Historia del Campo asturiano

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El siglo XIX
A lo largo del siglo XIX, el campo asturiano participa de los principales cambios que afectan al resto de
España y que suponen el fin del Antiguo Régimen.
Este proceso transformador se desarrolla a través tanto de la Desamortización como de otros dos componentes
como son la disolución de los señoríos y la desvinculación de los mayorazgos.
Relativo a la Disolución de Señoríos se dicta una Ley en 1837 por la cual se suprimen los simbólicos
derechos jurisdiccionales, los cuales atañían a un reducido número de entidades de población que suponían
una pequeña proporción de los habitantes de la región. La consecuencia fue un incremento en la apropiación
de tierras por parte de los antiguos señores.
La Ley relativa a la Desvinculación de Mayorazgos (Ley de 1841) no tiene consecuencias inmediatas
manteniéndose, por algún tiempo, la transmisión íntegra del patrimonio o, en todo caso, fragmentado entre
distintos herederos.
La Desamortización de bienes eclesiásticos y civiles se realiza en dos fases:
Desamortización de Mendizábal (1835)en la que predomina la venta de foros y no a las heredades de pleno
dominio ya que la intervención campesina en las subastas era reducida y la capacidad de compra se hallaba
depositada en un escaso número de tomadores en su mayoría, urbanos.
La Ley General de Desamortización de 1855, pone de manifiesto que los compradores ya no son inversores
urbanos ni de fuera de la región.. Además predominan los bienes de pleno dominio sobre los aforados y se
inicia una etapa de liquidación de los montes públicos.
La mayor zona afectada por la Desamortización fue el centro de la región (16.000 hectáreas), concejos en los
que los inversores ponían más interés por la escasez de terrenos colectivos y posibilidades de modernización
agrícola.
La primera innovación productiva desde la introducción del maíz siglos antes, fue el asentamiento definitivo
en las tierras de labor de la Patata, durante la primera mitad del siglo XIX en un proceso gradual de
implantación siguiendo la dirección Oeste−Este.
Antes de finalizar el siglo, y mientras los cultivos tradicionales iban decayendo, se intentaron renovar las
producciones agrícolas regionales, con distinta fortuna (trébol y alfalfa se aclimatan bien).
La irrupción de la Remolacha Azucarera a finales de siglo, animó algunas inversiones en la región (fábricas
de azúcar en Gijón, Villaviciosa, Villalegre, Pravia y Lieres) pero este cultivo no duró mucho tiempo y esas
tierras pasaron a convertirse en prados.
En cuanto a la Ganadería asturiana, se producen unos cambios tanto en incorporación de reses foráneas como
a la cuantía ganadera y su composición por especies; se produce un retroceso del efectivo ganadero total y por
otro lado el ganado lanar pierde su condición de primera especie regional, (del 41% en el S. XVIII al 18% del
censo ganadero en el XIX) pasando a ser la especie vacuna la principal riqueza asturiana.
En cuanto a la Agroindustria, se puede citar a las fábricas azucareras y determinadas producciones agrarias
que comenzaron a ser comercializadas aunque no de manera permanente y generalizada.
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La comercialización de productos pecuarios, se reduce a la venta de reses fuera de la región (País Vasco,
Castilla, Madrid, Barcelona) o incluso a mercados exteriores.
Además, se creó el germen de la industria láctea y una incipiente industria sidrera a finales el S. XIX.
El Siglo XX
La especialización lechera del ganado vacuno, se inicia con la llegada a la región del primer ejemplar de raza
suiza en el año 1885, aunque su incorporación, y la de otras nuevas razas, fue lenta, así como las nuevas
técnicas de selección (Granja de Lloreda, Estación Experimental Agropecuaria de Somió, a comienzos de
siglo) y las, modestas, primeras industrias lecheras como Arias (1910).
La Guerra Civil interrumpe el inicio de la diversificación y expansión ganadera, con una vuelta al modelo
tradicional.
Durante los años 40, se reinician tímidamente los intentos de renovación ganadera llevados a cabo por
organismos públicos, mediante la creación de granjas−escuela, importación de ganado selecto, exposiciones y
concursos, etc. Aunque los cambios fueron bastante limitados.
En cuanto a la agricultura, a finales de los años 50 el policultivo seguía dominando en el espacio: maíz como
cereal principal y según zonas acompañado de escanda, trigo, centeno, cebada o avena y también multitud de
plantas para alimentación humana o cultivos industriales.
Entre 1948 y 1957 la cabaña vacuna, aumentó un 14% con una doble orientación: producción de leche y
cárnica, acompañado de una serie de cambios en la utilización del terrazgo, donde prados y cultivos forrajeros
habían empezado a sustituir a cereales y cultivos hortícolas.
Sin embargo, hay que señalar que estos cambios afectaron sobretodo a la Marina central y oriental, mientras
que en la costa occidental, las transformaciones apenas si se dejaban notar. Incluso, en las zonas interiores de
la región, aún en los años años 50 seguía funcionando el modelo histórico de funcionamiento.
Entre 1960 y 1970, se acentúa la caída de la cabaña lanar y cabrío, disminuyendo un 74% y por otro lado, el
ligero incremento de la vacuna y la tendencia a la especialización lechera.
Junto a estos cambios, se encontraba la ampliación de la red de industrias de recogida y transformación de la
leche que a comienzos de los 70, se habian incorporado Clas, Lagisa y Nestle.
El problema de la excesiva parcelación de las explotaciones era el principal obstáculo para la modernización
del campo; este problema se intenta atajar mediante una Ordenación Rural que puso en práctica un proceso de
concentración parcelaria. Los resultados fueron mediocres ya que solamente se concentraron 20.000 Ha en
las 92 zonas en las que se actuó entre 1960 y 1991.
Alo largo de los últimos años, la tendencia a la especialización ganadera no ha hecho más que acentuarse,
tanto cualitativamente, al dominar el vacuno sobre las otras especies, como cuantitativamente.
Al mismo tiempo, se fue consolidando otra de las tendencias apuntadas años atrás, la de la disminución del
número de explotaciones y las que no se incorporaron al proceso de especialización lechera, inician una vía
menos integrada y estable, la de la producción cárnica en régimen semiextensivo.
La inminencia del mercado único europeo ha hecho que se esté produciendo una tendencia a la
concentración empresarial, que si se consolida supondrá que los 2\3 de la producción industrializada en
Asturias serán manejados por dos grandes grupos : Clas−Ilas y Nestle; con las inevitables consecuencias de
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prácticas monopolistas y el reducido margen de obra para los campesinos.
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