FRIEDRICH NIETZSCHE: DE LA POÉTICA DE LA VIDA A LA POÉTICA DEL ARTE María Consuelo Suárez de Bianchi Resumen Dentro de la diversidad de aspectos que Nietzsche aborda en su vasta obra, la vida y el arte ocupan un lugar especial. La constante reiteración en sus textos así lo confirman. De allí, el interés de indagar en este motivo, de descifrar la manera particular de abordarlos, su postura, su pensamiento a fin de configurar, a partir de ellos, una poética de la vida, una poética del arte. Centraremos la investigación en tres textos fundamentales: El Origen de la Tragedia (1872), Humano Humano, Demasiado (1878) y Hecce Homo (1908). Palabras claves: Arte, poesía, vida. Abstract Within the diversity of aspects that Nietzsche approaches in its vast work, life and art takes up a special place. The constant reiteration in his texts confirms it. Because of the interest in investigating its reason, of figuring out the particular way of approaching them, its attitude, his thought in order to form, from them, a poetic one of life, a poetic one of the art. We will center the investigatinn in three fundamental texts: The Origin of the Tragedy (1872), Human, Human, Too much (1878) and Hecce Homo (1908) Key words: art, poetry, life Los textos de Friedrich Nietzsche son una invitación a la reflexión. La provocación una constante, el cuestionamiento, ineludible. Abrir las páginas de cualquiera de sus textos es adentrarnos en una aventura intelectual en la cual la interrogación forma parte de la lectura. La diversidad de aspectos que ofrece al lector, supone una multiplicidad de ideas a confrontar. Difícil resulta no discrepar. Más difícil todavía enumerar las inquietudes que sus textos suelen suscitar. Su obra, inclasificable al igual que su autor, zigzaguea de la filosofía, a la poesía, de la poesía a la estética, de la estética a la política, de la política a la moral y así, sucesiva y fragmentariamente. Pensador riguroso anticonvencional, no formula una doctrina estructurada, pero cada uno de sus textos, supone una posición crítica en relación con su propia época. Para él, el orden y los valores de la burguesía son sinónimos de mediocridad, la cultura es una farsa, el cristianismo, doctrina de débiles que nos llena de culpas y nos ha enseñado a "despreciar los instintos más fundamentales de la vida". (Niezstche. Ecce Homo. p.156.) Ve en los valores de la tradición el origen de la decadencia del mundo moderno, de allí su crítica corrosiva y la necesidad de un cambio. Cambio que se anuncia con el Zaratustra al presentar al Superhombre como el hombre nuevo, el que asume la voluntad de poder, el que surge de la destrucción de los valores caducos, el ideal; comenzando un nuevo ciclo en el eterno retorno. El eterno retorno de lo mismo, la repetición de la sucesión cíclica, resultado del desgaste de las fuerzas creadoras, junto con la voluntad de poder como esencia de lo real, del ser, como determinación encaminada hacia el poder actuante, la muerte de Dios y el Superhombre constituyen entre otras, la médula del pensamiento nietzscheano en oposición al pensamiento imperante de su tiempo. Con estos planteamientos, Nietzsche hace del hombre una afirmación. El mundo es un devenir, nada es eterno e inmutable, pero el hombre ha de arrojarse en ese devenir, no evadirse. La vida no es más que un aspecto concreto de la voluntad de poder. Muerto Dios, la esperanza en una vida ultraterrena también muere. Debe el hombre volverse a la tierra, a su vida, asumir la voluntad de poder. La vida es para Nietzsche motivo de constante reflexión. Desde su texto inicial El Origen de la Tragedia (1872), éste es uno de los aspectos más reiterados en su vasta obra. Con gran asiduidad, en el tono fragmentario que caracteriza su estilo, a manera de ritornelo, Nietzsche vuelve al tema, ampliándolo, redimensionándolo. Con cada aforismo la vida cobra vida en sus libros. Desde la amplitud con que es contemplada pudiera decirse que en sus textos en forma dispersa, diseminada, se encuentra una poética de la vida. Al hablar de poética no nos referimos a normas construidas por una escuela literaria o reglas prácticas cuyo empleo es obligatorio, sino más bien al " Peculiar modo creativo de un autor" a las "Peculiaridades constructivas y temáticas de un género ". (Platas Ana. 2000. p.663). De lo que se trata entonces, es de descifrar esa manera particular que tiene Nietzsche de tratar la vida, conocer su postura, acercarnos a su pensamiento. En El Origen de la Tragedia al señalar que el cristianismo impone una moral hostil a la vida que hace verla como algo indigno de ser apetecido, fija