La comedia griega - The Credit Strategist

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14 MERCADOS
EL MUNDO / AÑO VALOR / Nº VALOR / DOMINGO 10 DE JULIO DE 2011
>> ECONOMÍA Y EMPRESAS
La comedia griega
Michael
Lewitt
La crisis financiera griega ha sobrepasado la
fase de tragedia y no llega a entrar en la de
farsa. El problema está en que van a ser
muy pocos los que se van a seguir dejando
embaucar por los protagonistas de este espectáculo. La aprobación del plan griego de
austeridad por una mayoría de 155 a 138
marca el comienzo de la siguiente fase de la
crisis de la deuda europea.
La manera en que las autoridades europeas están abordando la cuestión de Grecia
me recuerda lo que dice un personaje en la
película de Woody Allen Crimes and Misdemeanors (Delitos y faltas). En la película,
Allen interpreta a un director idealista de documentales cinematográficos que es contratado para realizar una crónica de los logros
de su cuñado Lester, un productor de televisión de éxito. Lester es increíblemente pretencioso y le encanta pontificar sobre su obra.
Uno de sus pomposas declaraciones es
que «la comedia es tragedia más tiempo».
Lester cree que cualquier cosa se puede
transformar en comedia si se le concede el
tiempo suficiente (y su talento, por supuesto). En el caso de la crisis económica griega,
parece como si los dirigentes europeos hubieran adoptado la convicción de Lester de
que el retraso de una verdadera solución al
problema transformará la crisis con el tiempo en algo más positivo. Desafortunadamente, es mucho más probable que esto se produzca en una de las películas del señor Allen
que en la vida real. No por nada se llama a
la economía la ciencia deprimente.
Grecia no va a asistir a un final feliz de sus
penalidades económicas. El fracaso a la hora
de afrontar con realismo los problemas financieros de Atenas garantiza que el pánico actual a una suspensión de pagos de la deuda
griega terminará convirtiéndose, más pronto
o más tarde, en una grave crisis financiera.
Por definición, esta crisis llegará cuando menos se lo esperen los mercados. Es más, esa
crisis no se limitará a Grecia por culpa de la
estructura interconectada de los mercados y
las economías en los tiempos modernos.
En consecuencia, el hecho de no tomar
hoy mismo las decisiones desagradables encaminadas a aportar una solución coherente a la enfermedad económica terminal de
Grecia no es simplemente una tragedia para los griegos y los europeos. Es una tragedia para el mundo financiero en su conjunto y garantiza al mundo una grave crisis financiera más pronto que tarde.
No deja de ser una ironía que la razón
primera y principal de los dirigentes europeos para negarse a hacer lo que deberían
hacer sea también la razón por la que sería
tan doloroso hacer lo deberían hacer. Las
conexiones entre Grecia y las instituciones
financieras europeas son amplísimas. A finales de 2010, los bancos franceses tenían
37.000 millones de euros (todas las cifras
son aproximadas) de deuda griega; los bancos alemanes tenían 24.000 millones; los
bancos del Reino Unido tenían 9.000 y los
portugueses (como si el país no tuviera bastantes problemas de deuda con la suya propia) tenían más de 7.000 millones.
Moody’s Investors Service ha advertido
que podría rebajar las calificaciones crediticias de tres bancos franceses (BNP Paribas,
Credit Agricole y Societe Generale) en función de sus inversiones en deuda griega. De
todos modos, ni siquiera estas cifras cuentan
la realidad en toda su integridad. No hay que
descartar, por ejemplo, que los bancos del
Reino Unido en situación de debilidad pue-
ARNAL BALLESTER
dan encontrarse en mayor riesgo como consecuencia de un impago de deuda griega a
pesar de tener menos deuda que otros.
El propio Banco Central Europeo tiene
mucha más deuda griega de la que querría.
Según la información de que se dispone, el
BCE es tenedor de más de 80.000 millones
de euros de deuda griega, una suma que excede con mucho su capital. Además de infligir pérdidas incalculables al banco central, una suspensión de pagos haría ilegal
que el BCE aceptara más deuda griega como garantía subsidiaria, lo cual le impediría prestar más dinero a Grecia.
Las conexiones no terminan ahí. Cuatro
grandes bancos franceses (los tres mencionados anteriormente más Natixis) han tomado prestados 64.000 millones de euros
de fondos del mercado monetario estadounidense. La finalidad de estos fondos es
proporcionar rentabilidad sin riesgo a sus
inversores mediante inversiones en valores
de bajo riesgo, como deuda pública. Desgraciadamente, estos fondos se han visto
obligados a buscar sus rendimientos en
otros lugares en un mundo en el que la deuda pública no es ya ni una inversión carente de riesgos ni remuneradora. En la actualidad, el 12% de sus activos están en manos
de bancos cuya solidez financiera se está
viendo amenazada por una suspensión de
pagos de Grecia.
COMPLEJAS INVERSIONES DE EEUU
Los bancos norteamericanos tienen inversiones en Grecia principalmente a través de
derivados de crédito. Personalmente no esperaba menos: los bancos norteamericanos
se sienten atraídos a la especulación como
las moscas a la basura. Además, después de
todas las bravatas acerca de la regulación
de los derivados para evitar una repetición
de la crisis financiera de 2008, nada se ha
hecho para frenar el apetito especulativo en
estos instrumentos.
