La Fuerza Espiritual de Monseñor Gerardi

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La Fuerza Espiritual de Monseñor Gerardi
Lunes 23 de Abril de 2012 14:29
El 26 de abril se cumplirán 14 años del asesinato de Mons. Juan José Gerardi Conedera. En
esta dolorosa fecha también se inició una renovada lucha contra la impunidad que tanto
preocupaba a Monseñor Gerardi: “Es evidente que el peligro más grave en una sociedad, como
colectivo, es olvidar lo que ha ocurrido y para algunos pareciera ser la forma más simple de
resolver el asunto. Este olvido tiene un nombre: IMPUNIDAD… No se inculpa a nadie, todo
queda guardado bajo un manto de silencio y de miedo. Pero el dolor de las víctimas no
desaparece sino que permanece como un aguijón que golpea nuestras conciencias. Los
hechores son protegidos por esa impunidad creada por el sistema. La sociedad calla y ese
silencio cómplice vitaliza esta situación” (junio 1995).
Que el testimonio de Monseñor Gerardi nos anime a perseverar en la búsqueda de la justicia y
de la paz, a seguir sembrando, abonando y podando, superando el miedo y los obstáculos y
que como él trabajemos sin descanso por una sociedad diferente, sabiendo que en esta tarea
no estamos solos.
Biografía de Monseñor Gerardi
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1. Lectura del texto:
Monseñor Juan José Gerardi Conedera, nació en la ciudad de Guatemala, el 27 de diciembre
de 1922. Entró al Seminario Conciliar de Santiago, en marzo de 1936, a los 13 años de edad.
Estudió humanidades y Filosofía en el Seminario Conciliar de Guatemala y Teología en el
Seminario de Notre Dame, en Nueva Orleáns, Estados Unidos. Fue ordenado sacerdote el 21
de diciembre de 1946 en la Ciudad de Guatemala.
Desempeñó su ministerio sacerdotal en distintas partes de la república. El paso por tantas
parroquias rurales le forjó un carácter amable y paciente con la gente, cercano y atrayente.
Hizo muchos amigos por cada pueblo que pasaba, De 1948-1951: “visitaba a los enfermos y
moribundos sin importarle el clima, la hora, la distancia o el modo de llegar. Generalmente
viajaba en una mula o en un caballo que le prestaban. Pero cuando no había bestia disponible,
caminaba largos kilómetros a pie por aquellos estrechos caminos, llenos de piedras
amontonadas que hasta rompían la suela de los zapatos. A veces regresaba de esos
compromisos a media noche, sin comer, pero siempre contento y con deseos de emprender
otra jornada. En una de estas caminatas le llovió a cántaros y a causa de ello, enfermó de
neumonía".
Casi trece años pasó de parroquia en parroquia, hasta 1959 en que lo trasladan a trabajar en la
Curia, ahí pasó hasta 1967, desempeñando funciones de capellán en la Iglesia de Santa Clara,
Párroco de El Sagrario y de Candelaria. Desempeñó diversos cargos: Canciller de la Curia
Eclesiástica, Pro-Vicario General, Pro Vicario Judicial y Canciller Secretario hasta 1967.
El 5 de mayo de 1967, el Papa Paulo VI lo nombró Obispo de Verapaz, Cobán. Su ordenación
episcopal fue el 30 de julio y toma posesión de la Diócesis el 11 de agosto de 1967. Es
nombrado Coordinador del Equipo Nacional de Pastoral de Conjunto, encargado del
Departamento de Pastoral Indígena de la Conferencia Episcopal, Coordinador de la 1ª.
Semana de Pastoral de Conjunto realizada en 1968 y en 1970 Vicepresidente de la
Conferencia Episcopal.
En 1974 es trasladado a la Diócesis del Quiché, tomando posesión el 7 de diciembre. Fue
presidente de la Conferencia Episcopal de 1972 a 1978 y Delegado a la III Conferencia General
del Episcopado en Puebla en 1979. En 1980 nuevamente es nombrado Presidente de la
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Conferencia Episcopal y responsable de la Comisión de Pastoral Social-Cáritas. El 20 de julio
de 1980, sale de la Diócesis de Quiché a consecuencia de la violencia y la persecución
gubernamental. El 6 de septiembre es recibido en audiencia por el Papa Juan Pablo II en Roma
y participa en el Sínodo de la Familia. El 20 de noviembre a su regreso de Roma, se le impide
entrar a Guatemala y comienza su exilio en Costa Rica. Durante ese tiempo presta sus
servicios en la Parroquia de San Juan de Tibás en San José.
Regresa a Guatemala a finales de abril de 1982. Recibe en Alemania el Premio de la Paz que
otorga el movimiento Justicia y Paz de la Universidad Católica de Eichstätt, promovido por
Adveniat. En 1984 renuncia a la diócesis de Quiché y el Papa lo nombra Obispo Auxiliar de la
Arquidiócesis de Guatemala. En 1985 es coordinador de la Comisión de Pastoral. De 1988 a
1991 es miembro suplente de la Comisión Nacional de Reconciliación. El 8 de mayo de 1990
es nombrado Coordinador de la Oficina del Servicio Social del Arzobispado de Guatemala
(OSSAG) y después de la Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado de Guatemala
(ODHAG).
