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La desamortización civil como objeto histórico:
teoría, interpretación y fuentes.
Las islas Canarias
Álvaro Santana Acuña
Así fue hasta que el corazón se lo permitió.
Emilio ALFARO, 20041
Desamortización es un compuesto
construido a partir de una nominalización.
Miguel ARTOLA, 19972
PA SADO-HISTORIA: FUENTES-TEORÍA
A Emilio Alfaro Hardisson, lector quijotesco, melómano y cinéfilo inconformista, librepensador, escritor, político... mi consejero documental y mi
amigo por siempre. Gracias.
1
Ánimo, valor y miedo. Artemisa Ediciones, La Laguna, 2004, p. 20.
2
Véase n. 5.
LA TORRE. H O M E N A J E A E M I L I O A L FA R O H A R D I S S O N [ 2 0 0 5 ] • 54 7 - 5 5 7 .
[ 549 ]
Constituye una de las señas de identidad de la Historia (al
menos entre el gran público), el entender que la profesión
de historiador consiste esencialmente en el estudio científico
de las fuentes del pasado. El historiador es capaz de escribir
sobre ese pasado —ya sea ejemplificado por el Imperio romano, la Revolución francesa o el Franquismo— gracias a sus
fuentes: a su descubrimiento, al análisis de su fiabilidad y a su
posterior publicación como un texto redactado por él sobre
esas fuentes. En suma, el gran público —pero también un
porcentaje nada despreciable entre los historiadores— piensa que escribir sobre historia se reduce a una reflexión crítica
en torno y a partir de las fuentes.
Ahora bien, si esta máxima (popularizada en Europa por
la corriente historiográfica conocida como positivismo en el
siglo XIX) es cierta, la historia hace ya mucho tiempo que habría sido escrita en su totalidad. La única labor que le restaría
a los historiadores sería simplemente relatar la historia del
presente. Sin embargo, ¿cómo podemos explicar la aparen-
te paradoja de que unas mismas fuentes, unos mismos documentos históricos ya conocidos y estudiados años o incluso
siglos atrás sean la base para narrar el desarrollo de procesos
históricos como los arriba mencionados de manera diferente?
La respuesta más inmediata está en las preguntas con las que
el historiador afronta la lectura (o en su caso relectura) de las
fuentes. Sin embargo, la respuesta más precisa es que las preguntas que guían su lectura son la consecuencia de cambios
en la teoría de la historia, es decir, son el resultado de transformaciones de la manera en que los historiadores explican
el pasado.
De lo anterior puede extraerse dos conclusiones importantes. Primera, la lectura —siempre interpretativa— del historiador es en sí misma histórica. Y segunda, las fuentes no
tienen por sí solas un significado intrínseco y unívoco, sino
histórico también; de ahí que las interpretaciones del pasado a
las que sirven de soporte sean adecuaciones temporales (entre
esas fuentes y las teorías) acordadas por los historiadores y su
comunidad de lectores, en definitiva, configuraciones explicativas instituidas por la sociedad de su tiempo. Esta tesis, promocionada particularmente por el llamado postmodernismo
en historia y ciencias sociales en las últimas tres décadas, nos
obliga en último término a cuestionar el carácter objetivo y
transhistórico de todo discurso o narración científica3.
DESAMORTIZACIÓN: INTERPRETACIONES
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Partiendo de esta tesis, el presente trabajo busca fijar las
principales fuentes disponibles en el Archivo Histórico Provincial de Santa Cruz de Tenerife (AHPT) sobre la desamortización civil en Canarias, pues en él se custodian los fondos de la
3
Sobre las cuestiones aquí tratadas (y de entre una ingente bibliografía),
véanse: Georg G. IGGERS: Geschichtswissenschaft im 20 Jahrhundert. Ein kritischer Überblick im internationalem Vergleich. Göttingen, 1993 (or. Hannover
y Londres, 2ª ed., 2005) [La ciencia histórica en el siglo XX. Las tendencias
actuales. Barcelona, 1995]; Miguel Á. CABRERA: Historia, lenguaje y teoría de
la sociedad. Madrid, 2001; y, Hayden WHITE: Metahistory: The Historical Imagination in Nineteenth-Century Europe. Baltimore y Londres, 1975 [Metahistoria: La imaginación histórica en la Europa del siglo XIX. México DF, 1995].
