Centenario de la muerte del Libertador Simón Bolívar.

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CENTENARIO
DE LA MVER1'E
DEL
LI BER1'f\DOR
SIMON
BOLJI\JAR
La ciudad de Pereira ha conmemorado dignamente el Centenario de la rnuprte d!::l Libertador
SIMON BIJLIV AR.
El16 de Diciembre. a las siete p. m. se celebraron vísperas solemnes en la Iglesia Parroquia!.
A las ocho p. m. se dió una retreta fúnebre,
después de lo cual, los cuerpos armados de la plaza
destilaron por las calles de la ciudad llevando antorchas y cantando himnos patrióticos.
El día 17 a las cuatro a. m. las bandas recorrieron la ciudad mientras se hacía una salva de veintiún cañonazos.
A las ocho de la mafiana en un altar previamente arreglado en el centro de la Plaza de Bolívar. y ante el cual se erigió un busto del Libertador, se cantó una solemne misa de Requiem. Terminada esta ceremonia, el señor Manuel F. Calle
G., Presidente del Concejo pronunció la oración fúnebre que se verá más abajo.
A continuación se bendijeron
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por el señor Cu-
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ra Párroco las banderas de los cuerpos del Ejército y de la Policía, lo mismo que la del Cuerpo de
Bomberos. El señor Comandante de la Guarnición,
Capitán Octavio Hernández, dirigió a las tropas un
patriótico discurso que también se publica en este
folleto.
A las once a. m. se reunió el Concejo en sesión
solemne de la cual se extendió la siguiente
ACTA N°, 93.
SESION SOLEMNE
Diciembre 17 del año de 1930.
A las once del día 17 de Diciembre del año de
mil novecientos treinta, bajo la Presidencia
del H.
Concejal Manuel F. Calle G.y con asistencia de los
Honorables Concejales Santiago Londoño L., José
J. Hoyos Toro, Ernesto Botero Isaza, José Valencia Caballero, Fernando JaramilIo A., Gonzalo Vallejo R., Pablo E. Cardona y de los señores Juan
Rendón E. Alcalde Municipal, José A. Londoño M.
Tesorero Gerente, Emilio TrujilIo Médico Oficial,
Alejandro Yepes, Sub-jefe encargado del Cuerpo
de Bomberos, Camilo Isaza Inspector 3Qde Policía
y Tomás José Gutiérrez A. Secretario del Alcalde,
se abrió la sesión.
ACTA
Se prescindió de dar lectura al Acta de la sesión anterior.
PROPOSICION
El señor Presidente sentó la siguiente
proposición que fue unánimemente aprobada.
"El Concejo Municipal de Pereira, reunido en este día, en
sesión soremne, conmemora el primer Centenario
de la muerte del Libertador Simón Bolívar; dispone que en esta Acta se inserte el Acuerdo N;>82 de
esta misma fecha; que el Acta de esta sesión sea
firmada por los Concejales principales y suplentes
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y por los empleados municipales y que una copia
debidamente autenticada se protocolice en las notarías de la ciudad".
ACUERDO
APROBADO
EN 29 DEBATE
Acto seguido se leyó y aprobó en segundo debate el siguiente Proyecto de Acuerdo el cual ¡:e
copia a continuación en atención al mandato que
encierra la proposición en esta sesión aprobada.
ACUERDO N°. 82
[DICIEMBRE 17 DE 1930]
Por el cual se asocia el Municipio a la conmemoración del Centenario de lh muerte del Libertador SIMON BOLIV AR.
El Concejo Municipal de Pereira, en uso de sus
facultades legales,
ACUERDA:
Art. 19 El Municipio de Pereira se asocia a la
solemne conmemoración que hoy hace la República,
del Centenario de la muerte del Libertador
Simón
Bolívnr, y tributa homenaje de admiracién y grhtitud al Padre de la Patria.
Art. 2Q Anualmente se conmemorará
la luctuosa fecha en que el Libertadcr dejó de existir.
Art. 39 En esa fecha el Municipio adjudicará
una medalla de oro como estímulo a la persona que
más se haya distinguido por el fomento del civismo, del amor a la Patria y del culto a la memoria
de los Libertadores.
Dado en Pereira,a los diez y siete días del mes
de Diciembre de mil novecientos treinta.
El Presidente, MANUEL F. CALLE G.
El Secretario, José J. Bntero.
Certifico que este Acuerdo fue discutitto en dos
sesiones de distintas fechas y en ambas fue aprobado.
Pereira, Diciembre 17 de 1930.
El Secretario, José .J. Bo!ero.
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DECRETO N°. 7
(DE 13 DE DICIEMBRE DE 1930)
Por el cual se asocia la Alcaldía al Centenario
de la muerte del Libertador.
