PALACIOS DE COLECCIONISTA EN ÁVILA

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P a l a c i o s
d e
c o l e c c i o n i s t a
en
PALACIOS DE
COLECCIONISTA
EN ÁVILA
Jesús Mª Sanchidrián Gallego
CONFERENCIA EN EL
MUSEO DE ÁVILA
27 de marzo de 2014
Á v i l a
PALACIOS DE
COLECCIONISTA EN
ÁVILA
Jesús Mª Sanchidrián Gallego
INTRODUCCIÓN
El texto que sigue constituye el guión de la conferencia dada
en el Museo de Ávila el jueves 27 de marzo de 2014 con motivo de la
celebración del 150 aniversario del nacimiento de Bernardino de
Melgar y Álvarez de Abréu (1863-1942), marqués de Benavites, de
Piedras Albas y Grande de España y luego marqués de Canales de
Chozas, y se enmarca dentro del programa de actividades de
promoción y divulgación de su figura por su contribución al
enriquecimiento cultural de Ávila.
El tema elegido pretende acentuar la faceta de coleccionista
que con tanta fortuna cultivó el Marqués, y relacionar la misma con
las colecciones artísticas, entendidas éstas en el más amplio sentido
de la palabra, que se formaron, en alguna medida, por los nobles y
aristócratas abulenses en torno a los palacios que fundaron en la
ciudad ricos caballeros de antiguos linajes, lo mismo que hizo
Bernardino Melgar.
No tratamos aquí de la riqueza artística que guardan iglesias y
conventos, ni de los museos monásticos, ni de colecciones externas
que puedan tener fondos de Ávila, y lo hacemos solo de la herencia
de algunas de las casas fuertes de la ciudad y/o de las colecciones
que formaron los linajes ligados a las mismas, pues este es el punto
de encuentro con el Marqués.
Y hablaremos de los personajes que conservaron y reunieron
en sus casas objetos de coleccionista; de los palacios que algún día
custodiaron artículos de interés cultural; del conservador Museo de
Ávila nacido para preservar el patrimonio histórico y artístico de la
Ávila y su provincia; de los ilustres veraneantes que aireaban los
caserones cerrados durante el año; de la curiosidad y misterio que
rodean a los viejos palacios; de los verracos vettones que fueron
motivo de adorno de las residencias palaciegas; de algunas
colecciones museísticas de Ávila que exhibieron sus palacios; de los
parlamentarios por Ávila y damas teresianas que dejaron su nombre
aristocrático como impronta señorial; de la venta de colecciones
como síntoma de decadencia; de la impresionante colección pictórica
de Goya, Madrazo y Sorolla que aglutina a numerosos personajes de
la historia abulense, con quienes existen lazos familiares y/o de
vecindad o paisanaje que tanto unen, y de las colecciones que
guardan en otros palacios fuera de Ávila; y de las colecciones que no
tienen palacio, y de los palacios que no tienen colecciones.
Y todo se expone y lo contamos de una forma ilustrada y
visual, y en un breve espacio de tiempo que no permite profundizar
en exceso en cada uno de los temas seleccionados, aunque cabe
esperar que sea suficiente para aproximarnos a los mismos y
contagiarnos de su interés para otras oportunidades.
El contexto temático elegido entonces se desarrolla en los
siguientes apartados:
1) Ávila de coleccionistas. 2) Palacios cerrados. 3) Un museo
para la ciudad. 4) La colonia veraniega abre puertas y ventanas. 5)
¿Qué guardan los palacios? 6) Verracos vettones para los palacios.
7) Colecciones museísticas en palacios de
Ávila. 8) Nobles
1
parlamentarios por Ávila y damas de Santa Teresa. 9) Exposición y
venta de colecciones. 10) Goya en las colecciones de nobles
abulenses. 11) Los Madrazo retratan el linaje abulense. 12) Sorolla
en las colecciones de Ávila. 13) Colecciones de nobles abulenses en
palacios fuera de Ávila. 14) Colecciones con y sin palacio y palacios
sin y con colecciones.
1. ÁVILA DE COLECCIONISTAS
Ávila palaciega fue en un tiempo también Ávila de
coleccionistas aristócratas que apostaron por el arte como signo de
distinción, como no podía ser de otro modo, ya que con ello se
vestían las llamativas mansiones que exigían una decoración a la
altura de su señorial arquitectura.
Los históricos palacios renacentistas que dieron renombre y
relumbrón a la ciudad medieval fueron, en algún momento, con
mayor o menor relevancia, ricos contenedores culturales de ilustres
propietarios. Uno de los mejores ejemplos de ello es el palacio del
regidor Juan Henao (actual parador de turismo) que guardaba la
colección formada por Bernardino Melgar y Álvarez Abreu, marqués
de Benavites y marqués de Piedras Albas. Lo mismo que destacan el
palacio de Superunda, donde se reúne la colección del pintor
Caprotti, y el palacio de don Suero del Águila, que fue del duque
de Valencia, donde se agolpaban igual numerosas obras de arte y
otras antigüedades y se está preparando desde hace años para sede
del Prado disperso. También el palacio de Abrantes mantiene su
decoración de antaño con mobiliario y carruajes de época.
Hubo un tiempo en que la casa señorial se convirtió en un
museo que reunía gran multiplicidad de objetos de valor que daba
prestancia y prestigio a sus dueños, el mismo que ahora
reivindicamos como patrimonio común para orgullo de la ciudad,
lugar que configura la arquitectura urbana de la que forman parte las
residencias palaciegas de nobles caballeros.
Y añadimos que la fuerte personalidad de alguna celebridad
de las grandes familias nobiliarias españolas que tuvieron casa en
Ávila transciende del ámbito local, lo que nos sirve de excusa para
compartir sus interesantes colecciones artísticas, tales como la del
museo Cerralbo, y otras que lo fueron, como las de los duques de
Parcent y de Tamames, a los cuales unimos los nombres de los
Alba, Montijo y Medinaceli, quienes tuvieron parte de su patrimonio
en la capital abulense donde sólo se ocupaban de administrar sus
bienes a través de apoderados.
Todo queda relacionado en torno a la institución palaciega y
sus dueños, porque los propietarios de las mansiones señoriales,
personajes de la aristocracia, eran los solían formar colecciones de
interés, ya que se lo permitía su posición económica y social. De ahí
que sus nombres y genealogías se repitan como una constante
cuando hablamos de palacios abulenses, a los que despojamos de la
aureola de antaño para hacernos imaginariamente con sus
colecciones o las de sus señores con el fin de convertirlas en
patrimonio cultural de todos.
Y aunque Ávila también aporta bienes de la ciudad a otras
colecciones, públicas o privadas, entre cuyos fondos sobresalen
obras artísticas creadas, inspiradas o procedentes de aquí, no
trataremos ahora sobre ello, y dejamos ejemplos como los vistos en
la Biblioteca Nacional, donde está la Biblia de Ávila; en el Museo del
Prado, donde se exhiben pinturas de Berruguete; en el Museo del
Romanticismo, donde se hallan cuadros de Valeriano Bécquer; en el
Museo de Lázaro Galdiano, en el que están los dibujos de
Carderera; en el Museo de Escultura, que guarda los apuntes sobre
Ávila de Genaro Pérez Villaamil; en el Museo Reina Sofía, donde
Ávila se representa en la pintura de Zuloaga y Echevarría; en el
Museo Arqueológico, que exhibe algunos verracos vettones de
Ávila; en el Museo del Traje, que luce ropajes y atuendos de
nuestros paisanos; y en otros muchos lugares que podríamos seguir
citando en una larga lista que nos sobrepasa.
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2. PALACIOS CERRADOS
La época de esplendor palaciega de Ávila no duró siempre y
los viejos caserones de la nobleza abulense pasaron siglos de
progresivo abandono, lo que propició la ruina y desaparición de
algunos de ellos, y de otros el vaciado de muebles, tapices,
porcelanas, pinturas, armaduras y otros elementos decorativos.
Y sobre esta sensación de decrepitud de los palacios
renacentistas que nunca lograron impregnar de su espíritu a la
ciudad medieval, porque Ávila siempre fue Edad Media, José
Martínez Ruiz Azorín (1873-1967), en su discurso de ingreso a la
Real Academia de la Lengua de 1924 que titula Una hora de
España, nos traslada tristes impresiones intemporales que fueron
atractivo y motivo de melancolía romántica con las siguientes
palabras:
Las ventanas de estos palacios y caserones están cerradas.
Cerradas están las puertas en el huerto que respalda las casas;
crecen viciosas las hierbas por los caminos. Los señores de estos
palacios se han marchado más allá de los mares. Dentro de los
caserones, en las anchas salas, el polvo ha ido formando una
delgada capa sobre los muebles. La baraúnda de las cosas que
asombraba a Santa Teresa descansa en armarios, bufetes y
escaparates. Correrán los siglos ¿Quién abrirá de nuevo estos
palacios? ¿Dónde, dentro de trescientos, de cuatrocientos años
veremos muchas de las cosas que forman la sorprendente
baraúnda? En este sillón de cuero realzado, ¿quién se sentará? Este
retrato de un caballero con su lagarto de Santiago o el tao de San
Juan al pecho, ¿de dónde colgará? Diez, doce, quince caserones en
la noble ciudad están cerrados; en tierras lejanas, más allá de los
mares, bajo el fulgor de otras estrellas están sus dueños. Y en las
horas de melancolía, en aquellas inmensidades, seguramente
tendrán un recuerdo henchido de ternura para estos palacios y para
estos jardines en que las rosas, no cortadas por nadie, se deshojan
lentamente en los senderos por la primavera y el otoño.
Y sobre la imagen de relativo abandono que sufre Ávila, José
Nicolás de Melgar y Álvarez de Abreu, Marqués de San Andrés,
hermano del académico Marqués de San Juan de Piedras Albas,
describió en 1960 la ciudad palaciega refiriéndose a la situación que
presentaba cuando “en el año 1877 vinieron a Ávila a reedificar el
solar de sus mayores sus padres, don Juan de Melgar y Quintano,
quinto marqués de Canales de Chozas, y su mujer, doña Campanar
Álvarez de Abreu y Álvarez de las Asturias Bohórquez”:
De los treinta palacios que existían, como restos del antiguo
esplendor de la que fue capital de Castilla en la Edad Media, solo
están vividos por sus dueños el de los duques de Abrantes; el de los
condes de Superunda y marqueses de Bermudo, señores de
Zurraquín y de Bularros, que hoy es residencia y museo del artista
Guido Caprotti; el torreón de los condes de Oñate, hoy de la condesa
de Crecente; el de los duque de la Roca, hoy Audiencia Provincial, y
por último, el de los Sofraga y Villaviciosa, habitado por los
marqueses de Peñafuente, condes de Villamediana. Todos los
restantes señores emigraron a la Corte y dejaron al cuidado de sus
palacios a los administradores de sus fincas, y por ello se llamó en
algún tiempo a esta ciudad, en lugar de Ávila del Rey y de los
Caballeros, “Ávila de los Administradores”.
Más aún, abundando en esta idea, Azorín retoma en 1924 lo
que decía la guía de Valeriano Garcés de 1863, y en Una hora de
España insiste:
Ávila es ciudad de los administradores que las grandes casas
españolas tienen en Ávila. Y tienen administradores aquí S. M. la
Emperatriz de los franceses, los Duques de Abrantes, Alba,
Medinaceli, Roca, Tamames; los Marqueses de Cerralbo, Fuente el
Sol, Obisco, San Miguel de Gros; los Condes de Campomanes,
Parcent, Polentinos, Superunda, Torrearias; y la Condesa de Montijo.
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En el primer tercio del siglo XX estaban ocupados y en uso,
con más o menos frecuencia, los palacios de Abrantes, Águilas,
Canales de Chozas, Cerralbo, Crecente, Parcent, Polentinos, Roca,
Superunda, Sofraga, Velada y Verdugo, y son muchos los
aristócratas que tienen casa en Ávila que pasan temporadas en la
ciudad dejando su impronta.
Y en este contexto, y a propósito del magnífico ejemplo que
supuso la actividad de Bernardino Melgar y Álvarez Abréu, nuestro
marqués de Benavites y de Piedras Albas, sobresalen las
actividades palatinas de los duques de Valencia, Parcent, Tamanes,
Abrantes, y Cerralbo, por ejemplo, quienes ejercieron como mecenas
culturales, esporádicamente, en sus mansiones abulenses y más en
sus palacios madrileños. De todo ello, contamos con excelentes
testimonios que nos sirven, por contagio de paisanaje, para presumir
de los valores culturales de dichas actividades, aunque otros nobles
ya habían vendido sus posesiones en Ávila y se afanaban en formar
colecciones en las casas de Madrid.
3. UN MUSEO PARA LA CIUDAD
Como una de las respuestas a la necesidad de preservar el
patrimonio histórico y artístico de Ávila y su provincia, y ante la
general decadencia de la nobleza abulense que tenía abandonadas
sus mansiones señoriales, Ávila inauguró el Museo en 1911,
efemérides celebrada con éxito en el centenario de tal
acontecimiento que hicimos en 2011.
La creación del museo se produjo por el impulso de
personajes honoríficos de la cultura que integraban las Comisiones
Provinciales de Monumentos como una de las metas propuestas
desde 1844. El nuevo museo se instala en el edificio denominado
“Museo y Biblioteca Teresianos” construido según proyecto del
arquitecto Enrique María Repullés (1845-1922), siendo en 1968
cuando se traslada a la señorial y palaciega casa de los Deanes,
después de pasar por otros emplazamientos.