Para las síntesis más recientes sobre la desamortización en España:
Germán RUEDA, ed.: La desamortización en la Península Ibérica, Ayer nº 9.
Madrid, 1993; íd.: La desamortización en España. Madrid, 1997; y, Francisco
MARTÍ GILABERT: La desamortización española. Madrid, 2003.
4
[ 551 ]
administración de hacienda cuando Santa Cruz era la capital
regional. Junto a las estudiadas en otros archivos canarios, las
fuentes aquí mencionadas nos han permitido formular una
nueva interpretación del proceso desamortizador en el Archipiélago entre 1855 y 1907 —período también conocido como
la desamortización de Madoz.
Antes de tratar las fuentes del AHPT conviene explicar
brevemente qué entendemos hoy por desamortización. El
término denomina en España la nacionalización y la venta
en pública subasta de los bienes muebles e inmuebles de la
Iglesia católica y la Inquisición desde inicios del siglo XIX
hasta la segunda década del XX ; a los que puntualmente
se sumaron también bienes civiles y la redención de censos
sobre la tierra. Dividida básicamente en cuatro fases (17981808, 1821-1823, 1834-1854 y 1855-1924), la desamortización se complementó con actuaciones paralelas sobre las
propiedades de la nobleza antiguorregimental y las órdenes
militares mediante la desvinculación de los mayorazgos y la
abolición de los señoríos.
La que podríamos llamar «interpretación clásica» ha explicado la desamortización como un proceso endógeno, esto
es, como el producto (más o menos ineluctable) de la crisis de
la hacienda española desde fines del siglo XVIII, agudizada en
las primeras décadas del XIX. Un factor central en esta interpretación es la presión de la burguesía española, que generó
una legislación política favorable a su deseo de puesta en explotación capitalista de las propiedades amortizadas por la
Iglesia. Por tanto, esta interpretación considera la desamortización uno de los pilares fundamentales de la Revolución
liberal española4.
Sorprende, sin embargo, que esta explicación endógena
no contemple la similitud de la trayectoria de España con la
de otros países europeos como Alemania, Gran Bretaña, Portugal y, en particular, Francia, que también llevaron a cabo
—aunque no siempre lo llamaron de la misma forma— des-
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amortizaciones desde el siglo XVI. Esta similitud habría de
ser la variable explicativa exógena y el punto de partida de
una nueva interpretación del proceso desamortizador español, que —imbricándolo con sus homólogos europeos— explique la desamortización (incluyendo asimismo la desvinculación de los mayorazgos y la abolición de los señoríos) no
sólo como el producto coyuntural de la crisis hacendística de
ambos, monarquía e incipiente estado liberal español, sino
sobre todo como el resultado del despliegue práctico de un
nuevo imaginario social en el Occidente europeo desde el
siglo XVI en adelante y que (hoy sabemos) se intensificó durante el largo XVIII.
Este imaginario social permitió, primero, desplazar progresivamente a Dios de la esfera explicativa de los hechos humanos y, segundo, reivindicar la importancia de los seres humanos en la génesis de sus propias acciones cotidianas. Éste es el
proceso que tradicionalmente se conoce como secularización y
que fue clave en la instauración de la llamada modernidad (o
imaginario social moderno) en Occidente. Trasladado al caso
español, un espacio nacional en vías de secularización es lo que
—grosso modo— explicaría por qué la liquidación y el pago de
la deuda pública, o si se quiere la crisis hacendística del siglo
XIX, se intentó resolver mediante la nacionalización y la venta
de las propiedades de la Iglesia (esto es, la desamortización)
y no mediante la venta de cargos, oficios y títulos nobiliarios
como se hizo en el XVII.
Téngase en cuenta, además, que la legislación desamortizadora no buscó la mera —y coyuntural— confiscación (para
su libre circulación capitalista) del patrimonio amortizado de
la Iglesia —de cuya subasta la hacienda española preveía obtener fondos para paliar sus crisis cada vez más recurrentes—,
sino que instituyó un punto de no-retorno al imaginario social
pre-moderno, dado que estableció barreras legales a nuevas
amortizaciones, persiguió la extinción de las órdenes religiosas y luchó por limitar la influencia de la Iglesia sobre la esfera
política.
