Lápidias chicas del acantilado Little Gravestones on the Cliff Jule

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Lápidias chicas del acantilado
Little Gravestones on the Cliff
Jule Pattison-Gordon
Course: Creative Writing Workshop in IES Buenos Aires Study Abroad
Esteban Ferreyra
¿Qué pasó?
Estaba muerto antes de nos hundiéramos.
Cuando estaba preparando un tentempié,
me aplastaron y enterraron,
por mis ollas de hierro.
¿Cómo llegué acá,
a esta playa rocosa?
Esa noche, era el turno
del marinero nuevo
ser primer guardia
y mirar al mar por peligro
¿no es cierto?
Capellán Kunz Gottschalk
En la vida, fui un cristiano tan franco
como puede serlo un marinero.
La muerte es la que me hace mentir.
¡Te digo que “Kunz Gottschalk” no es mi nombre!
¿Esta nariz redonda es de un alemán?
¿Mi pelo parece rubio?
La culpa fue de mi urgencia:
oí la alarma y huí a ver si era la nueva caldera
la fuente del problema:
oí sobre fallas con las calderas francesas.
En la oscuridad, agarré
la chaqueta de mi compañero de cuarto.
¿Me buscará mi sobrina bajo del peso
de este quilombo de consonantes?
¿Todavía podrá encontrarme Díos en esta tumba falsa,
o somos lo mismo a sus ojos, el alemán y yo?
La boca de sal, de agua muda la piel,
la luz en los ojos, la animación en la sonrisa.
Mi cara podía ser tan oscura como la de Juan Negro:
estar muerto es ser idéntico.
No nos encontraron hasta una semana después
sin labios, sin párpados, sin color de piel
¿Cuál es el valor de una vida bajo de la bandera celeste y blanco,
de dientes que llegan fuertes de masticando carne de vaca
si una persona puede enterrarte
en una vida de repollo fermentado
y lederhosen?
La Muerte no tiene interés en quién fuiste durante la vida.
Juan Brole
Me llamaban “Juan Negro”
y era el empleado en cargo de limpiar el nao.
En mi sesera los secretos que supe,
los guardaba como si estuviera en el trullo.
En vida mi lengua no se movió para nada.
Esto no es vida.
Estos ñoquis no podían mantener
un barco sobre el agua.
¿Por qué les respetaba por años a ellos
atorrantes con guita y sin capacidad?
Para mí, hacía mi trabajo; las chantas no hicieron los suyos.
Ahora, Juan Negro cuenta todo . . .
que la sala del capo tenía una baranda como nunca
que he olido. Que el pibe nuevo timbea
mientras que el cocinero comía su ración dos veces.
No pienses que estos boludos eran héroes trágicos,
hombres con gloria.
El mecánico era el único
sin una revista cachivache de minas en bolas
escondida en su cuarto.
El capellá baboso pensaba que suya grela estaba oculta
en la gaveta secreta de su escritorio.
Encontré todas.
Ni siquiera nuestro mecánico era tan puro:
las suyas estaban llenas de putos.
Alberto González
Cuando era niño, quería ser músico.
Por el honor de mis padres
ya con un hijo abogado
y una hija bien casada
fui a la iglesia para memorizar libros
y aprender el uso de cada oración.
A veces, quería salir,
dejar mi cuarto de piedra.
La luz de un baile, los cantantes en la calle
me tentó a no volver.
Quizás nunca pensaba regresar
después de este viaje.
Gracias a Díos, morí siendo capellán.
Manuel Leguizamón
Fue frío.
Fue violento.
Fue húmedo.
Pero no fue difícil morir.
Estaba aburrido
cuando nací y durante toda mi niñez.
Huí.
Cuando cumplí diecisiete,
huí de mi familia,
huí de mi pueblo.
Quería encontrar mi vida.
Me agarré el sueño con olor a agua salada
Me mató antes de que mi vida pudiera empezar.
Agárrate a la falda de tu mamá
y al olor de pan en el horno;
No hay que encontrar
“aventura”; La palabra
no es sinónimo de “bueno”.
y el mundo te daría aventura bastante pronto.
Dicele a mi familia que lo siento, y los extraño.
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