Con motivo de la inauguración del Museo, que presidió el
arqueólogo y académico José Ramón Mélida (1856-1933), se
organizó
una exposición que reunía vestigios prehistóricos,
verracos, figuras de bronce, antigüedades romanas, elementos
árabes, canecillos de San Vicente, una escultura yacente del obispo
Roelas, una pintura de influencia flamenca, casullas bordadas,
pergaminos, escudos heráldicos y bajorrelieves, el pote de Ávila y
fotografías de los principales monumentos.
Y entre las contribuciones a la exposición inaugural del Museo
figuran algunas procedentes de los viejos palacios abulenses, como
las del Marqués de Benavites, que cedió un óleo sobre tabla, un
lienzo, mobiliario, lozas y otros objetos curiosos de parte de la
colección universal que guardaba el palacio de Henao, la misma que
en 1968 llegó al Museo cedida por la Diputación Provincial tras
adquirirla en 1958.
Otras aportaciones palaciegas fueron una pequeña pila
cerámica de agua bendita que solía colocarse sobre la pared del
dormitorio, cedida por la condesa viuda de Crecente, y una cruz de
bronce que prestó el duque de Valencia. Sin olvidar aquí la
colaboración, entre otros miembros de la Comisión Provincial de
Monumentos de Ávila, del académico y cronista de la ciudad el
marqués Manuel de Foronda (1840-1920), así como de Fernando
de la Cerda y Carvajal (1847-1927), I duque de Parcent, patrono de
Mosén Rubí donde tenía su mansión palaciega y antes propietario
del palacio de Bracamonte, quien era un artista y pintor experto de
las Bellas Artes, casado en primera nupcias con la escritora
malagueña Pepita Barrientos, y en segundas con María Trinidad
Scholtz, gran mecenas de arte y destacada activista cultural.
La andadura centenaria que siguió y sigue el Museo después
de su inauguración sobrepasa el tema que nos ocupa, lo que no
impide que añadamos que pronto se convirtió en el mayor referente
para la conservación, el estudio, el conocimiento y la divulgación de
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todo lo relacionado con la arqueología, las bellas artes y la cultura
popular de Ávila y su provincia, aspectos todos ellos que cultivó con
éxito el marqués de Piedras Albas.
guías de la época. Con ello, se enriquece también la vida cultural de
Ávila en la que juegan una parte activa el marqués de Piedras Albas,
el duque de Parcent y el duque de Valencia, quienes presumen de
las colecciones que guardan sus mansiones.
4. LA COLONIA VERANIEGA ABRE PUERTAS Y VENTANAS
5. ¿QUÉ GUARDAN LOS PALACIOS?
En época estival, Ávila vuelve, por un momento, a tiempos
pasados de olvido de esplendor, y en estas fechas muchos palacios
ventilan sus estancias y enseñan sus antigüedades, lo que hace
sentirse vivos a sus dueños, a la vez que contagian su señorío a la
ciudad estancada en la edad media.
Efectivamente, de los lazos familiares y querencias de los
moradores de nuestros palacios sabemos que la ciudad imantaba su
presencia durante los meses de verano. Y de ello escribió León Roch
en su guía de Ávila (1912), donde da cuenta del noble grupo de
celebridades que forman la colonia veraniega que abre puertas y
ventanas de las históricas casonas que despiertan del letargo
invernal:
La colonia veraniega en Avila está compuesta, en su mayor
parte, de fieles amadores, que van por tradición. Muchas de las
familias que allí pasan el verano son abulenses, que tienen en Avila
su palacio ó su casa, aunque residen el resto del año en Madrid.
Entre éstas figuran los marqueses de San Juan de Piedras Albas,
más conocidos como marqueses de Benavites, que pasan en su
palacio todos los veranos, con sus padres los marqueses de Canales
de Chozas, y sus hermanos los señores de Melgar; el conde de
Parcent... También veranean en Avila los duques de Valencia, los
de Sessa y Maqueda (del linaje de Altamira y Velada), los
marqueses de Peñafuente, Somió y Zornoza; los condes de las
Navas y de Torrecilla de Cameros (herederos de Sagasta).
Como se ve, por lo menos siempre nos quedará el verano, y la
presencia de personajes célebres que abren los palacios cerrados y
casi olvidados dan prestancia a la ciudad, de ahí que se recoja en las
En una ciudad monumental, cuyo conjunto urbano está
invadido de iglesias, conventos y palacios, éstos últimos tienen un
aire de misterio envuelto entre los fantasmas de antiguos caballeros
que debieron guardar un botín joyas y tesoros, y por ello nos
preguntamos:
¿Qué guardan entre sus muros las casas o palacios de tan
insignes paisanos de temporada?
¿Qué tesoros se esconden entra las piedras centenarias de
estas mansiones señoriales?
¿Qué causó el abandono de estas antiguas moradas? ¿Qué
fue de los estandartes, las armaduras, las espadas, los ropajes, el
mobiliario, las tapicerías, la cacharrería y otros objetos de la vida
cotidiana?
¿Qué misterios esconcen estas imponentes construcciones
que sobresalen entre el caserío empequeñecido que se agrupa en
barrios y parroquias a la sombra de iglesias y conventos arropados
todos por la muralla?
¿Quiénes son sus ilustres y ausentes propietarios?
Sobre ello, Azorín, en su discurso de entrada a la Real
Academia, nos contagia de la curiosidad y asombro de Santa Teresa
y dice:
¿Cómo será un palacio? ¿De qué manera será la estancia de
un rey? Santa Teresa no sabe cómo son. No está segura de que se
llamen camerines los aposentos de los reyes. “entráis –escribe Santa
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Teresa en la VI de las Moradas-; entráis en un aposento de un rey o
gran señor (creo camarín los llaman), a donde tienen infinitos
géneros de vidrios y barros y muchas cosas puestas por tal orden,
que casi todas se ven entrando”. Y añade la Santa este recuerdo
suyo: “Una vez me llevaron a una pieza de estas en caso de la
Duquesa de Alba, viniendo de camino, me mandó la obediencia estar
dos días, por importunación de esta señora, que me quedé
espantada en entrando, y consideraba de qué podía aprovechar
aquella baraúnda de cosas que veía que se podía alabar al Señor de
ver tantas diferencia de cosas, y ahora me cae en gracia cómo me
ha aprovechado para aquí”.
La curiosidad no satisfecha y el misterio perduran todavía en
la actualidad, pues apenas se conserva algo de las inmensas
riquezas que trajeron de Indias y de Flandes los fundadores de los
palacios levantados en Ávila en tiempos de esplendor renacentista.
Por ello, tantos interrogantes siguen hoy sin una respuesta concreta,
aunque sí muchas intuiciones nos hablan del paso inexorable del
tiempo, de las crisis y cambios sociales y económicos, y de la
decadencia.
Bien es verdad, que los palacios abulenses no se prodigaron
en demasiados derroches artísticos, pues hay que pensar que eran
residencias donde vivían sus propietarios sin pretensiones
museísticas. Además, los edificios religiosos y conventuales eran los
que acaparaban el arte de la época manifestado en excelentes
muestras escultóricas y pictóricos, retablos, rejerías, labras de
nobles maderas en coros y carpinterías, joyas bibliográficas de
misales y cantorales, etc. No obstante, de los palacios nos quedan
buenos ejemplos de tapices flamencos, artesonados de buena talla,
muebles antiguos, pinturas históricos, objetos domésticos de uso
cotidiano y otros utensilios de artesanía, y de algunos de los linajes
de sus nobles propietarios encontramos excelentes retratos de
pintores de tanto renombre como Goya, Madrazo y Sorolla.
6. VERRACOS VETTONES PARA LOS PALACIOS
Aparte de los elementos constructivos que conforman las
singulares arquitecturas palaciegas, los cuales tienen voluntad de
permanencia, algunos de sus propietarios incorporan otros objetos
con afán de coleccionista que agrupan y ordenan con desigual
resultado. Y entre estos, llaman la atención muebles antiguos,
tapices flamencos, cuadros y pinturas, porcelanas y diversos
adornos, e incluso verracos de piedra.
En esto, nos asombra la peculiar exhibición de esculturas
zoomorfas de granito que son el exponente de la cultura vettona de
los verracos que se lucen en varios palacios. Y deducimos que la
llamativa originalidad de las esculturas de animales pétreos pronto
se convierte en un atractivo que da raigambre a la nobleza abulense
del siglo XIX, y por ello se incorporan como elemento histórico y
ornamental de algunos palacios, donde suelen llegar procedentes de
fincas cercanas de su propiedad en las que hubo asentamientos de
antiguos pobladores.
Como ejemplo de lo anterior, nos cuentan Carramolino (1872)
y Enrique Ballesteros (1896) sobre el Palacio de los Verdugo:
En los ángulos que forman con la fachada las dos torres
referidas, había, en tiempos, dos toros de piedra, de los que solo uno
perdura allí, encontrándose el otro caído en la plazuela del Rollo,
donde quedó al romperse el carro en que intentaron transportarlo a
la Serna. Dentro del portal de la casa hay otro toro pequeño.
Este palacio era propiedad de los Condes de Campomanes,
linaje de ilustrados al que pertenecía la esposa de su último morador
que lo fue de forma continuada, Pedro Muñoz Morera (presidente de
la Diputación y hermano del Marqués de la Casa-Muñoz) casado con
María Ignacia, la hija de Teresa Hurtado Fernández de Campomanes
y de Claudio Sánchez Albornoz, si bien una parte del palacio con una
de sus torres (conocida como torreón de los Narváez) fue propiedad
de los duques de Valencia. En la actualidad, el palacio es propiedad
6
del Ayuntamiento que lo adquirió en 1998 libre de vestigios
ornamentales y mobiliario en su interior, que lo destina a oficinas
administrativas de cultura, turismo y patrimonio, archivo municipal,
sede de la agrupación de ciudades declaradas patrimonio mundial, y
lugar de recepciones oficiales y exposiciones, una vez rehabilitado
según proyecto de José Ramón Duralde.
Y los verracos también se exhiben en el palacio del Duque
de Abrantes, donde se agolpan los nombres de Navamorcuende,
Dávila, las Navas y Villafranca, y donde había cuatro ejemplares, dos
de los cuales se trasladaron al Museo Arqueológico Nacional, y así
dice el marqués de San Andrés en la guía de 1922:
A continuación de la de los Dávila (hoy palacio episcopal), se
halla la casa de Navamorcuende, de estilo gótico. Tuvo dos cerdos
de piedra a los lados de su puerta, en forma de medio punto y
anchas dovelas con el escudo de trece roeles debajo de un casco, y
defendida por su barbacana correspondiente… Y a los lados de la
puerta principal (del palacio del Marqués de las Navas) había dos
grandes toros, marranos o elefantes de piedra que para facilitar el
paso de la acera de la calle pública se hallan hoy en el patio
recogidos.
Y ya antes, Francisco de las Barras de Aragón, en el artículo
que publica en la revista Alrededor del mundo (1901), escribió:
Ponz dice (Viaje de España, 1783) que “en varias partes,
dentro de la ciudad, se conservan diferentes bultos informes, que
unos dicen representan toros y otros elefantes”. La misma
denominación de elefantes conserva don José María Quadrado
(España, 1884) para lo que nosotros suponemos jabalíes o cerdos.
De los que cita en su libro hemos visto los cuatro de distintos
tamaños que existen en el palacio de Abrantes.
Igualmente, en el palacio del conde de Crecente un verraco
presidía el patio central, el cual se encuentra actualmente en el
complejo de ocio de Naturávila propiedad de la Diputación. En su
lugar, el palacio, que pertenece a la institución provincial, alberga el
conocido verraco de La Romanina encontrado en San Miguel de
Serrezuela y rescatado por mediación de Arsenio Gutiérrez Palacios,
director entonces del Museo de Ávila.
De la misma manera, otro verraco adornaba el patio del
palacio del Marqués de Canales de Chozas ideado por su
heredero Bernardino Melgar, quien después de la muerte de sus
padres inició obras de reforma, y así escribe su hermano José
Nicolás:
En el centro del patio colocó restaurado uno de los verracos
de piedra, como se encuentran en varios palacios abulenses...
En el jardín se repartían como ornamento piezas de piedra,
entre ellas un cerdo celtibérico, sepulcros, lápidas, columnas,
capiteles, basas y escudos heráldicos.
También frente a la fachada posterior del palacio de
Polentinos, que hace plaza que con la desparecida iglesia de Santo
Domingo, otro verraco traído del castro de las Cogotas de
Cardeñosa custodia el territorio circundante de la Academia Militar
hoy emplazado en la plaza de Adolfo Suárez.
Y en el edificio de la Biblioteca y Museo Teresianos, y
después en el local del Museo de Ávila instalado en el jardín de San
Vicente, dos verracos custodiaban la entrada. Igual que ocurre en el
patio del palacio de Travesedo y Silvela reformado en 1946 para
vivienda y recientemente para sede del Colegio de Arquitectos donde
dos verracos se hallan instalados en el patio.
Por su parte, el marqués de Santo Domingo coloca cinco
toros o verracos vettones en los jardines Winthuysen de la finca
situada intramuros, junto al lienzo norte y oeste de la muralla, que
adquiere a Eusebio de Güell y López, vizconde de Güell, allá por los
años cuarenta del siglo XX. Y aunque en el palacio de Sofraga o de
Peñafuente no llegó a colocarse verraco alguno, lo cierto es que en
la finca de Valdeprados de su propiedad sí que se ha localizado
algún ejemplar.
En la actualidad, la asombrosa riqueza escultórica de la
cultura vettona ha encontrado especial acomodo en el almacén
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visitable del Museo de Ávila ubicado en las dependencias de la
antigua iglesia de Santo Tomé, mientras que el palacio Provincial de
los Crecente alberga en los sótanos exposiciones sobre los antiguos
pobladores de esta tierra. Por su parte, el Ayuntamiento ha
recuperado las que denomina “bóvedas” del Carmen, que son las
caballerizas del desaparecido palacio de Polentinos, para colocar
aquí diversos restos arqueológicos y algún verraco.