Los bancos norteamericanos han suscrito
24.000 millones de euros en seguros contra
impagos de deuda pública griega, aunque el
cobro real en caso de impago sería probablemente mucho menor (aún así, de miles
de millones de euros). Sin embargo, esta actividad no se detiene en las costas del mar
Egeo. Los bancos norteamericanos han suscrito asimismo 38.000 millones de euros en
seguros contra impagos de deuda pública irlandesa y otros 29.000 millones en seguros
contra impagos de deuda pública portuguesa. En otras palabras, los bancos norteamericanos han suscrito más de 90.000 millones
España, Italia y Bélgica pueden
hacer temblar los cimientos
de la Unión Europea
Islandia es un ejemplo que sólo
se puede seguir si se acepta una
irremediable salida del euro
en seguros de crédito a los tres miembros
más débiles de la Unión Europea.
En un entorno en el que el capital de los
bancos es más valioso que nunca y en el
que están obligados a acumular unos capitales aún más sólidos, una moratoria griega
supondría un duro golpe. Por otra parte, si
bien no hay manera de saber qué parte de
este seguro está asegurando en realidad la
tenencia real de deuda griega, se puede
aventurar, con un alto grado de certeza, que
es mucho menor que el monto total. Un
porcentaje importante de esta exposición (a
la deuda pública griega) se ha contraído sin
duda en función de la pura especulación sobre lo que vaya a ocurrir en Grecia.
Probablemente sea el secreto peor guardado del mundo que ninguno de los planes
que se están planteando para evitar una inminente suspensión de pagos de Grecia va
a resolver los problemas de endeudamiento del país. El país heleno es insolvente sin
remedio y nunca será capaz de pagar su
deuda en cantidades cercanas a la par.
Una estimación reciente ha dado a entender que una suspensión de pagos llevaría a
un 45% de rebaja de los títulos de deuda
griega. Prestarle más dinero no es más que
tirar dinero en un agujero negro. Hay quienes creen que esta estrategia está impidiendo un agujero negro aún más grande que
podría tragarse toda la Unión Europea, aunque el caso es justamente todo lo contrario.
Debe trazarse la línea en Grecia a fin de preservar un núcleo central de la UE.
Este país no es el único miembro insolvente de la Unión. Irlanda también está con
el agua al cuello y está presionando a los tenedores de bonos privados a que se avengan
a una reestructuración, que es una forma
educada de pedirles (o en última instancia,
de comunicarles) que asuman las pérdidas.
Portugal no anda muy a la zaga de la Isla Esmeralda. A continuación aparecen tres naciones cuya suspensión de pagos o reestructuración de deuda conmocionaría los cimientos de la UE: España, Italia y Bélgica.
No tengo que decirles a los lectores de
MERCADOS que los intereses de los préstamos a España han aumentado hasta niveles sin precedentes (e insostenibles), mientras que Italia se enfrenta a una degradación de su calificación crediticia. La UE
puede sobrevivir, sin duda, a la pérdida de
Irlanda, Grecia y Portugal, pero no hay forma de que pueda soportar un hundimiento
de tres países más grandes.
Los que tiene problemas van a tener que
adoptar un modelo diferente con el fin de alcanzar un futuro económico positivo. Cada
vez resulta más evidente que el camino seguido por Islandia debería ser tenido seriamente en consideración por otros países que
no puedan cumplir con sus obligaciones.
Cuando se dio cuenta de que nadie la iba a
rescatar, Islandia se rescató a sí misma. Dejó de pagar sus deudas y comunicó a los
acreedores que no iban a cobrar. Sin embargo, apenas tres años después, el país ha estado en condiciones de recurrir de nuevo a
los mercados de capitales y de aumentar la
deuda a 5 años en poco más de un 3%.
En el ínterin, el país sufrió dificultades
económicas graves. Sin embargo, la depreciación de su moneda en un 80% frente al
euro le ha permitido generar un superávit
comercial y volverse a levantar. En efecto, Islandia se declaró en quiebra para recuperarse y descubrió que de nuevo podía obtener
acceso al capital en aquellos mercados a los
que había causado pérdidas. Es fama que
los titulares de bonos tienen mala memoria.
Los lectores no deberían olvidarlo.
Islandia no era miembro de la UE, lo que
ha sido una gran ventaja. Los que sí lo son
no tienen la posibilidad de dejar que sus
monedas caigan a niveles competitivos porque están atrapados por el euro. Sin embargo, la UE no fue diseñada como un pacto suicida. A menos que se desarrolle otro
mecanismo para resolver este problema,
Grecia, Irlanda y otros países no tendrán
más opciones que salirse del euro o la ruina económica. Cuando lo que se imponga
sea la realidad y no la esperanza, se producirá la reestructuración inevitable. El que
sea una comedia o una tragedia lo voy a
dejar a la decisión de mis lectores.
Michael Lewitt es director de The Credit Strategist y autor de La muerte del capital.
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