81 Alcalde Municipal de Pereira, en uso de sus
atribuciones legales, y
CONSID ERAN DO:
a) Que el día diez y si<;lte de los corrientes
conmemora la República, la luctuosa fecha del Cen
tenario de la muerte del hombre más grande que
vieran los siglos, Simón Bolívar;
b) Que estas dolorosas efemérides deben celebrarse con recogimient·) espiritual para la contemplación de hechos cumplidos que enlutan el
alma Nacional; y
e) Que este Municipio, atento siempre a la
conmemoración de todas las fechas memorables
bien sean faustas o infaustas:
DECRETA:
19 Asociáse el Municipio de Pereira, al duelo
qu~ embarga el alma Nacional con motivo del Centenario de la muerte del Libertador Simón Bolívar,
acaecida en la ciudad de Santa Marta, en San Pedro Alejandrino, el día diez y siete de Diciembre
de mil ochocientos treinta, y
2Q Exítese a todos los pereiranos para que a
la una de la tarde del próximo diez y siete de los
corrientes, guarden dos minutos de silencio y meditación recordando las virtudes que adorna.ban al
Libertador de cinco repúblicas y Padre de la Patria.
Copia de este Decreto en notas de estilo serán
enviadas al señor Presidente de la República a los
"eñores Gobernadores
de los Departamentos
del
Magdalena y Caldas a los H. Concejos de Santa
Marta y Pereira, y publicado en carteles mural es.
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Dado en Pereira, a trece de Diciembre de 1930.
El Alcalde,
El Secretario,
7'Ol/lIl.i
JUAN RENDON E.
J. Gutiérrez.
ORACION. - Acto continuo el H. Concejal Hoyos Toro pronunció una hern,osa eración alusiva al
hecho que se conmemora, y }:or la cual se le tributaron por parte oe los presentes, los más cuh:rosos
y merecidos aplausos.
PROFOSICION APROBADA.-.Acto
ccntim;o
el H. Concejal J::>.ramillo A.. sentó la ~iguiente proposición, que, unánimemente,
fue ~probada. "Déjese en el Acta de esta 'Sesión copia de las hermosas oraciones pronunciadas en el día dc hoy por les
H. H. Concejales don Manuel F. Calle G. y don José J. Hoyos Toro.
Don. Manuel F. Calle G. dijo:
Señores:
Pongamos un siglo atrás el índice que marca
el correr de los tiempos, y evoquemos en religioso
recogimiento las últimas horas que viv~ó sobre la
tierra "el hombre más grande, el carácter más ex··
traordinario que el Nuevo Mundo ha producido hasta hoy". SIMON BOLIVAR,
Aquel mancebo arrogante Que paseó su desen·
fadada gall2.rdía por las cortes del viejo continente;
aquél que, al pie de la sagrada colina de la Ciudad
Eterna juró un día consagrar su vida al servicio de
la Libertad; aq uel rebelde sobreviviente del terremoto del año 12, aquel capitán insigne que midiera,
palmo a palmo, al paso de su corcel de guerra, los
ámbitos de cinco naciones; aquél que tuvo en su
mano la suma de todos los poderes; que vió de cerca, sin deslumbrarse, el destello de la gloria; el que
resistió a las tentaciones
de la dictatura y desechó el halago de una corona regia; el de cabeza poEste Libro Fue Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia
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derosa que no sintió el vértigo de la altura, ni se
dobló bajo el peso del infortunio; el de cerebro privilegiado, que así concibió el plan estratégico insuperable. como trazó a las naciones los futuros Iíneamientos de su desarrollo político y administrativo; aquel varón, procl;¡.mado "el primer ciudaoano del mundo"; aquel hombre ya no alienta. Su
alma divaga en la zona oscura y confusa que separa la vida de la muerte; busca, a tientas, entre las
tinieblas de febril delirio, la senda que conduce a
la Inmortalidad.
Ociosa está la fulgurante espada que refl~jó
los soles de Boyacá, Carabobo y Junín; cuelga en
flácidos pliAgues la capa magna que abrigó los hombros del primer guerrero de América, y al héroe,
para quien fue estrecho campo un continente, bás·
tale ahora el reducid u espacio de humilde habitación y un modesto lecho de campaña, en el cual repose y espere su fin aquella frágil arcilla que sirvió
de vaso humano al más noble de los e,.¡píritus, al
más abnegado de los hombres grandes.
Qué dolencia oscura minó aquel acerado orS{~nismo '! Qué fuerza o<:ulta paralizó la diestra triunfadora y magnánima? Qué morbo sutil lacel ó el noble pecho que solo alentó p&ra la Libertad? Qué
desfallecimiento hizo decaer aquel gran corazón,
en que cada latido fue un impulso gelleroso y magnífico? Qué lazos ataron al duro lecho aquellas plantas, siempre diligentes en hollar la tierra sagrada
en andanzas de libertad y en empeños de justicia?