7. COLECCIONES EN PALACIOS DE ÁVILA
La riqueza museística de algunos palacios se ensalza en los
textos que se escriben de la ciudad como parte de su riqueza
histórica, tal y como leemos en La Correspondencia de España del 1
de octubre de 1878 sobre el palacio del Conde de Oñate, luego de
Crecente, y actualmente sede de la Diputación Provincial, a
propósito de la visita del rey Alfonso XII a Ávila:
Tiene el Palacio un magnífico y espacioso salón, cuyos muros
están cubiertos con ricos tapices y el techo forma un artesonado de
maderas talladas de un extraordinario mérito. Los muebles son de la
época del salón y el conjunto llama la atención por su antigüedad y
su riqueza.
Y a ello añade el marqués de San Andrés en su guía de 1922:
Por una amplia escalera, adornada de rico tapiz mural, se
sube a las cuatro galerías que dan entrada al soberbio salón de
tapices, con monumental chimenea y de magnífico techo de alfarjes
y robustas vigas sostenidas por preciosos canecillos tallados.
Igualmente, en la misma guía de 1922 del marqués de San
Andrés leemos sobre el palacio de Los Águila:
“Por monumental y vieja escalera, cubierta de retratos de
familia, se penetra en la galería o antecámara, en la que se admira
magnífica colección de Cerámica española de Talavera, Alcora,
Puente del Arzobispo y Manises con notables ejemplares. De la
galería se pasa al salón de grabados, despacho, salón principal,
gabinetes y comedor. Todas estas grades piezas se hallan
amuebladas con ricos cuadros, bronces, tapices, sedas y telas
antiguas, armas, bargueños, arcones, mesas y sillas de talla. En la
galería del último piso (que llamamos la atención al describir el
patio), tiene instalada capilla que sirve de oratorio a este espléndido
y rico Palacio, verdadero museo de arte.
De los numerosos objetos de arte atesorados en el palacio de
los Águila presumirá especialmente Luisa Narváez Macías (19121983), V Duquesa de Valencia, orgullosa de sus colecciones
familiares, atesoradas por padres y abuelos, de cerámica, muebles
góticos y centenares de cuadros de los grandes maestros españoles,
flamencos, franceses y alemanes como Cranach, Brueguel y Goya.
Más aún, la visita a este museo palaciego se anuncia en las guías
turísticas de la época, como la de Rafael Gómez Montero y Luís
Belmonte (1946 y 1965).
En 1969, el palacio de los Águila es declarado monumento
histórico artístico, y en la sesión celebrada al efecto por la Real
Academia el día 30 de junio de se recoge:
“En el salón, gabinete y comedor hay ricos adornos antiguos
con lienzos atribuidos a Palmaroli, Vicente López y Luis Madrazo”.
También nos cuenta José Nicolás de Melgar que el palacio de
Superunda, antes de ser morada y estudio del pintor Guido
Caprotti, tiene
Paredes cubiertas totalmente por soberbios tapices
flamencos… Mobiliario de bargueños, sillas tapizadas, arcas, mesas
talladas y sillones fraileros.
Este palacio perteneció al regidor Ochoa Aguirre y luego a
los condes de Superunda, de cuyo linaje destacamos al arquitecto
Luis de Landecho Jordán de Urríes (1852 -1941), VIII conde de
Superunda, quien proyectó el Ateneo de Madrid (1882) y la reforma
del palacio de los duques de Parcent en Madrid (1922).
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El palacio de Superunda fue adquirido en 1930 por el pintor
Guido Caprotti (1887-1966) y su esposa Laura de la Torre (18951988). Caprotti llegó desde Da Monza (Italia) en 1918, y en Ávila se
casó y vivió, y en este palacio llegó a reunir una importante colección
artística formada por su inmensa obra pictórica de temática
abulense, tapices flamencos, porcelanas, bronces, cerámicas,
mobiliario castellano y de estilo isabelino, indumentaria típica, libros y
fotografías, diversos objetos que abarrotaban todas sus
dependencias y miniaturas que hacía Laura de la Torre, gran
aficionada a la arqueología y colaboradora con el Museo de Ávila.
Actualmente, el palacio y todas sus colecciones (debidamente
inventariadas por la empresa “Castela” de Nuria Fuentes y Sonsoles
López y pendientes de su musealización completa) son propiedad
del Ayuntamiento de Ávila, y en él se exhiben sus afamados tapices
y una numerosa selección de la pintura de Caprotti, después de la
rehabilitación del edificio según proyecto de José Ramón Duralde y
su apertura al público en octubre de 2013.
Con igual o mayor mérito, citamos también el palacio del
marqués de las Navas que ocupan los herederos del duque de
Abrantes, en el que se conserva una vistosa colección de carrozas y
coches de caballos, mobiliario de época, armaduras, tapices y
pinturas antiguas, además de los útiles propios de las grandes
mansiones palaciegas. Y algunos de los famosos tapices de la casa
de Abrantes que habían adquirido los marqueses de Portago
sirvieron para adornar la iglesia en la boda de su hija, reseñaba el
periódico El Día del 22 de abril de 1919. En un tiempo, los duques de
Abrantes tuvieron su palacio madrileño en la calle Mayor, en el
edificio que luego fue embajada de Italia, el cual estaba decorado
con gran lujo dicen las crónicas de la época.
Sobre el palacio de Henao, restaurado por el marqués de
Canales, que musealiza su hijo Bernardino Melgar, Marqués de
Piedras Albas, y adaptado después como Parador de Turismo, dice
José Nicolás Melgar, hermano del marqués, en su guía de 1922:
Las cuatro galerías altas están convertidas hoy en pequeño
Museo; la primera, de cerámica española y cuadros en tablas de arte
primitivo; otra de armería, con toda clase de armas de fuego y
blancas y armaduras españolas, italianas, alemanas y francesas y
gran colección de espadas de todas las épocas; la siguiente de tallas
con gran profusión de imágenes góticas y bizantinas, y cerámica de
reflejo metálico, y la última de hierros de todas clases y épocas...
Estas cuatro galerías están adornadas de zócalo con azulejos de la
Moncloa, Valencia y Alcora. El salón principal esta cubierto de
tapices… Los restantes salones y comedor están amueblados con
tapices, telas antiguas, alpujarreñas, retratos de familia, primitivos,
bargueños, sillones fraileros, mesas y arcones tallados… La planta
baja, destinada a capilla y monumental librería, ocupa seis salones,
uno de éstos con estrado para conferencias. La Biblioteca Teresiana
es tan completa que no habrá otra que la supere, enriquecida con
buen número de manuscritos, veinticuatro autógrafos de la insigne
patrona de Ávila, y documentos relativos a los padres de la Santa. Es
muy buena también la cervantina y la general, que consta de treinta
mil volúmenes aproximadamente y entre ello más de trescientos
incunables, Códices auténticos y copiados, etcétera. A espalda del
amplio huerto que aún conserva, hay un pequeño museo de objetos
de piedra, sepulcros, escudos, hitos, fustes, chapiteles, basas, pilas,
cerdos y de más restos de antiguos edificios.
Y además, el palacio de Henao tuvo también un museo de arte
popular español y otro Museo del toro con una biblioteca taurina de
unos mil ejemplares. Todo un extraordinario patrimonio que fue
adquirido por el Estado en 1944 y que actualmente se encuentra
depositado en la Biblioteca que ocupa el solar del antiguo palacio
del Rey niño que luego fue palacio episcopal, y en el Museo de Ávila
que ocupa la casa palaciega de los Deanes.
El atractivo de las colecciones artísticas palaciegas fue un
reclamo cultural y turístico interesante con el que solía presentarse la
ciudad. Y un ejemplo de ello se observa en las guías de León Roch
(1912), el Marqués de San Andrés (1922 y 1960), Veredas (1935),
Mayoral (1916, 1922 y 1948) y Belmonte (1946 y 1965), textos que
se complementan con los trabajos de Serna (2000), Mará Teresa
López Fernández (1984), Eduardo Cabezas (2000), Isabel López
9
(2002) y Armando Ríos (2007), entre otros títulos que reseñamos en
el apartado bibliográfico. Y así, José Mayoral Fernández decía en
“Ávila en los viejos y nuevos caminos” (1948):
El palacio de Henao, propiedad del Marqués de San Juan de
Piedras Albas cuenta “con museo grandioso y rica biblioteca”, el de
la duquesa de Valencia “pletórico de porcelanas, muebles de época
y cuadros” y el del pintor Caprotti, “amante fervoroso de Ávila por su
interés histórico y típico, Hijo adoptivo de también de la ciudad”.
Y al atractivo que destacan las guías de Ávila de ataño
sumamos el Museo de Ávila de la Casa de los Deanes, el renovado
Museo Caprotti y el recientemente inaugurado Museo de
Intendencia.
El Museo de Intendencia que se halla instalado en el palacio
de Polentinos, si bien, en un principio el conde de Polentinos tenía
su palacio junto a la puerta del Carmen, pero al arruinarse éste se
instaló en la Casa de los Contreras de la calle La Rúa al que dio su
nombre.
Este palacio, que también fue morada del marqués de
Novaliches y sede del Ayuntamiento, se cedió al Ejército para
academia militar en 1875, y desde 2011 alberga el Museo de
Intendencia y es sede del Archivo General Militar. En él se exhibe
cómo era la administración de los ejércitos a través de la Historia, se
exponen diferentes tipos de carros, se muestran aspectos de equipo
y la alimentación, se enseña como era la vida académica y la
formación, y se exhiben retratos de intendentes, de sus héroes y sus
caídos, así como prendas de uniforme algunos objetos de la antigua
Academia. Con ello, se nos traslada una visión militar del palacio
propio de su antiguo uso militar, lo que propició que mantuviera una
actividad casi permanente en sus instalaciones durante más de cien
años.
8. NOBLES PARLAMENTARIOS POR ÁVILA Y DAMAS DE
SANTA TERESA
De igual manera que Ávila ha sido ciudad palaciega
gestionada por administradores de grandes casas nobiliarias, a la
vez que ciudad veraniega de primer orden para la aristocracia, no es
de extrañar que en la larga lista de senadores y diputados que fueron
elegidos
a
Cortes
Generales
encontremos
numerosos
parlamentarios procedentes de la nobleza, aunque no todos ellos
tenían palacio abierto en la ciudad ni tampoco, puede decirse,
prestaran demasiados servicios a la misma.
Y entre tales nobles celebridades que dicen representar a esta
tierra, aparecen los nombres de José Ramón Rodil, marqués Rodil,
que fue parlamentario en 1843; Narciso Salabert, marqués de
Torrecilla, en 1872; Andrés Caballero, marqués de Somosancho, en
1859-1863; Francisco Caballero, marqués del Villar y marqués de
Torneros, en 1863-1876 (fue alcalde de Madrid); Vicente del Alcázar
y Nero, marqués de Sofraga, en 1871-1872; Cristóbal Colón, duque
de Veragua, en 1871-1872; Enrique Pérez de Guzmán, marqués de
Santa Marta, en 1871-1873; Mariano Aboín, conde de Montefrío, en
1872-1879; Estanislao Urquijo, marqués de Urquijo, en 1886; Andrés
Avelino Salabert, marqués de Torrecilla, en 1876 y 1891; Diego del
Alcázar y Guzmán, marqués de Peñafuente, en 1891-1899; Gabriel
del Alcázar y Guzmán, conde de Crecente, 1899-1901; y Alberto
Muñoz Morera, marqués de Casa Muñoz, en 1899
Y entre ellos, sabemos de las casas de los titulados nobiliarios
de Santa Marta, Sofraga, Peñafuente, Crecente, Montefrío y Casa
Muñoz. A los que siguieron el marqués de Arenas, el de Silvela y de
San Juan de Piedras Albas durante el primer tercio del siglo XX.
Por su parte, las mujeres y esposas forman parte de la Junta
Nacional de Damas, organizadora del III Centenario de Santa Teresa
de 1882 y promovida por la marquesa Campanar, esposa del
marqués de canales de Chozas, y entre ellas vemos los nombres de
las duquesas de Alba, de Medinaceli, y de la Roca, y de las
10
condesas de Superunda y de Peñafuente, entre otras, de cuyo linaje
nos quedan palacios y mansiones que llenan la ciudad señorial. Ellas
fueron las promotoras del nuevo Instituto de Segunda Enseñanza
que se instaló en el edificio de la antigua casa Bullona de la calle la
Rúa frente a al palacio de Polentinos que era Academia militar.
Con tanto titulado aristocrático parece como si Ávila fuera una
extensión de la corte madrileña, si bien, lo cierto es que no hemos
encontrado demasiados testimonios de su mecenazgo artístico o del
legado de sus colecciones en la ciudad que les acogió. Valga
entonces el mero enunciado de tales nombres para reconocer su
herencia en la arquitectura palaciega que nos queda.
inmensa cantidad de muebles de lujo, antiguos y modernos,
estatuas, bases, guarniciones de relojes, en bronces, porcelanas de
Sevres y de Sajonia, etc., pinturas de renombres maestros, arañas y
otros miles de objetos de alto mérito y arte sublime. Regia y notable
exposición y venta extraordinaria que se abrirá en muy breves días
en el palacio del conde de Altamira (duque de Sessa) en la calle de
la Flor Alta, 10, esquina a la calle ancha de San Bernardo.
De ventas como la reseñada, de los anticuarios que acuciaban
a los aristócratas venidos a menos y de otras oportunidades se
sirvió, en parte, el marqués de Benavites para enriquecer la
colección que compuso en el palacio de Henao y que ahora se
conserva en la Casa de los Deanes del Museo de Ávila.
