DIATREINTA I 12 El com ulsivo señor TOe ¿Recuerda a Jack Nicholson en la pelícu la Mejor imposible como un señor que camina sin pisar las líneas de la vereda, se lava las manos con un jabón nuevo cada vez o vuelve a cerrar las puertas tantas veces como se lo permite un aparente olvido? Esa manera de ser se llama Toe y era hasta hace poco un enigma. feota a más de 100 millones de personas en todo el mundo. No distingue sexo, raza, estrato social ni religión. La OMS(O~ ganización Mundial de la Salud) lo incluye ~l,tt'P.las 20 primeras enfermedades más incapacitan tes y entre las cinco enfermedades psiquiátricas más comunes. Se puede presentar en la infancia, adolescencia o adultez. El TOC (Trastorno Obsesivo Compulsivo) ha existido desde siempre -El cuento del rey Mídas, presenta al protagonísta como un claro ejemplo-- y se caracteriza por tener dos componentes: la obsesión y la compulsión; de ellos, su nombre. Una obsesión es un pensamiento o idea que invade la mente humana sin que la persona pueda suprimirla o evitarla. Una compulsión es la acción que se realiza para apaciguar ese pensamiento, aunque no siempre sea coherente con éste. En el Perú no se han hechos estudios en los que se determine el porcentaje total de casos con TOC; sin embargo, se estima que en Lima el1,50f0de sus habitantes padecen de este trastorno. TEXTO Y FOTOSII FÁTIMA MADI LUCK DIATREINTA I 13 DIATREINTA I 14 DIATREINTA I 15 Mala suerte A sus 27 años, Mícaela Risco no le encuentra sentido a su vida Desde hace un año, ha tenido pensamientos suicidas, sin embargo, por miedo nunca intentó realizarlos. Dice que siente mucho temor cada vez que la idea de despedirse de este mundo se le cruza por la cabeza. Y asegura que éste se triplica cuando piensa que su familia puede ser otra vez víctima de un infortunio por su culpa Micaela recuerda que hace 10 años, un familiar muy cercano a ella fue atacado por un perro callejero. Ella se encargó de curar su herida durante varias semanas. Cree que a partir de este hecho es cuando empieza su TOC. Después de curar religiosamente a su pariente, iba de inmediato al baño a lavarse las manos con agua y jabón -a veces incluso con alcohol y lejía-o Esto de alguua manera sosegaba su obsesión de contaminarse con la salíva del animal y contagiarse de rabia. La idea de infectarse la acompañó cerca de un año. A los 18 años, se obsesionó con el temor a contraer SIDA.Evitaba conversar con personas desconocídas, no iba a baños públicos ni se sentaba en el lugar que antes había sido ocupado por otros. Investigaba constantemente en libros o en Internet sobre esta enfermedad y sus precauciones. En una ocasión estuvo a punto de hacerse un análísis de sangre, pero no lo hizo por miedo a que la aguja esté infectada de este virus. Al cumplir los 19 años, estos temores desaparecieron. No obstante, regresaron 7 años más tarde, luego de " A los 18 año~e obsesionó con el temor a contraer SllJA. Evitaba conversar con personas desconocidas, no iba a baños públicos ni se sentaba en el lugar que antes había sido ocupado por otros." que su familia y ella vivieran ciertas situaciones adversas. Su tío se lastimó el tobillo, el negocio de sus padres fue asaltado y ella sufrió un accidente automovilístico. Micaela asoció estas desgracias al uso de la sal. Creía que como ella había tocado el salero hace algunos días, esta "racha de mala suerte" -como ella lo define- había sido producida por su culpa Entonces, evitó el contacto con las personas y objetos que ella creía estaban contaminados por la sal Cada vez que cogía el contenedor de este mineral, se lavaba las manos o cada vez que comía comidas muy sazonadas, se lavaba los dientes más de tres veces. Este temor a la sal fue aumentando progrestvamente hasta el hecho de no mencionarla o escribir su nombre; pensaba que comportándose de esa manera, neutralizaría el efecto de la mala suerte. De vez en cuando, también lavaba su oreja después de que otra persona haya utilizado el teléfono, pues si no lo hacía, recibiría malas noticias. Con el tiempo, abandonó su trabajo, dejó de realizar sus actividades de interés, perdió el apetito y le era difícil conciliar el sueño. Recién a partir de que pensamientos suicidas rondaron por su cabeza, Micaela se dio cuenta de que necesitaba ayuda Le contó a su familia sobre su enfermedad y juntos decidieron buscar ayuda especializada. Ahora, ella está recibiendo tratamiento farmacológico y espera que al cabo de unos meses, pueda ver resultados favorables. Noción y acción Entre los miles de personas con casos de TOC, muchas de ellas no saben que tienen este problema psiquiátrico y otras -conscientes de éllo ocultan por vergüeuza. Es fundamental que un individuo con este mal, recíba todo el apoyo de sus familiares y amigos. Se recomienda que estos no justifiquen ni participen en sus rituales u obsesiones, pues en vez de ayudarlo, estarían reforzando tales conductas patológicas. Hoy, esta enfermedad cuenta con tratamientos eficaces como la farmaeoterapta y la terapia cognitivo conductual, las que se adecúan a las características propias del paciente y de las que se han obtenido grandes resultados .•