Apuntes de Morfología (primera parte)

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MORFOLOGÍA - PRIMERA PARTE
BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA PARA PREPARAR ESTOS APUNTES:
1. ALVAR EZQUERRA, Manuel, La formación de palabras en español, Arco/Libros, Madrid, 1999
2. BAJO PÉREZ, Elena, La derivación nominal en español, Arco/Libros, 1997.
3. GÓMEZ TORREGO, Leonardo, Análisis morfológico, Madrid, SM, 2007.
4. VARELA ORTEGA, Soledad, Fundamentos de morfología, Síntesis, Madrid, 1992
5. VARELA ORTEGA, Soledad, morfología léxica: la formación de palabras, Gredos, Madrid, 2005.
6. De Miguel, Elena, Panorama de la lexicología, Ariel Letras, Barcelona, 2008.
1. INTRODUCCIÓN:
1.1. ¿Qué es la morfología? Vamos a leer dos definiciones que parecen muy similares:
La morfología, como parte de la Gramática que estudia las clases de palabras y su estructura
interna, es un dominio muy reciente en su denominación y muy antiguo en su estudio (J. M.
Blecua).
El objeto de estudio de la morfología son las palabras, su estructura, y sus componentes
internos, así como sus diferentes procesos de formación. Pero además, la morfología se ocupa
del análisis de las distintas clases de palabras, de las características que las definen y las
diferencian unas de otras y de las relaciones que se establecen entre ellas. (L. Gómez Torrego).
Como puede observarse, la 1ª definición cita explícitamente la Gramática. De hecho, hasta hace pocos
años, la morfología no se enseñaba en manuales específicos, sino que aparecía distribuida en las
gramáticas: la flexión, en cada uno de los capítulos dedicados a las categorías gramaticales, y la
derivación y la composición, si aparecían, estaban en un capitulito dedicado a los afijos.
La 2ª definición, en cambio, tras hablar de estructura de las palabras, menciona las relaciones que se
establecen entre las partes de estas y entre los diferentes tipos de palabras. Esto tiene que ver con la
gramática, pero también con la fonética, la semántica, la sintaxis, la pragmática, etc. Es una definición
más actual de la morfología, que tiene en cuenta las relaciones verticales y transversales entre los
diferentes componentes de una lengua: componente fonológico/fonético; morfológico, lexical,
sintáctico y pragmático.
1.2. Ambas definiciones hablan de “estructura” de las palabras, de su estructura o componentes
internos, pero estos términos son vagos y difíciles de definir. ¿Qué se entiende por estructura interna
de las palabras? No me convence mucho el adjetivo “interna”, pero se refiere a los elementos en que
se pueden descomponer las palabras, si disponemos de suficientes competencias morfológicas. Por
ejemplo, la morfología analiza la palabra jardineros descomponiéndola así, de la misma manera que los
hablantes son capaces de percibir sus elementos más o menos significativos, porque lo que está
demostrado es que todos poseemos competencias morfológicas que nos permiten percibir la estructura
de las palabras:
jardinRaíz
ermorfema
derivativo que
comunica “oficio,
profesión”
omorfema flexivo
que indica género
masculino
smorfema flexivo
que indica número
plural
1.3. ¿Cuáles son los tipos de palabras y las operaciones de formación de estas que estudia la
morfología? La lengua se vale de operaciones o procedimientos morfológicos para la formación de
palabras; el resultado de estos procedimientos pueden ser palabras
flexionadas (escribían, limpios, abogada) o
“palabras complejas”:
- derivadas (perezoso, fácilmente)
- compuestas (limpiaparabrisas)].
Los elementos que componen las palabras son de dos tipos:
Unos permiten que las palabras puedan combinarse entre sí en relaciones sintácticas: son las
terminaciones que se añaden a las palabras para que concuerden (este amigo mío es suizo/ esta amiga
mía es suiza/ estos amigos míos son suizos/ estas amigas mías son suizas). De la combinación de estos
componentes se ocupa la llamada morfología flexiva.
