El concepto de Barreras al Aprendizaje y la

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El concepto de Barreras al Aprendizaje y la Participación
Por: María Azucena
Sánchez Aburto
Docente de la Unidad Universidad Pedagógica Nacional
Tomado de: http://bibliotecavirtualinclusion.blogspot.com/2012/02/el-concepto-de-barrerasal-aprendizaje.html
Para comprender el concepto de barreras al aprendizaje y la participación podemos partir de la
advertencia que nos hacen Javier Romañach y Manuel Lobato cuando dicen:
Sabemos que las palabras o términos llevan asociados ideas y conceptos, y que esta
correspondencia no es azarosa sino que representan valores culturalmente aceptados
del objeto o ser nombrado. Estos valores se transmiten en el tiempo utilizando las
palabras como vehículo. Con el tiempo, si queremos cambiar ideas o valores no
tendremos más remedio que cambiar las palabras que los soportan y le dan vida.
(2005:1)
Los conceptos adquieren significación social cuando se traducen en prácticas concretas, de ahí
la importancia de enfatizar en la acotación de términos que dejen de lado la carga
discriminadora, peyorativa, etiquetadora y segregadora que ha generado históricamente dos
poblaciones, la del alumnado educable en una escuela común y la del alumnado considerado
como no educable en este tipo de escuelas, motivo por el cual tiene una atención segregada,
una educación, como menciona Miguel López Melero, “Hija de un dios menor”. (Consulta el 12
de abril de 2008, en página Web: http://ddd.uab.es/pub/educar/0211819Xn21p7.pdf).
Se trata de los proyectos educativos que parten de las expectativas de tener como destinatario
a un individuo deficiente educativamente hablando, al cual habrá de proporcionar una subeducación conducente de facto, a la construcción de aprendizajes inherentes a una subcultura,
lo cual pone de manifiesto la presencia institucional de dos currículos, uno de primera
categoría y uno otro de segunda.
Para adentrar el tema de las barreras al aprendizaje y la participación, he de referirme de
primera instancia a lo manifestado por Fernando Alonso López, quien en su Artículo “La
accesibilidad universal y el diseño para todos”, denomina: a las barreras, como: “…la expresión
de los obstáculos que hacen que las diferencias funcionales se conviertan en desigualdades
que limiten la calidad de vida de cualquier persona.” (2007:5)
Desde este punto de vista, es posible decir que las barreras pueden estar vinculadas al entorno
físico o actitudinal; que se manifiestan en la interacción del individuo con su contexto, y que
las limitaciones que imponen suelen desembocar en lo que se denomina discriminación directa
o indirecta, hacia una persona o hacia un colectivo de personas.
Las barreras, suelen limitar la autonomía de los individuos tanto como “…su capacidad de
elección, de interacción con el entorno y sus posibilidades de participación en la vida social. Y
todo ello se convierte en una vulneración del derecho de igualdad de oportunidades…” (López,
2007:7), algo que termina siendo una forma de exclusión social, que también se puede
manifestar como exclusión educativa, para lo que cabe tomar como modelo el siguiente
análisis:
Históricamente hay una primera forma de exclusión que se realiza mediante una sustracción
completa de la comunidad: por la deportación hacia fuera (…) por el destierro, (…) por la
matanza (…) Podríamos decir que el genocidio representa la forma última de estas políticas de
exclusión por erradicación total (…) Parece haber un segundo conjunto de prácticas de
exclusión consistente en construir espacios cerrados en el seno de la comunidad, pero
separados de ésta. Son los manicomios, las prisiones, los guetos, las leproseras (…) Propondré
distinguir una tercera modalidad importante de la exclusión: dotar a ciertas poblaciones de un
estatuto especial que les permite coexistir en la comunidad (no se les encierra ni se les coloca
necesariamente en guetos), pero que les priva de ciertos derechos y de la participación en
determinadas actividades sociales (ésta) tercera figura de la exclusión, consiste en la atribución
de un estatuto especial a ciertas categorías de población es tal vez, la principal amenaza de la
