Fábricas reconvertidas cobran vida

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BARCELONA
Fábricas reconvertidas cobran vida
Donde antes había bodegas para fermentar cerveza, hoy se celebran eventos de moda. En lugar de talleres de hilado,
encontramos exposiciones de arte u ofertas gastronómicas. Ladrillo tradicional a la vista, hierro forjado y columnas
metálicas son un must de la tendencia a reconvertir espacios industriales en locales de ocio y cultura en la ciudad.
Texto y fotografías: Florencia Vigilante y Mireia Yañez
L
a arquitectura de Barcelona excede sus
construcciones modernistas, y su historia
no vive solo en los museos. Existen otros
testigos del paso del tiempo, edificios que
cobran vida a través de nuevos usos. Se trata de las
antiguas fábricas de la ciudad, que en la última década se transformaron en destacados espacios culturales y gastronómicos, manteniendo elementos de
su origen industrial.
Vivieron su época de esplendor a finales del siglo XIX
y principios del XX, con la llegada al poder de la burguesía catalana. Sin embargo, los años sucesivos marcaron su cierre o su reubicación en polígonos alejados
del centro, y los grandes espacios que las albergaban
se recuperaron para destinarse a otros fines.
Es el caso de la futura Biblioteca Les Corts-Vidre, que
se instalará en la antigua fábrica de cintas de seda de
Benet Campabadal (entre Novell, Comtes de BellLloc y Evarist Arnús). Allí, los vecinos podrán sumergirse en libros u ordenadores bajo un característico
techo de diente de sierra que, junto a la fachada de
hormigón y vidrio, conforman las huellas del pasado
industrial del edificio.
El inusual espacio alojará también al Ateneu de Fabricació de les Corts, que será el primer Fab Lab público
del mundo. Sin embargo, para ver el edificio rehabilitado -que seguirá estrictos criterios de sostenibilidadhabrá que esperar hasta fines de 2016.
Otro intento de preservar el patrimonio arquitectónico
industrial de la ciudad es el del multiespacio gastronómico El Nacional (Passeig de Gràcia, 24 bis). Formado
por cuatro barras y cuatro restaurantes que ofrecen
múltiples opciones de cocina, locales y turistas pueden
disfrutar de él desde septiembre de 2014.
Bóvedas de volta catalana, pilares metálicos y grandes
cristaleras reflejan la historia de un edificio que viró de
fábrica de telas y tintes a parking, pasando por caféteatro y punto de alimentos después de la Guerra Civil.
La iniciativa de conservar rasgos del look industrial
es aplaudida por los comensales. En este sentido, Ferran Fontarnau Bigas, un vecino de la ciudad, sostie-
CaixaForum ocupa una antigua fábrica textil, construida por el modernista Josep Puig i Cadafalch.
manteniendo la maquinaria original”, destaca al
respecto Jaume Alemany, director de Marketing
y Comunicación del grupo Damm.
En las instalaciones puede conocerse la historia
Ventanas enmarcadas con ladrillos, una torre de la empresa, a través de un museo que repasa
coronada con una estrella, calderas de cobre y la vida de la fábrica –hoy asentada en El Prat y
vallas de hierro recuerdan la actividad indus- Santa Coloma de Gramenet- a partir de videos,
trial que se desarrolló hasta 1992. “Nuestra idea fotos y objetos.
siempre ha sido respetar la imagen y los materiales originales de las diferentes salas, incluso De toallas a exposiciones
te, sino que también destaca en los festejos por La
Mercè -la fiesta mayor de Barcelona-, cuando sus calles se convierten en el escenario de multitudinarios
conciertos.
Un edificio que fue fábrica de telas, parking y café-teatro: El Nacional.
ne que lo que más le llamó la atención del lugar fue
la fachada y los elementos que se han mantenido del
edificio de base.
Tiempo de cañas
Si de compartir una cerveza se trata, nada mejor que
recurrir a otro edificio con historia: la antigua Fàbrica Moritz. Instalada en Ronda Sant Antoni 39 desde
1864, la empresa funcionó hasta la década de 1970.
El giro lo dio en 2011 cuando, tras diez años de remodelación, reabrió sus puertas como centro gastronómico y cultural. Así, las antiguas bodegas de
fermentación se convirtieron en salas polivalentes
que albergan eventos relacionados con la moda, el
diseño, la música y el deporte.
Además, los clientes pueden probar allí cerveza fresca sin pasteurizar, que se fabrica in situ en tinas de
cobre. Estos elementos, junto a otra maquinaria restaurada como antiguas embotelladoras, recrean hoy
el ambiente fabril que durante más de 100 años reinó
en el lugar.
Otro grande de la cerveza catalana que también hizo
suya esta tendencia fue el grupo Damm. Y es que el
castillo de la antigua fábrica (Roselló 515) no solo
acoge propuestas vinculadas a la música y al depor-
Del otro lado del charco
Años cincuenta, Nueva York. La necesidad de
grandes espacios y los alquileres de apartamentos a precios desorbitados llevó a la rehabilitación de fábricas y almacenes en desuso como
viviendas. Se trata de los famosos loft neoyorkinos, espaciosos y fieles al estilo industrial.
La tendencia no tardó en adaptarse a restaurantes, tiendas, galerías y discotecas, locales
vanguardistas que ahora viven su máxima expresión en Meatpacking District. Este barrio del
oeste de Manhattan, formado a comienzos del
siglo XX por 250 mataderos y plantas de empaquetado de carne, vivió su declive en la década
de 1960. Sin embargo, desde hace años es uno
de los sitios más “de moda” de la ciudad: al llegar
la noche, Meatpacking vuelve a la vida con locales de ocio de ladrillo visto no aptos para todos
los bolsillos.
Tanto por sus dimensiones como por el nivel de actividades que acoge, un referente en la revalorización de antiguas industrias es sin dudas el edificio
de CaixaForum (Av. Francesc Ferrer i Guàrdia, 6-8),
centro sociocultural de la Fundación “la Caixa”, inaugurado en 2002.
Su remodelación respetó minuciosamente el espíritu
de la obra original, una fábrica de mantas y toallas
construida entre 1909 y 1912 por Josep Puig i Cadafalch, uno de los tres arquitectos emblema del modernismo junto con Domènech i Montaner y Gaudí.
Exposiciones de arte y otros espectáculos pueden
contemplarse en el lugar que ocupaban antiguamente talleres de tejer e hilar, mientras que los almacenes
de la época industrial (que culminó en 1919) dan
vida hoy a una mediateca. Asimismo, se recuperó el
aspecto externo original, de piedra, ladrillo y hierro,
que respondía a la visión romántica de un castillo
medieval.
En efecto, estos espacios restaurados son la prueba
viviente de una ciudad que sigue apostando por reinventarse. Y que, lejos de proponer a sus habitantes que
solo observen un edificio, los invita a recrearse en su
interior.
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