FORMANDO AL HOMBRE CREADO SEGÚN DIOS Parte A

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FORMANDO AL HOMBRE CREADO SEGÚN DIOS
Parte A
APÓSTOL DOCTOR JOSÉ LUIS DE JESÚS MIRANDA
JESUCRISTO HOMBRE
24 de Julio de 2013
Bueno, entonces vamos al menú, al menú de hoy. Vamos a comer.
Vamos a hablar de esos misterios que nadie, hasta el día de hoy, ha hablado porque
no lo conocen. Tú no puedes hablar de lo que no conoces.
Vamos a comenzar con Efesios 4:22.
Ese ha sido el texto áureo de esta semana. Efesios 4:22, eso es un misterio. Ese fue
uno de los primeros versos que yo aprendí cuando vine a la gracia, que Dios me libertó
de mí mismo, a través de ese verso, Efesios 4:22.
“En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está…”
Diga: ESTÁ.
Diga: NO ESTUVO. ESTÁ TODAVÍA.
“…viciado conforme a los deseos engañosos
y renovaos en el espíritu de vuestra mente,
y vestíos del nuevo hombre creado según Dios en la justicia y santidad de la
verdad.”
Nosotros podemos ver ahí dos hombres, uno que es viejo, que te debes despojar y uno
que es nuevo, que lo crearon. Ese nuevo hombre y da a entender nueva mujer, porque
en Cristo Jesús no hay hombre ni mujer. Es una creación que fue creada, pero por
Dios. Dice: “vestíos del nuevo hombre creado según Dios”, no según tú piensas.
Por eso es que Pablo, cuando dice que fue al paraíso, dice “conozco a un hombre en
Cristo”. Fíjate, Dios creó hombres de carne, por una orden, por la procreación, salieron
hombres que se ven, seres humanos.
Ahora, hay un nuevo hombre que no se ve, que es según Dios. Y hay que vestirse de
ese nuevo hombre. Y ese hombre tú lo vistes cuando renuevas la mente, que es lo que
estoy hacienda ahora mismo, en este momento. Estoy renovando tu mente para que tú
sepas que te tienes que vestir conforme a como Dios lo viste. Y, si Dios lo viste bien
vestido, te forma un diosado. Y ese diosado –una vez es formado- ya el hombre
exterior no te domina jamás, no te gana.
Te puede venir a sacudir y te da y te trae todo tipo de engaño, porque lo tiene. Este
hombre malo lo creo Dios así, y a Él le duele que él te haga daño, cuando Él tiene la
receta para que tú puedas tratar con él. Porque Él mismo dice – si sufrimos con ese
viejo hombre, vamos a reinar con el nuevo hombre-, pero eso es según la verdad de
Dios, la santidad y la verdad de Dios.
Todo el que aprende a vestirse de este nuevo hombre, comienza a reinar no importa
las circunstancias, porque es que ese diosado se levanta en ti. Por eso es que Dios
dice: “Yo dije: Vosotros dioses sois”. Eso es lo que dijo Dios, que tú eres un Dios, pero
en lo que se forma, tú no ves que tú eres un dios.
Porque hay que formarlo, toma tiempo es una educación. Como no es por obras
entonces, es una educación en lo que tú entiendes. Una vez tú entiendes, lo forma; una
vez lo forma, ya tú no eres preso si de dinero, ni de fama. Te puden dar el mundo a tus
pies y no te hace daño, porque ese es el hombre creado según Dios y lo gobierna. Y tú
gobiernas tus alrededores con conocimiento, con proceder, con calma, con reposo.
Porque es Dios quien creó ese nuevo hombre.
Lo único que para crearlos hay que pasarlo por hornos y pruebas en esta vida, y te
vienen situaciones. Y, entonces, tú comienzas a padecer, pero mientras estás
padeciendo, tú no sabes que te están formando.
Mira, yo he tenido muchos padecimientos que jamás me imaginaba yo que eran
buenos. En ese momento se ven malos. Porque cuando tú miras una situación que tú
dices –eso está mal-, es con un lente; pero cuando le cambias al otro lente,
comprendes que eso viene con gloria, va a obrar para bien.