su posición, al indicar que su libro se levanta como un instinto defensor de la vida, y declararse inventor de una nueva doctrina: 1 a Dionisíaca. La muerte, sin embargo, no está exenta de la vida, "debemos darnos cuenta que todo lo que nace tiene que estar dispuesto a un ocaso doloroso". (p.146). Morir no es desaparecer, es sumergirse en el origen. Es un constante devenir. La vida es el comienzo de la muerte y la muerte es el comienzo de una nueva vida. Ya estamos en presencia de una dimensión nueva de la vida, no sólo por su oposición al cristianismo, sino por la posibilidad de integrar la muerte a la vida de una manera natural, sin dramatismo. En última instancia, el dramatismo estaría en el reconocimiento de esa dualidad como rasgo esencial del hombre: somos vida y por lo tanto muerte. Con este texto Nitzsche se abre a una filosofía vitalista, a la cual acudirá constantemente; sin embargo, se podría afirmar que es en su libro posterior Humano, Demasiado Humano (1878) donde desarrolla con amplitud el tema. Dedica esta obra a los "espíritus libres", " los compañeros y fantasmas con los que se bromea y se ríe, cuando se tiene ganas de bromear y de reir, y a quienes se envía al diablo cuando se ponen cargantes" (Humano, Demasiado Humano. Prefacio. P.589) y al hacerlo, la tilda de "libro de desaliento y entusiasmo", no obstante esta apreciación, el texto resulta sumamente alentador si se considera que Nietzsche, al reflexionar constantemente sobre el hombre, su naturaleza, el amor, la moral etc., no hace más que invitarnos a recorrer ese inmenso espacio que existe entre lo que somos y lo que creemos ser. Entre la vida y la apariencia de la vida. En cada una de las diversas secciones que componen el texto, a través del aforismo y del fragmento, Nietzsche, aborda una variedad de aspectos que vistos en conjunto podrían conformar una suerte de decálogo o manifiesto sobre como vivir mejor, ya que como él lo señala " hay una ciencia, ciencia de vivir, para administrarse a sí mismo, por mucho tiempo, la salud a pequeñas dosis". (p. 592 ). La mentira, la sed de venganza, el desprecio, la moral, el cristianismo, la injusticia, el amor, la libertad, el lenguaje, el arte, la vida, la muerte, son sólo algunos de los aspectos sobre los cuales él centra su reflexión. La crítica, no está exenta por supuesto y es precisamente de allí, de donde proviene su sabiduría y su enseñanza. No dice cómo debemos hacer las cosas, pero al cuestionar y criticar la forma general y común de hacerlo, vale decir, la establecida y aceptada por la sociedad, nos hace pensar en la validez de lo que hacemos y algo aún mejor ¿cómo hacerlo?. Al aludir a una serie de elementos que suelen ser perjudiciales para el hombre, al criticarlos no hace más que reafirmar la vida. A lo que se aspira entonces, es a reencontrarnos con ella de la manera más sencilla y reconfortante, a fin de cuentas para él "la vida es ligera ". (Ecce Homo. P.75). En esa aspiración a una vida más serena, más relajada, más natural, se observa algo de misticismo, entendido no como religiosidad sino como espiritualidad. Desde su primer texto vida y muerte forman una unidad, Humano, Demasiado Humano no escapa a ésto. Si bien es cierto que la exaltación de la vida constituye el eje central del texto, la muerte como unidad indisoluble de ésta, también se hace presente, pero va cobrando matices diferentes. Establece si se quiere, diferencias en las formas de morir y de acuerdo a ello, tienen una valoración y un sentido diferente. Así, la muerte por ejecución es más repugnante que un asesinato (De las cosas Primeras y últimas. Aforismo n4 7o.P. 640 ), el suicidio es, en un anciano decidido, una forma más digna de dar término a sus días que una vida llena de enfermedades. (De las cosas Primeras y Ultimas. Aforismo n° 80. P.643 ) o en el tono lírico que caracteriza a algunos de sus aforismos como en el n4 68, aforismo de cierre del texto, intitulado El viajero, la muerte es presentada metafóricamente. La vida es vista como un viaje en el cual, en su andar un día el viajero no encontrará las puertas de su ciudad abierta y " tal vez entonces la noche espantosa descienda sobre él como un segundo desierto sobre el desierto, y su corazón se sentirá cansado de viajar." (p.863), para ese entonces, cuando sea la muerte quien abra nuestra puerta " Hay que abandonar la vida, como Ulises abandonó a Nausicaa: con más gratitud que amor". (Más Allá del Bien y del Mal. Aforismo n2 98. p. 459 ) Coincidencial o paradójicamente en su texto final, Hecce Homo (1908), Nietzsche a los cuarenta y cuatro años de edad y según los