DIIRIO CONSTITIIdOiL DE PlLi.

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DIIRIO CONSTITIIdOiL DE P l L i .
LUISES 6 DE SETIEllBIlE DE 1042.
San Lorento Justiniano obispo^
ESPAIVA.
Madrid %% de agosto.
Nuestro corresponsal d* Paris con fecha i s de agosto nos
escribe lo »ig-ienle.
Oeci« «u mi p«ndlti(ni cartt que el imperio francés te encontrd en preieocia de una nación: la rritauraciun en presencia
de dus partidos poderosos; y que li revolocíon de juMo nada hibia encontrado delante <le sí sino el polvo de la nación y el polvo de los pariidüS. Esta verdad es tan loiiúnoss de i>uyo, que
sirve para etpiicar run)plid«menie lodos los grandes aconti-cimientos de la Francia en «I siglo décimo nono. Cuando li Francia era una nación, es decir, durante rl imp'rin, Hevd so* estandartes por todas las capitales de Europa. Cuando e luvudividida en dos partidos poderosos, es drcir, durante la restauración llevd su rslaiidurte hasta las columnssde Hércules j le asentdrii |«i
riberas africanas. Cuando esa nación y es»* partidusse bau convertido en polvo, la Francia ha perdido su influencia en todas
las regiones, y apenas es dueña de su bogar la que fue sedora
del mundo. Espaciemos sino los ojos por los grandes acoolecinlentos de Earopa en los afios que van corriendo.
La Polonia se estremece; en su estremecimiento sacude el
yogo que la oprime; / su águila blanca va i afrontarse con ti
ígoila aegra de la Rusia. Lsrgo fué ei combate; largo como sao*
grienio. La Polonia eatretanio volvía sos ojos desmayados hacia su hermana libre del Si'oa. Pues bien; la Polonia sucumbid; y
esa Irlanda de los pueblos esclavos volvid i doblar «-I noble
«uello ante la espada moscovita. La Bélgica oyt la vos atronadora de la revolución de julio: hace so revolución eo un día, y
•I dia siguiente ofrece i su madre una corona. La Francin de
julio la loiud en la mano, y la que habia cefiido su sim o«n
cien coronas, la dejó caer en rl éuelu porque la riicontrd
pesada. Desde que C«rlomagno para vencer de la otra paite del
&in á lus sajones quiso vencer antea i los árabes al otro lado de
loamoates pirineos; de*de que Luis XIV para vengar sus grandes humillaciones con una Mraode victoiia asentd un Burbun en
el trono de San Fcruando; desde qu« Napolron rovtd a su hernano á Madrid para vencer eu Muse u, y sobre todo desde que
lucuinbíd eu VV<iterldo, porque no habia podido ni d«satar ni
«ortar el nudo de la cueation espsfiula, ha sido una COSM hiüdticamente averiguada que la nación francesa p<ra rf«ikUr o para vencer al muo>la debe de ser nueitra ani'ga: pues bien: nosotros la hemos tendido la mano, y ella u<t tu ti*nido fuerje»» para
'largarnos la suya. Volvamos los ojos al Oriente^ por alli li«bia
pasado B'inspartr: B<insparle mas grande que Napoleón todavía
Ün las entrañas de aquella tiérbaias iegioi;es se escondía rl recuerda del hombre del Occidente, del hombre de las Piriiiii'ea: y también el de la Francia que habia enviado i ese hombre. Del seno de la Siris y del Egipto s« a *a una vo( lastimera
^Be implora la protección de la Francia: tu cambio de su protección la ofrece el Mediierténeo, eae lago de la civilicacion,
**e vinculo del mundo. Pues bien: la Francia cierra sus oidos
' eu voa lastimera y a»isle como espectadora y coa los bracos
^oeadot al drama del Orirnle.
Tal ea la situación de la Francia después de Ja revolución de
' ^lio: situación que nunca ha aparecido Iln clara i mis ojos co: ^ 0 eu las ultimas elección»* generales.
