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“YA NO TENEMOS ESCARDADORAS”
-LOS HERBICIDAS QUE VISITAN NUESTROS CAMPOSUno de los oficios abandonados con el devenir de los tiempos, seguro que afortunadamente para
las personas que trabajaron en él, es el de escardadora. Bonita palabra “escardadora”, grave y
sonora, alegre y cantarina, una de tantas de las que vamos dejando a lo largo del camino. Hace
muchos años, con la llegada de la primavera, los
pardos campos castellanos se teñían de verde y
empezaban a surcar los senderos y veredas las
cuadrillas de escardadoras. Algunas mujeres,
acompañadas por algunos chavales y raramente
algún hombre, con su azadilla al hombro,
emprendían la lucha contra la amapola y demás
hierbas malignas crecidas entre los sembrados. Hay
que recordar que, en el comienzo de los años 50,
todavía en situación de posguerra, a veces la
necesidad de conseguir el sustento cotidiano
disculpaba a los niños de la asistencia a la escuela.
Escardadoras (Zabaleta, 1950)
Es posible que, para algunos de nuestros mayores, estas imágenes primaverales evocadas con
cariño se acompañen de tristes recuerdos, pero también es posible que, en la memoria de muchos
otros, los recuerdos de la infancia en las mañanas de mayo permanezcan tan alegres como en la
mía. Esta es la razón por la que me ha parecido oportuno recurrir a esta imagen nostálgica como
disculpa para presentar algunos comentarios sobre otros elementos más modernos presentes en
nuestros campos, los herbicidas. No obstante, como es posible que la sensación agri-dulce
acompañe a alguien en sus recuerdos, me gustaría de entrada rendir un respetuoso y cariñoso
homenaje a todas las gentes trabajadoras del campo; especialmente a los que trabajaron en
aquellos duros años, tiempos difíciles, donde cada espiga de trigo requería del cuidado de
muchas manos durante muchas horas.
En los años que corren de desarrollo tecnológico y de consumo desmedido, disponemos de
máquinas, que hacen mucho más fácil el trabajo para cultivar los campos, y contamos con
productos químicos (fertilizantes, insecticidas, herbicidas, etc) que ayudan a producir mejores
rendimientos en las cosechas. Los herbicidas, de aplicación generalizada en los campos de
cereal, son los que han venido a desplazar a las cuadrillas de escardadoras y por ello, eliminando
aquellos trabajos tan duros, bienvenidos sean.
Las malas hierbas constituyen un azote constante para los cultivos, compiten por los nutrientes,
el agua y la luz del sol y pueden reducir la producción agraria hasta un 70%. Los agricultores
suelen combatir las malas hierbas fumigando los campos con varios tipos de herbicidas, cada uno
de ellos destinado a un tipo de mala hierba. Pero muchos herbicidas pueden contaminar los
cultivos y las semillas, al igual que el aire y el agua, por lo que contar con alguna información
sobre las características de algunos de ellos puede resultar de interés general. Vamos a hacer aquí
un esbozo de los compuestos de uso más frecuente en nuestros campos, aquéllos que van a parar
a las aguas superficiales y que, al menos en parte, se quedan ahí en los productos cultivados, en
nuestro suelo, en el agua de nuestras lagunas y arroyos, a los que debemos preservar.
HERBICIDAS DE USO COMÚN EN LOS CAMPOS DE CEREAL (Datos ofrecidos por Martín
Tejedor, sobrino y ahijado muy querido)
PRODUCTO
COMERCIAL
PRINCIPIO
ACTIVO
GRUPO QUÍMICO y MODO DE ACCIÓN
CHLORTOSINT
CLORTOLURON
Derivado de urea, inhibe la fotosíntesis.
MAMUT
DIFLUFENICAN
Nicotin-anilida, inhibe la biosíntesis de los carotenoides; actúa
contra gramíneas anuales como el vallico.
U46 ESTER ISO
2,4-D y 2,3,5-T
Derivados de auxinas (hormonas de crecimiento), provocan un
crecimiento descontrolado de la planta hasta que muere.
FLURAL
TRIFLURALINA
Dinitro-anilinas, inhiben el crecimiento de las raíces.
GLIFOSATO
Derivado de la glicina, inhibe una enzima fundamental en las
plantas para la síntesis de los aminoácidos de las proteínas.
TOUCH DOWN
(sal amónica)
No vamos a hablar de todas estas formulaciones, empleadas habitualmente en nuestro entorno,
pero sí que contaremos algunos datos de interés sobre dos de ellos: el 2,4-D y el glifosato.
FAMILIA DEL 2,4-D
El 2,4-D (2,4-dicloro-fenoxi-acético) tiene una estructura química similar a la auxina, hormona
del crecimiento de las plantas, y por ello aumenta la velocidad de crecimiento vegetal de forma
descontrolada. Las plantas tratadas con este herbicida crecen anormalmente con los brotes
deformados, sin clorofila (un fenómeno que se conoce como blanqueo) y de este modo crecen
descontroladamente hasta morir. Este herbicida se usó abundantemente en la guerra del Vietnam
para la deforestación, en un intento de privar a las tropas del Viet Cong y de Vietnam del Norte
de alimentos y de cobertura vegetal. Las mezclas de herbicidas
usadas en la guerra no seguían los estándares de calidad exigidos
en los países industriales (EUU, Europa, etc.) e incluían en su
composición otros compuestos químicos, como el llamado
“Agente Naranja” y mezclas similares; todas ellas estaban
Tetra-cloro-dioxina
contaminadas con las temibles dioxinas. Fue tal el desastre
ambiental en Vietnam que, después de cuatro décadas, aún perduran los efectos de estos
compuestos sobre la población y todas sus cadenas alimentarias mantienen altos niveles de estos
contaminantes organoclorados.