9. EXPOSICIÓN Y VENTA DE COLECCIONES
10. GOYA EN LAS COLECCIONES DE NOBLES ABULENSES
La mayoría de los titulados de relumbrón tenían en sus
moradas y casas fuertes interesantes objetos de arte que siempre
han resultado atractivos para coleccionistas, aunque en la mayoría
de los casos estos objetos se trasladaron de su emplazamiento
original y pasaron a engrosar la decoración de otros inmuebles de
propietarios más adinerados, si no se perdieron o vendieron a lo
largo del tiempo.
Y de las numerosas ventas de las joyas y objetos artísticos de
los palacios que se producían en tiempos de su decadencia es un
buen ejemplo la exposición y subasta organizada en Madrid en casa
del conde de Altamira y marqués de Velada, a cuyo linaje perteneció
el palacio abulense de los Velada. Y prueba de las enajenaciones de
los bienes y reliquias que antaño que llenaban las mansiones
señoriales arruinadas para desgracia de sus dueños es el siguiente
anuncio publicado en el periódico La Iberia del 28 de octubre de
1882:
En breves días se abrirá en el palacio del conde de Altamira
una exposición y venta extraordinaria como nunca se ha visto en tan
gran escala en Madrid ni en ninguna parte, compuesta de una
Siguiendo los hilos conductores que nos llevan por la ruta
palaciega abulense, nos encontramos con intensos lazos en los que
se entroncan la mayoría de las familias, y con curiosas coincidencias
en aspectos tan interesantes como la pintura de Goya, de los
Madrazo y de Sorolla, lo que descubrimos en retratos de personajes
cuya linaje tuvo asiento en Ávila. Y de ello componemos una
peculiar colección pictórica que tiene su origen en el mecenazgo de
la nobleza abulense que en alguna época dominó la ciudad.
A finales del siglo XVIII, Goya retrató al duque de la Roca y
marqués de Sofraga, don Vicente María de la Vera de Aragón y
Ladrón de Guevara, un político, militar e ilustrado que fue Director de
la Real Academia de la Historia y cuyos títulos nobiliarios
encontramos entre los propietarios del palacio de Blasco Núñez Vela
que fue Academia Militar y desde 1941 Audiencia provincial.
El duque de Medinaceli, que también era marqués de las
Navas y propietario del palacio abulense de los Dávila, hacia 1785
encargó a Goya un cuadro de la Anunciación, y entre su colección
hay hoy un óleo de una plaza de toros pintado por Goya procedente
11
del marquesado de Torrecilla cuyos titulares fueron parlamentarios
por Ávila en varias legislaturas entre 1871 y 1891 y cuyo patrimonio
en la ciudad era administrado por el gobernador Ibarreta.
Los condes de Altamira y marqueses de Velada, Vicente
Osorio y María Ignacia Álvarez de Toledo, fueron retratados por
Goya hacia 1787, y también su hijo. Ellos eran los propietarios del
palacio de los Velada, el cual fue vendido a mediados del siglo XIX
por su nieto Vicente Pío Osorio de Moscoso, heredero de dichos
títulos y otros, al hermano del conde de Montefrío, Enrique Aboín,
quien lo habitó con su esposa Rafaela Morera y Moreno.
Y Goya pintó también a la Duquesa de Abrantes e hija de los
duques de Osuna, Doña Manuela Isidra Téllez Girón y Pimentel,
título que obtuvo por su matrimonio en 1813 con Ángel Mª de
Carvajal y Fernández de Córdoba y Gonzaga (1793-1839), VIII
duque de Abrantes, VIII marqués de Sardoal y XI marqués de
Navamorcuende, entre otros títulos, y cuyo linaje está unido al
palacio del Marqués de las Navas del que eran sus propietarios y
que actualmente lo son sus descendientes.
En 1913, la Sociedad de Amigos del Arte fundada por la
duquesa de Parcent, vinculada con su marido al patronato de
Mosén Rubí donde estaba su mansión abulense, organizó en
Madrid una excelente exposición de pintura en la que se mostraron
diversas obras de Goya pertenecientes a la marquesa de la
Romana, cuyo título ostentó Dña. María de la Piedad Caro y
Martínez de Irujo, casada en 1922 con Diego del Alcázar y Roca de
Togores, VIII marqués de Peñafuente y XII conde de Villamediana,
propietario del palacio de Sofraga.
También la duquesa de Valencia, Luisa Narváez Macías,
presumía de contar con un Goya en su colección de arte que
gustaba enseñar a sus visitantes en el Palacio de los Águila. Igual
que los duques Tamames tenían en su colección un vistoso retrato
anónimo del pintor de Fuendetodos y el cuadro titulado “La cucaña”,
y que los duques de Parcent exhibían “cuadros vivos” de Goya en
su palacio madrileño de la calle de San Bernardo.
Y siguiendo aquí la relación que hizo Valeriano Garcés en
1863 de las grandes casas de España que tienen riquezas en Ávila,
observamos que Goya también retrató a la Condesa de Montijo y
sus hijas y a los duques de Alba. Y a estos retratos sumamos
nosotros los que hizo a los arquitectos Juan Antonio Cuervo y
Ventura Rodríguez, los primeros que diseñaron la plaza del
Mercado Chico. Y añadimos también otros que pintó de Jovellanos,
licenciado en la universidad de Santo Tomás, y de Manuel Silvela
García de Aragón, “El Afrancesado”, cabeza de una larga dinastía
que siempre ha estado vinculada a Ávila, ciudad en la que vivió
hasta los 17 años.
Finalmente, cuadros de Goya hay en la colección del marqués
de Cerralbo (atribuido), y varios ejemplares de la serie de
tauromaquia que grabó Goya existen en las colecciones del Marqués
de Piedras Albas que guardaba en el palacio de Henao, y del pintor
Caprotti que se exhibía en el palacio de Superunda.
Por lo demás, Goya también dejó testimonios pictóricos de su
paso por la provincia abulense en los cuadros que hizo del infante
Don Luís de Borbón en Arenas de San Pedro en 1783, y de otros
inspirados en el valle del Corneja cuando visitaba el palacio de la
duquesa de Alba en Piedrahita en 1786.
11. LOS MADRAZO RETRATAN EL LINAJE ABULENSE
De la obra de Goya pasamos a la de los Madrazo. Y en ello
nos encontramos con Federico de Madrazo Kuntz (1815-1894),
retratista por excelencia de la burguesía y aristocracia, que fue
maestro de Ángel Lizcano, autor del cuadro “Recuerdo de Ávila”, y
del pintor abulense de Adanero Juan Giménez Martín. De su larga
trayectoria interesa destacar ahora el retrato que hizo de Eugenia de
Montijo, Emperatriz de los franceses y propietaria en Ávila, y otro
de la marquesa de Espeja (1852), Dña. María Josefa del Águila y
Ceballos, una de las personalidades más influyentes de la nobleza
del siglo XIX que enseguida enraizó con la historiografía abulense.
12
Una copia del cuadro de La Marquesa de Espeja fue pintada en
1892 por Ricardo Federico de Madrazo Garreta (1851-1917), quien
por entonces se había instalado en el cercano pueblo de Villacastín,
cuadro éste que se conserva en el Museo de Ávila cedido por la V
duquesa de Valencia.
La marquesa de Espeja se casó con el II Duque de Valencia,
quien había rehabilitado el título de su tío el General Narváez (17991868), político moderado y militar que fue seis veces presidente de
gobierno entre 1844 y 1868. A la muerte de la marquesa en 1888, su
retrato pasó a su hijo José M.ª Narváez del Águila, III Duque de
Valencia, casado en 1880 con María Luisa de Guzmán el Bueno y
Gordón, marquesa de Santa Marta y heredera del palacio de los
Águila en Ávila que administraba y habitaba Celedonio Sastre, quien
fue alcalde de la ciudad en 1878-1879. Los nuevos inquilinos del
palacio pronto se hicieron asiduos visitantes de Ávila durante el
verano, y partir de entonces su residencia empezó a convertirse en
un verdadero museo privado. En 1988, el palacio fue cedido al
Estado por la V duquesa de Valencia, y actualmente está siendo
rehabilitado según proyecto de Pedro Fecuchi para sede del Museo
del Prado, mientras que la copia del retrato de la marquesa de
Espeja se exhibe en el Museo de Ávila.
Y Federico de Madrazo también retrató en 1875 a Casilda de
Salabert y Arteaga, IX marquesa de la Torrecilla, cuyo padre
Narciso Salabert y su hermano Avelino Salabert fueron diputados por
Ávila varias veces entre 1871 y 1891, y quien tres años después
contrajo matrimonio en segundas nupcias con Luis Fernández de
Córdoba y Pérez de Barradas, XVI duque de Medinaceli, quien
falleció al año siguiente en su castillo de las Navas del Marqués.
Antes, en 1854, Federico de Madrazo había retratado a su madre
María Pérez de Barradas, esposa del XV duque de Medinaceli, Luís
Fernández de Córdoba Figueroa y Ponce de León.
Luis de Madrazo Kuntz (1825-1897), hermano de Federico,
hizo el retrato de Isabel la Católica y la escena titulada “El primer
Milagro de Santa Teresa”, los personajes más emblemáticos de
Ávila, así como el retrato del Duque de Abrantes, heredero del
Palacio abulense de los Dávila y senador por la provincia en 1871.
Luis de Madrazo destacó como retratista en las Exposiciones
Nacionales de Bellas Artes y ejerció como catedrático de la
Academia de San Fernando, donde le sucedió a su muerte José
Garnelo, autor del cuadro Capea en Las Navas del Marqués y del
titulado La madre de los gracos que se conserva en el Ayuntamiento
de Ávila procedente del legado del los hermanos Clemente Romeo.
Por su parte, Raimundo de Madrazo y Garreta (1841-920),
hijo de Federico, hizo el retrato de Trinidad von Scholtz
Hermensdorff, duquesa de Parcent, que se exhibía en su palacio
madrileño, junto con otros de Moreno Carbonero, Ortiz Echagüe,
Benlliure y Capuz, según reseñan las revistas Voluntad (1920) y
Blanco y Negro (1924). La duquesa fue una gran coleccionista y
mecenas cultural que fundó la “Sociedad Española de Amigos del
Arte” y contribuyó, de alguna manera, a la creación del futuro Museo
del Traje (entonces Museo Nacional de Artes Industriales) con una
exposición celebrada en 1925 donde se lucieron varios tipos de Ávila
según publicó Isabel de Palencia al año siguiente.
12. SOROLLA EN LAS COLECCIONES DE ÁVILA
Después de contemplar la obra de los Madrazo descubrimos
que la pintura rompedora de Joaquín Sorolla también se ocupa de
nuestros personajes célebres. Entre ellos, actualmente se exhiben
en el palacio de Superunda, que adquirió el pintor Guido Caprotti
(1887-1966) y que ahora es museo municipal, dos grandes retratos
de cuerpo entero, uno de Félix de la Torre y otro de su esposa
Laura Hernández pintados por Sorolla en 1894 y cedidos por Ana
Isabel Aizpurúa de Caprotti. Félix de la Torre entró a formar parte de
la singular historia abulense en 1894 al emparentar con Bernardino
Melgar cuando contrajo matrimonio con Laura Hernández, hermana
de la esposa del marqués de Benavites. Y más aún, su memoria
13
toma asiento en Ávila cuando en 1920 su hija Laura de la Torre
(1895-1988) se casó con Caprotti y ambos se afincaron en 1930 en
el palacio de los Superunda o del regidor Ochoa Aguirre. Antes, Félix
de la Torre había luchado ardientemente en Ávila por obtener el
escaño de diputado a Cortes Generales por el distrito de BarcoPiedrahita que perdió escandalosamente frente a Jorge Silvela,
como bien se cuenta en el periódico El País del 28 de mayo de
1910.
Otro cuadro de Sorolla de interés es el que hizo en 1905 a la
familia del heredero del título de duque de Parcent con diez años,
dueño y patrono que lo fue del palacio y la fundación de Mosén
Rubí. La pintura de Sorolla fue concebida como un díptico donde en
una parte se representaba a Estanislao Granzow y en la otra a la
esposa con su hijo. A la muerte del Sr. Granzow la obra fue
separada en dos, pasando cada una a pertenecer a colecciones y
propietarios distintos hasta su exhibición conjunta en Valencia en
2011.
La pintura se titula la “Familia Granzow”, formada por
Estanislao Granzow, su esposa, María del Pilar de la Cerda y Seco,
y Casimiro, el hijo de ambos. Don Estanislao Federico Granzow
(1861-1905) era un industrial polaco de aristocrático origen que se
casó con Mª del Pilar de la Cerda, nacida en Valencia en 1877,
nieta de José de la Cerda marqués de Fuente el Sol y de Barbales y
VIII Conde de Parcent y de Contamina y del Villar, y de su segunda
mujer Dª Juana Cortés y Valero. El niño del retrato, Casimiro
Florencio Granzow de la Cerda (1895-1969), heredó por vía
materna los títulos de II Duque de Parcent, XI conde de Contamina
y XI conde del Villar. Fue encargado de asuntos culturales en
Varsovia durante 1939-1946, escribiendo entonces “El drama de
Varsovia” donde cuenta su experiencia durante la guerra en un clima
de terror y persecución nazi y soviética y su colaboración en la
salvación de numerosos judíos. Le sucedió su hijo Fernando (19222014), III Duque de Parcent, quien fue un entusiasta miembro de la
Asociación de Amigos del Museo de Ávila hasta su fallecimiento el
18 de enero de este año.