Ei üiisii*» capecliculo que bao presentado i nuestra vista loa
.^(aaatdatoa y loa electores, la nación y los partidos, en las ditiI^Ua elecciones, bao preaentado también loa periddicos cuando
K% .muerte del principe berderodel trono vino i dar uo nuevo
^k «marituísimo alimeolo i au polémica diaria. Ningún periddi^dináttico ha tenido el valor de sus opiniones, ninguno se ha
'^vid« k pcMtrtt eo «1 tliiaino d« la ailiucioa coo U sooda:
BÍngano te ha ttrevido i adoptar las contecoencifs de tus prtfl-<
cipios, ni á proclamar los principios que han dirigido su condúC'^
*a. El Diario de los D<?baies, periddico conservador, escrito cotí
indispensable talento, y noble por su gravedad y por su aplomo
comenzd tu* espinosísima tarea en tan apuradas rircanstanciaf^
por darla enhorabuena ala -«posición, qdre s^giftT el docto diario habia hecho un completo abindone de sús principios anir*
qaicoi, y desús ambiciosas pretensiones. Ahora bien: todo eatO
era lo que aqui se llama, y M se va llamando ya, ona mistificación, y nos niiíiibcacion sin ejemplo en los anales de lat
mistiftcacionrs humanas. Lus periddicoa de la oposicron dinástica deadr el primrr dia iian comentado á hacer tuda la oposíciofll
coin|istiblecon la decencia. Desde el primer dia pidieren la fegencia para la madre del príncipe he edrro: desde el primer dit
se declararon por la tegencÍH electiva contra la regencia hereditaria: y lo que es m>is, esponirndo la rszon de sus opiniones, nO
tuvieron ni escrd|jul.< ni riiipachu en afirmar que querían la fegeiicia de l,i nitfdre, pulque seria débil, y la electiva porque I«
dependencia del regente consolaría al parlamento de la hidepeo"
dencia del trono.
Es decir: que cuando el Diario de los Debates felicitaba á
la oposición dinástica por su adhesión sin límites á la monarqoíei
la oposición tutcitaba una cueation de poder; una cuestión da
prerogativa, una cuetlioo de supremacía política social entrv
el pailamento y el trono, entre i» Cámara y la monarquía da
julio. Si esta fue la conducta de las oposicionei dinástica!,
pueden Vds. calcular cual stria la conducta de laa oposiciooea
radicales.
No por eso dejaba el Diario de lo* Debates úe hacer todof
los diss cuando ncnos una reverencia á la oposición dinástica
hss^la que |,> opo<i(iun dináftira puso fin á una mistificación qua
sin duda bobo de causarla asco.
HJ^ un kaidrir > n que un malón i quien llamaban ManolitO
el carpintero, f^tt Udido coniu co p^oC' stuti «I socotrude las Eienasd las Sabinas d-su barrio ^|ue ii)«ii i ser rubadss pur inhumanos y carnales íuvasures. ftl4u'iiiii) s<- kruid d<- pies á cabeía
yculiiirto de fierro se preteiiid ante ios uijustut forzadores coa
uire amcnarador, din .idusl<i sobK'vjo y con ademan insolente»
Lus • Iroi hubierun Je drsi'ubiir < n el Mauulito lu que el Manolitn no pudo laji.ir ni cun %u \\\^>t\- niii, ni con su ainenacs, y
tornándole rl bulto le pusii-roi Coii > iiuvu. Maiixlito recibía
estas murklr'8 df ndlieaion á tU pe ^i>na cun un a niblante apacible y con una cara r'sucila: y t.ii!ii'laodo af ituosísimauíenleá tul
nu«vo» aniijc;os lt':> tcctj con «ijui'IU c'oin^u> >ia nii-i<<'!iiad que tan
bien sí'Illa ruando »on geneiotos n lo» (u'itek. ffYa veisteAofes,
qoi* aiiniui* »oy tan (ieio, COIIIMJÍ'I se Oiisigne ludu i buenas."—-Tengo euleiirtido que ese ¡VJ.-iioiii.. nabtrudu seguido después de esia avenluia uiioa CUJMIO' riir-us eu l« S^buna, escribe abura en el Dlurio de ]«2> D' liat s.
bi se considera que e»ie ea i-i p-iid .*'o vn dnide han buscado su refugio (odan la» idea» tilo.itr {Ulca> qn.-t-xi'trii en el seno
d e la l e v o l o i i u n ; t\ »•: roun l^r» que es rl órj;miu m»S puro d e l
partido cnotervador en Koncia. y ai s<- bia la alencion en que
todo el talento de sus rrdac'br-s i i i i rsi:'(tsit«>ue; le empleado
rii adormecer la opininn.en di^iniula' i-is iie^i^.i» qu'> corren lai
iiiililuci'^nes, y an «rrojai ou velo >o(irp io« ii<».iodahl<'s abismos,
Una triaiesa profunda se a|>od<'ri del alma, y uno pregunta á loa
qui- se encuentran al paso lle^o de invuluniiMO terror: ^partf
auot'he la uionarquía ei>cull*da de sus lioiuhtet? Y al amanecer
de cada dia la lui-ma ansiedad obliga a hatcr la IIHMIIJ pregunta.
Pot furlU'ia, no parara lau premio como era de temer esa institución sublime: gracias « sus adversarios, y á petar desús defensores.
Con efecto: para hablar diguameutc de lo* periddicot de la
oposiciou y de su coaddcta eu estas ciroutisiaociaa, atria oeca-
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