El empleado zombie o el talento ausente

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ABSENTISMO
El empleado
zombie o
el talento
ausente
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Capital Humano
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Ficha técnica
Autor: DE LA FLOR, Ángeles
Título: El empleado zombie o el talento ausente
Resumen: La crisis económica ha traído consigo la proliferación de una
nueva tribu laboral: “el empleado zombie”. Se trata de trabajadores que están presentes en su puesto de trabajo pero con sus miras profesionales y
su atención en otro sitio. Suelen ser los mejores empleados los que sufren
esta “transformación” ya que no se ven reconocidos ni valorados en su
empresa, lo que puede llevarles al hastío y la desmotivación. Definir planes
de acción a través de un “líder coach” puede conseguir que se generen el
compromiso e identificación con la empresa para facilitar la consecución
de los objetivos organizacionales.
Descriptores:: Absentismo / Motivación Laboral / Desarrollo / Liderazgo
Localizador en el buscador de la web:
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Estar presentes en el puesto de trabajo pero ausentes
emocionalmente es, lo que se ha venido a llamar el
“empleado zombie”, una nueva “tribu” laboral que se
deja ver cada vez más en las empresas desde que la
palabra “crisis” se instauró en nuestras vidas. Normalmente se trata de los mejores empleados de la
empresa que no se ven reconocidos ni motivados ya
que, el discurso diario que tienen que escuchar por
parte de sus jefes es que, al menos, tienen trabajo. ¿Es
un elemento lo suficientemente motivador?
Ángeles de la Flor, Socia Directora de Aflora
T
ener trabajo, hoy en día, es un verdadero lujo. De eso, no cabe duda.
Día tras día vemos en las noticias
cómo la cifra del paro en España
está subiendo de forma más que
alarmante. El ambiente reinante es de una negatividad
extrema y solo se habla de la situación tremendamente
complicada en la que quedan millones de personas al
perder sus puestos de trabajo. Con seguridad se trata
de un drama social sin precedentes. Sin embargo, son
pocos los que se paran a pensar en “los otros”, es decir,
aquellas personas que sí han conservado su puesto
de trabajo en plena crisis económica. ¿Afortunados?
¿En qué situación queda realmente la persona en ese
puesto? ¿Cómo es el día a día de este trabajador que,
a diario, tiene que valorar como una ostentación su
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puesto de trabajo, sin tener, apenas, otros elementos
de motivación en el trabajo?
Muchos directivos, para cubrir el expediente, parten
de un diálogo completamente vacío y con gran desconocimiento de las consecuencias que pueden acarrear
a corto, medio y largo plazo. Plantean a sus colaboradores la gran ventaja, y por ende, el entusiasmo que
deben mostrar solo por no estar en la calle o con una
rebaja sustancial de salario. Este chantaje emocional
puede llevar a que muchos empleados que son pilares
en la productividad de su empresa se transformen en
lo que se ha venido a llamar “el empleado zombie”. Es
decir, aquel empleado que está presente en su puesto
de trabajo pero ausente emocionalmente.
Aunque parezca algo obvio, muchos directivos no son
conscientes de que esa carga de negativismo en sus
trabajadores lo único que provoca es
el efecto contrario al deseado. Este
es el momento exacto en el que se
produce una ruptura homeostática.
Desde el comienzo de la relación
laboral, ambas partes, trabajador y
empresa, esperan avances debido a
sus contribuciones. Si no existe bidireccionalidad, entonces las reglas
del juego se rompen. El empleado
aportará sus principales activos profesionales fruto de su experiencia,
sus habilidades, sus capacitaciones
técnicas, etc. Pero, a su vez, ese mismo
el trabajador también espera que la
organización le aporte el desarrollo
necesario para conformar una carrera
coherente. En ningún caso está dispuesto a aceptar que sea únicamente
la empresa quien le da valor, como
trabajador al aportarte un empleo.
¿Dónde queda la percepción del propio empleado de sus aportaciones?
Pese a lo que erróneamente se pueda
considerar, “agarrarse a la silla” no
tiene por qué significar un aumento
de la productividad sino que, simplemente, el empleado está en su
sitio, aunque, probablemente, con
sus miras profesionales y su talento
en alguna otra parte. Así el problema
puede ser mayor a larga ya que, ese
empleado, que es clave en el funcionamiento de la empresa, en cuanto
disponga de una oportunidad, intentará lograr su desarrollo profesional
en otro sitio.