Otros permiten crear nuevas palabras: rehacer (el prefijo re- se añade a hacer para crear una nueva
palabra); bocacalle (las palabras boca y calle se combinan para crear una nueva palabra); automovilista
(las palabras auto y móvil se combinan con el sufijo –ista para crear una nueva palabra). De los
procedimientos de formación de palabras nuevas se ocupa la llamada morfología derivativa y
compositiva, o sea la morfología creativa.
1.4. El hablante reconoce fácilmente los cambios que sufre una palabra en virtud de su declinación o
conjugación, de los cambios flexivos. En este caso, son operaciones morfológicas obligatorias,
automáticas, regulares en su resultado (de singular a plural, de masculino a femenino, del infinitivo de
un verbo a cualquier persona de un tiempo verbal, etc.). La derivación o la composición, en cambio,
forman siempre palabras nuevas, con significados diferentes, que esperamos encontrar como entradas
independientes en un diccionario voluminoso. Son operaciones que se caracterizan por su capacidad
creativa, por la falta de regularidad (en los períodos de la historia de la lengua en que esa operación de
creación se considera nueva) y por la existencia de algunas lagunas, a pesar de que se puede hablar de
ciertas reglas derivativas que se aplican en un orden determinado:
jardineros < PROCEDE DE > [[[[jardin ] er] o] s]
porque no se puede generar una serie de operaciones desordenadas que den
jardin ] s ] er ] o = *jardinsero1
democráticamente < PROCEDE DE > [[[[democra ] tic ] a ] mente]
porque no se puede generar una serie de operaciones que den
*democra ] mente ] tic ] a
Los hablantes, no solo reconocen los elementos que conforman las palabras, sino que también saben el
orden en que estos componentes se aplican a la base léxica.
2. EL ANÁLISIS DE LA PALABRA COMPLEJA
Para describir los elementos que componen las palabras, utilizaremos este esquema:
PALABRA COMPLEJA
(constituida por morfemas
morfemas léxicos
(lexema o semantema)
morfemas ligados
(afijos)
afijos gramaticales
(o flexivos)
afijos léxicos
(o derivativos)
2.1. Las llamadas palabras complejas (flexionadas, derivadas o compuestas) están integradas por los
elementos más pequeños de la lengua que tienen contenido significativo: “los morfemas”. Entre ellos,
1
En lingüística, el signo asterisco (*) indica ERROR o INCORRECTO
unos constituyen unidades con significado léxico (los morfemas léxicos y los afijos léxicos) y, otros,
unidades con contenido gramatical (los afijos gramaticales).
Por ejemplo, la raíz de renacer (nac-) es un constituyente de la palabra que no puede descomponerse en
unidades morfológicas menores, es por tanto, un morfema. Se trata de un morfema léxico, más
concretamente del lexema, que aporta el valor semántico fundamental a la palabra y es la base de la que
parte la primera operación morfológica2. Los demás morfemas que quedan en la palabra renacer (re/…../-e/-r) son afijos que se realizan obligatoriamente como morfemas ligados.
2.2. Hay afijos que establecen una relación semántica con la raíz (re- en renacer indica “repetición de la
acción”; intra- en intramusculares indica “dentro de” o “en el interior”). Son afijos léxicos o derivativos.
Hay otros afijos que establecen relaciones puramente gramaticales con la base (-e- en renacer es la vocal
del tema verbal que nos indica la conjugación a la que pertenece el verbo y –r es el morfema que
representa la forma verbal del infinitivo; -es en intramusculares es el morfema que indica plural). Son, por
tanto, afijos gramaticales o flexivos (sin significado léxico).
2.3. Los afijos que contribuyen a la formación de nuevas palabras son aquellos que tienen contenido
léxico y que, por su capacidad de derivar otras formas léxicas, se denominan afijos derivativos. Los que
simplemente transmiten contenidos gramaticales se denominan afijos flexivos y no contribuyen a
formar nuevas palabras sino a flexionarlas, a dotarlas de las desinencias que sean las propias de cada
categoría gramatical en la lengua a la que pertenecen y las que permitan que las relaciones sintácticas
con otros elementos sean correctas.