No abatieron la gigantesca estructura
moral
del Libertador de un mundo, ni el cansancio físico,
que no lo conoció su naturaleza indomable, ni el
bacilo letal que destruyera las más nobles vísceras
que respiraron el aire colombiano, ni la decadencia
que marca el término fatal de la vida humana, Lo
agobió la ingratitud; lo consumió la injusticia,
El se había elevado a las más altas cimas del
desprendimiento;
él lo había dado todo a la Patria:
fortuna, salud, energías,
inteligencia
fecunda,
triunfo, glOl'ia, li~ertad. Todo había brotado como
un río indeficiente al toque mágico de su mano
creadora, El se había olvidado de sí mismo para
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alimentar su ideal único: la Libertad. El, que no
había sentido la amargura de la derrota, ni la tristeza rlel exijio, porque veía a lo lejos el de3tello de
la gloria; él que había creído en la bondad de los
hombres y en los felices resultados de "u obra redentora, llegaba prematuramente
al término de la
vida, viendo <;ómo se derrumbaban los silbres de
~u grandicsa fábrica ('e naciones. contemplando hd
ambici0nes mezquinas que, como destructora
mhleza, brotaban por dcquiera en los campos 'lue fecundara su genio.
jQué sentiría aquella alma, selecta entre las
escogidas, cuando su propia patria, Venezuela. lo
proscribía como a un réprobo, cuando ponía como
condición esel"cial para iniciar sus relaciones internacionales, el ostracismo del héroe!
Fluía la decepción amarga,
como un río, de
aquel espíritu incomparable. Los a1cvosos perdigones de Berruecos hicieron en su ánimo mas mella
que los puñales de Septiembre, y, luego que se derramó la sangre de Abel, para usar de las propias
palabras del Libertador, ca.da día trajo un nuevo
escarnio, una nueva afrenta, una ingratitud
rnÚs
negra. "Los hon~bres que han servido a la Re\-olvción, ---nos dice-, han arado en el mar .....
Si
fuera posible que una parte del mundo volviera v ¡
caos primitivo, éste sería el último período de la
América". Y contemplando
con ojos de vidente la
esterilidad de ms sacrificios, viendo el resultac'o
negativo de veinte ~ños de luchas y de fatigas, clama proféticamente deEde I;{cumbre de su desE-ncanto: "No hay buena fe en América, ni entre los
hombres, ni entre las naciones. Los tratados
son
papeles, las cc.nstituciones
libros, las elecciones
con. bates; la libertad, anarquía; la vida un tormento" .
¡Cómo se sublima el alma del Libertador!¡Cómo se aquilata dentro de los crisoles del martirio
aquel espíritu inmortal!-Fr,=nte
al mar rugiente y
grandio::so, cuyas brisas, más piadosas que los hombres, refrescaron la angustiada frente del hén ..c;
bajo los soles implacables, no más ardientes que la
fiebre que lo consumía,
rodeado de unos pocos
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compañeros fieles, el Libertador destella como un
gran sol en su ocaso. Ni una queja, ni una señal de
debilidad en el cuerpo, ni de desfallecimiento
del
espíritu, empaña.n aquella grandiosa agonía. Va
mirando, con aquella misma serenidad con que cien
veces cortejó a la muerte, cómo se acerca su fin;
va sintiendo que se esfuma en la distancia la pérfida Injusticia y contempla la fuga de las sombras
delante de la Gloria que se avecina. Pienf'-a en sus
mis dilectos amigos para darles la despedida eterna, y, antes que la fría mano de la muerte llegue
a tocarle, aquel volcán encendido, que fue siempre
su corazón, se inflamó en su eterno amor a la Patria, para darnos su última voluntad
Escuchad, señores, con emoción profunda las
palabras que hace cien años salieran de los labios
augustos del Padre de la Patria, porque parece que
hoy se alzara su sombra tutelar del lecho de piedra que guarda sus cenizas, para repetirnos:
"Al
desap8recer de en Tiwrlio de vosotros mi cariño me
dice 'lue debo hacer la manifestación de mis últimos deseos. No aspiro a otra gloria que a la consolidllción de Colombia. Todos debéis trabajar por el
bien inestimable de la unión; los {Jueblos obedeciendo al Gobierno para librarse de la anarquía; los ministros del Santuario, dirigiendo sus oraciones al
Cielo, y los milit':lres empleando su espada en defender las g'lrantías socialea".
