Título: Los valores de la educación. Enseñar a pensar Esther Arjona

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Título: Los valores de la educación. Enseñar a pensar
Esther Arjona Aguilar
1- Igualdad de oportunidades en la educación. Los valores de la educación
Si decimos que los españoles somos iguales ante la ley, queda claro que hablamos
del art. 14 de la Constitución Española en el se postula que lo somos sin que pueda
prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión
o cualquier otra condición o circunstancia personal o social. Además, todos tenemos
derecho a la educación y ésta queda garantizada con una programación general de la
enseñanza (art. 27). Con esto se infiere que existe igualdad en la oferta educativa. Sin
embargo, la realidad descaradamente muestra lo contrario y es por ello que la
igualdad de oportunidades sigue siendo importantísima y la consecución de ésta es
tarea de toda la comunidad educativa. No puede ser que dos personas amparadas por
las mismas leyes reciban tratos diferentes en un derecho tan básico y fundamental
como es el derecho a la educación. No puede haber diferencias en la oferta educativa.
Sin embargo, el que se pretenda la igualdad de oportunidades en la educación no
implica que se haga de la igualdad, en el sentido de lo mismo para todos, un principio
integral de la existencia, es decir, incluida en todas las facetas de nuestra vida, puesto
que esto conllevaría, como dice Ortega y Gasset, “a engendrar las mayores
extravagancias”. La igualdad en la educación es un derecho público, puesto que es un
derecho recogido en la Constitución Española. Pero la igualdad ante la ley no implica
que todos los seres humanos sean iguales en talento, sensibilidad, etc. Es aquí donde
se debe trabajar: en ver las desigualdades entre iguales y la igualdad entre desiguales.
Esto es, demos a todos por igual la oportunidad en la educación, pero ojo,
eduquemos para ello. No se trata de educar sólo en valores, sino de conocer los
valores de la educación. Así el que con valores como la justicia, la bondad, la verdad
apuesta por una sociedad decente, no merece lo mismo que el que carece de
principios fundamentales y sus acciones son dirigidas por la falta de escrúpulos,
ignorancia y apatía. No podemos incentivar al vago a que lo siga siendo ni al ignorante
a que adoctrine a la sociedad. La educación es responsable de que esos ideales de
justicia, bien, verdad… prosperen. Pero no podemos mostrar estos ideales al que no
tiene acceso a ello. Y es por esto que la igualdad de oportunidades en educación es
prioritaria para construir una sociedad justa.
2- El aula como extracto de la pluralidad
El aula de una escuela pública representa en su conjunto la diversidad de la sociedad.
En ella nos encontramos los estereotipos que representan al mundo en su totalidad,
desde a la persona fiel a unos principios básicos de convivencia hasta el déspota o
manipulador carente de responsabilidad hacia la sociedad. La dificultad de educar en
un entorno desigual donde las pretensiones de la vida y los valores recibidos desde la
más tierna infancia son antagónicos, se torna extremadamente difícil para el docente
decente que pretende fomentar la reflexión en estas personas. Sin embargo, hay algo
que los une: son personas. Y como personas son éticas y políticas. Es por ello que
desde la educación se debe guiar por claros objetivos educativos, es decir, éticos.
Esto implica ayudar a que el alumnado desarrolle sus grandes recursos intelectuales y
no de configurar una mente cargada de datos. Como dice José Antonio Marina, no se
trata de enseñar matemáticas o inglés, sino de ayudar a que el niño desarrolle sus
grandes recursos intelectuales, emocionales, ejecutivos y éticos puesto que, ya se
sabe que la mayor parte de los rasgos personales se aprenden. Por otro lado, el ser
humano es un ser político y valores como justicia, verdad, bondad y bien son
esenciales en la democracia. Conocerlos es labor para lograr una sociedad justa y
decente donde la palabra sea instrumento para salir de la ignorancia y no lo sea de la
corrupción. El docente tiene una tarea ardua por hacer pero necesaria, y lograr que los
individuos que hay en un aula capten de qué va la cosa en la vida para que funcione
en beneficio de todos y de sí mismos es prioritario.
