El contagio y sus funestas consecuencias

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8 MERCADOS
EL MUNDO / AÑO XXIII / Nº 182 / DOMINGO 17 DE JULIO DE 2011
>> A FONDO
> LOS RESCATES
> EL BCE
> LAS CALIFICADORAS
110.000 millones es el importe del rescate a Grecia, de los
Mario Draghi: «Hay que
Irlanda y Portugal Moody’s rebajó
cuales 80.000 millones de euros los aporta la Unión Europea.
Otros 30.000 millones corren a cargo del FMI.
85.000 millones recibirá Irlanda para ayudar a su banca,
45.000 millones de euros de la UE, 22.500 millones del FMI y
17.500 millones más los pone el propio Estado irlandés.
78.000 millones rescatarán a Portugal. Mientras la UE
contribuye con 52.000 millones, el FMI abonará 26.000 millones.
transmitir certidumbre y
definir con claridad los
objetivos políticos, el
campo de acción de los instrumentos y el
monto de los recursos disponibles».
esta semana al nivel de bono basura la
deuda irlandensa, tras haber hecho lo
mismo una semana antes con la lusa.
También EEUU S& P anunció que
hay un 50% de probabilidades de que
baje la nota de solvencia de EEUU en
un plazo de tres meses.
El contagio y sus funestas consecuencias
Michael
Lewitt
Esta será mi última columna en MERCADOS hasta mediados de septiembre. Cuando vuelva a escribir, la crisis de la deuda europea se habrá agravado todavía más. Ahora ha entrado en una nueva fase, la del
contagio. Mario Draghi, el presidente entrante del Banco Central Europeo (BCE), manifestó el 13 de julio que «en estos momentos
es necesario que quienes están tratando de
manejar la crisis soberana transmitan certidumbre, definan con claridad los objetivos
políticos, el campo de acción de los instrumentos y el monto de recursos disponibles.
Se trata de un paso necesario para garantizar la estabilidad del euro».
Draghi añadió que tal vez la solvencia soberana no pueda ya ser asumida por las naciones europeas, pero debe obtenerse mediante políticas presupuestarias responsables
y un crecimiento económico demostrable. A
muchos países europeos les queda un largo
camino por recorrer a este respecto.
eLas causas del contagio. Los contagios se
producen por dos motivos relacionados entre sí. En primer lugar, los dirigentes europeos todavía tienen que presentar un plan
creíble para abordar el problema del exceso
de endeudamiento en los países periféricos
(aparte de que, como ya he dejado claro en
columnas anteriores, ya no hay periferia en
una unión económica o en una economía
globalizada). En segundo lugar, Moody’s,
Standard & Poor’s y Fitch están empezando
a registrar las realidades del endeudamiento
europeo y están rebajando la calificación de
países que tienen escasas perspectivas de
cumplir con sus obligaciones.
Las degradaciones recientes de Grecia, Irlanda, Portugal e Italia han empeorado la crisis de deuda. Parece siempre que las agencias
de calificación se hacen notar con malas noticias en el peor de los momentos, pero en este caso sus valoraciones son correctas (y en
todo caso, tardías). Grecia, Irlanda y Portugal
son insolventes, e Italia (y España, cuya deuda no ha sufrido últimamente rebajas en su
calificación) no anda lejos de serlo.
S&P y Fitch han declarado que los planes
que hay en estudio constituirían una suspensión de pagos. S&P ha declarado que los canjes de bonos que pongan en peligro las obligaciones originales contraídas con los tenedores serán consideradas como suspensiones
de pagos. Es una buena señal que estas agencias de calificación se estén negando a ceder
a las exigencias de que se considere que planes de reestructuración que en realidad son
un camelo vayan a ayudar a Estados en quiebra a evitar la suspensión de pagos.
eLa solución. Es imprescindible que los países europeos con problemas adopten cuatro
medidas para reorientar sus economías en
una nueva trayectoria. En primer lugar, deben exigir a los tenedores de bonos que
acepten pérdidas y una reducción del mon-
tante nominal de sus deudas. En segundo lugar, deben deshacerse de sus normativas laborales, arcaicas y manejadas por los sindicatos. En tercer lugar, deben reducir las cargas regulatorias y adoptar regímenes fiscales
progresivos que refuercen la productividad.
En cuarto lugar, deben reducir sus presupuestos de manera que no gasten más de lo
que se pueden permitir. La combinación de
unos déficit sofocantes, de unas regulaciones
laborales inflexibles, de pesadas cargas regulatorias y de regímenes fiscales fallidos es un
veneno para el crecimiento económico europeo y debe corregirse. La crisis de deuda ofrece una oportunidad para empezar a acometer estos cambios.
eLos tenedores de bonos y las pérdidas.