¡Qué testamento más sublime! Qué enseñanza
más preciosa! Qué previsión más necesaria! Sabía
Bolívar con admirable clarividencia, que al cabo de
un siglo sus palabras deberían resonar todavía en
los á'Ilbitos de Colombia com:> una sublime invocación a la paz, como un llamamiento perpetuo a la
unión. - Y cómu no; si en estas mismas horas la
discordia afila sus ponzoñozos dardos, si est'lS mismas solcmnísimas conm3moraciones
de la agonía
del Padre de la Patria, se tiflen con sangre de hermanos; si en estos mismos momentos no se escucha
la voz serena que desde el solio augusto de Bolívar,
proclama la unión y la paz como la primera necesidad para la sálud de la Patria!
¡Cuán doloroso es. sefiores, tener que confesar
y reconocer que, al cabo de cien aña) subsisten las
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mismas causas que llenaron de amargura los últimos días del grande hombre!· - ¡Qué triste pensar
que en la tierra que meció la cuna del eterno amante dc la Libertad, impera el despotismo! ¡Qué duro
ver que en otras de las naciones que surgieron al
impulso del genio, imperan los gobiernos mili larcs!-Para
ellos ~scribió el Libertador aquellas palabras de fuego: "La fuente de la Legitimidad es
el sufragio libre de los pueblos, no el eco de un motín, ni la expresión de unos amigos".
Por fortuna, Colombia es libre. Colombia puede
ofrendar en este día a las ceni7,as de Bolívar sus
instituciones democráticss, su constitución, Clue no
es un libro, su vida republicana que llena el ideal
de su fundador: "Libertad
sin licencia, autoridad
sin tiranía". - y es glorioso pensar quc nuestro
país puede celebrar dignamente la efeméride grande y luctuosr., tendiendo sobre la tumba del héroe
un pabellón bajo cuyos pliegues se amparan
las
más libres instituciones
de la tierra.
Señores: recoged vuestro espíritu, elevad VGestros corazones, haced con ellos un solo haz de sempiternas flores de gratitud para el héroe magno,
para el nombre que en un día como éste y hace cien
años. agonizaba en San Pedro Alejandrino,
ennoblecido por el martirio, consumido por su amor a
la Libertad y a la Patria .• ,Pocos hombres vivieron en el torbellino de la acción vida tan bella; ninguno murió en la paz de su lecho muerte tan noble. ".
iDuerman sus huesos en el descanso ilímite,
mientras que su gloria llena el mundo y se prolonga hasta lo infinito su luminosa figura sobre las
llanuras de la Eternidad!
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El H. Hoyos Toro, dijo:
Señor Presidente del H.
señores Concejales, señores:
Concejo
Municipal;
Alienta el espíritu, y se aligera de la gran pesadumbrc con que la hora actual, le tiene deprimido, al contemplar este espectáculo consolador y soberbio que presenta la movilización de todas las
fuerzas espirituales de un Contincnte a la glorificación de su héroe símbolo.
Desde el remoto día en que la .muerte debió
extender por todo el mundo un duelo universal,
pyesto que universal era el hombre que llevaba a
las regiones eternas, de la eterna gloria, ha corrido una centuria, capaz de transformar un mundo,
o de reducir a nada los seres y las cosas. ¡Cuántas
transformaciones
en la vida universal; cuántos dolores vertidos sobre la humanidad; cuántos ídolos
derrib2dos; cuántos imperios deshechos; cuántas
fronteras corridas!; y, sinembargo, en ese hacer y
deshacer En los destinos h11manos; entre ese inten50 revaluar de hombres y conceptos, la gloria
del
Libertador ha venido marcando la profética paráboja que le trazara el vidente de Choquehuanca.
Con los siglos "vuestra ghria crecerá como crecen
las sombras cuando el sol declina".
Para IIm'ar este supremo dolor o para cantar
la excelsitud de esas glorias sería preciso, como lo
quería el poeta para cantar los de la Patria "que
me quemasen los labios como al Santo, o me besare un águila en la frente". Pero es suficiente que
este clamor universal que se levanta se convierta
en síntesis de gloria y lleve el nombre de Bolívar,
desde este mundo cambiable de los hombres hasta
el imperio inmutable de los dioses.
No es bastante hoy para la glorificación del
Libertador el recuento de sus hazañas, que con el
correr de otras centurias pasarán de lo real a la
leyenda como en los fastos griegos; ya los amantes
de su gloria y de la gloria en medio continente, los
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guardaron
con unClOn
la hum:midaJ
qUl'
dolores;
s3gl'ada
en
va depositando
las luchas
y los ti'iunios
ef,a
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en
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del hijo d(~ iVLll' le,
sus pes~.dumhns :' leveses cOl~sign::ldos ql~edl:lll en
];',0; p<Ígi¡;as de la IJi~t()riu
Vniyers¡d;
Ls proyecciones qL:J su gen::) iJizo b',da el futuro las v~m
realj;-.anclo !oe I:OFlbl'cS dd siglo y~intcJ y sus prO¡ii!1(~OS
I)Q~;t,:L~l:o::> de estadista
los dr,'fi:'-rro\!r.TI
a::cl'a les p,T¡,nclcs conductores de otros contirlentes,
aleccionados })O',' la tl'~'.geCcia mUDt1;3] J' cmpc;,u¿os,
arenas al'.ora, en la gcnCi'o:;a idca d8 ascci~x a Ins
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do10i'GS~lm,~ílte ~,imb6li~() (le S8.nt2. Marta.