En 1992 recibe el premio de los Derechos del Hombre en Francia. En 1993 el premio del
Internacional Human Right Law Group de los Estados Unidos de América y la Orden de la Vera
Paz del Instituto Guatemalteco de Cultura Hispánica. En 1994 recibe el Premio de Paz de
Diakonía, en Suecia.
El 12 de marzo de 1997 acepta la invitación de Monseñor Julio Cabrera, Obispo de Quiché y
participa en la Asamblea Diocesana y en la Misa Crismal. El volver a su antigua Diócesis
después de tantos años, significó mucho para él.
El 26 de abril de 1998, fue asesinado en el garaje de la casa parroquial en pleno corazón de la
ciudad Capital. Regresaba de visitar a sus sobrinos y de dejar a su hermana Carmen como de
costumbre, fue salvajemente golpeado por individuos que le dieron muerte. Los golpes dejaron
su rostro completamente desfigurado.
En la madrugada del 27 de abril se tejieron dos teorías: crimen de delincuencia común y
crimen pasional. La fiscalía inició la investigación, pero desde el momento que toma las
evidencias del crimen hay encubrimiento e impunidad. Finalmente las únicas pruebas que se
mantuvieron fueron las de carácter político, que apuntaba a una ejecución extrajudicial.
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Al momento de su muerte, Monseñor se desempeñaba como Obispo Auxiliar y Vicario General
de la Arquidiócesis de Guatemala, Coordinador de la Oficina de Derechos Humanos y
Presidente de la Oficina de Pastoral Social de la Arquidiócesis de Guatemala. Era también
párroco de la Parroquia de San Sebastián. Había cumplido 75 años de edad, y estaba por
presentar su carta de renuncia de acuerdo a la normativa canónica de la Iglesia Católica.
Después de años de investigación y reconstrucción del hecho y de luchar contra la impunidad,
en marzo de 2001, inicia el juicio. Se pudo comprobar que se destruyeron las evidencias en la
escena del crimen: se movió el cadáver y se colocaron varios objetos. Por las investigaciones
se sabe que horas antes de cometer el crimen, alguien pasó distribuyendo comida y bebida a
los indigentes que se quedaban en el parque de San Sebastián y que se quedaron tan
dormidos que cuando pasaron los encargados de Eventos Católicos a distribuir alimentos como
lo hacían todos los domingos en la noche, nadie estaba despierto. También se pudo probar,
que Monseñor Gerardi había sido vigilado por la oficina de inteligencia militar ligada al Estado
Mayor Presidencial, que se habían intervenido sus llamadas telefónicas y se le había seguido a
todas partes.
La sentencia del Tribunal en junio de 2001, arroja que fue un crimen planificado y ejecutado por
el Estado Mayor Presidencial, en la que se hallaron implicados como colaboradores o
cómplices el sacerdote Mario Orantes Nájera, que trabajaba en la misma Parroquia como
vicario, el Coronel retirado Byron Disrael Lima Oliva y su hijo el capitán Byron Lima Oliva y el
sargento mayor Obdulio Villanueva (asesinado en la cárcel el 12 de febrero de 2003). La
sentencia fue ratificada por la Corte suprema de Justicia en el 2006.
2. Para compartir:
¿Qué aspectos de la vida de Mons. Juan Gerardi llaman mi atención y por qué?.
3. Compromiso personal y comunitario
¿A qué me compromete lo reflexionado y compartido?
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4. Oración:
El mismo Señor me ha dado una lengua de discípulo, para que yo sepa reconfortar al fatigado
con una palabra de aliento. Cada mañana, él despierta mi oído para que yo escuche como un
discípulo.
El Señor abrió mi oído y yo no me resistí ni me volví atrás. Ofrecí mi espalda a los que
golpeaban y mis mejillas, a los que me arrancaban la barba; no retiré mi rostro cuando me
ultrajaban y escupían.
Pero el Señor viene en mi ayuda: por eso, no quedé confundido; por eso, endurecí mi rostro
como el pedernal, y sé muy bien que no seré defraudado. Está cerca el que me hace justicia:
¿quién me va a procesar? ¡Comparezcamos todos juntos! ¿Quién será mi adversario en el
juicio? ¡Que se acerque hasta mí!
Sí, el Señor viene en mi ayuda: ¿quién me va a condenar? Todos ellos se gastarán como un
vestido, se los comerá la polilla. ¿Quién entre ustedes teme al Señor y escucha la voz de su
Servidor? Aunque camine en las tinieblas, sin un rayo de luz, que confíe en el nombre del
Señor y se apoye en su Dios. (Isaías 50,4-10)
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