Memorias tristes o ¿el amor no tiene edad? Voz de taxistas

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NUESTRO MUNDO
Memorias tristes
o ¿el amor
no tiene edad?
Angélica López Gándara
L
a novela de Gabriel García Márquez, Memoria de mis putas tristes,
muy pronto será película, aunque al
parecer el proyecto se ha retrasado un
poco debido a que la filmación se había
planeado en la ciudad de Puebla y el
permiso para realizarla fue suspendido
por el propio gobierno del estado, pues
no querían que a la ciudad se le siguiera asociando con la pederastia, ya que
hace algún tiempo, gracias al libro Los
demonios del edén escrito por la periodista Lydia Cacho, se exhibió una red de
pedofilia que involucraba al gobernador Mario Marín.
Hay que recordar que Memoria de
mis putas tristes es también una historia
de pederastia contada con la maestría
de García Márquez: un viejo a quien le
gusta la música de Mozart, Chopin y
Bach, entre otros, al cumplir sus 90 años
se pone antojadizo y decide regalarse sexo con una joven virgen, por lo que acude a Rosa Cabarcas, la regenta de una
casa de citas, quien es la que buscará tal
regalo, mismo que no tarda en encontrar: Delgadina, una adolescente de 15
años. En cierto momento la tal Rosa le
asegura al anciano que la chiquilla está
enamorada de él: Ay mi sabio triste [...]
Esa pobre criatura está lela de amor por ti.
¿Realmente puede resultar creíble una historia así? Yo creo que no, aunque
esté muy bien escrita. La novela describe un acto de perversión sexual, pero además nadie puede creer que una quinceañera se enamore de un viejo de 90 años, un hombre con un cuerpo que seguramente emite una gran variedad de
ruidos involuntarios por todos lados y
que sin duda tendrá dientes postizos, o
tal vez toda la dentadura. Se me antoja
más bien como para una historia de terror, en la que el carcamal tendría días
con reumas que le impedirían levantar-
se y entonces se quitaría su gran dentadura y le pediría a la niña: “Lávame los
dientes”, o tal vez: “Cámbiame el pañal”.
Y qué terrible sería para una quinceañera convivir con alguien con quien no
se puede compartir nada, que no puede
bailar o reír fuerte porque se orina. Creo
que es una estupidez esa aseveración
que le hace la regenta al nonagenario:
Esa pobre criatura está lela por ti
ti, aunque
hace bien en llamarle ‘pobre’ y ‘lela’, ya
¶
Para todo existen límites, y no digo
que una mujer de 30 no se pueda enamorar de manera genuina de un señor de
60, y hasta puedo creer que el modelo
brasileño de 23 años está enamorado
de la cantante Madonna de 51; lo puedo
creer, pero ¿amor con diferencia de 75
años? No sólo es pervertido, ilegal, inmoral, es también bastante antihigiénico. Asimismo hay que aclarar que en la
novela lo que resulta triste son las memorias del anciano, no las prostitutas.
Me extrañaba que en las noticias los
comunicadores se preguntaran a quién
se le ocurrió que la filmación fuera en la
ciudad de Puebla. ¿A quién? Pues a un
buen publicista que desea ahorrar millones de pesos en propaganda porque
de esta manera se vuelve gratuita. El tema de la pederastia o pedofilia se trata
en forma reiterada en los medios de comunicación. Allí están los casos más famosos: el del padre Marcial Maciel, el
de Kamel Nacif, el de Roman Polanski,
el del mismo Michael Jackson, que al
parecer con su muerte desapareció.
www.lopezgandara.blogspot.com
¿Amor con diferencia
de 75 años? No sólo
es pervertido, ilegal,
inmoral, es también
bastante antihigiénico
que sólo a una ‘pobre niña lela’ podría
pasarle algo así. Y sí, realmente describe a Delgadina como una niña retrasada,
muy diferente a la Lolita coqueta y malvada de la novela de Vladimir Nabokov,
que llega a los linderos de la perversidad
y en donde además Humbert, el pervertido que en la novela se presenta como la
víctima, no es de ningún modo un anciano, sino un hombre maduro y atractivo,
no como el anciano que describe García
Márquez que resulta bastante ridículo:
Volví a la cama con mis calzoncillos de besos estampados. Además es predecible y
muy simplón, él dice: La verdad: la edad
no es la que uno tiene sino la que uno siente.
Voz de taxistas
Antonio Álvarez Mesta
E
n México los cantineros brindan a
sus clientes un oído atento y la oportunidad de desahogar sus cuitas.
Son a la vez consejeros matrimoniales,
asesores espirituales y accesibles psicoterapeutas. Es difícil que alguien los
supere en el arte de escuchar, pero como
conversadores los taberneros son superados ampliamente por los peluqueros y -sobre todo- por los taxistas. No
hace mucho estuve un par de semanas
sin automóvil y el largo trayecto de mi
casa a mi centro de trabajo me permitió
apreciar la perspectiva vital de diversos
trabajadores del volante. He procurado
hacer una trascripción de algunas de
las palabras que escuché por casi medio mes, antes de las siete de la mañana,
porque me parece que revelan la maneSn • 43
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