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A reS:1r de los v,nvencs de ;-¡pc::,tras
dcmeci':;<:i<.sLelbmcnte
turhi.,l~: Las; a pCF.8.l' de los cambies
im:;vcstos por la ley cle la SUpClv;v2nda
de l~s naciOllCS; no ohst:mtc 1:.:.3 mlJtu(:ioncs
en ~a viel.2- (~C
los estnelos, 12. OJra del Lj~ej'bclol'
vi ve ¡;u cnne en
su esc!lC:la. Apen2.s s; pedría \).:1 soc;ólc~o F,nct:~l'
s!~pl'rf:cjalcs (h~~~vjacioncs en el clcs~j'1'ollo hh;~Ólico
ck
alC,l:nos
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él
(TeCt.r~,;
f](;fO
el
sentido c¡emac~'(,L¡lO de les ]llleb]os hijos de 2úJíval';
S11 celo insomne
pOl' los fU2L'OS
li~f).'U.a·ics f;on la
inintcl'rtnnpidR
pi'clonvación,
11ae:;t' h. pO'*TiclmJ,
de la obra riel Libertador.; ~cco[;·t:d, p:'.....
a com;)L!.Tm, vue~tra cor sidero.ción hacia J::.. olla de lHF'clla
á,~\'uila que baL:5 con potentes ;'C¡-,10S 'os c'eIos de
la vicia Euro¡:;a y que conmovi6 el suela continenta!, desde 18s :~'1í!::s esLepus dG IH nud;¡ imperial basta el ap-cste p21'ión que ab¡'azél e tl!r!Julento mar con eí tranquilo Me0jte'~:t~,nco, Qué queda al servicio de la Hum:lnidad de esp, pro;ulHla
ccnmoción
oca~ionada por Ins guen'as NapoJe6nicas? Qué germ:m fecundo brotó c~c 1::>.tkn a regada abmdantementc
con li-l. sangre 6e 10i> hombres?
Acaso floreció r.'1 jibcl'tacl o fructificó
en prog,'cEO'!
De
ella quedan
odios anccstrales
lns Ic~'c]~das del g-uerrero
corrlO fl".l'WS tic maldicÍón.
y los
Y
es
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natural: legiones y lcg-iones de hombres marchaban a los campos de batalla, grandiosamente
bello3 y trascendentes
en su época, llevados por el
brillante fulgor de las águilas imperiales. pero sin
que en su corazón vivificara la luz de un ideal. El
ideal lo llevaba un hombre: ese hombrtl era Napoleón, y ese ideal era la conquista. Al paso del
guerrero la victoria batía sus alas; las fronteras
internacionales
desaparecían o se ampliaban y
nuevos dominios y nuevas coronas ensanchaban la
ambición del dominador. Pero un día, la libertad
volvió sus ojos al águila victoriosa, le arrancó potentes plumas el 2 de mayo, el grandioso día de
la madre España y le tronchó las alas en los campos de Waterloo. Aparte de la fuerza de las armas, que en lid injusta son impotentes, qué fuerza misteriosa y oculta derribó ese Sol del cenit al
ocaso melancólico de Santa Helena? N o pudo ser
otra que la necesaria
consecuencia del espíritu
que informaba las campañas. La conquista no
crea vínculo alguno entre quien la hace y quienes la sufren: el odio que separa y el espíritu emancipador que empuja hacia la liberación son sus
únicos productos. Y por eso nada queda del Gigante de ultramar.
Pero la obra del Genio nuéstro, que desde la
altura de las nieves eternas veía en delírio genial
el porvenir de un continente, perdura y perdurará mientras los pueblos alienten la conciencia de
su misión histórica, porque fue obra de creación,
plasmada en los moldes del mas genE>roso de los
ideales que hayan solicitado la acción humana.