Por este motivo, es clave, en primer lugar, cambiar por completo
el discurso. Empieza por analizar
qué tipo de conversaciones, como
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jefe, mantienes con tu equipo. ¿Has revisado la intencionalidad de tus preguntas cuando hablas con ellos?
Son incontables las ocasiones en las que estos jefes
parecen haber olvidado lo que probablemente hayan
leído tantas veces: “El miedo bloquea la creatividad”
o “Como manager debes permitir que tus empleados
sean libres de exponer y desarrollar ideas innovadoras”.
¿De verdad crees que el entorno generado a través
del chantaje por la mera permanencia es suficiente
para que el verdadero talento te ayude a alcanzar
los objetivos?
Es el momento de pasar a la acción, hoy es el mejor día
para olvidarte de ser un jefe competente y convertirte
en un buen líder. Liderar a través de la transformación que genera el
coaching es garantizar que tú y tu equipo estaréis donde la
empresa espera.
en marcha programas de coaching que fomenten el
desarrollo profesional.
El momento 0 es para tomar conciencia de que tienes una persona “ausente” en tu equipo. Ello te hará
reflexionar sobre tu estilo de liderazgo o, más bien,
sobre el cambio necesario para recuperar su implicación.
Interesarse por su actitud, o más bien por el cambio
de su actitud, sería lo esperado por la persona zombificada. Este acercamiento debe producirse desde la
intencionalidad de apoyo, generando un entorno en el
que pueda expresar, sin temores, qué es lo que puede
estar motivando su desgana y falta de implicación. Una
pregunta del tipo “¿qué tengo que hacer yo –como
jefe– para que consigamos los objetivos que te he
propuesto?”. estaría totalmente desaconsejada, ya que,
de nuevo el seguiría quedando fuera
del juego. Más bien
esperaría un chequeo de sus objetivos y un mostrarte disponible para
que él alcance los
objetivos. ¿Cómo
podemos juntos
conseguir tu éxito
en este proyecto?
¿Qué necesitas de
mi, para facilitarte
esta tarea?, de esta manera tú, como líder te implicas
en su desarrollo y esto es percibido por él como un
verdadero desafío, sincero.
“Agarrarse a la silla” no
tiene por qué significar un
aumento de la productividad
sino que, simplemente, el
empleado está en su sitio y,
probablemente, con sus miras
y su talento en otra parte
¡Lánzate a observar
con las orejas! Ahora, más que nunca, tu
colaborador espera
de ti un trato cercano y exclusivo. Está
harto de cifras “para
asustar y conformar”. Necesita de
tu implicación en su
desarrollo profesional. Debe de vivir en el compromiso de hacer aquello
para lo que le contrataron y no en la obediencia del
mandato. Es seguro que si tus preguntas están herradas
en su concepción, también sus respuestas seguirán esta
línea o ¿acaso esperabas lo contrario?
El segundo paso sería detectar al empleado “zombie”.
Puede pasar desapercibido y no destacar por ninguna
actitud anómala a primera vista pero, en el fondo, su
merma de compromiso y creatividad se trasluce. Para
detectarlo lo ideal es analizar su actitud, considerar
si hay algo que haya cambiado en el desempeño
de su trabajo en un pasado cercano y acercarse a
él, y, sobretodo, escuchar sus necesidades. Una vez
detectado, es momento de establecer un modelo
de intervención “líder coach” que consiga generar
compromiso e identificación con los objetivos de la
empresa. En estos casos en primordial crear nuevos
métodos que incidan en el conocimiento de las motivaciones y aptitudes del trabajador. Se trata de poner
A partir de aquí, el caminar es tarea de tu colaborador
pero sabe que estarás ahí, implicado en su desarrollo.
Él sabe mejor que nadie la tensión generada en los
mercados, la competitividad empresarial… Pero también sabe que ha perdido su motivación y que cada día
lleva el peso de la desgana en su espalda. Y, aun así, su
jefe competente, espera resultados de Él. Nunca las “h”
han sido tan sonoras. Deja de pensar (head) en todo lo
que necesita tu colaborador para dar el máximo en su
trabajo, en todo lo que precisa de ti, como líder, para
que lo alcance y ponte a ello (hand). Realízalo. Ponte un
plan para llevarlo a cabo y disfruta mientras lo consigues.
El corazón suele ser un buen compañero (heart). Es
lo que hemos venido llamando intencionalidad. Suele
resultar mucho más sencillo liderar con la racionalidad
siguiendo el camino marcado por el corazón.¾
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