El 17 de mayo de 1918, los duques de Parcent, Don
Fernando de la Cerda y Carvajal y Dña. Trinidad von Scholtz
celebraron una recepción a los artistas franceses en su palacio de la
calle madrileña de San Bernardo, en la que los ilustres asistentes
admiraron soberbios tapices, grandes mesas, viejos arcones,
candelabros labrados, porcelanas chinas y japonesas, tablas de
pintores primitivos, lienzos de grandes maestros, obras de Murillo, El
Greco y Coello y de pintores de la antigua Escuela española, y el
retrato de la duquesa hecho por Raimundo de Madrazo. Y a esta
recepción asistió Sorolla, amigo de la familia, produciéndose el
siguiente diálogo:
- Duquesa, dijo Sorolla a la de Parcent; los artistas debían
venir con frecuencia a esta casa. Siempre tenemos cosas que
aprender.
- Pues abierta está -contestó rápidamente la dama-; con ello
me darán una alegría.
Finalmente, apuntamos que Sorolla visitó la ciudad de Ávila
en diversas ocasiones (1910 y 1912), pintando entonces una vista de
la catedral desde el antiguo palacio del Rey Niño y otra del Palacio
de los Dávila, el primero desaparecido y el segundo habitado por
sus dueños los duques de Abrantes.
13. COLECCIONES DE NOBLES ABULENSES EN PALACIOS
FUERA DE ÁVILA
El interés por el arte de la nobleza se deja notar en la revista
Arte Español que editaba la “Sociedad de Amigos del Arte” bajo el
patrocinio de la duquesa de Parcent, para lo que contó con varias
celebridades allegadas a Ávila, como fueron el marqués de
Torrecilla, los duques de Alba y de Valencia, el conde de Montijo y el
marqués de la Romana, entre otras. A la vez, cobran relevancia
también un grupo de personajes de la historia abulense que
formaron interesantes colecciones artísticas, aunque lo hicieron en
14
palacios que tenían fuera de Ávila, con lo que podemos imaginar que
algún objeto originario de sus posesiones abulenses fue a parar a
aquellos.
Sobre este particular, la revista La Esfera del 31 de enero de
1914 publica:
Tenemos en España, entre la añeja nobleza, mansiones
señoriales que llegan a ser verdaderos museos de arte antiguo,
guardándose en ellos riquezas incalculables en lienzos de nuestros
mejores pintores del siglo XVII, en antiquísimo mobiliario, en
esculturas, en ricas joyas y en históricos recuerdos.
Y todo ello hay en estos palacios, mientras que en las casas
provincianas de sus dueños hace tiempo que dejaron de lucir los
vestigios artísticos de otros tiempos, pues se vendieron o trasladaron
a otros lugares más nobles.
Y entre estas mansiones señoriales que ya dejamos
apuntadas antes, destacamos algunas de los nobles cuyo linaje
estuvo vinculado a Ávila y cuyas residencias en la corte madrileña
eran verdaderos museos, como era el caso de las casas palaciegas
ya referidas de Alba y Parcent, a las que unimos ahora Cerralbo,
Medinaceli y Tamames que seguidamente reseñamos.
El marqués de Cerralbo y de Almarza fue propietario en
Ávila del palacio llamado también de Almarza, ocupado por la
congregación religiosa de las Siervas de María desde 1882. La
colección artística de este linaje es la que dio lugar al museo
Cerralbo abierto en Madrid con importantes fondos por Enrique de
Aguilera y Gamboa (1845-1922), XVII marqués de Cerralbo, donde
hay lienzos de El Greco, Rivera, Tiziano, Van-Dick, Rafael, Murillo,
Goya (atribuido) y Carderera, entre otros, además de importantes
piezas arqueológicas, mobiliario e época, esculturas, porcelanas, etc.
El edificio de la casa museo fue proyectada como residencia por el
arquitecto Alejandro Sureda Chaprón (1883), arquitecto del Ministerio
de Fomento que también trabajó para el Museo del Prado y antes
había intervenido en el palacio abulense de los Cerralbo.
Los Medinaceli, del antiguo linaje titular de los palacios
abulenses de los Dávila, Navamorcuende y Navas, y del castillo de
las Navas del Marqués, presumían de lienzos, tapices, armaduras,
esculturas, porcelanas, maderas talladas y bronces hasta que el
palacio sufrió un grave incendió en 1917. Los duques de Medinaceli,
emparentados con los Alba, ejercieron el cargo honorífico de teniente
Alférez mayor de Ávila por su condición de marqueses de Las
Navas, y fue por ello que el duque asistió como representante de la
ciudad en las Cortes de Bayona en 1808.
El palacio de los duques de Tamames en Ávila se
encontraba situado en la manzana que da a la plazuela del Rastro y
a la plaza de los Cepeda (actual plaza de Corral de Campanas o
Diputación), si bien a principios del siglo XX se derribó la portada
para ampliar la plaza y se construyó sobre parte de su solar el
convento de las monjas Reparadoras, a cuyo instituto religioso se lo
había vendido José Messía del Barco y Gayoso (1853-1917), IV
duque de Tamames, grande de España, quien fue senador,
diputado, gobernador de Madrid, y jefe de la casa de la reina Isabel
II, así como el más elegante de Madrid. En 1873 se casó con María
Asunción Fitz James Stuart, hija de los duques de Alba y sobrina de
la Emperatriz Eugenia de Montijo, de quien heredó la finca “La
Quinta” en las afueras de Madrid, lugar donde al fallecer el duque se
acopiaron las colecciones familiares de obras de arte antes
depositadas en la mansión de la calle Duque de Alba donde tenía
armaduras, tapices y retratos de antepasados, pinturas de Rubens,
Goya, Mengs, Vicente López, etc. y un busto en mármol de la
Emperatriz Eugenia por Rossi.
Con todo, los linajes de Tamames y Montijo, con quienes
estaban emparentados los Alba, hacendados propietarios en Ávila,
recopilaron aquí una parte de su patrimonio cultural, mientras que los
escudos nobiliarios de su palacio abulense se conservan en el
Museo de la ciudad.
15
14. COLECCIONES CON Y SIN PALACIO - PALACIOS SIN Y CON
COLECCIONES
Finalmente, Ávila también cuenta con colecciones que todavía
no tienen palacio de exhibición permanente, como es el caso de la
que formaron los cuatro Hermanos Clemente Romeo, un rico
legado recibido por el Ayuntamiento de Ávila en 1968 compuesto por
infinidad de objetos (libros, pinturas de Eugenio Lucas y Solana,
entre otros cuadros, esculturas, fotografías, pequeño mobiliario,
porcelanas y lozas, utensilios de medicina, artículos de oficina, etc.).
Esta colección, bien conservada en el Archivo municipal, se ha
enseñado y divulgado puntualmente ilustrando diversas actividades
culturales, la última en 2012 en el palacio de los Verdugo
coincidiendo con el día del libro.
Como hemos visto, Ávila tiene numerosos palacios, que son
grandes casonas o mansiones señoriales de patios claustrales de
columnas, arcadas y galerías. No todos ellos albergaron colecciones
artísticas y algunos han sido recuperados como museos, hoteles,
espacios culturales, o para usos religiosos o administrativos, como
es el caso de los palacios de Cerralbo o Almarza (convento Siervas
María), Henao (Parador), Deanes (Museo de Ávila), Guzmanes o
Crecente (Diputación Provincial), Superunda (Museo Caprotti),
Serrano (Espacio Caja de Ávila), Verdugo (Ayuntamiento y ciudades
Patrimonio), Polentinos (Museo y Archivo militar), Águila y Torre
Arias (en obras para el Museo del Prado), Bracamonte (oficinas
Junta de Castilla y León), Gaspar del Águila (PP Paules y luego
JCyL), Navamorcuende (palacio episcopal), Velada (hotel),
Valderrábanos (hotel), y Núñez Vela (Audiencia).
Otros palacios y casonas mantienen el uso residencial de sus
propietarios, como los de Abrantes, Parcent y Lesquinas, este último
ocupado por Gonzalo Crespi de Valladura, actual conde Orgaz,
descendiente del protagonista del famoso cuadro de El Greco, quien
aquí mantiene un valioso archivo familiar abierto a los
investigadores. Y a ellas sumanos otras mansiones singulares de
futuro incierto, como el palacio de Sofraga, la casa de los Guillamas
(Residencia Adoratrices) y la de Don Pedro del Águila (C/ Conde
Don Ramón, 4).
Y otros edificios palaciegos desparecieron arruinados, como
el antiguo de Polentinos (junto a la puerta del Carmen, cuya portada
se reubicó en parte de antiguo palacio de los Dávila), el de doña
Urraca en el Alcázar (actual plaza de Adolfo Suárez), el del Rey
Niño y antiguo palacio Episcopal (actual biblioteca), el de Tamames
(MM. Reparadoras y hotel El Rastro), el de Bermudo (C/ Blasco
Jimeno) y el de los Dávila (integrado en el de Los Navas).
También destacamos algunas casas señoriales que
sobresalen en el caserío de la ciudad por sus valores culturales,
como la del regidor Antonio Navarro (Cámara de Comercio), la de
Travesedo y Silvela (Colegio de Arquitectos), la del licenciado Pedro
Álvarez Serrano (residencia Tellamar), la del licenciado Pacheco
(Casa de las Aguas), la de Diego Salcedo (restaurante Posada de la
Fruta) y la de Vicente Salcedo (vivienda), a las cuales deberíamos
añadir otras muchas en las que ahora no podemos extendernos por
problemas de espacio.
Con todo, la mayoría las casas fuertes y palacios de Ávila han
permanecido bien atrincherados con mayor o menor fortuna luciendo
la elegante arquitectura con que se visten y los hermosos patios de
columnas, balaustradas, escudos y artesonados. Y como decíamos
al principio, de los tesoros que albergaron son buena muestra las
colecciones que formó Piedras Albas y guardan la Biblioteca y el
Museo de Ávila, junto con alguna pieza de la duquesa de Valencia,
así como la colección de “Caprotti - De la Torre” que se exhibe en el
palacio de Superunda, o los testimonios arqueológicos que se
muestran en el almacén visitable Museo de Ávila de Santo Tomé, en
las bóvedas del Carmen y en el torreón de los Guzmanes del palacio
de Crecente de la Diputación provincial.
Jesús Mª Sanchidrián Gallego.
Ávila, 27 de marzo de 2014
16
Colecciones,
documentación y
bibliografía
Documentación / Colecciones
Archivo del Conde Orgaz. Ávila
Archivo Histórico Provincial. Ávila.
Archivo Moreno. IPCE. Mº Cultura.
Archivo Municipal. Ávila.
Archivo Ruiz Vernacci. IPCE. Mª Cultura.
Ayuntamiento de Ávila.
Banco de España. Madrid.
Biblioteca de Ávila. Ávila.
Biblioteca Nacional de España. Madrid
Colección Marqués de la Romana.
Fototeca Universidad de Sevilla.
Fundación Casa de Alba. Madrid.
Fundación Duques de Medinaceli. Soria.
Fundación Lázaro Galdiano.
Fundazioni magnani-Rocca.
Museo Arqueológico Nacional.
Museo Cerralbo. Madrid.
Museo Sorolla. Madrid.
Museo de Ávila. Ávila.
Museo de Bellas Artes. Valencia.
Museo de Bostón. EE.UU.
Museo de Superunda – Caprotti. Ávila.
Museo del Traje. Madrid.
Museo Nacional de Escultura. Valladolid.
Museo Nacional del Prado. Madrid.
Museo Nacional del Romanticismo. Madrid.
Palacio Real. Madrid.
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Real Academia de la Lengua. Madrid.
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20
P a l a c i o s
d e
c o l e c c i o n i s t a
en
Á v i l a
P a l a c i o s
d e
c o l e c c i o n i s t a
Palacio de las Navas o Abrantes. Foto Laurent, 1867
en
Á v i l a
•
Introducción
•
Ávila de coleccionistas
•
Palacios cerrados
•
Un museo para la ciudad
•
La colonia veraniega abre puertas y ventanas
•
¿Qué guardan los palacios?
•
Verracos vettones para los palacios
•
Colecciones museísticas en palacios de
Ávila
•
Nobles parlamentarios por Ávila y damas de
Santa Teresa
•
Exposición y venta de colecciones
•
Goya en las colecciones de nobles abulenses
•
Los Madrazo retratan el linaje abulense
•
Sorolla en las colecciones de Ávila
•
Colecciones de nobles abulenses en palacios
fuera de Ávila
•
Colecciones con y sin palacio, y palacios sin
y con colecciones
P a l a c i o s
d e
c o l e c c i o n i s t a
en
Á v i l a
Los históricos palacios
renacentistas que dieron
renombre y relumbrón a la
ciudad medieval fueron, en
algún momento, con mayor
o menor relevancia, ricos
contenedores culturales de
ilustres propietarios. Uno de
los mejores ejemplos de ello
es el palacio del regidor
Juan Henao. Lo mismo que
destacan el palacio de
Palacio del regidor Juan Henao.
Dibujo del José Nicolás de Melgar, 1960
Palacio de Abrantes.
Foto Pelayo Mas, 1929
Superunda del pintor
Caprotti y el palacio de don
Suero del Águila, que fue del
duque de Valencia, también
el palacio de Abrantes.
Y añadimos las grandes
familias nobiliarias
españolas con propiedades
en Ávila e hicieron sus
colecciones fuera de la
ciudad, como las de
Cerralbo, Parcent, Tamames,
Alba, Montijo y Medinaceli.
Palacio de Superunda.
Foto Pelayo Mas, 1929
Palacio de Cerralbo.
Fot Laurent, h. 1867
P a l a c i o s
d e
c o l e c c i o n i s t a
en
Á v i l a
Azorín retoma en 1924 lo
que decía la guía de Valeriano
Garcés de 1863 y dice:
Ávila es ciudad de los
administradores que
las grandes casas
españolas tienen en
Ávila.