Sólo ese ideal, creado, alimentado y hecho obra
por el Libertador. podía convertir en realidad la
mas grande de las quimeras. Sólo ese ideal podía
producir la eclosión gloriosa de San Mateo; sólo
ese ideal podía inspirar la acción legendaria de
las Queseras: sólo ese aliento sagrado hecho voluntad podía levantar el organismo afiebrado de
Pativilca; sólo ese fuego de aliento supremo pudo
convertir a los fríos y hambrientos
soldados del
páramo de Pisba en los leones gloriosos del Pantano de Vargas y Boyacá. Ideal glorioso. fecundo
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ideal, que estremeció
nuestras montañas e hizo
vibrar nuestros Valles desde "el Norte frío hasta
el confin de Magallanes". Generoso ideal que abonó los surcos nacionales con sangre de héroes,
para que en ellos prendiese
profundamente
sus
raíces el árbol de la Libertad y diese a todos los
hombres su sombra augusta y protectora.
El desarrollo civil de los pueblos bolivarianos,
y ue los que recibieron y aprovecharon
su influencia democrática,
es la continuación de los ideales de Bolívar. Para la mirada del Genio fecundo
no existían las fronteras políticas y su vuelo majestuoso traspasaba
los altos picos de la columna
montañosa de toda la /\ mérica. Su ideal de confederación
Americana, cálidamente
desarrollado
ahora en el antiguo continente,
no era la unión
de todos los paises bajo un gobierno único, cuyos
inconvenientes él preveía, cuando poco antes de
morir se mostró partidario de la separación de la
Gran Colombia, sino la unión espiritual alimentada por una indi~oluble comunidad de ideales democráticos. Y allá vamos marchando por sobre los
escollos de las fronteras políticas, y haciendo de
todo este cOlltinente privilegiado
una inmensa
fuer;:;a espiritual, cuyo peso en los destinos futuros de la humanidad
nadie alcanza a valorar.
Cuando el mundo sea una inmensa democracia,
con las solas limitaciones que imponen los accidentes físicos, y los imperativos de razas y de
lenguas, e; continente americano, y en especial
las naciones del Libertador,
tendrán el orgullo
de haber mostrado al mundo los únicos rumbos
por dande es posible hacer la felicidad de las r.aciones. Ese ideal universalista va haciéndose concepto en la conciencia de todos los pueblos. Ya
habeis visto como de los horrores de la contienda
mundial pasada, brotaron a la vida democrática
naciones cuyas instituciones milenarias habían sido
la negación absoluta de la libertad. Y veis ahora
como se debate el espíritu republicano, que es
hijo de Bolívar y es nuestro espíritu, para fundar
sobre los escombros de los viejos si "temas la moEste Libro Fue Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia
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derna organización política de la democracia. Esa
persistencia del ideal, sostenido a veces sc.bre ingentes sacrificios, es la eterna glorificación del Libertador y la cons0lidación perfecta de su obra.
En la consideración del panorama
cúntinent:ll
de Sur América, juzgando a las naciones por su
empei10 persistente y su vigilante celo por la conservación de sus instituciones, se llena de orgullo
nuestro pecho al constatar el puesto de honor ocupado por nuestra Patria. Sus tradiciones democráticas nacieron entre los destellos ígneos de la epopeya magna, y se afianzaron al través de nuestra
vida de nación independiente. Cuando el Libertador pronunció su admirable discurso ante el Clfngreso de Angostura, pocos días después de la batalla de Boyacá, trazaba en admirables
palabras el
esfuerzo de la Nueva Granada: "el delirio que produce una pasión desenfrenada, decía, es menos ardiente que el que ha sentido la Nueva Granada al
recobrar su libertad". Y agregaba:
"la unánime
determinación de morir libres y de no vivir esclavos ha dado a la Nueva Granada un derecho a
nuestra admiración y a nuestro respeto".
No era
vano este concepto ni era un eco de las dianas de
Boyacá. Por eso, cuando el Genio de la Guerra llevó sus ansias de libertad a los pueblos del Sur, la
organización política de la Nueva Granada, dentro
de las más severas normas civiles, iba afianzando
día a día las conquistas de la espada, a la vez que
en generoso e inexahusto e3fuerzo daba a las huestes libertadoras, en generosa donación, hombres y
bienes. Fué entonces cuando llegó a las alturas de
la inmortalidad el más grande de los héroes Rranadinos, el hombre de las leyes, el organizador de
la victoria. Sin Santander no habría sido posible Boyacá, como lo reconocia la magnanimidad y la justicia de Bolívar; los ejércitos que él organizara en
el Oriente dieron vida a la campaña Iibertadora y
volvieron invencible al ejército que estuvo a punto
de ser devorado por los llanos y los páramos. Por
eso, al conjuro de las glorias bolivianas, nuestro
pecho colombiano ha de palpitar también por nuestro héroe, y llenarse de indignación patriótica
al
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ver que una literatura neurasténica y enferma
Ce de él el blanco para ensayar sus exotismos.