coyuntura presente. Esto se debe a las ambiguas políticas de discriminación positiva en las que
podemos incluir la mayoría de las políticas de inserción (…) este tratamiento social estigmatiza
muchas veces a las poblaciones implicadas (porque) cabe temer formas de exclusión a través
del encierro, no en un espacio vallado, sino en una etiqueta que discrimina negativamente a
las personas a las que se aplica cuando en realidad dicha etiqueta quería discriminarlas
positivamente. Yo planteo ese interrogante abiertamente: ¿cómo hacer para evitar que las
políticas de discriminación positiva se transformen en lo contrario? (Castell, 2004:65-69)
Al hablar de exclusión educativa, se focaliza la atención en lo que sucede en los entornos
escolares, en donde la propuesta curricular lejos de constituirse en una ayuda, pasa a ser una
barrera que elimina o dificulta las dinámicas de pertenencia y participación en la vida escolar
de algunos alumnos, al tiempo que se constituye en un impedimento para la promoción de la
igualdad de oportunidades de aprendizaje, al evitar o eliminar la presencia, los aprendizajes y
la participación de los alumnos con características diferentes en un ambiente que explote al
máximo las potencialidades de cada uno. (Echeita, 2008:11-12)
Asumir y reconocer la presencia de barreras en el entorno escolar, las cuales no pocas veces “
quedan enmascaradas y lejos del análisis crítico a cuenta de las políticas focal izadas sobre ‘los
alumnos diversos o especiales’…”: (Echeita, 2008:11-12), debe necesariamente, conllevar a la
búsqueda de acciones que permitan identificarlas y eliminarlas, sean éstas, actitudinales o
físicas, garantizando así las condiciones de accesibilidad al currículo escolar, bajo el principio
de la enseñanza para la diversidad, con lo cual se estará en el camino de la “…conquista de los
valores…” (López, 2007:13)
Así, el manejo del concepto de barreras al aprendizaje y la participación, surge de un
pensamiento y una propuesta educativa que opta por un modelo social o socio crítico,
respecto a la comprensión de los fenómenos de marginación o desventaja, y que en buena
medida, es el aglutinador de la propuesta y de la concepción de lo que es una educación
inclusiva,
de
ahí
que:
El uso del concepto “barreras al aprendizaje y la participación”, para definir las dificultades que
el alumnado encuentra, en vez del término “necesidades educativas especiales”, implica un
modelo social respecto de las dificultades de aprendizaje y a la discapacidad (…) contrasta con
el modelo clínico en donde las dificultades en educación se consideran producidas por las
deficiencias o problemáticas personales. De acuerdo con el modelo social, las barreras al
aprendizaje y a la participación aparecen a través de una interacción entre los estudiantes y
sus contextos; la gente, las políticas, las instituciones, las culturas, y las circunstancias sociales
y económicas que afectan a sus vidas. (Cobas, 2007:1)
Desde la perspectiva de la educación inclusiva, mientras que no siempre es posible modificar
las deficiencias o problemáticas personales que se supone –desde modelos deficitarios–, son
generadoras de dificultades en educación, “…sí podemos, y mucho, modificar el contexto,
eliminar o reducir las barreras de todo tipo que les condicionan.” (Booth y Ainscow, 2000:8).
De hecho en el texto, Diez nuevas competencias para enseñar, Philippe Perrenoud, afirma que:
Luchar contra los prejuicios y las discriminaciones sexuales, étnicas y sociales en la escuela no
es únicamente preparar para el futuro, es hacer el presente soportable y, si es posible
productivo. Ninguna víctima de prejuicios y discriminaciones puede aprender con serenidad. Si
hacer una pregunta o responderla despierta burlas, el alumno se callará. Si el trabajo en
equipo lo sitúa en el blanco de segregaciones preferirá quedarse solo en un rincón. Si las
buenas notas suscitan la agresividad o la exclusión basadas categorías sexuales, confesionales
o étnicas evitará tener éxito. Y así podríamos seguir. En primer lugar, para poner a los alumnos
en condiciones de aprender, hay que luchar contra las discriminaciones y los prejuicios.
