BESSIE SMITH: La emperatriz del blues

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BESSIE SMITH:
La emperatriz del blues
José Ramón García Amo
SUBDIRECTOR GRAL. INFORMÁTICA
Y COMUNICACIONES
MIN. AGRICULTURA, PESCA
Y ALIMENTACIÓN
E
n la década de los
años 20, el blues rural deja paso al blues
urbano, aquel predominantemente masculino, éste
último con mayor presencia
de voces femeninas. Si bien
es admitido que Gertrude
«Ma» Raney fue la «madre»
del blues, su protegida, Bessie «Mamie» Smith es sin
duda quien catapultó este
estilo a la fama, no sólo entre
el público de raza negra, si
no que también despertó el
interés entre los blancos. Nacida en Chattanooga (Tennessee 1894), pasó grandes
miserias económicas en sus
primeros años de vida. Cantando por las calles a la edad
de 7 años, cuando tenía 9,
la oyó por casualidad «Ma»
Raney quien la incluyó en
los espectáculos del TOBA
(Theater Owners Booking
Association).
En 1923, Bessie Smith,
graba Down Hearted Blues
del que se venden más de
500.000 copias. Ante semejante éxito, las discográficas,
produjeron grabaciones de
artistas que hasta la fecha no
habían grabado, como fue el
caso de «Ma» Raney.
Fue la primera cantante
que dio importancia a la
dicción, lo que no significa
que no usara «slang» o jerga
negra.
Su forma de interpretar
el blues, cambió este estilo
y podríamos afirmar que
también cambió la tendencia
musical imperante.
Su voz, emitida con naturalidad, sin esfuerzo, era
áspera debido al alcohol y
tabaco, pero sensual. Nunca
usó micrófono y aún así, era
tal la potencia de voz, que se
la oía en la última fila de los
teatros.
Su influencia en las cantantes que la sucederían fue
total, tanto en el mundo del
jazz (Billie Holiday) como en
el pop (Janis Joplin).
Grabó, siempre en Nueva
York (Columbia Records),
entre 160 y 180 títulos, gran
parte de ellos de composición propia.
Bessie Smith fue la artista
negra mejor pagada de su
época. Disponía de un vagón
de ferrocarril propio y llegó
a cobrar 2000 $ por semana.
Pero amante de los excesos
terrenales, alcohol, sexo (con
ambos géneros) fue minando su patrimonio. Lejos de
ocultarnos sus adicciones,
nos hizo participes de sus
miserias en sus canciones
(My and my gin, Gin house
blues, Empty bed blues…).
Pero el éxito no dura
siempre, y la crisis del 29 y
la posterior depresión económica afectó, cómo no, al
mundo artístico (ver articulo
de King Oliver).
Durante los siguientes
años, sobrevivió a base de
actuaciones en clubs de
tercera categoría, en espectáculos zafios, en los que el
público le pedía canciones
de fuerte contenido sexual.
Debido a su adicción al alcohol y a su carácter violento,
los empresarios dejaron de
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contratarla por temor a que
no cumpliera sus compromisos o se enzarzara en peleas
de las que hay constancia de
varias.
Esta situación se mantuvo
hasta que el productor John
Hammond la consiguió contratos acordes a su categoría.
Pero de nuevo el destino se
cruzó en su camino y cuando empezaba a salir del pozo
de la indiferencia, de camino a una gala al sur de los
EEUU, su coche se empotró
en la parte trasera de un
camión, truncando su vida a
los 43 años.
Su tumba se mantuvo sin
lápida hasta muchos años
después. Los gastos de su
instalación corrieron a cargo de Billie Holiday según
unos, Janis Joplin según
otros. Su epitafio dice: «La
más grande de todas las cantantes de blues del mundo,
jamás dejará de cantar».
«Me llegaba a lo más profundo en cuanto comenzaba a
cantar. La manera en la que
hacía sonar una nota, con
aquel «algo» indefinible de
su voz, era inalcanzable para
cualquier otro cantante de
blues. Tenía música en su alma.
Sentía todo lo que cantaba. Su
sinceridad con su música era
una inspiración»
LOUIS ARMSTRONG
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