de un cuarto de millón de funcionarios y provocó el
exilio de más de 50.000 checos mientras que a los más destacados intelectuales se les prohibió ejercer su profesión.
Esta situación provocó graves incidentes como el ocurrido el 6 de enero de 1969 cuando un estudiante de filosofía de
veinte años, Jan Palach, se prendió fuego en la Plaza San Wenceslao o el acaecido seis semanas después cuando Jan
Zajíc siguió su trágico ejemplo. Otros, como el dramaturgo Václav Havel, tomaron otro tipo de medidas, en 1977 se
funda el movimiento de la Carta 77 para controlar las actividades del Gobierno e instarle a cumplir los acuerdos de
Helsinki sobre los derechos humanos. La aparición en la URSS de Mijail Gorbachov en los años ochenta con su política
aperturista remueve también a los países satélites dando como fruto los tumultuosos acontecimientos de 1989, cuando
toda la Europa del Este se libera de la influencia soviética. En la República Checa, este período se conoce como la
Revolución de Terciopelo. El 17 de noviembre de 1989 15.000 personas se congregan en Vysehrad en el aniversario de
la muerte del estudiante Jan Opletal durante la ocupación nazi. Los manifestantes se dirigían a la Plaza San Wenceslao
cuando la policía les cortó el camino dejando que varias unidades de boinas rojas cargaran contra ellos. Los actores y
empleados de teatro respondieron convocando una huelga que convirtió los escenarios en foros de debate político de los
que surgió el Foro Cívico nacido en el teatro Drama Club. A este grupo se unen rápidamente los estudiantes, grupos de
manifestantes alumbrados con velas recorrían constantemente el centro de la ciudad y los discursos políticos eran
continuos resultando especialmente emotivos el momento en que la cantante prohibida Marta Kubisová cantó el himno
nacional ante un público extasiado y la reaparición del antiguo héroe Alexander Dubcek. Estos hechos provocaron que el
Gobierno y el Partido se abrieran al diálogo. El 26 de noviembre los dirigentes de Foro Cívico y el Comité Central del
Partido inician las conversaciones que darán como fruto el 1 de enero de 1993 la división pacífica de la República de
Checoslovaquia en dos nuevos estados, la República Checa con Praga como capital y Eslovaquia. Václav Havel es
nombrado el Presidente de la República. En el año 1999 la República Checa ingresó en la OTAN y el 1 de mayo del 2004
en la Unión Europea. En la actualidad el presidente de la República es Václav Klaus.
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