(2004:127)
Entre las barreras al aprendizaje y la participación, podemos, citar las condiciones de los
entornos físicos, así como la presencia de actos discriminatorios[3] referidos a “…toda práctica
que tenga por objeto impedir o anular el reconocimiento de los derechos y la igualdad de
oportunidades entre las personas.” (CONAPRED, 2005:5)
Como un ejemplo de barreras al aprendizaje y la participación, constituidas por
comportamientos de rechazo y exclusión, podemos mencionar:
El hostigamiento que sufren los niños pertenecientes a minorías religiosas ante su negativa a
participar en actos cívicos, frecuentemente acaba en la aplicación de sanciones, el descrédito
público y la burla de sus compañeros y, en el peor de los caos, en agresiones físicas infligidas
por docentes, alumnos o hasta por padres de familia que intentan obligarlos a adoptar y
permanecer en determinadas posturas. (CONAPRED, 2005:7)
Otro caso muy frecuente, también reportado por CONAPRED, consiste en: La negativa de
algunas instituciones escolares a aceptar a niños que viven con alguna discapacidad, bajo el
argumento de que el personal de la escuela no tiene tiempo para ayudarlos en necesidades
como acceder a un salón de clases o hacer uso del servicio sanitario (…) aunado a la
estigmatización que sufren por parte de algunos compañeros, padres de familia y profesores
que ponen en duda su capacidad para aprender. (2005:7)
En consecuencia, la Educación Inclusiva, “…implica identificar y minimizar las barreras para el
aprendizaje y la participación y maximizar los recursos que apoyen ambos procesos…” (Cobas,
2007:1)
Es decir que el proceso incluyente, debe necesariamente, establecer redes de relaciones
sociales que van más allá de los compromisos institucionales burocráticos y que penetran en lo
más profundo de las organizaciones. En el mundo de los valores. De ahí la importancia de
enfatizar en el trabajo colaborativo que esto implica y que involucra a toda la comunidad
escolar, entendida como: “…la unidad conformada por todas las personas que intervienen
directa o indirectamente en la escuela (…) Los docentes, directivos, personal de apoyo,
administrativo y de intendencia, alumnos, comerciantes, padres de familia y visitantes
eventuales.” (CONAPRED, 2005:7)
Para dilucidar la importancia de considerar a la comunidad escolar en su conjunto, podemos
leer la siguiente la reflexión que una docente de educación superior hace sobre el entorno
escolar en el que se desenvuelve:
Comenzaré por el momento de ingreso a las instalaciones, en donde puedo ob servar lo
descuidado que está el inmueble y lo pequeño que es, lo inadecuado para la función educativa
que cumple.
Yo sé que las paredes hablan y aquí las escucho hablar de indolencia, de negligencia, de
descuido, de falta de mantenimiento, de hacinamiento.
Mientras recorro los diferentes espacios y lugares que conforman el edificio escolar, me
percato de que uno se siente hastiado, aburrido, desmotivado, cansado y lo atribuyo a que el
ambiente físico y laboral no es el adecuado, no es vivificante. Esto me hace pensar en cómo se
sienten los demás miembros de la comunidad escolar y reflexiono en el por qué de la dinámica
social (…). Hoy quiero darme la oportunidad de reflexionar también, en torno a las enseñanzas
y la comunicación de un espacio vital, la biblioteca, la cual sin lugar a dudas, representa un
lugar muy importante para el desarrollo de las actividades educativas porque es el espacio
donde la comunidad educativa tendría que acudir en busca de información a consultar libros,
documentos, bases de datos, videos, películas, etc., a trabajar en equipos, por parejas
etcétera. Aquí la biblioteca huele a viejo, en ella los espacios se distribuyen de manera
arbitraria, mientras que el acervo bibliográfico es escaso y bastante antiguo (…) Cuando entro
a la biblioteca la primera impresión que me viene a la mente es de desuso, de un espacio inútil,
estéril (…) aquí se trata de un espacio poco visitado.
A mí me gustaría que la biblioteca fuera un espacio más amplio, o por lo menos mejor
optimizado, que tuviera mesas que invitara a los usuarios a permanecer allí para el trabajo o la
consulta de libros; que se pudiera contar con un buen catálogo bibliográfico y con una
organización adecuada del acervo bibliográfico.
Me dirijo a las aulas y contemplo el entorno que parece sincronizado con la formación de
alumnos cuadrados e inmóviles, rutinarios, conformistas, dispuesto siempre a obtener la
máxima calificación (evaluación numérica) a través del mínimo esfuerzo y compromiso
académico; sincronizado también con el uso monótono de Planes y programas de estudio y
con la indiferencia de docentes y administrativos.