críticos enajenado, vuelve al punto de inicio. Mediante la autocrítica al contemplar su obra, la vida como tema se retoma y se amplía. Al igual que en Humano, Demasiado Humano habla de los sentimientos de venganza, del odio, del resentimiento como "venenos", como elementos perjudiciales para la vida del hombre en tanto que "ocasionan un rápido desgaste de energía nerviosa, un aumento morboso de secreciones perjudiciales, de bilis en el estómago por ejemplo" (P.49). En esta autocrítica redimensiona la vida al presentarnos, ahora, una serie de ideas que apuntan a una higiene de ésta, que más allá de lo espiritual, toca aspectos como la alimentación, las bebidas, el lugar, el clima y hasta las diversiones; en sus palabras, toca " las cosas pequeñas es, decir, las cuestiones fundamentales de la propia vida" (p.74) A partir de sus experiencias, establece una relación entre estos elementos y el comportamiento humano, que no por interesante deja de ser un poco ligero y hasta gracioso algunas veces. Es el caso del café, cuando nos dice que no se debe tomar porque oscurece las ideas o cuando al hablar de los hábitos alimenticios de los alemanes, señala que el espíritu alemán es fruto de una indigestión. ¿Humor, ligereza, locura? No importa. Lo importante en todo caso es que en las condiciones en que haya sido, Nietzsche ha retomado la vida y al hacerlo, ha completado su poética; nuevamente ha exaltado la vida, la ha redimensionado. Se ha afirmado como vitalista, tal vez en el momento menos indicado. ¿Es esto una contradicción? A lo mejor no. Si nos acogemos al principio de dualidad del hombre preconizado por él mismo: somos vida y muerte, somos dionisíacos y apolíneos, o como él se denomina al final del texto: Dioniso frente al crucificado, el dilema se resuelve. Simplemente estamos en un retorno de lo mismo y en la intemporalidad de ese retorno, como una carcajada, una gran carcajada, resuenan nuevamente, sus consideraciones sobre la vida, su autocrítica, sus exaltadas interrogaciones: Por qué soy tan sabio, por qué soy tan inteligente, por qué escribo libros tan buenos. El arte, la poesía, el artista, la escritura, también son temas que se reiteran en la obra de Nieztche. Tal como él afirma en el prefacio de Humano, Demasiado Humano" había algo de común y característico en todos mis trabajos" (p.587) De esa reiteración, de la crítica constante asumida como estilo personal, emerge del mismo modo que de la vida, una poética que da cuenta de las ideas y consideraciones que sobre estos aspectos tenía el escritor. Arte y vida no están desvinculados, en tanto que para Nietzsche "El arte es el gran estímulo de la vida". (El Ocaso de los ídolos. Incursiones de un Intemporal. Fragmento n-° 24.) En El Nacimiento de la tragedia desarrolla la idea de que lo dionisíaco y lo apolíneo son potencias artísticas, a las cuales se accede de manera instintiva. Traza un itinerario del arte griego para ver hasta donde desarrollaron sus instintos, encontrando que la tragedia griega alcanza el nivel de lo sublime porque logra una síntesis feliz entre el espíritu dionisíaco y el espíritu apolíneo. En ese transitar va dejando, oportunamente, ideas bien interesantes sobre el arte . Así, la música se diferencia de todas las artes porque no es reflejo de las apariencias, sino reflejo de la voluntad misma. No necesita ni de la imagen ni del concepto, porque ella los contiene en tanto que su lenguaje es universal y expresa el núcleo más íntimo, previo a toda configuración, o sea, el corazón de las cosas. Dos clases de efecto suele producir la música dionisíaca sobre la facultad artística apolínea: intuir simbólicamente la universalidad dionisíaca y hacer aparecer la imagen simbólica en una significatividad suprema. El lírico, para poder expresar en imágenes la apariencia de la música, necesita de todos los movimientos de la pasión, dado que, con el lenguaje es imposible alcanzar el simbolismo universal de la música. La relación que establece entre la poesía y la música, y la música y el lenguaje cobran una gran vigencia hoy en día cuando hablamos de trandisciplinaridad, de pensamiento complejo. En este sentido, sin ánimos de atribuirle paternidades de ningún tipo, es bueno establecer nexos que de alguna manera nos permiten conectar autores, criterios, pensamientos. En Humano, Demasiado Humano, en el apartado IV, intitulado Del Alma de los Artista y de los Escritores, despliega con amplitud sus ideas sobre el arte y los artistas. Mediante el uso de aforismos y fragmentos, Nietzsche habla de la poesía, del artista, del valor del arte, de la inspiración, del lenguaje, de