Es como cuando te hacen un examen de los ojos, que te dicen – qué ves- y ves
borroso. Y, después te cambian al otro lente, y al otro, hasta que ves clarito. Y, así son
las experiencias de la vida. Cuando aprendas a vestirte bien, entonces tú reinas a
pesar de las circunstancias.
Ahora, fíjate, para tú poder hacer eso, para tú poder vestirte hay un mandato apostólico
que es “despójate de él, no pienses como estás pensando, busca otro ángulo, busca
otro pensamiento encima de esa circunstancia, que no lo estás viendo por causa del
viejo hombre que tienes”.
Despojarte significa correr otra milla contigo, pensar un poquito más –déjame ver,
déjame mirar esto en diferente ángulo-. Como en los deportes, que a veces, el árbitro
canta un jugada y tú dices –ah, eso está mal-, pero cuando te presentan la toma del
otro lado, dices –no, en verdad lo tocó a tiempo-. Y, de momento, tú dices – mira,
parecía que canto mal la jugada, pero la cantó bien. Entonces, eso es despojarte.
-Despójate.
-Cómo.
-Sembrando. Te despojaste de codicia, de avaricia, de buscar lo tuyo para dar.
Pues, así mismito, tú no puedes tomar decisiones en medio de la primera reacción
tuya, porque ahí puede estar el viejo hombre envuelto. Tú tienes que correr una millita
más y decir –espérate, déjame esperar, no voy a contestar todavía; es más, mira, te
llamo después…, o hablamos mañana, o déjame pensar un momento-. Y, ahí, tú vienes
y reposas y le pides a tu ángel:
-Ángel, estoy tratando lo mejor para que mi viejo hombre no se meta. Recibo tu ayuda.
Y, el ángel hace maravillas, el ángel hace maravillas. Te coge y te posee. Y, a veces, tú
comienzas a hablar cosas que tú dices – yo no sé ni como dije eso-. Y, tú te escuchas
diciendo eso y tú dices –oye, si en verdad, yo no planifiqué decir eso-, y es el ángel que
te cogió las cuerdas vocales ahí y te hizo hablar.
Yo he vivido eso. Es más, yo vivo así. Pero, si no te despojas vives tú. Y, la idea es “ya
no vivo yo, vive Cristo en mí”.
¿Cómo? Despojándote de ese viejo hombre. ¡ABBA PADRE! (Aplausos)
Tú sabes que yo enseño, padeciendo. Primero lo padezco yo y luego, pues, yo se lo
enseño a los demás para que no padezcan ellos. Porque aquí, Pablo fue el primero, en
su tiempo, en este tiempo yo soy el segundo. Y, entonces, pues nos toca padecer de
todo un poquito.
Por ejemplo, cuando yo leí en el evangelio que Pablo dice: “Porque ya conocéis la
gracia de nuestro Señor Jesucristo, -y está hablando de dinero no de bendiciones
espirituales, porque esas también vienen, pero dice, que siendo rico, por amor a
nosotros, se hizo pobre, para con esa pobreza, enriquecernos.”
Pues, yo -en obediencia, ingenuo, obediente, Dios lo dice, yo lo creo-, cuando yo
comencé, pues yo dije: -Hermano, diga: Soy rico.
Muchacho, y me vinieron una avalancha de crítica. Las que vienen de afuera, las
llamaditas –mira, no te pongas a decir eso, tú sabes que eso es un insulto a gente que
no tiene ni para pagar la renta, a veces-. Las de afuera, ahora, vienen las de adentro,
las mías, yo decía –ay Padre, oye, yo diciéndole a los cubanos que están en Cuba que
son ricos, diciéndole a los hondureños que están en Alturas (Honduras), que son ricos,
diciéndole a los guatemaltecos que son ricos, diciéndole a los costarricenses que son
ricos-, porque el calqueo va por todas partes.
Y, entonces, se me levantó la altivez –para eso-, porque a mí se me levantan, yo
padezco lo mismito que tú. Se me levanta, muchacho, y me siento, mira, cuando a mí
me sucede eso, yo salgo de aquí, wow. Gracias a Dios, que por proceder, te saludo.