2.4. Esta diferente función de unos y otros afijos determina su ordenación correlativa en la estructura
de la palabra: los afijos flexivos se colocan una vez que hemos colocado todos los afijos derivativos:
siguiendo este orden, se crea jardín-er-o-s, pero no se puede crear *jardín-s-er-o. Por eso, como veremos
más adelante, se dice que “la flexión es periférica respecto a la derivación” (es la primera regla de las
operaciones morfológicas).
2.5. Existe un tipo de lexemas que no tiene la posibilidad de realizarse como palabras con la sola unión
de afijos flexivos, no son, por tanto, lexemas. Se trata de los temas o formantes clásicos, de origen
griego o latino (eco-, filo-, peda- -gogo, etc.). Estos, para realizarse como palabras del español, tienen
que unirse previamente a algún afijo derivativo o han de combinarse con otra palabra u otro elemento
de su mismo tipo; otro tema.
Por ejemplo, eco es un tema, un formante de origen griego que significa “casa, ámbito vital”, pero que
no se ha actualizado en español como sustantivo por su cuenta e independientemente; no es, por lo
tanto “una palabra”. Para formar una palabra tiene que unirse a otros temas como –nomo (en ecónomo,
economía), o bien a otra palabra española (como en ecosistema, ecoturismo). Otras veces, para formar una
palabra, basta que los temas se unan a un afijo derivativo (el tema griego fob- unido al sufijo –ico, da en
español el adjetivo derivado fóbico; unido al sufijo -ia, da el sustantivo fobia, etc.).
2.6. La descomposición de la palabra en sus morfemas constitutivos no siempre es tan fácil como
parece. A veces, un elemento que identificamos como morfema en una palabra, por establecer una
relación semántica con la base con la que se combina, en otras palabras ha perdido esta “motivación”,
es decir, carece de un significado relacional que pueda ser fácilmente reconocido en el estado actual de
la lengua. Si tomamos como ejemplos reconstruir, releer o rescribir, nuestra formación escolar tradicional
nos dice que el prefijo -re aporta a la base “una repetición de la acción que comunica el verbo”. Pero,
verdaderamente, cuando decimos que “hemos rescrito un texto”, ¿estamos diciendo que lo “hemos
copiado exacto”? ¿O estamos diciendo que “lo hemos escrito mejor, más largo, más breve”, etc.? Y el
arquitecto que “reconstruye una casa”, ¿la “vuelve a construir exacta” o “completa la parte que se ha
La unidad básica de una palabra se denomina raíz desde el punto de vista formal o del significante y se
denomina ‘lexema’ o ‘semantema’ (según las corrientes de estudio) desde el punto de vista semántico del
significado.
2
destruido”? Y cuando decimos que “estamos releyendo un libro”, ¿volvemos a leer todas las páginas sin
saltarnos una sola línea? Para hablar de repeticiones exactas de acciones, el español dispone de las
locuciones temporales “de nuevo” y “otra vez” o de la perífrasis verbal “volver + a + infinitivo” (volver
a leer, volver a construir, volver a escribir). Si simplificamos, de todos modos, el valor significativo del prefijo
re- ligado a una base verbal, y lo comparamos con remover, veremos que en esta palabra el afijo re- no
aporta el significado de “repetición” o de “hacer de mejor manera o de diferente manera”, ni ningún
otro significado claramente reconocible, que al combinarse con la raíz mov- pueda dar a la palabra
compleja el significado de “mover un líquido o tierra dándole vueltas”3 o “cambiar algo de lugar”, que
son los principales significados que dan los diccionarios a la palabra remover. Sin embargo, seguimos
percibiendo que es una palabra compleja compuesta por los morfemas re- y mov-. Esto sucede porque la
evolución semántica de la lengua ha favorecido que se asignen significados diferentes o nuevos a las
formas que en su origen eran iguales (en latín: relĕgere, reconstruēre, removēre).
