XIV Jornadas de Teología sobre la Caridad

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XIV Jornadas
de Teología sobre
la Caridad
ALFONSO MILIÁN
Obispo de Barbastro-Monzón y responsable de Cáritas en la CEPS
DOLORES ALEIXANDRE PARRA
RSCJ
ANTONIO BRAVO TISNER
Delegado Episcopal de Cáritas Española
EQUIPO DE PONENCIA
Cáritas Española
Conferencias
INAUGURACIÓN DE LAS
XIV JORNADAS DE TEOLOGÍA
SOBRE LA CARIDAD
MONS. ALFONSO MILIÁN
Obispo de Barbastro-Monzón
y responsable de Cáritas en la CEPS
INTRODUCCIÓN
Son estas las XIV jornadas de Teología sobre la caridad
que celebramos cada cuatro años.Y cada cuatro años celebramos el Congreso Hispano-Latinoamericano y del Caribe. Con
lo cual cada dos años tenemos la oportunidad de enriquecer
nuestra formación en un tema tan importante para nosotros
como es la teología de la caridad.
Convencidos de que necesitamos estar en continua formación habéis venido de diversas caritas diocesanas, de otras instituciones y también interesados por el tema, a nivel personal.
Bienvenidos seáis todos.
En el Decreto sobre el Apostolado de los Laicos se nos
dice que «además de la formación común a todos los cristianos, no pocas formas de apostolado, necesitan una formación
específica y peculiar» (1) . «La formación debe considerarse
(1)
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Alfonso Milián
como fundamento y condición de todo apostolado fecundo
(...). Y para que la formación para el apostolado no quede en
una instrucción teórica, aprenda el seglar poco a poco y con
prudencia, desde el comienzo de su formación, a verlo, a juzgarlo y a hacerlo todo a la luz de la fe» (2). Necesitamos,
como nos dice Juan Pablo II en Iglesia en Europa «una teología rigurosa en el ámbito científico que genere adoradores en
espíritu y en verdad. Que una investigación científica y oración» (3).
El tema es atrayente: «LA ACCION DE CARITAS A LA
LUZ DE LA ANTROPOLOGÍA Y TEOLOGÍA DE LOS MÁS
VULNERABLES DE LA SOCIEDAD». Contamos con la ayuda
de unos buenos maestros como son Fernando Velasco, Dolores Aleixandre, Antonio Bravo y Víctor Renes relator del equipo para la cuarta ponencia.
Todos reconocemos que el verdadero maestro, con mayúscula, es el Señor. Nos dice S. Agustín: «nosotros todos tenemos un solo maestro y, bajo su autoridad, nosotros somos
condiscípulos. No somos vuestros maestros porque os hablemos desde lo alto de un estrado, sino que el maestro de todos es quien habita en todos nosotros» (4).
Jesús no tenía que acudir al testimonio de otros ni recurrir
a citas para confirmar su enseñanza. Él hablaba con autoridad.
Dedicaba tiempos a «darles clase»: «Se fueron de allí y atravesaron Galilea. Jesús no quería que nadie lo supiera, porque estaba
dedicado a instruir a sus discípulos». En esta ocasión la lección
era particularmente difícil. No se trataba solamente de apren(2) AA 29.
(3) EiE.
(4) San Agustín. De magistro; también Sermo 134,1 (PL 38,72ss).
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der sino de asimilar, como todas las enseñanzas de Jesús: El
Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres, le
darán muerte, y, después de morir, a los tres días, resucitará. Ellos
no entendían lo que quería decir.
Por el camino los discípulos iban, distraídos, «a lo suyo»:
quien es el más importante, como si la lección que Jesús intentaba que asimilaran no formara parte de «las asignaturas de su
carrera». Jesús les llama la atención y los vuelve al tema de la
lección: el que quiera ser el primero que sea el último de todos y
el servidor de todos.
La verdad es que la primera lección que dio Jesús en la sinagoga de su pueblo dejaba entrever esta lección que les acaba de dar a sus discípulos: El Espíritu del Señor está sobre mí,
porque me ha ungido para anunciar la buena noticia a los pobres;
Me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y dar vista a los ciegos, a liberar a los oprimidos y a proclamar un año de
gracia del Señor. Pocas veces enseñaría en un local cerrado. Su
enseñanza la hacía pos las calles, caminos y plazas o por las
montañas, o en el lago de Tiberíades. Salía a enseñar. Iba en
busca de la gente. No esperaba que acudieran al despacho, a
su lugar de acogida. Se dirigía a todos: niños, jóvenes y mayores, creyentes y no creyentes, judíos, griegos, romanos, instruidos e ignorantes, trabajadores y maestros. La Buena noticia
que necesitaba esta gente ardía en el corazón. Tenía sumo interés en que comprendieran que había otra forma de vivir,
que otro mundo era posible, el Reino de Dios.
Para que la formación sea completa, integral, es necesario fortalecer la dimensión espiritual. No basta la teología
sin la mística. Necesitamos más que nunca tener una experiencia fuerte de Dios. El estudio de la teología nos debe
llevar no solo a conocer más y mejor todo el tema de la fe
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Conferencias
Inauguración de las XIV Jornadas de Teología sobre la Caridad
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Alfonso Milián
sino a tener un «trato de amistad con quien sabemos que
nos ama».
Para atender esta dimensión espiritual de todos los que de
una forma u otra trabajamos en Cáritas hemos programado
unos ejercicios espirituales del 20 al 23 de abril.
Nos dice U. von Baltasar, cuyo centenario estamos celebrando: «si la teología no es oración, no procede de la oración
y a ella conduce, no sirve para nada». En esta misma línea decía K. Rahner, cuyo centenario se celebró hace poco: «el cristiano del futuro o será místico o no será». Dos teólogos de
gran trascendencia en el Concilio y en el desarrollo teológico
de este último siglo. «En estos tiempos son menester amigos
fuertes de Dios para sustentar a los flacos» (Sta. Teresa).
Recordemos que «nos formamos no para dominar el
tema de Dios, sino para ser dominados por El» (H. Nowen).
Desde esta dimensión creyente y contemplativa los pobres
se convierten en Palabra de Dios para nosotros, son nuestros
maestros. Ellos, desde su desvalimiento nos descubren lo esencial. Es sumamente fructífero ponernos a la escucha del magisterio de los pobres, entrar en la escuela de los más pequeños.
Tomar sus palabras en serio. Nos revelarán lo esencial de las
cosas. ¡Cuanto nos enseñan los pobres en el compartir!
Ellos, los pobres, captan muchas cosas que los entendidos
no comprendemos: yo te bendigo, Señor del cielo y de la tierra,
porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las
has revelado a la gente sencilla. Hay sabiduría y gracia en los pobres que sólo aprenden quienes se hacen discípulos de ellos.
Dice Felipe Fernández Alía: «Uno piensa que los pobres es
la única suerte que le queda a esta sociedad de Occidente y
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que la pobreza, como esfuerzo solidario para el buen reparto
humano, es la salida liberadora para esta sociedad cansina por
el consumo. Una y otra vez los pobres pueden abrirnos caminos».
Esto exige de nosotros muchas cosas junto con esta formación teológica que vamos a recibir. Me atrevo a acentuar
una: dimensión contemplativa. Dejarnos impactar, templar,
como se templa el hierro en la fragua adquiriendo sus mismas
propiedades.
Que los maestros que nos van a acompañar estas Jornadas junto con el intercambio entre todos nosotros nos ayuden
a aprender las enseñanzas del Maestro Jesús de Nazaret y de
los, también maestros, que son los pobres.
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