Tradicionalmente, el impacto de un imaginario social secular ha quedado más claro en Francia, al abolirse aquí durante la Revolución (1789-1795) la monarquía de derecho
divino, junto con las propiedades eclesiástica amortizada y
nobiliaria vinculada, y obligarse al clero a jurar fidelidad a la
constitución revolucionaria5.
CANARIAS:
AHPT-FUENTES
Esbozados sintéticamente los principios básicos de una
posible nueva interpretación, hay que señalar que el estudio
de la desamortización en Canarias hasta la actualidad ha seguido la interpretación clásica; caso de los importantes trabajos de José J. Ojeda Quintana y Vicente Suárez Grimón6.
Mientras el primero empleó como fuente principal los boletines (Boletín oficial de ventas de bienes nacionales y Boletín oficial
de la provincia de Canarias), el segundo utilizó las escrituras de
compra-venta de propiedades desamortizadas recogidas en
los protocolos notariales —lo que, de paso, le permitió corregir las cifras ofrecidas por Ojeda para la desamortización en
Gran Canaria.
Sobre la emergencia del imaginario social moderno: Charles TAYLOR:
Modern Social Imaginaries. Durham y Londres, 2004. Para una reciente (y
significativa) intervención en la historiografía española que se desmarca
de la interpretación clásica de la desamortización y subraya, precisamente,
sus vínculos con la secularización: Miguel ARTOLA: «Prólogo», en Josefina
BELLO: Frailes, intendentes y políticos. Los bienes nacionales 1835-1850. Madrid,
1997, pp. 11-15 (cita inicial en p. 11). Para otras «desamortizaciones»,
véanse esp.: Bernard BODINIER y Éric TEYSSIER: L’Événement le plus important
de la Révolution: La vente de biens nationaux (1789-1867). París, 2000; Luis
ESPINHA DA SILVEIRA: «La desamortización en Portugal», en Ayer nº 9. Madrid, 1993, pp. 29-60. Para evidencias de legislación española pro-secularización en el siglo XIX: Teodoro MARTÍN: La desamortización. Textos político-jurídicos. Madrid, 1973, pp. 81-83, 93-98, 99-105, 124-132 y 210-218.
6
OJEDA: La desamortización en Canarias (1836 y 1855). Las Palmas de Gran
Canaria, 1977. SUÁREZ: La propiedad pública, vinculada y eclesiástica en Gran
Canaria, en la crisis del Antiguo Régimen. Las Palmas de Gran Canaria, 1987,
tomo II, IV parte. Las síntesis más recientes sobre la desamortización en el
Archipiélago se encuentran en: Juan R. NÚÑEZ PESTANO: «La liberalización
de la propiedad: la desamortización», en Historia de Canarias. Valencia, 1991,
tomo IV, pp. 673-692; y, íd.: «Desamortización», en Gran Enciclopedia Canaria. La Laguna, 1997, pp. 1263-1269. También Antonio MACÍAS HERNÁNDEZ
y María OJEDA CABRERA: «Acerca de la revolución burguesa y su reforma
agraria. La desamortización del agua», en Anuario de Estudios Atlánticos nº
35. Madrid-Las Palmas, 1989, pp. 217-260.
[ 553 ]
5
[ 554 ]
Ahora bien, el AHPT conserva la más importante y, sobre
todo, más fidedigna de las fuentes sobre la desamortización civil: el Registro general de fincas vendidas con arreglo a la ley de 1º de
mayo de 1855 (en adelante, Registro general). Una fuente poco
explotada no sólo en Canarias, sino a escala nacional —hasta
ahora los boletines nacionales y/o provinciales y los protocolos
notariales han sido las más empleadas7. El Registro general fue
elaborado por la Comisión de derechos y propiedades del Estado en Canarias desde 1855 hasta 1907. Se compone de tres
libros de gran formato y en buen estado de conservación. No
en vano, sólo consta la pérdida de una hoja, que fue reemplazada mediante una copia autentificada. El Registro general ofrece
todos los datos necesarios sobre las propiedades desamortizadas vendidas y, también, la identidad de sus compradores. De
ahí que sea la fuente (cuantitativa) idónea para establecer la serie más fiable de bienes desamortizados vendidos en Canarias.