2.7. La alomorfia: Los morfemas presentan a menudo variantes formales o alomorfos que tienen la
misma función. Hay variantes de alomorfos muy simples y conocidas: por ejemplo, todos saben que en
español, para generar el plural de una palabra hay que añadir al final -s o –es. Estos dos afijos flexivos
son alomorfos del morfema plural en español, los reconocemos cuando los vemos al final de una
palabra, aunque no sean exactos, y conocemos su función.
La alomorfia se produce por causas muy diversas. Una de ellas tiene que ver con el hecho de que la
palabra compleja se haya formado con un formante culto4 o con una variante evolucionada en la
historia de la lengua (variante popular). Así, por ejemplo, las palabras lacrim-oso y lagrim-al tienen un
mismo morfema radical (raíz) que se realiza mediante el formante culto lacrim- o el evolucionado
lagrim-.
Los afijos también tienen variantes más o menos cultas: supervalorar y sobrevalorar, por ejemplo,
significan lo mismo. Super- y sobre- son dos prefijos que provienen del mismo latino (super); el
segundo (sobre-) ha evolucionado, pero ambos confieren al verbo valorar el mismo significado y así lo
reconocemos cuando lo vemos derivado de las dos maneras.
La posición dentro de la palabra puede también ser la causa de la alomorfia. Por ejemplo, el afijo –ble,
que aparece en disponible, se realiza como bil- cuando no es final de palabra, cuando aparece seguido de
otros afijos (disponibilidad). La mayor parte de los alomorfos está condicionada por la fonología, por el
contexto fonológico en que actúan. Por ejemplo, i-, in- e im- aportan a la base el mismo significado. Es
el contexto fonológico el que nos obliga a usar uno de los tres: ilegal, intolerable, imposible.
Ahora bien, ¿cuándo podemos hablar verdaderamente de “alomorfos” de un morfema? Para empezar,
es requisito imprescindible que las formas alomorfas aporten a la palabra compleja el mismo
significado, pero también es preciso que los alomorfos tengan un parecido formal o fónico lo
suficientemente próximo como para que el hablante los identifique justamente como variantes de un
mismo morfema. Por ejemplo, en las palabras antiácido y antecocina parece que hay dos prefijos muy
similares en su forma (anti- y ante-). Podría parecer que son alomorfos, y sin embargo no lo son ya que
confieren a las palabras a las que se unen dos significados diferentes: anti- (‘oposición a’; ‘en contra de’,
etc.) y ante- (‘anterioridad en el tiempo o en el espacio’). Resumiendo: es preciso tener presente que los
alomorfos de un mismo morfema además de compartir una semejanza en la forma han de aportar el
mismo significado.
Se “remueve” la leche para mezclarla bien con el azúcar, o la tierra con una excavadora, por ejemplo. Algo
similar pasa con rimuovere en italiano, verbo que raras veces se usa para comunicar “tornare a spostare qualcosa” y
llega a significar, incluso: “Levare, togliere qualcosa dal posto in cui si trova, specialmente se costituisce un
ingombro; togliere via, eliminare, spostare, anche in senso fig.: rimuovere le cause dell'insuccesso; o fig.
Allontanare da sé idee, sentimenti, sensazioni e simili: ho rimosso ogni sospetto; o, en psicoanálisis, “cancellare
qualcosa attraverso una rimozione” (del Dizionario italiano de Sabatini-Coletti).
4 En este caso, por “culto” se entiende la forma no evolucionada ni modificada respecto a la lengua clásica de
origen de la que procede. Por “popular”, en cambio, la forma que ya evidencia una evolución, unos cambios.
3
3. REFLEXIONES GENERALES SOBRE LA AFIJACIÓN: Los afijos intervienen tanto en las
operaciones de flexión (afijos flexivos) como en las operaciones de derivación (afijos derivativos).