Grecia e Irlanda son incapaces de pagar los
intereses de sus niveles de deuda. Exigirles
que lo hagan (aunque sólo sea en la forma y
no en el fondo) no tiene sentido. Por ello,
cualquier plan que no exija a los tenedores de
bonos que acepten pérdidas y que se reduzca el valor facial de las deudas soberanas está condenado al fracaso.
Es la única solución y debe ser llevada a cabo sin más dilación. Ha llegado la hora de la
decisión definitiva sobre la deuda, no sólo para los casos de Grecia, Irlanda y Portugal sino también para el conjunto de la Unión Europea (UE). La UE corre el peligro de ir a la
quiebra si sigue tirando dinero al agujero negro de los países fracasados.
e¿Cómo atajarlo? Los contagios se producen por una crisis de confianza. En el caso
que nos ocupa, los mercados no están convencidos de que los dirigentes europeos sean capaces de adoptar un plan que no sea
simplemente papel mojado sino que alumbre una solución duradera. Si bien es posi-
Las políticas adoptadas en 2008
evitaron una depresión mundial,
pero ahora tienen efectos nocivos
Cualquier plan que no exija a los
tenedores de bonos que acepten
quita está condenado al fracaso
ble que un apaño a corto plazo estabilice los
mercados e impida que se propague todavía
más el contagio, mucho más probable es
aún que termine siendo imprescindible un
plan creíble a largo plazo para poner definitivamente punto final a la crisis europea de
deuda.
Es evidente que el mercado no está tragándose ninguno de los planes que pretenden
hacer pasar una suspensión de pagos como
si fuera otra cosa. Los dirigentes europeos deberían dejar de perder el tiempo en planes de
ese tipo y centrarse en las consecuencias de
una suspensión de pagos. Hay muchos para
quienes ésta es una perspectiva demasiado
terrible como para tomarla en consideración,
pero hoy por hoy es inevitable. Simular que
no es así demuestra una profunda carencia
de capacidad de liderazgo.
ARNAL BALLESTER
eLo que ocurrirá a continuación. En estos
momentos parece como si lo más probable
fuera que Grecia estuviera a punto de suspender pagos. Un hecho de esta naturaleza
hará temblar los mercados globales debido a
su condición de estar interconectados, pero
los mercados han dispuesto de tiempo para
prepararse. Si bien son muchos los que hablan de una suspensión de pagos del país heleno con un alcance limitado, no dejan de reconocer al mismo tiempo que es un paso necesario de cara a conseguir la estabilidad a
largo plazo.
Irlanda y Portugal marchan inmediatamente después en el desfile de los rescates y suspensiones de pagos. Ambos países han visto
rebajada recientemente su calificación crediticia. Si bien estas degradaciones no han revelado nada que no se supiera, sí ha sido sorprendente la reciente advertencia de Moody’s
de que Italia podría ser degradada.
El país transalpino ha dado ahora un salto para ponerse en el desfile por delante de
España a ojos del mercado, aunque los costes de los préstamos que toman ambos países han crecido a niveles insostenibles, justo por debajo del 4% por el dinero a cuatro
años y del 6% por el dinero a seis años. Como ya se advirtió en columnas anteriores,
posiblemente la UE sea capaz de absorber
las pérdidas de Grecia, Irlanda y Portugal,
pero es dudoso que pueda sobrevivir a sus-
pensiones de pagos de naciones como España, Italia y Bélgica. Estos tres últimos países
no están en trance de suspender pagos, pero no pueden perder tiempo en la lucha contra su deuda.
La actual crisis europea de deuda nos dice
que la crisis financiera de 2008 no llegó a resolverse. En su lugar, el problema se ha trasladado a los gobiernos desde los bancos y
otras instituciones financieras. El crecimiento de las economías europeas desde 2008 es
en gran medida resultado de medidas gubernamentales de estímulo y ha sido inferior al
de recuperaciones anteriores.
Si bien las medidas espectaculares que los
bancos centrales y los gobiernos adoptaron
en 2008 se mostraron eficaces para atajar
una depresión mundial, estas políticas se
han mantenido activas durante un tiempo
excesivo y están produciendo unos efectos
nocivos. Como medida inmediata hacen falta políticas novedosas que permitan a las
economías excesivamente endeudadas que
purguen sus niveles de deuda. A ello deberían seguir cambios en la legislación laboral
y fiscal, así como una disciplina presupuestaria realista, a fin de consolidar un escenario para una auténtica recuperación económica de Europa.
Michael Lewitt es director de The Credit Strategist y autor de La muerte del capital.
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