Y añade:
Ávila es, entre todas
Azorín ingresa en la Academia
Blanco y Negro, 27.11.1924
las ciudades
españolas, la más
siglo XVI.
Se llama Ávila de los
En 1924 Azorín
ingresa en la
Caballeros.
Academia con el
Los más bellos palacios de Ávila
discurso Una
son del siglo XVI.
hora de España
El ambiente es aristocrático.
con especial
dedicación a la
ciudad de Ávila.
Azorín ingresa en
la Academia.
La Voz,
27.10.1924
P a l a c i o s
d e
c o l e c c i o n i s t a
en
Á v i l a
La época de esplendor
palaciega de Ávila no duró
siempre y los viejos caserones
de la nobleza abulense pasaron
siglos de progresivo deterioro.
El abandono propició la ruina y
desaparición de algunos de
ellos, y de otros el vaciado de
muebles, tapices, porcelanas,
pinturas, armaduras y otros
elementos decorativos.
Y sobre esta sensación de
decrepitud de los palacios
renacentistas que nunca
lograron impregnar de su
espíritu a la ciudad medieval,
porque Ávila siempre fue Edad
Media.
Portada del palacio de Vaderrábanos.
Foto Laurent, h. 1878.
Portada del palacio de Polentinos o de
Contreras. Foto Laurent, h. 1867.
P a l a c i o s
d e
c o l e c c i o n i s t a
en
Á v i l a
Antiguo palacio del Rey Niño
luego palacio episcopal
Desaparecido el
Vista parcial del antiguo palacio del Rey Niño, h. 1929.
palacio del que la
portada y la ventana
fueron reutilizadas, en
su solar se construyó la
oficina de correos
y la actual Biblioteca
que guarda los fondo
bibliográficos del
marqués de San Juan
Portada del palacio de Episcopal, tarjeta postal, h. 1930
de Piedras Albas
Antiguo palacio del Rey Niño, h. 1898.
P a l a c i o s
d e
c o l e c c i o n i s t a
Antiguo palacio de
Polentinos en ruinas
Actualmente forma parte de los
jardines del parador de Turismo
ubicado en el palacio del regidor
Juan de Henao que fue del Marqués
de Canales de Chozas.
Fotos anónimas, h. 1929
en
Á v i l a
P a l a c i o s
d e
c o l e c c i o n i s t a
en
Á v i l a
Las ventanas de estos
palacios y caserones están
cerradas.
Cerradas están las puertas
en el huerto que respalda
las casas; crecen viciosas
las hierbas por los
caminos.
Patio del Palacio
de Crecente
Patio del Palacio de Velada
Los señores de estos
palacios se han marchado
más allá de los mares.
Dentro de los caserones,
en las anchas salas, el
polvo ha ido formando una
delgada capa sobre los
muebles.
Patio del Palacio de
Abrantes o de Las Navas
Azorín,
Una hora de España, 1924
Patio de Palacio de Blasco
Núñez o de la Audiencia
P a l a c i o s
d e
c o l e c c i o n i s t a
en
Á v i l a
Ávila es ciudad de los
administradores que las
grandes casas españolas
tienen en Ávila. Y tienen
administradores aquí, en
1863:
S. M. la Emperatriz
de los franceses,
Eugenia de Montijo, h. 1860
Duque de Alba , h. 1863
Duque de Medinaceli, 1863
los Duques de Abrantes,
Alba, Medinaceli, Roca,
Tamames; los marqueses de
Cerralbo, Fuente el Sol,
Obisco, San Miguel de Gros;
los Condes de Campomanes,
Parcent, Polentinos,
Superunda, Torrearias; y la
Condesa de Montijo.
Duque de Tamames, h. 1890
Marqués de Abrantes , 1871
Marqués de Cerralbo, h. 1875
P a l a c i o s
d e
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en
Á v i l a
Hacia 1875, de los
treinta palacios
que existían, como
restos del antiguo
Palacio de
Abrantes,
Mayoral,
1925
esplendor de la que
fue capital de Castilla
en la Edad Media
solo están vividos por
sus dueños
Palacio de Crecente.
Foto Laurent,. 1867
Marqués de San
Andrés, 1922
“El de los duques de Abrantes,
El de los condes de Superunda,
después residencia y museo del
artista Guido Caprotti,
El torreón de los condes de
Oñate, después residencia de la
Palacio de Sofraga, 2014
condesa de Crecente,
El de los duque de la Roca,
hoy Audiencia Provincial,
Y el de los Sofraga y Villaviciosa,
después de los marqueses de
Palacio de Superunda,
Mayoral, 1925
Palacio de la Audiencia,
Tarjeta postal, h. 1915
Peñafuente”.
P a l a c i o s
d e
c o l e c c i o n i s t a
en
Á v i l a
Una de las respuestas a la necesidad de preservar el
patrimonio histórico y artístico de Ávila y su provincia,
y ante la general decadencia de la nobleza abulense
que tenía abandonadas sus mansiones señoriales,
Ávila inauguró el Museo en 1911, efemérides celebrada
con éxito en el centenario de tal acontecimiento que
hicimos en 2011.
La creación del museo se produjo por el impulso de
personajes honoríficos de la cultura que integraban las
Comisiones Provinciales de Monumentos como una de
las metas propuestas desde 1844. El nuevo museo se
instala en el edificio denominado “Museo y Biblioteca
Teresianos” construido según proyecto del arquitecto
Enrique María Repullés
Biblioteca y Museo Teresiano. Foto Vidal
publicada en “ La Hormiga de oro”, 1922
En 1968 el Museo se traslada a la
señorial y palaciega casa de los Deanes,
después de pasar por otros
emplazamientos.
Foto ánonima, h. 1896
P a l a c i o s
d e
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en
Á v i l a
Paneles de la exposición “Museo de Ávila, cien años 1911-2011”.
Museo de Ávila
P a l a c i o s
d e
c o l e c c i o n i s t a
en
Á v i l a
Paneles de la exposición “Museo de Ávila, cien años 1911-2011”
Museo de Ávila
Otras aportaciones palaciegas fueron una pequeña pila cerámica de agua bendita que solía colocarse sobre la
pared del dormitorio, cedida por la condesa viuda de Crecente, y una cruz de bronce que prestó el duque de
Valencia. Sin olvidar aquí la colaboración, entre otros miembros de la Comisión Provincial de Monumentos de
Ávila, del académico y cronista de la ciudad el marqués Manuel de Foronda, así como de Fernando de la Cerda y
Carvajal (1847-1927), I duque de Parcent, patrono de Mosén Rubí.
P a l a c i o s
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en
Á v i l a
Panel de la
exposición
“Museo de
Ávila,
cien años
1911-2011
Entre las contribuciones a la exposición inaugural del Museo figuran algunas procedentes de los
viejos palacios abulenses, como las del Marqués de Benavites, que cedió un óleo sobre tabla, un
lienzo, mobiliario, lozas y otros objetos curiosos de parte de la colección universal que guardaba el
palacio de Henao, la misma que en 1968 llegó al Museo cedida por la Diputación Provincial tras
adquirirla en 1958.
P a l a c i o s
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en
Á v i l a
De los lazos familiares y querencias de los moradores
de nuestros palacios sabemos que la ciudad
imantaba su presencia durante los meses de verano.
Y de ello escribió León Roch en su guía de Ávila
(1912), donde da cuenta del noble grupo de
celebridades que forman la colonia veraniega que
abre puertas y ventanas de las históricas casonas
que despiertan del letargo invernal:
“LA COLONIA VERANIEGA en Ávila está compuesta,
en su mayor parte, de fieles amadores, que van por
tradición. Muchas de las familias que allí pasan el
verano son abulenses, que tienen en Ávila su
palacio ó su casa, aunque residen el resto del año
en Madrid. Entre éstas figuran los marqueses de San
Juan de Piedras Albas, más conocidos como
marqueses de Benavites, que pasan en su palacio
todos los veranos, con sus padres los marqueses de
Canales de Chozas, y sus hermanos los señores de
Melgar; el conde de Parcent... También veranean en
Ávila los duques de Valencia, los de Sessa y
Maqueda (del linaje de Altamira y Velada), los
marqueses de Peñafuente, Somió y Zornoza; los
condes de las Navas y de Torrecilla de Cameros”.
P a l a c i o s
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en
Á v i l a
Apenas se conserva algo de las inmensas
riquezas que trajeron de Indias y de Flandes
los fundadores de los palacios levantados
en Ávila en tiempos de esplendor
renacentista. Muchas intuiciones nos
hablan del paso inexorable del tiempo, de
las crisis y cambios sociales y económicos,
y de la decadencia.
Foto Elena
Arés, 2013
Algunos
ejemplos del
interior
palaciego de
Abrantes y
de tapices
flamencos.
Foto José Luís Díaz, 2013
Foto Chevalier, h. 1910
P a l a c i o s
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Á v i l a
PALACIO DE LOS VERDUGO
En los ángulos que forman con la fachada las dos torres referidas,
había, en tiempos, dos toros de piedra, de los que solo uno perdura allí,
encontrándose el otro caído en la plazuela del Rollo, donde quedó al
romperse el carro en que intentaron transportarlo a la Serna.
Dentro del portal de la casa hay otro toro pequeño.
CARRAMOLINO, 1872. BALLESTEROS, 1896
Fotos Pelayo Mas (1929), Francisco de las Barras (1901) y tarjeta postal (1935)
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Á v i l a
Tarjeta postal, h.
1925 (izda.) y
Foto Francisco
de las Barras,
1901 (Fototeca
Univ. Sevilla)
“Ponz dice (Viaje de
España, 1783) que “en
varias partes, dentro de
la ciudad, se conservan
diferentes bultos
infomes, que unos dicen
representan toros y otros
elefantes.
La misma denominación
de elefantes conserva
don José María Quadrado
(España, 1884) para lo
que nosotros suponemos
jabalíes o cerdos.
De los que cita en su
libro hemos visto los
Foto Gómez Moreno, 1901 CSIC
cuatro de distintos
tamaños que existen en
el palacio de Abrantes”.
Francisco de las Barras de
Aragón, 1901
Foto de Laurent, h. 1864. Colec. Joaquín Hernández
Palacio de Abrantes y
Verracos existentes en
el palacio, dos de los
cuales se trasladaron al
Museo Arqueológico
Nacional.
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Á v i l a
Palacio del marqués de
Canales de Chozas
En el centro del patio colocó
restaurado uno de los
verracos de piedra, como se
encuentran en varios
palacios abulenses.
Fotos Colec. Gonzalo Melgar, 1922
En el jardín se repartían
como ornamento piezas
de piedra, entre ellas un
cerdo celtibérico.
Foto colección Rafael Gómez Benito, h. 1930
P a l a c i o s
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Existen también algunos ejemplares
en otros varios sitios de la ciudad. Tal
es el que está junto a la iglesia de
santo Domingo, detrás de la Academia
de Administración Militar, que
representa, en nuestro sentir, un
jabalí, y que fue traído de Cardeñosa
hace años por Orden del gobernador
de la provincia, causando, por cierto
gran descontento en las gentes de
aquel pueblo, que hicieron cuanto
estuvo en su mano para oponerse a la
traslación.
TEXTO Y FOTO FRANCISCO
DE LAS BARRAS DE ARAGÓN.
Revista “Alrededor del Mundo”, 23.05.1901
en
Á v i l a
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en
Á v i l a
Nos asombra la peculiar exhibición de esculturas zoomorfas de granito que son el exponente de la
cultura vettona de los verracos que se lucen en varios palacios. Y deducimos que la llamativa
originalidad de las esculturas de animales pétreos pronto se convierte en un atractivo que da raigambre
a la nobleza abulense del siglo XIX, y por ello se incorporan como elemento histórico y ornamental de
algunos palacios, donde suelen llegar procedentes de fincas cercanas de su propiedad en las que hubo
asentamientos de antiguos pobladores.
En el edificio de la Biblioteca y Museo Teresianos, y después
en el local del Museo de Ávila instalado en el jardín de San
Vicente, dos verracos custodiaban la entrada.
Museo. Foto Vidal publicada en “La Hormiga de oro”,
22.10.1922.
Foto sin identificar autor, h. 1925
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Á v i l a
Panel de la exposición “Museo de Ávila, cien años 1911-2011”.
Museo de Ávila
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Á v i l a
En los años cuarenta el marqués de Santo
Domingo coloca cinco toros o verracos
vettones en los jardines Winthuysen de la
finca situada intramuros, junto al lienzo norte
y oeste de la muralla, que adquiere a Eusebio
de Güell y López, vizconde de Güell .
En el patio del palacio de Travesedo y Silvela, reformado en
1946 para vivienda y actualmente para sede del Colegio de
Fotos Elena Arés Osset, 2010
Arquitectos de Ávila, fueron colocados dos verracos en el patio.
P a l a c i o s
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en
Á v i l a
Palacio del Conde Oñate y patio central con verraco en el patio (actualmente en Naturávila)
Tarjetas postales, h. 1920-1930
El palacio del Conde de Oñate (luego de los Guzmanes, de Crecente y sede de la Diputación Provincial) tiene un
magnífico y espacioso salón, cuyos muros están cubiertos con ricos tapices y el techo forma un artesonado de
maderas talladas de un extraordinario mérito. Los muebles son de la época del salón y el conjunto llama la
atención por su antigüedad y su riqueza.
(La Correspondencia de España del 1 de octubre de 1878)
P a l a c i o s
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Á v i l a
EL PALACIO DE LOS ÁGUILA es un verdadero museo de arte, esplendido y rico. Tiene una magnífica
colección de cerámica española de Talavera, Alcora, Puente del Arzobispo y Manises, está amueblada con
ricos cuadros, bronces, tapices, sedas y telas antiguas, armas, bargueños, arcones, mesas y sillas de talla .