Los recursos tecnológicos son obsoletos y les falta mantenimiento (…), ocasionalmente puede
apreciarse un olor a humo de tabaco, cuando alguien, viola las prohibiciones de no fumar en
lugar cerrado; la iluminación es deficiente, muchas lámparas están fundidas; las oportunidades
de agrupamiento vaticinan conflicto de intereses entre académicos y administrativos, entre
grupos de académicos, entre alumnos y administrativos y por supuesto entre académicos y
alumnos. Si como dice Utset y Muxart: La cuestión es cómo convertir este escenario en una
invitación a actuar. Es decir, no convertir la función en obra de protagonista único, sino en una
obra coral, con una multiplicidad de acciones que se desarrollen simultáneamente, pero no
independientemente las unas de las otras sino en interrelación. Yo considero que a este
entorno escolar le caería bien: Una trasformación radical, empezando por la ocupación de un
inmueble mas adecuado y continuando con la reorganización del personal académico y
administrativo en términos de dinamizar urgentemente las relaciones sociales entre toda la
comunidad escolar (…) Esto desde luego, no será posible en el aislamiento y el trabajo
individual. (REDIEEI-UPN “n.d.”; consultado el 13 de julio de 2008, en página Web:
http://cursobasicoinclusion.blogspot.com/)
En este ejercicio podemos apreciar la preocupación de la profesora, por reconocer desde su
propia perspectiva y rol institucional, las características del entorno escolar en el que se
desenvuelve y en el cual se pueden apreciar condiciones que impactan no sólo la dinámica de
aprendizaje y la participación del alumnado, sino la de todos los miembros de la comunidad
escolar.
Desde la propuesta de la educación inclusiva, el reconocimiento de los obstáculos no son un
asunto meramente individual y responsabilidad de una sola persona en la comunidad escolar,
sino del colectivo, y en ese sentido, todos los miembros de ésta tienen mucho que decir,
proponer y poner en marcha.
La introducción del concepto de inclusión en el Índex de Tony Booth y Mel Ainscow (2000),
representa un paso gigante, de un modelo médico, deficitario, a la adopción de un modelo
sociocultural que sitúa los impedimentos para que todos los alumnos accedan al currículum
regular, en el ambiente y no en el alumno, al tiempo que nos hace partícipes a todos como
sociedad, de la existencia de esos obstáculos al aprendizaje y la participación de un sector de la
población, que ha sido víctima de exclusión en el acceso al currículum, en una correlación
directa con la filosofía de Junger Habermas, para quien:
La comunidad moral se debe construir sobre la eliminación de la discriminaci ón y el
sufrimiento y la incorporación de los marginados y de lo marginado (desde lo cual) la inclusión
no adquiere el significado de incorporación en lo propio y exclusión de lo ajeno (sino que) en la
“inclusión del otro” (se) propone una comunidad abierta, con límites permeables para todos,
incluso para aquellos que son extraños para los otros y que desean seguir siendo ajenos para
ellos. (En: Goldarazena, “n.d.” consultado el 14 de septiembre de 2008, en página
Web:http://www.goizargi.com/99-2000/habermas.htm)
Esta forma de entender a la inclusión del otro, con la convicción de que cada ciudadano se
haga solidario y responsable con el otro, como si fuera uno de “nosotros”, entendiendo al
“nosotros” como una comunidad que amplía cada vez más sus propios límites y se construye
sobre la eliminación de la discriminación, es en sí, lo que entraña el proyecto de una escuela
incluyente. (Goldarazena, “n.d.”, consultado el 14 de septiembre de 2008, en p ágina
Web:http://www.goizargi.com/99-2000/habermas.htm). Una escuela en donde la labor de los
integrantes de la comunidad escolar y de la sociedad en general, es de suma importancia para
evitar la reproducción, fomento, encubrimiento o aceptación de actitudes excluyentes. En este
sentido, su tarea es procurar que las relaciones en la comunidad escolar se desarrollen con
respeto y equidad hacia la diversidad en cualquiera de sus manifestaciones. (CONAPRED,
2005:7), así como el poder lograr la implementación de acciones dirigidas a lograr la
construcción de entornos escolares accesibles física y actitudinalmente.