la versificación, de los libros, del público, en fin, de tantos aspectos relativos al arte que el texto en sí mismo parece un manifiesto. Para él, el artista considera la creación más importante que la verdad científica y en este sentido en cuanto al conocimiento de la verdad tiene una moral más débil porque no puede renunciar a las condiciones más eficaces de su alma Jo fantástico, lo mítico, lo incierto. La tarea del arte es conservar el ser. El artista tendrá por tarea hacer a la humanidad infantil. El arte es un peligro para el artista, porque existe la posibilidad de ser incomprendido. El problema del público radica en el enfoque, un problema de estética frente al arte. Mientras el artista apunta a las técnicas y procedimientos, el público lo hace al efecto. El artista debe saber cautivar la imaginación del auditorio. El arte ante todo "ha enseñado, durante miles de años, a considerar con interés y placer la vida en todas sus formas y a fomentar de tal modo nuestras ilusiones, que acabamos por exclamar: "sea lo que sea la vida es buena." (Aforismo 222.p.723.) En el fragmento 155, Nietzsche desarrolla una idea de la inspiración, que resulta interesante si se toman en consideración dos aspectos: la época en que la escribe y su oposición a la idea inspiración que ofrece posteriormente en Hecce Homo. En el fragmento señala que los artistas tienen gran interés en que se crea en la inspiración como una intuición súbita de la cual surgen las obras pero que los grandes hombres son grandes trabajadores en arreglar, modificar, rechazar. En síntesis la obra es producto de un trabajo minucioso, pensado, racional. En Hecce Homo en la parte titulada Así Habló Zaratustra, en el apartado III, se inicia con una pregunta "¿Acaso tiene alguien hoy, a fines del siglo XIX, una idea de aquello a lo que los poetas de las grandes épocas llamaban inspiración? De no ser así, voy a explicarla yo." (p.121) y lo hace, y al hacerlo la define como un éxtasis cuya desmesurada tensión se desata a veces en un torrente de lágrimas; un estar fuera de nosotros completamente. Todo sucede de forma involuntaria y en ese estado se pierde toda idea; la imagen, lo simbólico se presentan como la manifestación más próxima. La primera definición nos ubica en criterios actuales y con ello Nietzsche se nos muestra como un adelantado. En el segundo, nos ubica en el concepto romántico de inspiración propio del momento. Lo interesante no es la contradicción, sino la posibilidad de captar y moverse en dos criterios de la inspiración que por su esencialidad para el arte, la visión del arte han sido sumamente importantes . En Humano Demasiado Humano, pese al carácter fragmentario del texto, de su división en partes, el fragmento no se presenta como una entidad aislada sino que se integra a un proyecto unitario: el arte. Con ello a diferencia de lo que ocurre con otros temas, cuyo desarrollo lo encontramos disperso en sus libros, el arte se presenta como una unidad temática. Es precisamente esa continuidad, esa insistencia en brindarnos sus observaciones sobre este tema, su punto de vista, del mismo modo que lo había hecho con la vida, lo que nos permite afirmar que en los libros reseñados se puede apreciar una poética que va de la vida al arte y viceversa. Una poética hecha de fragmentos, de aforismos, de metáforas, de juegos de palabras que muestran el poder de síntesis del lenguaje, la conciencia profunda que Nietzsche tiene de éste, de su poder revelador. Una poética que reafirmando al escritor, aun en las postrimerías de su vida, en las condiciones más precarias, encuentra en la vida y el arte la expresión máxima de la existencia. A la distancia de los siglos, de la incomprensión y el silencio a que fuera sometida su obra, de las interpretaciones erradas y malintencionadas de quienes en su momento no supieron, o no pudieron valorar el trabajo de este escritor que se adelantó a su época, queda vigente su palabra, su pensamiento, invitándonos a adentrarnos en la vida, en el arte: nos queda su poética. Bibliografía AUBRAL, F. (1993) Los Filósofos. Madrid: Editorial Acento. DE BRÉHIER, E. Historia de la Filosofía. Vol. II. Microsof Corporation. Enciclopedia Encarta 2001. NIETZSCHE, F. (1968) Obras Inmortales. Madrid: EDAR ___________, (1972) El Ocaso de los ídolos. Barcelona: Tuquest Editor. ____________, (1999) Ecce Homo. Madrid: Editorial Libros. __________, (2000) El Nacimiento de la Tragedia. Madrid:Editorial Alianza. PLATAS, A (2000) Diccionario de Términos Literarios. Madrid: Editorial Acento. REYZÁBAL, M (1998) Diccionario de Términos Literarios. Madrid: Editorial Acento.