(Marqués de San Andrés, 1922)
El palacio fue declarado
monumento en 1969, reseñándose
por la Real Academia de Bellas
Artes de San Fernando :
En el salón, gabinete y comedor
hay ricos adornos antiguos con
lienzos atribuidos a Palmaroli,
Palacio de Don Suero del Águila, h. 1896. Foto anónima. Colección particular
Vicente López y Luis Madrazo.
P a l a c i o s
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Palacio de Superunda. Foto Laurent, h. 1870. Archivo IPCE. Ministerio de Cultura
en
Á v i l a
Retrato de la condesa de Superunda
y detalles de interior del palacio, 1922
“El palacio de Superunda tiene paredes cubiertas totalmente por soberbios tapices flamencos, mobiliario de
bargueños, sillas tapizadas, arcas, mesas talladas y sillones fraileros”.
(José Nicolás de Melgar, 1922).
P a l a c i o s
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Á v i l a
Palacio de Superunda - Caprotti
Fue adquirido en
1930 por el pintor
Guido Caprotti
(1887-1966)
y su esposa Laura
de la Torre (18951988).
Caprotti llegó desde
Da Monza (Italia) en
1918.
En Ávila se
casó y vivió largas
temporadas.
Hizo de este palacio
su estudio.
Y lo convirtió en un
museo.
Retrato y estudio del pintor
Caprotti, h. 1945.
Fotos Moreno.
Fototeca IPCE. Mª Cultura.
P a l a c i o s
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en
Á v i l a
Palacio de Superunda - Caprotti
En este palacio, Caprotti llegó
a reunir una importante
colección artística formada
por su inmensa obra pictórica
de temática abulense, tapices
flamencos, porcelanas,
bronces, cerámicas, mobiliario
castellano y de estilo isabelino,
indumentaria típica, libros
y fotografías, diversos objetos
que abarrotaban todas sus
dependencias y miniaturas
que hacía Laura de la Torre,
gran aficionada a la arqueología
y colaboradora con el Museo
de Ávila.
Salón principal en planta alta con tapices cubriendo las paredes
P a l a c i o s
d e
c o l e c c i o n i s t a
en
Á v i l a
Palacio de Superunda - Caprotti
En este palacio, Caprotti llegó a
reunir una importante colección
artística formada por su
inmensa obra pictórica de
temática abulense, tapices
flamencos, porcelanas,
bronces, cerámicas, mobiliario
castellano y de estilo isabelino,
indumentaria típica, libros y
fotografías, diversos objetos
que abarrotaban todas sus
dependencias y miniaturas que
hacía Laura de la Torre, gran
aficionada a la arqueología y
colaboradora con el Museo de
Ávila.
Galería en planta alta con mobiliario e época, tallas y cerámicas
P a l a c i o s
d e
c o l e c c i o n i s t a
en
Á v i l a
Palacio de Superunda - Caprotti
En este palacio, Caprotti llegó a
reunir una importante colección
artística formada por su
inmensa obra pictórica de
temática abulense, tapices
flamencos, porcelanas,
bronces, cerámicas, mobiliario
castellano y de estilo isabelino,
indumentaria típica, libros y
fotografías, diversos objetos
que abarrotaban todas sus
dependencias y miniaturas que
hacía Laura de la Torre, gran
aficionada a la arqueología y
colaboradora con el Museo de
Ávila.
Sala estudio del pintor Guido Caprotti en la planta baja
P a l a c i o s
d e
c o l e c c i o n i s t a
en
Á v i l a
Palacio de Superunda - Caprotti
En este palacio, Caprotti llegó a
reunir una importante colección
artística formada por su
inmensa obra pictórica de
temática abulense, tapices
flamencos, porcelanas,
bronces, cerámicas, mobiliario
castellano y de estilo isabelino,
indumentaria típica, libros y
fotografías, diversos objetos
que abarrotaban todas sus
dependencias y miniaturas que
hacía Laura de la Torre, gran
aficionada a la arqueología y
colaboradora con el Museo de
Ávila.
Sala con cacharros, vasijas, calentadores y ajuar doméstico de cobre y cerámica
P a l a c i o s
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c o l e c c i o n i s t a
en
Á v i l a
Los históricos palacios
renacentistas que dieron
renombre y relumbrón a
la ciudad medieval
fueron, en algún
momento, con mayor o
menor relevancia, ricos
contenedores culturales
de ilustres propietarios.
Uno de los mejores
ejemplos de ello es el
palacio del regidor Juan
Henao que guardaba la
colección formada por
Bernardino Melgar y
Álvarez Abreu, marqués
de Benavites y de San
Juan de Piedras Albas.
Vistas del palacio del regidor Juan Henao, retrato del marqués de S Juan de Piedras Albas por Caprotti, y
detalle de una sala del palacio dedicada a museo, 1920-1945
P a l a c i o s
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en
Á v i l a
Las cuatro galerías altas están
convertidas hoy en pequeño
Museo; la primera, de cerámica
española y cuadros en tablas
de arte primitivo; otra, de
armería, con toda clase de
armas de fuego y blancas y
FOTOS
COLEC.
GONZALO
MELGAR,
1922
armaduras y gran colección de
espadas; la siguiente, de tallas
y cerámica y la última de
hierros de todas clases y
épocas.
Los salones están amueblados
con tapices, telas antiguas,
alpujarreñas, retratos de
familia, primitivos, bargueños,
sillones fraileros, mesas y
arcones tallados.
Salas de palacio museo formado
por el marqués de San Juan de Piedras Albas, h. 1922
P a l a c i o s
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c o l e c c i o n i s t a
en
Á v i l a
Reportaje sobre el
Marqués de San Juan
de Piedras Albas y
sus colecciones.
La Voz del Pueblo,
23.12.1924
P a l a c i o s
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c o l e c c i o n i s t a
El atractivo de las
colecciones artísticas
palaciegas fue un reclamo
cultural y turístico
interesante con el que solía
presentarse la ciudad.
Y así, José Mayoral
Fernández decía en “Ávila
en los viejos y nuevos
caminos” (1948):
El palacio de Henao,
propiedad del Marqués de
San Juan de Piedras Albas
cuenta “con museo
grandioso y rica
biblioteca”, el de la
duquesa de Valencia
“pletórico de porcelanas,
muebles de época y
cuadros” y el del pintor
Caprotti, “amante fervoroso
de Ávila por su interés
histórico y típico, Hijo
adoptivo de también de la
ciudad”.
Guías de Ávila que reseñan las colecciones palaciegas de la ciudad,
1912-1965
en
Á v i l a
P a l a c i o s
d e
c o l e c c i o n i s t a
en
Á v i l a
El Museo de Intendencia se
halla instalado en el palacio
de Polentinos, el cual
también fue morada del
marqués de Novaliches y
sede del Ayuntamiento.
Fue cedido al Ejército para
academia militar en 1875, y
desde 2011 es museo y sede
del Archivo General Militar.
Palacio de Polentinos, 1875
En él se muestra cómo era la
Batalla de Alpens, Víctor Morelli, 1873
administración de los
ejércitos a través de la
Historia, se exponen
diferentes tipos de carros y
aspectos de equipo y la
alimentación, se enseña
cómo era la vida académica
y la formación, y se exhiben
retratos de intendentes, de
sus héroes y sus caídos, así
como prendas de uniforme y
algunos objetos de la
antigua Academia.
Marqués de Novaliches, 1871
Museo y Archivo en el Palacio de Polentinos, 2013
P a l a c i o s
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c o l e c c i o n i s t a
en
Á v i l a
Otros palacios y casonas mantienen el uso residencial de sus propietarios, como el de
LESQUINAS, ocupado por Gonzalo Crespi de Valladura, actual conde Orgaz, descendiente del
protagonista del famoso cuadro de El Greco, quien aquí mantiene un valioso archivo familiar
abierto a los investigadores.
El conde Orgaz en la casa palacio de Lesquinas de Ávila.
Foto diario El Mundo, 2013.
P a l a c i o s
d e
c o l e c c i o n i s t a
en
Á v i l a
De igual manera que Ávila ha sido ciudad palaciega
gestionada por administradores de grandes casas
nobiliarias, no es de extrañar que en la larga lista de
senadores y diputados que fueron elegidos a Cortes
Generales encontremos numerosos parlamentarios
procedentes de la nobleza, aunque no todos ellos
tenían palacio abierto en la ciudad ni tampoco, puede
decirse, prestaran demasiados servicios a la misma.
Y entre ellos, sabemos de las casas de Santa Marta,
El Marqués de Benavites fue senador y diputado a Cortes en
repetidas ocasiones.
Sofraga, Peñafuente, Crecente, Montefrío y Casa
Muñoz. A los que siguieron el marqués de Arenas, el
de Silvela y de San Juan de Piedras Albas durante el
primer tercio del siglo XX.
Por su parte, las mujeres y esposas forman parte de
la Junta Nacional de Damas organizadora del III
Centenario de Santa Teresa promovida en 1882 por
la marquesa Campanar, esposa del marqués de
canales de Chozas, y entre ellas vemos los nombres
de las duquesas de Alba, de Medinaceli, y de la Roca,
y de las condesas de Superunda y de Peñafuente,
entre otras, de cuyo linaje nos quedan palacios y
mansiones que llenan la ciudad señorial.
Y el mero enunciado de tales nombres para
La marquesa de Campanar auspició la Junta de Damas de
Santa Teresa en 1882.
reconocer su herencia en la arquitectura palaciega
que nos queda.
P a l a c i o s
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c o l e c c i o n i s t a
en
Á v i l a
De las numerosas ventas de las joyas y objetos
artísticos de los palacios que se producíán en
tiempos de su decadencia, es un buen ejemplo la
exposición y subasta organizada en Madrid en
casa del conde de Altamira y marqués de Velada,
a cuyo linaje perteneció el palacio abulense de
los Velada. Y prueba de las enajenaciones de los
bienes y reliquias que antaño llenaban las
mansiones señoriales arruinadas para desgracia
de sus dueños es el siguiente anuncio publicado
en el periódico La Iberia del 28 de octubre de
1882.
P a l a c i o s
d e
c o l e c c i o n i s t a
en
Á v i l a
A finales del siglo XVIII, Goya retrató al duque de la
Roca y marqués de Sofraga, don Vicente María de la
Vera de Aragón y Ladrón de Guevara, un político, militar
e ilustrado que fue Director de la Real Academia de la
Historia y cuyos títulos nobiliarios encontramos entre
los propietarios del palacio de Blasco Núñez Vela que
fue Academia Militar y desde 1941 Audiencia provincial.
Palacio de Blasco Núñez Vela. Tarjeta postal, h. 1915
Retrato del marqués de la Roca y de Sofraga, Goya,
finales s. XVIII.
P a l a c i o s
d e
c o l e c c i o n i s t a
en
Á v i l a
Los condes de
Altamira y marqueses
de Velada, Vicente
Osorio y María Ignacia
Álvarez de Toledo, y
también su hijo, fueron
retratados por Goya
hacia 1787.
Retratos de los condes de
Altarmira realizados por Goya
Ellos eran los
propietarios del
palacio de los Velada,
el cual fue vendido a
mediados del siglo XIX
por su nieto Vicente
Pio Osorio de
Moscoso, heredero de
dichos títulos y otros,
al hermano del conde
de Montefrío, Enrique
Aboín, quien lo habitó
Vicente Pío Osorio de
Moscoso
XII conde de Altamira
con su esposa Rafaela
Morera y Moreno.
Palacio del conde Altamira y de Velada
P a l a c i o s
Duquesa de Abrantes, 1813
d e
c o l e c c i o n i s t a
Duquesa de Alba, 1795
Duque de Alba, 1795
en
Á v i l a
Condesa de Montijo e hijas
Goya pintó a la Duquesa de Abrantes e hija de los duques de
Osuna, Doña Manuela Isidra Tellez Girón y Pimentel, título que
obtuvo por su matrimonio en 1813 con Ángel Mª de Carvajal y
Fernández de Córdoba y Gonzaga (1793-1839), VIII duque de
Abrantes, cuyo linaje está unido al palacio del Marqués de las
Navas del que eran sus propietarios y que actualmente son sus
descendientes.
También retrató a la Condesa de Montijo y sus hijas, y a los
duques de Alba, otros ilustres propietarios de Ávila, así como a
la familia del Infante Don Luís afincado en Arenas de San Pedro.
Familia del Infante Don Luís, 1784
P a l a c i o s
El duque de Medinaceli, que
d e
c o l e c c i o n i s t a
Anunciaciónb
oceto. Goya,
1785.
Museo de
Boston
en
Á v i l a
La mulillas.
Goya, 1793.
Fundación
Medinaceli
también era marqués de las
Navas, hacia 1785 encargó
a Goya un cuadro de la
Anunciación, y entre su
colección hay hoy un óleo
de una plaza de toros
pintado por Goya
procedente del marquesado
de Torrecilla cuyos titulares
fueron parlamentarios por
Ávila en varias legislaturas
entre 1871 y 1891.
Los duques Tamames
tenían en su colección un
vistoso retrato anónimo de
Goya y el cuadro titulado
“La cucaña” .
La cucaña. Goya, h. 1816. Colec. Duque Tamames
Retrato de Goya, anómimo. Foto
Moreno, h. 1945. IPCE
P a l a c i o s
d e
c o l e c c i o n i s t a
en
Á v i l a
En 1913, la Sociedad de
Amigos del Arte fundada
por la duquesa de
Parcent, organizó en
Madrid una excelente
exposición de pintura en
la que se mostraron
diversas obras de Goya
pertenecientes a la
marquesa de la Romana,
Marqués de la Romana
por Vicente López, 1815
Bandido desnudando
a una mujer. Goya, 1810
cuyo título ostentó Dña.