Pero, yo quisiera salir de aquí corriendo y acostarme, y digo –Dios mío, dame sueño,
que me siento mal, por qué dije esto-.
Entonces, el consuelo mío es –pero es que está escrito-. Sí, pero es que llamarle rico a
gente pobre…, llamarle rico a gente que se ven pobre, que están padeciendo,
temporeramente pobreza, pues, a mí me subía esa altivez.
Entonces, naturalmente, mi defensa es cuál, Segunda carta a los Corintios, vamos a
buscarlo. Que así es que tú tienes que hacerlo, mira, con la riqueza, con la
enfermedad, con toda situación. Úsate esto, porque te voy a explicar cómo trabaja.
Segunda a los Corintios, capítulo 10, verso 3.
“Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne;
porque las armas de nuestra milicia no son carnales,
sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y
toda altivez que se levanta contra, qué, contra el conocimiento de Dios,
y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo.”
Entonces, qué pasa, cuando yo comencé a decir: Diga: Soy Rico; pues, eso es lo que
dice la palabra de Dios. La altivez me venía en la condición temporera. Y entonces, si
lo dijera aquí en Miami.
Pero, por ejemplo, Honduras es uno de los países –digo, conforme a la carne- de
pobreza y Centro y Sudamérica y muchos países que están padeciendo. Por eso
estamos todos por acá, sino a qué venir aquí. Digo, la evidencia, si no me quieres creer
la evidencia te lo dice. Tú vienes para acá buscando nuevas oportunidades, porque en
tu país no hay trabajo porque el Presidente de tu país se lo robó todo. En vez de robar
un poquito se roba demasiado.
En Nicaragua, ¡hello! Oye, róbate un millón, pero no doscientos. Se quedan con el
dinero de las carreteras y las carreteras son así de finitas. En vez de ser así, con un
buen espesor de asfalto, así están, que pasa el carro y al ratito llueve y están rotas.
Porque es que hacen unos contratos increíbles y todos son unos ladrones. Todos esos
políticos son unos ladrones.
Todos roban. Ellos tienen los deseos engañosos que tú y yo tenemos y ellos no tienen
el conocimiento para llevar cautico, así que roban. Y, tú robarías también, y yo también,
si no tuviera este conocimiento. Porque es que esa es la naturaleza carnal.
Dios, cuando tú honras lo que Él dice, mira, Dios lo que hacías es cambiándoles a la
gente que me escuchaba, su estado de pobreza mental. No, necesariamente, hay que
verlo en la mano y en el bolsillo es comenzarlo en la mente. Y, entonces, Dios honró
ese principio de tal forma que hoy, ¿tú sabes lo que es los cubanos enviar quinientos
dólares aquí de diezmo?
Tú tienes que atreverte, ser atrevido, honrar a Dios.
El mundo no ha honrado a Dios, por dos mil años, y Dios ha dicho: -No me honran a
mí, pues yo tampoco los protejo. Ángeles, dense la espalda, en lo que envío esta
destrucción. Dense la espalda, en lo que llega el huracán, en lo que llega el terremoto.
Y que se fastidien, porque me han faltado el respeto a mí. No han creído a lo que yo he
dicho-. ¡Hello! (Aplausos)
Oye, y te voy a decir una cosa, y si tú no honras lo que Él dice te fastidias tú también,
aunque me digas –no lo recibo-, si no lo honras, te fastidias y te vas a enfermar y te vas
a morir y no vas a reinar en vida. Tienes que honrar lo que está escrito.
Yo, con luchas, pero pasé la prueba, lo honré. Con dudas, con pruebas, con
circunstancias pero no flaqueé, mantuve mi confesión, sea pidiendo ayuda, en lo que
goberné y dije: -Esto es así. Somos ricos. Somos dueños de todo. (Aplausos)
Y, después viene la salud. Mira, yo no tengo problema con tomarme un poquito de
“Noni” o “Uña de Gato”. Yo me la tomo, tú sabes, porque es hasta refrescante, un
tesesito de uña de gato. El “Noni”, muchacho, sabe como vino bueno, el rojito. No hay
problema.
