Hoy hablaremos de Carlomagno, el rey de los francos y lombardos

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Hoy hablaremos de Carlomagno, el rey de los francos y
lombardos. Carlos I el Grande, quien se convirtió en
emperador del Occidente en el año ochocientos y
fundador de la dinastía Carolingia, bien merece la
reputación de uno de los más grandes emperadores en la
historia mundial.
Hoy hablaremos de Carlomagno, el rey de los francos y lombardos.
Carlos I el Grande, quien se convirtió en emperador del Occidente en el año ochocientos y
fundador de la dinastía Carolingia, bien merece la reputación de uno de los más grandes
emperadores en la historia mundial. Aunque sus descendientes no conservaron su legado,
la memoria de su imperio se mantendrá por siglos.
Pasando la mayor parte de su vida en viajes y campañas, el rey Carlos era muy sencillo y
moderado en sus habitos, ya sea en la forma de vestirse, con ropa corriente que no se
diferenciaba mucho de los trajes de la gente común o en sus gustos por la comida y la
bebida. Carlos no era muy exigente, probablemente esto se debió a las largas campañas.
Carlos, quien odiaba el alcohol, bebia poco vino. Durante el almuerzo raras veces tomaba
más de tres copas, lo que al parecer en esos tiempos se consideraba un ejemplo de
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abstención. En ese caso, es interesante saber ¿cuánto tomaban los amantes del trago?
Por cierto, es muy probable que Carlomagno, en vez del vino podía tomar bebidas
alcohólicas ligeras, como la sidra. En los decretos del Rey se menciona la producción de
bebidas hechas a base de manzanas y peras. Respecto al vino está escrito en la ley lo
siguiente: “Las presas en las haciendas deben ser bien equipadas, los administradores
deben tener cuidado para que nuestras uvas no sean pisadas por nadie, y que todo debía
estar limpio y a conciencia”.
El Rey era considerado un propietario atento, ordenaba al personal de sus propiedades a
cuidar las viñas. Hay que señalas sin embargo que Carlos se quejaba de que la cuaresma
que era perjudicial para su salud. Sin embargo los monarcas, aficionados a la comida,
debian cumplir con el ayuno. Festejaba el Rey en ocaciones raras, sólo en los días festivos
pero con mucha gente.
La cena real entre semana consistía de cuatro platos, aparte de la carne de caza que los
mismos cazadores servian directamente en pinchos. Justamente estos platos prefería
Carlos. Durante la comida el rey escuchaba música o lectura. Le gustaba escuchar de las
hazañas de los antiguos, así como la obra de San Agustín “La ciudad de Dios”. En verano,
después del almuerzo, le gustaba descansar dos o tres horas totalmente desnudo. Pero
antes de eso se comía un par de manzanas y se tomaba una copa de vino. El monarca al
parecer no era indiferente a las frutas. El año que el Papa León III coronó a Carlomagno, el
Rey emitió el “Capitulario de Haciendas” que representa una especie de instrucciones del
manejo de las haciendas reales. El emperador ordenó a que la tierra en las ciudades de su
imperio sea cubierta de hierbas y frutas, incluyendo árboles de manzana y pera. Dicen que
durante el gobierno de Carlomagno en la capital Aquisgrán, crecian cerca de doscientas
variedades de peras. El rey dedicó su atención también a las hortalizas y verduras.
“...Queremos, que los jardines tengan todo tipo de hierbas y verduras”. Posteriormente
seguía una larga lista de nombres de verduras y vegetales.
Con una gran variedad de vinos y platos, asi como con ceremonias de mesa, Carlomagno
trataba de impresionar a los extranjeros y demostrarles de que es un gran conocedor en
ese campo y que no cede a los representantes del Oriente. En estas fiestas, portando la
corona de oro, Carlomagno estaba sentado en un trono alto en la mesa principal. Servían
vinos nobles. Con la comida comenzaban concursos verbales, en los que participaba el
propio monarca.
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