A nivel nacional, podemos hablar de diversas instituciones públicas, tanto gubernamentales
como no gubernamentales, que dentro de sus ámbitos de competencia, incluyen la lucha
contra la discriminación y otras formas de exclusión constituidas en barreras al aprendizaje y la
participación. Entre ellas, la Comisión Nacional del los Derechos Humanos (CNDH); la
Secretaría de Gobernación (SEGOB) a través del Programa Nacional de Derechos Humanos
(PNDH) y la Secretaría de Educación Pública (SEP) por medio de distintos programas como el
Programa Nacional de Fortalecimiento de la Educación Especial y de la Integración Educativa
(PNFEEyIE), el Programa Integral de Formación Cívica y Ética para la Educación Primaria
(PIFCyEEP), el Programa de Educación Primaria para Niños y Niñas Migrantes (PEPNyNM)y el
Programa de Educación en Derechos Humanos (PEDH), o de áreas de instituciones como la
Coordinación General de Educación Intercultural y Bilingüe (CGEIB), del Consejo Nacional de
Fomento Educativo (CONAFE), y el Organismo creado específicamente para combatir la
discriminación, el CONAPRED. (2005:8)
En todos los casos encontramos el apego a principios y fundamentos filosóficos y legales, que
rigen la práctica de su ejercicio institucional y social, por lo que de manera específica, deseo
abocarme, a la situación actual de la propuesta de la educación inclusiva en México, en donde,
si bien, se han dado importantes avances en el ámbito de la atención a la diversidad,
encontramos un cierto vacío legal, que refleja una importante evolución en reciprocidad con
las demandas sociales y educativas.
REFERENCIAS
BOOTH, Tony & AINSCOW, Mel (2000). Índice de Inclusión. Desarrollando el aprendizaje y la
participación en las escuelas. Versión traducida y editada por Ana Luisa López y Rosa Blanco.
España, CSIE-UNESCO
CASTELL.“Encuadre de la exclusión”, en: Karsz (2004). La exclusión: bordeando sus fronteras.
Definiciones y matices. Barcelona, Gedisa.
COBAS O., María del Carmen. “La Educación Inclusiva: Oportunidad, Posibilidad y Realidad para
Todos”, en: Revista IPLAC. Publicación Latinoamericana y Caribeña de Educación; No. 1, eneroabril; 2007.
CONAPRED (2005). La discriminación en la escuela. Dirección General Adjunta de Vinculación,
Programas Educativos y Divulgación. México.
ECHEITA S. Gerardo (2008). Inclusión y Exclusión Educativa. “Voz y Quebranto”, en: REICE,
Revista Electrónica Iberoamericana sobre Calidad. Eficacia y Cambio en Educación. Vol. 6 No.2.
GOLDARAZENA L. Arturo (2000). “La inclusión del otro”, en: Estudios de Teoría Política. En
página Web: http://www.goizargi.com/99-2000/habermas.htm 14 de septiembre de
2008.
LÓPEZ Fernando Alonso (2007). “La accesibilidad universal y el diseño para todos”, en: De
Lorenzo, R. y Cayo Pérez Bueno, L. (2007). Tratado sobre la discapacidad. España.
LÓPEZ M. Miguel (1997). “La educación (especial): ¿Hija de un dios menor en el mundo de la
ciencia
de
la
educación?.
Revista
Educar
21,
1997.
En
página
Web:http://ddd.uab.es/pub/educar/0211819Xn21p7.pdf 12 de abril de 2008.
PERRENOUD, Philippe (2004). Diez nuevas competencias para enseñar. Biblioteca para la
Actualización del Maestro, México, SEP-Graó.
ROMAÑACH, Javier & LOBATO, Manuel (2005). “Diversidad funcional, nuevo término para la
lucha por la dignidad en la diversidad del ser humano”. En página
Web:http://www.imagina.org/archivos/archivos_vi/Diversidad%20funcional_vf.pdf 12 de julio
de
2008.
[1] Se entenderá que existe discriminación indirecta cuando una disposición legal o
reglamentaria, una cláusula convencional o contractual, un pacto individual, una decisión
unilateral, un criterio o práctica o bien un entorno, producto o servicio, aparentemente
neutros, puedan ocasionar una desventaja particular a una persona respecto a otras (...).
Artículo 6.2 de la Ley 51/2003 de Igualdad de Oportunidades No discriminación y Accesibilidad
Universal. (En: López, 2007:7)
[2] La accesibilidad es un conjunto de características que hacen posible que cualquier entorno,
servicio, sistema de gestión o mantenimiento se diseñe, ejecute o sea apto para el máximo
número de personas posible en condiciones de confort, seguridad e igualdad.
[3] En el Artículo Noveno de la Ley Federal para Prevenir y Eliminar la Discriminación, se
prohíbe toda práctica que tenga por objeto impedir o anular el reconocimiento o ejercicio de
los derechos y la igualdad de oportunidades entre las personas (Congreso de los Estados
Unidos Mexicanos del 2003; consultado el 14 de agosto de 2008, en página
Web:http://www.ordenjuridico.gob.mx/Federal/PE/PR/Leyes/11062003(1).pdf)
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