Las dioxinas son compuestos muy persistentes en el medio ambiente, no se degradan y se
acumulan en los tejidos grasos, igual que el DDT, produciendo muchos efectos perjudiciales
sobre la salud. La dioxina formulada mas arriba, la tetraclorodioxina (TCDD), es el producto
químico con mayor poder tóxico de los conocidos; con esta sustancia fue con la que intoxicaron
al candidato a primer ministro de Ucrania, Victor
Yuschenko (2004). Esta dioxina está descrita como un
compuesto carcinógeno en humanos; el primer síntoma
que causa su intoxicación es la irritación cutánea. El
cloracné es una intensa irritación en la piel, caracterizada
por la presencia de bultos de materia grasa, pústulas y
pequeños quistes de color cuero o pajizo (menores de 1
cm). Estas lesiones afectan predominantemente a los
brazos, cara y cuello de las personas expuestas a estos
compuestos; se concentran sobre todo en las mejillas,
hombros, detrás de las orejas y en las ingles. Cuando la exposición al herbicida con dioxina cesa,
la piel va recuperándose lentamente, pudiendo quedar alguna cicatriz del padecimiento en los
casos más graves. Las lesiones pueden tardar años en desaparecer por completo, pudiendo
perdurar incluso hasta los 25 ó 30 años.
Además de las afecciones cutáneas, la intoxicación con dioxinas puede acompañarse de otros
efectos secundarios como: aumento de sudoración en las manos y en las plantas de los pies,
cansancio o fatiga, neuralgias y encefalopatías, y pueden llegar a presentarse síntomas de
impotencia. Las dioxinas, como todos los compuestos organo-clorados (2,4-D, DDT, etc),
permanecen mucho tiempo sin descomponerse en el medio ambiente, por lo que podemos
adquirirlos de forma continua aunque en pequeñas dosis, ya que se hallan como contaminantes
inevitables de muchos alimentos y, en particular, en los más ricos en grasa: moluscos y peces,
aves, huevos, carne de bovino, leche y derivados lácteos en general. Hace escasas fechas se ha
detectado un proceso de contaminación por dioxinas en el queso italiano Mozzarella.
EL GLIFOSATO
El glifosato (N-fosfono-metil-glicina) es un herbicida
creado en la década de 1960, de amplio espectro de
acción, no selectivo, que controla todo tipo de malas
hierbas anuales y perennes. Su ámbito de utilización,
según está descrito, incluye terrenos agrícolas antes de la
siembra de cereales y de otros cultivos herbáceos,
también se emplea después de la recolección y para el tratamiento de barbechos. Se aplica
igualmente en los suelos de huerta de frutales de hoja caduca, en terrenos forestales, en los
márgenes de caminos rurales, en cortafuegos, lindes, caceras, etc.. Según las especificaciones del
producto, su toxicidad para la fauna terrestre es baja y en el suelo se degrada e inactiva en breve.
No tiene efecto residual y no es absorbido por las raíces. Por lo que el plazo de seguridad se
establece en 7 días entre la aplicación del herbicida y el pastoreo de hierbas perennes.
Una observación de interés sobre la naturaleza química de los plaguicidas: los organofosforados
-con P, como el glifosato- suelen ser productos fácilmente degradables en el medio, pero con
mayor potencia tóxica inmediata; mientras que los compuestos organoclorados -con Cl, como el
DDT, el 2,4-D y las dioxinas- suelen tener menor toxicidad aguda, pero son mucho menos
degradables y más persistentes en el medio ambiente y por ello se acumulan en los organismos.
El mecanismo de acción del glifosato es bastante específico del mundo vegetal, pues inactiva
una enzima esencial en el proceso de síntesis de los aminoácidos aromáticos necesarios para el
crecimiento y supervivencia de las plantas. La muerte de la planta provocada por el glifosato es
lenta y se manifiesta inicialmente por una suspensión del crecimiento, seguida de clorosis y de
necrosis de los tejidos de la planta. Muchos animales obtienen sus aminoácidos aromáticos en la
alimentación con vegetales y por eso no poseen la enzima sobre la que actúa el glifosato, luego
éste es relativamente no tóxico para los animales y es un herbicida muy eficaz contra las plantas.
En humanos, los síntomas de envenenamiento con glifosato incluyen irritaciones dérmicas y
oculares, náuseas y mareos, edema pulmonar, descenso de la presión sanguínea, reacciones
alérgicas, dolor abdominal, pérdida masiva de líquido gastrointestinal, vómito, pérdida de
conciencia, destrucción de glóbulos rojos, electrocardiogramas anormales y daño renal. Entre los
riesgos mas graves del glifosato para la salud humana están sus efectos cancerígenos y sus
efectos adversos sobre la reproducción, recuento espermático disminuido y aumento de las
anomalías espermáticas. La manipulación de este producto debe ser muy cuidadosa. Lavarse la
piel inmediatamente con abundante agua y jabón, sin frotar, para minimizar el contacto,
especialmente con los ojos. No comer, ni beber, ni fumar durante su utilización y lavarse la cara
y las manos antes de hacerlo. Quitarse inmediatamente la ropa manchada o salpicada y lavarla a
fondo antes de volver a usarla. No limpiar el equipo de aplicación cerca de aguas superficiales,
para no contaminar el agua con el producto, ni con su envase.
Nuestro entorno es el hogar querido en el que transcurre nuestra vida y en el que se desarrollará
la de nuestros nietos, ¡cuidémoslo!.
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