-
ha-
Si en el pasado hemos consolidado la obra de
Bolívar, mediante una tradición no interrumpida
en nuestras :nstituciones fundamentales; si en el
:;wesente glorificamos a quien nos di6 esas institucinnes, es fuerza que en el futuro les demos el máximo desarrollo. Hace un siglo que el espíritu del
Libertador, al desprenderse de su envolt.ura carnal,
dejó bajo nuestro cielo las bellas pé.!abras de su
última pr')clama. "Todos debéi8 trabajar
por el
bien inestimable de la unión. Si mi muerte contribu-{e ~ que cesen los partidos y se consolide la unión,
va ba.iar,~ tranquilo al sepulcro".
Dentro de breves instantes se cumplirá el siglo preciso de la hora en que el Libertador
rindió
su último aliento. Recoged vuestro espíritu; concentrad vuestra mente en una bella visión de Patria; puriticr.d vuestro corazón de odios insanos,
porque el espíritu del Libertador p.os contempla
-desde la inn:ol'talidad. Que él presida nuestros destinos futuros y que lleve de su mano a nuestros hombres para que hagan de nuestra Patria una nación
grande y pr6spera.
Oh Padre Bolívar, padre nuestro, que estás
en las !'cg-iones de la inmortalidad gloriosa; ensalzado sea tu nomr-re por todos los pueblos libres de
la tierra; ve:;¡ga a nosotros tu espíritu e ilumínenos
tu genio;cúmplanse tus designios democráticos, asf
en. 10-:; pueblos que creaste como en todos los esparcidos por el haz de la tierra. Dános siempre el pan
de libertad, nuestro pan de cada día, y perdona
siemp¡'c, como lo hiciste en vida a quienes lIevg,ron
dolor ha"ta tu lecho de moribundo; no nos dejes
caer en tiranía y Iíbranos de todos los males que
acechen nuestra amada democraci¡¡.
A las once y treinta minutos, después de colocar solemnemente en el salón del Concejo un retrato del Libertador, fue levantada la sesión.
El Presidente.
MANUEL
F.
CALLE
G.
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Presidente,
Manuel F. Calle G.
Vicepresidente,
Santiago Londoño L.
Concejal, Fernando J ara millo A.
Concejal, P~blo E. Cardona
Concejal José Valencia Caballero
Concejal, Manuel Mejía R.
Concejal. Gonzalo Vallejo R.
Concejal, José J. Hoyos Toro
Concejal, Ernesto Botero 1.
Tesorero Gerente, José A. Londoño M.
Alcalde Municipal, Juan Rendón E.
Srio. del Alcalde, Tomás J. Gutiérrez A.
Médico Oficial, Emilio TrujilIo
Sub-jefe del Cuerpo de Bomberos, Alejanoro Yepes M.
Inspector 39 de Policía, Camilo Isaza P.
El Secretario del Concejo, Jose J. Botero
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EL EJERCITO Y LA POLICIA
Los cuerpos armados contribuyeron a dar gran
solemnidad a la conmemoración del Centenario.
A la eficaz e inteligente
dirección del capitán
L. Octavio Hernández. comandante de la guarnición, se debió en su mayor pal·te el brillante resultado de todos estos actos organizados por él con un
acierto y patriotismo digno del mejor encomio.
Orden de la Guarnición para hoy 17 de diciembre de 1930 en Pereira.
SERVICIO
1
......,
.
..
.Art. 1 Se cumplen hoy 100 años de haber exhalado el último suspiro er: San Pedro .Alejandrino
nuestro Libertador y Padre de Ja Patria Simón Bol.ívar, el hombre más gl'ande de la América, el más
genial capitán de la época, el más fervoros) amante de la libertad. el primero y más glorioso Comandante de nuestro Ejército. Con tal motivo os excito
a rememorar con h debida unción esta infausta
efeméride de nuestra nacionalidad. Como homenaje prometemos a la República ser dignos i{aitadores de la grandeza de Bolívar y fervientes admiradores de su gloria. Para ¡'ecuerdo de este día la
Cp. hará bendecir la hermosa bandera que nos representa la patria y que ha sido adquirida con sus
fondos particulares.
Art. II La Cp. a órdenp.s del suscrito y con
traje No. 1 concurrirá en el día Ge hoya los números cOL"respondientes de acuerdo con el programa
roa elaborado por la Junta del Centenario.
L. aCTA VIO HERNANDEZ
CAP.
Cm.
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Orden de la Guarnición para hoy 18 de Diciembre de 1930 en Pereira.
SERVICIO
1,
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Este Comando presenta sus feTi~ítaeíones al
personal de la Cp. por 811 digno comportamiento y
buena presentación en los servicios que tuvieron
eie~ución eTdía de ayer para conmemorar el Centenario de la muerte del Libertador, siendo ese
comportamiento el mejor homenaje a ~a gloria excelsa de Símón :Bolívar. La sociedad de Pereira está agradecida y admira a soldados que como vosotros cumplen debidamente con las obligaciones.
ciudadanas que les corresponden.