Además, el libro principal de asientos (fondo Hacienda. Libros,
sig. XII-121) fue complementado por los libros XIII-127 y XIII128, que incluyen, por duplicado, las ventas que figuran en el
XII-121, más otras que no aparecen en éste. Por último, sabemos
que la propia Comisión puso en marcha mecanismos de control
de la información, dado que en varios casos quedó constancia
escrita (sobre los propios libros) de las opiniones divergentes
entre el registrador Vega y el corrector acerca del asiento de
las ventas8.
No obstante, la información sufrió varios cortes. El más
importante duró del 1 de julio de 1873 al 28 de febrero de
1874, cuando se suprimió la Comisión de derechos y propiedades del Estado. (La información generada entonces fue recogida en el libro XIII-128.) Este corte fue importante por dos
razones. Primera, resultó el más prolongado en el tiempo. Y
segunda, se produjo justo en uno de los períodos de mayor
Para el único trabajo localizado en Canarias que ha empleado el Registro
general: Isabel PÉREZ LÓPEZ: La desamortización en la provincia de Tenerife.
Universidad de La Laguna, 1969 (tesina inédita).
8
Un caso ocurrió en 1873 —cuando había sido disuelta la Comisión— en
relación con dos propiedades compradas por el Conde de la Vega Grande
en San Bartolomé (Sur de Gran Canaria).
7
Aunque hay escrituras de compra-venta de bienes desamortizados repartidas por notarías de todo el Archipiélago, Santa Cruz de Tenerife era
entonces capital regional y, en consecuencia, centro oficial de las subastas.
Por tanto, un volumen sustancial de las escrituras fueron protocolizadas
ante notarios de Santa Cruz, en especial ante Rafael Martín Fernández
(años: 1854-1867; 13 legajos) y Francisco Rodríguez Suárez (1855-1880;
57 legs.); sus legajos hoy conservados por el AHPT.
9
[ 555 ]
actividad en la venta de bienes de propios y baldíos realengos, en un contexto socioeconómico crítico (tras la caída de
la exportación de la cochinilla al extranjero) que favoreció el
acceso y la adquisición privilegiada de amplias extensiones de
tierras desamortizadas por parte de los sectores sociales más
poderosos del Archipiélago.
Comparemos ahora el Registro general con otra de las fuentes disponibles: los protocolos notariales. Conviene remarcar,
principalmente, que la compra de bienes desamortizados no
fue siempre recogida en los protocolos (incluso por diversas
razones podían transcurrir varios años entre la compra y su
protocolización ante notario), pero sí —evidentemente— en
el Registro general; circunstancia que otorga a éste primacía y
mayor fiabilidad sobre los protocolos notariales. La única carencia informativa del Registro general son los datos sobre el vecindario, la profesión y el status de los compradores. Cuando
la propiedad desamortizada fue protocolizada ante notario,
entonces los protocolos sí fueron de ayuda para obtener estos
datos (de ahí su importancia para analizar el impacto social de
la desamortización)9.
Otra fuente clave del AHPT es el Auxiliar de cuentas corrientes
con compradores de bienes desamortizados (en adelante, Auxiliar de
cuentas corrientes). Brevemente, se trata de una valiosa colección
de cuarenta y nueve libros, que abarca desde 1855 a 1933 (sig.
de VIII-209 a IX-41) y contiene el asiento de cada propiedad vendida bajo el nombre de su comprador, acompañado por datos
sucintos de la propiedad y, en especial, la relación anual de los
pagos efectuados por el comprador hasta la liquidación definitiva de su deuda con el Estado. Es una fuente capital para
clarificar lo concerniente a las propiedades que tras su compra
fueron luego cedidas, vendidas o quebraron por falta de pago.
[ 556 ]
Pero, no ofrece ninguna información sobre el status social de
los compradores. Al igual que el Registro general, el Auxiliar de
cuentas corrientes era sometido a revisiones continuas mediante
anotaciones regulares de los administradores que registraban el
pago de los plazos. Significativamente, esta práctica hizo que el
Auxiliar de cuentas corrientes registrase varias propiedades que no
figuran en el Registro general. (La explicación más plausible es
que esas propiedades se remataron en Madrid y luego fueron
cedidas a compradores de las Islas.)