Pero, mi confianza no está en eso. Ah, y me bebo mi pastillita por la mañana para que
no me dé sueño ya a las cinco, para mantener buen ánimo y levantarme temprano. Yo
ayudo a mi carnecita con cositas así.
Pero, que yo creo que estoy sano. Lo creo. Lo confieso y lo pruebo. Para yo llegar a las
manos de un médico, muchacho, es como un perro peleando.
-No, no, mira, que es rapidito.
-Olvídate. No, no, aguanta.
Yo honro –primero- lo que dice este libro. ¡Hello! (Aplausos)
Dime cómo piensas y te diré quién eres. Dime cómo hablas y te diré quién eres. Ten
cuidado lo que tú estás hablando, porque lo que tú hablas es importante. Bueno,
hablando es que nosotros hemos hecho lo que hemos hecho. Porque yo no he hecho
un ayuno. Yo no pierdo el sueño por nadie. Yo no pierdo el sueño por nadie. A mí nadie
me roba el sueño, nada ni nadie.
A mí me roba el sueño, Papá, el que me envió; pero más nadie, ni mujeres ni esto, ni
deseos, ni carros, ni casas. ¡Nada! Todo eso es añadiduras menos Papá y su Palabra.
Ésta es mi prioridad. Y, con esa prioridad, si tú lo honras, Dios te va a honrar.
“Conforme a la abundancia del corazón, de la mente, habla la boca.” Y, lo que tú estás
hablando es importantísimo. Tienes que tomar un inventario, qué cosas tú estás
diciendo cuando estás solo, o cuando estás entre familia, o cuando estás con tus
amigos. Lo que tú estás diciendo va a determinar el rumbo de tu herencia.
El salmista David –en un pacto inferior- dijo: “Pon guarda a mi boca”. Ponle un
candado, cosa que en lo que voy a hablar y busco la llave para quitármelo, ya el nuevo
hombre esté ahí metido.
Eso es bien importante, porque este descuido es el que tiene al mundo destruido. Mira,
lo que nosotros estamos hablando aquí es ciencia. Esto es lo que ha fracasado por dos
mil años.
A Pablo lo mataron en Roma y Pablo no pudo enseñar más esto. Imagínate que Pablo
se hubiera quedado enseñando como yo te enseño a ti, desde allá. No hubiera una
necesidad en el mundo. Los hospitales fueran muy pocos, porque la gente a través del
diosado que se levanta en ellos…
Diga: DIOS ESTÁ FORMANDO EL NUEVO HOMBRE CREADO SEGÚN ÉL.
Y, ese nuevo hombre es un diosado que está en ti. Y si se forma ese diosado, Dios te
tiene muertecito, porque nada va a poder contra ti.
Salmo 82, vamos a darle lectura porque esto tú nunca lo has leído. Salmo 82 desde el
verso primero, mira lo que dice.
“Dios está…”
Tú sabes que este ‘está’ es un eterno estar. O sea, cuando tú lo lees ‘Dios está’. No es
que Dios estuvo. Cada vez que nosotros leemos esto, Dios está. Dios está aquí ahora
mismo. (Aplausos)
“Dios está…, en la reunión…”
¿De quién?
¿En la reunión de los inválidos? ¿En la reunión de seres humanos?
No, porque aquí ya Él espera que tú te hayas despojado del viejo hombre. Dios espera
que tú estés vestido conforme a como Él viste. Dice: Yo estoy en la reunión de mis
dioses.
Diga: YO SOY UN DIOS.
Tienes que atreverte a decirlo y creerlo y sostenerlo. Los pastores por ahí y todas esas
denominaciones con lo que bregan es -Dios está con los seres humanos-. Por eso
Pablo le dijo a los corintios, “Yo no pude hablarles como espirituales, les hablé como a
carnales, como a niños en Cristo.” Pero, Dios no habla con niños ni con humanos, Dios
habla con dioses.
“Dios está en la reunión de los dioses; en medio de los dioses, qué, juzga.”
Eso es lo que yo hago aquí ahora, juzgando, dividiendo. ¡HELLO! (Aplausos)
¡ABBA PADRE!
Continuará…
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