Aunque aparentemente la flexión y la derivación son muy similares y los sufijos se pueden confundir
(porque son operaciones morfológicas que funcionan con afijos al final de la palabra), hay algunas
características de dichas operaciones que las diferencian claramente:
3.1. La derivación es creativa, la flexión, no. Mediante la aplicación de un afijo derivativo a una base
léxica, se crea una palabra nueva (‘pereza’ > ‘perezoso’; ‘carne’ > ‘carnicería’; ‘dental’ > ‘interdental’). Por eso,
la clase de los afijos derivativos en español es más amplia que la de los flexivos (hay más afijos
derivativos). La flexión, en cambio, no crea nuevas entidades léxicas. Comprende un conjunto cerrado y
limitado de afijos (flexivos), inmutable ante las modas y difícil de modificar.5
3.2. La flexión constituye y organiza los paradigmas de las clases de palabras; la derivación, no:
Dado que los afijos flexivos están especializados para determinadas clases léxicas (o categorías
gramaticales, según la terminología gramatical) y se aplican a ellas de manera regular, es posible
distinguir o confeccionar paradigmas para una palabra (asignación a un grupo, a una categoría), según
las marcas flexivas que la caracterizan. Por ejemplo, los adjetivos (del paradigma adjetival) tienen rasgos
flexivos de ‘género’ y ‘número’; y los verbos (del paradigma verbal) tienen rasgos flexivos de ‘persona y
número’ y de ‘tiempo y modo’. Por eso, reconocemos las palabras como adjetivos, sustantivos, verbos,
etc. Estos paradigmas de flexión se aplican independientemente del lexema (o raíz) de cada palabra,
dando mucha regularidad al sistema (de ahí que se puedan estudiar, por ejemplo, conjugaciones de
memoria) o se pueda intentar pasar del masculino al femenino, del singular al plural, suponiendo que no
se va a cometer un error.
3.3. La derivación puede cambiar la categoría gramatical de una palabra; la flexión, no. Con
una operación de derivación, podemos pasar de amable (adjetivo) a amabilidad (sustantivo), de un
adjetivo a un adverbio (fácil → fácilmente), de un verbo a un sustantivo (comer → comida), etc. Esta
operación es potestad de la derivación. Eso quiere decir que puede cambiar la categoría gramatical de la
palabra, no que lo haga siempre. Por ejemplo, cuando por derivación, obtenemos de camión (sustantivo)
> camionero (sustantivo), la derivación no ha modificado la categoría gramatical de la palabra.
En cambio, por mucho que añadamos afijos flexivos a un verbo, obtendremos solo formas de la
categoría verbal representada por su infinitivo (comer → como, comería, comeremos, comiésemos, etc.) o si
añadimos un sufijo de género femenino a un sustantivo, obtendremos un sustantivo y no una palabra
de otra categoría gramatical.
3.4. El proceso derivativo puede cambiar la semántica de la base (la flexión, no): en moral,
comparado con inmoral (creados por proceso de derivación con prefijos), o en sobrestimar (estimar
mucho o demasiado) y subestimar (estimar poco), hay un cambio semántico. En guapo, comparado con
guapos no hay cambios semánticos. El cambio semántico de la base es, pues, facultad potestativa de la
derivación.
3.5. La flexión es periférica dentro de la estructura de la palabra. O sea, si en una palabra hay
flexión y derivación el orden será: [lexema + DER] + FLEX
‘librerías’
=
libr + [DER: ería] + [FLEX: s]
=
*libr + [FLEX: s] + [DER: ería]
La colocación periférica de la flexión es fundamental en todas las operaciones de formación de
compuestos, como se verá más adelante.
Para entender esta consideración, puede ser útil pensar que cuando se habla de “crear palabras nuevas” son
palabras que pueden aparecer en un diccionario (pereza y perezoso son entradas diferentes en un diccionario, carne y
carnicería, también, etc.). La flexión no crea nuevas entradas en un diccionario (malo aparece como entrada en un
diccionario, pero mala, malos y malas no).
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