2.1 Hábitos y costumbres. La ética
Las cosas que hay que haber aprendido antes de hacerlas, las aprendemos
haciéndolas. Por ejemplo, se llega a ser costurero cosiendo, o médico ejerciendo la
medicina. De la misma manera si se llevan a cabo acciones justas nos convertimos en
justos. Y es aquí donde la ética tiene mucho que decir. El ser humano es más que
puro intelecto. No se trata sólo de recoger datos o deducir teoremas, sino que somos
también hijos de valores sublimes y nuestras acciones se llevan a cabo de la mano de
las emociones.
Aristóteles ya afirmaba que “el alma racional es la parte dominante y mejor, y
parecería que cada uno de nosotros consista precisamente en ella; está claro que
somos sobre todo intelecto”. Sin embargo también dice: “la parte vegetativa no
participa en nada de la razón, mientras que la facultad del deseo y, en general, de los
apetitos, participa en ella en cierto modo, en la medida en que la escucha y la
obedece”. El dominio de esta parte corresponde a lo que él llama la virtud de la
conducta práctica. Y este tipo de virtud se adquiere mediante la repetición de una serie
de actos sucesivos, es decir, haciéndolos, esto es, el hábito. Con esto se quiere decir
que se aprende a ser justos, bondadosos, buenos, valerosos, etc., y los valores que
nos interesan para pertenecer a una sociedad justa. Se aprende a ser decente.
Darse cuenta de la importancia que tiene conocer y saber de la existencia de estos
valores implica que sean llevados a la práctica y, que desarrollándolos se llegue a
aplicar no sólo una dimensión individual sino también colectiva puesto que el ser
humano convive con otros.
2.2 La política
La política pertenece al mismo tipo de saber que la ética, este es, el saber acerca del
bien humano. Esto significa que ética y política son, pues, inseparables. Y tiene su
razón de ser en que vivir para el ser humano es convivir con otros seres humanos. Y
sólo en este marco de convivencia es posible alcanzar una vida digna y satisfactoria.
Pues bien, llevemos esto al aula plural. Si hablamos de vida digna estamos hablando
de un principio general de nuestra convivencia al que le viene implícito el respeto y la
dignidad. Eso supone respetar a todos los demás y que los demás nos respeten
también. Por ello cuando hablamos de dignidad de todo ser humano, que es el
fundamento de nuestra convivencia democrática, damos por hecho que todas las
personas son valiosas en sí mismas con independencia de su cultura, religión,
situación económica, aspecto físico, etc. Desde la comunidad educativa se debe
mostrar que estos valores de verdad, bien, justicia… son los que conforman esta
convivencia democrática. Pero claro, convivencia democrática no es que haya un
montón de opiniones o ideas igual de respetables, puesto que hay muchas que
atentan contra el ser humano y su dignidad. No se trata de relativismo moral por
llamarlo de alguna manera, sino que son estos valores los que conforman la sociedad
democrática; son los que nos aúnan en una colectividad que convive en democracia. Y
la educación es pilar fundamental para sostenerla. Y recibir una educación en igualdad
de condiciones sostenida por estos valores democráticos es necesidad de cualquier
sociedad que se llame sociedad democrática.
Pero ¿qué es democracia? Democracia procede del término demokratia que significa
gobierno del pueblo (de demos “pueblo” y kratos “poder o gobierno”). En la democracia
la autoridad y el poder los posee y ejerce el pueblo, y esto es lo que la distingue de
otros sistemas de gobierno. Por consiguiente, el pueblo se gobierna a sí mismo, es
decir, se da a sí mismo la ley. El pueblo es el soberano y sólo a él le corresponde por
derecho el poder. Por tanto, la soberanía corresponde al conjunto de los ciudadanos,
quienes la ejercen, con arreglo a la ley y por medio de sus representantes. Esto
conlleva que nadie está exento de cumplir con la ley y que todos los ciudadanos han
de ser tratados del mismo modo bajo el imperio de la ley. Y recibir una educación
digna en igualdad de condiciones y de oportunidades es ser tratados del mismo modo.