María de la Piedad Caro y
Martínez de Irujo, casada
en 1922 con Diego del
Coloquio galante. Goya, h. 1810
Alcázar y Roca de
Togores, VIII marqués de
Peñafuente y XII conde
de Villamediana,
propietario del palacio de
Sofraga en Ávila.
Bandidos fusilando a un grupo de mujeres. Goya, h. 1810
Palacio de Sofraga o de Peñafuente
en Ávila
P a l a c i o s
Juan Antonio Cuervo, 1819
d e
c o l e c c i o n i s t a
Ventura Rodríguez, 1784
Jovellanos, 1798
en
Á v i l a
Manuel Silvela , h. 1810
Y a los retratos que hizo Goya de los nobles de linaje abulense sumamos nosotros los que hizo a
los arquitectos Juan Antonio Cuervo y Ventura Rodríguez, los primeros que diseñaron la plaza del
Mercado Chico. Y añadimos también otros que pintó de Jovellanos, licenciado en la universidad
de Santo Tomás de Ávila, y de Manuel Silvela García de Aragón, “El Afrancesado”, cabeza de una
larga dinastía que siempre ha estado vinculada a Ávila, ciudad en la que vivió hasta los 17 años.
P a l a c i o s
d e
c o l e c c i o n i s t a
en
Á v i l a
La marquesa de Espeja, Dña.
María Josefa del Águila y
Ceballos, se casó con el II
Duque de Valencia, quien
había rehabilitado el título de
su tío el General Narváez
(1799-1868). A la muerte de
la marquesa en 1888, su
retrato pasó a su hijo José
M.ª Narváez del Águila, III
Duque de Valencia, casado
en 1880 con María Luisa de
Guzmán el Bueno y Gordón,
marquesa de Santa Marta y
heredera del palacio de los
Águila en Ávila. En 1988, el
palacio fue cedido al Estado
Retrato de la marquesa de
por la V duquesa de Valencia
Espeja de Federico de
junto con una copia del
Madrazo (1853)
retrato que se exhibe en el
y detalle de copia (dcha)
Museo de Ávila.
de Ricardo Madrazo (1892)
procedente del palacio de Los
Águila (Museo de Ávila).
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d e
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en
Á v i l a
Federico de Madrazo retrató en
1875 a Casilda de Salabert y Arteaga,
IX marquesa de la Torrecilla, cuyo
padre, Narciso Salabert, y su
hermano, Avelino, fueron diputados
por Ávila entre 1871 y 1891, y quien
tres años después contrajo
matrimonio en segundas nupcias
con Luís Fernández de Córdoba y
Pérez de Barradas, XVI duque de
Medinaceli, quien falleció al año
Palacio de Medinaceli y de Abrantes de Ávila.
Foto Mas, 1929
Retrato de
María
Pérez de
Barradas
por Federico
de Madrazo,
1854
siguiente en su castillo de las Navas
del Marqués.
Antes, en 1854, Federico de
Madrazo había retratado a su madre
María Pérez de Barradas, esposa del
XV duque de Medinaceli, Luís
Fernández de Córdoba Figueroa y
Ponce de León.
Luís de Madrazo Kuntz, hermano
de Federico, hizo el retrato del
Duque de Abrantes, heredero del
Palacio abulense de los Dávila y
senador por la provincia en 1871.
Retrato de Casilda Salabert,
por Federico de Madrazo, 1875.
Retrato del Marqués de Abrantes
por Luís de Madrazo, h. 1865
P a l a c i o s
d e
Dos grandes retratos de
cuerpo entero, uno de Félix
de la Torre y otro de su
esposa Laura Hernández,
pintados por Sorolla en 1894
se exhiben en el palacio de
Superunda. El palacio fue
adquirido por Laura, la hija de
ambos, y su marido el pintor
Guido Caprotti.
Laura Hernández era
hermana de la esposa del
marqués de Benavites.
Y Félix de la Torre fue
arquitecto y destacado
político republicano que se
presentó a las elecciones a
Cortes por el distrito de
Barco-Piedrahita.
Retratos de Laura Hernández y Félix de la
Torre. Sorolla, 1894. Donados por Ana
Isabel Aizpurúa de Caprotti
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Á v i l a
P a l a c i o s
d e
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Á v i l a
Sorolla ante el cuadro de la Familia Granzow.
La Ilustración Artística, 6.08.1906. Arriba dcha. boceto. Museo Sorolla
Sorolla pintó en 1905 un díptico donde en una parte
Casimiro Florencio Granzow de la Cerda
se representaba a Estanislao Granzow y en la otra a
(1895-1969), heredó por vía materna el
la esposa con su hijo Casimiro con diez años. A la
título de II Duque de Parcent. Le sucedió
muerte del Sr. Granzow la obra fue separada en dos,
su hijo Fernando (1922-2014), quien fue
pasando cada una a pertenecer a colecciones y
un entusiasta miembro de la Asociación
propietarios distintos hasta su exhibición conjunta
de Amigos del Museo de Ávila hasta su
en Valencia en 2011.
fallecimiento el 18 de enero de este año.
P a l a c i o s
d e
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La familia Granzow, Sorolla, 1905. Museo de San Pío y de Bellas Artes de Valencia
La “Familia Granzow” estaba formada por Estanislao Granzow, un industrial
polaco de origen aristocrático, y su esposa, María del Pilar de la Cerda y Seco, nieta
de José de la Cerda marqués de Fuente el Sol y de Barbales y VIII Conde de Parcent
y de Contamina y del Villar, y de su segunda mujer Dª Juana Cortés y Valero.
El niño del retrato, su hijo Casimiro, heredó por vía materna los títulos de II
Duque de Parcent, XI conde de Contamina y XI conde del Villar. Fue encargado de
asuntos culturales en Varsovia durante 1939-1946, escribiendo entonces “El drama
de Varsovia” donde cuenta su experiencia de la guerra y su colaboración en la
salvación de numerosos judíos.
en
Á v i l a
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d e
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Á v i l a
Palacio de Abrantes y Catedral desde el antiguo palacio del Rey Niño
(1910-1912). Museo Sorolla de Madrid.
Sorolla visitó la ciudad de Ávila en diversas ocasiones (1910 y 1912), pintando entonces una
vista del palacio de los Dávila, habitado entonces por sus dueños los duques de Abrantes, y
otra de la catedral desde el antiguo Palacio del Rey Niño.
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Á v i l a
El duque de Parcent
era patrono de Mosén
Rubí, un artista y
pintor experto de las
Bellas Artes y
miembro de la
Comisión de
Munomentos de Ávila,
donde colaboró en la
creación del museo
de la ciudad.
Estuvo casado en
primera nupcias con
la escritora
malagueña Pepita
Barrientos, y en
segundas con María
Trinidad Scholtz.
Los duques de
Parcent. La Esfera,
4.02.1922
Antiguo hospital y capilla
de Mosén Rubí. Tarjeta
Postal, h. 1910.
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Los duques de Parcent, Don Fernando de la Cerda y Carvajal y Dña. Trinidad von Scholtz tenían su
palacio en la calle madrileña de San Bernardo, donde podían admirarse soberbios tapices, grandes
mesas, viejos arcones, candelabros labrados, porcelanas chinas y japonesas, tablas de pintores
primitivos, lienzos de grandes maestros, obras de Murillo, El Greco y Coello y de pintores de la antigua
Escuela española, y el retrato de la duquesa de Raimundo Madrazo (Revista “Voluntad” 15.06.1920).
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Los duques de Parcent, Don Fernando de la Cerda y Carvajal y Dña. Trinidad von Scholtz, tenían su
palacio en la calle madrileña de San Bernardo, donde podían admirarse soberbios tapices, grandes
mesas, viejos arcones, candelabros labrados, porcelanas chinas y japonesas, tablas de pintores
primitivos, lienzos de grandes maestros, obras de Murillo, El Greco y Coello y de pintores de la antigua
Escuela española, y el retrato de la duquesa de Raimundo Madrazo (Revista “Voluntad” 15.06.1920).
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La duquesa de Parcent promovió la exposición del Traje Regional celebrada en 1925.
Con el tiempo, estos fondos dieron lugar a la creación de distintos museos y colecciones que
actualmente forman el Museo del Traje, aunque todavía tardarían años en tener esta
denominación (La Esfera, 6.06. 1925). Abajo tipos de Ávila (Isabel de Palencia, 1926)
Retrato de Trinidad von Scholtz,
duquesa de Parcent, por
Raimundo de Madrazo, que se
exhibía en su palacio madrileño.
La duquesa fue una gran
coleccionista y mecenas cultural.
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Á v i l a
MEDINACELI
Palacio de
Medinaceli
en Madrid
D. Medinaceli, Alférez
Mayor de Ávila
Palacio de los Dávila,
Mayoral, h. 1920
Los Medinaceli, del antiguo linaje titular de los palacios abulense de los Dávila, Navamorcuende y Navas, y del castillo de las
Navas del Marqués, presumían de lienzos, tapices, armaduras, esculturas, porcelanas, maderas talladas y bronces hasta que el
palacio sufrió un grave incendió en 1917. Los duques de Medinaceli, emparentados con los Alba, ejercieron el cargo honorífico
de teniente Alférez mayor de Ávila por su condición de marqueses de Las Navas, y fue por ello que el duque asistió como
representante de la ciudad en las Cortes de Bayona en 1808. (Fotos Moreno, h. 1914. IPCE).
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Sala de armas del palacio museo de los duques de Medinaceli.
La Esfera, 14.03.1914
en
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Sala de especies cinegéticas del palacio museo de los duques de Medinaceli.
La Esfera, 14.03.1914
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Á v i l a
El palacio de los duques de Tamames se encontraba en la plaza de los Cepeda
(actual Corral de Campanas o Diputación). A principios del siglo XX se derribó
la portada para ampliar la plaza y se construyó sobre el convento de las
monjas Reparadoras, a quien se lo había vendido José Messía del Barco y
Gayoso (1853-1917), IV duque de Tamames, grande de España, quien fue
senador, diputado, gobernador de Madrid, y jefe de la casa de de reina Isabel
II, así como el más elegante de Madrid.
Portada del palacio de Tamames (dcha).
Dibujo Villaamil, h. 1840. Mº Nac. Escultura
En 1873 se casó con María Asunción Fitz James Stuart, hija los duques de
Alba y sobrina de la Emperatriz Eugenia de Montijo. En su mansión madrileña
de la calle Duque de Alba tenía armaduras, tapices y retratos de antepasados,
pinturas de Rubens, Goya, Mengs, Vicente López, etc.
Reportaje de la casa museo del Duque de Tamames en Madrid.
La Ilustración Española y Americana, 30.03.1894
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d e
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en
Á v i l a
Reportaje de la casa museo del Duque de Tamames situada en la calle Duque de Alba de Madrid.
La Ilustración Española y Americana, 30.03.1894
P a l a c i o s
El marqués de Cerralbo fue
propietario en Ávila del
palacio llamado también de
d e
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Á v i l a
Enrique Alberto
de Aguilera y
Gamboa, XVII
marqués de
Cerralbo.
Museo
Cerralbo
Almarza. La colección
artística de este linaje es la
que dio lugar al museo
Cerralbo abierto en Madrid
por Enrique de Aguilera y
Casa museo del marqués de Cerralbo en Madrid
proyectada por Alejandro Sureda en 1883
Gamboa (1845-1922), XVII
marqués de Cerralbo, donde
hay lienzos de El Greco,
Palacio de Cerralbo
en Ávila.
Rivera, Tiziano, Van-Dick,
Rafael, Murillo y Carderera,
entre otros, además de
importantes piezas
arqueológicas, mobiliario de
época, esculturas,
porcelanas, etc.
Fotos Museo Cerralbo. Madrid
Muestra de obras artísticas en la casa museo del marqués
de Cerralbo en Madrid
P a l a c i o s
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c o l e c c i o n i s t a
Reportaje de la casa museo del Marqués de Cerralbo en Madrid.
La Esfera, 31.01.1914
en
Á v i l a
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c o l e c c i o n i s t a
en
Á v i l a
EL PALACIO DE LIRIA, RESIDENCIA DEL DUQUE DE ALBA EN MADRID
Los duques de Alba, cuyo linaje procedía de la localidad de Piedrahita donde estaba su palacio, eran una de las
grandes casas españolas que tenían administrador en la ciudad de Ávila para gestionar su patrimonio, donde
también estaba emparentada con las familias de los duques de Tamames y Medinaceli y de los condes de Montijo.
La riqueza artística de las colecciones de los duques de Alba sobrepasa, con creces, la simbólica de los palacios
abulenses que hace tiempo se quedaron vacíos . (La Esfera, 23.05.1914)
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Á v i l a
Ávila cuenta con
colecciones que todavía no
tienen palacio de exhibición
permanente, como es el
caso de la que formaron los
cuatro Hermanos Clemente
Romeo, un rico legado
Madre de los Gracos.
José Garnelo Alda, h. 1890
recibido por el
Talla antigua
Ayuntamiento de Ávila en
1968 formado por infinidad
Majas.
Eugenio Lucas, h. 1860
de objetos (libros, pinturas
de Eugenio Lucas y Solana,
entre otros, esculturas,
fotografías, pequeño
mobiliario, porcelanas y
Moisés.
Copia de Lucas Jordán, s/d
lozas, utensilios de
medicina, artículos de
oficina, etc.) que se expone
Lavanderas en el Manzanares.
E. Poy Dalmau, h. 1900
puntualmente.
Fotos Ayuntamiento de Ávila.
La Máscarada.
José Gutiérrez Solana, h. 1910
Bargueño antiguo
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