L. OCTAVIO HERNANDEZ
CAP. CDT.
Palabras del Capitáll L. Octavio Hemández, Comandante de la Guarnición Militar, a los cuerpos armados de la plaza, durante la Misa Campal.
Soldados, Agentes y Bomberos:
Acabáis de recibir con los honores de rigor la
BANDERA que simboliza la PATRIA, emblema
que os marca el camino de la gloria. Flameante, airosa, radiante de magnificencia, cortejada por puras y gentiles damas, al són de marchas guerreras
y al compás de suaves y armoniosas músicas marciales, como para indicar que élla es paz y es guerra, ha llegado hasta vuestras filas, en donde encuentra el sagrario del amor que la besa con tierna
efusión y el valor del soldado colombiano que la
dignifica y la hace respetar.
Viene desde el altar de Dios, bendecida en la
fé de nuestros mayores, cantando sus épicas hazafías y orgullosa de que sus hijos conserven las tradiciones de aquellos egregios varones que pasearon
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'victorioso ese pabellón tricolor a todo lo largo de
un continente y que al precio de la vida conquistaron la libertad que nosotros hemos mantenido y
que a1t.iva y dignamente sabremos conservar.
Acto de mayor significación y trascendencia no
pudiera haberlo. Figurad las dos más grandes potestades universales: DIOS y PATRIA, fundiendc
en uno solo <:llpoderoso ideal de un pueblo que, como el nuestro, marcha acompasado hacia un porvenir grande y feliz; potestades que en relación Íntima forman ia prepotente alianza que la dura estela
de los tiempos no podrá borrar y que al rodar de
los siglos se acrecentará
haciendo cada día má~,
grandioso y sublime el concepto de PATRIA.
y qué día éste más propicio para entregaro~
vuestro pabellón bendito, cuerpos armados para el
honor nacional y el bienestar de la sociedad, cuando se cumplen 100 años de haber exhalado el último suspiro aquél epónimo varón, único que a la
posteridad ha pasado ('on el indiscutible título de
LIBERTADOR.
Cuando en estas mismos momentos cinco nao
ciones de este continente se conmueven ante la
.efeméride infausta, son las mismas cinco Repúblicas a quienes Bolívar donó la independencia y
·cuya soberanía está representada en esos cinco pabellones alineados frente al altar.
Las naciones todas con motivo de esta fecha
han colocado al Padre de la Patria en el máximo
lugar en la historia del mundo y de sus hombres.
Ahora mismo el Exmo. Presidente de Colombia.
Comandante en Jefe del Ejército Nacional, como lo
fue Bolívar, se inclina reverente y conmovido en el
exacto lugar que recogió el último anhelo del Li.
bertador, pidiendo paz y concordia a los colombianos y partieularmente
encargando a los militares
. 'emplear sus espadas en defensa de las garantías
sociales". En aquel mismo sitio besado por las aguas del Caribe y azotado por un sol canicular, la
representación
de todas las naciones forma hov
corte de honor al que ocupa la silla de Bolivar y cOIl
santo recogimiento evoca la memoria de este hombre magnífico.
Pero no creáis que el arte ha tomado su parte
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en la casa donde murió Bolívar como para impresionar el ánimo del visitante: el vetudto caserón se
conserva como entonces, sin adornos, sin llamativos monumentos. Y apesar de la brillantéz del trópico en aquellos lugares, allí se respira una melancolía rara que conmueve poderosamente como cosa
propia del ambiente. Se dice y se puede asegurar
que es que el espíritu de Bolívar quedó vigilando la
libertad de un pueblo y que la tristeza de un mundo se recogió toda en San Pedro Alejandríno.
Bolívar: Vuestra obra ha sido continuada y se
continuará; fijad vuestra atención sobre Colombia
y ved cómo os honra y cómo os ama cada día más.
Echad una mirada sobre Pereira, gentil y bella ciudad, la brillante joya en el concierto colombiano,
ya ilustre apenas en adolescencia, que a sus dones
materiales sabe unir las más bellas galas de cultura
y de civismo. Permitid mi General Bolívllr que en
vuestro nombre, yo, el último de vuestros soldados
prometa a esta ciudad mantener con estos hombres
armados la LIBERTAD yel ORDEN, lema que
canta victorioso el escudo de esa bandera que representa las fuerzas naturales del país.
Soldados, Agentes
y Bomberos:
Por vuestras venas corre la sangre procera de
Bolívar, su espíritu os vivificará, en vuestras manos la bandera de Colombia será grande, sublime y
poderosa.
Conserváos
biana.
dignos
hijos de la Patria
colom-
---.----- --~-------------TIP. MODEIlIU. PERElRA
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