Y la ley debe velar por ello. En el caso de la educación será garantizar una educación
pública donde, como se dijo en el Congreso Mundial de la IE celebrado en Porto
Alegre en 2004, “la educación pública es un sistema abierto a todo el mundo sin
discriminación por motivos de género, religión, cultura o clase social, gratuito,
financiado por el sector público, y gestionado y evaluado conforme a los objetivos y
principios establecidos democráticamente por las autoridades públicas”. Y en este
aspecto podríamos hablar de la privatización de la educación, pero no es tema el que
ahora compete. Pero sí decir que la educación no es una mercancía que se pueda
vender o comprar.
3- La discriminación en la educación
Lamentablemente en todos los ámbitos de la vida existe discriminación que coarta la
libertad del ser humano. Es obligación de la comunidad educativa no sólo evitar el acto
discriminatorio, sino también detectarlo para precisamente lograr que prosperen los
valores de justicia, bien, verdad, bondad, etc., que en definitiva, son los valores que
rigen en una democracia real. Pues bien, podemos hacer una clasificación de acciones
discriminatorias y que es la siguiente:
-
Discriminación racial o étnica: una persona o grupo humano es tratado como
inferior por su pertenencia a una determinada etnia como los indios
americanos, los judíos, los gitanos, los negros, etc.
-
Discriminación religiosa: cuando una persona o grupo humano recibe un trato
desfavorable por no por no practicar la creencia mayoritaria de la sociedad en
la que vive o por no profesar creencia alguna.
-
Discriminación política: cuando algunas personas no pueden expresar
libremente sus convicciones políticas porque viven bajo el yugo de gobiernos
totalitarios o dictatoriales.
-
Discriminación sexual: cuando se considera a los hombres superiores a las
mujeres, relegando a éstas al ámbito doméstico pues a muchas personas les
convenía pensar que no tenían capacidad intelectual ni fuerza física suficiente
para el trabajo. También cuando a los hombres se le consideran incapaces
para realizar las tareas domésticas u ocuparse de la crianza de los hijos.
-
Discriminación de nivel cultural y económico: se da cuando se considera
inferiores a personas que no han tenido acceso a la misma formación o que no
tienen una buena situación económica.
-
Discriminación estética: cuando se considera inferior a una persona por no
encajar su imagen personal al ideal de belleza establecido en la sociedad en la
que vive.
-
Discriminación por edad: cuando se trata con inferioridad o se menosprecia a
las personas que no tienen una determinada edad.
-
Discriminación por discapacidad: cuando una persona es menospreciada o
infravalorada por sufrir algún tipo de discapacidad, bien sea física o mental.
-
Discapacidad por enfermedad: cuando algunas personas son tratadas con
cierto recelo o desprecio por el hecho de estar enfermos.
Desde el aula y el respaldo responsable de toda la comunidad educativa es posible
evitar las acciones discriminatorias y lograr el acceso a la educación.
4- Enseñar a pensar
Como se ha mencionado, José Antonio Marina habla de la necesidad de fomentar
recursos emocionales, ejecutivos, éticos e intelectuales. Esto implica ser conscientes
de la necesidad de lograr llevar a cabo un proyecto educativo que busque formar
personas críticas y creativas capaces de construir una sociedad democrática. Para ello
se debería promover el sentido de la comunidad como preparación para una sociedad
democrática, es decir, cultivar las habilidades de diálogo, promover el pensamiento
crítico, creativo (propio de la creación artística) y el pensar afectivo (propio de las
emociones). En definitiva se trata de promover el pensamiento reflexivo y crítico y,
pensar críticamente es hacer juicios razonados sobre qué pensar y cómo actuar ante
situaciones relevantes o problemáticas de nuestra vida. Pero no se trata sólo de
pensar bien, sino sobre todo de pensar bien por uno mismo y de razonar correcta y
coherentemente, además de lograr una actitud de respeto hacia los demás y hacia la
libertad.