La última fuente de relevancia regional conservada en el
AHPT es el Boletín oficial de la provincia de Canarias (en adelante,
BOPC); si bien extensa, la colección está incompleta. En el BOPC
se publicaba el anuncio de la subasta de propiedades desamortizadas por el Estado (es preciso señalar que un porcentaje
significativo de éstas fueron rematadas tras ser anunciadas
por segunda o tercera vez) y, en el caso de que no encontrar licitador inmediato, el anuncio de la subasta en renta de
arrendamientos de las propiedades procedentes del clero, la
nación, los secuestros y las quiebras. También incluía listas de
deudores, al igual que de pagarés de bienes desamortizados,
de electores, de los contribuyentes en los ramos territorial e
industrial-comercial y otras —como relaciones de miembros
de distintas sociedades. Por tanto, su relevancia informativa es
fundamental para ahondar el análisis de la dimensión social
de la desamortización civil en Canarias.
El empleo conjunto de las cuatro fuentes mencionadas nos
ha permitido corroborar la información relativa a más de la mitad de las propiedades desamortizadas hasta en cinco ocasiones y, por consiguiente, elaborar la que hasta la actualidad es
la serie más contrastada de bienes desamortizados vendidos en
Canarias entre 1855 y 1907.
No obstante, el rico fondo Hacienda. Desamortización y Hacienda. Libros del AHPT dispone de otras fuentes —tanto regionales como municipales— para esta fase de la desamortización;
pero no empleadas en nuestra investigación. Además de las
pertenecientes a las fases previas10. Dado que los expedientes
Para la fase 1798-1808, esp. AHPT: Fondo Hacienda. Desamortización, leg.
65. Empleado en Emilio LECUONA PRATS: «La propiedad eclesiástica en
10
de las ventas —depositados en cada delegación provincial de
hacienda— aún no han sido localizados en Canarias, las fuentes
arriba relacionadas constituyen hoy por hoy el más importante yacimiento documental disponible para el estudio de la desamortización en el Archipiélago.
CODA
Canarias a fines del Antiguo Régimen según un inventario realizado con
ocasión de la frustrada desamortización de 1805», en Francisco MORALES
PADRÓN, coord.: XIV Coloquio de Historia Canario-Americana. Las Palmas
de Gran Canaria, 2002, pp. 655-668. También íd.: Desamortización y otros
arbitrios en las Islas Canarias durante el reinado de Carlos IV. La Laguna, 2000
(tesis inédita); para la fase 1821-1823: AHPT: Fondo Hacienda. Libros, Libro
general de deudores por ventas de fincas, sig. II-22; y, para la fase 1834-1854:
AHPT: Fondo Hacienda. Libros, Libro segundo de tomas de razón de las escrituras
de fincas del Estado vendidas en pública subasta, sig. II-20; Registro general de
fincas vendidas con arreglo al Real Decreto de 19 de febrero de 1836, sig. II-21;
y, Auxiliar de Cuentas Corrientes con compradores de bienes desamortizados, años
1843-1856, sig. VIII-207 y VIII-208.
Mi agradecimiento a Miguel Cabrera y Patricia Martín por sus comentarios. La financiación de este trabajo provino de los programas de becas de
de becas FPI y Fulbright. Email: [email protected].
[ 557 ]
Este breve trabajo nos ha permitido, primero, insistir en la
relación (histórica) entre las fuentes, las teorías de la historia y
la narrativa del historiador; segundo, caracterizar la interpretación clásica de la desamortización y esbozar algunos principios esenciales para formular una interpretación alternativa; y
tercero, presentar las principales fuentes que el AHPT conserva
sobre la desamortización civil en Canarias. En síntesis, el vínculo entre estos tres puntos ha radicado en mostrar cómo la
activación de unas determinadas fuentes frente a otras obedece al empleo de una determinada teoría de la historia por
parte del historiador. Un tratamiento meramente factual o positivista de las fuentes, por lo tanto, no es posible. La Historia,
esperamos haber expuesto con claridad, consiste en algo más
que el estudio científico de los documentos del pasado: un mirar interactivo y en continua mutación sobre nuestros objetos
de estudio.
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