Según Ann Sharp en su programa de filosofía para niños lo primero que hay que
cultivar son las habilidades del diálogo, el cuestionamiento, una investigación reflexiva
y el buen juicio. Además dice también que la característica esencial es el diálogo
cooperativo con una intervención razonada de todos sus participantes. Con el tiempo y
la práctica se incorporarán a este diálogo consideraciones epistemológicas, lógicas,
éticas sociales y políticas. Para Sharp el docente ocupa el lugar de coordinador
además de transformarse en un miembro más. De manera que el alumnado aprende a
objetar razonamientos débiles y a construir razonamientos fuertes, a aceptar sus
responsabilidades como participantes y la opinión de los demás, practicando en arte
de realizar buenos juicios. Pues bien, según Ann Sharp en su libro “La otra educación”
en este proceso tiene lugar el aprendizaje de habilidades, procedimientos y estrategias
propios de la indagación filosófica. Y ella hace una clasificación de comportamientos
cognitivos y comportamientos sociales.
Los comportamientos cognitivos que son clasificados en tres rangos:
1- Razonamiento e indagación.
2- Formación de conceptos.
3- Construcción de sentido.
1.- Razonamiento e indagación
Son considerados indicadores o estrategias cognitivas de razonamiento e indagación:
- dar y pedir buenas razones.
- hacer buenas distinciones y relaciones.
- realizar inferencias válidas.
- hacer predicciones, formular y probar hipótesis.
- generalizar y usar analogías (razonamiento inductivo).
- dar contra-ejemplos.
- detectar supuestos.
- usar y reconocer criterios.
- plantear buenas preguntas.
- formular y usar criterios.
- inferir consecuencias.
- reconocer falacias lógicas.
- detectar ambigüedades y vaguedades.
- ser relevantes.
- definir juicios.
- buscar clarificación.
- explicitar implicancias.
- percibir relaciones.
- hacer buenos juicios.
- formular analogías.
- ser sensibles al contexto.
- ofrecer puntos de vista alternativos.
- construir lógicamente sobre las contribuciones de los otros.
2.- Formación de conceptos:
La comunidad de investigación aborda y cuestiona conceptos filosóficos polémicos y
problemáticos tales como lo justo, lo verdadero, lo bueno, la amistad, la belleza, el
espacio, el tiempo, personas, reglas, derechos, obligaciones, libertad, identidad,
mente, conocimiento etc.
3.- Construcción de sentido:
Comprende las estrategias para tratar de dar sentido a lo confuso y desconcertante.
La herramienta primaria para construir sentido es el diálogo, estableciendo conexiones
y puentes entre lo que no ha sido comprendido y lo que sí y evaluando los procesos de
razonamiento e indagación llevados a cabo en la clase.
Respecto a los comportamientos sociales Ann Sharp aduce:
- escucharse unos a otros.
- apoyarse unos a otros ampliando y corroborando puntos de vista.
- someter las opiniones propias y ajenas a la investigación crítica.
- dar razones para apoyar u oponerse a la opinión del otro.
- tomar en serio las ideas de los otros, respondiendo y alentando a que cada uno
exprese sus puntos de vista.
- cuidado hacia los miembros de la comunidad.
- ser abierto ante la posibilidad de cambiar sus opiniones.
- voluntad de ser transformado por el otro.
- desarrollo de la confianza.
- desarrollo de la autonomía y la autoestima.
- capacidad de auto corrección.
- flexibilidad intelectual.
- tolerancia.
- visión de conjunto.
- respeto por los otros.
Estas son herramientas que nos pueden ayudar a lograr esa educación accesible a
todos y dirigida hacia la consecución de una sociedad democrática con individuos
decentes. En definitiva, como dice Tomás García Calvo, “una vida feliz no es una vida
cualquiera, es una vida que merece vivirse, una vida plena, digna y satisfactoria”. Pues
manos a la obra. Y es ya nos lo dijo Aristóteles en su “Ética a Nicómaco”: “lo que
puede ser de otra manera que como es”. Nos quedamos con eso.
5- Bibliografía
Aristóteles (2002). Ética a Nicómaco. Madrid: Centro de Estudios Políticos y
Constitucionales.
Aristóteles (1982). Política. Barcelona: Editorial Gredos.
Calvo Martínez, T. (1996). Madrid: Akal Ediciones.
Constitución Española de 1.978. Madrid: autor.
Marina, J.A. (1995). Ética para náufragos. Barcelona: Anagrama
Sharp A. M. (1998). La otra educación. Buenos Aires: Manantial
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